No sé bien como ni de qué manera llegamos a esa situación.
Cruzármela en esa casa fue una de las cosas que menosesperaba. Salimos de la oficina y con un par de amigos nos fuimos a comer algo,no dejaron de pasar las cervezas de jueves por la noche. Como siempre uno críticay habla de la gente que no está, de cosas que nunca pasaron, rememora situacionesque solo pasaron en nuestra cabeza y termina empoderando la mayoría de las sensaciones.Cuantas veces al otro día prometemos no volver a tomar o no volver a hacer esascosas que siempre hacemos, no?
Yo pasaría una vez por esa sensación.
Llegamos a la casa de un pibe compañero de futbol de uno demis amigos, esa gente que no sabes bien quién es. Porque ya no es uno de lospapis del colegio, sino un amigo que una vez vino y terminó quedando comosuplente y luego titular y luego es el que llama para organizar.
En fin, entramos.
Fue raro porque lo primero que vi fue a un grupo de chicas, de las cualesconocía a un par… eran ellas.. eran las amigas de ELLA… varias veces pensé enirme pero ellas mismas me insistían con quedarme.
Una vino a saludar primero evitando lo que lógicamente era incómodo y en el momentoque se movió dejó al descubierto su pelo. ELLA estaba ahí y fue el peor y más incómodomomento de la noche.
Ellas eran invitadas del dueño de la casa, se ve que alguien del grupo teníamucha onda con EL.
Sin dudarlo vino a saludar, hacía mucho tiempo que no la veía así o que estaba con ella en alguna situación que nosea problemática. Toda la cuestión fue incomoda al principio porque yo no debíaestar ahí, pero solo ella y sus amigas sabían quién era yo.
Pasaron los tragos y los minutos y las cosas se fueron soltando, no nosolvidemos que nunca dejó de ser jueves y al otro día teníamos todosresponsabilidades que ahora mismo no le importaban a nadie.
No habrán pasado más de cinco o seis temas cuando las cosasante mis ojos se empezaron a despejar. Ella estaba ahí por un motivo y elmotivo era él. Varias veces los vi bailar… más cerca y más pegados que lo queme hubiera gustado… ella tenía el pelo despeinado de mover la cabeza y laacumulación de alcohol en sangre. Yo me hacía que no me importaba tirado en un rincóncerca de la barra que separaba la cocina del salón comedor donde estábamos las cincopersonas que quedaban. Ella se acercó en un momento cuando el camino real erala cocina, y con la sutileza de un obrero antes de sentarse a comer el asadodel viernes, me dijo
- Quédate si queres, pero báncatela.
- Ok, dale.
No pude dejar de ser irónico desafiándola con la mirada.Ella estaba increíble, tenía los labios pintados de rojo, el pelo enrulado ytotalmente desordenado, apenas un pequeño vestido rojo y las piernas bronceadasaunque estamos en pleno invierno, que bárbaro. Habré quedado sorprendido porquetuvieron que tocarme el brazo para que me dé cuenta que me estaban saludando,los últimos dos se iban y tres era un numero complicado. Recién me habíaabierto la cerveza así que opté por sentarme en el gran sillón a terminarla,ellos dos se habían ido para los cuartos.
Llegado este momento, con el cuerpo cansado de todo el díade laburo, siendo las dos am, con bastante cerveza en la sangre uno se preguntaque estamos haciendo acá, debemos irnos, pero por algo no nos echaron, nohicieron que todos nos fuéramos, igualmente para el bien de mi rebuscada cabezalo mejor era irme, pero no puedo negar que la calentura que me significaba serel único en la casa, aparte de ellos dos, me llenaba de morbo. Como te podrásdar cuenta a esta altura y siendo gente grande, yo caminaba por el comedortratando de escuchar que estaba pasando. Lo primero que escuché fue el ruidoseco de algo que se apretaba como contra alguna puerta… él seguro la había tomadodel cuello y la estaba chapando… ella chapa muy bien, sin duda, luego losescuché apretar, se podía sentir por el pasillo la presión que hacía el cuerpode uno contra el otro, luego escuche algo que iba a cambiar la noche, un encendedor.
No pasaron ni dos minutos cuando escuche como los zapatos deella caían al piso y entre risas y algo más ambos empezaron a volver alcomedor, ahora si era el momento de la verdad. Apareció el primero con lacamisa medio abierta y descalzo. Sin dudas era más alto que yo ydefinitivamente más flaco, sin embargo no tenía la gracia de mis diálogos y lacantidad de pelo en su frente era mucho menor a la mía, al final, dicen que losperdedores siempre encontramos cosas positivas.. o será que tenemos elautoestima más preparado para responder con velocidad. El la traía a ella de lamano, ambos muy contentos y alegres, ella venía descalza, con el labialcorrido, sin duda habían estado chapando fuerte con pasión.
Él se sentó en el sillón y ella lo hizo en el apoya brazosde su lado.
- Que haces vos acá todavía?
- No sé, me estaba terminando esta cerveza, unapena dejarla por la mitad, aparte a Uds. no parece molestarles
- Basta, déjalo que se vaya, ándate dale, ni daesto, enserio...
- No, pará… esta es una noche especial, apartetodos estamos juguetones, ella más que cualquiera de nosotros dos.
Fue terrible cuando dijo eso. Ella estaba ahí, entregada,con la cara brillosa y caliente de las ganas que tenía, algo en ella habíacambiado y ahora disfrutaba de este morbo. Él se movió y se desabrochó elpantalón y sin más lo invitó a que baje a comérsela.
Es muy difícil describir sensaciones, pero en ese instanteella bajó del brazo del sillón y tirándose larga larga, puso sus pies para milado y empezó a comerla. Su cuerpo describía pasión, ganas, deseo, se la notabacaliente, jugada. Yo no pude más que mirarla y contemplar el espectáculo tocándolelos pies.
Él estaba convencido de lo que hacía y la manipulara como sifuera su dueño, mi calentura iba en aumento cuando la veía así tan entregada aél como si tuviera la llave de su calentura, pero claro, unos minutos despuésme daría cuenta que esto era de esa manera, efectivamente.
Ella estaba comprometida con la situación, cuando él se diovuelta a mirarme
- Ella me contó que te gusta mirar, que lodisfrutas
- …
- Desde el otro día que armamos la fiesta me lagarcho diciéndole que lo iba a hacer delante tuyo, no sabes cómo se pone!!.. esmás.. ahora lo vas a ver…
Me decía todo esto en la cara mientras yo sentía mi pijapalpitar debajo del jean, mientras sostenía la botella de cerveza que evitó queme fuera de esa casa. Él se acomodó un poco y levantando sus piernas quedódesnudo de la cintura para abajo. Ella casi que no se la sacó nunca de la boca,la chupaba y babeaba, trataba de comerla toda, mientras se sentían algunas vecespequeñas arcadas y un hilo de saliva quedaba colgando desde sus labios hasta sucabeza. Con la mano acompañaba el ritmo de sus labios, sin duda la chupaba comouna profesional, pero siempre fue amateur. Podría describirles la parte pornotoda la noche, pero lo importante era la actitud, siempre es lo importante,ella le comía la pija como si fuese lo más importante del mundo, como si me laestuviera chupando a mí al mismo tiempo o bien como si se la estuvieranchupando a ella misma.
Yo tomé una actitud mucho más pasiva y solo desabroché mi pantalón,para estar más cómodo. El moviendo sus largos brazos tiró del vestido y la dejócon un top y una tanga divina, dignas de un retrato.
Metió su mano dentro de su tanga y empezó a jugar, ya todocambió, ella no se podía controlar y jadeaba con los dedos de él que entraban ysalían, lo hacía con el dedo mayor y el anular juntos, entrando fuerte hastadentro, sin el movimiento frenético de un adolescente sino de un tipo que sabelo que hace, enseguida se podía ver cómo le empapó los dedos, pero lo mejor eralo otro. Su cara.
Era todo un poema de la calentura mientras él no dejaba detocarla de penetrarla hasta el fondo y quedarse quieto tal cual como si laestuviera cogiendo con los dedos y delante mío.
Después la dio vuelta y dejo la cola divina de ella parajugar, ella puso sus brazos sobre el respaldo y solo se dejó hacer. En unmomento se acercó y me pidió que me vaya, por mi bien. Yo no podía irme, sea loque sea que fuera a sentir al otro día, ese día me quería quemar con leche, vera la vaca al otro día y tal vez llorar.
El resto fue bastante simple por un lado pero determinadopor el otro. Él se sentó en el borde del sillón y se la puso a ella encima. Elhijo de puta, le dejó la tanga que yo le había regalado puesta, se cansó demasajearle el culo mientras ella se fregaba sobre su pija. Ella era otrapersona, poseída por el deseo. Él tomó sus manos y luego de agarrarle la cola,le corrió la tanga para el costado y se la empezó a coger. Yo la miré mientrasentraba, centímetro a centímetro toda su pija, yo le quería decir que se pongaun forro o algo, pero ella estiró su brazo y mientras se la clavaba todaadentro me tocó la cara y me dijo que me quede tranquilo que estaba tomandopastillas, lo cual hablaba de la confianza que tenían y de cómo iba a terminartodo.
El aceleró el ritmo y la tomó de la parte interna de sus brazos,casi antes de llegar a los codos… la cara de ella cambiaba embestida aembestida, caliente, entre abría los ojos y empezaba a torcer el labio, señalde que iba a acabar. Desde luego no era el único que percibía esto. El la hizoapretar sus tetas entre sus brazos y le comía los pezones mientras no dejaba decogerla, sus cachetes se pusieron rojos, se aceleró mucho el ritmo y larespiración y parecía que sus pezones iba a estallar, él me miró y sus palabrasfueron
- Así hay que hacerla acabar…
Fue todo, se podía ver lo mojada que estaba, por la humedadde la pija que no dejaba de moverse mientras ella se contraía, había llegado asu primer orgasmo, todo su cuerpo estaba tensionado y en shock, fue intenso yplacentero, pero él no había acabado y con una lentitud casi pasmosa, sindetenerse nunca de principio a fin, estiró su brazo y agarró el encendedor.Mientras ella se tomaba de su cuello, el tomo el porro y le dio una seca, luegome convidó a mí que venía a ser el acompañante de todo esto y finalmente se lopasó a ella. Ella lo tomo con una mano mientras con la otra estaba aferrada alcuello de él. El con sus dos manos tomaba los cachetes de su cola y la ayudabaa subirse y luego la dejaba caer con fuerza sobre su pija dura. Yo estaba recaliente y fumado, viendo toda esta demostración de sexo explícito. El la hacíasubir casi hasta la punta de su pija y luego la dejaba caer con fuerza al mismotiempo que levantaba el pubis para clavarla toda, toda. La cara de placer deella era única, estaba entregada a eso y no iba a renunciar dejó el porro ycogieron igual pero con un poco más de fuerza.
Se podía ver la pija de él enorme e hinchada clavada adentrode ella, la cual con sus brazos juntos y con las manos aferradas al cuello deél no dejaba de juntar sus pechos para que él hunda su cabeza mordiendo suspezones y las tetas debajo de su aureola. De pronto la tomó de sus axilas yempezó a darle fuerte, pude ver como todo el ambiente se transformaba segundosantes que me mire por última vez y me diga
- Disfrutá este final, será la primera y últimavez que lo veas, cornudito
Ella no me miraba ni me hablaba, estaba completamente en éxtasis.Dos o tres envestidas después y tomándola por las axilas, la clavó fuerte ypude percibir como ella acababa por segunda vez, esta vez fue mejor, todo sucuerpo arqueado, en medio de un espasmo gigante generado por el porro y por laterrible cogida que acababan de darle, empezó a torcerse para atrás mientras élla tomaba del cuello para que no caiga, él no pretendía nunca detener elmovimiento parece, solo quería que ella goce hasta el último segundo.Totalmente tirada para atrás con la boca entreabierta y los ojos casi cerrados,se consumió el ultimo respiro de ese orgasmo y empezó a volver a la realidad,junto con él que también había acabado.
Ella se corrió de arriba de él y el caudal de semen cayó deadentro de ella, fue inevitable mirar, disfrutar y sentir que nunca deberíahaber abierto esa cerveza.
Él se levantó, recogió su ropa y con un simple chau, se fuea su cuarto. Yo levanté la ropa de ella, le convidé de la cerveza caliente yluego de un beso, la ayudé a levantarse para ir al auto y volver a casa.
Al fin y al cabo mañana es viernes y hay que ir a trabajar y volver a nuestras tareasfamiliares.
Cruzármela en esa casa fue una de las cosas que menosesperaba. Salimos de la oficina y con un par de amigos nos fuimos a comer algo,no dejaron de pasar las cervezas de jueves por la noche. Como siempre uno críticay habla de la gente que no está, de cosas que nunca pasaron, rememora situacionesque solo pasaron en nuestra cabeza y termina empoderando la mayoría de las sensaciones.Cuantas veces al otro día prometemos no volver a tomar o no volver a hacer esascosas que siempre hacemos, no?
Yo pasaría una vez por esa sensación.
Llegamos a la casa de un pibe compañero de futbol de uno demis amigos, esa gente que no sabes bien quién es. Porque ya no es uno de lospapis del colegio, sino un amigo que una vez vino y terminó quedando comosuplente y luego titular y luego es el que llama para organizar.
En fin, entramos.
Fue raro porque lo primero que vi fue a un grupo de chicas, de las cualesconocía a un par… eran ellas.. eran las amigas de ELLA… varias veces pensé enirme pero ellas mismas me insistían con quedarme.
Una vino a saludar primero evitando lo que lógicamente era incómodo y en el momentoque se movió dejó al descubierto su pelo. ELLA estaba ahí y fue el peor y más incómodomomento de la noche.
Ellas eran invitadas del dueño de la casa, se ve que alguien del grupo teníamucha onda con EL.
Sin dudarlo vino a saludar, hacía mucho tiempo que no la veía así o que estaba con ella en alguna situación que nosea problemática. Toda la cuestión fue incomoda al principio porque yo no debíaestar ahí, pero solo ella y sus amigas sabían quién era yo.
Pasaron los tragos y los minutos y las cosas se fueron soltando, no nosolvidemos que nunca dejó de ser jueves y al otro día teníamos todosresponsabilidades que ahora mismo no le importaban a nadie.
No habrán pasado más de cinco o seis temas cuando las cosasante mis ojos se empezaron a despejar. Ella estaba ahí por un motivo y elmotivo era él. Varias veces los vi bailar… más cerca y más pegados que lo queme hubiera gustado… ella tenía el pelo despeinado de mover la cabeza y laacumulación de alcohol en sangre. Yo me hacía que no me importaba tirado en un rincóncerca de la barra que separaba la cocina del salón comedor donde estábamos las cincopersonas que quedaban. Ella se acercó en un momento cuando el camino real erala cocina, y con la sutileza de un obrero antes de sentarse a comer el asadodel viernes, me dijo
- Quédate si queres, pero báncatela.
- Ok, dale.
No pude dejar de ser irónico desafiándola con la mirada.Ella estaba increíble, tenía los labios pintados de rojo, el pelo enrulado ytotalmente desordenado, apenas un pequeño vestido rojo y las piernas bronceadasaunque estamos en pleno invierno, que bárbaro. Habré quedado sorprendido porquetuvieron que tocarme el brazo para que me dé cuenta que me estaban saludando,los últimos dos se iban y tres era un numero complicado. Recién me habíaabierto la cerveza así que opté por sentarme en el gran sillón a terminarla,ellos dos se habían ido para los cuartos.
Llegado este momento, con el cuerpo cansado de todo el díade laburo, siendo las dos am, con bastante cerveza en la sangre uno se preguntaque estamos haciendo acá, debemos irnos, pero por algo no nos echaron, nohicieron que todos nos fuéramos, igualmente para el bien de mi rebuscada cabezalo mejor era irme, pero no puedo negar que la calentura que me significaba serel único en la casa, aparte de ellos dos, me llenaba de morbo. Como te podrásdar cuenta a esta altura y siendo gente grande, yo caminaba por el comedortratando de escuchar que estaba pasando. Lo primero que escuché fue el ruidoseco de algo que se apretaba como contra alguna puerta… él seguro la había tomadodel cuello y la estaba chapando… ella chapa muy bien, sin duda, luego losescuché apretar, se podía sentir por el pasillo la presión que hacía el cuerpode uno contra el otro, luego escuche algo que iba a cambiar la noche, un encendedor.
No pasaron ni dos minutos cuando escuche como los zapatos deella caían al piso y entre risas y algo más ambos empezaron a volver alcomedor, ahora si era el momento de la verdad. Apareció el primero con lacamisa medio abierta y descalzo. Sin dudas era más alto que yo ydefinitivamente más flaco, sin embargo no tenía la gracia de mis diálogos y lacantidad de pelo en su frente era mucho menor a la mía, al final, dicen que losperdedores siempre encontramos cosas positivas.. o será que tenemos elautoestima más preparado para responder con velocidad. El la traía a ella de lamano, ambos muy contentos y alegres, ella venía descalza, con el labialcorrido, sin duda habían estado chapando fuerte con pasión.
Él se sentó en el sillón y ella lo hizo en el apoya brazosde su lado.
- Que haces vos acá todavía?
- No sé, me estaba terminando esta cerveza, unapena dejarla por la mitad, aparte a Uds. no parece molestarles
- Basta, déjalo que se vaya, ándate dale, ni daesto, enserio...
- No, pará… esta es una noche especial, apartetodos estamos juguetones, ella más que cualquiera de nosotros dos.
Fue terrible cuando dijo eso. Ella estaba ahí, entregada,con la cara brillosa y caliente de las ganas que tenía, algo en ella habíacambiado y ahora disfrutaba de este morbo. Él se movió y se desabrochó elpantalón y sin más lo invitó a que baje a comérsela.
Es muy difícil describir sensaciones, pero en ese instanteella bajó del brazo del sillón y tirándose larga larga, puso sus pies para milado y empezó a comerla. Su cuerpo describía pasión, ganas, deseo, se la notabacaliente, jugada. Yo no pude más que mirarla y contemplar el espectáculo tocándolelos pies.
Él estaba convencido de lo que hacía y la manipulara como sifuera su dueño, mi calentura iba en aumento cuando la veía así tan entregada aél como si tuviera la llave de su calentura, pero claro, unos minutos despuésme daría cuenta que esto era de esa manera, efectivamente.
Ella estaba comprometida con la situación, cuando él se diovuelta a mirarme
- Ella me contó que te gusta mirar, que lodisfrutas
- …
- Desde el otro día que armamos la fiesta me lagarcho diciéndole que lo iba a hacer delante tuyo, no sabes cómo se pone!!.. esmás.. ahora lo vas a ver…
Me decía todo esto en la cara mientras yo sentía mi pijapalpitar debajo del jean, mientras sostenía la botella de cerveza que evitó queme fuera de esa casa. Él se acomodó un poco y levantando sus piernas quedódesnudo de la cintura para abajo. Ella casi que no se la sacó nunca de la boca,la chupaba y babeaba, trataba de comerla toda, mientras se sentían algunas vecespequeñas arcadas y un hilo de saliva quedaba colgando desde sus labios hasta sucabeza. Con la mano acompañaba el ritmo de sus labios, sin duda la chupaba comouna profesional, pero siempre fue amateur. Podría describirles la parte pornotoda la noche, pero lo importante era la actitud, siempre es lo importante,ella le comía la pija como si fuese lo más importante del mundo, como si me laestuviera chupando a mí al mismo tiempo o bien como si se la estuvieranchupando a ella misma.
Yo tomé una actitud mucho más pasiva y solo desabroché mi pantalón,para estar más cómodo. El moviendo sus largos brazos tiró del vestido y la dejócon un top y una tanga divina, dignas de un retrato.
Metió su mano dentro de su tanga y empezó a jugar, ya todocambió, ella no se podía controlar y jadeaba con los dedos de él que entraban ysalían, lo hacía con el dedo mayor y el anular juntos, entrando fuerte hastadentro, sin el movimiento frenético de un adolescente sino de un tipo que sabelo que hace, enseguida se podía ver cómo le empapó los dedos, pero lo mejor eralo otro. Su cara.
Era todo un poema de la calentura mientras él no dejaba detocarla de penetrarla hasta el fondo y quedarse quieto tal cual como si laestuviera cogiendo con los dedos y delante mío.
Después la dio vuelta y dejo la cola divina de ella parajugar, ella puso sus brazos sobre el respaldo y solo se dejó hacer. En unmomento se acercó y me pidió que me vaya, por mi bien. Yo no podía irme, sea loque sea que fuera a sentir al otro día, ese día me quería quemar con leche, vera la vaca al otro día y tal vez llorar.
El resto fue bastante simple por un lado pero determinadopor el otro. Él se sentó en el borde del sillón y se la puso a ella encima. Elhijo de puta, le dejó la tanga que yo le había regalado puesta, se cansó demasajearle el culo mientras ella se fregaba sobre su pija. Ella era otrapersona, poseída por el deseo. Él tomó sus manos y luego de agarrarle la cola,le corrió la tanga para el costado y se la empezó a coger. Yo la miré mientrasentraba, centímetro a centímetro toda su pija, yo le quería decir que se pongaun forro o algo, pero ella estiró su brazo y mientras se la clavaba todaadentro me tocó la cara y me dijo que me quede tranquilo que estaba tomandopastillas, lo cual hablaba de la confianza que tenían y de cómo iba a terminartodo.
El aceleró el ritmo y la tomó de la parte interna de sus brazos,casi antes de llegar a los codos… la cara de ella cambiaba embestida aembestida, caliente, entre abría los ojos y empezaba a torcer el labio, señalde que iba a acabar. Desde luego no era el único que percibía esto. El la hizoapretar sus tetas entre sus brazos y le comía los pezones mientras no dejaba decogerla, sus cachetes se pusieron rojos, se aceleró mucho el ritmo y larespiración y parecía que sus pezones iba a estallar, él me miró y sus palabrasfueron
- Así hay que hacerla acabar…
Fue todo, se podía ver lo mojada que estaba, por la humedadde la pija que no dejaba de moverse mientras ella se contraía, había llegado asu primer orgasmo, todo su cuerpo estaba tensionado y en shock, fue intenso yplacentero, pero él no había acabado y con una lentitud casi pasmosa, sindetenerse nunca de principio a fin, estiró su brazo y agarró el encendedor.Mientras ella se tomaba de su cuello, el tomo el porro y le dio una seca, luegome convidó a mí que venía a ser el acompañante de todo esto y finalmente se lopasó a ella. Ella lo tomo con una mano mientras con la otra estaba aferrada alcuello de él. El con sus dos manos tomaba los cachetes de su cola y la ayudabaa subirse y luego la dejaba caer con fuerza sobre su pija dura. Yo estaba recaliente y fumado, viendo toda esta demostración de sexo explícito. El la hacíasubir casi hasta la punta de su pija y luego la dejaba caer con fuerza al mismotiempo que levantaba el pubis para clavarla toda, toda. La cara de placer deella era única, estaba entregada a eso y no iba a renunciar dejó el porro ycogieron igual pero con un poco más de fuerza.
Se podía ver la pija de él enorme e hinchada clavada adentrode ella, la cual con sus brazos juntos y con las manos aferradas al cuello deél no dejaba de juntar sus pechos para que él hunda su cabeza mordiendo suspezones y las tetas debajo de su aureola. De pronto la tomó de sus axilas yempezó a darle fuerte, pude ver como todo el ambiente se transformaba segundosantes que me mire por última vez y me diga
- Disfrutá este final, será la primera y últimavez que lo veas, cornudito
Ella no me miraba ni me hablaba, estaba completamente en éxtasis.Dos o tres envestidas después y tomándola por las axilas, la clavó fuerte ypude percibir como ella acababa por segunda vez, esta vez fue mejor, todo sucuerpo arqueado, en medio de un espasmo gigante generado por el porro y por laterrible cogida que acababan de darle, empezó a torcerse para atrás mientras élla tomaba del cuello para que no caiga, él no pretendía nunca detener elmovimiento parece, solo quería que ella goce hasta el último segundo.Totalmente tirada para atrás con la boca entreabierta y los ojos casi cerrados,se consumió el ultimo respiro de ese orgasmo y empezó a volver a la realidad,junto con él que también había acabado.
Ella se corrió de arriba de él y el caudal de semen cayó deadentro de ella, fue inevitable mirar, disfrutar y sentir que nunca deberíahaber abierto esa cerveza.
Él se levantó, recogió su ropa y con un simple chau, se fuea su cuarto. Yo levanté la ropa de ella, le convidé de la cerveza caliente yluego de un beso, la ayudé a levantarse para ir al auto y volver a casa.
Al fin y al cabo mañana es viernes y hay que ir a trabajar y volver a nuestras tareasfamiliares.
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