yo muy bien arreglada, con minifaldas o ropa entallada iba siempre asi a trabajar , me erotiza verme sexi ,ala oempresa de mi suegro , llego como otro jefe digamos y claro estaba media nerviosa
yo estaba muy tensa, no sabía que pasaría, limpie mi lugar, estaba lista con mi minifalda negra, saco y tacones para recibirlo, finamente el llego.
Un hombre de piel blanca, maduro, de ojos obscuros, alto y con mirada de degenerado, que al verme me miro de arriba abajo en repetidas ocasiones, se presentó conmigo de forma cortante y luego de platicar con el señor de recursos humanos me llamo.
Su manera de hablar me cautivo, seguro de sí mismo, sin bromear, directo al grano, un hombre que le estaba haciendo honor a su fama, duro, seco y trabajador.
Paso un mes más y todo iba muy bien, me acople perfecto a su forma de trabajo y poco a poco comenzamos a tener una relación más de amistad, tomábamos café por las mañanas mientras hacíamos la planeación, a veces me pedía comer con él en un restaurant cerca de la oficina, notaba que de pronto sus miradas se perdían en mi cadera o piernas, pero eso no me incomodaba, había desarrollado una estima alta ¡por el!
Se acercaba el cierre de mes y teníamos que entregar un balance de los últimos 3 meses, así que trabajábamos como locos, ese viernes jamás lo olvidare.
Ya eran las 10:30 de la noche, estaba cansadísima, de hecho, estaba descalza,
¡Puedes venir por favor!
¡Que pasa!
¡Necesitamos cenar, pide comida por favor!
: ¡Enseguida!
: Ah y una cosa más, ¡que hermosos pies tienes!
: ¡Perdón! ¡Es que me canse y se me olvido que no los traía!
. ¡Por mí no hay problema!
Una sonrisa diferente salió de su boca, esa jamás se la había visto, una de conquistador, incluso un poco morbosa, solo sonreí y pedí la comida.
Después de cenar y un café me decidía a regresar para terminar ya que eran las 11:30 de la noche y estaba cansadísima, pero el me detuvo haciéndome la plática.
Me conto un poco de su vida, que ya tenía dos divorcios, que tenía un hijo con cada una, que actualmente salía con una ejecutiva pero que no le veía futuro, que le gustaban las fiestas y sin fin de cosas que me pareció interesante.
Yo también le conté sobre mí, sobre mi matrimonio y sobre mi familia y algo de mi pasado, que el tomo como si le estuviera dando un tipo de señal.
Sabes, te me haces una mujer interesante, ¡si no estuvieras casada te invitaría a salir!
Su declaración me acelero el corazón a mil, les juro que inmediatamente me moje en mi tanga, el me miraba diferente directo a las piernas y mi escote, yo estaba roja no sabía qué hacer.
Gerardo se puso de pie y se dirigió a cerrar la puerta y comenzó a acariciarme mi espalda dándome un rico masaje que me saco un par de gemidos, gemidos que me confundieron totalmente y me humedecieron más!
Sus caricias eran magistrales, , sus manos lentamente bajaban por mis hombros y subían desde mi espalda baja a mi cuello, erectandome los pezones
Fue entonces que sentí su boca en mi cuello, sus besos fueron suaves, yo cerraba los ojos, no hacía más que gemir, el comenzó a acariciarme las piernas y mi cadera, sin dejar también de masajearme la espalda.
Me encanta tu cuerpo, ¡desde que te vi te deseo!
Su declaración me hizo ceder totalmente, él me puso de pie y empezamos a besarnos, yo me aferraba a su cuello apretándolo mientras nuestras lenguas se entrelazaban intercambiando saliva.
Sus manos acariciaban suave y duro mi trasero, parecía un niño con juguete nuevo, tocando todo mi cuerpo, metió su mano debajo de mi falda y con sus dedos palpo mi vagina por encima de mi húmeda tanga.
Que húmeda, ¿estas caliente?
¡Así me puso!
Me quito el saco y sin detenerse también mi blusa, su lengua recorría mis pechos, mi cuello y mi abdomen, yo recargada en el escritorio movía mi pierna acariciándole su bulto que se sentía duro y grande.
Me despojo del brasear mientras él se quitaba la camisa mostrando un torso duro y torneado, con brazos fuertes, me quito la falda y él se bajó el pantalón, ¡estaba decidido a hacerme suya!
Ahora serás una buena asistente, ¡necesito tu boca acá abajo!
Sin decir más, me arrodille y comencé a bajarle su bóxer, ¡una verga peluda, grande esperaba húmeda que la llevara a la boca!
Comencé a chupar su cabeza, su dureza me encantaba, el respiraba acelerado mientras acariciaba mi cabello, lentamente la introduje a mi boca, era grande, de unos 19 o 20 cm, y un poco gruesa, comencé a tragarla como desesperada, ¡estaba tan caliente que no me detuve en nada y decidí devorar su suculenta verga!
Estaba regresando a las andadas, nuevamente como puta mamando la verga de mi jefe, pero no podía dejar de probarlo el de verdad me gustaba mucho y esto tal vez yo lo quería en lo más profundo de mi ser.
Continúe comiendo su verga, mordiéndola, besándole los testículos, lamiéndola como paleta, dejándome coger la boca con fuerza, quería ser la mejor asístete y complacer en todo a mi jefecito.
Gerardo me puso de pie y besándome me llevo a su silla reclinable, ahí él se sentó y cargándome de frente empezó a metérmela deliciosamente.
Apoyándome en su escritorio, comencé a cabalgarlo muy rico, en movimientos circulares, mientras el me lamia las tetas y me miraba desafiante.
Sentía como entraba toda, su verga estaba durísima y me daba riquísimo placer, ¡ahora apoyada en su cuello me daba suaves sentones mientras mi jefe me acariciaba las nalgas y los muslos!
Me acostó en su escritorio y levanto mis piernas, lamia mis pies, al parecer le había gustado verme descalza, mientras tanto me al empujaba con delicadeza subiendo poco a poco su ritmo.
Que rico era estar así, no pensé que sería la puta de mi jefe, ¡pero ahí estaba en su escritorio suplicándole me la metiera con fuerza mientras el lamia mis pantorrillas, piernas y pies!
Me puse en cuatro arriba de su escritorio, él se acomodó y empezó a dármela con fuerza, me la metía hasta el fondo, escuchaba mis nalgas chocar con su pelvis, más rápido y fuerte se empujaba, me tenía loquísima disfrutando es apose.
Me bajo del escritorio y me empino totalmente, mis pechos se mojaban con los fluidos que escurrieron mientras estábamos encima del escritorio, ¡me tomo de la cintura y me penetro con fuerza!
Lanzaba gemidos, babeaba, estaba toda poseída, me movía también para hacerlo gozar, el me nalgueaba, me jalaba el cabello, me arañaba los muslos, me cogía riquísimo.
Movíamos el escritorio de tanta pasión que soltábamos, me sentía venir, no iba aguantar más, sus embestidas eran magistrales, sabía cómo hacerlo, también sentí sus precipitaciones y como se endurecía pronto terminaría
: Me vengo, ah, ¡me vengo!, me dijo , saco su pija y yo me arrodille para que me de toda su leche
Su leche caliente empezó a inundar mis tetas y boca yo también me viene mojándolo todo, salpicábamos todo el piso, el orgasmo era maravilloso, me jalaba el cabello cada que expulsaba su semen yo gritaba, que bien me había cogido.
Una vez que terminamos, el me beso apasionadamente, diciéndome que nunca había cogido con alguien como yo, que era la mejor.
Tomé mi ropa y me fui al baño para limpiarme su leche, le dije que por favor no le cuente nada a mi suegro
yo estaba muy tensa, no sabía que pasaría, limpie mi lugar, estaba lista con mi minifalda negra, saco y tacones para recibirlo, finamente el llego.
Un hombre de piel blanca, maduro, de ojos obscuros, alto y con mirada de degenerado, que al verme me miro de arriba abajo en repetidas ocasiones, se presentó conmigo de forma cortante y luego de platicar con el señor de recursos humanos me llamo.
Su manera de hablar me cautivo, seguro de sí mismo, sin bromear, directo al grano, un hombre que le estaba haciendo honor a su fama, duro, seco y trabajador.
Paso un mes más y todo iba muy bien, me acople perfecto a su forma de trabajo y poco a poco comenzamos a tener una relación más de amistad, tomábamos café por las mañanas mientras hacíamos la planeación, a veces me pedía comer con él en un restaurant cerca de la oficina, notaba que de pronto sus miradas se perdían en mi cadera o piernas, pero eso no me incomodaba, había desarrollado una estima alta ¡por el!
Se acercaba el cierre de mes y teníamos que entregar un balance de los últimos 3 meses, así que trabajábamos como locos, ese viernes jamás lo olvidare.
Ya eran las 10:30 de la noche, estaba cansadísima, de hecho, estaba descalza,
¡Puedes venir por favor!
¡Que pasa!
¡Necesitamos cenar, pide comida por favor!
: ¡Enseguida!
: Ah y una cosa más, ¡que hermosos pies tienes!
: ¡Perdón! ¡Es que me canse y se me olvido que no los traía!
. ¡Por mí no hay problema!
Una sonrisa diferente salió de su boca, esa jamás se la había visto, una de conquistador, incluso un poco morbosa, solo sonreí y pedí la comida.
Después de cenar y un café me decidía a regresar para terminar ya que eran las 11:30 de la noche y estaba cansadísima, pero el me detuvo haciéndome la plática.
Me conto un poco de su vida, que ya tenía dos divorcios, que tenía un hijo con cada una, que actualmente salía con una ejecutiva pero que no le veía futuro, que le gustaban las fiestas y sin fin de cosas que me pareció interesante.
Yo también le conté sobre mí, sobre mi matrimonio y sobre mi familia y algo de mi pasado, que el tomo como si le estuviera dando un tipo de señal.
Sabes, te me haces una mujer interesante, ¡si no estuvieras casada te invitaría a salir!
Su declaración me acelero el corazón a mil, les juro que inmediatamente me moje en mi tanga, el me miraba diferente directo a las piernas y mi escote, yo estaba roja no sabía qué hacer.
Gerardo se puso de pie y se dirigió a cerrar la puerta y comenzó a acariciarme mi espalda dándome un rico masaje que me saco un par de gemidos, gemidos que me confundieron totalmente y me humedecieron más!
Sus caricias eran magistrales, , sus manos lentamente bajaban por mis hombros y subían desde mi espalda baja a mi cuello, erectandome los pezones
Fue entonces que sentí su boca en mi cuello, sus besos fueron suaves, yo cerraba los ojos, no hacía más que gemir, el comenzó a acariciarme las piernas y mi cadera, sin dejar también de masajearme la espalda.
Me encanta tu cuerpo, ¡desde que te vi te deseo!
Su declaración me hizo ceder totalmente, él me puso de pie y empezamos a besarnos, yo me aferraba a su cuello apretándolo mientras nuestras lenguas se entrelazaban intercambiando saliva.
Sus manos acariciaban suave y duro mi trasero, parecía un niño con juguete nuevo, tocando todo mi cuerpo, metió su mano debajo de mi falda y con sus dedos palpo mi vagina por encima de mi húmeda tanga.
Que húmeda, ¿estas caliente?
¡Así me puso!
Me quito el saco y sin detenerse también mi blusa, su lengua recorría mis pechos, mi cuello y mi abdomen, yo recargada en el escritorio movía mi pierna acariciándole su bulto que se sentía duro y grande.
Me despojo del brasear mientras él se quitaba la camisa mostrando un torso duro y torneado, con brazos fuertes, me quito la falda y él se bajó el pantalón, ¡estaba decidido a hacerme suya!
Ahora serás una buena asistente, ¡necesito tu boca acá abajo!
Sin decir más, me arrodille y comencé a bajarle su bóxer, ¡una verga peluda, grande esperaba húmeda que la llevara a la boca!
Comencé a chupar su cabeza, su dureza me encantaba, el respiraba acelerado mientras acariciaba mi cabello, lentamente la introduje a mi boca, era grande, de unos 19 o 20 cm, y un poco gruesa, comencé a tragarla como desesperada, ¡estaba tan caliente que no me detuve en nada y decidí devorar su suculenta verga!
Estaba regresando a las andadas, nuevamente como puta mamando la verga de mi jefe, pero no podía dejar de probarlo el de verdad me gustaba mucho y esto tal vez yo lo quería en lo más profundo de mi ser.
Continúe comiendo su verga, mordiéndola, besándole los testículos, lamiéndola como paleta, dejándome coger la boca con fuerza, quería ser la mejor asístete y complacer en todo a mi jefecito.
Gerardo me puso de pie y besándome me llevo a su silla reclinable, ahí él se sentó y cargándome de frente empezó a metérmela deliciosamente.
Apoyándome en su escritorio, comencé a cabalgarlo muy rico, en movimientos circulares, mientras el me lamia las tetas y me miraba desafiante.
Sentía como entraba toda, su verga estaba durísima y me daba riquísimo placer, ¡ahora apoyada en su cuello me daba suaves sentones mientras mi jefe me acariciaba las nalgas y los muslos!
Me acostó en su escritorio y levanto mis piernas, lamia mis pies, al parecer le había gustado verme descalza, mientras tanto me al empujaba con delicadeza subiendo poco a poco su ritmo.
Que rico era estar así, no pensé que sería la puta de mi jefe, ¡pero ahí estaba en su escritorio suplicándole me la metiera con fuerza mientras el lamia mis pantorrillas, piernas y pies!
Me puse en cuatro arriba de su escritorio, él se acomodó y empezó a dármela con fuerza, me la metía hasta el fondo, escuchaba mis nalgas chocar con su pelvis, más rápido y fuerte se empujaba, me tenía loquísima disfrutando es apose.
Me bajo del escritorio y me empino totalmente, mis pechos se mojaban con los fluidos que escurrieron mientras estábamos encima del escritorio, ¡me tomo de la cintura y me penetro con fuerza!
Lanzaba gemidos, babeaba, estaba toda poseída, me movía también para hacerlo gozar, el me nalgueaba, me jalaba el cabello, me arañaba los muslos, me cogía riquísimo.
Movíamos el escritorio de tanta pasión que soltábamos, me sentía venir, no iba aguantar más, sus embestidas eran magistrales, sabía cómo hacerlo, también sentí sus precipitaciones y como se endurecía pronto terminaría
: Me vengo, ah, ¡me vengo!, me dijo , saco su pija y yo me arrodille para que me de toda su leche
Su leche caliente empezó a inundar mis tetas y boca yo también me viene mojándolo todo, salpicábamos todo el piso, el orgasmo era maravilloso, me jalaba el cabello cada que expulsaba su semen yo gritaba, que bien me había cogido.
Una vez que terminamos, el me beso apasionadamente, diciéndome que nunca había cogido con alguien como yo, que era la mejor.
Tomé mi ropa y me fui al baño para limpiarme su leche, le dije que por favor no le cuente nada a mi suegro
10 comentarios - me gustan los maduros , mas si me saben coger