En un edificio donde todo puede pasar, sus vecinos se irán relacionando entre ellos creando nuevos lazos con el fin de experimentar nuevas sensaciones y darse placer mutuamente. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
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Capítulo 10: 4to C (Daniela)
Las dos nos miramos fijo por unos segundos dándonos a entender que estábamos convencidas de querer hacerlo. Solo pensar en lo que podía llegar a pasar me ponía como loca y me calentaba muchísimo. Abrí la puerta del palier rogando porque Danilo no apareciera en ese momento y las dos caminamos con decisión hasta la puerta que estaba en frente de la nuestra. Nuevamente le lancé una mirada y ella asistió con la cabeza, reafirmando la falta de existencia de cualquier inseguridad que podía surgir. Toqué el timbre con el corazón latiendo a mil por segundo y esperé que nuestro vecino abriera la puerta.
Me llamo Daniela, tengo 23 y vivo en el edificio desde hace ya cuatro años. Me mudé del pueblo en donde vivía a la ciudad con el objetivo de estudiar una carrera universitaria y de escapar un poco de los chismeríos del pueblo. Dos años más tarde llegó Ornella al departamento, quien a pesar de no compartir ningún lazo de sangre conmigo, es mi hermana. Esto se debe a que cuando mis padres se enteraron que no podían tener más hijos después de haberme tenido a mí, decidieron adoptar una chica de unos meses que acababa de nacer en el hospital del pueblo y su madre la quería dar en adopción. Así, Orne llegó a nuestras vidas y a pesar de no ser hija biológica de mis padres, se convirtió en mi hermana.
Sin embargo, yo nunca la vi como eso, sino que para mí siempre fue una amiga. Con el correr de los años nos fuimos volviendo muy cercanas y nos fuimos dando cuenta que a pesar de ser muy distintas, compartíamos muchísimas cosas y eso nos encantaba. Ella era más deportista y atlética y yo era mucho más artística. Ornella amaba pasar las tardes al aire libre leyendo y tomando mates y yo era una chica de la noche que le encantaba bailar hasta que salía el sol. Éramos agua y aceite, con la diferencia que disfrutábamos muchísimo el tiempo juntas.
A medida que fuimos creciendo también nos fuimos volviendo confidentes y comenzamos a contarnos muchas intimidades. Ella me hablaba de los chicos que le gustaban y yo, como hermana más grande, le daba consejos sobre qué era lo que debía hacer. En la época en la que empezamos a descubrir nuestro cuerpo, nos gustaba encerrarnos en la pieza de alguna de las dos a mostrarle a la otra como nos tocábamos y aprender de autosatisfacción con videos o cosas de internet. Cuando tuve mi primera vez con un hombre, le di lujo de detalles y ella hizo lo mismo unos años más tarde. Fue horrible tener que alejarme de ella a los 18 años, pero sentí una alegría enorme saber que íbamos a volver a vivir juntas tan solo dos años después.
Desde que estamos en la ciudad somos un dúo explosivo. Ella se unió a mi grupo de amigas y yo hice lo mismo con el suyo, por lo que todos los fines de semana salimos a bailar y a divertirnos juntas. Obviamente que nos ayudamos mucho a la hora de conquistar algún chico y nos hacemos el aguante si alguna de las dos quiere usar la habitación para tener intimidad. En más de una oportunidad, tuve que dormir en el sillón para dejarle la pieza libre a Ornella y ella muchas veces hizo lo mismo. Es por eso que amo vivir con ella y por más que tengamos el mismo apellido, para mí va a ser siempre mi mejor amiga.
La cosa empezó cuando en frente nuestro se mudó Danilo, un pibe que también venía de un pueblo a estudiar. El pibe tiene la misma edad que mi hermana y a pesar de no ser tan lindo, tiene un cuerpo hermoso y eso a ella le encantó. Sin embargo el pendejo nunca le dio bola, a pesar de que mi hermana se le lanzó bastantes veces y nuestras sospechas de que es gay fueron fuertes hasta que lo vimos cruzar miradas muy comprometedoras con Sandra, la del 7mo. Las dos estuvimos bastante tiempo intentando hacer que mi hermana y él tuvieran algo hasta que apareció Pablo.
En el otro departamento de nuestro piso, vivía una señora mayor que de un día para el otro desapareció. No sabés que pasó con ella y poco nos importa, pues al departamento se mudó Pablo, un pibe de 25 años que está para chuparse los dedos. Yo lo conocí a las pocas semanas de que se mudara y nos quedamos en el palier hablando por unos segundos. Cada vez que nos cruzábamos entablábamos conversación y comencé a sentirme muy atraída por él. Eso a mi hermana le dio algo de celos, aunque nunca me lo confesó y se sintió desplazada cuando Pablo y yo empezamos a hacerlo.
La primera vez fue luego de salir a bailar con las chicas y de cruzármelo a él en el boliche. Me encaró y yo obviamente le di bola y terminamos besándonos en un rincón del lugar. Aprovechando que vivíamos juntos, los tres nos volvimos en el mismo taxi y cuando llegamos al 4to piso él me invitó a pasar a su casa y yo abandoné a Ornella que con cara de odió entró a nuestro departamento. Si Pablo me gustaba, me terminó de encantar esa noche que me cogió de una manera única, provocándome un orgasmo hermoso que disfruté junto a su cuerpo. A partir de ahí nuestros encuentros se volvieron mucho más frecuentes y empezamos a disfrutar del sexo casi todos los fines de semana.
Pero para Orne eso era un calvario pues ella no venía teniendo la misma suerte que yo. Se sentía muy frustrada con el rechazo de Danilo y eso la volvía loca y la hacía sentirse insegura. Una tarde de Enero que estábamos en la pileta con Pablo y otros vecinos, yo le pregunté a él si no tenía un amigo para presentarle a mi hermana y él me contestó que podía sugerir algo con alguno de sus amigos. Entonces la llamamos a Orne, que estaba nadando en la pileta, y comenzamos a mostrarle algunos de los amigos solteros de Pablo para organizar una salida de a cuatro. Sin embargo todo salió mal, pues el amigo de Pablo canceló a último momento y los dos tuvimos que consolar a Ornella.
- ¡Soy horrible!- Decía ella llorando en el sillón del departamento de nuestro vecino.
- ¡Ay boluda! ¡Dejate de joder!- Le dije yo sentándome al lado de ella.- ¡Sabés que sos hermosa!
- ¡Es mentira!- Me respondió ella enseguida y siguió llorando más y más fuerte.- Me lo decís porque sos mi hermana.
- Eso no es verdad…- Nos interrumpió de golpe Pablo.- Sos muy linda chica Orne. De hecho, hasta yo me fijé en vos antes de salir con tu hermana.- Agregó después con algo de vergüenza.
Esas palabras fueron suficientes para calmar el llanto del momento y alegrarle la noche a mi hermana, que de golpe comenzó a sonreír. Obviamente terminamos pidiendo algo de comida y nos quedamos en el departamento de Pablo hasta que se hizo tarde y Ornella cruzó el pasillo para irse a dormir. Entonces yo me quedé con nuestro vecino y terminamos en la cama desnudos como solíamos hacerlo. Sin embargo las palabras de él me habían quedado en la cabeza y tuve que preguntarle si era verdad, sin en serio se había fijado en mi hermana antes de salir conmigo.
- Pero si es re linda chica tu hermana.- Me respondió él tratando de esquivar la pregunta.
Pero yo seguí insistiendo pues quería que Pablo me respondiera si era verdad o no lo que había dicho. Obviamente su falta de seguridad a la hora de responder me dio a entender que no había sido mentira lo que había dicho y que se había fijado en mi hermana antes de fijarse en mí. No me pude aguantar las ganas y le pregunté si se hubiera acostado con ella de haberse presentado la oportunidad. Acorralado por mi interrogatorio y sintiéndose indefenso frente a nuestra desnudez, mi vecino me confesó que si no hubiera pasado nada conmigo, él habría intentado que pase algo con ella. Ante esa respuesta, yo simplemente sonreí.
Es que hace tiempo que con Orne nos planteamos la idea de estar las dos juntas con un hombre. La idea surgió en base a un ex que tuve yo en mi pueblo que me propuso de hacer un trío con mi hermana. En ese momento ella era muy chica y pensar en la escena me dio repugnancia, por lo que terminé pegándole una cachetada y diciéndole que no. Sin embargo cuando pasaron los años, la imagen de las dos desnudas frente a un mismo hombre, gozando juntas de su compañía, se hizo cada vez más tentadora. En una oportunidad casi llegamos a concretarlo, ni bien Ornella se mudó a la ciudad, pero nos acobardamos y todo quedó en la nada. ¿Se estaba presentando una nueva oportunidad?
Durante toda esa semana me dediqué a lanzarle indirectas a mi hermana sobre ese tema. Traté de ser lo más sutil posible pues no quería hacerlo de manera muy directa, sin embargo tenía la sensación de que ella sabía de qué se trataba. Cuando llegó el viernes supe que debía contarle la verdad y aprovechar que nuestro vecino me esperaba después de cenar. “Vos misma lo escuchaste Orne y me lo dijo a mi después de que vos te fuiste” le dije resumiéndole la conversación que había tenido con Pablo. Ella me miró dudando, no estaba segura de lo que podía llegar a pasar. Pero sus dudas confirmaban mis sospechas de que se moría de ganas de hacerlo, por lo que le insistí y terminó cediendo con una sonrisa en el rostro.
A eso de las once de la noche le mandé un mensaje a Pablo que decía “Ahí voy. Llevo una sorpresa”. Salimos las dos al palier vestidas en ropa interior, yo luciendo un conjunto azul eléctrico que se basaba en un corpiño de encaje y una tanga diminuta y Orne con una cola less negra que resaltaba su cintura y un corpiño gris oscuro que le quedaba hermoso. Nos miramos con ansias y ella asintió con su cabeza dándome la confirmación final que necesitaba antes de tocar el timbre. Esperamos unos segundos mientras nuestros corazones latían a toda velocidad rogando porque Danilo, el otro vecino, no apareciera de golpe hasta que se abrió la puerta.
Pablo abrió los ojos de una manera increíble al ver que sus dos vecinas se encontraban del otro lado de la puerta vestidas en lencería. Nosotras, sin saber muy bien que hacer nos empezamos a reír. En ese momento me di cuenta que había planeado todo a la perfección hasta ese momento, pero que no tenía ni idea como seguir. Había convencido a mi hermana a lo largo de toda la semana y la había llevado a pensar en que era una excelente idea cruzar el pasillo en ropa interior. Pero no tenía ni idea como seguir, por lo que lo primero que hice fue reír.
Enseguida Pablo se corrió hacia un lado dejándonos pasar y las dos entramos meneando las caderas y asegurándonos de que nuestro vecino nos mirara. Yo fui la primera en buscarlo, mientras que Orne se sentó en el sillón del comedor. Lo sujeté de las manos y lo besé apasionadamente al mismo tiempo que él seguía procesando lo que sucedía. Después de eso lo llevé hasta el sillón y él se sentó en el centro y yo del otro lado. Pablo nos miró a las dos con una sonrisa en la boca y me preguntó a que se debía esta visita. “Te dije que tenía una sorpresa” le respondí sonriendo y acariciando su brazo.
Ornella por el momento seguía sentada del otro lado, mirando la situación sin hacer nada. Rápidamente volví a besar a Pablo y comencé a levantarle la remera hasta que logré sacársela y tirarla al piso. En ese momento me alejé de sus labios y miré a mi hermana que seguía sentada al lado nuestro sin interactuar con nosotros. “¡Mirá lo que son estas abdominales! ¡Vení, tocalas!” le dije pasando mi mano por el cuerpo de nuestro vecino. Entonces ella se animó a apoyar su mano en el pecho de Pablo y a bajarla hasta su panza al mismo tiempo que yo volví a besarlo. Se notaba que él todavía no se sentía seguro de la situación y que estaba algo aturdido de la sorpresa, a pesar de eso nosotras seguimos.
A medida que yo me besaba con él y lo iba desvistiendo, Ornella pasaba su mano por el cuerpo de Pablo, rozando con la yema de sus dedos la piel de él. Comencé a desabrocharle el pantalón y me alejé otra vez de su boca para poder ver lo que hacía. En ese momento él giró la cabeza y mi hermana se inclinó hacia adelante para darle un beso. Fue algo rápido, de unos pocos segundos, sin embargo esa escena me encendió tanto que no me pude aguantar las ganas de encender el fuego al máximo.
Me arrodillé delante de Pablo y le bajé el pantalón de a toda velocidad hasta sacárselo de un solo tirón. La manera brusca en la que se lo saqué lo hizo reaccionar y pegar un pequeño salto sobre el sillón. Sin embargo Ornella lo tomó enseguida del rostro y lo volvió a besar mientras se inclinaba más sobre su cuerpo. Aproveché ese momento para pasar mis manos por encima de su bóxer y sentir la dureza de su pija debajo de este. Se la agarré con fuerza mientras le besaba las piernas. Comencé a masturbarlo por encima del bóxer mientras que él seguía perdido en los besos de mi hermana, quien se había arrodillado arriba del sillón y apoyaba sus tetas en el pecho de Pablo.
Tomé su pija con ganas y deshaciéndome del bóxer pasé mi lengua a lo largo de ella, desde la base hasta la punta. Noté como Pablo tembló al sentir el contacto, sin embargo estaba tan sumergido en los besos de Ornella que no pudo ni reaccionar. Repetí el movimiento y cuando llegué a su cabeza, dejé mi lengua apoyada y comencé a dibujar pequeños círculos sobre ella. Sentí como su pija empezaba a latir en mi mano y como se iba poniendo cada vez más firme a medida que se humedecía con mi boca. Apoyé mis labios sobre ella y lentamente los fui bajando por alrededor de su verga, saboreándola lentamente. En ese momento él reaccionó y dejó escapar un leve gemido de placer.
Levanté la mirada y pude ver como Orne había bajado de su boca a su cuello y lo besaba con ganas, recorriendo también los hombros de Pablo con su boca. Yo seguí comiéndome su pija, la cual se endurecía cada vez más y más y crecía entre mis labios. Me encantaba la escena que estábamos viviendo, dándole las dos placer a nuestro vecino. Era evidente que disfrutábamos muchísimo de ello y se notaba en la forma en la que nos movíamos y como nuestras bocas recorrían su cuerpo. Cuando Ornella llegó a sus pezones y se los empezó a chupar, Pablo no pudo aguantarse las ganas y dejó escapar un nuevo gemido de placer, siendo este mucho más fuerte que el anterior.
- ¡Vení Orne!- Le dije a mi hermana como si la invitara a jugar conmigo.- ¡Vení a probar esta pija que está deliciosa!
Cuando dije eso ella reaccionó de inmediato. Se bajó del sillón y se arrodilló al lado mío y yo le hice lugar para que pudiera acercar su cabeza hacia la cintura de Pablo. Sin soltar la poronga de nuestro vecino, la cual estaba totalmente al palo, se la entregué a mi hermana como si le ofreciera un helado para poder chupar. Ella abrió bien grande la boca y fue bajando con sus labios por todo el cuerpo de nuestro amante, recorriendo su hermosa pija hasta toparse con mi mano. Luego subió bien despacio para poder saborearla por completo y cuando quedaban solo unos centímetros, tomó aire y salió haciendo el ruido de una sopapa.
- ¡Mmm que rica!- Me dijo mirándome a los ojos y sonriéndome. Era obvio que me seguía el juego.
- ¿Viste?- Le dije yo que volví a acercarme a la cabeza de la pija de Pablo y le pasé la lengua rápidamente.- ¡Está riquísima!- Agregué y volví a metérmela en la boca.
Las dos empezamos a jugar con nuestro vecino que permanecía sentado en el sillón disfrutando de nuestro regalo. Nos íbamos intercalando para chupársela y darle placer oral, rozando nuestros labios sobre su cuerpo, chupándole la pija con ganas y dejándosela empapada de saliva con cada probada que dábamos. Él nos miraba fascinado y sin poder creer lo que vivía. Yo observaba con admiración la manera en la que mi hermana se metía en la boca la verga de nuestro vecino y la disfrutaba como loca. Eso me excitaba muchísimo y me calentaba de una manera única.
Aproveché esa oportunidad para sacarme el corpiño y para sentarme nuevamente al lado de Pablo, quien automáticamente bajó su cabeza hasta mi pecho para empezar a lamerme las tetas. Desde esa perspectiva podía ver la cabeza de Ornella subiendo y bajando por la verga de nuestro amante, recorriéndola entera y haciéndola desaparecer adentro de su boca. Mientras tanto él me lamía las gomas con ganas y me mordisqueaba suevamente los pezones, haciendo que estos se me pusieran bien duros. Lo sujeté con fuerza de la nuca y lo hundí más en mi pecho mientras me recostaba a lo largo del sillón. Mi hermana seguía entretenida con su verga, disfrutándola más a medida que pasaba el tiempo y saboreándola desde todos los ángulos.
Una vez que quedé acostada en el sillón, Pablo aprovechó mi posición para sacarme la tanga que tenía puesta y sonrió al ver lo diminuta que era. Se inclinó hacia adelante colocando su cabeza entre mis piernas y comenzó a chupármela. Hizo lo mismo que yo, primero pasó su lengua suavemente desde abajo hacia arriba. Repitió el movimiento varias veces y cuando me di cuenta, yo estaba gimiendo y apretándome las tetas del placer. Pablo enseguida abrió mis labios con sus manos y me empezó a chupar el clítoris, masajeándolo con su lengua y metiéndolo entre sus labios para tirarlo hacia atrás. Toda empapada, empecé a lanzar risitas tontas y a mover la cintura de la misma manera en la que él lo hacía con su boca.
- ¡Cogeme!- Le pedí jadeando a toda velocidad, completamente excitada.
Por alguna razón, la situación me había calentado como nunca y toda la escena me había puesto en llamas. Mi hermana se inclinó hacia atrás y él se recostó a lo largo del sillón encima de mi cuerpo. Me penetró lentamente aunque no era necesario, pues su verga llena de saliva de Ornella resbaló sobre mi conchita que acababa de chupar. El primer gemido que lancé fue ahogado, pero los siguientes dejaron bien en claro que esa iba a ser una noche muy caliente. Sin dar vueltas, Pablo empezó a cogerme a toda velocidad, metiendo y sacando su verga bien dura de mi cuerpo y azotándome con cada movimiento que hacía. Yo lo abracé sobre los hombros y lo acerqué a mí para comerle la boca y darle un beso bien baboso.
Mi hermana permaneció sentada en el piso al lado nuestro por unos segundos, apreciando el show que ocurría en frente suyo. Pero Pablo no quería que se sintiera desplazada, por lo que la acercó a nosotros agarrándola de la mano y la besó al segundo que yo lo dejé libre. Sin dejar de cogerme como una bestia, empezó a besar a mi hermana frente a mis ojos, metiéndola la lengua en la boca. No podía creer lo mucho que eso me excitaba y me ponía a gemir como loca. Nunca había sentido ese placer. Me calentaba muchísimo ver como ellos se besaban con ganas a centímetros de mi cara, mientras que su verga entraba y salía de mi cuerpo a toda velocidad.
Pero lo que más me calentó fue lo que Pablo hizo después. Tomando de la nuca a Ornella, la fue acercando hasta mi rostro provocando que nuestros labios se unieran de golpe. Era la primera vez que hacíamos eso y sentir la calidez de su boca sobre la mía me dejó paralizada. Orne sin embargo fue más rápida que yo y abrió su boca para sacar su lengua de ella y meterla en la mía. Comenzamos a transar apasionadamente mientras que él me seguía cogiendo a toda velocidad. Era una escena sumamente estimulante y que nunca pensé que iba a llegar a pasar y eso era lo que más me calentaba.
Pablo le desabrochó el corpiño a mi hermana y cuando lo hizo la alzó tirándola del pelo para que ella volviera a quedar arrodillada al lado nuestro y bajó su boca hacia las tetas de ella. En ese momento él cesó un poco sus movimientos y aproveché para empezar a moverme yo, que a pesar de estar debajo de su cuerpo, comencé a mover mi cintura en todas direcciones, sintiendo como su verga se clavaba en mí. Ornella gemía y se movía también con ganas, disfrutando de la boca de nuestro amante, quien le lamía las tetas y le mordía los pezones de la misma manera en la que lo había hecho antes conmigo.
Entonces me saqué de encima a Pablo y le dije que se sentara en el sillón. No podía aguantarme más las ganas de verlos coger a ellos por primera vez, quería escuchar a mi hermana gemir de la misma manera en la que yo gemía con él. Le saqué el culote de un tirón a Ornella y le ordené que se sentara encima de él, al mismo tiempo que yo volvía a acomodarme al lado suyo. Ella se subió al sillón arrodillada con una pierna de cada lado de su cuerpo y fue bajando lentamente a medida que esa verga bien dura iba entrando en su cuerpo. Orne abrió bien grande la boca y ahogó un gemido que dejó salir todo junto una vez que la tuvo bien adentro.
Poco a poco empezó a moverse como loca mientras que yo permanecía sentada al lado de los dos y los miraba fascinada. Su cuerpo subía y bajaba por el de Pablo, mientras que su verga entraba y salía de la conchita de mi hermana. Él la sujetaba de la cola y la observaba con una sonrisa de oreja a oreja, mientras que ella apoyó sus brazos sobre los hombros de él para tomar impulso en cada movimiento. En ese momento empecé a recorrer la espalda de Ornella, acariciándola delicadamente y sintiendo el calor que emanaba su cuerpo. Me encantaba verga gozar de esa manera y disfrutar de la misma pija que yo había disfrutado muchísimas veces.
Sin pensarlo, me coloqué detrás de Ornella apoyando mi pecho sobre su espalda y metiendo mis brazos debajo de los suyos para colocar mis manos sobre sus tetas. Enseguida se las apreté con fuerza y ella se empezó a mover a mayor velocidad. Sintiendo el impulso de mi cuerpo, mi hermana comenzó a cabalgar el cuerpo de nuestro vecino con ganas, saltando sobre él y cayendo sobre su cintura clavándose así su pija. Él seguía agarrándola con fuerza, pero no tardó en estirar sus manos un poco más hasta llegar a mi cuerpo y así agarrarme a mí también. Los tres nos uníamos en un solo abrazo bien caliente que se movía en todas direcciones con cada salto que Orne daba sobre el cuerpo de Pablo.
Motivada por la verga de nuestro amante y sintiendo mi presencia detrás suyo, mi hermana no tardó en acabar. Sus movimientos se fueron acelerando y llegaron a su punto máximo en el momento en el que cayó con un golpe seco y lanzó un gemido de placer máximo. Yo sentía como su corazón latía a toda velocidad y como su pecho se inflaba con cada respiración que daba. Cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás para disfrutar del momento y entonces pude ver la cara de felicidad de Pablo que la miraba fascinado por lo que acababa de pasar.
Enseguida se levantó y se corrió hacia un costado, dejándome su lugar sobre nuestro vecino. No tardé en colocarme bien encima de su cuerpo y en clavarme su pija en mi conchita que seguía toda mojada. De la misma manera que Ornella lo había hecho sobre él, yo empecé a saltar sobre su cuerpo, sintiendo su dureza penetrarme bien a fondo. Pablo hundió sus tetas en mi pecho y volvió a lamérmelas y a morderme los pezones con cada movimiento que yo daba. No podía dejar de saltar encima de su cuerpo, gozando cada segundo que pasaba y disfrutando al máximo.
Giré la cabeza hacia un costado y pude observar como mi hermana yacía recostada en el sillón al lado de nosotros y se tocaba mientras apreciaba la escena. Eso me volvió tan loca que comencé a saltar a mayor velocidad, clavándome con furia la pija de Pablo en la conchita. No podía contener mis gemidos que de golpe inundaron la habitación. Lo sujeté de la nuca y lo pegué a mi cuerpo, sintiendo su transpiración y el calor que este emanaba. Cada salto era más brusco y más violento pero a la vez más placentero y satisfactorio. Notaba un calor garrafal se encendió en mi pecho.
Sentí como Pablo empezó a eyacular adentro mío y el calor de su semen me invadió todo mi cuerpo. Cayendo rendida encima de su cuerpo, noté como un hermoso orgasmo se apoderaba de mí y me dejaba gritando y jadeando de placer. Los dos permanecimos abrazados durante varios segundos, él aferrado a mi cola mientras que yo observaba a mi hermana que seguía rozando su clítoris con sus dedos. Separé mi cuerpo del de Pablo y automáticamente lo besé con ganas, haciéndole saber que acababa de darme uno de los mejores orgasmos de mi vida.
Las dos nos pusimos la ropa interior a toda velocidad y luego de saludar a nuestro vecino cruzamos de nuevo el pasillo hasta llegar a nuestra casa. Ni bien cerramos la puerta nos empezamos a reír, tentadas por lo que acabábamos de vivir y felices de haber cumplido esa hermosa fantasía. Ella se fue a bañar primero y cuando salió entré yo a la ducha para limpiarme el cuerpo, aunque seguía disfrutando del orgasmo que acababa de obtener. Ni bien salí, me acosté en la cama y ella me miró desde la otra que estaba a un metro de la mía. Pude ver una sonrisa enorme en su rostro y eso me encantó, me llenó de felicidad.
FIN!
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5 comentarios - Vecinos. Capítulo 10
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Como decía la comedia mexica, "Vecinos, No salgas sin ellos!