A partir de lo sucedido todo ese día, lo primero que puedo decir, es que, fue un punto de inflexión para mi, que me marcó e hizo que mirara toda la coyuntura desde otra óptica, por supuesto, absolutamente diferente.
A partir de ese momento, me hice más desconfiado, más descreído y más observador, atento fundamentalmente en lo referido a todas las relaciones humanas. Por supuesto comencé con los integrantes de mi familia, del grupo primario y socializador. Específicamente con mi hermanita.
Contemplé entonces, el deseo ansioso que demostraba mi hermanita, el cual, quedaba evidenciado de manera constante y recurrente.
Aún en la precocidad de esa etapa, que para mi, hasta "ayer" era prematura y/o también en aquella época, mayoritariamente de costumbres o tradiciones clásicas, estábamos en la última dictadura, para que aprecien el entorno (tiempo y espacio).
El apetito desordenado de placeres sensuales o sexuales se observaba nítida y claramente si alguien se detenía a ver, y no como yo había hecho hasta ahí "mirar sin ver". Ella estaba abandonada al vicio y la concupiscencia, dominada por los deseos más primitivos o instintos básicos más bajos.
Aquello me generaba culpa..
Aquello iba precedido de los determinantes masculinos, muy fuertes e intensos de aquel tiempo, de tener que conseguir algo de ese patriarcado autoritario, en su caso, algo de atención. Me sentía miserable por mi mezquindad, Por no haber reparado en nada de lo anterior, por estar exclusivamente pensando en mi. Sabía que yo era uno de los que había despertado, desatado el ansia, aquel anhelo intenso que causaba en su cuerpo inquietud o agitación violenta.
Los juegos que juntos nos entretenían, no se porque designios inescrutable, yo los convertía en ruines y ella por hartazgo se fue desvinculando primero de mi, para luego hacerlo de todos nosotros.
Reflexioné que, de esa realidad se aprovecharon muchas personas, de las que yo nunca hubiera dudado. Por ejemplo, familiares directos. Abuelos, tíos, primos y hasta nuestro padre. A parte de amigos y vecinos. Pero todo eso, lo fui desentrañando con el correr de los días. Rememoraba principalmente a nuestro tío Campos, cuñado de nuestra madre, el esposo de la tía Lola, hermana de mamá. Un ser absolutamente desagradable, libidinoso, baboso, un ejemplo de sátiro depravado, un degenerado.
Este, lo primero que hacia al llegar a casa era sentarse en una silla y llamar a Felina, ese es el nombre de mi hermana y hacerla sentar a horcajadas sobre una de sus piernas para jugar al "ico, ico caballito". De no estar presente en el lugar mi hermanita, él preguntaba, insistía, daba vueltas y la iba a buscar al dormitorio, y si por casualidad la encontraba dormida (en nuestra casa natal, era obligación dormir la siesta) los métodos que tenía para despertarla eran muy (como mínimo) "creativos"
Igual o peor era su hijo Hector, nuestro primo, que actuaba como un calco de su progenitor
Al que yo tenía aversión y mi hermanita lo adoraba, tal vez, por eso mismo, sabía lo mal que me caía a mi, y sólo para devolver de alguna manera mi falta de atención para con ella o mis malos tratos al ignorarla, al obviarla. lo hacía adrede, a propósito
Felina lo recibía como a un "famoso", como si llegara alguien importante a la casa, como a una estrella de la radio o la televisión, que eran los medios masivos de la época. Corría y se avalanzaba sobre él, saltando sobre su humanidad, como una de esas fanáticas de Sandro (un cantante muy exitoso de ese tiempo).
Mi hermana habitaba en nuestra casa vistiendo ropa interior (eso era absoluta responsabilidad de nuestra madre que nos había acostumbrado así). Todos andábamos en la casa en calzones, salvo nuestro padre, que en pocas ocasiones lo hacía.
Felina siempre fue muy demostrativa mostrando afecto. Pero a veces se pasaba de rosca
Abrazaba arrodillada a los visitantes
Y a nuestro padre le ponía la cabeza, el rostro en la entrepierna, sobre la bragueta, ante la actitud pasiva y permisiva de él.
Sin embargo, todo esto que estoy describiendo lo entiendo ahora, es decir, siempre me había molestado, pero nunca supe el motivo genuino, del porque eso me enojaba
Claro me jodía porque estaba mal, lo que hacían ellos.
Mi padre que le acariciaba una de las cachas del culito cuando jugaban en la silla con los tacones de nuestra madre o los manotazos con el primo Hector, no eran normales.
Otra veces los veía en el sillón divan a mi padre, o a mi tío o a mis primos, manosearla como lo hacían mis amigos o nuestros vecinos con ella en distintos juegos en el barrio.
Sin embargo, yo creía en un nosotros inocente, en donde jugábamos improvisadamente, donde todos, (ninguno de nosotros) integrantes de los juegos, no discerníamos que aquello no era un juego más, aunque parecía ser que el único ingenuo era sólo yo.
Pero a partir de esa noche, me di cuenta de todo. Mi padre no jugaba con ella, lo que hacía en cambio era que, la adiestraba y la iba condicionando, la iba acostumbrando, haciéndola adicta a esa anormalidad. Hasta que ella la naturalizó, internalizó y la convirtió en rutina
Por eso luego, más tarde, la empezó a compartir, cuando ya estaba adiestrada, primero con su padre nuestro abuelo y más tarde este, con los amigos de él.
Mi abuelo dobló la apuesta y la inició con el alcohol, con licores dulces que la embriagaban hasta caer sin conocimiento.
Para luego en otras ocasiones, con estos estados de embriaguez no tan extremos, pero más que alegre, ser presentada a otros vejestorios que la agasajaban con piropos buenos tratos y en buen clima la sometían
A ella ya nada le parecía extraño, de hecho como mencioné, en casa siempre andaba sin ropas o con lo mínimo, yo igual, y con un poco de alcohol, se ponía caliente, mimosa, cachonda.
Y comenzaba ha actuar de manera osada, libertina.
Así que resultaba sencillo organizar orgías con mi hermana.
Eso traía muchos beneficios (al parecer) para todos, económicos, comerciales, sociales en placeres fisiológicos.
Y respecto a esto último, mi hermana se aficionó. Es importante distinguir entre un hábito y una adicción que domina la voluntad de una persona. Se trata de la dependencia, a una sustancia, (en su caso al alcohol) a una actividad (en este caso la prostitución) o a una relación (en el caso de esta, nuestra familia el incesto).
La adicción de mi hermana controlaba sus pensamientos y sus comportamientos, sólo deseaba conseguir o realizar la cosa deseada. Para satisfacer ese deseo, hacía cualquier cosa, mentía, se escapaba, se enojaba, se peleaba, se hacía la loca, se distanciaba de la normalidad y ponía en riesgo su propia integridad, ya que perdía la noción de la realidad.
Muchas veces andaba desnuda por el frente de la casa y se trepaba a las rejas de entrada, se aparecía frente a extraños, vecinos o desconocidos transeúntes, en "Traje de Eva", varios repartidores domiciliarios, o de Delivery, se vieron en episodios confusos con ella.
En casas ajenas, es decir, de nuestros familiares, amigos, conocidos o vecinos, los del sexo masculino la recibían con una "petaca" de whisky, ella se ponía rápidamente cómoda, en bragas y al poco tiempo si madre o ahora yo no nos percatábamos de ella, estaba cojiendo sin saber con quienes.
Ya todos la agarraban con intención de usarla, la "tenían", con el procedimiento que fuera, el que más se adaptara a la situación que transcurría en ese momento, su apetito sexual era excesivo, lascivo.
Realmente siempre dudé que ella obtuviera placer en aquellos actos.
A mi entender de esa forma no podía producirle ningún goce o satisfacción alguna. No había nada de sensualidad en las acciones.
Era sólo saciar sus instintos genitales, no se podría hablar de un deleite, sin embargo ella parecía tener necesidad de orgasmos.
A pesar de tantos coitos se la veía deprimida al instante de dejarlo de hacer.
Hasta para no ser reconocidos algunos quienes copulaban dentro de ella, le cubrían la cabeza con una bolsa.
Eran el hambre y las ganas de comer.
Otras veces era abordada por vecinos en las inmediaciones, y era ella quien también tomaba la iniciativa por asalto.
Y a un costado del camino realizaban el asunto.
Pero, a pesar de toda esa actividad constante, que seguramente a cualquiera lo desgastaría, ella
en la soledad continuaba al rato excitada. Yo realmente creo que lo podía estar haciendo a destajo. Sin parar, hasta reventar y conforme más pasaba el tiempo, más rápido aparecía el ansia.
Aunque, hasta la noche anterior ha lo sucedido entre nosotros, nunca me percaté y menos aún, tampoco nunca se expuso conmigo. Sin embargo, a partir de "aquello", todo parecía más evidente- Primero pensé, que era porque ahora yo estaba expectante, que esperaba o vigilaba con cuidado, y curiosidad algún acontecer referido a ella. como que estaba alerta y por eso notaba o descubría acciones de mi hermana.
Pero, a la segunda noche, es decir, a las veinticuatro horas de lo acontecido entre ambos, se esclareció por parte de ella que no era lo que pensaba. Me hizo despabilar de golpe Felina.
Apareció en tetas, contoneándolas frente a frente. Sin dejar ninguna duda, que venía por mi.
La sensación de angustia que me produjo, era indescriptible, por la presencia del deseo sin límites que mostraba, y el peligro que podía vencer mi resistencia o mi voluntad, o peor aún, el mal que nos podríamos ocasionar los dos, sea real o imaginario.
El recelo de que suceda lo contrario a lo que se esperaba de mi y/o deseaba hacerlo después de lo que
había pasado la noche anterior, y estaba amedrentado por ello?
Lo cierto era que esto terminaba afectando a toda la familia, cada vez era más atrevida, ya no se la podía dejar salir a la calle porque producía escandalosos espectáculos, que los hipócritas vecinos, muchos de ellos que la alentaban a realizarlos, o más aún, que estuvieron con ella en situaciones íntimas, la denunciaban, tal vez no exactamente ellos, sino sus mujeres, sus esposas, sus novias.
Primero madre le había prohibido salir a andar en bicicleta, tanto es así, que como ella muchas veces se escapaba, se la terminó vendiendo. Pero eso no la frenó, salía a pie, a caminar y también creaba alborotos, hasta llegó a masturbarse en público, en medio de la calle.
Yo en esos momentos tenía una novia, pero, comencé a condescender a sus "caprichos", mejor dicho, a sus antojos o deseos, como mínimo "inoportunos", tanto era así, que no nos dejaba solos, ni siquiera para ver televisión. Así que comencé a saciar su apetito sexual con mis dedos. Aquello requería todo un esfuerzo y concentración, primero para que mi novia no lo notara, segundo para que tampoco a mi se me notara y tercero para que a Felina tampoco se le notara.
Pero, como imaginarán, esto iba de menor a mayor, "in crescendo", así que lo segundo que capitulé, que accedí, fue permitir que ella juegue con mi "verga", la que quizás como cumplido decía que era la más bella que había tenido entre manos.
Lo último es que ahora se duerme al lado de mi "chota", sobre mi, y esto realmente es un riesgo, porque más temprano que tarde, papá o mamá entrarán al dormitorio y lo descubrirán... (continuará)
54 comentarios - Mi hermana lasciva II con imágenes
Yo pienso lo mismo. Es la mas hermosa q tuve entre mis manos.