Esta es la segunda mitad del capítulo.
No se olviden de revisar la primera parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/3820220/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-Parte-XVII-a.html
Disfruten la lectura.
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-Vamos. -Fue todo lo que dijo Clara apenas me vio acercándome a ellas.
No hizo falta nada más. Las chicas se levantaron del sofá y se dirigieron a la habitación una vez más. Siguiéndolas, entré en el cuarto y el olor a sexo no tardó nada en inundar mi nariz, sin dejar dudas de lo que había sucedido hacía un par de horas.
La única diferencia entre lo que había pasado en el primer round, era que ahora Jessi estaba con el celular en su mano, apuntando la cámara hacia Clara y yo.
-¿Qué hacés? -Pregunté, algo preocupado.
No era que desconfiara de Jessi, ni que creyera que iba a andar subiendo un video así en cualquier lado, pero siempre cabía la posibilidad, por pequeña que fuera, que un archivo así cayera en malas manos.
-No te preocupes. -Dijo Clara con tono tranquilo. -Yo le pedí que filme esto.
-Estás loca, boluda. -Comenté, sin poder creer que eso hubiera sido idea de ella.
-Shhhhhh… Olvidate de la cámara. -Clara apoyó su mano en mi pecho y me dirigió a la cama hasta que caí de espaldas. -Ahora somos vos y yo nada más, hermanito, y nos lo vamos a tomar con calma.
Con movimientos felinos mi hermana trepó encima de mí, tomó mi rostro entre sus suaves manos y acercó sus labios hasta que hicieron contacto con los míos.
En esa ocasión la desesperación se esfumó para darle lugar a la calma, como bien había anticipado Clara. Su boca se paseaba por cada rincón de mi rostro, empezando por mi frente y bajando hasta mi cuello, provocándome más de un delicioso escalofrío en el proceso.
Volvió a mi boca y su lengua asomó para pedir permiso para entrar a jugar dentro de mi boca, cosa a la que accedí de inmediato.
Sus manos, mientras tanto, bajaron hasta mi cintura y rápidamente volvieron a subir luego de escabullirse por debajo de mi remera. Despegué mi espalda unos centímetros del colchón y fue todo lo que necesitó mi hermana para desnudar mi torso.
Clara siguió con su tarea y sus labios continuaron su viaje por mi pecho al tiempo que sus manos ya habían soltado mi cinturón y desabrochado el pantalón.
Me costaba horrores mantenerme en mi lugar. Mi verga pedía a gritos que mi hermana se apresurara a liberarla para poder entrar en acción cuanto antes. Pero Clara no parecía interesada aún en eso.
Sus labios finalmente arribaron a mi entrepierna y una vez que mi pantalón terminó a la altura de mis rodillas, empezó a besarme por encima de la tela del boxer. No sólo sus labios se dedicaron a entretener mi verga, sino que su lengua se sumó con ganas, hasta que mi ropa interior estaba completamente empapada con su saliva.
Si mi pija tuviera voz propia, en ese momento casi seguro habría gritado de impotencia por continuar presa de la tela que todavía la cubría.
Una mano se sumó a la tortura y continuó acariciándome por encima de la tela mientras mi hermana se entretenía jugueteando con mi glande, metiéndolo en su boca y haciéndome delirar de placer.
Quizás para compensar un poco mi sufrimiento, Clara se volteó para una vez más dejar su cuevita al alcance de mi lengua.
Mis manos por fin encontraron algo con lo que entretenerse, y de inmediato se acercaron a su hermosa cola para levantar su minifalda y dejar al descubierto el manjar que tenía entre sus piernas.
Una brillante joya rojiza con forma de corazón brillaba en el lugar donde el orificio de su culo debería haber estado a la vista.
-¡Me estás jodiendo! -Exclamé en voz demasiado alta, sorprendido por semejante descubrimiento.
-Nop. -Replicó Clara, luego de darle un fuerte y largo chuponazo a mi glande, todavía por encima de la tela.
-¿Pero esto no es tuyo? -Pregunté, girando mi cabeza para mirar a Jessi, que todavía nos apuntaba con la cámara del celular.
-Sí, pero se lo presté. -Una sonrisa demoníaca asomó por su boca. -¿Qué opinás, Pedrito? ¿Le querés estrenar el culito a tu hermana?
¡Las ganas que tenía de morder ese plug, arrancárselo de un tirón, agarrar a mi hermana y darle vuelta, ponerla en cuatro, enterrarle mi verga hasta que mis pelotas, y darle bomba hasta que mi cuerpo se cayera a pedazos!
Coloqué mis manos sobre mi cara en un gesto de total desconcierto. Lo que había empezado como una charla para aclarar las cosas sobre mi hermana y su relación, había pasado a convertirse en una especie de sesión de grabación de porno amateur incestuoso con la mejor amiga de mi hermana a cargo de la cámara.
-¿Seguís vivo, hermanito? -Preguntó Clara, meneando su hermoso ojete delante de mi rostro.
Sin pronunciar palabra, rodeé su cintura con mis brazos y aplasté su cuerpo de manera tal que su conchita quedó directamente encima de mi boca, la cual estaba dispuesta a provocarle tanto placer como le fuera posible.
Mi lengua se enterró directamente entre sus labios y se abrió paso hasta que prácticamente se encontraba buceando en un mar hirviente.
Clara no tardó en apresurar el paso y finalmente liberó mi verga para ahí sí poder demostrar todas sus habilidades como petera incestuosa.
Su lengua, sus labios, sus manos, e incluso sus dientes, todo trabajaba con la coordinación de una orquesta sinfónica, y mi verga se encontraba más que agradecida por ese esfuerzo.
A pesar de la distracción, yo me dispuse a iniciar las preparaciones para lo que se vendría en unos minutos. De a poco empecé a jugar con el plug, retirándolo apenas unos milímetros y luego volviendo a metérselo.
Con mucha paciencia, o tanta como me lo permitía la tremenda chupada de pija que me estaba haciendo mi hermana, fui usando también mi lengua de vez en cuando para lubricar la zona.
Ya cuando me pareció que se había relajado bastante, le terminé de sacar el juguete para dejar su orificio al descubierto. Metí mi dedo mayor dentro de mi boca y lo ensalivé tanto como pude antes de dirigirlo hacia aquel rincón que esperaba recibir algo mucho más grueso luego.
Estaba algo apretadito, pero no tanto como temía. Mi dedo entraba y salía con mayor facilidad de la esperada, posiblemente gracias a que había estado un ratito con el plug metido.
De repente Jessi me chistó y me lanzó un pequeño pomo. Miré el frente del envase y me percaté que se trataba de gel íntimo.
-¡Gracias, Jessi! -Dije, dedicándole un guiño.
Jessi no respondió nada, sólo se limitó a morderse los labios, sonreír, y a continuar grabando la acción que tenía lugar delante de ella. Aunque en ese momento lo hacía a una mano, ya que la otra se encontraba hurgando entre sus piernas, las cuales estaban bastante abiertas.
Abrí el pomito y lubriqué tanto mi dedo índice como el mayor, para luego ubicarlos en aquel agujerito que de a poco iba ampliando su diámetro.
Presioné un poco y un suspiro se escapó de la boca de mi hermana, que la tenía llena con mi verga. Muy lentamente aumenté la presión hasta que la primera falange de cada dedo penetró en aquel espacio virgen.
Mi hermana se empezó a dejar llevar por las sensaciones que experimentaba su culo, y sólo se dedicó a pajearme con su mano lo suficiente para estimularme, pero sin dejar que me acercara al orgasmo, dejándome a punto caramelo para cuando terminara con las preparaciones.
Dos tercios de mis dedos ya estaban dentro de mi hermanita cuando los suspiros pasaron a convertirse en gemidos y jadeos.
Empecé a acelerar los movimientos de mi mano, buscando excitarla cada vez más, al tiempo que mi mano libre acariciaba su empapada rajita, que desprendía cada vez más jugos. De vez en cuando aprovechaba para llevarme algo de eso a mi boca y disfrutar de aquel sabor tan delicioso.
Finalmente, la base de mis dedos hizo contacto con aquellas firmes nalgas que tanto me gustaban. Clara ya estaba empezando a respirar de forma agitada, y mi mano se empezó a mover de la misma forma, ya entrando y saliendo sin problemas.
Luego de unos segundos de frenesí de parte de mi mano, le di un respiro a mi hermana y retiré mis dedos. Su anillito se había dilatado bastante, y latía de una forma casi hipnótica, invitándome a ingresar nuevamente en ella.
-Parece que ya estás lista, Clara. -Afirmé, saliéndome de debajo de ella para ponerme a los pies de la cama. -¿Querés probar?
A pesar de la calentura que evidentemente sentía, todavía había un mínimo rastro de dudas, que mi hermana reforzó al morderse los labios mientras observaba mi poronga bien al palo.
-No dudes. -Le dijo Jessi desde el costado. -Es ahora o nunca, Clarita. No te tires para atrás o te vas a arrepentir, te lo prometo.
La expresión de Clara cambió, mostrando decisión a pesar de todavía tener ciertos reparos. Se dio vuelta, apoyó sus manos en el colchón y se puso en cuatro, levantando su culo hasta dejarlo apuntando directamente a mi verga.
-Te lo juro, pendejo, más te vale que no me lastimes o te mato. -Dijo, dando su aprobación casi en un tono suplicante.
Casi que podría haber besado a Jessi como agradecimiento en ese preciso instante, sino fuera por el hecho de que todavía tenía asuntos pendientes con mi hermanita.
-No te preocupes. -Le aseguré con voz tranquilizadora. -Relajate y vas a ver que te va a gustar.
Coloqué una de mis manos en su cintura y con la otra guié mi glande hasta apoyarlo en la entrada de aquel lugar inexplorado. Volví a colocar un poco de gel en su orificio, presioné un poco, y milímetro a milímetro fui avanzando en medio de los resoplidos que dejaba escapar Clara.
-Ya casi entra, un poco más y ya está. -Le anuncié, pidiéndole un pequeño esfuerzo.
Clara se limitó a gimotear casi lastimosamente, su cara apoyada contra el colchón para ahogar los ruidos que emitía.
Agradecido por eso, volví a presionar y en esa ocasión por fin terminé de introducir mi glande, lo que provocó un pequeño grito de dolor en mi hermana, a pesar de lo cual no pronunció ni una palabra a modo de queja.
-¡Bien, Clarita! -La felicitó Jessi. -Ya pasó lo peor. Y ahora viene lo mejor. -Añadió sonriente. -Pedro, ponele un poco más de gel, así va más fácil. -Dijo, entusiasmada.
Jessi estaba encantada de dar indicaciones para que la experiencia de su amiga fuese más placentera. Parecía una entrenadora orgullosa de que su alumna favorita estuviera haciendo algo que habían estado preparando durante un largo tiempo y por fin hubiera dado sus frutos.
Haciéndole caso, tomé el pomo y apliqué un poco más de gel. Volví a insistir en mi avance y, tenía que reconocerlo, el consejo de Jessi había funcionado de maravillas.
-Ya vamos por la mitad. -Le anuncié a mi hermana. -¿Estás bien?
-Sí. -Respondió entre resoplidos. -Dale.
No me inspiraba demasiada confianza que estuviera respondiendo con tan pocas palabras, pero la calentura podía más.
Preferí darle algo más de tiempo para que se acostumbre antes de seguir avanzando y comencé un lento vaivén, avanzando y retrocediendo unos centímetros, teniendo cuidado de que mi verga todavía no entrara más de lo que lo había hecho hasta ese instante.
Los resoplidos de Clara se fueron apagando de a poco, y dieron lugar a unos suaves jadeos, lo cuales fueron acompañados por los de Jessi, que había vuelto a la acción con su mano izquierda mientras hacía lo posible por sostener el celular con su derecha.
Con el correr de los segundos, los jadeos también se desvanecieron, y los gemidos de mi hermana se hicieron presentes nuevamente en la habitación.
Fui ganando confianza y gracias a eso me di el lujo de avanzar cada vez más con cada penetración. Me tomé unos segundos para volver a colocar algo de gel y, cuando me quise dar cuenta, ya estaba metiendo tres cuartos de mi pija en el culito de Clara.
-¿Ya estás lista hermanita? -Pregunté, cuando la velocidad de las penetraciones había aumentado. -¿La querés hasta el fondo?
-La concha tuya, pendejo… ¡Dejá de hacerte rogar!
-Prefiero tu concha, hermanita. -Dije, antes de arremeter hasta el fondo sin más preámbulos.
Clara enterró la cara contra el colchón, pero así y todo el grito que pegó se escuchó fuerte y claro en la habitación. Mantuve mi cuerpo pegado a sus firmes y perfectos glúteos para disfrutar de la sensación de tener toda mi verga adentro de lo que hasta ese momento era el virgen culo de mi hermana.
-Ahí la tenés, toda bien adentro. -Comenté con un dejo de burla.
-Hijo de puta. -Fue lo primero que brotó de la boca de Clara.
-Si no te gustó, lo cortamos ahora mismo. -Dije, desafiándola a que me dijera que no.
-Cerrá el culo y seguí. -Respondió, resignada. -Pero no seas tan bruto.
-Pensé que habías venido a que te abra el culo, no a que cierre el mío.
-Cerrá el tuyo y abrime el mío, entonces. -Ordenó, sonriendo a pesar de la situación.
-Tus deseos son órdenes, hermanita.
De a poco reinicié las penetraciones, retirándome cada vez más antes de volver a presionar para que nuestros cuerpos estuvieran en contacto. Una vez que noté que mi hermana se había relajado, empecé a incrementar la velocidad.
Pocos segundos más tarde ya habíamos entrado en ritmo, y los gemidos de Clara volvieron a inundar la habitación. La calentura volvía a adueñarse de mi cerebro y guió a mi mano derecha para jalar la trenza y obligar a mi hermana a subir la cabeza.
-¿Esto querías, putita? -Pregunté, preso de la excitación. -Querías sentirla toda en el culo, ¿no?
-Ah… ah… ay… sí… to…da… la quiero… -Respondió con el poco aire que podía juntar entre cada estocada que le daba con mi verga.
-¿Querés que te la meta toda de golpe? -Dejé sólo mi glande dentro de ella, esperando su respuesta. -¿Querés que te rompa bien el culo, Clarita?
-Sí. -Dijo con un hilo de voz.
-No te escuché. ¿Qué dijiste?
-¡QUE SÍ, PENDEJO DE MIERDA! ¡QUIERO QUE ME ROMPAS BIEN EL CULO Y ME ENTIERRES LA VERGA BIEN ADENTROOOOOOOOO!
La última palabra se estiró hasta convertirse en un grito de éxtasis, lo cual fue la señal que esperaba para por fin sacarme cualquier barrera de contención que estaba poniendo entre yo y mi instinto animal.
Al igual que había hecho con Jessi, con una mano sujeté con fuerza su cintura, con la otra tiré de su pelo hasta envolver mi mano con su trenza, y empecé a penetrarla con tanta fuerza como me era posible.
Estocadas cortas y potentes, esa era la única señal que enviaba mi cerebro al resto del cuerpo. Cada vez que mi cuerpo chocaba con el de Clara era como si quisiera atravesarla de lado a lado, y no estaba tan alejado de la verdad.
Estaba decidido a darle por esa tarde y por todas las que no iba a poder darle a causa de aquel infeliz que estaba a punto de ponerse oficialmente de novio con mi hermana.
Esa bronca dirigida contra Tomás fue como echar nafta al fuego que tenía en mi cabeza. Solté la cintura de Clara y dejé que mi mano se estrellara contra su culo. La nalgada sonó casi como el restallido de un látigo.
Clara dejó escapar un quejido entre sus gemidos, pero no emitió palabra.
-¿Te gustó eso, putita? -Dije, dejando que mi mano chocara otra vez contra su cuerpo. -¿Ya vas a acabar?
-Siiiiii… ay, siiiiii
-¿Querés que pare?
-No… no pares…
-Entonces te voy a seguir rompiendo el culo, para que no te olvides nunca de esto.
Coloqué ambas manos en sus hombros y la usé de apoyo para ganar más impulso. Fue como si hubiera encendido el turbo. Mi cuerpo se empezó a mover casi por voluntad propia, atraído por el cuerpo de mi hermana con tanta intensidad que parecía que alguna misteriosa fuerza de gravedad ejercía su poder sobre mí.
De repente frené mis movimientos y volví a aquellas estocadas largas y potentes, empujando contra ella como si mi verga fuera un ariete que intentaba derrumbar la puerta del castillo enemigo.
-Diosssss… diosssss… POR DIOOOOSSSSSS…
La tercera fue la vencida, y la conchita de Clara nos avisó a todos los presentes en la habitación que había llegado a un orgasmo brutal. Por segunda vez en la tarde arremetí contra el cuerpo de mi hermana con todas mis fuerzas, y quedé tan pegado a su cuerpo que volví a levantarlo unos centímetros, mientras ella seguía largando sus jugos como si una represa se hubiera roto dentro de su cuerpo.
-¡Menos mal que no era sangre eso, o iban a pensar que mataron a alguien! -Dijo Jessi una vez que Clara y yo nos volvimos a tirar en la cama para recuperar energías.
-Callate, boluda. -Fue la réplica de mi hermana, que escondía la cara entre sus manos, algo avergonzada.
-¿Te sentís en condiciones? Todavía no acabé. -Comenté a la pasada, para recordarle que todavía faltaba algo.
-La puta madre, pendejo… -Suspiró, aún con la cara tapada. –¿No me vas a dar ni un minuto?
-No. -Contesté, para luego levantar a mi hermana y colocarla encima de mi cuerpo, con su rostro pegado al mío. -Vos querías que esto quedara para el recuerdo, y pienso hacer exactamente eso.
Coloqué una de mis manos en su nuca y presioné mis labios contra los suyos, los cuales se abrieron al instante, sin necesidad de ningún “ábrete sésamo”. Mi lengua invadió con entusiasmo desmedido el interior de su boca, donde su lengua esperaba como una bestia lista para defender su territorio.
Y la lucha fue intensa. Tan intensa que en tan sólo uno o dos minutos mi verga ya estaba lista para la acción una vez más.
Mi mano libre bajó por su espalda para llegar hasta su cintura. Clara se movió ligeramente para cambiar de posición y se ubicó en el lugar justo para sentarse sobre mi verga.
-Mmmmmmmmmmmm… Qué rico…
Mi hermana se sentó de una y le enterré más de la mitad de mi pija. No tardó mucho en recibir el resto, y a los pocos segundos volvía a cabalgarme con maestría.
Coloqué mis manos en su cintura, pero era ella la que nuevamente se encargaba de marcar el ritmo.
Volteé para mirar a Jessi y me encontré con que otra vez hacía su aparición el consolador, el cual se hallaba prácticamente perdido dentro de ella. Tenía los ojos cerrados producto de las oleadas de placer que estaba sintiendo, pero de alguna forma se las había ingeniado para continuar apuntando el celular hacia nosotros.
Clara se levantó un poco y, con agilidad casi felina, se las ingenió para darse vuelta y continuar con la cabalgata de espaldas a mí, apoyando sus manos en mi pecho para mayor comodidad.
-¡Por favor! ¡Cómo me gusta esta pija! -Gritó mi hermana mientras continuaba rebotando contra mí.
-¡Dale Clarita, por el culo de nuevo! -Jessi había abierto los ojos nuevamente y daba la impresión de que quería darse un banquete visual con nosotros. -Dale… ¡no te hagas rogar que ya sé que te gustó! -Insistió, al ver que mi hermana no se decidía.
Todavía dándome la espalda, Clara levantó su cuerpo hasta que mi verga salió de su interior, brillante luego de haberse sumergido en aquel rincón tan húmedo y caliente.
-Pasame el gel. -Ordenó, estirando una mano hacia atrás, a la espera de que cumpliera su orden.
Obediente, estiré mi mano para alcanzar el pomo y lo deposité en su mano. Ella lo agarró, colocó un poco en su mano y lo aplicó con cuidado, un poco sobre mi verga y otro poco en la entrada de su culo.
No había comprobado cómo le había quedado aquel agujerito a mi hermana, pero parecía que todavía había quedado bastante abierto, porque tardó muchísimo menos en tragarse prácticamente toda mi pija, y salvo algún que otro quejido, ella no había tenido que hacer ningún esfuerzo para bajar su cuerpo.
Un largo y sensual gemido fue la señal de partida para que ella comenzara a moverse una vez más, dando cortos saltitos, que de a poco fueron aumentando tanto en velocidad como en fuerza.
No había pasado ni un minuto desde que habíamos reiniciado los movimientos que Clara ya daba la impresión de que pensaba empalarse a sí misma contra mí, y empezaba a emitir unos sonidos que la hacían parecer poseída.
Esa era la señal que yo estaba esperando.
Me incorporé de golpe, interrumpiendo a mi hermana, y rodeé su cuerpo con mis brazos para volver a dejarme caer sobre la cama, su espalda apoyada contra mi pecho.
-¡Pará, boludo! ¿Qué hacés? -Preguntó desconcertada.
-Levantá las piernas. -Ordené, sin prestarle mucha atención a lo que decía.
-¿Para qué?
-Vos levantá las piernas.
Dubitativa, Clara obedeció mi pedido y subió sus piernas. Sin darle tiempo a reaccionar, dirigí mis brazos hacia abajo y los pasé por debajo de sus rodillas, para luego volver a subirlos y trabar mis manos por detrás de su nuca hasta entrelazar mis dedos.
Su poca estatura, sumada a su buena condición física y elasticidad, además de mis largos brazos, hicieron que resultara casi cómodo para mí. Tantas veces que había visto imágenes así en películas porno habían convertido casi en una obsesión el poder realizar esa pose, aunque fuera una vez en la vida: una Full Nelson.
-Agarrate de lo que puedas, hermanita.
-Sos un hijo de puta. -Resignada, inspiró hondo e intentó relajarse lo más posible.
Rogando porque Jessi no se perdiera detalle de lo que estaba a punto de pasar, clavé mis talones en el colchón, afirmé bien mis piernas, despegué la cintura unos centímetros del colchón, y dejé que mis deseos de hacer que mi hermana aullara de placer tomaran las riendas.
Siempre había tenido en claro que Clara era una persona menuda y liviana, pero no fue hasta ese momento en que realmente fui consciente de hasta qué punto lo era. A pesar de toda la excitación que invadía mi cuerpo y me hacía mover la cintura como un pistón a toda máquina, en un rincón de mi cabeza había espacio para sorprenderme para bien de la facilidad con la que podía mantener esa pose casi sin esfuerzo.
Clara intentaba pronunciar palabras, pero cada vez que abría la boca era para gemir de forma descontrolada. Música para mis oídos, que tomaban esos sonidos y lo transmitían a mi cerebro como una forma de afrodisíaco que me elevaba por los cielos.
Subí la velocidad, reforzando la idea de que no pensaba dejar de castigar su culo hasta que me quedara sin energías.
Y por fin sucedió. Se le fue la vida por la argolla, tal y como le había prometido en el momento en que entramos por primera vez en mi habitación horas antes.
Pero ni aun así me detuve. La acabada de Clara se esparció por todos lados, pero la obligué a mantener su cuerpo bien empalado por mi verga. Mis manos todavía se encontraban unidas y no la soltaron, dejándola presa de mis brazos, y de esa forma continué maltratando su culo.
Giré la cabeza para ver en qué andaba Jessi. El consolador ya estaba tirado sobre la cama, y algunas manchas oscuras sobre las sábanas fueron la pista que necesitaba para deducir que ella también había acabado.
Sin pronunciar palabra, le hice una pequeña seña con la cabeza, que ella por suerte supo interpretar. Se puso de pie, dejó el celular apoyado sobre la mesa de luz, todavía apuntando hacia nosotros, y se acercó hasta donde yo me encontraba rompiéndole el culo a su amiga.
-Mandale dedos. -Dije entre gruñidos, lo cual hizo que Jessi abriera bien grandes sus ya de por sí grandes ojos negros.
-¿Qué?.... ah… ah… no… por favor… -Suplicó mi hermana, que no paraba de gemir ni de jadear.
-Mandale dedos. -Repetí, con más fuerza. -Hacela acabar. Que se desmaye.
Jessi se quedó mirándome con la cara llena de dudas. Se mordía el labio, claramente debatiéndose entre el pedido de su amiga y la calentura que sentía, que la tentaba a hacerme caso.
-Perdón, Clarita. -Pidió de manera suplicante, antes de dejarse vencer por la calentura.
-No, por favor… DIOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Si yo había creído escuchar a mi hermana gritar de placer en alguna otra ocasión, no se comparaba en nada con los alaridos que pegó en mi habitación en aquel instante de un domingo a la noche.
Jessi no tuvo piedad para nada, introduciéndole dos dedos de una. De todos modos, Clara estaba con su conchita tan mojada que no era como si le hubiera faltado lubricación.
-Decías que no, pero mirá cómo estás. -Comentó Jessi. -Estás empapada ahí adentro. -Agregó, retirando sus dedos y mostrándole a Clara cómo caían gotas de sus propios jugos.
-Hacé que acabe. -Ordené, ya sintiendo que mis fuerzas empezaban a desvanecerse, así como también que mi propio orgasmo no se hallaba lejos de ocurrir.
Y Jessi no necesitó escucharlo dos veces. Toda señal de misericordia que podría haber tenido antes se había esfumado, y ahora en sus ojos sólo se veía el deseo que compartía conmigo, que era el de hacer que mi hermana quedara con el recuerdo de aquellos momentos grabados a fuego en su memoria.
Volvió a acercar su mano a la entrepierna de mi hermana y de inmediato sus dos dedos volvieron a penetrarla. A continuación, dejó que su mano se moviera a toda velocidad dentro de Clara, al tiempo que su otra mano estimulaba los pezones de mi hermana.
Si alguno tuviera que escuchar el sonido que hacía la mano de Jessi sin poder ver lo que sucedía, se habría preguntado por qué alguien golpeaba con tanta bronca un charco de agua.
Clara intentó decir algo coherente, pero de su boca sólo salieron ruidos imposibles de descifrar como palabras, a no ser que fuera algún idioma extraño. Lo que sí pude entender fue cómo un líquido caliente brotaba de ella y se escurría hasta caer sobre mi cuerpo.
Jessi me miró, buscando una indicación acerca de lo que tenía que hacer a continuación. La miré y sonreí, ella me devolvió la sonrisa, y, sin decirnos ni una palabra, ambos supimos que la pobre de Clara iba a seguir sufriendo nuestro castigo un poco más.
Era el último esfuerzo, ya sentía que mi orgasmo era inminente. Reuní las fuerzas que me quedaban, me aseguré de que mis manos todavía aferraban el cuerpo de mi hermana con firmeza, y reinicié las penetraciones a máxima velocidad.
Jessi intentó seguirme el ritmo con su mano, y de hecho de vez en cuando lográbamos coordinar bien, haciendo que el cuerpo de Clara vibrara de placer.
-Ya acabo, hermanita. -Anuncié entre los gruñidos que dejaba escapar por el esfuerzo realizado. -Aguantá un poco más.
-Dios… me van… a volver loca…
Y el clímax llegó por fin. Con un último gruñido digno de un animal salvaje volví a enterrar mi verga en el culo de Clara tan adentro como me fue posible, dejando que mi semen se derramara dentro de ella hasta que la última gota abandonara mis huevos.
Jessi hizo lo mismo con sus dedos, metiéndolos tan adentro como pudo y moviéndolos a toda velocidad dentro de su amiga, lo que hizo que por última vez en el día alcanzara un orgasmo, que terminó con cualquier cantidad de líquido que le pudiera haber quedado adentro a Clara.
Relajé mi agarre, mis dedos se liberaron y al fin permití que mi hermana volviera a bajar sus piernas. Su cuerpo cayó sobre mí como una muñeca de trapo, completamente exhausta. Retiré mi verga de su interior y un hilo de blanco y espeso semen empezó a salirse de su interior.
-¿Estás bien? -Pregunté una vez que recuperé el aire. -Clara, ¿estás bien? -Insistí, sacudiendo su hombro un poco.
-Son unos hijos de puta. -Susurró con las pocas energías que le quedaban. -Pensé que me iba… Me duele todo… Necesito ducharme. -Agregó, con su voz a punto de quebrarse por todo lo que había experimentado.
Me puse de pie tan pronto como pude y la tomé en mis brazos para llevarla al baño. Jessi se adelantó para preparar todo y abrir las canillas de la ducha.
Deposité a mi hermana en el piso de la ducha y entre Jessi y yo la ayudamos a limpiarse y a masajear un poco sus músculos. Unos minutos después, ella estaba en condiciones de ponerse de pie y salió por su cuenta para secarse.
Jessi la ayudó a llegar a la habitación mientras yo ocupaba la ducha. Mi cuerpo me recordó el esfuerzo que había realizado en la habitación y el cansancio se apoderó de mí. Me costaba horrores mantenerme en pie debajo del agua fresca.
-¿Estás bien vos? -Dijo Jessi desde el otro lado de la cortina, una vez que entró de nuevo en el baño.
-Sí, aunque me siento destruido. -Comenté en medio de los quejidos que brotaban de mi boca al masajear mis hombros. -¿Y Clara?
-Se quedó dormida apenas apoyó la cabeza en la almohada. -Respondió con una risita. -Pobre, la mataste hoy.
-La matamos, querrás decir. Vos también hiciste lo tuyo.
-Yo no soy la que empaló a tu hermana. -Señaló entre risas.
-Bueno, quizás la mayor parte de la culpa la tengo yo. -Admití. -Pero tu manito hizo algo más que filmarnos.
-Mi manito sigue con ganas de hacer travesuras. -Comentó, corriendo la cortina para mostrarme su desnudez.
¿Había alguien que pudiera encontrarse con ella y resistirse a la tentación de lanzarse sobre su cuerpo y penetrarla de forma salvaje? Yo seguro que no era parte de ese grupo.
Jessi se metió bajo el agua conmigo sin esperar ni una palabra. En sus ojos ardía un fuego que, si se lo hubiera propuesto, me habría reducido a cenizas en un instante.
-No te digo que me pegues la garchada del siglo como hiciste con Clara. -Dijo, pasando sus brazos por detrás de mi cuello. -Pero necesito que me garches. No aguanto más. -Plantó sus labios sobre los míos y me dio un beso de antología. -Por favor, Pedro. Cogeme ya mismo.
No existía forma alguna en que yo rechazara ese pedido. Y mi verga parecía opinar lo mismo, porque ya se había alzado lista para la acción.
-No pidas mucho, ya me hizo mierda Clara. -Me atajé, sabiendo que Jessi tranquilamente podría exprimirme hasta dejarme más seco que ese medio limón que siempre quedaba decorando las heladeras vacías de todo el mundo.
-Dame pija, con lo que te quede de energías. Me conformo con eso. -Dijo, para luego voltearse y levantar ese maravilloso culo, y así permitir que mi verga pudiera penetrarla con mayor comodidad.
Sostuve mi miembro en la mano y lo apunté directo al medio de esa rajita que estaba bien mojada ya, y no sólo por el agua.
El glande atravesó la entrada y fue como volver a casa después de un largo día de trabajo. Ese era el lugar donde querría meter mi verga siempre.
-Ay siiiiii… ¡Esto quería! -Celebró Jessi al sentir cómo mi verga llenaba cada rincón de su interior. -Partime al medio, no te guardes nada.
Coloqué mis manos en su cintura y empecé a darle con las pocas fuerzas que había podido recuperar. Durante los siguientes minutos no cambiamos de posición hasta que Jessi se puso de rodillas para recibir mi semen en su boca y tragarse hasta la última gota.
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-Clara, despertate. -Dije, estirando mi brazo hacia el asiento del acompañante para sacudir su hombro. -Ya llegamos a casa.
-¿Eh? -Preguntó con voz somnolienta. -¿Ya?
-Sí, dale.
Eran las once y media de la noche, pero las luces seguían encendidas en la casa. Hubiera sido mejor si mis viejos se hubieran ido a dormir, pero no quedaba otra que arriesgarse un poco a que mi vieja nos llenara de preguntas.
-Ahí va, ahí va. -Protestó, mientras se estiraba un poco. -Ya te lo dije antes, pero te lo repito ahora: gracias. Y a vos también, Jessi. -Añadió, volteándose para dirigirse a su amiga.
-¿Estás segura de esto? -Preguntó la joven. -Mirá que a mí no me molesta si te querés sumar de vez en cuando. -Comentó con una sonrisa cargada de picardía.
-No, no. Ya lo decidí. -Insistió mi hermana con firmeza a pesar de su cansancio. -Si voy a ponerme de novia con Tomás, voy a hacer las cosas bien.
-Más te vale que no la cague, porque con lo que estás dejando por él, mejor que valga la pena.
-Quedate tranqui, que lo vale. Aunque vos no lo creas. -Agregó, apoyando su índice en mi pecho.
-Si vos lo decís… -No pensaba llevarle la contra en ese momento. -Pero me sumo a lo que dijo Jessi, más vale que no la cague, o...
-No empecés a ponerte en hermano protector. -Se atajó antes que yo pudiera hacer alguna amenaza sin sentido. -Si Tomás la llega a cagar, voy a ser la primera en hacer que lo lamente por el resto de su vida. -Concluyó, con una sonrisa que anunciaba que lo decía muy en serio.
Bajamos los tres del auto, y avanzamos hacia la puerta. Clara estaba por abrir con su llave, cuando mi vieja apareció de pronto.
-¡Al fin volviste! ¡Poco más y creíamos que te quedabas a dormir en lo de Pedro! -Dijo sonriente, saludándonos. -¿Qué te pasó en el pie? -Preguntó de golpe.
-Nada, me torcí. -Respondió Clara, señalando el vendaje que tenía en su tobillo. -Pedro tenía algo para vendarlo por las dudas. Me molesta un poco al pisar, pero no duele tanto.
Jessi había sido la de la idea, y la verdad que no estaba mal tener alguna especie de justificativo para la forma rara en que se movía Clara. Explicarles a mis viejos que ella caminaba medio raro porque yo le había desvirgado el culo no era una buena opción.
-Pasen, pasen. -Nos invitó mi vieja una vez que terminó de sermonear a Clara sobre lo peligroso de ser descuidada al caminar y la necesidad de ver bien dónde pisaba.
-No, ma. -Respondí. -Ya es tarde, tengo que llevar a Jessi a su casa.
-Ah, bueno. Qué raro ustedes dos, ya van varias veces que la llevas a su casa. -Señaló con sagacidad. -No estarán en algo, ¿no? -Preguntó medio en broma, medio en serio.
-¡Ay, no! -Reaccionó Jessi de inmediato, como si la idea fuera ridícula. -¡Ni en pedo!
Pero sus acciones contradecían sus palabras, porque mientras decía eso rodeó mi cuerpo con sus brazos y apoyó su cabeza en mi hombro en una actitud claramente cariñosa.
Mi vieja se quedó boquiabierta, mirándome en busca de una explicación para lo que ocurría delante de sus ojos.
-Bueno, ya nos vamos. -Dije con una sonrisa, acercándome a darle un beso de despedida, luego de que Jessi hiciera lo mismo.
-Pedro… -Empezó mi vieja, pero yo la frené antes de que iniciara el interrogatorio.
-El próximo domingo te cuento. -Dije, con tono enigmático. -Ahora la llevo a Jessi a su casa.
Sin darle tiempo para que volviera a atacarme con sus preguntas, nos dimos media vuelta y caminamos hasta el auto.
Una vez que subimos y arrancamos el camino a su casa, estallamos en carcajadas los dos.
-¡La cara que puso tu vieja! -Exclamó Jessi. -Por favor… Poco más y se le cae el mentón al piso.
-No se la esperaba esa, ¿no?
-¡Para nada! -Coincidió ella. -¡Y peor va a ser cuando Clara caiga con Tomás! ¡Ahí sí que se desmaya!
-El domingo voy a tener que estar ahí sí o sí, a ver cómo reaccionan cuando lo lleve a la casa.
-Filmales las caras a tus viejos, por favor. ¡Van a quedar para la historia! -Pidió, provocando las carcajadas en los dos nuevamente.
Finalmente llegamos a la vereda de su casa y estacioné el auto.
-¿Y ahora qué hacemos? -Preguntó Jessi.
-No sé, decime vos. -Retruqué, esperando en silencio.
Y el silencio se prolongó por lo que pareció ser una eternidad. ¿Me iba a invitar a pasar a su casa o no? ¿Estaba esperando que yo se lo pidiera? ¿Qué iba a pasar entre ambos? ¿Realmente esto podía convertirse en una relación seria?
¿Por qué mierda mi cabeza siempre se ponía en mi contra y me hacía dudar tanto?
-Bueno, buenas noches entonces. -Dijo finalmente, estirando el brazo hacia la puerta.
-¿Y si mejor me decís “buenos días” cuando nos despertemos juntos? -Pregunté, antes de que pudiera alcanzar la manija para abrirla.
-¡Hasta que activaste! -Respondió, con una sonrisa que iluminaba el interior del auto sin necesidad de encender nada.
-Y bueno, hubieras preguntado. -Repliqué, igual de sonriente.
-Dale, vamos a ver si te quedaron algo de energías todavía.
-Al menos mañana no voy a tener que madrugar tanto. -Comenté riendo aliviado de no tener que despertarme cuando todavía no hubiera amanecido.
Bajamos del auto, trabé todo, y nos dirigimos a su casa. Al día siguiente tendría tiempo de seguir pensando boludeces que no venían al caso.
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Hasta acá el capítulo 17. El próximo que suba será el cierre de esta historia.
Quizás alguno piense que es algo apresurado, pero me parece que hay que saber cuándo una historia no da para más en lugar de estirarla repitiendo situaciones o inventando cosas cada vez más rebuscadas que no hacen a la historia.
Y me anticipo a los que suelen preguntar a cada rato cuánto falta para el próximo capítulo: No esperen que mañana o pasado lo suba. Si voy a darle un cierre a esta historia, lo voy a hacer de la mejor manera posible, y eso lleva tiempo.
Una vez más, gracias a los que se toman esos segundos de más para dejar los puntos y comentarios.
Nos leemos.
No se olviden de revisar la primera parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/3820220/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-Parte-XVII-a.html
Disfruten la lectura.
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-Vamos. -Fue todo lo que dijo Clara apenas me vio acercándome a ellas.
No hizo falta nada más. Las chicas se levantaron del sofá y se dirigieron a la habitación una vez más. Siguiéndolas, entré en el cuarto y el olor a sexo no tardó nada en inundar mi nariz, sin dejar dudas de lo que había sucedido hacía un par de horas.
La única diferencia entre lo que había pasado en el primer round, era que ahora Jessi estaba con el celular en su mano, apuntando la cámara hacia Clara y yo.
-¿Qué hacés? -Pregunté, algo preocupado.
No era que desconfiara de Jessi, ni que creyera que iba a andar subiendo un video así en cualquier lado, pero siempre cabía la posibilidad, por pequeña que fuera, que un archivo así cayera en malas manos.
-No te preocupes. -Dijo Clara con tono tranquilo. -Yo le pedí que filme esto.
-Estás loca, boluda. -Comenté, sin poder creer que eso hubiera sido idea de ella.
-Shhhhhh… Olvidate de la cámara. -Clara apoyó su mano en mi pecho y me dirigió a la cama hasta que caí de espaldas. -Ahora somos vos y yo nada más, hermanito, y nos lo vamos a tomar con calma.
Con movimientos felinos mi hermana trepó encima de mí, tomó mi rostro entre sus suaves manos y acercó sus labios hasta que hicieron contacto con los míos.
En esa ocasión la desesperación se esfumó para darle lugar a la calma, como bien había anticipado Clara. Su boca se paseaba por cada rincón de mi rostro, empezando por mi frente y bajando hasta mi cuello, provocándome más de un delicioso escalofrío en el proceso.
Volvió a mi boca y su lengua asomó para pedir permiso para entrar a jugar dentro de mi boca, cosa a la que accedí de inmediato.
Sus manos, mientras tanto, bajaron hasta mi cintura y rápidamente volvieron a subir luego de escabullirse por debajo de mi remera. Despegué mi espalda unos centímetros del colchón y fue todo lo que necesitó mi hermana para desnudar mi torso.
Clara siguió con su tarea y sus labios continuaron su viaje por mi pecho al tiempo que sus manos ya habían soltado mi cinturón y desabrochado el pantalón.
Me costaba horrores mantenerme en mi lugar. Mi verga pedía a gritos que mi hermana se apresurara a liberarla para poder entrar en acción cuanto antes. Pero Clara no parecía interesada aún en eso.
Sus labios finalmente arribaron a mi entrepierna y una vez que mi pantalón terminó a la altura de mis rodillas, empezó a besarme por encima de la tela del boxer. No sólo sus labios se dedicaron a entretener mi verga, sino que su lengua se sumó con ganas, hasta que mi ropa interior estaba completamente empapada con su saliva.
Si mi pija tuviera voz propia, en ese momento casi seguro habría gritado de impotencia por continuar presa de la tela que todavía la cubría.
Una mano se sumó a la tortura y continuó acariciándome por encima de la tela mientras mi hermana se entretenía jugueteando con mi glande, metiéndolo en su boca y haciéndome delirar de placer.
Quizás para compensar un poco mi sufrimiento, Clara se volteó para una vez más dejar su cuevita al alcance de mi lengua.
Mis manos por fin encontraron algo con lo que entretenerse, y de inmediato se acercaron a su hermosa cola para levantar su minifalda y dejar al descubierto el manjar que tenía entre sus piernas.
Una brillante joya rojiza con forma de corazón brillaba en el lugar donde el orificio de su culo debería haber estado a la vista.
-¡Me estás jodiendo! -Exclamé en voz demasiado alta, sorprendido por semejante descubrimiento.
-Nop. -Replicó Clara, luego de darle un fuerte y largo chuponazo a mi glande, todavía por encima de la tela.
-¿Pero esto no es tuyo? -Pregunté, girando mi cabeza para mirar a Jessi, que todavía nos apuntaba con la cámara del celular.
-Sí, pero se lo presté. -Una sonrisa demoníaca asomó por su boca. -¿Qué opinás, Pedrito? ¿Le querés estrenar el culito a tu hermana?
¡Las ganas que tenía de morder ese plug, arrancárselo de un tirón, agarrar a mi hermana y darle vuelta, ponerla en cuatro, enterrarle mi verga hasta que mis pelotas, y darle bomba hasta que mi cuerpo se cayera a pedazos!
Coloqué mis manos sobre mi cara en un gesto de total desconcierto. Lo que había empezado como una charla para aclarar las cosas sobre mi hermana y su relación, había pasado a convertirse en una especie de sesión de grabación de porno amateur incestuoso con la mejor amiga de mi hermana a cargo de la cámara.
-¿Seguís vivo, hermanito? -Preguntó Clara, meneando su hermoso ojete delante de mi rostro.
Sin pronunciar palabra, rodeé su cintura con mis brazos y aplasté su cuerpo de manera tal que su conchita quedó directamente encima de mi boca, la cual estaba dispuesta a provocarle tanto placer como le fuera posible.
Mi lengua se enterró directamente entre sus labios y se abrió paso hasta que prácticamente se encontraba buceando en un mar hirviente.
Clara no tardó en apresurar el paso y finalmente liberó mi verga para ahí sí poder demostrar todas sus habilidades como petera incestuosa.
Su lengua, sus labios, sus manos, e incluso sus dientes, todo trabajaba con la coordinación de una orquesta sinfónica, y mi verga se encontraba más que agradecida por ese esfuerzo.
A pesar de la distracción, yo me dispuse a iniciar las preparaciones para lo que se vendría en unos minutos. De a poco empecé a jugar con el plug, retirándolo apenas unos milímetros y luego volviendo a metérselo.
Con mucha paciencia, o tanta como me lo permitía la tremenda chupada de pija que me estaba haciendo mi hermana, fui usando también mi lengua de vez en cuando para lubricar la zona.
Ya cuando me pareció que se había relajado bastante, le terminé de sacar el juguete para dejar su orificio al descubierto. Metí mi dedo mayor dentro de mi boca y lo ensalivé tanto como pude antes de dirigirlo hacia aquel rincón que esperaba recibir algo mucho más grueso luego.
Estaba algo apretadito, pero no tanto como temía. Mi dedo entraba y salía con mayor facilidad de la esperada, posiblemente gracias a que había estado un ratito con el plug metido.
De repente Jessi me chistó y me lanzó un pequeño pomo. Miré el frente del envase y me percaté que se trataba de gel íntimo.
-¡Gracias, Jessi! -Dije, dedicándole un guiño.
Jessi no respondió nada, sólo se limitó a morderse los labios, sonreír, y a continuar grabando la acción que tenía lugar delante de ella. Aunque en ese momento lo hacía a una mano, ya que la otra se encontraba hurgando entre sus piernas, las cuales estaban bastante abiertas.
Abrí el pomito y lubriqué tanto mi dedo índice como el mayor, para luego ubicarlos en aquel agujerito que de a poco iba ampliando su diámetro.
Presioné un poco y un suspiro se escapó de la boca de mi hermana, que la tenía llena con mi verga. Muy lentamente aumenté la presión hasta que la primera falange de cada dedo penetró en aquel espacio virgen.
Mi hermana se empezó a dejar llevar por las sensaciones que experimentaba su culo, y sólo se dedicó a pajearme con su mano lo suficiente para estimularme, pero sin dejar que me acercara al orgasmo, dejándome a punto caramelo para cuando terminara con las preparaciones.
Dos tercios de mis dedos ya estaban dentro de mi hermanita cuando los suspiros pasaron a convertirse en gemidos y jadeos.
Empecé a acelerar los movimientos de mi mano, buscando excitarla cada vez más, al tiempo que mi mano libre acariciaba su empapada rajita, que desprendía cada vez más jugos. De vez en cuando aprovechaba para llevarme algo de eso a mi boca y disfrutar de aquel sabor tan delicioso.
Finalmente, la base de mis dedos hizo contacto con aquellas firmes nalgas que tanto me gustaban. Clara ya estaba empezando a respirar de forma agitada, y mi mano se empezó a mover de la misma forma, ya entrando y saliendo sin problemas.
Luego de unos segundos de frenesí de parte de mi mano, le di un respiro a mi hermana y retiré mis dedos. Su anillito se había dilatado bastante, y latía de una forma casi hipnótica, invitándome a ingresar nuevamente en ella.
-Parece que ya estás lista, Clara. -Afirmé, saliéndome de debajo de ella para ponerme a los pies de la cama. -¿Querés probar?
A pesar de la calentura que evidentemente sentía, todavía había un mínimo rastro de dudas, que mi hermana reforzó al morderse los labios mientras observaba mi poronga bien al palo.
-No dudes. -Le dijo Jessi desde el costado. -Es ahora o nunca, Clarita. No te tires para atrás o te vas a arrepentir, te lo prometo.
La expresión de Clara cambió, mostrando decisión a pesar de todavía tener ciertos reparos. Se dio vuelta, apoyó sus manos en el colchón y se puso en cuatro, levantando su culo hasta dejarlo apuntando directamente a mi verga.
-Te lo juro, pendejo, más te vale que no me lastimes o te mato. -Dijo, dando su aprobación casi en un tono suplicante.
Casi que podría haber besado a Jessi como agradecimiento en ese preciso instante, sino fuera por el hecho de que todavía tenía asuntos pendientes con mi hermanita.
-No te preocupes. -Le aseguré con voz tranquilizadora. -Relajate y vas a ver que te va a gustar.
Coloqué una de mis manos en su cintura y con la otra guié mi glande hasta apoyarlo en la entrada de aquel lugar inexplorado. Volví a colocar un poco de gel en su orificio, presioné un poco, y milímetro a milímetro fui avanzando en medio de los resoplidos que dejaba escapar Clara.
-Ya casi entra, un poco más y ya está. -Le anuncié, pidiéndole un pequeño esfuerzo.
Clara se limitó a gimotear casi lastimosamente, su cara apoyada contra el colchón para ahogar los ruidos que emitía.
Agradecido por eso, volví a presionar y en esa ocasión por fin terminé de introducir mi glande, lo que provocó un pequeño grito de dolor en mi hermana, a pesar de lo cual no pronunció ni una palabra a modo de queja.
-¡Bien, Clarita! -La felicitó Jessi. -Ya pasó lo peor. Y ahora viene lo mejor. -Añadió sonriente. -Pedro, ponele un poco más de gel, así va más fácil. -Dijo, entusiasmada.
Jessi estaba encantada de dar indicaciones para que la experiencia de su amiga fuese más placentera. Parecía una entrenadora orgullosa de que su alumna favorita estuviera haciendo algo que habían estado preparando durante un largo tiempo y por fin hubiera dado sus frutos.
Haciéndole caso, tomé el pomo y apliqué un poco más de gel. Volví a insistir en mi avance y, tenía que reconocerlo, el consejo de Jessi había funcionado de maravillas.
-Ya vamos por la mitad. -Le anuncié a mi hermana. -¿Estás bien?
-Sí. -Respondió entre resoplidos. -Dale.
No me inspiraba demasiada confianza que estuviera respondiendo con tan pocas palabras, pero la calentura podía más.
Preferí darle algo más de tiempo para que se acostumbre antes de seguir avanzando y comencé un lento vaivén, avanzando y retrocediendo unos centímetros, teniendo cuidado de que mi verga todavía no entrara más de lo que lo había hecho hasta ese instante.
Los resoplidos de Clara se fueron apagando de a poco, y dieron lugar a unos suaves jadeos, lo cuales fueron acompañados por los de Jessi, que había vuelto a la acción con su mano izquierda mientras hacía lo posible por sostener el celular con su derecha.
Con el correr de los segundos, los jadeos también se desvanecieron, y los gemidos de mi hermana se hicieron presentes nuevamente en la habitación.
Fui ganando confianza y gracias a eso me di el lujo de avanzar cada vez más con cada penetración. Me tomé unos segundos para volver a colocar algo de gel y, cuando me quise dar cuenta, ya estaba metiendo tres cuartos de mi pija en el culito de Clara.
-¿Ya estás lista hermanita? -Pregunté, cuando la velocidad de las penetraciones había aumentado. -¿La querés hasta el fondo?
-La concha tuya, pendejo… ¡Dejá de hacerte rogar!
-Prefiero tu concha, hermanita. -Dije, antes de arremeter hasta el fondo sin más preámbulos.
Clara enterró la cara contra el colchón, pero así y todo el grito que pegó se escuchó fuerte y claro en la habitación. Mantuve mi cuerpo pegado a sus firmes y perfectos glúteos para disfrutar de la sensación de tener toda mi verga adentro de lo que hasta ese momento era el virgen culo de mi hermana.
-Ahí la tenés, toda bien adentro. -Comenté con un dejo de burla.
-Hijo de puta. -Fue lo primero que brotó de la boca de Clara.
-Si no te gustó, lo cortamos ahora mismo. -Dije, desafiándola a que me dijera que no.
-Cerrá el culo y seguí. -Respondió, resignada. -Pero no seas tan bruto.
-Pensé que habías venido a que te abra el culo, no a que cierre el mío.
-Cerrá el tuyo y abrime el mío, entonces. -Ordenó, sonriendo a pesar de la situación.
-Tus deseos son órdenes, hermanita.
De a poco reinicié las penetraciones, retirándome cada vez más antes de volver a presionar para que nuestros cuerpos estuvieran en contacto. Una vez que noté que mi hermana se había relajado, empecé a incrementar la velocidad.
Pocos segundos más tarde ya habíamos entrado en ritmo, y los gemidos de Clara volvieron a inundar la habitación. La calentura volvía a adueñarse de mi cerebro y guió a mi mano derecha para jalar la trenza y obligar a mi hermana a subir la cabeza.
-¿Esto querías, putita? -Pregunté, preso de la excitación. -Querías sentirla toda en el culo, ¿no?
-Ah… ah… ay… sí… to…da… la quiero… -Respondió con el poco aire que podía juntar entre cada estocada que le daba con mi verga.
-¿Querés que te la meta toda de golpe? -Dejé sólo mi glande dentro de ella, esperando su respuesta. -¿Querés que te rompa bien el culo, Clarita?
-Sí. -Dijo con un hilo de voz.
-No te escuché. ¿Qué dijiste?
-¡QUE SÍ, PENDEJO DE MIERDA! ¡QUIERO QUE ME ROMPAS BIEN EL CULO Y ME ENTIERRES LA VERGA BIEN ADENTROOOOOOOOO!
La última palabra se estiró hasta convertirse en un grito de éxtasis, lo cual fue la señal que esperaba para por fin sacarme cualquier barrera de contención que estaba poniendo entre yo y mi instinto animal.
Al igual que había hecho con Jessi, con una mano sujeté con fuerza su cintura, con la otra tiré de su pelo hasta envolver mi mano con su trenza, y empecé a penetrarla con tanta fuerza como me era posible.
Estocadas cortas y potentes, esa era la única señal que enviaba mi cerebro al resto del cuerpo. Cada vez que mi cuerpo chocaba con el de Clara era como si quisiera atravesarla de lado a lado, y no estaba tan alejado de la verdad.
Estaba decidido a darle por esa tarde y por todas las que no iba a poder darle a causa de aquel infeliz que estaba a punto de ponerse oficialmente de novio con mi hermana.
Esa bronca dirigida contra Tomás fue como echar nafta al fuego que tenía en mi cabeza. Solté la cintura de Clara y dejé que mi mano se estrellara contra su culo. La nalgada sonó casi como el restallido de un látigo.
Clara dejó escapar un quejido entre sus gemidos, pero no emitió palabra.
-¿Te gustó eso, putita? -Dije, dejando que mi mano chocara otra vez contra su cuerpo. -¿Ya vas a acabar?
-Siiiiii… ay, siiiiii
-¿Querés que pare?
-No… no pares…
-Entonces te voy a seguir rompiendo el culo, para que no te olvides nunca de esto.
Coloqué ambas manos en sus hombros y la usé de apoyo para ganar más impulso. Fue como si hubiera encendido el turbo. Mi cuerpo se empezó a mover casi por voluntad propia, atraído por el cuerpo de mi hermana con tanta intensidad que parecía que alguna misteriosa fuerza de gravedad ejercía su poder sobre mí.
De repente frené mis movimientos y volví a aquellas estocadas largas y potentes, empujando contra ella como si mi verga fuera un ariete que intentaba derrumbar la puerta del castillo enemigo.
-Diosssss… diosssss… POR DIOOOOSSSSSS…
La tercera fue la vencida, y la conchita de Clara nos avisó a todos los presentes en la habitación que había llegado a un orgasmo brutal. Por segunda vez en la tarde arremetí contra el cuerpo de mi hermana con todas mis fuerzas, y quedé tan pegado a su cuerpo que volví a levantarlo unos centímetros, mientras ella seguía largando sus jugos como si una represa se hubiera roto dentro de su cuerpo.
-¡Menos mal que no era sangre eso, o iban a pensar que mataron a alguien! -Dijo Jessi una vez que Clara y yo nos volvimos a tirar en la cama para recuperar energías.
-Callate, boluda. -Fue la réplica de mi hermana, que escondía la cara entre sus manos, algo avergonzada.
-¿Te sentís en condiciones? Todavía no acabé. -Comenté a la pasada, para recordarle que todavía faltaba algo.
-La puta madre, pendejo… -Suspiró, aún con la cara tapada. –¿No me vas a dar ni un minuto?
-No. -Contesté, para luego levantar a mi hermana y colocarla encima de mi cuerpo, con su rostro pegado al mío. -Vos querías que esto quedara para el recuerdo, y pienso hacer exactamente eso.
Coloqué una de mis manos en su nuca y presioné mis labios contra los suyos, los cuales se abrieron al instante, sin necesidad de ningún “ábrete sésamo”. Mi lengua invadió con entusiasmo desmedido el interior de su boca, donde su lengua esperaba como una bestia lista para defender su territorio.
Y la lucha fue intensa. Tan intensa que en tan sólo uno o dos minutos mi verga ya estaba lista para la acción una vez más.
Mi mano libre bajó por su espalda para llegar hasta su cintura. Clara se movió ligeramente para cambiar de posición y se ubicó en el lugar justo para sentarse sobre mi verga.
-Mmmmmmmmmmmm… Qué rico…
Mi hermana se sentó de una y le enterré más de la mitad de mi pija. No tardó mucho en recibir el resto, y a los pocos segundos volvía a cabalgarme con maestría.
Coloqué mis manos en su cintura, pero era ella la que nuevamente se encargaba de marcar el ritmo.
Volteé para mirar a Jessi y me encontré con que otra vez hacía su aparición el consolador, el cual se hallaba prácticamente perdido dentro de ella. Tenía los ojos cerrados producto de las oleadas de placer que estaba sintiendo, pero de alguna forma se las había ingeniado para continuar apuntando el celular hacia nosotros.
Clara se levantó un poco y, con agilidad casi felina, se las ingenió para darse vuelta y continuar con la cabalgata de espaldas a mí, apoyando sus manos en mi pecho para mayor comodidad.
-¡Por favor! ¡Cómo me gusta esta pija! -Gritó mi hermana mientras continuaba rebotando contra mí.
-¡Dale Clarita, por el culo de nuevo! -Jessi había abierto los ojos nuevamente y daba la impresión de que quería darse un banquete visual con nosotros. -Dale… ¡no te hagas rogar que ya sé que te gustó! -Insistió, al ver que mi hermana no se decidía.
Todavía dándome la espalda, Clara levantó su cuerpo hasta que mi verga salió de su interior, brillante luego de haberse sumergido en aquel rincón tan húmedo y caliente.
-Pasame el gel. -Ordenó, estirando una mano hacia atrás, a la espera de que cumpliera su orden.
Obediente, estiré mi mano para alcanzar el pomo y lo deposité en su mano. Ella lo agarró, colocó un poco en su mano y lo aplicó con cuidado, un poco sobre mi verga y otro poco en la entrada de su culo.
No había comprobado cómo le había quedado aquel agujerito a mi hermana, pero parecía que todavía había quedado bastante abierto, porque tardó muchísimo menos en tragarse prácticamente toda mi pija, y salvo algún que otro quejido, ella no había tenido que hacer ningún esfuerzo para bajar su cuerpo.
Un largo y sensual gemido fue la señal de partida para que ella comenzara a moverse una vez más, dando cortos saltitos, que de a poco fueron aumentando tanto en velocidad como en fuerza.
No había pasado ni un minuto desde que habíamos reiniciado los movimientos que Clara ya daba la impresión de que pensaba empalarse a sí misma contra mí, y empezaba a emitir unos sonidos que la hacían parecer poseída.
Esa era la señal que yo estaba esperando.
Me incorporé de golpe, interrumpiendo a mi hermana, y rodeé su cuerpo con mis brazos para volver a dejarme caer sobre la cama, su espalda apoyada contra mi pecho.
-¡Pará, boludo! ¿Qué hacés? -Preguntó desconcertada.
-Levantá las piernas. -Ordené, sin prestarle mucha atención a lo que decía.
-¿Para qué?
-Vos levantá las piernas.
Dubitativa, Clara obedeció mi pedido y subió sus piernas. Sin darle tiempo a reaccionar, dirigí mis brazos hacia abajo y los pasé por debajo de sus rodillas, para luego volver a subirlos y trabar mis manos por detrás de su nuca hasta entrelazar mis dedos.
Su poca estatura, sumada a su buena condición física y elasticidad, además de mis largos brazos, hicieron que resultara casi cómodo para mí. Tantas veces que había visto imágenes así en películas porno habían convertido casi en una obsesión el poder realizar esa pose, aunque fuera una vez en la vida: una Full Nelson.
-Agarrate de lo que puedas, hermanita.
-Sos un hijo de puta. -Resignada, inspiró hondo e intentó relajarse lo más posible.
Rogando porque Jessi no se perdiera detalle de lo que estaba a punto de pasar, clavé mis talones en el colchón, afirmé bien mis piernas, despegué la cintura unos centímetros del colchón, y dejé que mis deseos de hacer que mi hermana aullara de placer tomaran las riendas.
Siempre había tenido en claro que Clara era una persona menuda y liviana, pero no fue hasta ese momento en que realmente fui consciente de hasta qué punto lo era. A pesar de toda la excitación que invadía mi cuerpo y me hacía mover la cintura como un pistón a toda máquina, en un rincón de mi cabeza había espacio para sorprenderme para bien de la facilidad con la que podía mantener esa pose casi sin esfuerzo.
Clara intentaba pronunciar palabras, pero cada vez que abría la boca era para gemir de forma descontrolada. Música para mis oídos, que tomaban esos sonidos y lo transmitían a mi cerebro como una forma de afrodisíaco que me elevaba por los cielos.
Subí la velocidad, reforzando la idea de que no pensaba dejar de castigar su culo hasta que me quedara sin energías.
Y por fin sucedió. Se le fue la vida por la argolla, tal y como le había prometido en el momento en que entramos por primera vez en mi habitación horas antes.
Pero ni aun así me detuve. La acabada de Clara se esparció por todos lados, pero la obligué a mantener su cuerpo bien empalado por mi verga. Mis manos todavía se encontraban unidas y no la soltaron, dejándola presa de mis brazos, y de esa forma continué maltratando su culo.
Giré la cabeza para ver en qué andaba Jessi. El consolador ya estaba tirado sobre la cama, y algunas manchas oscuras sobre las sábanas fueron la pista que necesitaba para deducir que ella también había acabado.
Sin pronunciar palabra, le hice una pequeña seña con la cabeza, que ella por suerte supo interpretar. Se puso de pie, dejó el celular apoyado sobre la mesa de luz, todavía apuntando hacia nosotros, y se acercó hasta donde yo me encontraba rompiéndole el culo a su amiga.
-Mandale dedos. -Dije entre gruñidos, lo cual hizo que Jessi abriera bien grandes sus ya de por sí grandes ojos negros.
-¿Qué?.... ah… ah… no… por favor… -Suplicó mi hermana, que no paraba de gemir ni de jadear.
-Mandale dedos. -Repetí, con más fuerza. -Hacela acabar. Que se desmaye.
Jessi se quedó mirándome con la cara llena de dudas. Se mordía el labio, claramente debatiéndose entre el pedido de su amiga y la calentura que sentía, que la tentaba a hacerme caso.
-Perdón, Clarita. -Pidió de manera suplicante, antes de dejarse vencer por la calentura.
-No, por favor… DIOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Si yo había creído escuchar a mi hermana gritar de placer en alguna otra ocasión, no se comparaba en nada con los alaridos que pegó en mi habitación en aquel instante de un domingo a la noche.
Jessi no tuvo piedad para nada, introduciéndole dos dedos de una. De todos modos, Clara estaba con su conchita tan mojada que no era como si le hubiera faltado lubricación.
-Decías que no, pero mirá cómo estás. -Comentó Jessi. -Estás empapada ahí adentro. -Agregó, retirando sus dedos y mostrándole a Clara cómo caían gotas de sus propios jugos.
-Hacé que acabe. -Ordené, ya sintiendo que mis fuerzas empezaban a desvanecerse, así como también que mi propio orgasmo no se hallaba lejos de ocurrir.
Y Jessi no necesitó escucharlo dos veces. Toda señal de misericordia que podría haber tenido antes se había esfumado, y ahora en sus ojos sólo se veía el deseo que compartía conmigo, que era el de hacer que mi hermana quedara con el recuerdo de aquellos momentos grabados a fuego en su memoria.
Volvió a acercar su mano a la entrepierna de mi hermana y de inmediato sus dos dedos volvieron a penetrarla. A continuación, dejó que su mano se moviera a toda velocidad dentro de Clara, al tiempo que su otra mano estimulaba los pezones de mi hermana.
Si alguno tuviera que escuchar el sonido que hacía la mano de Jessi sin poder ver lo que sucedía, se habría preguntado por qué alguien golpeaba con tanta bronca un charco de agua.
Clara intentó decir algo coherente, pero de su boca sólo salieron ruidos imposibles de descifrar como palabras, a no ser que fuera algún idioma extraño. Lo que sí pude entender fue cómo un líquido caliente brotaba de ella y se escurría hasta caer sobre mi cuerpo.
Jessi me miró, buscando una indicación acerca de lo que tenía que hacer a continuación. La miré y sonreí, ella me devolvió la sonrisa, y, sin decirnos ni una palabra, ambos supimos que la pobre de Clara iba a seguir sufriendo nuestro castigo un poco más.
Era el último esfuerzo, ya sentía que mi orgasmo era inminente. Reuní las fuerzas que me quedaban, me aseguré de que mis manos todavía aferraban el cuerpo de mi hermana con firmeza, y reinicié las penetraciones a máxima velocidad.
Jessi intentó seguirme el ritmo con su mano, y de hecho de vez en cuando lográbamos coordinar bien, haciendo que el cuerpo de Clara vibrara de placer.
-Ya acabo, hermanita. -Anuncié entre los gruñidos que dejaba escapar por el esfuerzo realizado. -Aguantá un poco más.
-Dios… me van… a volver loca…
Y el clímax llegó por fin. Con un último gruñido digno de un animal salvaje volví a enterrar mi verga en el culo de Clara tan adentro como me fue posible, dejando que mi semen se derramara dentro de ella hasta que la última gota abandonara mis huevos.
Jessi hizo lo mismo con sus dedos, metiéndolos tan adentro como pudo y moviéndolos a toda velocidad dentro de su amiga, lo que hizo que por última vez en el día alcanzara un orgasmo, que terminó con cualquier cantidad de líquido que le pudiera haber quedado adentro a Clara.
Relajé mi agarre, mis dedos se liberaron y al fin permití que mi hermana volviera a bajar sus piernas. Su cuerpo cayó sobre mí como una muñeca de trapo, completamente exhausta. Retiré mi verga de su interior y un hilo de blanco y espeso semen empezó a salirse de su interior.
-¿Estás bien? -Pregunté una vez que recuperé el aire. -Clara, ¿estás bien? -Insistí, sacudiendo su hombro un poco.
-Son unos hijos de puta. -Susurró con las pocas energías que le quedaban. -Pensé que me iba… Me duele todo… Necesito ducharme. -Agregó, con su voz a punto de quebrarse por todo lo que había experimentado.
Me puse de pie tan pronto como pude y la tomé en mis brazos para llevarla al baño. Jessi se adelantó para preparar todo y abrir las canillas de la ducha.
Deposité a mi hermana en el piso de la ducha y entre Jessi y yo la ayudamos a limpiarse y a masajear un poco sus músculos. Unos minutos después, ella estaba en condiciones de ponerse de pie y salió por su cuenta para secarse.
Jessi la ayudó a llegar a la habitación mientras yo ocupaba la ducha. Mi cuerpo me recordó el esfuerzo que había realizado en la habitación y el cansancio se apoderó de mí. Me costaba horrores mantenerme en pie debajo del agua fresca.
-¿Estás bien vos? -Dijo Jessi desde el otro lado de la cortina, una vez que entró de nuevo en el baño.
-Sí, aunque me siento destruido. -Comenté en medio de los quejidos que brotaban de mi boca al masajear mis hombros. -¿Y Clara?
-Se quedó dormida apenas apoyó la cabeza en la almohada. -Respondió con una risita. -Pobre, la mataste hoy.
-La matamos, querrás decir. Vos también hiciste lo tuyo.
-Yo no soy la que empaló a tu hermana. -Señaló entre risas.
-Bueno, quizás la mayor parte de la culpa la tengo yo. -Admití. -Pero tu manito hizo algo más que filmarnos.
-Mi manito sigue con ganas de hacer travesuras. -Comentó, corriendo la cortina para mostrarme su desnudez.
¿Había alguien que pudiera encontrarse con ella y resistirse a la tentación de lanzarse sobre su cuerpo y penetrarla de forma salvaje? Yo seguro que no era parte de ese grupo.
Jessi se metió bajo el agua conmigo sin esperar ni una palabra. En sus ojos ardía un fuego que, si se lo hubiera propuesto, me habría reducido a cenizas en un instante.
-No te digo que me pegues la garchada del siglo como hiciste con Clara. -Dijo, pasando sus brazos por detrás de mi cuello. -Pero necesito que me garches. No aguanto más. -Plantó sus labios sobre los míos y me dio un beso de antología. -Por favor, Pedro. Cogeme ya mismo.
No existía forma alguna en que yo rechazara ese pedido. Y mi verga parecía opinar lo mismo, porque ya se había alzado lista para la acción.
-No pidas mucho, ya me hizo mierda Clara. -Me atajé, sabiendo que Jessi tranquilamente podría exprimirme hasta dejarme más seco que ese medio limón que siempre quedaba decorando las heladeras vacías de todo el mundo.
-Dame pija, con lo que te quede de energías. Me conformo con eso. -Dijo, para luego voltearse y levantar ese maravilloso culo, y así permitir que mi verga pudiera penetrarla con mayor comodidad.
Sostuve mi miembro en la mano y lo apunté directo al medio de esa rajita que estaba bien mojada ya, y no sólo por el agua.
El glande atravesó la entrada y fue como volver a casa después de un largo día de trabajo. Ese era el lugar donde querría meter mi verga siempre.
-Ay siiiiii… ¡Esto quería! -Celebró Jessi al sentir cómo mi verga llenaba cada rincón de su interior. -Partime al medio, no te guardes nada.
Coloqué mis manos en su cintura y empecé a darle con las pocas fuerzas que había podido recuperar. Durante los siguientes minutos no cambiamos de posición hasta que Jessi se puso de rodillas para recibir mi semen en su boca y tragarse hasta la última gota.
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-Clara, despertate. -Dije, estirando mi brazo hacia el asiento del acompañante para sacudir su hombro. -Ya llegamos a casa.
-¿Eh? -Preguntó con voz somnolienta. -¿Ya?
-Sí, dale.
Eran las once y media de la noche, pero las luces seguían encendidas en la casa. Hubiera sido mejor si mis viejos se hubieran ido a dormir, pero no quedaba otra que arriesgarse un poco a que mi vieja nos llenara de preguntas.
-Ahí va, ahí va. -Protestó, mientras se estiraba un poco. -Ya te lo dije antes, pero te lo repito ahora: gracias. Y a vos también, Jessi. -Añadió, volteándose para dirigirse a su amiga.
-¿Estás segura de esto? -Preguntó la joven. -Mirá que a mí no me molesta si te querés sumar de vez en cuando. -Comentó con una sonrisa cargada de picardía.
-No, no. Ya lo decidí. -Insistió mi hermana con firmeza a pesar de su cansancio. -Si voy a ponerme de novia con Tomás, voy a hacer las cosas bien.
-Más te vale que no la cague, porque con lo que estás dejando por él, mejor que valga la pena.
-Quedate tranqui, que lo vale. Aunque vos no lo creas. -Agregó, apoyando su índice en mi pecho.
-Si vos lo decís… -No pensaba llevarle la contra en ese momento. -Pero me sumo a lo que dijo Jessi, más vale que no la cague, o...
-No empecés a ponerte en hermano protector. -Se atajó antes que yo pudiera hacer alguna amenaza sin sentido. -Si Tomás la llega a cagar, voy a ser la primera en hacer que lo lamente por el resto de su vida. -Concluyó, con una sonrisa que anunciaba que lo decía muy en serio.
Bajamos los tres del auto, y avanzamos hacia la puerta. Clara estaba por abrir con su llave, cuando mi vieja apareció de pronto.
-¡Al fin volviste! ¡Poco más y creíamos que te quedabas a dormir en lo de Pedro! -Dijo sonriente, saludándonos. -¿Qué te pasó en el pie? -Preguntó de golpe.
-Nada, me torcí. -Respondió Clara, señalando el vendaje que tenía en su tobillo. -Pedro tenía algo para vendarlo por las dudas. Me molesta un poco al pisar, pero no duele tanto.
Jessi había sido la de la idea, y la verdad que no estaba mal tener alguna especie de justificativo para la forma rara en que se movía Clara. Explicarles a mis viejos que ella caminaba medio raro porque yo le había desvirgado el culo no era una buena opción.
-Pasen, pasen. -Nos invitó mi vieja una vez que terminó de sermonear a Clara sobre lo peligroso de ser descuidada al caminar y la necesidad de ver bien dónde pisaba.
-No, ma. -Respondí. -Ya es tarde, tengo que llevar a Jessi a su casa.
-Ah, bueno. Qué raro ustedes dos, ya van varias veces que la llevas a su casa. -Señaló con sagacidad. -No estarán en algo, ¿no? -Preguntó medio en broma, medio en serio.
-¡Ay, no! -Reaccionó Jessi de inmediato, como si la idea fuera ridícula. -¡Ni en pedo!
Pero sus acciones contradecían sus palabras, porque mientras decía eso rodeó mi cuerpo con sus brazos y apoyó su cabeza en mi hombro en una actitud claramente cariñosa.
Mi vieja se quedó boquiabierta, mirándome en busca de una explicación para lo que ocurría delante de sus ojos.
-Bueno, ya nos vamos. -Dije con una sonrisa, acercándome a darle un beso de despedida, luego de que Jessi hiciera lo mismo.
-Pedro… -Empezó mi vieja, pero yo la frené antes de que iniciara el interrogatorio.
-El próximo domingo te cuento. -Dije, con tono enigmático. -Ahora la llevo a Jessi a su casa.
Sin darle tiempo para que volviera a atacarme con sus preguntas, nos dimos media vuelta y caminamos hasta el auto.
Una vez que subimos y arrancamos el camino a su casa, estallamos en carcajadas los dos.
-¡La cara que puso tu vieja! -Exclamó Jessi. -Por favor… Poco más y se le cae el mentón al piso.
-No se la esperaba esa, ¿no?
-¡Para nada! -Coincidió ella. -¡Y peor va a ser cuando Clara caiga con Tomás! ¡Ahí sí que se desmaya!
-El domingo voy a tener que estar ahí sí o sí, a ver cómo reaccionan cuando lo lleve a la casa.
-Filmales las caras a tus viejos, por favor. ¡Van a quedar para la historia! -Pidió, provocando las carcajadas en los dos nuevamente.
Finalmente llegamos a la vereda de su casa y estacioné el auto.
-¿Y ahora qué hacemos? -Preguntó Jessi.
-No sé, decime vos. -Retruqué, esperando en silencio.
Y el silencio se prolongó por lo que pareció ser una eternidad. ¿Me iba a invitar a pasar a su casa o no? ¿Estaba esperando que yo se lo pidiera? ¿Qué iba a pasar entre ambos? ¿Realmente esto podía convertirse en una relación seria?
¿Por qué mierda mi cabeza siempre se ponía en mi contra y me hacía dudar tanto?
-Bueno, buenas noches entonces. -Dijo finalmente, estirando el brazo hacia la puerta.
-¿Y si mejor me decís “buenos días” cuando nos despertemos juntos? -Pregunté, antes de que pudiera alcanzar la manija para abrirla.
-¡Hasta que activaste! -Respondió, con una sonrisa que iluminaba el interior del auto sin necesidad de encender nada.
-Y bueno, hubieras preguntado. -Repliqué, igual de sonriente.
-Dale, vamos a ver si te quedaron algo de energías todavía.
-Al menos mañana no voy a tener que madrugar tanto. -Comenté riendo aliviado de no tener que despertarme cuando todavía no hubiera amanecido.
Bajamos del auto, trabé todo, y nos dirigimos a su casa. Al día siguiente tendría tiempo de seguir pensando boludeces que no venían al caso.
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Hasta acá el capítulo 17. El próximo que suba será el cierre de esta historia.
Quizás alguno piense que es algo apresurado, pero me parece que hay que saber cuándo una historia no da para más en lugar de estirarla repitiendo situaciones o inventando cosas cada vez más rebuscadas que no hacen a la historia.
Y me anticipo a los que suelen preguntar a cada rato cuánto falta para el próximo capítulo: No esperen que mañana o pasado lo suba. Si voy a darle un cierre a esta historia, lo voy a hacer de la mejor manera posible, y eso lleva tiempo.
Una vez más, gracias a los que se toman esos segundos de más para dejar los puntos y comentarios.
Nos leemos.
20 comentarios - Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte XVII-b)
Gracias por compartir y estoy de acuerdo, la historia podría seguir con el resto en otro serial diferente. O relatos independientes... Un saludo.