Sí, esa noche de frío en la ciudad, en un momento de cena familiar, se me iba a dar, iba a dejar de ser virgen. De golpe, sin planearlo ni esperarlo - aunque si deseándolo mucho - finalmente la iba a poner.
Estábamos ahí, sentados en ronda en los sillones del hall de la escuela, un grupo de pibes y pibas aburridos en un momento de esparcimiento familiar. El “verdad consecuencia” se desarrollaba sin grandes emociones, aunque creo que todos esperábamos que en algún momento se “piqué”.
Me acuerdo que las “prendas” eran muy simples, comentar quién te parecía mas lindo/a, contar o mostrar el color de ropa interior y giladas asi, hasta que de golpe ella, Morena, va a cambiar el ritmo de la noche. En un ataque de valentía - o calentura, no se - ella le pide a Lucia que empiece a bailar sexy sobre un sillón. Todos nos quedamos boquiabiertos, incluida la pequeña Lucia que no sabia que hacer, pero que entre risas se animó a bailar con el mayor desparpajo que podía y le salia a sus 14 años. Con muy poquito el clima se empezó a enrarecer… Ahora era Lu quien tenía la palabra y fue ella quien, devolviéndole la pelota a Morena, le dijo que su prenda consistía besarme durante 15 segundos. No era una gran cosa, pero para el momento que estábamos pasando, era un desafío re “osado” jejeje. Yo sabía que Morena tenía cancha encima, ya se había chapado a más de un compañero mío y tenía fama de ser una “bestia”, de dejarte los labios paspados, de pasarte por arriba, de dejar amilanado al pibe más canchero. Y con esa info encima yo me sentía entre preparado y presionado. Preparado porque sabía lo que podía llegar a hacer y la actitud que debía ponerle al momento, presionado porque debía estar a la altura, y con 15 años las inseguridades siempre están a flor de piel, aun cuando no se las demuestren.
Recuerdo que Morena escuchó la “prenda” y me miró fijamente, rápidamente me dijo “queres” y yo en una actitud de total superación le dije que si, asi como quien no quiere la cosa. Me corrí un poco y ella vino rápidamente a sentarse al lado mio, sin antes pedirle a Lucia que ponga el cronómetro para que vea que la prenda iba a ser cumplida. Nos miramos, nos acercamos y comenzamos a besarnos… Repito, teniendo en cuenta los comentarios que tenía sobre ella, me esperaba un chape furioso y me prepare para la ocasión, fui al ataque tal cual perro de presa; pero ante mi sorpresa me encontré con una boca semiabierta, más preparada para un pico que para un beso pasional. No me importo, yo me mande y de una manera medio agresiva la bese desaforadamente. Creo que ella se sorprendió, pero rápidamente se plegó a mi beso, introduciendo su lengua rugosa en mi boca. Mientras nos besábamos, nuestras manos se enredaban en nuestras espaldas, estar sentados no nos favorecía demasiado. Cuando quisimos darnos cuenta los 15 segundos habían pasado… Separamos nuestras bocas, nos miramos y nos dimos cuenta que eso no iba a quedar así. El resto del grupo nos miraba en silencio, y eso también fue medio raro, pues quedaba la duda de cómo había sido el beso para el público presente jejeje.
Morena tenía nuevamente la pelota, recuerden que quien cumple la prueba tiene la posibilidad de elegir al destinatario del próximo desafío; rápidamente me miro y me dio a elegir entre “verdad o consecuencia”. Ni lento ni perezoso le conteste - ya no tan superado, sino más bien desesperado jaja - “consecuencia”; y ella me dijo que mi desafío constaba en chaparmela pero dentro del cuartito que estaba pegado (recuerden que les comente que había una puerta que llevaba a una sala con sillones donde se hacían reuniones de padres). No deje que termine la frase que me pare, la agarre de la mano y la lleve así allí…
Entramos al cuartito, con la luz apagada y sin ninguna intención de prenderla, nos fundimos en un beso fuerte, intenso, voraz, la lleve contra una pared y mis manos bajaron rápidamente a su cola, una cola chiquita, flaca, nada que ver a la de Cami. Se notaba que su culo no era su fuerte, sin embargo hay que admitir que era durito para la edad, supongo que se debía a la actividad física que realizaba; igualmente no me puse a pensar nada en ese momento, mis manos se encargaron de recorrerla toda, parecía un pulpo, no dejaba rincón de su culo y de sus piernas sin tocar. Ella me acariciaba el pelo, pero de una manera pasional, sabía cómo calentarme, y cada vez pegaba más su pelvis a la mía. No se cuanto tiempo estuvimos así, pero para mi fue un montón y realmente la estaba pasando bien. A diferencia de la vez que estuve con Cami, en esta oportunidad no pensaba en nada, no había incertidumbre, no me tomó por sorpresa. Con Cami yo no sabia que hacer, no la conocía, no sabia hasta donde íbamos a llegar; en cambio con Morena yo iba por todo.
Estábamos a full y de golpe escuchamos que la puerta se abrió, era uno de los chicos que quería entrar a ver como chapábamos - un morboso el pibe jeje - y nos sacó por un momento de nuestra desaforada pasión adolescente. Morena lo mandó a cagar, ni tiempo me dio a hablar, que ya había cerrado la puerta y se había sentado en uno de los sillones del cuartito. Me acuerdo que se había sacado el buzo, quedando en una remera blanca que marcaba muy bien las tetas gigantes que tenía. Yo también me saque mi buzo - en ese momento la onda era vestir medio skater, buzo con capucha, pantalones con bolsillos a los costados, zapas reef - y me fui al sillón; ella se sentó encima mio y volvimos a los besos, intensos, cada vez más fogosos, pero había un problema, las manos no tenían mucho espacio para moverse, entonces recuerdo que me dijo” parémonos y vayamos contra la pared, así te puedo tocar”. Pfffffff, imagínese lo que fue eso para mi… Salte disparado del silloncito y volvimos a la pared donde habíamos comenzado antes que nos interrumpan, allí fundimos nuestras bocas, acercamos nuestras pelvis, mis manos volvieron a su culo; pero esta vez la ropa era menos, sus tetas se sentían mucho más, y su mano dejo mi cabello para ir a mi entrepierna. Rápidamente comenzó a acariciarme sobre el pantalón y yo la recibí entusiasmado,mi pija estaba gomosa pero al sentir su mano, comenzó a endurecerse cada vez un poco más. Yo también aproveche su impulso para cambiar de lugar mis manos, acercando una a su conchita. Recuerdo que empecé a magrearla sobre el pantalón, violentamente, sin ningún cuidado. Cuando ella sintió el contacto soltó un suspiro y eso me volvió loco…
No se como fue, no tengo en mente los movimientos que hicimos ni cuanto tiempo llevo, solo se que cuando me quise dar cuenta ella me estaba pajeando brutalmente, me tenía agarrada la verga con una violencia inusitada, subía y bajaba rápidamente, por momentos me dolía; pero no iba a decir nada, no iba a dar muestras de sensibilidad. A su vez yo también iba jugar, baje rápidamente el cierre de su jean, con un poco de fuerza se lo baje unos centímetros y quedo a mi alcance una bombachita que después descubriría blanca, en ese momento ni mire, solo recuerdo que mi mano se coló debajo de ella, y encontré una montaña de vello púbico. La sensación era desconocida, nunca había sentido la piel desnuda de una mujer y menos una cobertura como esa jeje; sin embargo no me interesó, rápidamente fui a tocar su concha y me la encontré empapada.
Si les digo que sabía lo que tenía que hacer mentiría burdamente, yo solo sabía que tenía que meterle algo en la concha, así que fui con dos dedos agresivamente hacia su agujero que me esperaba deseoso. Recuerdo que entraron limpios, en una cavidad pequeña, que me apretaba y mojaba al mismo tiempo, y que en ese momento otro suspiro, mucho más fuerte y profundo salió de su boca. Hasta ese momento no habíamos intercambiado palabra casi, éramos dos pibes desesperados, explorando su sexualidad, deseosos de sentirse y disfrutar de ese momento inesperado pero bien recibido. Su mano cada vez se movía más rápido y yo la dedeaba violentamente; sin embargo quería seguir explorando, ya había vivido lo más “loco” de mi vida hasta ese instante, pero sabía que era el momento para seguir probando y la verdad, no lo pensaba dejar pasar. Así que deje su concha empapada, para llevar mis manos debajo de su remera, bajando su corpiño hasta casi romperlo y encontrándome con sus tetas, las cuales recorrió de sur a norte jeje, sintiendo sus pezones duros entre mis dedos, pellizcando, estirándolos. Esas tetas eran gigantes, no me entraban en la palma de la mano, sin embargo las manoseaba todas y ella cada vez gemía más. Ya no nos besábamos, su cabeza colgaba hacia atrás, sus ojos estaban cerrados, yo estaba en otro planeta, la calentura que manejaba era algo que no podría definir en palabras.
Obviamente no tenía forro, recuerden que lo que menos esperaba esa noche en que fui a una cena familiar, era que la iba a poner. Sin embargo no me interesó nada y a Morena tampoco. En un rapto de inconsciencia, empecé a hacer fuerza hasta bajarle el pantalón y ella recibió con agrado mi iniciativa, pues rápidamente me acompañó en el movimiento. Ya no nos interesaba si nos estaban mirando desde afuera el resto de los pibes, menos si nuestros viejos nos estaban esperando para cenar o algo de eso, en ese instante éramos nosotros dos y nada más.
Fue en ese momento en el cual nos separamos dos segundos para que ella se termine de bajar el pantalón y yo comencé a sacarme el mio, cuando vi su bombacha toda mojada, y descubrí que era color blanca, un detalle que nunca logre borrar de mi retina. Una vez fuera los pantalones, ella se tiró sobre el sillón marrón, de cuerina dura, horrible y yo fui a su encuentro; con la verga parada, con la cabeza mojada de líquido pre seminal. Sin embargo había un detalle que no quería perderme, que era chupar esas tetas, así que ni bien llegue encima suyo, tome su remera, la lleve sobre su cabeza y me tire de llenos sobre esos dos melones, para devorarlos. Ni bien posé mi lengua sobre ellos mi cabeza se desconecto, solo se que se los babosee a todos, le chupe los pezones, los mordisquee; y mi pija ya palpitaba sobre su vello púbico. Quería ponerla pero de lo nervios no encontraba el agujero, así que fui explorando a ciegas, tanteando, hasta que encontré ese espacio bendito, deseado, añorado desde mi encuentro con Camila hacía tan solo semanas atrás.
Recuerdo que empuje, mojada como estaba igualmente costo que entre, estaba totalmente estrecha; se notaba que su fama de putita tenía mucho de fantasía y poco de realidad, o al menos de penetración hablando. El calor que sentí en mi verga al penetrarla definitivamente fue excepcional, era un volcán en llamas; con solo meterla ella empezó a moverse como una anguila, sus ojos estaban en blanco, su boca abierta jadeaba sin poder emitir palabra; yo sólo sabía que debía moverme y eso hice. Fue un momento para el olvido, los movimientos eran bruscos, rápidos, parecía un taladro percutor, no sentía nada, sin embargo mi cabeza explotaba, y creo que allí radicaba la calentura, el desenfreno. No se cuanto tiempo había pasado, pero yo sentía que ella me chorreaba la verga mientras gritaba fuertemente -después sabría que ese era su momento del orgasmo - y yo sentía que mi verga palpitaba, señal de que estaba por acabar. No tuve tiempo de avisar, menos aún de sacarla, que llegó el lechazo: sí le había terminado todo adentro, un tarado.
Sin embargo terminamos y yo seguía con la pija engarrotada, podía haber seguido dos horas más, y si bien me mantuve dentro de ella unos segundos, fue allí cuando nuestra cabeza hizo “click” y nos dimos cuenta de lo que habíamos hecho. Salí de ella, la mire, ya no éramos el fuego de hacía unos segundos, sin embargo estábamos bien, nos besamos y cambiamos. Salimos sin antes prometernos no decirle nada a nadie de lo vivido…
Al abrir la puerta nos encontramos con los pibes y con Lu esperándonos, sus caras estaban desorbitadas, no lo podían creer; la verdad es que yo tampoco jeje.
Había perdido la virginidad, en un cuartucho de la escuela, a metros de un grupo de pibes/as de mi edad y de donde se encontraban nuestros viejos. Obviamente tuve que ir al baño, limpiarme la chota con papel higiénico, porque estaba todo pegoteado, y a lavarme las manos, pues tenía olor a Morena; después de eso la noche siguió como si nada...Cada tanto cruzábamos una mirada perdida entre todos los adultos y nos reíamos, pero nada más.
Al llegar a mi casa mi cabeza recuperó todos los recuerdos, los ordenó y me volví a excitar, me tuve que hacer una gran paja para poder dormir.
Hoy después de 18 años vuelvo a pensar esa noche y la emoción me invade - y la verga se me vuelve a parar - así que voy a dejarlos y subir la escalera hacia mi cuarto, donde me espera mi esposa con quien voy a desahogar estos recuerdos de la adolescencia.
Les mando un abrazo, por ahí después siga contando experiencias de esa época, que la verdad fue muy productiva y marcó mucho mi vida sexual.
Estábamos ahí, sentados en ronda en los sillones del hall de la escuela, un grupo de pibes y pibas aburridos en un momento de esparcimiento familiar. El “verdad consecuencia” se desarrollaba sin grandes emociones, aunque creo que todos esperábamos que en algún momento se “piqué”.
Me acuerdo que las “prendas” eran muy simples, comentar quién te parecía mas lindo/a, contar o mostrar el color de ropa interior y giladas asi, hasta que de golpe ella, Morena, va a cambiar el ritmo de la noche. En un ataque de valentía - o calentura, no se - ella le pide a Lucia que empiece a bailar sexy sobre un sillón. Todos nos quedamos boquiabiertos, incluida la pequeña Lucia que no sabia que hacer, pero que entre risas se animó a bailar con el mayor desparpajo que podía y le salia a sus 14 años. Con muy poquito el clima se empezó a enrarecer… Ahora era Lu quien tenía la palabra y fue ella quien, devolviéndole la pelota a Morena, le dijo que su prenda consistía besarme durante 15 segundos. No era una gran cosa, pero para el momento que estábamos pasando, era un desafío re “osado” jejeje. Yo sabía que Morena tenía cancha encima, ya se había chapado a más de un compañero mío y tenía fama de ser una “bestia”, de dejarte los labios paspados, de pasarte por arriba, de dejar amilanado al pibe más canchero. Y con esa info encima yo me sentía entre preparado y presionado. Preparado porque sabía lo que podía llegar a hacer y la actitud que debía ponerle al momento, presionado porque debía estar a la altura, y con 15 años las inseguridades siempre están a flor de piel, aun cuando no se las demuestren.
Recuerdo que Morena escuchó la “prenda” y me miró fijamente, rápidamente me dijo “queres” y yo en una actitud de total superación le dije que si, asi como quien no quiere la cosa. Me corrí un poco y ella vino rápidamente a sentarse al lado mio, sin antes pedirle a Lucia que ponga el cronómetro para que vea que la prenda iba a ser cumplida. Nos miramos, nos acercamos y comenzamos a besarnos… Repito, teniendo en cuenta los comentarios que tenía sobre ella, me esperaba un chape furioso y me prepare para la ocasión, fui al ataque tal cual perro de presa; pero ante mi sorpresa me encontré con una boca semiabierta, más preparada para un pico que para un beso pasional. No me importo, yo me mande y de una manera medio agresiva la bese desaforadamente. Creo que ella se sorprendió, pero rápidamente se plegó a mi beso, introduciendo su lengua rugosa en mi boca. Mientras nos besábamos, nuestras manos se enredaban en nuestras espaldas, estar sentados no nos favorecía demasiado. Cuando quisimos darnos cuenta los 15 segundos habían pasado… Separamos nuestras bocas, nos miramos y nos dimos cuenta que eso no iba a quedar así. El resto del grupo nos miraba en silencio, y eso también fue medio raro, pues quedaba la duda de cómo había sido el beso para el público presente jejeje.
Morena tenía nuevamente la pelota, recuerden que quien cumple la prueba tiene la posibilidad de elegir al destinatario del próximo desafío; rápidamente me miro y me dio a elegir entre “verdad o consecuencia”. Ni lento ni perezoso le conteste - ya no tan superado, sino más bien desesperado jaja - “consecuencia”; y ella me dijo que mi desafío constaba en chaparmela pero dentro del cuartito que estaba pegado (recuerden que les comente que había una puerta que llevaba a una sala con sillones donde se hacían reuniones de padres). No deje que termine la frase que me pare, la agarre de la mano y la lleve así allí…
Entramos al cuartito, con la luz apagada y sin ninguna intención de prenderla, nos fundimos en un beso fuerte, intenso, voraz, la lleve contra una pared y mis manos bajaron rápidamente a su cola, una cola chiquita, flaca, nada que ver a la de Cami. Se notaba que su culo no era su fuerte, sin embargo hay que admitir que era durito para la edad, supongo que se debía a la actividad física que realizaba; igualmente no me puse a pensar nada en ese momento, mis manos se encargaron de recorrerla toda, parecía un pulpo, no dejaba rincón de su culo y de sus piernas sin tocar. Ella me acariciaba el pelo, pero de una manera pasional, sabía cómo calentarme, y cada vez pegaba más su pelvis a la mía. No se cuanto tiempo estuvimos así, pero para mi fue un montón y realmente la estaba pasando bien. A diferencia de la vez que estuve con Cami, en esta oportunidad no pensaba en nada, no había incertidumbre, no me tomó por sorpresa. Con Cami yo no sabia que hacer, no la conocía, no sabia hasta donde íbamos a llegar; en cambio con Morena yo iba por todo.
Estábamos a full y de golpe escuchamos que la puerta se abrió, era uno de los chicos que quería entrar a ver como chapábamos - un morboso el pibe jeje - y nos sacó por un momento de nuestra desaforada pasión adolescente. Morena lo mandó a cagar, ni tiempo me dio a hablar, que ya había cerrado la puerta y se había sentado en uno de los sillones del cuartito. Me acuerdo que se había sacado el buzo, quedando en una remera blanca que marcaba muy bien las tetas gigantes que tenía. Yo también me saque mi buzo - en ese momento la onda era vestir medio skater, buzo con capucha, pantalones con bolsillos a los costados, zapas reef - y me fui al sillón; ella se sentó encima mio y volvimos a los besos, intensos, cada vez más fogosos, pero había un problema, las manos no tenían mucho espacio para moverse, entonces recuerdo que me dijo” parémonos y vayamos contra la pared, así te puedo tocar”. Pfffffff, imagínese lo que fue eso para mi… Salte disparado del silloncito y volvimos a la pared donde habíamos comenzado antes que nos interrumpan, allí fundimos nuestras bocas, acercamos nuestras pelvis, mis manos volvieron a su culo; pero esta vez la ropa era menos, sus tetas se sentían mucho más, y su mano dejo mi cabello para ir a mi entrepierna. Rápidamente comenzó a acariciarme sobre el pantalón y yo la recibí entusiasmado,mi pija estaba gomosa pero al sentir su mano, comenzó a endurecerse cada vez un poco más. Yo también aproveche su impulso para cambiar de lugar mis manos, acercando una a su conchita. Recuerdo que empecé a magrearla sobre el pantalón, violentamente, sin ningún cuidado. Cuando ella sintió el contacto soltó un suspiro y eso me volvió loco…
No se como fue, no tengo en mente los movimientos que hicimos ni cuanto tiempo llevo, solo se que cuando me quise dar cuenta ella me estaba pajeando brutalmente, me tenía agarrada la verga con una violencia inusitada, subía y bajaba rápidamente, por momentos me dolía; pero no iba a decir nada, no iba a dar muestras de sensibilidad. A su vez yo también iba jugar, baje rápidamente el cierre de su jean, con un poco de fuerza se lo baje unos centímetros y quedo a mi alcance una bombachita que después descubriría blanca, en ese momento ni mire, solo recuerdo que mi mano se coló debajo de ella, y encontré una montaña de vello púbico. La sensación era desconocida, nunca había sentido la piel desnuda de una mujer y menos una cobertura como esa jeje; sin embargo no me interesó, rápidamente fui a tocar su concha y me la encontré empapada.
Si les digo que sabía lo que tenía que hacer mentiría burdamente, yo solo sabía que tenía que meterle algo en la concha, así que fui con dos dedos agresivamente hacia su agujero que me esperaba deseoso. Recuerdo que entraron limpios, en una cavidad pequeña, que me apretaba y mojaba al mismo tiempo, y que en ese momento otro suspiro, mucho más fuerte y profundo salió de su boca. Hasta ese momento no habíamos intercambiado palabra casi, éramos dos pibes desesperados, explorando su sexualidad, deseosos de sentirse y disfrutar de ese momento inesperado pero bien recibido. Su mano cada vez se movía más rápido y yo la dedeaba violentamente; sin embargo quería seguir explorando, ya había vivido lo más “loco” de mi vida hasta ese instante, pero sabía que era el momento para seguir probando y la verdad, no lo pensaba dejar pasar. Así que deje su concha empapada, para llevar mis manos debajo de su remera, bajando su corpiño hasta casi romperlo y encontrándome con sus tetas, las cuales recorrió de sur a norte jeje, sintiendo sus pezones duros entre mis dedos, pellizcando, estirándolos. Esas tetas eran gigantes, no me entraban en la palma de la mano, sin embargo las manoseaba todas y ella cada vez gemía más. Ya no nos besábamos, su cabeza colgaba hacia atrás, sus ojos estaban cerrados, yo estaba en otro planeta, la calentura que manejaba era algo que no podría definir en palabras.
Obviamente no tenía forro, recuerden que lo que menos esperaba esa noche en que fui a una cena familiar, era que la iba a poner. Sin embargo no me interesó nada y a Morena tampoco. En un rapto de inconsciencia, empecé a hacer fuerza hasta bajarle el pantalón y ella recibió con agrado mi iniciativa, pues rápidamente me acompañó en el movimiento. Ya no nos interesaba si nos estaban mirando desde afuera el resto de los pibes, menos si nuestros viejos nos estaban esperando para cenar o algo de eso, en ese instante éramos nosotros dos y nada más.
Fue en ese momento en el cual nos separamos dos segundos para que ella se termine de bajar el pantalón y yo comencé a sacarme el mio, cuando vi su bombacha toda mojada, y descubrí que era color blanca, un detalle que nunca logre borrar de mi retina. Una vez fuera los pantalones, ella se tiró sobre el sillón marrón, de cuerina dura, horrible y yo fui a su encuentro; con la verga parada, con la cabeza mojada de líquido pre seminal. Sin embargo había un detalle que no quería perderme, que era chupar esas tetas, así que ni bien llegue encima suyo, tome su remera, la lleve sobre su cabeza y me tire de llenos sobre esos dos melones, para devorarlos. Ni bien posé mi lengua sobre ellos mi cabeza se desconecto, solo se que se los babosee a todos, le chupe los pezones, los mordisquee; y mi pija ya palpitaba sobre su vello púbico. Quería ponerla pero de lo nervios no encontraba el agujero, así que fui explorando a ciegas, tanteando, hasta que encontré ese espacio bendito, deseado, añorado desde mi encuentro con Camila hacía tan solo semanas atrás.
Recuerdo que empuje, mojada como estaba igualmente costo que entre, estaba totalmente estrecha; se notaba que su fama de putita tenía mucho de fantasía y poco de realidad, o al menos de penetración hablando. El calor que sentí en mi verga al penetrarla definitivamente fue excepcional, era un volcán en llamas; con solo meterla ella empezó a moverse como una anguila, sus ojos estaban en blanco, su boca abierta jadeaba sin poder emitir palabra; yo sólo sabía que debía moverme y eso hice. Fue un momento para el olvido, los movimientos eran bruscos, rápidos, parecía un taladro percutor, no sentía nada, sin embargo mi cabeza explotaba, y creo que allí radicaba la calentura, el desenfreno. No se cuanto tiempo había pasado, pero yo sentía que ella me chorreaba la verga mientras gritaba fuertemente -después sabría que ese era su momento del orgasmo - y yo sentía que mi verga palpitaba, señal de que estaba por acabar. No tuve tiempo de avisar, menos aún de sacarla, que llegó el lechazo: sí le había terminado todo adentro, un tarado.
Sin embargo terminamos y yo seguía con la pija engarrotada, podía haber seguido dos horas más, y si bien me mantuve dentro de ella unos segundos, fue allí cuando nuestra cabeza hizo “click” y nos dimos cuenta de lo que habíamos hecho. Salí de ella, la mire, ya no éramos el fuego de hacía unos segundos, sin embargo estábamos bien, nos besamos y cambiamos. Salimos sin antes prometernos no decirle nada a nadie de lo vivido…
Al abrir la puerta nos encontramos con los pibes y con Lu esperándonos, sus caras estaban desorbitadas, no lo podían creer; la verdad es que yo tampoco jeje.
Había perdido la virginidad, en un cuartucho de la escuela, a metros de un grupo de pibes/as de mi edad y de donde se encontraban nuestros viejos. Obviamente tuve que ir al baño, limpiarme la chota con papel higiénico, porque estaba todo pegoteado, y a lavarme las manos, pues tenía olor a Morena; después de eso la noche siguió como si nada...Cada tanto cruzábamos una mirada perdida entre todos los adultos y nos reíamos, pero nada más.
Al llegar a mi casa mi cabeza recuperó todos los recuerdos, los ordenó y me volví a excitar, me tuve que hacer una gran paja para poder dormir.
Hoy después de 18 años vuelvo a pensar esa noche y la emoción me invade - y la verga se me vuelve a parar - así que voy a dejarlos y subir la escalera hacia mi cuarto, donde me espera mi esposa con quien voy a desahogar estos recuerdos de la adolescencia.
Les mando un abrazo, por ahí después siga contando experiencias de esa época, que la verdad fue muy productiva y marcó mucho mi vida sexual.
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