En cinco minutos acordé con Mar las reglas básicas para un encuentro satisfactorio. Me confesó que ella estaba dudando, pero que el tema estaba muy charlado en la pareja.
Me abusé -debo confesarlo- de mis experiencias. Y le tiré tres tips básicos. Pero siempre jugué de frente. Luli es una mujer preciosa, y él me había pudrido la cabeza con fotos de ella, de esas que les hace parar la pija a un muerto.
Pero algo de lo que dije le debe haber dado la suficiente confianza como para finalmente, acceder a la estocada final.
Armamos el grupo de telegram, y empecé a hablarle a ella, con el objeto de que vaya ganando confianza, y entre audios, fotos, pajas y videitos, la verdad, los tres estábamos muy calientes.
Les pedí que eligieran el lugar. Era primordial que fueran ellos los que eligieran dónde. Pero también les pedí que lo iba a pagar yo. Era como sellar la alianza de lo que iba a pasar.
Nos decidimos por un departamento amoblado en Palermo y como yo tenía las llaves, fui a temprano, para preparar la mesa de un almuerzo liviano, y llevé el Bose para que la música sonara bien. Miles Davis era lo suficientemente adecuado para acompañar el sushi y el vino blanco frío que había servido cuando llegaron los dos.
Se los notaba nerviosos, así que no les di tiempo a pensar.
Abrí la puerta, les puse las copas de vino en sus manos, le di un beso en la boca a ella y una palmada en el hombro a él.
Luli se reía nerviosa, y Mar estaba temblando de excitacion y nervios. Pero el sushi y el vino empezaron a poner ambiente, y una broma de Mar que yo le festejé, terminó de aflojar todo.
Lo miré para constatar que aprobaba lo que iba a pasar, y me paré detrás de ella, poniéndole mis dos manos en sus hombros. Se dejó hacer un masaje y cuando volcó su cuello para atrás, le comí la boca.
Un beso para que termine de calmase, para que confíe, y para que se excite. Todo eso buscó mi lengua en su boca. Un beso que duró un rato largo, y que al terminar, concluyó con un suspiro.
También era la prueba de fuego para Mar. Teníamos que ver que se bancara mis manos encima de su mujer, mi lengua invadiéndola.
No dejé que el silencio invada la casa.
-¿Te puedo pedir un favor, Mar? No levantas los platos. Tenemos mucho trabajo para hacer acá.
-¿En la mesa?
-Si, En la mesa. Pero no voy a hacer nada solo. Todo será de a tres.
La tomé de la cintura, y la senté arriba de la mesa. Entre los dos, fuimos sacándole la ropa. Temblaba de placer. Cuatro manos desnudándola, pero también recorriéndola.
Mar empezó a rozar los pechos de su mujer, mientras yo me senté enfrente, delante de sus piernas, acariciando sus muslos.
Sola empezó a abrirse de piernas, y apoyé mis labios en sus muslos, acercándome lentamente hacia su centro, mientras las caricias de Mar se ponían más firmes, más profundas.
Parecía una coreografía. Cuando le pasé mi lengua por encima de su clítoris, él le beso la boca y ella se retorció de placer.
Me dí el gusto de pasarle mi mano abierta por la vulva, lubricandole la cola con mi saliva y con sus jugos.
Luli reacción con un “sí” muy largo, con voz ronca, y la dimos vuelta.
Mientras Mar acariciaba la espalda de la señora, mis manos abrían sus nalgas, y mi dedo acariciaban su ano, y su clítoris, yendo y viniendo.
Si algo de control quedaba, se disolvió con el ruego de Luli…
-Cogeme, puto, cogeme de una vez-, dijo.
Yo no me iba a dejar apurar por esa perra. Así que me decidí a hacer lo que mejor se hacer. Y le pegué una lenta y profunda chupada de orto y concha, hasta que me soltó su primer orgasmo en mi boca.
La habitación ya tenía un olor sensual que lo envolvía todo… le pedí a Mar que, ahora sí, le diera a su mujercita lo que pedía.
Él entendió rapidamente. Se puso detrás de su mujer y le empezó a dar, y ella, a gritar de placer.
Yo me senté frente a ellos, en el sillón y los miraba gozar. El placer que me da mirar, en vivo y en directo es indescriptible. Electricidad por todo el cuerpo. Un deseo incontenible. Y los sonidos, y los olores que acompañan la voluptuosa cadencia de los cuerpos entrelazados.
Dos nuevos orgasmos en la habitación. El de él y el de ella, que se dejó caer, para recuperarse.
Entonces, le propuse a Mar que hagamos algo que no sabía si iba a funcionar, pero que cuando vi cómo reaccionaba el cuerpo de Luli cuando le acariciaba las tetas, lo creí posible.
-Saquemosle a esta putita, un orgasmo chupándole las tetas-, le dije
Y él no se hizo rogar. Acariciamos, apretamos, lamimos, mordisqueamos cada pecho. Sus pezones rosados estaban duros, y se retorcía de placer
No soportó tanto placer, y empezó a pajearse, dándose con el dedo mientras nosotros nos ocupábamos de sus pechos. El orgasmo no tardó en llegar.
La trompeta de Miles Davis nos acompañaba y nos envolvía. La Luz tenue, y el vino sació la sed que provocaba tanto sexo.
Faltaba yo, y Mar se lo hizo notar a su mujer, que se acercó hasta el sillón y me trepó. Seré breve: tuvo su cuarto orgasmo. Pero cuando notó que yo estaba muy excitado, y que me movía de un modo descontrolado, acabó arriba mío por quinta vez.
Empecé a tocarme delante de su cara. Y ella se puso encima, para que la leche cayera en su boca.
Yo ya estaba satisfecho, y creí que ellos también. Pero me equivoqué. Estaban prendidos fuego. Mar se subió encima de su esposa y empezó a darle con furia.
Está demás decir que acabaron juntos, en simultáneo, y se derrumbaron.
Sellamos el encuentro con dos fotos, que las comparto con ustedes, con permiso de ellos.
Una con la P! Que certifica lo perra que es la poringuera en cuestión.
y la yapa
A @MARyLULII
4 comentarios - Lulii y sus dos hombres
jajaja!
y a mi me encantó ese "NOS"