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Vecinos. Capítulo 7

Vecinos. Capítulo 7

En un edificio donde todo puede pasar, sus vecinos se irán relacionando entre ellos creando nuevos lazos con el fin de experimentar nuevas sensaciones y darse placer mutuamente. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

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Capítulo 7: 4to B (Danilo)
   Llegué a mi casa y fui corriendo a darme una ducha pues estaba todo transpirado de haberme ido a jugar un partido de futbol con mis amigos. Me desnudé a toda velocidad a medida que iba al baño, dejando en el pasillo la ropa tirada. Entré a la ducha y me pasé el jabón de manera acelerada mientras que con la otra mano me metía shampoo en el pelo. El reloj corría en mi contra y a pesar de que sabía que tenía unos segundos, no la podía hacer esperar en el palier pues corríamos el riesgo de que alguien más se diera cuenta. Apagué el agua y me empecé a secar como loco parado sobre la alfombra del baño cuando escuché sonar el timbre. Rápidamente levanté la mirada para verme en el espejo y el reflejo me devolvió una sonrisa de ganador.
   Me llamo Danilo, tengo 20 años y vivo en el edificio hace dos años. Me mudé de mi pueblo a la ciudad luego de terminar la secundaria para poder estudiar en la facultad. Enseguida me hice un grupo de amigos con el cual nos juntamos al menos dos veces a la semana para jugar al futbol y después tomar unas cervezas. Sin embargo esta historia no tiene nada que ver con ello, pues mis amigos o las chicas que conocí en la facultad no son las protagonistas de esta historia. Quien ocupa ese lugar es Sandra, una de mis vecinas.
   La vi por primera vez una tarde de calor en el ascensor a las pocas semanas que me había mudado. El ascensor paró en el palier de mi piso y cuando me subí ella estaba vestida con un shorcito muy sexy y una remera que le remarcaba sus tetas operadas. Desde entonces me fijé en su cuerpo cada vez que la veía y me quedaba admirándola como un tarado. Es que Sandra no es cualquier chica que uno puede conocer en un boliche en medio de una noche afortunada. Ella es una MILF de 47 años que vive en el edificio y se lleva las miradas de todos los vecinos cuando la vemos tomar sol.
   Una tarde de enero, luego de que pasara un año desde que vivía en el edificio, bajé a la pileta para refrescarme un poco y me encontré con que ella estaba allí. Nos pusimos a hablar y la muy curiosa no dejó de hacerme preguntas sobre mi carrera, mi vida amorosa y como hacía para estar tan bien físicamente. De un momento al otro me dijo que ella estaba segura que un pendejo como yo podía hacer cualquier cosa excepto complacer a una mujer. Como siempre fui muy lanzado y no me gusta que me tomen de boludo, le dije que podíamos averiguarlo y subimos a mi departamento para coger por primera vez.
   Sandra es una loba. Es una mina hermosa, con un cuerpo descomunal y que te coge de una manera increíble. Me chupó la pija hasta dejarme al palo para después sentarse encima de ella y moverse a lo loca y sacarme hasta la última gota de leche. Como era de esperar yo no tuve la posibilidad de hacer nada y se fue diciéndome que tenía que seguir practicando. Desde entonces cogemos cada vez que podemos y siempre me deja destruido y completamente seco. La muy yegua me coge de una forma única, sacándome toda la leche y provocándome un temblor en las piernas que no se me va hasta luego de varios minutos.
   Lo mejor de todo es que su marido, Fernando, se la tira de ganador por estar con una mina tan increíble como ella. En más de una oportunidad me lo he cruzado junto a su hijo de siete años y ha hecho alardes de la esposa que tiene, sin saber que yo me la estoy cogiendo a escondidas. Es un idiota, todo el edificio lo sabe. Lo que nadie más sabe es que hace un año un pendejo pueblerino se la coge constantemente y deja que ella haga lo que quiera con él. Hemos cogido en la cochera del edifico, escondidos entre los autos. En más de una oportunidad ella me chupó la pija adentro del ascensor. Sin embargo la vez que más disfrutamos del sexo fue cuando lo hicimos el 14 de febrero a la noche en la pileta.
   Escondidos en medio de la noche, bajamos al solárium y nos colocamos en las escaleras aprovechando el estar escondidos por el borde de la misma. Fue algo sumamente excitante y estimulante pues el agua ayudaba a que nuestros cuerpos rozaran y se movieran de una manera muy extraña. Sin embargo el morbo mayor que me dio aquella situación fue el saber qué hacía apenas unas horas, si hijo Simón y su marido Fernando, habían estado jugando en esa pileta en la que después yo jugué con ella. Esa noche fue tan placentera que decidimos repetirla y eso iba a ocurrir esta noche.
   Ella bajó en el palier de mi edificio para tocarme el timbre e indicarme que estaba yendo al solárium, pues al parecer no podía mandarme mensajes porque su marido a veces le revisaba el celular. Ni bien escuché el timbre, salí corriendo del baño a mi habitación, me puse una malla, las ojotas y salí corriendo sin darme cuenta que no tenía puesta una remera. Cuando llegué al solárium, este se encontraba completamente a oscuras y solo estaba iluminado por la luz de la luna que se reflejaba en el agua. Miré hacia arriba y comprobé que la mayoría de las luces de las ventanas se encontraban apagadas y eso me dio seguridad. Pero todas las dudas se borraron de mi cabeza cuando la vi a ella nadando en medio del agua.
   Sandra era una bomba en todos los sentidos. Tenía un cuerpo increíble, unas tetas operadas hermosas y una cola descomunal que te volvía loco. A su vez era una mujer muy segura y directa, que no tenía problema en ir al frente cosa que me había demostrado en más de una oportunidad. Pero lo que más me calentaba de ella era que no tenía problema en calentarte a cualquier hora del día y en cualquier circunstancia. En esa oportunidad se encontraba nadando en bolas en medio de la pileta, sin miedo de que cualquiera pudiera bajar para refrescarse en medio de la noche.
   - Hola.- Le dije parándome contra el borde de la pileta y mirándola desde arriba.
   Ella no me dijo nada, se quedó parada en medio del agua y se llevó un dedo a los labios para pedirme que hiciera silencio. Con la otra mano me llamó y yo enseguida fui hasta donde se encontraba la escalera para meterme en el agua. Sin embargo ella me frenó de golpe levantando una mano y me señaló la malla mientras emitía una sonrisa morbosa. Enseguida comprendí que quería que me metiera al agua igual de desnudo que ella, por lo que me saqué la malla a las apuradas y la arrojé encima de su bikini que yacía en el suelo al lado de la pileta.
   Comencé a bajar los escalones de la pileta sintiendo como el agua me refrescaba del calor cuando ella vino nadando despacio hacia donde yo estaba y se paró en el escalón más profundo. Sin decir nada me indicó que me sentara contra el borde y se inclinó sobre mi cuerpo para besarme. Ni bien sentí sus labios sobre los míos, noté como mi verga me latía con fuerza y comenzaba a ponerse dura enseguida. Era increíble como conseguía ponerme al palo con tan solo un beso. Siguió bajando por mi cuerpo hasta que sus manos se apoyaron en mis muslos y entonces no pude evitar un soplido de placer al notar sus dedos sujetar mi pija con firmeza.
   Sandra empezó a chupármela como loca enseguida. Le encantaba comportarse como una puta calentona cuando estaba conmigo y eso a mí me volaba la cabeza. No había estado con muchas minas teniendo en cuenta mi edad y ella hacía que eso fuera más increíble aún. Sus labios rodeaban mi verga de arriba hacia abajo y la recorrían por todos lados, humedeciéndola con su lengua y mojándola con su saliva. Yo cerré los ojos y tiré la cabeza hacia atrás dedicándome a disfrutar de como ella me saboreaba la pija como loca. Mientras lo hacía sus uñas se clavaban en mis piernas y me dejaban su marca, la cual siempre dejaba en un lugar distinto de mi cuerpo.
   No pude aguantarme las ganas de tirarme sobre ella y los dos caímos al agua en un beso bien apasionado. “¡Cuidado!” me retó enseguida y me dijo que nadie podía escucharnos. Entre besos y abrazos nos fuimos colocando en el segundo escalón de la escalera, en el cual yo me senté y ella se acomodó encima de mí con una pierna a cada lado. Sentía su conchita caliente rozar mi verga que iba de acá para allá al ritmo del agua mientras que nos besábamos como locos. Mis manos fueron a su cola la cual le agarré con firmeza y se la apreté con ganas. Sandra movió sus labios a mi cuello y me empezó a lamer y a mordisquear al mismo tiempo que sus uñas se clavaban sobre mi espalda, dejándome una nueva marca.
   Solita mi verga fue entrando el cuerpo de la MILF del edificio y una vez que la tuvo adentro ella comenzó a moverse. Era una loba total que se dejaba llevar por la calentura y se movía a toda velocidad. Se agarró fuertemente del borde de la pileta con las dos manos y mientras yo la sujetaba del culo, comenzó a flotar encima de mi cuerpo con mi pija adentro suyo. Sus piernas se apoyaban en el escalón lo que le daban fuerza para moverse en todas direcciones. Yo la miraba fascinado, sin poder creer que volvía a repetir esa excelente experiencia que había vivido tan solo dos semanas atrás.
   Pero Sandra me tenía preparada una sorpresa que me iba a dejar volando por las nubes. Luego de coger unos segundos en la pileta, se levantó y salió del agua dándome una mano para que la siguiera. Yo me dejé guiar por ella, que comenzó a caminar totalmente desnuda hacía la entrada del edificio. Atravesamos la puerta que da al hall del entre piso donde está la pileta y me empujó contra la pared que está en frente al ascensor y se arrodilló para volver a chuparme la pija. Por un segundo no entendí muy bien porque nos habíamos trasladado de la pileta hasta el entrepiso del edificio, sin embargo Sandra no tardó en darme la respuesta.
   Se levantó despacio y fue lamiendo todo mi cuerpo desde la cintura hasta mi cuello, dejando una marca de humedad por cada rincón de piel que su lengua rozaba. Luego me besó de manera bien calienta, metiendo su lengüita juguetona en mi boca y acariciándome el cuerpo con ganas. Una de sus manos fue directo a mi verga la cual la sujetó con firmeza y me siguió haciendo una paja como loca. Su boca siguió camino hasta mi oído y me dijo algo que me dejó totalmente caliente.
   - ¡Quiero que me cojas bien durito pendejo!
   Enseguida se dio media vuelta y se colocó en cuatro contra el piso del palier. No podía creer que estuviéramos cogiendo ahí arriesgándonos a que cualquiera pudiera abrir la puerta del ascensor y vernos. Pero entonces me di cuenta que nadie iba a bajar a la pileta a ese horario y me arrodillé a toda velocidad atrás de Sandra. Le manoseé la cola con ganas durante unos segundos y le colé unos dedos para comprobar que todavía seguía bien mojada. Apoyé mi pija sobre su conchita húmeda y la fui penetrando poco a poco.
   Ni bien la tuvo toda adentro la tomé por la cintura y me empecé a mover a toda velocidad. Obviamente no quería hacer ningún ruido, sin embargo el chocar de mi cuerpo contra sus nalgas provocaba un sonido que me excitaba y me motivaba a seguir haciéndolo. A su vez, de su boca empezaron a salir gemidos que poco a poco se fueron volviendo más fuertes y más claros. Toda la situación me ponía como loco, la conversación en la entrada del edificio al mediodía, escuchar el timbre sonar, la previa en la pileta y ahora estar cogiéndomela así de duro en medio del palier.
   Sandra giró la cabeza y me miró con su cara de putita satisfecha y me pidió que le diera más duro. Yo, como buen pendejo obediente que era con ella, me empecé a mover mucho más rápido y a darle cada vez más fuerte. Entonces ella dejó de controlar sus gemidos y estos empezaron a invadir el ambiente en el que estábamos. El piso bien duro me lastimaba las rodillas, sin embargo a mí no me importaba, pues me estaba cogiendo a terrible mina y eso me ponía como loco. Veía su cola en primer plano y su carita con la boca entreabierta de fondo y eso era sumamente satisfactorio.
   - Meteme un dedito.- Me dijo de golpe en medio de los gemidos y yo tupe que pedirle que me repitiera lo que había dicho pues no le había entendido.
   Pero la segunda vez que me lo dijo lo escuché sumamente claro y enseguida apoyé uno de mis dedos en su culito para empezar a hacer presión. Este se abrió enseguida y dejó entrar la puntita de mi dedo, para después darle lugar a casi todo el resto. Me fascinó la facilidad con la que su culito se comió mi dedo y me hizo pensar en que Sandra debía de tener el culito todo roto. “¿Te gusta? ¿Te gusta mi culito?” me preguntó y yo enseguida le dije que sí, que me volvía loco. Ahora no solo me la cogía con la verga en la conchita, sino que también movía mi dedo a toda velocidad haciendo que este entrara y saliera de su culito.
   - Te traje acá porque quiero que me rompas el orto pendejo.- Me confesó entonces.- Y eso va a hacer que grite mucho y en la pileta tenemos que ser silenciosos.- Agregó después.
   No podía creer lo que acaba de escuchar. Esa confesión me calentó tanto que me empecé a mover a toda velocidad y a cogérmela tan duro que Sandra no pudo controlar sus gemidos, los cuales se oyeron por todo el palier. Ya no me importaba que alguien nos encontrara cogiendo de esa manera a los dos, pues en lo único que pensaba en ese instante era en el culito de la MILF que estaba adelante mío. Pensaba en como mi dedo se movía como loco en todas direcciones adentro de ese culo que estaba a punto de romper.
   No me pude aguantar las ganas. Le saqué la pija de la concha y bien dura como la tenía, la apoyé sobre el orto de Sandra que no paraba de jadear totalmente excitada. Empecé a metérsela y me fascinó la facilidad con la que su culito se fue abriendo y haciéndole lugar a mi verga. Entonces la agarré con firmeza de la cintura con ambas manos y me la empecé a garchar a toda velocidad. Fue casi instantáneo, ni bien me empecé a mover como loco, ella comenzó a gemir como una putita, lanzando pequeños grititos bien agudos que me volaron la cabeza.
   - ¡Ay sí! ¡Ay sí! ¡Me encanta! ¡Seguí! ¡No pares!- Decía la muy puta a medida que me movía.
   Estaba completamente anonadado con la situación que se me había dado, no podía creer lo mucho que disfrutaba de romperle el culito a mi vecina. Ella no paraba de gemir y de gritar como loca, sin importarle que estuviéramos en el entrepiso que da al solárium y que los vecinos del primero pudieran escucharnos. Era como si se sintiera poseída por el placer y se dejara llevar por mi verga que entraba y salía de su culito a toda velocidad. Yo seguía callado, completamente en silencio, admirando como su culo se comía mi pija de una manera hermosa.
   Entonces le pegué una cachetada en una nalga que resonó por todo el ambiente. “¡Ay sí!” gimió ella y se empezó a mover hacia arriba y hacia abajo. De golpe los dos nos cogíamos el uno al otro, moviéndonos a toda velocidad y como locos. Nos dejábamos llevar por el momento, sin pensar en donde estábamos, sin que nos importara el ser escuchados o descubiertos. Era todo placer. Mi pija entraba y salía de su culo a toda velocidad y eso me volvía loco. Me encantaba. Me fascinaba.
   De golpe no me pude aguantar las ganas y comencé a acabar adentro suyo. Era la primera vez que lo hacía y teniendo en cuenta las circunstancias, me dejé llevar y le empecé a llenar el orto de leche. Cuando Sandra se dio cuenta, se corrió hacia adelante y entonces el semen empezó a caer sobre sus piernas. “¡Que pendejo atrevido que sos!” me dijo respirando agitadamente y quedándose en cuatro mientras yo seguía lanzando leche sobre sus muslos. Una vez que terminé, ella se levantó y extendiéndome el brazo, me ayudó a ponerme de pie para volver a llevarme a la pileta.
   Nos metimos en silencio, nos limpiamos el cuerpo y nos dimos unos besos antes de salir del agua. Ella se colocó la bikini y se secó con una toalla que había llevado para después vestirse con su ropa. Yo simplemente me puse mi malla y entonces me acordé que había bajado tan aceleradamente que me había olvidado de ponerme una remera. Entramos al palier y llamamos al ascensor, observando como en el piso había rastros de leche tirados. Nos empezamos a reír sin decir nada, pues nos daba gracia que las pruebas del crimen estuvieran ahí como si nada. Sin embargo cuando se abrió el ascensor los dos nos callamos enseguida, pues no pensábamos que a esas horas de la madrugada alguien pudiera estar volviendo a su casa. El problema fue que nos encontramos a Romina, la chica del tercero, que nos miraba con actitud sospechosa.


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3 comentarios - Vecinos. Capítulo 7

martinfcd +1
Excelente como siempre +10!
HistoriasDe
Muchas gracias!!
Bigporongo +1
Excelente relató, me dejaste bien caliente
HistoriasDe +1
Me alegro que te gustara!
Gracias por comentar!
juuli88 +1
ahh pero que viejita atravida!!! 🙂 re al frente fue jaja
HistoriasDe +1
Jajajajaja gracias por pasar!