Esta es la historia de una noche y lo que le pasó a una pareja y a algunos de su círculo cercano.
Ciudad de Buenos Aires, viernes 8 de noviembre 2019.
Historia del marido:
Un viernes por la noche mi mujer me invito al festejo de cumpleaños de alguien del trabajo. La verdad es que no tenía ganas de acompañarla y por suerte ella no se lo tomó a mal cuando le dije que prefería quedarme en casa.
Cuando ese viernes a la tarde llego, despues de trabajar, y la engancho saliendo del baño mientras terminaba de prepararse para irse, un poco dudé.
Estaba demasiado hermosa y un poco de celos me generó la situación. Tenía puesto un vestido liviano, corto, con las piernas brillantes, se notaba que acababa de pasarse crema. Unas sandalias negras que permitían verle las uñas de los pies pintadas a tono con el color del vestido. Y lo que más me impactó fue la terminación del vestido, apenas dos tiritas lo sostenían de los hombros lo que permitía verle mucha piel, los brazos, la espalda… aparte de exhibir generosamente el escote (se notaba, por la marca que dejaban los pezones en la tela y el movimiento que le hacían los pechos al moverse, que no llevaba nada debajo del vestido).
Me la quedé mirando como un bobo. Cuando se dio cuenta me dice con esa sonrisa preciosa que tiene: - ¿Qué pasó? ¿Parece que todavía te gusto? ¿O estas un poquito celoso de que salga sola…? ¿Te arrepentís? ¿Queres venir conmigo? – Y al decirlo, en un movimiento, se baja el vestido y me muestra las tetas un instante.
Ay, que ganas de lamer esos pechos…Y la verdad era que sí. Así como estaba me iba con ella a cualquier lado. Pero tampoco podía echarme atrás y evidenciar esa falta de confianza. Me quería matar, pero no podía ceder, le dije: - Así como estas voy con vos a la luna, pero hoy estoy cansado. Por favor, disfrutá, pasala bien. – Lo dije y me mordí la lengua de solo escucharme...
-Está bien, amor. Un poco me abandonas, pero está bien… – me dice poniendo carita triste. Después se sonríe de nuevo y remata: - Igual la voy a pasar bien, descansá vos.
Y contoneando las caderas, la ví pasar la puerta, después de besarme tiernamente y morderme un poco los labios. La hija de puta me había dejado con la pija gomosa y yo sabía que me iba a pasar la noche maquinando con lo que ella estaría haciendo.
Y ahora arranca mi historia.
Porque cuando me quedé solo, no sabía qué carajo hacer. El cansancio se me había pasado. Busqué en la tele, pero no había nada para ver. Más bien la película me la hacía yo en la cabeza: La veía sonriendo, mostrándole los pechos a sus compañeros de trabajo. La imaginaba caminando en medio de la fiesta con esa manera tan sutíl que tiene de mover la cola. Percibía la suave presión de sus dientes en mis labios, pero de pronto la imaginaba mordiendo otra pija. ¡Me estaba volviendo loco!
Daba vueltas por el departamento. Tenía que tranquilizarme. Busqué algo para tomar, pero no tenía cerveza fría ni tampoco quedaba vino. A esta hora era tarde para salir a comprar. Y entonces, abriendo una puerta de la despensa encontré unas botellitas de ron que nos había regalado Marilina cuando nos mudamos al departamento. Marilina es una amiga íntima de mi mujer, además es la dueña del departamento en el cual vivimos desde hace unos meses. Todavía tenían una notita puesta “Para disfrutar por las noches en el departamentito” y un corazón rojo hecho con fibra.
No soy de tomar bebidas blancas, pero esta vez era una necesidad. Hielo, gaseosa y vacié una de las botellitas. Me duró un minuto. Estaba rico.
Le mande una foto de las botellitas por WhatsAp a Marilina para agradecerle por el regalo y ella me devolvió un coranzoncito. “que lo disfruten” me escribió. Me sentí en la obligación de aclararle que era yo solo el que las iba a disfrutar esta noche. Y me respondió con dos caritas. Una que se mataba de la risa y otra que se ponía colorada de verguenza. “Salud! No tomes mucho a ver si te hace mal, jaja"
Con Marilina hay una historia… Porque yo la conocí primero a ella y a través de ella conocí a mi mujer. La cuestión es que siempre me pareció que Marilina me tiraba onda, pero cuando concreté con su amiga la cosa se cortó un poco. Aunque cada vez que nos cruzamos se me hace que un tanto de más me mira. Bah, fantasías seguro. Eso que tomé me puso alegre.
Preparé otro vaso, y ya más aliviado me senté de nuevo en el sofá y prendí la tele.
En eso suena el teléfono. El de línea. Era raro. Ya casi nadie llama por ahí a menos que quieran venderte algo o hacerte una breve encuesta o tenga casi 100 años.
Atiendo y era mi cuñada, la hermana de mi mujer.
- ¿Qué pasó? ¿Todo bien? – Le pregunto un poco extrañado y asustado de que llamara por esa vía.
-Sí, todo bien cuña. La llamaba a mi hermana en realidad. Era para avisarles que perdí el celu. Soy una boluda… En fin, después les cuento. Por un par de días si me precisan llámenme al fijo. – hace un silencio y me pregunta - ¿Así que estas solo picaron?
- ¿Yo picaron? La picarona es tu hermana. No sabes cómo salió vestida la guacha. Seguro quería hacerme pasar un mal rato por no querer acompañarla.
Mi cuñada se reía. Tiene una risa contagiosa. Es la hermana menor de mi mujer. Es una pendeja que esta para chuparse los dedos. Pero es sagrada. No me gusta meterme en quilombos. Así y todo, siempre me manda alguna. Juega a provocarme. Yo sé que lo hace en joda. Bah, creo que en joda. Pero no entro en el juego.
-Que tonta mi hermanita, dejando solo a su hombre, a merced de cualquiera un viernes a la noche. – Me dice poniendo vocecita de tonta.
Le conté que me dejó solo (haciéndome la victima) y encima ¡sin nada que tomar! y que entonces aproveché esas botellitas que nunca me hubiera tomado y ella me hablo un poco de sus cosas.
La verdad es que la charla y la bebida me relajaron bastante. Cuando corté con mi cuñada me sentía un poco mareado.
Me preparé un vaso más, pero creo que ni sé cómo llegue al sofá. El living me giraba un poco y el cansancio me ganaba. Así como estaba volví a pensar en mi mujer, en la fiesta, en ella jugando a provocar a sus compañeros de trabajo. La veía poniendo caritas. Riéndose con ganas de las cosas zarpadas que le decían. Apoyando sus manos en los brazos o hasta en el pecho de alguno de ellos. La imaginaba sentándose encima de alguno y moviendo la cola, como ella sabe hacer, para despertarte la verga enseguida.
Me sentía acalorado, como afiebrado. Sudaba. Y de alguna manera, no sé cómo, había logrado llegar a la cama…
Escuchaba las voces de esos hombres que le decían cosas muy fuertes, muy subidas de tono, a mi mujer en el oído, y la rodeaban y acorralaban. “Acá tenés la pija que tu marido no te puede dar esta noche”. Mi mujer sonreía y mostraba la puntita de la lengua. Una mano le agarraba los pechos y ella suspiraba. “Agarrá. Agarrá que es todo gratis. Y todo para vos” Le decía otro mientras, de prepo, le llevaba la mano hasta el bulto. Y ella apretaba con ganas.
¿Qué me pasaba? ¿Me estaba excitando? La tenía parada y dura. No. No. No se la cojan… No te dejes... Pensaba.
Pero ya era tarde. En mi cabeza la veía chupando pijas a dos manos. Atorándose la boca. Disfrutando ser penetrada por otros. Y me estallaba la cabeza. Y me explotaba la poronga.
Y ahí, en el medio de esa pesadilla, y sin poder despertarme del todo escucho las llaves y la puerta. Ahí me tranquilicé. Saber que ya estaba en casa me dejaba tranquilo. Que no se la estaban cogiendo otros mientras ella disfrutaba como una puta.
La escuché entrar sigilosamente a la habitación y quedarse parada un instante y de pronto la sentí,pero ahora, encima mío. El calor de su cuerpo se sumaba al del mío. La sentí sobándome el bulto sobre el pantalón y percibí la desesperación de sus manos por liberarme la pija, seguida por el desenfreno de su boca comiéndomela con hambre. “Hija de puta te dejaron calentita en esa fiesta” pensaba yo, que estaba como adormecido aún.
La sentí moviéndose encima de mí, raspando la vagina contra mi cuerpo al principio y después de un momento,al liberarse de la ropa que tenía, la sentí frotarse directamente sobre mi cara, sin dejar de chuparme la pija. Sentía el ardor de su piel sobre mi cuerpo y el sabor de su concha que me rozaba la boca. Y se frotaba fuerte. Prácticamente se estaba masturbando en mi boca. Yo quería besarla, lamerla, pero el cuerpo no me respondía del cansancio. Sentí sus jugos inundándome los labios y la oí contenerse el grito al llegar al orgasmo que pude percibir en el temblor de su cuerpo.
Casi inmediatamente después sentí como se acomodó mi pija adentro y empezó a saltar, apoyando sus manos en mi pecho primero, pero después erguida, apoyada en sus rodillas y meneando la pelvis hasta sentir otro orgasmo. Orgasmo que sí grito. Lo gritó como nunca la había oído.
Y al terminar de disfrutarlo, volvió con su boca a lamerme la pija. Con ganas, con pasión, hasta que a puro juego de lengua, dedos y dientes logró hacerme evacuar toda la espesa calentura contenida desde que, al principio de esa noche, la había fantaseado con otros. Pude sentir cómo se tomaba toda la descarga, pasando la lengua por las gotas que se escapaban. Y así se quedó un rato más después de hacerme acabar, chupándomela.
¡Que locura!
Pero no solo lo que pasó esa noche, sino más bien, la mañana siguiente. Cuando después de despertarme y prepararle un desayuno, con una sonrisa en la boca le digo:
- Te aprovechaste de mí anoche...
Y en dos segundos entendí todo.
Su cara de sorpresa era más que elocuente.
- ¿De qué hablas si cuando llegue anoche estaba muerta de sueño y encima vos roncabas con una cara de felicidad que ni pasándote un camión por encima te despertaba?
-Nada amor. - le dije – Un sueño que tuve, después te cuento….
Gracias por pasar.
Si algo de lo que leíste te gustó dejame un comentario.
¿Querés saber lo que hizo ella esa noche?:
https://m.poringa.net/posts/relatos/3835263/Cuernos-2-Que-paso-esa-noche.html
Otros relatos:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3567467/Voyeur-de-los-cuernos-de-mi-mujer.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3569143/Mi-mujer-me-cuenta-su-infidelidad.html
https://poringa.net/posts/relatos/3767844/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-0.html
https://poringa.net/posts/relatos/3700478/Las-bombachas-de-mi-vecina.html
Ciudad de Buenos Aires, viernes 8 de noviembre 2019.
Historia del marido:
Un viernes por la noche mi mujer me invito al festejo de cumpleaños de alguien del trabajo. La verdad es que no tenía ganas de acompañarla y por suerte ella no se lo tomó a mal cuando le dije que prefería quedarme en casa.
Cuando ese viernes a la tarde llego, despues de trabajar, y la engancho saliendo del baño mientras terminaba de prepararse para irse, un poco dudé.
Estaba demasiado hermosa y un poco de celos me generó la situación. Tenía puesto un vestido liviano, corto, con las piernas brillantes, se notaba que acababa de pasarse crema. Unas sandalias negras que permitían verle las uñas de los pies pintadas a tono con el color del vestido. Y lo que más me impactó fue la terminación del vestido, apenas dos tiritas lo sostenían de los hombros lo que permitía verle mucha piel, los brazos, la espalda… aparte de exhibir generosamente el escote (se notaba, por la marca que dejaban los pezones en la tela y el movimiento que le hacían los pechos al moverse, que no llevaba nada debajo del vestido).
Me la quedé mirando como un bobo. Cuando se dio cuenta me dice con esa sonrisa preciosa que tiene: - ¿Qué pasó? ¿Parece que todavía te gusto? ¿O estas un poquito celoso de que salga sola…? ¿Te arrepentís? ¿Queres venir conmigo? – Y al decirlo, en un movimiento, se baja el vestido y me muestra las tetas un instante.
Ay, que ganas de lamer esos pechos…Y la verdad era que sí. Así como estaba me iba con ella a cualquier lado. Pero tampoco podía echarme atrás y evidenciar esa falta de confianza. Me quería matar, pero no podía ceder, le dije: - Así como estas voy con vos a la luna, pero hoy estoy cansado. Por favor, disfrutá, pasala bien. – Lo dije y me mordí la lengua de solo escucharme...
-Está bien, amor. Un poco me abandonas, pero está bien… – me dice poniendo carita triste. Después se sonríe de nuevo y remata: - Igual la voy a pasar bien, descansá vos.
Y contoneando las caderas, la ví pasar la puerta, después de besarme tiernamente y morderme un poco los labios. La hija de puta me había dejado con la pija gomosa y yo sabía que me iba a pasar la noche maquinando con lo que ella estaría haciendo.
Y ahora arranca mi historia.
Porque cuando me quedé solo, no sabía qué carajo hacer. El cansancio se me había pasado. Busqué en la tele, pero no había nada para ver. Más bien la película me la hacía yo en la cabeza: La veía sonriendo, mostrándole los pechos a sus compañeros de trabajo. La imaginaba caminando en medio de la fiesta con esa manera tan sutíl que tiene de mover la cola. Percibía la suave presión de sus dientes en mis labios, pero de pronto la imaginaba mordiendo otra pija. ¡Me estaba volviendo loco!
Daba vueltas por el departamento. Tenía que tranquilizarme. Busqué algo para tomar, pero no tenía cerveza fría ni tampoco quedaba vino. A esta hora era tarde para salir a comprar. Y entonces, abriendo una puerta de la despensa encontré unas botellitas de ron que nos había regalado Marilina cuando nos mudamos al departamento. Marilina es una amiga íntima de mi mujer, además es la dueña del departamento en el cual vivimos desde hace unos meses. Todavía tenían una notita puesta “Para disfrutar por las noches en el departamentito” y un corazón rojo hecho con fibra.
No soy de tomar bebidas blancas, pero esta vez era una necesidad. Hielo, gaseosa y vacié una de las botellitas. Me duró un minuto. Estaba rico.
Le mande una foto de las botellitas por WhatsAp a Marilina para agradecerle por el regalo y ella me devolvió un coranzoncito. “que lo disfruten” me escribió. Me sentí en la obligación de aclararle que era yo solo el que las iba a disfrutar esta noche. Y me respondió con dos caritas. Una que se mataba de la risa y otra que se ponía colorada de verguenza. “Salud! No tomes mucho a ver si te hace mal, jaja"
Con Marilina hay una historia… Porque yo la conocí primero a ella y a través de ella conocí a mi mujer. La cuestión es que siempre me pareció que Marilina me tiraba onda, pero cuando concreté con su amiga la cosa se cortó un poco. Aunque cada vez que nos cruzamos se me hace que un tanto de más me mira. Bah, fantasías seguro. Eso que tomé me puso alegre.
Preparé otro vaso, y ya más aliviado me senté de nuevo en el sofá y prendí la tele.
En eso suena el teléfono. El de línea. Era raro. Ya casi nadie llama por ahí a menos que quieran venderte algo o hacerte una breve encuesta o tenga casi 100 años.
Atiendo y era mi cuñada, la hermana de mi mujer.
- ¿Qué pasó? ¿Todo bien? – Le pregunto un poco extrañado y asustado de que llamara por esa vía.
-Sí, todo bien cuña. La llamaba a mi hermana en realidad. Era para avisarles que perdí el celu. Soy una boluda… En fin, después les cuento. Por un par de días si me precisan llámenme al fijo. – hace un silencio y me pregunta - ¿Así que estas solo picaron?
- ¿Yo picaron? La picarona es tu hermana. No sabes cómo salió vestida la guacha. Seguro quería hacerme pasar un mal rato por no querer acompañarla.
Mi cuñada se reía. Tiene una risa contagiosa. Es la hermana menor de mi mujer. Es una pendeja que esta para chuparse los dedos. Pero es sagrada. No me gusta meterme en quilombos. Así y todo, siempre me manda alguna. Juega a provocarme. Yo sé que lo hace en joda. Bah, creo que en joda. Pero no entro en el juego.
-Que tonta mi hermanita, dejando solo a su hombre, a merced de cualquiera un viernes a la noche. – Me dice poniendo vocecita de tonta.
Le conté que me dejó solo (haciéndome la victima) y encima ¡sin nada que tomar! y que entonces aproveché esas botellitas que nunca me hubiera tomado y ella me hablo un poco de sus cosas.
La verdad es que la charla y la bebida me relajaron bastante. Cuando corté con mi cuñada me sentía un poco mareado.
Me preparé un vaso más, pero creo que ni sé cómo llegue al sofá. El living me giraba un poco y el cansancio me ganaba. Así como estaba volví a pensar en mi mujer, en la fiesta, en ella jugando a provocar a sus compañeros de trabajo. La veía poniendo caritas. Riéndose con ganas de las cosas zarpadas que le decían. Apoyando sus manos en los brazos o hasta en el pecho de alguno de ellos. La imaginaba sentándose encima de alguno y moviendo la cola, como ella sabe hacer, para despertarte la verga enseguida.
Me sentía acalorado, como afiebrado. Sudaba. Y de alguna manera, no sé cómo, había logrado llegar a la cama…
Escuchaba las voces de esos hombres que le decían cosas muy fuertes, muy subidas de tono, a mi mujer en el oído, y la rodeaban y acorralaban. “Acá tenés la pija que tu marido no te puede dar esta noche”. Mi mujer sonreía y mostraba la puntita de la lengua. Una mano le agarraba los pechos y ella suspiraba. “Agarrá. Agarrá que es todo gratis. Y todo para vos” Le decía otro mientras, de prepo, le llevaba la mano hasta el bulto. Y ella apretaba con ganas.
¿Qué me pasaba? ¿Me estaba excitando? La tenía parada y dura. No. No. No se la cojan… No te dejes... Pensaba.
Pero ya era tarde. En mi cabeza la veía chupando pijas a dos manos. Atorándose la boca. Disfrutando ser penetrada por otros. Y me estallaba la cabeza. Y me explotaba la poronga.
Y ahí, en el medio de esa pesadilla, y sin poder despertarme del todo escucho las llaves y la puerta. Ahí me tranquilicé. Saber que ya estaba en casa me dejaba tranquilo. Que no se la estaban cogiendo otros mientras ella disfrutaba como una puta.
La escuché entrar sigilosamente a la habitación y quedarse parada un instante y de pronto la sentí,pero ahora, encima mío. El calor de su cuerpo se sumaba al del mío. La sentí sobándome el bulto sobre el pantalón y percibí la desesperación de sus manos por liberarme la pija, seguida por el desenfreno de su boca comiéndomela con hambre. “Hija de puta te dejaron calentita en esa fiesta” pensaba yo, que estaba como adormecido aún.
La sentí moviéndose encima de mí, raspando la vagina contra mi cuerpo al principio y después de un momento,al liberarse de la ropa que tenía, la sentí frotarse directamente sobre mi cara, sin dejar de chuparme la pija. Sentía el ardor de su piel sobre mi cuerpo y el sabor de su concha que me rozaba la boca. Y se frotaba fuerte. Prácticamente se estaba masturbando en mi boca. Yo quería besarla, lamerla, pero el cuerpo no me respondía del cansancio. Sentí sus jugos inundándome los labios y la oí contenerse el grito al llegar al orgasmo que pude percibir en el temblor de su cuerpo.
Casi inmediatamente después sentí como se acomodó mi pija adentro y empezó a saltar, apoyando sus manos en mi pecho primero, pero después erguida, apoyada en sus rodillas y meneando la pelvis hasta sentir otro orgasmo. Orgasmo que sí grito. Lo gritó como nunca la había oído.
Y al terminar de disfrutarlo, volvió con su boca a lamerme la pija. Con ganas, con pasión, hasta que a puro juego de lengua, dedos y dientes logró hacerme evacuar toda la espesa calentura contenida desde que, al principio de esa noche, la había fantaseado con otros. Pude sentir cómo se tomaba toda la descarga, pasando la lengua por las gotas que se escapaban. Y así se quedó un rato más después de hacerme acabar, chupándomela.
¡Que locura!
Pero no solo lo que pasó esa noche, sino más bien, la mañana siguiente. Cuando después de despertarme y prepararle un desayuno, con una sonrisa en la boca le digo:
- Te aprovechaste de mí anoche...
Y en dos segundos entendí todo.
Su cara de sorpresa era más que elocuente.
- ¿De qué hablas si cuando llegue anoche estaba muerta de sueño y encima vos roncabas con una cara de felicidad que ni pasándote un camión por encima te despertaba?
-Nada amor. - le dije – Un sueño que tuve, después te cuento….
Gracias por pasar.
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8 comentarios - Cuernos ¿Que pasó esa noche? El marido
Es probable que ese festejo de cumpleaños no haya ni existido, seguro fue a ver a algun chico y te dijo eso. Habrá vuelta toda garchadita, jaja. Te la cogiste después al otro día o cuando volvio? Si no quiso coger, de una te metió los cuernos, jaja.
Besitos!!