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Ir por lana...

No dejes de pasar por mi mejor post

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No te vas a arrepentir!




Y salir trasquilado...

Un refrán recurrente que siempre usaba mi papá, y como nadie lo sentí en carne propia.

Patricio era mi amigo de la infancia, de toda la vida, crecimos juntos, en el mismo barrio, estudiamos juntos, en el mismo colegio y compartimos todo, secretos, aventuras, problemas, lo que imaginen, sin dudas él era el hermano que la vida no me había dado.
El siguió el oficio de electricista, yo el de mecánica automotor y todo era perfecto en un mundo imperfecto.

Pero habría un motivo en el que todo terminaría mal entre nosotros, una mujer...

Tenía unos veinticinco cuando Noelia apareció en nuestras vidas, o mejor dicho en su vida. Patricio la había conocido en un boliche y un día me la presentó como su novia.
Si bien yo sabía que la mujer de mi amigo era intocable, como hombre no puede evitar sentir una atracción especial, de mediana estatura, cabellos enrulados y abundantes, a media espalda, de ojos color miel y mirada inquietante, hasta perversa. Noelia tenía un lindo cuerpecito, pechos un tanto pequeños, y caderas una tanto exageradas, lucía un jean destenido pegado al cuerpo que le quedaba de maravillas, un top blanco dejaba su cintura descubierta y me dejaba ver un tatoo diminuto cerca del ombligo.

Fue mi primera impresión, y solo traté de apartar mis pensamientos de ella.
Y la relación solo se fue dando, y todo se fue complicando...
En los cinco años siguientes, la vida lo encontraría a Patricio trabajando en una empresa de insumos eléctricos, por mi parte, estaba empleado en un taller mecánico de la zona, tenía novia, y Noelia trabajaba en un estudio de abogacía muy coqueto y conocido en el barrio.
Noelia y Patricio ya eran pareja formal, vivían bajo el mismo techo como matrimonio, mientras que Laura, mi novia, y yo estábamos en planes de casamiento. Así, no era de extrañar que pasáramos muchas horas juntos los cuatro, compartiendo alguna cena, un baile, escapadas por las tardes o algún desayuno en algún barcito de la zona.

Todo parecía estar bien, todo parecía perfecto, todas las piezas del rompecabezas encajaban, pero en secreto, en soledad, seguía sintiendo la misma atracción hacia Noelia, como el primer día, a pesar de mi mejor amigo, a pesar de mi novia, y lo peor del caso es que muchas veces nuestras miradas se cruzaban, nuestros gestos, nuestras palabras, y sin decirlo se me hacía evidente que ella también me miraba con ojos de mujer.

Todo se descarrilaría un día, mi amigo, como acostumbraba a hacer me había dejado su coche solo para realizar un cambio de aceite, y por la tardecita pasaría a buscarlo, cerca de las siete de la tarde, horario en que solía cerrarse el taller. Hasta ahí todo era normal, de hecho al mediodía su coche estaba listo y estacionado a un lado. Al caer la tarde, me encontraba bajo un auto, en la fosa, revisando un tren delantero, hasta que vi pasar unos finos tacos altos, y hasta donde pude ver una hermosas pantorrillas en medias de nailon color bronce.

-Marcos! te buscan!

La voz chillona de mi capataz hizo que con la reacción golpeara la cabeza con el escape del coche que estaba revisando, salí de la fosa y ahí estaba ella, espléndida, como siempre, esta vez con su uniforme de trabajo, una falda ajustada que parecía no caber en ella, y diablos, que culo enorme y deseable le marcaba, con su camisa floreada, con sus cabellos enrulados recogidos y un discreto maquillaje, me quedé mirándola como un tonto...

-Hola Marcos! le estaba contando a tu jefe que Patricio me mandó a buscar el coche, tuvo una complicación en el empleo y no volverá hasta tarde...
-Hola Noe, - balbucee como un tonto - mientras trataba de sacarme la grasa de mis manos y apenas me arrimé para besarle la mejilla
-Le dije a tu amigo que yo no sabía manejar, pero ya sabes como es, así que acá estoy...
-Vamos, yo te alcanzo! - dije al tiempo que mi corazón parecía explotar - claro, si mi jefe lo permite - agregué con voz mas baja al notar que aun no tenía el permiso de mi patrón y el me miraba a la distancia con cara de buenos amigos.

Pero ya era hora de cerrar y mi jefe era un buen tipo, así que solo me arreglé un poco tratando se dejar de lado mis olor a solventes y en un abrir y cerrar de ojos estaba conduciendo el coche de mi mejor amigo con su hermosa esposa a mi lado...

Al llegar, ella abrió el portón para que guardara el vehículo, le dije que tomaría una taxi, pero ella insistió en que me quedara a tomar algo, un café, unos mates, un te, lo que fuera. Por mi bien, sabía que debía decir que no, pero ella me convenció, era solo agradecimiento por lo que había hecho, pero... era solo eso?

Y ya en la casa, mientras ella preparaba la infusión, supe que estaba en problemas, ella batía un café instantáneo dándome las espalda, y su culo saltón se meneaba en consecuencia, como una réplica de un terremoto, ella me hablaba sin mirar, solo me acerqué por detrás y me puse tan pero tan cerca que sin tocarla ella pudo percibir mi aliento en su nuca, voltó un tanto sorprendida, solo nos miramos fijamente a los ojos en segundos que fueron eternos, se produjo un silencio sepulcral y el mundo se detuvo en esos instantes. Noelia dejó el pocillo sobre la mesada, se estiró en puntas de pies y tomándome del cuello nos dimos un beso enorme, reprimido por ambos por muchos años, mis manos aun con olor a taller la tomaron por sus generosos glúteos para levantara y sentarla sobre le frío mármol, su pollera se subió naturalmente, sin dejar de besarnos enganché con mis dedos su media buscando llegar a su sexo, solo tiré hasta sentirla crujir para lograr acceder al preciado tesoro.
Noelia solo me gemía al oído y me rogaba para que la cogiera, su ropa interior fue el siguiente obstáculo, apenas la hice a un lado para sentir su sexo mojado, y mi pija dura fue directo a embestirla.

Fue una loca primera vez, rápida, como adolescentes, como calmar en minutos un volcán que tuvimos reprimidos por años, me sentí explotar y llenarla de leche mientras ella, toda abierta, acariciando su clítoris gemía en placer, solo pidiendo más y más.
Cuando recobramos la cordura, mientras yo acomodaba mis prendas, mientras ella se bajaba de la mesada y ponía todo en su lugar, la culpa nos abordó a ambos, y ambos dijimos que era un terrible error, su esposo, mi mejor amigo e hicimos en ese momento un juramento, nadie sabría nada de lo que haba sucedido y sería nuestro secreto mejor guardado, así que solo pedí un taxi y volví a mi casa.

Pero el corazón se mete en lugares donde debe privar la razón, días después nos revolcábamos a escondidas en un hotel clandestino de la ciudad, y ya nada se pudo parar...
Como terminó la historia? Patricio y yo detenidos en una comisaría, después de tomarnos a golpes de puños, mi amigo desató en mi rostro toda la furia de la traición y realmente merecía que me diera una paliza...
El tiempo siguió su curso, perdí a mi hermano de vida, pero me quedé con la mujer de mis sueños, después de pasar por un segundo escándalo con Laura, que por su parte también había agarrado de los pelos a Noelia...
Todo pareció acomodarse, Noelia y yo formamos pareja y pude disfrutar en mi cama, cada noche, a la mujer que me había quitado el sueño.

En unos años mas, mi vida cambió para bien, puse un taller por mi cuenta y me transformé en mi propio patrón, las cosas iban viento en popa, pronto tuve que ampliar el galpón, me vi sobrepasado y fue así que llegó Pedro, mi primer empleado, un muchacho joven y emprendedor que como algún día yo lo había hecho, empezaba a transitar su camino. Era un chico recién recibido, veinteañero, bien parecido, un muchacho emprendedor, predispuesto y con muchas ganas de aprender el oficio.
Al poco tiempo contraté a otro empleado mas, y honestamente, ganaba mas dinero del que podía gastar. Fue cuando también Noelia se unió al trabajo, necesitaba una buena secretaria que administrara todo, turnos, entregas, presupuestos, facturación, horarios, pagos a los empleados y cuando hicimos números, concluimos que era negocio que dejara su viejo trabajo en el estudio, donde estaba estancada en una vida laboral marchita.

El tiempo había pasado, como alguna vez había sido en mi juventud, ahora el roce diario se daba entre empleados, mi esposa, y yo. Noelia pisaba los cuarenta, teníamos tres hijos y el día a día nos abrumaba un poco. Yo la amaba, pero creo que poco a poco, con la costumbre del día a día fuimos perdiendo esos mínimos detalles que hacían de la nuestra una relación especial.
Ella ahora tenía curvas de mujer adulta, tan sexis y atractivas como aquellas de las que me había enamorado y me había costado perder a mi mejor amigo, solo que ya no me sabían a desafío. En algún momento, Noelia fue mi manzana prohibida, pero ahora era un hombre manso al no tener que luchar por ella.

Ir por lana...


Y ciertamente no lo vi venir...

Ese fin de semana tenía programado un viaje a Buenos Aires, había un remate de coches de una compañía de seguros, vehículos que se adquirían a bajo costo y luego podía colocarlos en el mercado por buena plata, siempre era negocio, siempre hacia buena diferencia.
Partí el sábado por la tarde con mi coche, y el plan era volver el domingo a última hora, era una práctica habitual.
A mitad camino me llaman a mi celular, solo para confirmar si había sido notificado que el remate se había postergado por una par de semanas. Después de maldecir a medio mundo, no me quedó más remedio que pegar la vuelta.
Paré a cenar en una estación de servicios, algo liviano, un emparedado y una gaseosa, y mientras lo hacía observé una vitrina con pavadas, chucherías, y me detuve en un osito de peluche de mirada triste.
Recordé a mi querida esposa, no le había comentado nada de mi regreso y se me ocurrió sorprenderla, llegaría a altas horas de la noche y hacía tiempo que no tenía algún detalle de este tipo. Compré el osito, un par de golosinas de chocolate, como a ella le gustaban y salí nuevamente a la ruta para terminar mi regreso.

Eran las dos de la mañana, detuve el coche en la puerta, pero algo llamó mi atención, vi luz por una de las ventanas laterales del galpón, era raro, que alguien la olvidase encendida, ya que los sábados cerrábamos al medio día y no le encontré lógica, pensé que algunos ladrones podrían estar hurgando el lugar.
Preferí entonces ir a casa primero, tengo un bate de béisbol como adorno, y no se por qué se me ocurrió eso en ese momento, era solo un adorno. Pasé por el cuarto de los pequeños, dormían como ángeles, y pasé a ver si mi esposa estaba bien, muy sigilosamente, no quería asustar a nadie, pero me sorprendí al ver la cama matrimonial vacía.

Entonces, con mas dudas que certezas fui al galpón, en puntas de pie, para sorprender a los intrusos, y con que me encontré?

Pedro, mi empleado, estaba apoyado sobre el borde del escritorio, con su musculoso torso desnudo y los pantalones a la rodillas, Noelia estaba de rodillas al medio, dándole una terrible mamada, ella parecía perdida en placer y solo escuchaba los rítmicos chasquidos de su disfrute.
El le decía casi como un juego

-Ay viejita viejita... que bien que me le chupás! me la vas arrancar! como te gusta chuparme la pija!!!

Solo aferré el bate con mas fuerza pero me contuve, yo no era un asesino, el siguió ablando mientras con sus manos empujaba la cabeza de mi mujer más y mas abajo

-Dale putita... cométela toda!

Noelia parecía entregada hasta que tuvo que abortar de repente, por tener unas arcadas que le impidieron respirar con naturalidad, entonces reprochó

-Pará estúpido! ya te dije que no me hagas eso.... no me puedo comer toda tu verga!!!

Pero el se rió y solo volvió a metérsela en la boca. Me quedé observando agazapado en las sombras, mi empleado solo hablaba mientras ella se la chupaba con sumo espero, solo le decía lo perra que era ella, y lo cornudo que era yo...
Respiré profundo, a muchos le hubiera excitado esta escena pero a mi me daba tristeza, me encerré en mis pensamientos, en que momento la había perdido? cuando había sucedido?

Los quejidos de Pedro me trajeron a la realidad, ya no se quejaba, solo inclinó su torso hacia atrás y cerró los ojos, manteniendo con sus manos la presión sobre la cabeza de mi esposa. Noté sus espasmos, sus contracciones rítmicas y su placer masculino. Ella solo siguió chupando y chupando sin inmutarse hasta que la verga de Pedro empezó a perder rigidez. Luego fue subiendo dando pequeños besos en el cuerpo de sus amante, por su pubis, por su vientre, por su pecho, hasta llegar a su cuello, muchas veces me lo había hecho a mi, sabía como era, entonces él, ya satisfecho dijo algo así como

-Que rico chupas la verga Noelia, me volves loco!!! no se como Marcos no disfruta cada noche de vos, yo no me cansaría de vos...
-Marcos... - balbuceó ella encogiéndose de hombros - Marcos ya no me coge como antes...
-Sabes que me excita de esto? - preguntó Pedro - imaginar los besos que te da tu marido, en esa boca pecaminosa, la misma boca que me chupa la verga y se toma toda mi leche...
-Pedro! - recriminó - no seas así... no me gusta...

Yo ya no quise ver mas, no me interesó ver mas, me sentí destrozado como alguna vez seguramente se había sentido Patricio, mi amigo del alma...
Preferí irme, dejé el bate de béisbol en su lugar y solo me fui por ahí, beber unas copas y pensar que hacer. El amanecer me sorprendió ebrio, maloliente, destrozado, me tiré dentro del auto solo a dormir hasta que todo pasara.

Volví a casa el domingo, como si todo fuese normal, como si lo de la noche anterior solo fuera una pesadilla, no dije nada, solo quería recuperarla, ella era la mujer de mi vida...
Pero cuando una copa de cristal se rompe, por mas que se peguen con sumo cuidado todas sus partes, siempre veras las marcas de las uniones, y eso me pasaba a mi...
Porque no había sido una pesadilla, y en cada beso en sus labios, en cada toque de lenguas, cada vez que llegaba a su boca con la mía, llegaban los recuerdos de las palabras de Pedro, ' imaginar los besos que te da tu marido, en esa boca pecaminosa, la misma boca que me chupa la verga y se toma toda mi leche...', y esas palabras repiqueteaban en mi cabeza como un tambor, y sentía asco al besarla...

Las cosas ya nunca fueron como antes, la relación se enfrió más y más hasta que acordamos el divorcio, la había perdido...
Nos vemos de tanto en tanto, como ex, como viejos amigos, como padres de nuestros hijos, todo está bien entre nosotros, ella no re hizo su vida, yo tampoco, y cada tanto me tira indirectas para volver a intentarlo, pero no, yo no podría, ella no sabe que yo lo se...
Y como dice el refrán, me llevó casi una vida, pero fui por lana y salí trasquilado...


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