No dejes de pasar por mi mejor post
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir!
No mucho tiempo atrás, cumplía treinta y seis años y estaba en la cúspide de mi carrera profesional, las mujeres que estudiaban ingeniería eran contadas con los dedos de una mano, y si además, a eso le sumábamos que mi interés estaba en ingeniería espacial, que decir, era intentar meterme en un mundo de hombres.
Sin embardo, nunca bajé los brazos, soy una escorpiana muy tenaz y siendo demasiado jovencita había conseguido una beca para ir a estudiar a Estados Unidos.
Fue un mundo nuevo, costumbres, idioma, pensamientos, pero serían los primeros pasos de la mujer que me transformaría poco a poco. Y ya en esos días destacaba en un mundo de hombres, por ser mujer y por que no decirlo, porque era inteligente entre los inteligentes, solían llamarme 'cerebrito', en lo que sería una traducción del inglés.
Mis altas calificaciones me llevaron a conseguir empleos y mi carrera ascendió tan rápido como los cohetes que alguna vez había soñado diseñar, solo que la vida me llevó a orientarme por otros caminos.
Fui saltando de compañías a compañias, me traslade a Inglaterra a una renombrada empresa que fabrica turbinas para aviones, viví unos años en la isla antes de saltar a Francia, ya que dicha empresa es anglo francesa, y necesitaría un espacio aparte para narrar toda mi vida profesional.
Pasaron los años, en algún momento vivía más tiempo arriba de aviones que pisando el planeta, volando de un sitio a otro. Mis cargos tenían cada vez mas peso, mi cuanta bancaria se abultaba exponencialmente y mi nombre se hacía cada vez más conocido en el ambiente, hablaba cuatro idiomas a la perfección, mi castellano natal, ingles, frances y portugues, ademas de defenderme con al alemán y con el ruso, mi vida era mi trabajo y recibía a diario nuevas propuesta laborales, era dueña de mi destino.
Estaba ya acostumbrada a ser casi la única mujer en un mundo de hombres, disfrutaba dar órdenes y que el mundo girara en torno a mi dedo índice, me había vuelto despótica y era reconfortante notar que todos estaban a mis pies, que la voluntad de cada individuo en el fondo era solo mi voluntad, porque todo se hacía a mi manera.
Y que pasaba en la parte sentimental, bien, siempre había puesto mi cerebro por delante de mi corazón, sabía que no era la mas bonita del mundo, pero tampoco la mas fea, hombres había tenido un montón, a elección, eternos aduladores, resignados trabajadores, tigres en la cama, pero solo eso eran, hombres pasajeros porque en mi vida no tenía lugar para el amor.
Honestamente, prefería que la madrugada me sorprendiera en la cama trabajando con mi notebook, con una buena copa de vino tinto a mi lado que verme enredada entre las piernas de un amante.
Y volviendo a mis treinta y seis años, había llegado a un punto de mi vida en el que estaba cuestionándome demasiadas cosas, casi sin darme cuenta, era todo los perfecta y profesional que muchos hubiesen deseado ser, y vivía para mi trabajo, era el motor de mi vida, conocía mas de la mitad del mundo, tenía ricos conocimientos en muchas cosas, pero estaba pagando un alto precio, mi corazón estaba frío como hielo, no tenía un amor a quien abrazar cada noche, no había sido madre y posiblemente nunca lo sería, me había olvidado de mis padres, de mis hermanos, de mi familia, conocía a mis sobrinos solo por fotos, o a traves de una computadora, hasta me sorprendía no recordar algunas palabras de mi castellano natal, mi papá estaba enfermo, estaba viejo, y para que quería tanto de algo si e el camino perdía todo de lo otro?
Medité mucho, y esa noche, cuando soplé una vela sobre una pequeña torta insípida que yo misma había reparado, cuando noté el silencio de la soledad en mi enorme y lujoso apartamento a las orillas del frió río Tamesis, cunado no tuve nadie que me contuviera, me solté a llorar como una chiquilla.
Me decidí a cambiar algunas cosas, debía equilibrar un poco los platillos de la balanza entre mi vida profesional y personal, al menos intentarlo.
Un cerrar y abrir puertas, con mi curriculum no me costó conseguir empleo en mi querida Argentina, lógicamente, nada que ver con el avance del primer mundo, resigné mucho, pero fui por algo mas tranquilo, y además, volver a mis raíces, a mi pueblo, a mi familia.
Personalmente fue reencontrarme con mi pasado, volver a a escribir un libro que alguna vez había quedado trunco, profesionalmente, el día y ala noche...
La filial local de Sunday S.A. no era mucho mas que una pantalla para licuar impuestos, conseguir mano de obra barata y girar divisas fuertes a Londres, era demasiado notorio, una pantalla de cartón. A pesar de todo, me propuse ser la mejor, y tras unos meses de ser la segunda al mando, tomé el control total de la empresa.
Tenía bajo mi cuidado unas cien personas, y mi grupo de seguidores directos apenas sumaban diez, pero yo tenía el control total, como me gustaba, una reina, una diosa entre un mundo de hombres inclinados a mis pies, y no tardó en aflorarme nuevamente ese despotismo que llevaba en la sangre, era quien llevaba el látigo, y nana ni nadie podía desafiarlo.
Ulises Altamirano era uno de mis diez apóstoles, así bautizaban por lo bajo a los que yo consideraba mi mano derecha.
Él era un tipo simpático, era muy cordial conmigo, lograba sacar mi lado mas femenino, era mayor que yo, nueve años para ser precisa, se conservaba bastante bien para su edad, alto, calculo metro noventa, delgado, su frente se hacía amplia al tener a los lados dos profundas entradas producto de su incipiente calvicie, de trato cordial, muy respetuoso y educado, lucía siempre pulcro y perfumado, me encantaban ese perfil de hombres, se acercaba demasiado a mi modelo de hombre perfecto.
Ulises era ingeniero, era mediocre, no sobresalía para nada en lo suyo, ciertamente sobrevivía en la empresa por su forma de ser, pero objetivamente no calificaba para lo que se requería, tal vez lo que mas me agradaba de él es que fuera extremadamente honesto consigo mismo, el me decía lo que pensaba sin pelos en la lengua, aunque no opináramos igual el jamas se preocupaba por quedar bien, o solo decir las cosas porque yo las decía, nunca sería un lambe botas y yo detestaba los lambe botas.
Ese hombre tenía algo más, su familia, el se llenaba la boca hablando de su esposa, estaba perdidamente enamorado, de su hija adolescente que pronto empezaría la facultad, y de la pequeña Lulu, la bebé que había llegado cuando menos lo esperaban.
Y yo lo admiraba y lo envidiaba por eso, cuando el mundo está lleno de divorcios, infidelidades, y familias desmembradas, él se deshacía en elogios a su perfecto hogar.
No se bien como sucedió, pero Ulises se transformó en mi desafío, yo tenia todo bajo control y podía manejar todo con un trinar de dedos, pero el era la excepción, yo no era parte de esa perfección y solo no podía tolerar que las cosas no fueran como yo quería que fueran, fue mi obsesión, fue mi desafío, envidiaba que él tuviera algo que yo no tenía
Solo empecé a presionar sutilmente, a provocar con palabras, con gestos, con poses, con miradas, inocentes charlas, dejando la puerta abierta para que el me seduciera, pero Ulises era lo suficiente hábil para rodear la trampa sin quedar atrapado, estaba claro que su amor por su familia estaba por sobre todo, y si bien era evidente que yo también le gustaba, también era evidente que para el, todo sería un juego y nunca cruzaría la línea.
Cambie de táctica, quería que me cogiera y se hacía el desentendido, de la seducción pasé al castigo, a humillarlo ante sus pares, a hacerlo quedar en ridículo, a culparlo por todo, pero el no cambiaba, nunca cambiaría.
Promediando el invierno tuvimos un serio problema con el sindicato, la calefacción general de la nave estaba fuera de servicio y el frío invernal hacía las jornadas insoportables, todos los veranos se hacían las tareas de mantenimiento correspondientes, pero por algún motivo ese año las cosas fallaron, no supe cual era el problema, tampoco debía saberlo, esas eran actividades que justamente eran responsabilidad del buen amigo Ulises. Y había tenido oportunidades de remediarlo, ya que en los primeros días de otoño se había evidenciado el problema, y con charlas con el sindicato prometimos hacerlo. Sin embargo, Ulises y su equipo de mantenimiento había fallado una y otra vez y la situación se volvió insostenible, el sindicato cansado de promesas había decidido realizar un paro general, y eso no era algo que estuviera dispuesta a tolerar.
Ese viernes, cerca de las seis de la tarde, cuando todo el personal administrativo se retiraba y solo quedaban los operarios en planta trabajando bajo un frío insoportable, llame a Ulises a mi oficina, estaba furiosa y el llegó cabizbajo y dubitativo, se sentía acorralado y sabía que esta vez lo tenía en mi puño y lo podría haber pisado como a una cucaracha.
Trató de excusarse, su amplia frente estaba plagada de gotas de sudor por la situación de nervios, incluso apretaba con insistencia sus puños
Tranquilo Ulises, - dije en tono calmo - tenemos unas horas por delante todavía
Yo... yo... es que... - balbuceaba sin animarse a hablar -
Si, dime
Es que... debo retirarme, Susana - su esposa - me espera para que la lleve al médico...
En ese momento reí por dentro, lo tenía a Ulises donde siempre había querido tenerlo, entre la espada y la pared, acorralado, sin posibilidad de decidir, solo le dije que lo dejaría a solas unos minutos, que llamara a su esposa, y que le explicara que tenía problemas que atender en la empresa, y que en esta oportunidad, no podría estar con ella. Mi empleado solo tragó saliva, bajó la mirada y concluyó que no estaba en posición de discutir.
Lo dejé solo, fui a mi baño personal, me levanté la pollera y me saqué mi ropa interior, estaba mojada de solo imaginar lo que seguiría.
Volví a la oficina, me senté en mi trono de reina, me puse mis lentes de aumento y solo lo dejé hablar, a escuchar sus tontas excusas, hasta que solo hablaba y yo no escuchaba, yo tenía otros planes.
Solo la llamé a mi lado, extendí mi mano y tomé una de las suyas, transpirada en exceso, la traje a mi lado y mirándolo fijamente a los ojos la llevé entre mis piernas, bajo la pollera, para que notara mi sexo desnudo.
Ulises la retiró sorprendido, como si hubiera tocado un cactus, me miró con ojos exorbitados y me pidió explicaciones, de que se trataba todo este juego, que yo le parecía una mujer sumamente atractiva pero él tenía familia, esposa, hijas, toda una mierda de palabras que poco me importaron, le retruqué advirtiéndole que no estaba en posición de planteos, que la empresa estaba al borde del colapso por su incompetencia y que si pensaba seguir trabajando solamente había una forma de hacerlo.
Mientras hablaba, me acomodé en mi sillón, casi recostada sobre el mismo, levanté mi pollera hasta la cintura, abrí mis piernas como una puta mostrándole toda mi concha jugosa, y le dije con tono de órden
Veni, dame placer, llename de placer, chupámela como se la chupas a tu mujer
Ulises pareció un tanto resignado, vino entre mis piernas y pasó un rico lengüetazo por mi vagina para arrancarme un suspiro, y siguió otro y otro mas, me metió un dedo, dos y empezó a jugar con todo eso, me fui relajando y sentí sus labios en mis labios, estaba excitada y sentí mojarme a mares, que rico se sentía.
Algo era notorio, mi amante me chupaba muy bien la conchita, pero a pesar de todo su rostro mostraba la incomodidad de estar haciendo eso a la fuerza, seguramente pensaba en su mujer en ese momento y eso me provocaba sentidos encontrados, por una parte, la frustración de nunca podría lograr que me prefiriera antes que a ella, pero por otro, el placer de doblegarlo y tenerlo a mis pies, como siempre, el mundo estaba a mis pies.
Solo tomé su cabeza entre mis manos y la enterré entre mis piernas, quería asfixiarlo con mi concha, con mis jugos, con mis sabores de mujer, le ordené que chupara, más y más, si, si... ahhhh!!!!! al fin me arrancó un terrible orgasmo que me dejó inconexa, casi sin poder respirar, con mis ojos perdidos mirando el blanco techo del cuarto.
Cuando me recobre, Ulises se había bajado los pantalones y su verga estaba dura, no parecía gran cosa, pero el me dijo
Supongo que ahora me la vas a querer chupar cierto?
Yo solo me reí de mi tonto empleado, me incorporé y mientras me bajaba la pollera y empezaba a acomodarme, le expliqué fríamente que yo era la diosa del lugar, que yo no andaba chupando vergas por la vida, que las putas chupaban vergas y yo no era puta, los hombres estaban para satisfacerme, como el lo había hecho y que no había mas por hablar.
Solo le di la espalda por unos segundos, para tomar el peine de mi cartera, fue cuando Ulises me tomó por sorpresa, su mano me aferró por un brazo y me llevó a la fuerza sobre el escritorio, casi sin darme tiempo me empujó sobre él me reclinó apoyando su mano en mi espalda, levantó nuevamente mi pollera y me dio una fuerte nalgada, se acomodó y me la metió toda hasta el fondo.
Solo empezó a cogerme, parecía un toro embravecido, una locomotora sin frenos, empezó a decirme de todo
Así te gusta puta? querías que te cogiera? lo conseguiste... sos una perra, una sucia, la peor de todas las putas, un mierda de mujer, maldita mal parida! hija de puta
Yo solo lo dejaba desahogarse y sus insultos me encantaban, solo me hacía gemir y me llenaba de placer, había sacado al fin su lado mas oscuro, lo había sacado de eje y me deba la cogida que siempre había querido tener, creo que fue una de las mejores cogidas de mi vida, sentía su odio en sus dedos al clavarse en las carnes de mis glúteos, y en las empinadas que me daba haciendo correr el pesado escritorio de su sitio.
Al fin eyaculó en mi conchita y pareció quebrarse en ese momento, luego un silencio sepulcral invadió el recinto, mientras ambos nos acomodábamos nuevamente.
Como siguió la historia? bien, tomé el tema gremial personalmente y resolví el problema, como siempre lo hacía, me aproveche de Ulises y su incompetencia, así que buscaba molestarlo cada vez que podía molestarlo, cada vez que sabía que tenía que cumplir algo con su mujer o su familia, lo hacía quedar solo para que me diera un buen sexo oral, solo para eso.
Al final de cuentas, me cansé de ese juguete, y solo una mañana, al llegar Ulises, se enteró que ya no tenía empleo.
Como siempre, el mundo gira a mis pies
Si te gustó la historia puedes escribirme con título EL MUNDO A MIS PIES a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
No mucho tiempo atrás, cumplía treinta y seis años y estaba en la cúspide de mi carrera profesional, las mujeres que estudiaban ingeniería eran contadas con los dedos de una mano, y si además, a eso le sumábamos que mi interés estaba en ingeniería espacial, que decir, era intentar meterme en un mundo de hombres.
Sin embardo, nunca bajé los brazos, soy una escorpiana muy tenaz y siendo demasiado jovencita había conseguido una beca para ir a estudiar a Estados Unidos.
Fue un mundo nuevo, costumbres, idioma, pensamientos, pero serían los primeros pasos de la mujer que me transformaría poco a poco. Y ya en esos días destacaba en un mundo de hombres, por ser mujer y por que no decirlo, porque era inteligente entre los inteligentes, solían llamarme 'cerebrito', en lo que sería una traducción del inglés.
Mis altas calificaciones me llevaron a conseguir empleos y mi carrera ascendió tan rápido como los cohetes que alguna vez había soñado diseñar, solo que la vida me llevó a orientarme por otros caminos.
Fui saltando de compañías a compañias, me traslade a Inglaterra a una renombrada empresa que fabrica turbinas para aviones, viví unos años en la isla antes de saltar a Francia, ya que dicha empresa es anglo francesa, y necesitaría un espacio aparte para narrar toda mi vida profesional.
Pasaron los años, en algún momento vivía más tiempo arriba de aviones que pisando el planeta, volando de un sitio a otro. Mis cargos tenían cada vez mas peso, mi cuanta bancaria se abultaba exponencialmente y mi nombre se hacía cada vez más conocido en el ambiente, hablaba cuatro idiomas a la perfección, mi castellano natal, ingles, frances y portugues, ademas de defenderme con al alemán y con el ruso, mi vida era mi trabajo y recibía a diario nuevas propuesta laborales, era dueña de mi destino.
Estaba ya acostumbrada a ser casi la única mujer en un mundo de hombres, disfrutaba dar órdenes y que el mundo girara en torno a mi dedo índice, me había vuelto despótica y era reconfortante notar que todos estaban a mis pies, que la voluntad de cada individuo en el fondo era solo mi voluntad, porque todo se hacía a mi manera.
Y que pasaba en la parte sentimental, bien, siempre había puesto mi cerebro por delante de mi corazón, sabía que no era la mas bonita del mundo, pero tampoco la mas fea, hombres había tenido un montón, a elección, eternos aduladores, resignados trabajadores, tigres en la cama, pero solo eso eran, hombres pasajeros porque en mi vida no tenía lugar para el amor.
Honestamente, prefería que la madrugada me sorprendiera en la cama trabajando con mi notebook, con una buena copa de vino tinto a mi lado que verme enredada entre las piernas de un amante.
Y volviendo a mis treinta y seis años, había llegado a un punto de mi vida en el que estaba cuestionándome demasiadas cosas, casi sin darme cuenta, era todo los perfecta y profesional que muchos hubiesen deseado ser, y vivía para mi trabajo, era el motor de mi vida, conocía mas de la mitad del mundo, tenía ricos conocimientos en muchas cosas, pero estaba pagando un alto precio, mi corazón estaba frío como hielo, no tenía un amor a quien abrazar cada noche, no había sido madre y posiblemente nunca lo sería, me había olvidado de mis padres, de mis hermanos, de mi familia, conocía a mis sobrinos solo por fotos, o a traves de una computadora, hasta me sorprendía no recordar algunas palabras de mi castellano natal, mi papá estaba enfermo, estaba viejo, y para que quería tanto de algo si e el camino perdía todo de lo otro?
Medité mucho, y esa noche, cuando soplé una vela sobre una pequeña torta insípida que yo misma había reparado, cuando noté el silencio de la soledad en mi enorme y lujoso apartamento a las orillas del frió río Tamesis, cunado no tuve nadie que me contuviera, me solté a llorar como una chiquilla.
Me decidí a cambiar algunas cosas, debía equilibrar un poco los platillos de la balanza entre mi vida profesional y personal, al menos intentarlo.
Un cerrar y abrir puertas, con mi curriculum no me costó conseguir empleo en mi querida Argentina, lógicamente, nada que ver con el avance del primer mundo, resigné mucho, pero fui por algo mas tranquilo, y además, volver a mis raíces, a mi pueblo, a mi familia.
Personalmente fue reencontrarme con mi pasado, volver a a escribir un libro que alguna vez había quedado trunco, profesionalmente, el día y ala noche...
La filial local de Sunday S.A. no era mucho mas que una pantalla para licuar impuestos, conseguir mano de obra barata y girar divisas fuertes a Londres, era demasiado notorio, una pantalla de cartón. A pesar de todo, me propuse ser la mejor, y tras unos meses de ser la segunda al mando, tomé el control total de la empresa.
Tenía bajo mi cuidado unas cien personas, y mi grupo de seguidores directos apenas sumaban diez, pero yo tenía el control total, como me gustaba, una reina, una diosa entre un mundo de hombres inclinados a mis pies, y no tardó en aflorarme nuevamente ese despotismo que llevaba en la sangre, era quien llevaba el látigo, y nana ni nadie podía desafiarlo.
Ulises Altamirano era uno de mis diez apóstoles, así bautizaban por lo bajo a los que yo consideraba mi mano derecha.
Él era un tipo simpático, era muy cordial conmigo, lograba sacar mi lado mas femenino, era mayor que yo, nueve años para ser precisa, se conservaba bastante bien para su edad, alto, calculo metro noventa, delgado, su frente se hacía amplia al tener a los lados dos profundas entradas producto de su incipiente calvicie, de trato cordial, muy respetuoso y educado, lucía siempre pulcro y perfumado, me encantaban ese perfil de hombres, se acercaba demasiado a mi modelo de hombre perfecto.
Ulises era ingeniero, era mediocre, no sobresalía para nada en lo suyo, ciertamente sobrevivía en la empresa por su forma de ser, pero objetivamente no calificaba para lo que se requería, tal vez lo que mas me agradaba de él es que fuera extremadamente honesto consigo mismo, el me decía lo que pensaba sin pelos en la lengua, aunque no opináramos igual el jamas se preocupaba por quedar bien, o solo decir las cosas porque yo las decía, nunca sería un lambe botas y yo detestaba los lambe botas.
Ese hombre tenía algo más, su familia, el se llenaba la boca hablando de su esposa, estaba perdidamente enamorado, de su hija adolescente que pronto empezaría la facultad, y de la pequeña Lulu, la bebé que había llegado cuando menos lo esperaban.
Y yo lo admiraba y lo envidiaba por eso, cuando el mundo está lleno de divorcios, infidelidades, y familias desmembradas, él se deshacía en elogios a su perfecto hogar.
No se bien como sucedió, pero Ulises se transformó en mi desafío, yo tenia todo bajo control y podía manejar todo con un trinar de dedos, pero el era la excepción, yo no era parte de esa perfección y solo no podía tolerar que las cosas no fueran como yo quería que fueran, fue mi obsesión, fue mi desafío, envidiaba que él tuviera algo que yo no tenía
Solo empecé a presionar sutilmente, a provocar con palabras, con gestos, con poses, con miradas, inocentes charlas, dejando la puerta abierta para que el me seduciera, pero Ulises era lo suficiente hábil para rodear la trampa sin quedar atrapado, estaba claro que su amor por su familia estaba por sobre todo, y si bien era evidente que yo también le gustaba, también era evidente que para el, todo sería un juego y nunca cruzaría la línea.
Cambie de táctica, quería que me cogiera y se hacía el desentendido, de la seducción pasé al castigo, a humillarlo ante sus pares, a hacerlo quedar en ridículo, a culparlo por todo, pero el no cambiaba, nunca cambiaría.
Promediando el invierno tuvimos un serio problema con el sindicato, la calefacción general de la nave estaba fuera de servicio y el frío invernal hacía las jornadas insoportables, todos los veranos se hacían las tareas de mantenimiento correspondientes, pero por algún motivo ese año las cosas fallaron, no supe cual era el problema, tampoco debía saberlo, esas eran actividades que justamente eran responsabilidad del buen amigo Ulises. Y había tenido oportunidades de remediarlo, ya que en los primeros días de otoño se había evidenciado el problema, y con charlas con el sindicato prometimos hacerlo. Sin embargo, Ulises y su equipo de mantenimiento había fallado una y otra vez y la situación se volvió insostenible, el sindicato cansado de promesas había decidido realizar un paro general, y eso no era algo que estuviera dispuesta a tolerar.
Ese viernes, cerca de las seis de la tarde, cuando todo el personal administrativo se retiraba y solo quedaban los operarios en planta trabajando bajo un frío insoportable, llame a Ulises a mi oficina, estaba furiosa y el llegó cabizbajo y dubitativo, se sentía acorralado y sabía que esta vez lo tenía en mi puño y lo podría haber pisado como a una cucaracha.
Trató de excusarse, su amplia frente estaba plagada de gotas de sudor por la situación de nervios, incluso apretaba con insistencia sus puños
Tranquilo Ulises, - dije en tono calmo - tenemos unas horas por delante todavía
Yo... yo... es que... - balbuceaba sin animarse a hablar -
Si, dime
Es que... debo retirarme, Susana - su esposa - me espera para que la lleve al médico...
En ese momento reí por dentro, lo tenía a Ulises donde siempre había querido tenerlo, entre la espada y la pared, acorralado, sin posibilidad de decidir, solo le dije que lo dejaría a solas unos minutos, que llamara a su esposa, y que le explicara que tenía problemas que atender en la empresa, y que en esta oportunidad, no podría estar con ella. Mi empleado solo tragó saliva, bajó la mirada y concluyó que no estaba en posición de discutir.
Lo dejé solo, fui a mi baño personal, me levanté la pollera y me saqué mi ropa interior, estaba mojada de solo imaginar lo que seguiría.
Volví a la oficina, me senté en mi trono de reina, me puse mis lentes de aumento y solo lo dejé hablar, a escuchar sus tontas excusas, hasta que solo hablaba y yo no escuchaba, yo tenía otros planes.
Solo la llamé a mi lado, extendí mi mano y tomé una de las suyas, transpirada en exceso, la traje a mi lado y mirándolo fijamente a los ojos la llevé entre mis piernas, bajo la pollera, para que notara mi sexo desnudo.
Ulises la retiró sorprendido, como si hubiera tocado un cactus, me miró con ojos exorbitados y me pidió explicaciones, de que se trataba todo este juego, que yo le parecía una mujer sumamente atractiva pero él tenía familia, esposa, hijas, toda una mierda de palabras que poco me importaron, le retruqué advirtiéndole que no estaba en posición de planteos, que la empresa estaba al borde del colapso por su incompetencia y que si pensaba seguir trabajando solamente había una forma de hacerlo.
Mientras hablaba, me acomodé en mi sillón, casi recostada sobre el mismo, levanté mi pollera hasta la cintura, abrí mis piernas como una puta mostrándole toda mi concha jugosa, y le dije con tono de órden
Veni, dame placer, llename de placer, chupámela como se la chupas a tu mujer
Ulises pareció un tanto resignado, vino entre mis piernas y pasó un rico lengüetazo por mi vagina para arrancarme un suspiro, y siguió otro y otro mas, me metió un dedo, dos y empezó a jugar con todo eso, me fui relajando y sentí sus labios en mis labios, estaba excitada y sentí mojarme a mares, que rico se sentía.
Algo era notorio, mi amante me chupaba muy bien la conchita, pero a pesar de todo su rostro mostraba la incomodidad de estar haciendo eso a la fuerza, seguramente pensaba en su mujer en ese momento y eso me provocaba sentidos encontrados, por una parte, la frustración de nunca podría lograr que me prefiriera antes que a ella, pero por otro, el placer de doblegarlo y tenerlo a mis pies, como siempre, el mundo estaba a mis pies.
Solo tomé su cabeza entre mis manos y la enterré entre mis piernas, quería asfixiarlo con mi concha, con mis jugos, con mis sabores de mujer, le ordené que chupara, más y más, si, si... ahhhh!!!!! al fin me arrancó un terrible orgasmo que me dejó inconexa, casi sin poder respirar, con mis ojos perdidos mirando el blanco techo del cuarto.
Cuando me recobre, Ulises se había bajado los pantalones y su verga estaba dura, no parecía gran cosa, pero el me dijo
Supongo que ahora me la vas a querer chupar cierto?
Yo solo me reí de mi tonto empleado, me incorporé y mientras me bajaba la pollera y empezaba a acomodarme, le expliqué fríamente que yo era la diosa del lugar, que yo no andaba chupando vergas por la vida, que las putas chupaban vergas y yo no era puta, los hombres estaban para satisfacerme, como el lo había hecho y que no había mas por hablar.
Solo le di la espalda por unos segundos, para tomar el peine de mi cartera, fue cuando Ulises me tomó por sorpresa, su mano me aferró por un brazo y me llevó a la fuerza sobre el escritorio, casi sin darme tiempo me empujó sobre él me reclinó apoyando su mano en mi espalda, levantó nuevamente mi pollera y me dio una fuerte nalgada, se acomodó y me la metió toda hasta el fondo.
Solo empezó a cogerme, parecía un toro embravecido, una locomotora sin frenos, empezó a decirme de todo
Así te gusta puta? querías que te cogiera? lo conseguiste... sos una perra, una sucia, la peor de todas las putas, un mierda de mujer, maldita mal parida! hija de puta
Yo solo lo dejaba desahogarse y sus insultos me encantaban, solo me hacía gemir y me llenaba de placer, había sacado al fin su lado mas oscuro, lo había sacado de eje y me deba la cogida que siempre había querido tener, creo que fue una de las mejores cogidas de mi vida, sentía su odio en sus dedos al clavarse en las carnes de mis glúteos, y en las empinadas que me daba haciendo correr el pesado escritorio de su sitio.
Al fin eyaculó en mi conchita y pareció quebrarse en ese momento, luego un silencio sepulcral invadió el recinto, mientras ambos nos acomodábamos nuevamente.
Como siguió la historia? bien, tomé el tema gremial personalmente y resolví el problema, como siempre lo hacía, me aproveche de Ulises y su incompetencia, así que buscaba molestarlo cada vez que podía molestarlo, cada vez que sabía que tenía que cumplir algo con su mujer o su familia, lo hacía quedar solo para que me diera un buen sexo oral, solo para eso.
Al final de cuentas, me cansé de ese juguete, y solo una mañana, al llegar Ulises, se enteró que ya no tenía empleo.
Como siempre, el mundo gira a mis pies
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