You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

La cuarentena tiene sus efectos parte 1

Es domingo. Es esa hora extraña que aparece solo en las semanas previas a la primavera, en qué el cielo parece sostener un atardecer perpetuo, serán dos horas de un color extraño, que hacen confundir a una ¿Es de día, es de noche? No quiero mirar la hora para saber, porque a todo caso es lo mismo.
Es domingo no sé cuánto, a las no se qué hora, llevamos 3 meses encerradxs con mí flia, hace 4 meses que no tengo sexo con nadie y en cualquier momento voy a cometer una estupidez con mí hermano.
Si, ya sé. Suena fuerte, pero es la verdad. Son 4 meses sin sexo, viendo las mismas caras día tras otro. Y si para una persona normal eso es malo, para mí eso es una desgracia sin precedentes en la historia de la humanidad y la ninfomanía, es un atentando, es una genocidio, es terrorismo de estado. Ya sé, exagero, se que el encierro es necesario, pero bueno, las ganas me pueden y me hacen delirar.
Ojo, cuando digo ninfomanía, solo lo digo por decir, con respeto a quienes pueden padecer esa condición, yo solo soy una puta que le gusta el sexo, mucho. Demasiado. Digamos, para graficar, que cojer para mí no solo me da placer, si no que aparte satisface una necesidad, como rascar una comezón intensa y compulsiva. Es por eso que me pajeo unas 2 veces por día (aprox), es por eso que tengo el celular plagado de fotos y videos que me enviaron durante estos 3 meses de pijas, culos, tetas, conchas y cualquier otra zona erógena que se pueda fotografiar, es por eso que dejo dormir al perro en mí cama, y es por eso que en cualquier momento le voy a decir a mí hermano de ver una película y no vamos a verla.
No sé cuándo empezó esta comezón, no tengo el recuerdo exacto de decir 'uh me pica la concha voy rascarme, ey! esto se siente bien, le voy a dedicar el resto de mí vida a esta comezón'. Lo que si sé es que comenzó de joven, de muy chica, una niña que ya se frotaba sus partes privadas -como le decían en ese entonxes- contra todo, sillas, mesas, el borde de la cama, el colchón, almohadas, todo lo que sirviera para "rascarme". Y no importaba dónde, cuando, ni con quién, solo me importaba una cosa.
Lo gracioso es que no supe de que se trataba hasta la adolescencia, con el tiempo aprendí que estaba mal hacer lo que hacía en público, a base de retos supe que lo tenía que hacer en privado, pero recién de adolescente supe de que se trataba. Y cuando lo supe mí cabeza explotó, pero bueno, vamos por partes.
Vengo de una familia de bajos recursos, no digo que hayamos sido pobres, pero no nos sobraba nada. Lo que en nuestro caso significaba tener que compartir casa con mí abuela, tíos y primos. Y estos últimos son los que me enseñaron de que se trataba esto que yo hacía tan compulsivamente cada vez que podía.
Desde chiquitos somos muy unidxs, ellos son dos hermanos, uno un año más chico que yo y el otro dos años. Hacíamos todo juntxs de niñxs, incluso íbamos al mismo colegio -para ese entonces yo ya tenía mí compulsión pajera, pero ninguno de nostrxs sabía de qué se trataba-. La cuestión es que por cuestiones de laburo mí viejo se muda a otra provincia, lo que concluye con que mí vieja y yo vayamos tras de el a los pocos meses.
Yo viajaba cada tanto a mí provincia natal a ver mí familia, pero no tanto como quería por cuestiones obvias. Así que solo viajaba 2 o 3 veces por año.
Pasados unos años ocurrió esa vez en qué mis primos me enseñaron de que se trataba mí compulsión, en una de esas raras veces en las que su familia viajo a visitarnos. Mis padres y mis tíos se habían ido a cenar y creo que iban al casino después, mis primos y yo nos quedamos en casa solxs, y después de ver una película y comer una pizza nos quedamos en mí pieza viendo charlando y contándonos historias, yo por ser una niña inocente todavía en ese entonces no tenía mucho que contar más que alguna estupidez con mis amigas o con el chico que me gustaba, pero las que ellos tenían para contarme eran increíbles, llenas de curiosidades y cosas que sonaban fuera de lo permitido para nosotrxs: me hablaron de ver porno con sus amigos del barrio -a lo que yo pregunté que era eso, y ellos se pusieron a buscar en la tele para ver si había algo con que sacarme mí duda- me hablaron de besarse con lengua con compañeras del colegio, de verle la tanga transparente a su profesora y me hablaron de cómo se pajeaban viendo ese porno.
- Paja? - pregunté, sospechando que se trataba de algo prohibido - que es eso?
- Como no vas a saber?- contesto Elías el más grande.
- Ni idea.
- Es cuando te tocas ahí abajo- Explicó Ezequiel
- En mis partes?
- Si- dijeron a la vez.
Yo respondí llevándome una mano a mí entrepierna y dejándola ahí, a lo que ellos respondieron que así no, que tenía que hacerlo por debajo de la ropa.
- Como? Enseñenme - ahora me da risa porque yo era una adolescente recibiendo clases de masturbación de unos niños todavía -la verdad que toda la situación ma calienta hasta el día de hoy-
- Es que vos sos distinta a nosotros no sé cómo se hace en las mujeres - dijo Elías
- Bueno, muestrenme como hacen ustedes.
Se miraron a los ojos, como buscando coraje entre ellos, asintieron con la cabeza y se llevaron la mano a sus pantalones, el tema es que no se ponían duros, así que uno siguió buscando en la tele algo remotamente erótico, hasta que por fin dio con ISAT aquel canal salvador, que todo aquel con cerca de 30 años recuerda con cariño por su programación post 12 de la noche. No recuerdo que estaban pasado, pero si recuerdo que se quedaron mirando lo que pasaba mientras se acariciaban por debajo del pantalón.
- Pero muestren, que no así no veo nada - dije algo molesta sin saber porqué.
Se bajaron los pantalones, y comenzó mí obsesión. Ahí estaban, semi duras, circuncidadas por alguna razón -porque no son judíos- lampiñas, una más larga que la otra, un poco delgadas y no tan grandes, pero ahí estaban y acá están, en mí memoria para siempre.
Fascinada vi como se acariciaban, como se agarraban el pito y lo subían y lo bajaban inexpertamente.
Excitada quise hacer lo mismo, me bajé el pantalón sin que se lo vieran venir, sus caras hasta hoy me hacen reír. Sus bocas abiertas, los ojos grandes como platos, y sus miembros (porque eran miembros todavía, más tarde se volvieron propiamente pibas) saltaban de su cuerpo casi, se masturbaron aún más intensamente viéndome, yo quedé petrificada viendo cómo se habían puesto al verme sin pantalones, petrificada por la excitación, nunca me había sentido así antes, sentí como un calor intenso se agolpaba en mí pecho y bajaba por mí cuerpo hasta llegar mí vulva, sentí como se mojaba. Y quise mostrarles, abrí mis piernas lo más que pude para facilitarles la vista, y llevada por un reflejo ancestral puse mí mano en mí concha y me acaricie por primera vez como debe ser, me masturbé siendo vista por mis primos y mirando a mis primos. Mis dedos acariciaron mí franja sin saber dónde posarse, intenté entrar, pero dolió y paré, así que subí y llegue a un montecito que ya conocía de vista, lo toque y sentí una electricidad correrme el cuerpo como nunca antes había sentido. Instintivamente me chupe un dedo y volví a tocarlo, se sentía bien, se sentía muy bien, demasiado, mis primos quedaron en segundo plano embobados con mí paja, yo estaba en mí salsa, descubriendo este placer tan parecido como el que sentí todas esas tantas veces, pero lejano, muy lejano. Fue repentino, Elías acercó su cara a mí vagina sin que me diera cuenta y sin tocarme se quedó ahí, viéndola de cerca, animado Ezequiel hizo lo mismo y se quedaron ahí, pajaeandose viendo cómo me pajeaba yo. Y no pude más, el orgasmo fue repentino, una explosión que vino de la nada y me agarró por sorpresa, quise cerrar las piernas, pero una mano a cada lado me lo impidió y eso fue más de lo que pude tolerar acabe otra vez, mí primera paja y tuve dos orgasmos, el primero porque mis primos me estaban viendo, el segundo porque me tocaron las piernas, si tan solo no hubieran acabado al ratito, ¿Que hubiera pasado?

1 comentarios - La cuarentena tiene sus efectos parte 1

pacificlupus
Es un relato excelente! Lei el 2* antes. Espero muchisimos mas! +10 de una