100 lugares donde tener sexo es una serie de relatos que tiene como fin ampliar las opciones del lector, ayudándolo a encontrar un nuevo universo de oportunidades en donde disfrutar del sexo. Es necesario para ello aclarar que cuando hablamos de sexo no nos referimos solamente a la penetración, sino que también incluimos sexo oral, sexo verbal, toqueteo y todo lo que pueda calentarnos y excitarnos. Espero que lo disfruten y que los ayude a ampliar sus márgenes de placer.
CAPITULO 1
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Capítulo 14:
Camila me miró de reojo y noté en su mirada el deseo. Yo apreté el acelerador y conduje lo más rápido que pude, evitando todos los semáforos posibles y tratando de llegar cuanto antes. “¡Ay amor! ¡Basta!” me dijo ella cuando tuvimos que parar en una esquina y yo aproveché para accionar el mando una vez más. Ella empezó a gemir como loca y supe que ya no podía aguantarse las ganas. Estábamos a una cuadra y no paraba de gemir. Entré a la cochera del edificio y estacioné como pude para bajarme del auto con ganas de ir corriendo a buscar el ascensor. Pero Camila no soportó su calentura y me empujó contra el paragolpes del auto y se apoderó de mi cuerpo.
Me llamo Juan Manuel, tengo 26 años y desde hace ya bastante tiempo que estoy de novio con Camila. Nos conocimos en el cumpleaños de un amigo en común y después de estar una noche juntos, nos dimos cuenta que queríamos seguir compartiendo momentos. Empezamos a salir y además de demostrarme que era una excelente mina, Camina me dejó bien en claro que era una loba en la cama. Solía tener una actitud dominante, bien fuerte y salvaje que se dejaba llevar por sus impulsos. También estaba dispuesta a muchas cosas y luego de probar varias poses nuevas, comenzamos a jugar con algunas cosas diferentes, como esposas, vendas para los ojos y algún que otro disfraz.
Con el correr del tiempo nos seguimos enganchando y nos terminamos poniendo de novios. Durante nuestro primer año, decidimos mudarnos juntos y aprovechar la soledad de nuestro departamento para vivir al máximo nuestra sexualidad. Cogíamos en la cocina por la mañana, subíamos a la terraza para besarnos y pasarnos la lengua por todo el cuerpo y de vez en cuando sorprendíamos al otro en la ducha con un baño caliente. Llegamos a animarnos con un pete en el ascensor y una cogidita rápido en el balcón a pesar de que había otro edifico frente al nuestro. No teníamos límites a la hora de hablar del sexo.
Fue por eso que me animé a preguntarle si estaba dispuesta a usar un vibrador controlado por bluetooth de esos que se volvieron muy famosos últimamente. Ella enseguida me dijo que sí, pero que tenía que ser en una ocasión especial, no en cualquier momento. Dejándome llevar por la emoción del momento, compré el vibrador y se lo enseñé a mi novia preguntándole si quería usarlo esa misma noche que íbamos al cumpleaños de una amiga suya. Lamentablemente, Cami me dijo que prefería dejarlo para otra situación y el vibrador terminó guardado en el primer cajón de la mesita de luz y la app por la que yo lo controlaba desde el celular quedó ahí sin poder ser utilizada.
Dos semanas más tarde decidimos salir a comer para celebrar nuestro aniversario. Nos vestimos acorde para la ocasión, agarré el auto y fuimos a un bar lindo de la ciudad para tener una cena algo romántica. Luego de eso, ella me preguntó si quería ir a tomar unos tragos a otro lugar y terminamos yendo a otro bar de la zona. Luego del primer trago, Cami fue al baño y cuando volvió decidí ir yo ya que habíamos pedido una segunda vuelta de tragos. Salí del baño y me senté en la mesa para ver que mi novia me miraba desde el otro lado con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Qué pasa?- Le pregunté yo y ella no me respondió nada y acentuó su sonrisa.
- Mirá tu celular.- Me dijo ella y vi que había dejado mi teléfono en la mesa y ella lo había estado revisando.
Al principio no entendí nada y de hecho me preocupé, pues pensé que alguno de mis amigos me había mandado un video sarpado. Sin embargo sentí que mi corazón pegaba un salto al ver que la app del vibrador estaba abierta y que de hecho estaba encendido en la primera velocidad. La miré sin poder caer en la cuenta y ella me devolvió nuevamente una sonrisa de oreja a oreja. “¿Lo tenés puesto?” le pregunté sin poder creerlo y Camila asintió con la cabeza y aumentando su sonrisa. Volví a mirar el celular y sin pensarlo aumenté a la siguiente velocidad a ver que sucedía.
El resultado fue casi instantáneo. Camila apoyó con fuerza las manos en la mesa y se sujetó de esta dejando escapar un sutil gemido que quedó tapado por el ruido de la música del lugar. “¿Se siente?” le pregunté yo intrigado al ver su reacción y ella me respondió moviendo la cabeza rápidamente hacia arriba y hacia abajo. Entonces alzó la vista y nuestras miradas se cruzaron nuevamente y emocionado aumenté un poco más la velocidad, llevándola al nivel 4. “¡Ay Juama!” dijo ella y su movimiento fue tan fuerte que volví a bajar el vibrador al nivel 1.
La app tenía seis niveles de intensidad y al parecer el segundo ya ser bastante placentero para mi novia. Cuando la moza trajo la segunda tanda de tragos, yo aproveché su distracción para subir el vibrador nuevamente a nivel 3 y ver como ella se aguantaba la reacción mientras que le alcanzaban su vaso. El resto de la noche me la pasé jugando con el celular y viendo como ella reaccionaba mientras que yo subía y bajaba los niveles del vibrador. Me animé a llegar al quinto nivel, pero este fue tan fuerte que Camila no se pudo aguantar las ganas y empezó a gemir frente a mis ojos. A pesar de que eso me calentó muchísimo, volví a colocarlo en el nivel 1 el cual era un “simple cosquilleo” según sus palabras.
Sin embargo, lo que más me calentó fue el hecho de que ese juego hizo que mi novia se convirtiera en una loba sedienta de sexo. Empezó a decirme que se moría de ganas de chuparme la pija, que tenía ganas de que me la cogiera bien fuerte y que estaba deseosa de que le llenara la boca de leche. En respuesta a cada comentario, yo subía el vibrador de nivel y volvía a bajarlo tras deleitarme unos segundos con su reacción. La verga me latía con fuerza adentro del pantalón y me moría de ganas de hacérselo arriba de la mesa en ese mismo lugar.
Salimos del bar luego de calentarnos un buen rato y ni bien subimos al auto llevé el vibrador al nivel 5. Camila se sentó y sintió una ola de placer invadir todo su cuerpo que se empezó a retorcer en el asiento del acompañante sin poder aguantarse la calentura. “¡Basta amor! ¡Vamos a casa! ¡No me aguanto las ganas de cogerte!” me dijo y yo encendí el motor del auto. Ella intentó agarrar mi celular para bajar de nivel, pero yo lo hice antes que ella, dejándolo tan solo un nivel más abajo del que estaba y diciéndole que se iba a tener que aguantar hasta que lleguemos.
- ¡Ay Dios! ¡No me aguanto!- Gemía ella que se tocaba el cuerpo sin poder controlarse.- ¡Que ganas de comerme tu pija que tengo amor! ¡Que ganas de que me cojas bien duro!- Me decía mientras yo manejaba esquivando los autos para llegar lo más pronto posible.
Cuando nos vimos obligados a parar en una esquina por un semáforo, aproveché para llevarla al nivel máximo de placer y me abusé de su calentura para tocarle las tetas por encima de la ropa y decirle que me la quería coger con todas mis ganas. “¡Ay sí, mi amor! ¡Quiero pija! ¡Quiero pija!” gritaba ella que se movía descontroladamente. Llegamos a la cochera del edificio y bajamos al último subsuelo que era donde yo guardaba el auto. Lo estacioné lo más rápido que pude y abrí la puerta del auto para bajarme a toda velocidad. El vibrador seguía en el nivel máximo y Cami apenas se podía mover, pero ella fue mucho más rápida que yo y me frenó de golpe para arrojarme contra el paragolpes del auto y tirarse encima de mí.
Empezamos a besarnos de forma bien caliente y cuando apoyó su cuerpo sobre el mío sentí como sus caderas vibraban gracias al aparatito que tenía puesto. “¡Ay Dios! ¡Ay sí!” seguía gimiendo ella mientras yo le besaba el cuello y le sacaba la remera. Entonces se arrodilló en frente mío y yo aproveché para pararme al lado del auto. Camila me desabrochó el pantalón a toda velocidad y fue directo a buscar mi pija, la cual ya estaba bastante dura. Yo me saqué el celular del bolsillo y bajé el vibrador a la cuarta velocidad para que pudiera entretenerse con mi pija, pero que siguiera sintiendo placer.
Me empezó a chupar la pija como loca, dejándose llevar por la calentura acumulada. Movía su cabeza hacia adelante y hacia atrás y se llenaba la boca con mi pija, dejándola empapada de saliva. Entonces me animé a subir nuevamente el vibrador a la quinta velocidad y nuevamente su reacción fue instantánea. Camila siguió chupándome la pija, pero lo hacía de una manera desesperada, como si quisiera hacerme acabar en ese mismo instante. “¡Ay amor! ¡Voy a acabar!” me dijo majeándome con fuerza y aumenté de nuevo el vibrador para llevarlo al máximo y poder hacer así que mi novia tuviera el primer orgasmo de la noche.
En mi cabeza estaba la idea de seguir con el sexo en nuestro departamento, por lo que le propuse a Cami que se sacara el vibrador así seguíamos después. Pero ella no podía aguantarse la calentura que tenía y quería sentir mi pija en su conchita en ese mismo momento. Se levantó y se bajó el pantalón para inclinarse hacia adelante y recostarse en el capot del auto, dejándome su colita y su conchita en primera plana. “¡Metémela ya!” me dijo y yo obedecí. Agarré la parte que salía del vibrador y fui moviéndolo hacia un lado para metérsela bien hasta el fondo y que pudiera sentir tanto mi pija como el juguete adentro de su cuerpo.
Me empecé a mover hacia adelante y hacia atrás como loco, sintiendo como mi pija entraba en su conchita apretada por el vibrador. Entonces me animé a encenderlo nuevamente y cuando lo puse en nivel 1 sentí como todo mi cuerpo temblaba. Era una sensación nueva, distinta, pero que le ponía un toque mucho más caliente al sexo. Me fui moviendo rápidamente hacia adelante y hacia atrás, cogiéndome a mi novia que no dejaba de gemir pidiéndome más y más. Estaba muy caliente, mucho más caliente que en cualquier otra oportunidad y eso me encantaba.
- ¡Mmm sí! ¡Cogeme mi amor! ¡Cogeme bien fuerte!- Me pidió de golpe Camila ni bien llevé el vibrador al segundo nivel.
Se sentía tan placentero que de golpe noté como todo mi cuerpo empezaba a temblar al mismo tiempo que el aparatito lo hacía. Mi pija entraba y salía casi por completo de la concha empapada de mi novia. Con una mano sostenía el celular, mientras controlaba la velocidad desde la app y con la otra sostenía la punta del vibrador para que no se moviera de lugar. Me encantaba esa sensación que te daba y era evidente que a ella también le gustaba, pues no paraba de gemir como loca, pidiéndome más y más.
Como empezó a caerse por la inclinación del capot del auto, de terminó parando y nos quedamos cogiendo de parados al lado del vehículo. Ella tenía las rodillas levemente inclinadas y el vibrador hacía que sus piernas temblaran. Mi pija entraba y salía de su cuerpo con cada movimiento que yo daba hacia adelante y hacia atrás. Sus manos se apoyaban una en el auto y otra en la pared de al lado, para evitar caerse mientras que yo sujetaba firmemente el celular con una mano y la otra la terminé llevando a sus tetas.
- ¡Subilo! ¡Ponelo en el máximo!- Me pidió ella entre gemidos.
- ¡Que putita golosa que sos!- Le dije yo y obedecí a sus órdenes.
Instantáneamente, Camila empezó a moverse de forma descontrolada y yo sentí como el aparato vibraba como loco. Mi pija empezó a cosquillear al mismo tiempo que yo la seguía metiendo y sacando de su concha. Ella no gemía, gritaba. Pegaba gritos de placer que resonaban en toda la cochera mientras que nosotros seguíamos cogiendo como locos. Un golpe seco, dos golpes, tres golpes más y mi novia volvió a acabar mojándose todo el cuerpo y empapando mi pija y el vibrador que tras eso volví a llevar al nivel más bajo.
Como agradecimiento, Cami se arrodilló en frente mío y volvió a meterse mi pija en la boca. Para ese entonces yo ya había apagado el vibrador y me había guardado el celular en el bolsillo, pues tenía pensado disfrutar al máximo de su boca. Apoyé mi mano en su nuca, enredé mis dedos en su pelo y acompañe los movimientos que daba hacia adelante y hacia atrás mientras se comía mi verga. Sentía aún el cosquilleo del aparatito, el cual se mezcló con la suavidad de su lengua rozando mi piel y eso me llevó a acabar una descarga tremenda. Le llené la boca de semen a Camila, que se lo tragó sin desperdiciar una sola gota y después me lamió la cabecita para dejármela bien limpia.
Me regaló una mirada y una sonrisa para después besarme la punta de la pija y pararse para arreglarse la ropa. Nos cambiamos, nos arreglamos un poco y entramos al palier del edificio sin poder contener nuestra felicidad. Nos subimos al ascensor y Cami se acercó a mí para darme un beso y decirme que le había encantado el juguetito. Llegamos al departamento y fue al baño para sacárselo y cuando volvió a la habitación me dijo que el fin de semana siguiente teníamos el cumpleaños de su abuela y que estaba dispuesto a usarlo siempre y cuando yo me controlara con los niveles. Obviamente acepté su propuesta.
Lugar n° 14: Cochera
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