- Chau tío, vuelvo mañana al mediodía - dijo Carla, despidiéndose con un beso.
Sentir sus labios en mi mejilla, perfume, y la cercanía de su piel, me excitó. Además la vi al marcharse, vestida provocativamente con tacos y un cortísimo vestido azul. Infartante.
Carla es una tremenda hembra de 27 años, de 1,60 de altura, rubia, esbelta silueta, senos medianos, parados, sabrosos, cintura delgada, cola dura y parada, y piernas perfectas. Había llegado dos días atrás y se alojaba en el cuarto de visitas.
Apenas, como tenía la pija dura, decidí mirar porno en la computadora y pajearme en su honor. Pero al darme cuenta que volvería al otro día, se me ocurrió ir a su habitación y revisar su ropa.
En un cajón del placard encontré lo que buscaba: sus tanguitas. Tomé un puñado y fuí hasta la cama, que había dejado destendida. Me tiré encima, oliendo sus olores en las sábanas, mientras me saqué el boxer.
Boca arriba, puse la verga entre las piernas.
Me levanté, con la pija parada. “Quiero sentir una tanguita”, pensé. Y me puse una blanca
Como Carla es flaca, me costó calzármela, pero al sentir la telita de la bombachita apretándome me calenté más.
El morbo de sentir la tanga que cubría la concha y culo de Carla me enloqueció. El primer impulso era moverme la chota y largar leche, pero me calmé. “Tengo toda la noche para disfrutar, y con todas estas ropitas de la trolita!”, me dije. Y me puse otra:
Al mismo tiempo agarré la bombachita que me había puesto primero y la llevé a mi nariz, para olerla. “¡Ay nena!, huelo la dulzura de tus juguitos... sentí como lamo la conchita, abriéndote con la lengua los labios de tu vaginita, y te mojás, y se endurece tu clítoris... ¡Aghh putita mia!”, empecé a decir en voz alta.
Vi una tanga rosada y me la puse.
Era tan chiquita que, con la pija al palo como la tenía, salía por arriba. Eso me calentó más
“Seguro que te ponés esta lencería cuando querés provocar a los machos para cojer... Ahora la voy a enchastrar con mi lechazos, trolaza...”, dije.
“¡Ay Carlita! ¡Dame los juguitos de tu rica cosita! ¡Mirá que lindo tengo el pedazo para vos!”, grité.
- ¡Si! ¡Lo veo tío! En bolas y pajeándote con mis bombachitas...
Era Carla, mirándome seria desde la puerta de su cuarto.
Pajas mirándonos
Me quedé inmovil, sin reacción ni palabras. Me di cuenta que no había ninguna excusa para lo que estaba haciendo. Con la boca abierta la miré. Para colmo, la verga continuaba al palo.
Estúpidamente balbuceé:
- Ehhh... Carla... Pensé que volverías más tarde...
- No, un embole, me fallaron. Pero veo que vos te estás divirtiendo... - sostuvo, con mirada pícara.
- Este... Disculpame, no sé que me pasó... Ya me voy... - expresé, avergonzado.
- ¡Pará, quedate! Si te gusta esto, tal vez nos divertimos los dos... - dijo. Y se dió vuelta, subiendo su vestido y mostrando el culo.
La miré, entre confundido y maravillado ante la hermosura de sus nalgas duras, sin comprender. “¿Estoy alucinando?”, pensé.
- Tranquilo tío, todo bien. Yo había salido con ganas de coger, hasta salí sin nada debajo... pero no se dió. Y volví con unas ganas tremendas de pajearme... Mirá...
¡Miré una concha espectacular! Algo depilada, con pelitos como para acariciar. Instintivamente estiré mi mano derecha para tocarla, pero ella me detuvo.
- ¿Sabés qué? Prefiero mirarte como te pajeas con mi bombacha puesta, mirándome mientras yo también me pajeo... - sostuvo. Y se tiró sobre la cama, abriendo sus sabrosas piernas.
- ¡Ay Carlita! ¡Sos hermosa! ¡Tenés una conchita preciosa!
- Soy chanchita, seguí diciendo las cositas que estabas diciendo...Soy tu trola pajera y vos mi pijudo pajero...
- Si trolita, conchudita... ¡Abrite bien los agujeritos!
- ¡Mmm! ¡Reabierta para vos! ¡Pajeate!
- ¡Si bebé! ¡Voy a largar mucha leche por tu conchita para vos!
- Y por este culito también...
- ¡Ay sos un encanto!
- ¡Aghh...! ¡Estoy acabando! ¡Me quema la concha!
¡Acabá!
A los gritos, empecé a largar mis jugos. Abundantes, hirvientes.
La trolita y yo nos agitamos, entre orgasmos...
Sentir sus labios en mi mejilla, perfume, y la cercanía de su piel, me excitó. Además la vi al marcharse, vestida provocativamente con tacos y un cortísimo vestido azul. Infartante.
Carla es una tremenda hembra de 27 años, de 1,60 de altura, rubia, esbelta silueta, senos medianos, parados, sabrosos, cintura delgada, cola dura y parada, y piernas perfectas. Había llegado dos días atrás y se alojaba en el cuarto de visitas.
Apenas, como tenía la pija dura, decidí mirar porno en la computadora y pajearme en su honor. Pero al darme cuenta que volvería al otro día, se me ocurrió ir a su habitación y revisar su ropa.
En un cajón del placard encontré lo que buscaba: sus tanguitas. Tomé un puñado y fuí hasta la cama, que había dejado destendida. Me tiré encima, oliendo sus olores en las sábanas, mientras me saqué el boxer.
Boca arriba, puse la verga entre las piernas.
Me levanté, con la pija parada. “Quiero sentir una tanguita”, pensé. Y me puse una blanca
Como Carla es flaca, me costó calzármela, pero al sentir la telita de la bombachita apretándome me calenté más.
El morbo de sentir la tanga que cubría la concha y culo de Carla me enloqueció. El primer impulso era moverme la chota y largar leche, pero me calmé. “Tengo toda la noche para disfrutar, y con todas estas ropitas de la trolita!”, me dije. Y me puse otra:
Al mismo tiempo agarré la bombachita que me había puesto primero y la llevé a mi nariz, para olerla. “¡Ay nena!, huelo la dulzura de tus juguitos... sentí como lamo la conchita, abriéndote con la lengua los labios de tu vaginita, y te mojás, y se endurece tu clítoris... ¡Aghh putita mia!”, empecé a decir en voz alta.
Vi una tanga rosada y me la puse.
Era tan chiquita que, con la pija al palo como la tenía, salía por arriba. Eso me calentó más
“Seguro que te ponés esta lencería cuando querés provocar a los machos para cojer... Ahora la voy a enchastrar con mi lechazos, trolaza...”, dije.
“¡Ay Carlita! ¡Dame los juguitos de tu rica cosita! ¡Mirá que lindo tengo el pedazo para vos!”, grité.
- ¡Si! ¡Lo veo tío! En bolas y pajeándote con mis bombachitas...
Era Carla, mirándome seria desde la puerta de su cuarto.
Pajas mirándonos
Me quedé inmovil, sin reacción ni palabras. Me di cuenta que no había ninguna excusa para lo que estaba haciendo. Con la boca abierta la miré. Para colmo, la verga continuaba al palo.
Estúpidamente balbuceé:
- Ehhh... Carla... Pensé que volverías más tarde...
- No, un embole, me fallaron. Pero veo que vos te estás divirtiendo... - sostuvo, con mirada pícara.
- Este... Disculpame, no sé que me pasó... Ya me voy... - expresé, avergonzado.
- ¡Pará, quedate! Si te gusta esto, tal vez nos divertimos los dos... - dijo. Y se dió vuelta, subiendo su vestido y mostrando el culo.
La miré, entre confundido y maravillado ante la hermosura de sus nalgas duras, sin comprender. “¿Estoy alucinando?”, pensé.
- Tranquilo tío, todo bien. Yo había salido con ganas de coger, hasta salí sin nada debajo... pero no se dió. Y volví con unas ganas tremendas de pajearme... Mirá...
¡Miré una concha espectacular! Algo depilada, con pelitos como para acariciar. Instintivamente estiré mi mano derecha para tocarla, pero ella me detuvo.
- ¿Sabés qué? Prefiero mirarte como te pajeas con mi bombacha puesta, mirándome mientras yo también me pajeo... - sostuvo. Y se tiró sobre la cama, abriendo sus sabrosas piernas.
- ¡Ay Carlita! ¡Sos hermosa! ¡Tenés una conchita preciosa!
- Soy chanchita, seguí diciendo las cositas que estabas diciendo...Soy tu trola pajera y vos mi pijudo pajero...
- Si trolita, conchudita... ¡Abrite bien los agujeritos!
- ¡Mmm! ¡Reabierta para vos! ¡Pajeate!
- ¡Si bebé! ¡Voy a largar mucha leche por tu conchita para vos!
- Y por este culito también...
- ¡Ay sos un encanto!
- ¡Aghh...! ¡Estoy acabando! ¡Me quema la concha!
¡Acabá!
A los gritos, empecé a largar mis jugos. Abundantes, hirvientes.
La trolita y yo nos agitamos, entre orgasmos...
6 comentarios - Pajeándonos con mi sobrina (con fotos)