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No te vas a arrepentir!
MI MEJOR AMIGO Y SU HERMOSA ESPOSA
PARTE 1 DE 2
Sergio sin dudas era uno de mis mejores amigos, nos conocimos con unos veinte años compartiendo la carrera de medicina y rápidamente congeniamos. Solo estaríamos dos años juntos en la facultad, el dejaría prontamente sus estudios por no estar cómodo con lo que estaba haciendo. Sin embargo, eso no impediría que sigamos viéndonos a menudo, en el barrio, en partidos de fútbol, en salidas nocturnas y en cuantas ocasiones fuera posible.
El mundo siguió girando, el tiempo pasó, después de varios noviazgos Aidé llegó a mi vida, nos enamoramos y nos casamos, esa bonita mujer se había transformado en mi esposa
Como suele suceder, Aidé tenía una amiga íntima, Clara, y ya imaginan, compartimos cena de cuatro, Aidé - quien en esos días era solo mi novia - Clara, su mejor amiga, Sergio, mi mejor amigo y yo.
Ellos congeniaron y también terminaron casándose, por lo que pronto el dúo se transformó en cuarteto, y todo iba viento en popa, esas amistades perfectas, de salidas interminables repletas de humor.
Profesionalmente, me había recibido ya de médico y empezaba a especializarme en ginecología, me fascinaba, era mi vida, y me pasaba largas e interminables horas en mi consultorio atendiendo a mujeres de todas las edades. Sergio por su parte, era visitador médico y representaba a un laboratorio internacional, así que hasta en eso nos juntó la vida, cada tanto venía a mi consultorio, con impecable traje y corbata, y yo lo recibía con mi infaltable guardapolvo blanco.
Charlábamos de tantas cosas, el bromeaba mucho acerca de mi fortuna de ver a diario tantas conchas y tetas, pero yo lo dejaba pasar, era un profesional, y en algún punto ya era monótono, solo conchas y tetas...
En una de esas charlas le confesé que iba a ser padre, Aidé estaba embarazada, y obviamente como ginecólogo tenía un plus impagable en toda esa etapa nueva de mi vida, por su parte, Sergio no tenía tanta suerte, las cosas con Clara marchaban de mal en peor, la relación de pareja se iba a pique y nada parecía remediarlo. Cuando nació Aníbal, nuestro bebé, ellos vinieron a conocerlo por separado, él por ser mi amigo y ella por ser la amiga de Aidé, todo estaba mal, no se hablaban y dormían en cuarto separados.
Poco tiempo después se separaron, punto final a la relación.
Fue un momento muy tenso, la situación incluso nos afectó a Aidé y a mí, cada uno inconscientemente tomaba parte por su amigo y surgieron roces, y decidimos de común acuerdo enfriar un poco la relación son nuestros respectivos amigos
Dos años después Aidé estaba nuevamente embarazada y Sergio me contaría de su nueva novia, Sonia, una chica bastante más joven que nosotros, casualmente también era visitadora médica, se habían conocido en el laboratorio y terminó presentándomela una tarde en el consultorio.
Con solo observarla, mi primera impresión me trajo a la mente una sola palabra: 'problemas'
Sonia tenía un rostro delicadamente perfecto, demasiado femenino y una voz dulce, de cabellos lacios castaños apenas pasando los hombros, ojos negros, grandes pestañas, y un cutis que parecía porcelana. Bastante alta por ser mujer, nada exuberante, pero podía notarse una perfecta sintonía en sus curvas, era de esas chicas que cualquier hombre hubiera querido llevarse a la cama.
Y las cosas poco a poco fueron enredándose, yo era médico, Sergio visitador médico, Sonia también, nos cruzábamos demasiado todo el tiempo. En alguna oportunidad traté de volver a armar el cuarteto, Sergio, Sonia, Aidé y yo, pero no resultó, mi mujer ya no cuadraba en el grupo, con dos hijos que le restaban mucho tiempo, además ella aún estaba de parte de su amiga Clara, por lo tanto en contra de mi amigo Sergio y por si todo fuera poco, no toleraba a Sonia, la veía como una putita calienta pijas, decía que le gustaba calentar a los hombres haciéndose la estúpida y en parte tenía razón.
Las cosas se complicaron aún más la tarde en que la reluciente pareja vino a mi consultorio, no como amigos, no como visitadores médicos, sino como pacientes, Sonia necesitaba un especialista que la revisara en sus partes femeninas y quien mejor que yo, su amigo de confianza para hacerlo.
Di muchas vueltas y puse muchas excusas, sabía que la oferta era tan atractiva como peligrosa, pero al final Sergio logró convencerme.
Recuerdo la primera cita, estaba tan nervioso como cuando había dado mi último examen, tenía las manos frías y sudadas, ellos estaban sentados frente a mi escritorio de por medio, hice las preguntas de rutina y llegó el momento del examen físico, le pedí a ella que pasara por el baño a sacarse sus prendas íntimas y fuera tras el biombo a la camilla, en posición ginecológica.
Mientras me ponía mis guantes descartables le hice un guiño a mi amigo y por primera vez tuve un contacto pecaminoso con esa mujer.
Palpé con cuidado sus dulces pechos buscando alguna inoportuna dureza, hablaba con ella y también con mi amigo que esperaba al otro lado del biombo, y noté que mientras lo hacía Sonia me miraba de una manera que no debía mirarme, su mirada iba más lejos de lo puramente paciente y eso me ponía más nervioso.
Llegó el momento de ir entre sus piernas para introducir el dedo, una situación que a toda mujer se le hace incómoda, pero ella se mostraba relajada y distendida, su vagina lucia completamente depilada, muy tentadora, muy prohibida.
Cuando terminé, mientras me quitaba los guantes le indiqué que pasara nuevamente por el baño a ponerse cómoda.
Fui con mi amigo y en confianza le dije que no era necesario que se depilara para una visita ginecológica, Sergio sonrió y me dijo que no era por mí, que era por ella y por él, me preguntó extrañado si acaso Aidé no se depilaba, que era muy sexi, opté por cortar camino y explicarle profesionalmente que no era aconsejable lo que hacían, que los bellos púbicos tenían una función y por algo estaban ahí
Nos saludamos para terminar la consulta y me quedé unos minutos a solas, me sequé el sudor de la frente, sabía que, de mi juramento hipocrático, sabía que era la mujer de mi mejor amigo, pero qué diablos, el guardapolvo blanco apenas podía disimular una terrible y dolorosa erección.
Y así seguiría la historia, todo mezclándose con todo, amistad, visitas médicas, consultas al doctor, ella parecía provocarme en cada encuentro, su vagina depilada se me hizo irresistible y a veces la revisaba solo por el gusto de verla y de tocarla, y adiviné que ella también jugaba ese juego, y también existieron muchas actitudes de mi amigo Sergio que me invitaban a pensar que él también era parte, tuve la idea que ellos se excitaban con un juego en que yo sin saberlo era parte.
Mi esposa Aidé jamás imaginó cuantas veces mientras le hacía el amor en mi cabeza solo estaba ella, Sonia.
Una vez más, todo se mezclaría con todo...
Solíamos hacer cenas entre colegas, era un tanto habitual, largas noches en las cuales no teníamos horarios y Aidé estaba ya acostumbrada a eso, solía regresar en esos días entre las dos y las cuatro de la mañana, era normal y en verdad no le daba motivos a mi mujer para que sospechara.
Esa noche estábamos en un bodegón clásico de la ciudad que recientemente había sido restaurado y modernizado, se había puesto muy de moda, éramos cuatro varones y seis chicas, todo parecía ser una noche más.
Estábamos en lo mejor cuando ellos entraron, Sergio y Sonia, casualidades de la vida, ella no escapó a mis ojos, como tampoco al resto de los comensales, ella nunca pasaba desapercibida, se sentaron a un costado, a la distancia.
Me disculpé con mis colegas y como correspondía me acerqué cinco minutos a saludarlos, Sonia estaba exquisita, con un perfume embriagador, con una remera blanca de cuello cerrado tan ajustada que parecía ser su propia piel, sus pequeños pero armoniosos pechos se mostraban sugerentes a la vista bajo esa prenda que dejaba notar con facilidad los contornos del sostén.
Volví a mi sitio y todo siguió con normalidad, aunque en mis pensamientos quedaron grabadas esas curvas del infierno.
Habría pasado una hora, cuando Sonia, se levantó para dirigirse al baño, y el baño estaba de paso a nuestra mesa, que mujer, ella me regalo una risa cómplice a su paso. Como antes estaba sentada no había podido notar que lucía un pantalón de cuero negro tan ajustado como la remera blanca, estaba preciosa, realmente preciosa, a su paso hizo murmurar por lo bajo a mis compañeros y a su vez se escucharon los reclamos por envidia de las mujeres de la mesa, yo ya no podía con toda esta situación.
Mi celular sonó entonces, para mi sorpresa era Sergio el que me llamaba al otro lado del bar y me dijo entre líneas que aprovechaba a llamarme dado que su mujer estaba en el baño, que quería hablar algunas cosas y que si no podía despedirme de mis acompañantes para ir a la mesa con ellos. No sabía qué hacer, que decir, tal vez fuera lo que pensaba, tal vez solo fantasías mías.
Necesitaba averiguarlo, me excusé con mis compañeros y cambié de mesa, el ambiente con mi amigo de toda la vida estaba distendido, cruzamos unas palabras, hasta que ella llego de regreso y se paró abrazándome amistosamente por la espalda, apretándome de tal manera que pude sentir la generosidad de sus pechos, en un acto que no era demasiado normal.
Luego se sentó entre ambos y estuvimos un tiempo hablando, entre cervezas y risas, Sonia cada tanto me tocaba la pierna, o el brazo y yo actuaba en consecuencia, la tomaba por la cintura o me pegaba a su cuerpo tan inocentemente como podía
Creo recordar que nadie lo dijo realmente, cuando pagamos la cuenta los tres sabíamos qué haríamos, las sonrisas eras cómplices, las miradas, los gestos, el contacto físico que ya tenía poco de casual, al punto que Sergio salió por delante en busca del coche y Sonia y yo por detrás, ella me tenía por la cintura y yo por el hombro.
Nos despedimos brevemente en el estacionamiento, es que yo también estaba con mi vehículo y enfilé detrás de ellos rumbo al mismo infierno.
En esas cuadras que conduje en silencio, en soledad, hablé con mi propia conciencia, era todo tan loco, muchas veces mi vista y mi tacto se habían llenado con la desnudez de Sonia como paciente, la conocía como a la palma de mi mano, y era loco que esa esa noche, al verla tan sexi con esa remara blanca y esos pantalones de cuero tan ceñidos solo me hacía desear verla desnuda, como si nunca la hubiera visto, solo quería acostarme con ella.
Llegamos a la casa de mi amigo y su mujer, Sergio nos dijo que nos adelantáramos, que fuésemos a la planta alta mientras él iba a la cocina por una bebida y unas copas, ella fue por delante mío, y la diferencia de escalones hizo que su terrible trasero quedara casi sobre mi rostro, detalle que ella no pasó por alto, puesto que se encargó de sacudir sus caderas de lado a lado en una forma demasiado tentadora, al llegar a la planta alta le di una fuerte nalgada como reprimenda por provocarme, a lo cual ella contestó con una sonrisa.
Ya en el cuarto solo me quedé mirando como un tonto mientras ella se quitaba la blanca remera para dejarme ver su sostén formado que le dibujaban unas tetas perfectas, dejó los zapatos de lado, luego desabrochó su pantalón, bajó el cierre, se tiró sobre la cama y me pidió que la ayudara a quitárselos, eran tan ajustados que no podía hacerlo sola. Tire con cuidado, hasta que ambos lo logramos, una tanga negra tan pequeña como provocativa se interponía entre mí y el paraíso.
En ese momento mi amigo llegó a la habitación y en tono jocoso dijo
-Perdón? no se supone que deberían esperarme? - para agregar luego - adelante, adelante, en verdad quiero ver un poco lo que hacen...
Se disponía a servir unas copas cuando Sonia pareció abalanzarse sobre mí, para besarme profundamente, en un beso hermoso y prolongado, un beso que denotaba un deseo contenido por mucho tiempo, y respondí en consecuencia, porque muchas veces había imaginado ese momento, ella empezó a desnudarme mientras yo la tomé por sus terribles nalgas y la levanté lo suficiente como para que sus pechos quedaran a la altura de mi boca, esos pechos que tantas veces había palpado como profesional, ahora lo hacía como amante. Se los lamí con esmero y sentí en sus jadeos involuntarios cuanto la excitaba, sus pezones aún estaban cubiertos por el sostén, por lo que buscaba bucear con mis lengua para llegar a ellos, y esto se le hacía irresistible, Sonia trataba contorsionando su cuerpo que sus pechos se liberasen, sin éxito, y en lo mejor, cuando la tenía a punto caramelo en deseo, Sergio nos interrumpió para compartir unas copas de vino, fue un tanto gracioso porque estaba completamente desnudo con su verga apuntando al cielo, nos reímos, apenas mojamos nuestros labios y el volvió a insistir que lo excitaba mirar como su mejor amigo estaba por cogerse a su esposa, mientras hablaba con ella en una forma que me dejaba entender que esto era algo que ella hacía tiempo venía planeando.
Me desnudé también por completo, ella me tiró con fuerzas sobre la cama para abalanzarse sobre mí, pero se puso invertida, de manera que su sexo quedara sobre mi boca, y el mío sobre la suya, sentí como locamente empezaba a chuparme la verga en forma muy exquisita, ante mis ojos, sus enormes glúteos apetitosos con la tanga incrustada entre ellos de manera de notar la aureola amorronada de su esfínter escapando a ambos lados, como así también parte de sus labios tan depilados como siempre, también noté la tela negra empapada al tacto, para correrla a un lado y empezar a chuparla con devoción, me encantaba su sabor y pasaba una y otra vez mi lengua por su botoncito, mientras mis manos se regocijaban con la piel bronceada de sus nalgas. Por su lado ella parecía arrancarme la verga y los gemidos fueron llenando el lugar, mientras mi amigo se masturbaba lentamente a un costado bebiendo su copa de vino
Sofía entonces lo llamó por su nombre, le dijo que lo quería, que lo necesitaba y que se sumara al juego, el vino por sobre ambos, tomó su tanga entre los dedos para apartarla más aun, el rostro de Sergio estaba muy cerca del mío, nos miramos a los ojos, y mientras yo le seguía comiendo la conchita, el empezó a chuparle el culo, a punzarle el agujerito con la lengua, más y más, jugábamos con ella por ambos lados y eso le gustó tanto que perdió la concentración en la mamada que me pegaba. Y la hicimos nuestro centro de placer, la giramos y ella quedó mirando al techo, me tiré sobre sus pechos y empecé a lamerlos mientras su marido se perdió entre sus piernas, la sosteníamos con fuerza y empezó a retorcerse, pidió a viva voz 'que quería pija' pero ignoramos sus pedidos, giró de lado su cabeza, apretó con fuerzas las sábanas y explotó en un mar de placer.
Estábamos solo al principio de una loca noche de sexo…
Solo cuando había acabado, su esposo empezó a cogerla, y ella me pidió que la dejara chuparme la verga, que quería que su marido viera como me la chupaba, me puse a su lado e hicimos eso por un buen rato, fue muy sexi ver como ella pasaba la lengua una y otra vez por mi glande desnudo, perdida entre los jadeos ocasionados por el placer que le daba su marido.
Quería cogerla, en verdad quería hacerlo por lo que fui por el lugar que ocupaba mi amigo y lo relevé, entonces él fue a que se la chupara un rato, era todo demasiado excitante para tres personas conectadas que por primera vez hacían un trío.
Hicimos varias locuras, ella me pidió que la cogiera de parados, que le excitaba demasiado eso, Sonia era una mujer delgada y no pesaba demasiado, así que no tuve inconvenientes en alzarla por debajo de sus muslos, ella quedó en el aire con sus piernas abiertas, rodeándome con los brazos por el cuello, entregada, subiendo y bajando a mi voluntad, rozando sus pezones en mi pecho, besándome profundamente, dejándome el aliento de placer en la boca.
Fue cuando su esposo vino por detrás, nadie dijo nada, como si todo estuviera calculado, ella se mantuvo inmóvil con los ojos cerrados, y sentí en mi propia pija la presión de la verga de mi amigo entrando en el culo de su esposa, tan juntos, tan apretados...
Empezamos entre ambos a mover a Sonia en una doble penetración propia de películas condicionadas, ella estaba perdida entre sus sementales y regalaba besos a uno y a otro, entregándose por completo, las palabras de erotismo llenaban el ambiente, provocaciones, insinuaciones, los jadeos pronunciados de esa mujer siendo penetrada por los dos flancos eran realmente excitantes y solo escucharla estimulaba a llenarla de semen.
Ella empezó a resbalarse entre nosotros, nuestros cuerpos estaban sudados, mi verga empapada por sus jugos sentía como su marido le daba sexo anal.
Sergio parecía ser quien dirigía el juego, de pronto hizo que paráramos y me dijo que quería que yo solo observara un momento, cosa que me vino bien para calmarme un poco porque estaba a punto de eyacular, solo me quedé de espectador, Sonia se sentó en la cama y empezó a chuparle la pija a mi amigo, su boca estaba en su sexo, su mirada en mis ojos, lo hacía tan rico, tan puta, sabiendo que estimulaba a Sergio y al mismo tiempo me enloquecía a mí, mi erección era terrible en esos momentos, lengua de serpiente, él la incitaba a seguir, a no detenerse, de pronto el semen empezó a saltar a chorros bañando su boca, sus labios, parte de su rostro, cayendo por sus pechos, incluso llegando a su vientre.
Ella tenía cara de puta golosa, toda sucia, excitantemente sucia, con una sonrisa en su rostro, aun acariciando la verga ya flácida de mi amigo me dijo
-Dale, mi amor, ahora soy toda tuya...
A lo cual Sergio agregó
-Hacele el culo a esta zorra, quiero ver como se la das por el culo...
Sonia se acomodó en cuatro patas y no esperé a que vuelvan a pedírmelo, fui por detrás, entró con suma facilidad hasta el fondo, su esposo ya había hecho el trabajo previo por mí, ella volvió a gemir, en un gemido contenido, y empecé a llenarme la vista con las geometrías de su figura, con esas nalgas preciosas y abultadas que en cada golpe que le asestaba temblaban como réplicas de terremotos, la tomé por la cintura con fuerza y solo la aferré a mi lado, para que no pudiera zafarse, ella reculaba buscando hacer la penetración más profunda. A todo esto, mi amigo estaba detrás mío y necesitaba darle un mejor espectáculo.
Entonces me paré por detrás, pasé mis piernas por su cintura y bajé lentamente hasta embocarla nuevamente en su culo, así Sergio tendría el mejor plano, empecé a moverme y en esa posición mi rostro estaba demasiado cerca de suyo, ella estaba apoyada de lado en el colchón, con su cara con leche aun chorreando, empecé a susurrarle lo puta que era, si le gustaba mi verga, si le gustaba que le hiciera el culo, y si le gustaba que su esposo la viera con otro, ella respondía en balbuceos, que sí, una y otra vez, y que solo quería que se lo llenara de leche.
Era demasiado, no pude aguantar más, me sentí venir, solo se la saqué y empecé a acabar a centímetros de su esfínter, parecieron litros de semen, chorro tras chorro, el líquido denso y blanco empezó a llenar su cráter abierto a chorrear en derredor, corriendo por sus labios depilados por su concha, por toda su sexualidad.
Había terminado de acabar, pero aun con un dejo de erección me deje caer nuevamente en su trasero, fue muy caliente sentir como mi verga hacía rebalsar su culito lleno de mis jugos.
Lo habíamos hecho, habíamos tomado un camino, era solo el principio de una nueva historia…
CONTINUARA
Si te gustó la historia puedes escribirme con título MI MEJOR AMIGO Y SU HERMOSA ESPOSA a dulces.placeres@live.com
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PARTE 1 DE 2
Sergio sin dudas era uno de mis mejores amigos, nos conocimos con unos veinte años compartiendo la carrera de medicina y rápidamente congeniamos. Solo estaríamos dos años juntos en la facultad, el dejaría prontamente sus estudios por no estar cómodo con lo que estaba haciendo. Sin embargo, eso no impediría que sigamos viéndonos a menudo, en el barrio, en partidos de fútbol, en salidas nocturnas y en cuantas ocasiones fuera posible.
El mundo siguió girando, el tiempo pasó, después de varios noviazgos Aidé llegó a mi vida, nos enamoramos y nos casamos, esa bonita mujer se había transformado en mi esposa
Como suele suceder, Aidé tenía una amiga íntima, Clara, y ya imaginan, compartimos cena de cuatro, Aidé - quien en esos días era solo mi novia - Clara, su mejor amiga, Sergio, mi mejor amigo y yo.
Ellos congeniaron y también terminaron casándose, por lo que pronto el dúo se transformó en cuarteto, y todo iba viento en popa, esas amistades perfectas, de salidas interminables repletas de humor.
Profesionalmente, me había recibido ya de médico y empezaba a especializarme en ginecología, me fascinaba, era mi vida, y me pasaba largas e interminables horas en mi consultorio atendiendo a mujeres de todas las edades. Sergio por su parte, era visitador médico y representaba a un laboratorio internacional, así que hasta en eso nos juntó la vida, cada tanto venía a mi consultorio, con impecable traje y corbata, y yo lo recibía con mi infaltable guardapolvo blanco.
Charlábamos de tantas cosas, el bromeaba mucho acerca de mi fortuna de ver a diario tantas conchas y tetas, pero yo lo dejaba pasar, era un profesional, y en algún punto ya era monótono, solo conchas y tetas...
En una de esas charlas le confesé que iba a ser padre, Aidé estaba embarazada, y obviamente como ginecólogo tenía un plus impagable en toda esa etapa nueva de mi vida, por su parte, Sergio no tenía tanta suerte, las cosas con Clara marchaban de mal en peor, la relación de pareja se iba a pique y nada parecía remediarlo. Cuando nació Aníbal, nuestro bebé, ellos vinieron a conocerlo por separado, él por ser mi amigo y ella por ser la amiga de Aidé, todo estaba mal, no se hablaban y dormían en cuarto separados.
Poco tiempo después se separaron, punto final a la relación.
Fue un momento muy tenso, la situación incluso nos afectó a Aidé y a mí, cada uno inconscientemente tomaba parte por su amigo y surgieron roces, y decidimos de común acuerdo enfriar un poco la relación son nuestros respectivos amigos
Dos años después Aidé estaba nuevamente embarazada y Sergio me contaría de su nueva novia, Sonia, una chica bastante más joven que nosotros, casualmente también era visitadora médica, se habían conocido en el laboratorio y terminó presentándomela una tarde en el consultorio.
Con solo observarla, mi primera impresión me trajo a la mente una sola palabra: 'problemas'
Sonia tenía un rostro delicadamente perfecto, demasiado femenino y una voz dulce, de cabellos lacios castaños apenas pasando los hombros, ojos negros, grandes pestañas, y un cutis que parecía porcelana. Bastante alta por ser mujer, nada exuberante, pero podía notarse una perfecta sintonía en sus curvas, era de esas chicas que cualquier hombre hubiera querido llevarse a la cama.
Y las cosas poco a poco fueron enredándose, yo era médico, Sergio visitador médico, Sonia también, nos cruzábamos demasiado todo el tiempo. En alguna oportunidad traté de volver a armar el cuarteto, Sergio, Sonia, Aidé y yo, pero no resultó, mi mujer ya no cuadraba en el grupo, con dos hijos que le restaban mucho tiempo, además ella aún estaba de parte de su amiga Clara, por lo tanto en contra de mi amigo Sergio y por si todo fuera poco, no toleraba a Sonia, la veía como una putita calienta pijas, decía que le gustaba calentar a los hombres haciéndose la estúpida y en parte tenía razón.
Las cosas se complicaron aún más la tarde en que la reluciente pareja vino a mi consultorio, no como amigos, no como visitadores médicos, sino como pacientes, Sonia necesitaba un especialista que la revisara en sus partes femeninas y quien mejor que yo, su amigo de confianza para hacerlo.
Di muchas vueltas y puse muchas excusas, sabía que la oferta era tan atractiva como peligrosa, pero al final Sergio logró convencerme.
Recuerdo la primera cita, estaba tan nervioso como cuando había dado mi último examen, tenía las manos frías y sudadas, ellos estaban sentados frente a mi escritorio de por medio, hice las preguntas de rutina y llegó el momento del examen físico, le pedí a ella que pasara por el baño a sacarse sus prendas íntimas y fuera tras el biombo a la camilla, en posición ginecológica.
Mientras me ponía mis guantes descartables le hice un guiño a mi amigo y por primera vez tuve un contacto pecaminoso con esa mujer.
Palpé con cuidado sus dulces pechos buscando alguna inoportuna dureza, hablaba con ella y también con mi amigo que esperaba al otro lado del biombo, y noté que mientras lo hacía Sonia me miraba de una manera que no debía mirarme, su mirada iba más lejos de lo puramente paciente y eso me ponía más nervioso.
Llegó el momento de ir entre sus piernas para introducir el dedo, una situación que a toda mujer se le hace incómoda, pero ella se mostraba relajada y distendida, su vagina lucia completamente depilada, muy tentadora, muy prohibida.
Cuando terminé, mientras me quitaba los guantes le indiqué que pasara nuevamente por el baño a ponerse cómoda.
Fui con mi amigo y en confianza le dije que no era necesario que se depilara para una visita ginecológica, Sergio sonrió y me dijo que no era por mí, que era por ella y por él, me preguntó extrañado si acaso Aidé no se depilaba, que era muy sexi, opté por cortar camino y explicarle profesionalmente que no era aconsejable lo que hacían, que los bellos púbicos tenían una función y por algo estaban ahí
Nos saludamos para terminar la consulta y me quedé unos minutos a solas, me sequé el sudor de la frente, sabía que, de mi juramento hipocrático, sabía que era la mujer de mi mejor amigo, pero qué diablos, el guardapolvo blanco apenas podía disimular una terrible y dolorosa erección.
Y así seguiría la historia, todo mezclándose con todo, amistad, visitas médicas, consultas al doctor, ella parecía provocarme en cada encuentro, su vagina depilada se me hizo irresistible y a veces la revisaba solo por el gusto de verla y de tocarla, y adiviné que ella también jugaba ese juego, y también existieron muchas actitudes de mi amigo Sergio que me invitaban a pensar que él también era parte, tuve la idea que ellos se excitaban con un juego en que yo sin saberlo era parte.
Mi esposa Aidé jamás imaginó cuantas veces mientras le hacía el amor en mi cabeza solo estaba ella, Sonia.
Una vez más, todo se mezclaría con todo...
Solíamos hacer cenas entre colegas, era un tanto habitual, largas noches en las cuales no teníamos horarios y Aidé estaba ya acostumbrada a eso, solía regresar en esos días entre las dos y las cuatro de la mañana, era normal y en verdad no le daba motivos a mi mujer para que sospechara.
Esa noche estábamos en un bodegón clásico de la ciudad que recientemente había sido restaurado y modernizado, se había puesto muy de moda, éramos cuatro varones y seis chicas, todo parecía ser una noche más.
Estábamos en lo mejor cuando ellos entraron, Sergio y Sonia, casualidades de la vida, ella no escapó a mis ojos, como tampoco al resto de los comensales, ella nunca pasaba desapercibida, se sentaron a un costado, a la distancia.
Me disculpé con mis colegas y como correspondía me acerqué cinco minutos a saludarlos, Sonia estaba exquisita, con un perfume embriagador, con una remera blanca de cuello cerrado tan ajustada que parecía ser su propia piel, sus pequeños pero armoniosos pechos se mostraban sugerentes a la vista bajo esa prenda que dejaba notar con facilidad los contornos del sostén.
Volví a mi sitio y todo siguió con normalidad, aunque en mis pensamientos quedaron grabadas esas curvas del infierno.
Habría pasado una hora, cuando Sonia, se levantó para dirigirse al baño, y el baño estaba de paso a nuestra mesa, que mujer, ella me regalo una risa cómplice a su paso. Como antes estaba sentada no había podido notar que lucía un pantalón de cuero negro tan ajustado como la remera blanca, estaba preciosa, realmente preciosa, a su paso hizo murmurar por lo bajo a mis compañeros y a su vez se escucharon los reclamos por envidia de las mujeres de la mesa, yo ya no podía con toda esta situación.
Mi celular sonó entonces, para mi sorpresa era Sergio el que me llamaba al otro lado del bar y me dijo entre líneas que aprovechaba a llamarme dado que su mujer estaba en el baño, que quería hablar algunas cosas y que si no podía despedirme de mis acompañantes para ir a la mesa con ellos. No sabía qué hacer, que decir, tal vez fuera lo que pensaba, tal vez solo fantasías mías.
Necesitaba averiguarlo, me excusé con mis compañeros y cambié de mesa, el ambiente con mi amigo de toda la vida estaba distendido, cruzamos unas palabras, hasta que ella llego de regreso y se paró abrazándome amistosamente por la espalda, apretándome de tal manera que pude sentir la generosidad de sus pechos, en un acto que no era demasiado normal.
Luego se sentó entre ambos y estuvimos un tiempo hablando, entre cervezas y risas, Sonia cada tanto me tocaba la pierna, o el brazo y yo actuaba en consecuencia, la tomaba por la cintura o me pegaba a su cuerpo tan inocentemente como podía
Creo recordar que nadie lo dijo realmente, cuando pagamos la cuenta los tres sabíamos qué haríamos, las sonrisas eras cómplices, las miradas, los gestos, el contacto físico que ya tenía poco de casual, al punto que Sergio salió por delante en busca del coche y Sonia y yo por detrás, ella me tenía por la cintura y yo por el hombro.
Nos despedimos brevemente en el estacionamiento, es que yo también estaba con mi vehículo y enfilé detrás de ellos rumbo al mismo infierno.
En esas cuadras que conduje en silencio, en soledad, hablé con mi propia conciencia, era todo tan loco, muchas veces mi vista y mi tacto se habían llenado con la desnudez de Sonia como paciente, la conocía como a la palma de mi mano, y era loco que esa esa noche, al verla tan sexi con esa remara blanca y esos pantalones de cuero tan ceñidos solo me hacía desear verla desnuda, como si nunca la hubiera visto, solo quería acostarme con ella.
Llegamos a la casa de mi amigo y su mujer, Sergio nos dijo que nos adelantáramos, que fuésemos a la planta alta mientras él iba a la cocina por una bebida y unas copas, ella fue por delante mío, y la diferencia de escalones hizo que su terrible trasero quedara casi sobre mi rostro, detalle que ella no pasó por alto, puesto que se encargó de sacudir sus caderas de lado a lado en una forma demasiado tentadora, al llegar a la planta alta le di una fuerte nalgada como reprimenda por provocarme, a lo cual ella contestó con una sonrisa.
Ya en el cuarto solo me quedé mirando como un tonto mientras ella se quitaba la blanca remera para dejarme ver su sostén formado que le dibujaban unas tetas perfectas, dejó los zapatos de lado, luego desabrochó su pantalón, bajó el cierre, se tiró sobre la cama y me pidió que la ayudara a quitárselos, eran tan ajustados que no podía hacerlo sola. Tire con cuidado, hasta que ambos lo logramos, una tanga negra tan pequeña como provocativa se interponía entre mí y el paraíso.
En ese momento mi amigo llegó a la habitación y en tono jocoso dijo
-Perdón? no se supone que deberían esperarme? - para agregar luego - adelante, adelante, en verdad quiero ver un poco lo que hacen...
Se disponía a servir unas copas cuando Sonia pareció abalanzarse sobre mí, para besarme profundamente, en un beso hermoso y prolongado, un beso que denotaba un deseo contenido por mucho tiempo, y respondí en consecuencia, porque muchas veces había imaginado ese momento, ella empezó a desnudarme mientras yo la tomé por sus terribles nalgas y la levanté lo suficiente como para que sus pechos quedaran a la altura de mi boca, esos pechos que tantas veces había palpado como profesional, ahora lo hacía como amante. Se los lamí con esmero y sentí en sus jadeos involuntarios cuanto la excitaba, sus pezones aún estaban cubiertos por el sostén, por lo que buscaba bucear con mis lengua para llegar a ellos, y esto se le hacía irresistible, Sonia trataba contorsionando su cuerpo que sus pechos se liberasen, sin éxito, y en lo mejor, cuando la tenía a punto caramelo en deseo, Sergio nos interrumpió para compartir unas copas de vino, fue un tanto gracioso porque estaba completamente desnudo con su verga apuntando al cielo, nos reímos, apenas mojamos nuestros labios y el volvió a insistir que lo excitaba mirar como su mejor amigo estaba por cogerse a su esposa, mientras hablaba con ella en una forma que me dejaba entender que esto era algo que ella hacía tiempo venía planeando.
Me desnudé también por completo, ella me tiró con fuerzas sobre la cama para abalanzarse sobre mí, pero se puso invertida, de manera que su sexo quedara sobre mi boca, y el mío sobre la suya, sentí como locamente empezaba a chuparme la verga en forma muy exquisita, ante mis ojos, sus enormes glúteos apetitosos con la tanga incrustada entre ellos de manera de notar la aureola amorronada de su esfínter escapando a ambos lados, como así también parte de sus labios tan depilados como siempre, también noté la tela negra empapada al tacto, para correrla a un lado y empezar a chuparla con devoción, me encantaba su sabor y pasaba una y otra vez mi lengua por su botoncito, mientras mis manos se regocijaban con la piel bronceada de sus nalgas. Por su lado ella parecía arrancarme la verga y los gemidos fueron llenando el lugar, mientras mi amigo se masturbaba lentamente a un costado bebiendo su copa de vino
Sofía entonces lo llamó por su nombre, le dijo que lo quería, que lo necesitaba y que se sumara al juego, el vino por sobre ambos, tomó su tanga entre los dedos para apartarla más aun, el rostro de Sergio estaba muy cerca del mío, nos miramos a los ojos, y mientras yo le seguía comiendo la conchita, el empezó a chuparle el culo, a punzarle el agujerito con la lengua, más y más, jugábamos con ella por ambos lados y eso le gustó tanto que perdió la concentración en la mamada que me pegaba. Y la hicimos nuestro centro de placer, la giramos y ella quedó mirando al techo, me tiré sobre sus pechos y empecé a lamerlos mientras su marido se perdió entre sus piernas, la sosteníamos con fuerza y empezó a retorcerse, pidió a viva voz 'que quería pija' pero ignoramos sus pedidos, giró de lado su cabeza, apretó con fuerzas las sábanas y explotó en un mar de placer.
Estábamos solo al principio de una loca noche de sexo…
Solo cuando había acabado, su esposo empezó a cogerla, y ella me pidió que la dejara chuparme la verga, que quería que su marido viera como me la chupaba, me puse a su lado e hicimos eso por un buen rato, fue muy sexi ver como ella pasaba la lengua una y otra vez por mi glande desnudo, perdida entre los jadeos ocasionados por el placer que le daba su marido.
Quería cogerla, en verdad quería hacerlo por lo que fui por el lugar que ocupaba mi amigo y lo relevé, entonces él fue a que se la chupara un rato, era todo demasiado excitante para tres personas conectadas que por primera vez hacían un trío.
Hicimos varias locuras, ella me pidió que la cogiera de parados, que le excitaba demasiado eso, Sonia era una mujer delgada y no pesaba demasiado, así que no tuve inconvenientes en alzarla por debajo de sus muslos, ella quedó en el aire con sus piernas abiertas, rodeándome con los brazos por el cuello, entregada, subiendo y bajando a mi voluntad, rozando sus pezones en mi pecho, besándome profundamente, dejándome el aliento de placer en la boca.
Fue cuando su esposo vino por detrás, nadie dijo nada, como si todo estuviera calculado, ella se mantuvo inmóvil con los ojos cerrados, y sentí en mi propia pija la presión de la verga de mi amigo entrando en el culo de su esposa, tan juntos, tan apretados...
Empezamos entre ambos a mover a Sonia en una doble penetración propia de películas condicionadas, ella estaba perdida entre sus sementales y regalaba besos a uno y a otro, entregándose por completo, las palabras de erotismo llenaban el ambiente, provocaciones, insinuaciones, los jadeos pronunciados de esa mujer siendo penetrada por los dos flancos eran realmente excitantes y solo escucharla estimulaba a llenarla de semen.
Ella empezó a resbalarse entre nosotros, nuestros cuerpos estaban sudados, mi verga empapada por sus jugos sentía como su marido le daba sexo anal.
Sergio parecía ser quien dirigía el juego, de pronto hizo que paráramos y me dijo que quería que yo solo observara un momento, cosa que me vino bien para calmarme un poco porque estaba a punto de eyacular, solo me quedé de espectador, Sonia se sentó en la cama y empezó a chuparle la pija a mi amigo, su boca estaba en su sexo, su mirada en mis ojos, lo hacía tan rico, tan puta, sabiendo que estimulaba a Sergio y al mismo tiempo me enloquecía a mí, mi erección era terrible en esos momentos, lengua de serpiente, él la incitaba a seguir, a no detenerse, de pronto el semen empezó a saltar a chorros bañando su boca, sus labios, parte de su rostro, cayendo por sus pechos, incluso llegando a su vientre.
Ella tenía cara de puta golosa, toda sucia, excitantemente sucia, con una sonrisa en su rostro, aun acariciando la verga ya flácida de mi amigo me dijo
-Dale, mi amor, ahora soy toda tuya...
A lo cual Sergio agregó
-Hacele el culo a esta zorra, quiero ver como se la das por el culo...
Sonia se acomodó en cuatro patas y no esperé a que vuelvan a pedírmelo, fui por detrás, entró con suma facilidad hasta el fondo, su esposo ya había hecho el trabajo previo por mí, ella volvió a gemir, en un gemido contenido, y empecé a llenarme la vista con las geometrías de su figura, con esas nalgas preciosas y abultadas que en cada golpe que le asestaba temblaban como réplicas de terremotos, la tomé por la cintura con fuerza y solo la aferré a mi lado, para que no pudiera zafarse, ella reculaba buscando hacer la penetración más profunda. A todo esto, mi amigo estaba detrás mío y necesitaba darle un mejor espectáculo.
Entonces me paré por detrás, pasé mis piernas por su cintura y bajé lentamente hasta embocarla nuevamente en su culo, así Sergio tendría el mejor plano, empecé a moverme y en esa posición mi rostro estaba demasiado cerca de suyo, ella estaba apoyada de lado en el colchón, con su cara con leche aun chorreando, empecé a susurrarle lo puta que era, si le gustaba mi verga, si le gustaba que le hiciera el culo, y si le gustaba que su esposo la viera con otro, ella respondía en balbuceos, que sí, una y otra vez, y que solo quería que se lo llenara de leche.
Era demasiado, no pude aguantar más, me sentí venir, solo se la saqué y empecé a acabar a centímetros de su esfínter, parecieron litros de semen, chorro tras chorro, el líquido denso y blanco empezó a llenar su cráter abierto a chorrear en derredor, corriendo por sus labios depilados por su concha, por toda su sexualidad.
Había terminado de acabar, pero aun con un dejo de erección me deje caer nuevamente en su trasero, fue muy caliente sentir como mi verga hacía rebalsar su culito lleno de mis jugos.
Lo habíamos hecho, habíamos tomado un camino, era solo el principio de una nueva historia…
CONTINUARA
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2 comentarios - Mi mejor amigo y su hermosa esposa - parte 1