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Cuarentena 2 (relato gay)

Para mis queridos 5 lectores:
El personaje y la geografía suburbana de este relato están explicados en "Cuarentena", la primera aventura de Lucas para tener un poco de sexo, necesidad esencial, con algún "pasivo de proximidad" que pudiera conocer en el barrio. Lo pueden leer acá:


http://www.poringa.net/posts/gay/3737613/Cuarentena.html



Espero lo disfruten


La llamada a David había sido infructuosa, era el cumpleaños de la madre y se había comprometido a hacer el asado. Lucas, en bolas en el medio de la cama, se pajeaba despacito mirando una porno. El recomenzar su vida sexual en medio de esa "pandemia de singarchar virus" lo tenía súper excitado y necesitaba descargar. Había que diversificar. Pensó, -si hay uno, debe haber otros, no vamos a ser David y yo los únicos putos del barrio, ¿cuántos seremos? -. El profesional contable, tenía que contar, se puso a buscar información en internet, y leyendo por aquí y por allá se hizo a la idea que un 5% de los hombres eran homosexuales o "bisexuales". Seguro que en los alrededores de su casa, digamos 3 cuadras por 3 cuadras, debían vivir unos 400 hombres, lo que hacía unos 20 gays, y, como, eso era experiencia propia, más del 70% eran pasivos, le daba unos 14 tipos pasivos en el vecindario, 14 culitos temblorosos y calientes por la falta de verga, porque como él, estaban en cuarentena sexual, ¡y hasta ahora él se había cogido sólo a uno!, ¡qué boludo!, ¡cuánta paja al pedo se había hecho todos estos meses de "aislamiento sexual preventivo"!
Comenzó a estudiar mentalmente las oportunidades de proximidad. ¡Claro!, Matías, el encargado de la ferretería, siempre supo que se la comía, pero mientras su Karina lo atendía tan servicialmente, tan sumisa y dulcemente como sólo una sissy sabe atender a un macho, ¿para qué se iba a fijar en otros putos? ¡Matías, siii!, 24 ó 25 años, no muy alto, barbita candado, labios sensuales, mirada lánguida, pero con esa chispa que te hace sospechar que es del gremio. ¡Si más de una vez se había insinuado!, y él, boludo, o más que boludo, tan satisfecho con los favores de Karina que sus hormonas no lo ponían en "modo conquista", sólo se había limitado a responderle con una sonrisa cómplice y nada más. Era obvio, el radar de Matías siempre lo había detectado, de la misma manera que su radar había detectado a Matías. 
¡Hasta esa vez tan evidente!, ¿cómo no se lo había volteado ese mismo día? Él estaba esperando en el mostrador y llegó Matías de la calle, fue directo a él, lo saludó sólo a él entre los demás clientes y luego pasó detrás del mostrador. Por supuesto, con su manía incorregible, Lucas le había clavado los ojos en el culo, y cuando Matías cruzó la entrada al otro lado del mostrador, se dio cuenta claramente dónde estaba mirando Lucas. ¿Qué había hecho el muy puto? Uno de los vendedores estaba sentado al mostrador contando arandelas, Matías se paró detrás, y clavándole los ojos a Lucas ¡comenzó a simular un mete y saca contra la silla de su compañero! Y él, boludo, de nuevo, sólo le dedicó otra de sus idiotas sonrisas cómplices.
Había que ir urgente a comprar tornillos, pero eran las 11 de la noche. Lucas buscó esa parte del video donde la sissy gemía mientras le destrozaban el culo en perrito y se masturbó furiosamente, desparramando semen en esas sábanas que apenas esa tarde había cambiado, preparando la cama para cogerse a David.
Al otro día, a las 3 de la tarde, hora de pocos clientes, Lucas estaba en la ferretería, detrás del mostrador Matías y otro vendedor. No los dejó decidir, encaró directo a su objetivo.
-Hola Mati, ¿tenés tornillitos de bronce como éste? -, dijo Lucas ofreciéndole el tornillo en la palma de la mano y mirándolo directo a los ojos como no lo había mirado nunca. Cuando Matías fue a tomar el tornillo, Lucas le apretó suavemente la mano comiéndolo con la mirada. Matías levantó la vista, las miradas se cruzaron, todo estaba entendido. 
Llegó el tornillo, vino el pago y vino el vuelto y con el pago y el vuelto vinieron las caricias de la mano de Matías a la de Lucas.
-Che, ¿a qué hora cierran hoy?, por si necesito alguna cosa más-
-Mirá, con esto de la cuarentena estamos cerrando a las 7, pero yo me quedo siempre un rato más, así que si ves la cortina baja y luz adentro, tocame que te atiendo- Intercambiaron miradas, intercambiaron sonrisas, Lucas salió seguro que esa noche Matías "lo iba a atender".
Las horas se hicieron eternas, pero 7 y 10 Lucas, recién bañado y perfumado estaba tocando la puerta de la ferretería por entre el enrejado de la cortina ya baja. Detrás del mostrador Matías le dedicó una sonrisa y vino a abrirle. Lucas se agachó para pasar por la puertita de la cortina, y al levantarse ya dentro de la ferretería, se encontró con el cuerpo de Matías y lo saludó con un beso en los labios.
- ¡Directo el hombre!, le dijo Mati, - ¡mirá si en la pileta no había agua! -
-Naa, si vos me remostraste que estaba llena de agua hasta el borde -
-Seguro que no venías a comprar nada, ¿no? -, le dijo Matías mientras lo invitaba a pasar detrás del mostrador.
-No sé, ¿vos tenés algo para ofrecerme? -, Matías se dio vuelta y se apoyó ambas manos en las nalgas.
-Tengo algo, pero no se vende, se entrega a cambio de otro producto, ¿vos tenés algo para ofrecer? -, Lucas llevó su mano al bulto. Matías sonrió y lo tomó de la mano.
-Vení-, lo llevó entre las estanterías llenas de grampas, bulones y herramientas, apoyó su espalda contra las cajas y atrajo de la cintura a Lucas. Las bocas se fundieron, las lenguas se juntaron, los labios estallaron en ardor contenido. Las manos de Lucas fueron a la cintura de Matías y lo separaron de la estantería, el nene debía entender quien mandaba, lo apretó fuerte contra su cuerpo y de inmediato sus manos bajaron a las nalgas. El putito, con meses de carencia, al sentir la presión de de esas dos manos fuertes en su culito, no pudo contener el gemido.
- ¡Ay Lucas, por favor, cogeme, cogeme rápido, dame tu pija, porfa Lucas, porfa! - 
Lucas no se hizo esperar, le bajó la ropa de un golpe, vio en el fondo una mesa, lo llevó, casi lo arrastró y le hizo apoyar las manos sobre la mesa. Le abrió las nalgas y le escupió el ojetito tembloroso. Se ensalivó con las manos la punta del misil y se la clavó.
- ¡Aaaaay!, no no no, esperá, soy estrecho. -, sosteniéndose los pantalones con una mano caminó hasta una de las estanterías y trajo una botellita de vaselina, la abrió, y se puso una buena cantidad con los dedos en el ojetito. Se arrodilló frente a los bellos 19 cm de Lucas, le besó el glande, la untó de vaselina y apoyó nuevamente sus manos sobre la mesa.
Lucas se la apoyó en el esfínter, lo tomó de las caderas y empujó, la vaselina actuó mejor que el mejor lubricante de sex shop y en segundos su pubis quedó pegado a las nalgas de Matías
-Aaaaay, aaay, ay, ahhhhhhhhhhhhhhhhh, ay, Lucas, qué rico se siente, ¡cómo la necesitaba! -
- ¿Te gusta putito? - 
-Me encanta, así, si, rompeme bien el culo, no sabés cómo lo necesito-
- ¿Estabas necesitado putito? -
-Siiiii, desde enero que nadie me lo comía, ahhhh, y vos, las veces que te tiré onda y te hacías el boludo-
- ¿Sabiás que yo era del gremio? -
-¡Por supuesto, sabés cómo reconozco a un socio!
-Y ahora vas a conocer ésta-, le dijo Lucas tomándolo de las caderas y enterrándosela de golpe hasta el fondo. -Vení que me vas a cumplir una fantasía-

Arrastrando los pantalones bajos lo llevó al mostrador. -Apoyaté acá-
- ¿Pero vos estás loco?, ¡nos van a ver por la vidriera! -
-Mati, con lo de la cuarentena ya está todo cerrado, cuando venía lo único abierto era la verdulería de la boliviana y ya los pibes estaban entrando los cajones, no hay nadie en la calle-
Matías lo pensó un poco, que lo culearan en el mostrador lo llenaba de morbo. Miró en derredor, ni autos en la calle. 
-Bueno, dale- Apoyó sus manos en el mostrador, se agachó lo más que pudo, sintió las manos de Lucas tomarlo de la pelvis y en instantes la verga de Lucas se coló hasta el último rincón de su recto, sin dolor, con la calentura, y la vaselina, su culito ya estaba listo para comerse lo que viniera.
El mostrador se bamboleaba, el culo de Lucas pegaba contra las latas de pintura de los estantes de detrás del mostrador, los gemidos del macho y del putito inundaban el aire, y la pija gruesa de Lucas entraba y salía del culito de Mati, trayendo en su vaivén cada vez más abundante moquito rectal, que había ensopado completamente las nalgas de Matías. Su pijita dura goteaba, gotas a la pila de hojas de lija de debajo del mostrador, gotas al piso, gotas a su ropa, a sus zapatillas.
- Ay, Lucas, no quiero que me la saques, pero me estoy enchastrando todo, vamos a la cocinita- 
Fueron de nuevo al fondo, Matías, mirándolo como para comérselo, se quitó toda la ropa, Lo mismo hizo Lucas. De nuevo manos a la mesa, de nuevo a fondo, se cayeron las tazas, se cayó la yerbera y el mate, Matías comenzó a masturbarse, Lucas aceleró el bombeo, cada vez que su pubis golpeaba las enrojecidas nalgas del putito, el putito gemía y sentía que ya ya ya acababa, se retiraba la pija y Mati volvía a masturbarse, dos tres, cinco veces volvió la sensación de orgasmo inminente en la raíz de su pijita, en la sexta no aguantó, gritando como nunca, tremendos chorros de leche salieron de su pene, se le aflojaron las piernas. De no ser que Lucas lo tenía agarrado de la cadera se hubiera caído al piso. 
El orgasmo de Matías colmó la excitación de Lucas, que con cada pijazo levantaba al putito del piso. -Tomá, tomá, tomaaaaaaaaaaaaaaaa-, apretándolo hasta casi dejar amoratadas marcas de sus dedos en la cadera del putito, Lucas inundó de leche de macho el culito de Matías.
Se la sacó y extenuado se sentó en una silla. Matías se incorporó, se sentó de costado sobre sus piernas, lo abrazó y comenzaron a besarse.
-Gracias Lucas, me hiciste refeliz-
-Vos me hiciste feliz a mí, putito, mmm, ¿ese calorcito en mi pierna?,ah, se te está saliendo la leche del culito-
- ¿Querés ver cómo me lo dejaste? - Matías corrió desnudo y encendió todas las luces del local, ni pensó que de la calle cualquiera que pasara lo iba a ver en pelotas, estaba tan feliz, que todo lo demás le chupaba un huevo. Se acostó sobre la mesa y se agarró las piernas.
-Wow, te entra un caño de una pulgada y media en el agujerito-
-¿Querés meterlo?, ¡tengo! -. A Lucas le picó el morbo, pero tuvo miedo de lastimarlo.
- ¿Me jodés?-
-No te jodo, ¿querés?. sacá de mi mochila un condón, se lo ponés y me lo mandás, ¿cómo creés que me arreglé todos estos meses?
-Pija te voy a meter, nene, ¡no caños! - 
-Siiii, sacame fotos, dale, sacame fotos - Lucas tomó su celular y retrató para siempre ese agujerito enrojecido, mojado, abierto, con un hilito de semen blanquecino bajando, aún tembloroso. El putito se incorporó y de rodillas en el piso comenzó a chupar la verga de Lucas que apenas había perdido flaccidez, la tomó con una mano, la llenó de besos apasionados y luego la empezó a engullirla, ese gusto a mezcla de semen, culo, mocos rectales, preseminal, ese gusto a la deliciosa culeada que ese verga le había dado, llenó su boca, mmm, ¡qué rico le parecía! Mamó, besó, limpió, lamió, y en 5 minutos ya la verga estaba dura y regalándole preseminal. Matías, levantó sus ojos, sintió el clic de la foto, sonrió sin sacarse la pija de la boca y escuchó justo eso que deseaba
-Dame de nuevo tu culito, putita, vamos-
Lucas se sentó en la silla y atrajo a Mati, - agarrate del respaldo -, lo tomó de los muslos y lo levantó, lo acomodó y lo fue bajando despacito, el esfínter de Matías fue engulléndose la pija hasta quedar sentado sobre las piernas de Lucas. Se abrazaron y comenzaron a besarse despacito.
Éste no iba a ser el polvo de la calentura contenida, iba a ser el polvo largo, gozado, conversado, el polvo-comunicación más que el polvo-lujuria, era el vaso de vino que se bebe despacio y se disfruta con cada sorbo y no la botella de cerveza que se bebe apurada a grandes tragos para quitar la sed. El semen de Lucas había calmado su sed, ahora había que beber a Lucas despacito, para gozarlo y disfrutarlo, cogiendo con todo el cuerpo, con las manos, con la espalda, los pezones, los muslos. Mientras Matías despacito subía y bajaba, gozaba de las manos que recorrían su espalda y acariciaban sus nalgas, gozaba de esa boca que a veces besaba, a veces mordía, a veces decía cosas tiernas suavecito en su orejita, gozaba de esos brazos fuertes que lo rodeaban, que lo abrazaban, que lo hacían sentir seguro y protegido del mundo, un putito gozando, libre, en brazos de su macho, afuera, la pandemia, la maledicencia, el odio, la indiferencia, allí dentro, dos hombres se compartían los cuerpos en algo que no era amor, pero que Matías sentía que se le parecía. El orgasmo llegó suave, primero Lucas, después Matías, apretando su pijita contra la panza de Lucas, su cabeza sobre su pecho, deseando que ese momento no terminara nunca, y tratando de que Lucas no descubriera sus lágrimas.
Matías se fue incorporando despacito sintiendo esa triste sensación de vacío en su culito abierto, que aún necesitaba pija, pero ya eran como las 9 de la noche y sabía que a los dueños de la ferretería no les gustaba que cerraran muy tarde por los choreos. Apoyó sus manos sobre los muslos de Lucas, lo besó en los labios.
-Mi amor, te la comería toda la noche, pero tengo que cerrar-
-Mi amor, vamos a casa, y la seguimos ahí, si querés te quedás a dormir - A Mati se le iluminaron los ojos un instante, pero luego se entristeció
-Tengo como 10 mensajes de mi vieja preocupada porque no llegué, y no quiero que en el barrio vean mi auto durmiendo frente a tu casa, pero si no me cogés otra vez esta noche, me muero de tristeza, vamos un rato. - Limpiaron y ordenaron lo mejor que pudieron, cerraron el local, subieron al auto de Matías y recorrieron las dos cuadritas que había hasta la casa de Lucas.
- ¿Nos bañamos putita? -
-Bueno mi amor, como vos digas, mi machito- A Mati de a poco le iba naciendo su escondidísima personalidad sumisa.
Recién en la ducha, Lucas se puso a mirar a su putita, no llegaba a 1,70, cero cero gym, una pija que no llegaba a los 12 cm, flaquita, pendejos depilados, un poquito apenas de vello en el pecho y debajo de las rodillas; nalguitas carnudas, largas, abiertas por debajo como para continuarse en las piernas, completamente lampiñas, súper suaves, sin un solo granito, ni una sola imperfección de la piel, cuidadísimas, el culito de una sissy, aunque no lo fuera, ¿o sí?
Mientras Mati se terminaba de duchar, Lucas fue a hurgar al cajón del placcard donde "Karina" guardaba sus cositas. Eligió una tanga de encaje rojo y la puso sobre la almohada blanca. Cuando Matí salió del baño la vio de inmediato, nunca había usado, él siempre se había considerado un macho pasivo, pero si Lucas se lo pedía de esa manera...
Lucas, apoyado contra el respaldo de la cama, lo miraba divertido, la crisálida comenzaba a convertirse en mariposa, Mati ahora caminaba de manera diferente, el brillo de sus ojos era diferente. La putita se puso con cuidado la tanga y se miró en el espejo, por delante, su pequeña pija apenas se notaba, por detrás, mmm, ¡qué bién se veía su cola!, quebró la cadera.
- ¿Te gusto mi machito? -, su voz sonaba diferente.
-Vení, putita, vení- En cuatro patas Mati subió a la cama
-Siii, soy tu puta, soy tu hembra, ¡comeme la concha mi machote! - Matías se asombraba de sí mismo, ¿eso estaba diciendo?
Lucas la hizo acostar boca arriba, comenzó a besarlo profundamente, su lengua recorrió su cuello y llegó a sus pechitos, comenzó a darle mordisquitos en los pezones y a chuparle las tetitas, mientras su boca se deleitaba con un pechito, su mano franeleaba el otro. Matías estaba en el paraíso, nunca, ninguno de sus siempre ocasionales machos, lo había tratado así, sus gemidos se hicieron extrañamente agudos, la mariposa estaba comenzando a desplegar sus alas. Lucas bajó a su vientre y comenzó a besarle cada cm de su pancita, entre el ombligo y el borde de la tanga, ahhh, ¡qué bien se sentía! Mati comenzó a acariciar la cabeza de Lucas.
-Mi amor, ¡me estás haciendo vibrar! - Lucas se acostó a su lado, la hizo dar vuelta y le ordenó, chupá putita hermosa. Mati sin perder tiempo fue a esa pija deseaba y comenzó su faena, pero se tuvo que interrumpir de inmediato. Lucas le había corrido el hilo de la tanga y le comenzaba a chupar el culito, esa lengüita tibia explorando su ojetito le arrancó nuevos gemidos, y era difícil gemir con la boca llena, pero su macho le había ordenado mamar y se tenía que acostumbrar a ese doble placer. Su boca gozaba, su culito gozaba, mojado, dilatado, listo para mutar en conchita y satisfacer a su macho.
Lucas la llevó al borde de la cama, le levantó las piernas, volvió a correrle el hilo de la tanga y se la mandó hasta los huevos.  Por delante la tanga estaba empapada.
-Mi amor, con vos voy a tener que usar protectores diarios, mirá como me hiciste mojar-
-Sí, putita, mojá la bombachita, sos toda una trola, Mati-
Y era cierto, esa noche, después de 40 minutos de bombeo incesante, el esfínter de Matías cambió para siempre, y la sexualidad de Matías cambió para siempre. Como putita cuidadosa, esa noche, luego de hacer el amor, lavó la tanga y la dejó colgada en la ducha, junto a ese boxer que jamás volvería a usar. Salió de la casa de Lucas con un culotte negro y la cabeza llena de niebla, niebla que se fue despejando en el corto viaje hasta su casa.
A las 2 de la mañana la mamá de Matías se despertó cuando su hijo encendió la luz del dormitorio. Adormilada, saludó a su hijo con una sonrisa.
Matías se sentó en la cama con las piernas bien juntas. El culotte, metido en la raya le incomodaba un poco. Todo el cuerpo le temblaba.
-Mamá, tenemos que hablar, tengo algo que decirte, y no quiero esperar hasta mañana-

3 comentarios - Cuarentena 2 (relato gay)

MatiasBuc
Muy buena historia!!! Sentí cada palabra. Gracias ☺️