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Su mejor amiga. No sé porqué pero si el como.

Esta historia es ficticia, con algunos toques de realidad. 

Las relaciones amorosas comienzan siendo extraordinarias, principalmente, cuando sos joven y empezas a sentir esos primeros chispazos en el cuerpo. Mi nombre es Juan, tengo 25 años. Mi pareja es Paula y tiene un año menos, 24, al igual que Macarena , su mejor amiga.
 Con Pauli nos conocimos cuando teníamos apenas 19 años y realmente había sido un amor perfecto. Fue mi primera novia y una de las primeras relaciones. Soy un tipo normal, pero de más pendejo era tímido y más con las pibas. Mambos de chicos. Pauli, era bastante parecida y más allá de que nos conocimos en un boliche, ambos habíamos ido forzados a ese lugar. Casualmente, allí se encontraba Macarena, que tiempo después me enteré, le recomendó que se acercara al boludo ese, yo. 
 Macarena, es la típica mina chetita de plata que siempre se comió el mundo y hasta en algún punto, creí que a Paula la tenía más para sentirse importante que por ser una buena mina. Con ella, la verdad que teníamos poca onda. Veníamos de lugares distintos y a mi por ese entonces, no me gustaba nada que “maltrate” a Paula y mucho menos que me haga sentir un pelotudo. La cuestión es que por “X" motivo, ellas siempre fueron amigas y por más que mi disconformidad era por los tratos, jamás atiné pedir que dejen de verse. 
  Perdón que haga esta introducción, pero es importante el contexto porque años después, nos encontramos envueltos en una situación que hasta el día de hoy, no creo.
  Volviendo a Paula, ella es físicamente perfecta, en cuanto a mis gustos. Flaca, con algo de tetas y con un culito redondo pero muy atractivo. Pero es tímida y se viste, generalmente, con ropa bastante suelta y no le da mucha bola a la ropa interior. Honestamente, esta bien. Yo la acepto como es, o mejor dicho la aceptaba.
  Macarena, por el contrario, como dije, es la típica piba que se viste más provocativa y que no tiene muchos límites, o por lo menos así lo veía yo. No puedo negar que se mataba en el gimnasio y tiene un culo espectacular, unas tetas que no son operadas pero están bien puestas y un abdomen muy plano. Además, que por tener un buen pasar económico, su familia la consentía en todo. Peluquería, ropa, auto, caprichos, en fin. Todos conocemos una Macarena. La cara creo que era lo más hermoso que tenía, ojos verdes, una boca perfecta que al sonreír formaba dos hoyuelos divinos en sus extremos y dejaba ver unos pómulos hermosos. Pero era morocha y la piba quería ser rubia, que se yo. Algo tenía que cagarla. Si, ya sé, la juzgo mucho pero así es como pasaron las cosas y no pienso omitir un adjetivo que pienso de ella. Perdón, que pensaba de ella. 
  Con Paula las experiencias sexuales eran tranquilas. Lo básico, no pregunté mucho, pero crei que yo también era una de sus primeras experiencias sexuales. Mucho misionero y me costó bastante que me chupe la pija. Ni hablar, el culo. Eso casi que estaba prohibido. No quiero urgar en su forma de pensar, porque tenía un concepto erróneo sobre la promiscuidad. Yo aceptaba todo, lo nuestro iba más allá. 
 Durante cuatro años, a Macarena la habré cruzado solo para cumpleaños. En ese tiempo, me recibí en Marketing y Paula cursaba psicología en la UBA. Todo venía perfecto. Sin embargo, hace un año las cosas tomaron otro rumbo.
  Con Pauli nos fuimos a vivir juntos. Alquilamos un depto bastante chico cerca del centro de Buenos Aires para que que a ambos nos quede cerca. El sexo había mejorado y realmente sentía que era la chica con la que quería casarme. Además de lo sexual, estuvo en momentos donde no tenía a nadie. Por eso y por mucho más, una noche de verano le propuse casamiento. Había sido todo bastante emocionante. Esa noche, ingresamos al departamento, besándonos apasionadamente y por más que teníamos bastante alcohol encima, Pauli estaba descontrolada.
- Dale, sácala que quiero chupartela – me decía ella, bajandome el pantalón, entre besos. – Dale, veni, acá en el balcón-
- ¿Qué?- Me sorprendí porque ella no era así.
- Dale, hagamos algo nuevo- sonrío, arrastrándome hasta el balcón.
Comenzó a chuparme la pija, hermosamente. Realmente, estaba siendo perfecto.
- ¿Te gusta?- me preguntaba chupandome la cabeza de la pija y mirándome desde abajo.
- Me encanta mi amor. – gemía de placer, a tal punto que quería acabar.
- ¿Y te gusta verme por el reflejo de la puerta? – 
Me la dejó de chupar, apoyó su lengua en la punta de mi pija. Al abrir los ojos, la miré por el reflejo. Ella también me miraba.
- Me encanta. – atiné a decir mordiendome los labios.
- ¿Sabes que quiero?- comenzó de nuevo a chuparme la pija
- ¿Qué? –
- Dos cositas…- volvió a sacar mi pija de su boca.
Abrí los ojos y comenzó a bajarse el pantalón. Tenia una tanga chiquita, muy sexy, sorprendentemente sexy y más en ella. Me quedé boquiabierta.
- Que….- titubeé 
- Que me acabes en la boquita… - Me contestó con una voz diferente.
Honestamente, no entendía nada.
- ¿Y qué más? –
- Y … - volvió a chuparme la pija. -¿no te enojas? –
- Decime… - Le respondí sintiendo como jugaba con su lengua.
- Que hagamos más locuritas…-
- ¿Por ejemplo? – Ya estaba que explotaba.
- No sé, mira la tanguita que me puse. – se la levantaba enterrandosela más en el culo.
- Voy a acabar, no puedo más…- intenté sacársela de la boca, no le gustaba. Me agarró del culo y me empujó hacia adentro de su boca. Empece a acabar con fuerza y ella seguía ahí con los ojitos cerrados, mientras mis piernas temblaban en cada lechazo que largaba
En ese momento, Pauli tomó mi mano y me la llevo a su cabeza, mientras movía su boca en mi pija, que derramaba leche por los costados. Me la chupaba, mejor dicho, limpiaba.
- ¿Te gustó?- me preguntó arrodillada, sonriendo con un poco de leche en su boca.
- - Me encantó, pero ¿Qué pasó?- fruncí el entre cejo, sorprendido.
- Nada, que se yo. Nos vamos a casar y no quiero que lo nuestro se muera. Además, te matas a pajas y es una debilidad mía esto. No sé … - se empezó a mirar al espejo y tocaba su culo. - Además, por ahí está bueno. Esto… - sonreía entangandose.

En todo eso, yo ya estaba al palo de nuevo. Era otra mujer y me encantaba. No había que hacer preguntas, no por ahora.
- ¿Y qué locura querés hacer?-
- Ya que se te paró de nuevo, quiero que me la metas acá, frente a la puerta... – puso las manos sobre el vidrio, paró la cola y sobre su hombro me miraba. - ¿Te animas? – sonreía.
Rápidamente, me tiré sobre ella, le corrí la tanga y se la metí. Estaba totalmente mojada. Ella, miraba por la ventana.
- No sé qué te pasa, pero me encanta. – le dije- besando su cuello y sin dejar de cogerla.
- ¡Ahg! ¡Si! ¡seguí!- gemía, empujando su culito hacia atrás. – tócame el culo, si te encanta, dale… - seguía gimiendo, y al instante llevo mi mano a su culo para que se lo apriete y roce su agujerito.
- Estas tremenda, me vas a hacer acabar de nuevo. –
- ¡Ay! ¡Si! ¡ Aguanta un poquito más! ¡Dale! – me puchereaba y continuaba gritando placenteramente.
- ¡No aguanto! ¡Dale! – trataba de apretar la pija pero la verdad que no era de durar mucho, porque tampoco cogiamos tanto. – hablame así me distraigo, no se…- Le dije intentando desconcentrarme.
- -¿Y si nos está viendo alguien?- Me preguntó, entre gemidos.
- ¿Qué? ¿Hay alguien? – quise ssalir, pero no me dejó.
- No, dale, seguí- Continuó moviéndose. -¿Qué pasa si nos ve alguien? ¿No te calienta?-
Me descolocó, no sabía que pasaba. No sabía que parte me había perdido de todo esto.
- Supongo que un toque de vergüenza… No tengo ni idea. –
- ¡A mi me calienta que ahora vean como estoy! ¡Seguí que ya acabo! – aceleró el movimiento y yo me descoloque, quedé duro. - ¡Dale amor! Métetela con ganas, acabemos juntos- gritaba y me agarraba para metérsela toda.
Unos minutos después, sentí su concha apretándome la pija y acabé con ella. Me agarró la cabeza y me tumbé en su espalda. 
- ¿Qué onda? – pregunté, después de salir y acomodarnos.
Caminaba de un lado al otro, media nerviosa. No contestaba y yo la buscaba con la mirada.
-¿ Que pasa?-
- nada… no quiero que te enojes, pero hablé con Maca hace unos días, cuando nos juntamos y le conté que yo estaba rara, como sin ganas y me dio unos tipos. ¡Pero para! No te enojes, porque no le dije nada de nosotros, sexualmente…-
Me quedé atónito, ¿Tenia que agradecerle o enojarme? Se estaban viendo más seguido, pero que se yo. La piba ni había venido a ver el depto que vivíamos y no me daba mucho que sepa de nosotros. Por lo pronto, tenía que irme a dormir. No daba más.
 A los pocos días, después de mucho tiempo sin vernos, me la cruzo en un supermercado cerca del laburo a Macarena. Nos miramos, dudamos en saludarnos, pero la cola era larga y ahí nos pusimos a hablar…

2 comentarios - Su mejor amiga. No sé porqué pero si el como.

Tom_Bishop +1
Muy bueno, seguí así!
EFENEPE +1
¡Gracias! Posiblemente en un rato ya subo más.
pacificlupus +1
Muy bueno! +10 y fav
EFENEPE
¡Muchas gracias, Che!