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Cande, mi compañerita

Las historias que voy a contar son historias reales. Voy acambiar solo algunos nombres, más que nada para mantener la privacidad de laspersonas involucradas, el mundo es un pañuelo y no se sabe quién puede llegar aatar cabos.
 
Con Cande nos conocimos en el secundario. Fuimos compañerosde curso, nos llevábamos muy bien. Ella estaba de novia y yo andaba en la mía,más preocupado por salir de joda el fin de semana que por la cantidad dematerias que me llevaba a diciembre.
Paso a describirnos. Cande era petisa, más o menos 1,55m. Depiel super blanca, rubia de ojos verdes. No tenía una delantera importante perolo que si llamaba la atención era su cola. Cuando tenía puesto el pantalón deluniforme, era imposible no mirarla solo para descubrir cómo se le marcaban lastiritas de la tanga. Así y todo, nunca le presté demasiada atención. Siempre lavi como amiga más que como mujer. Yo era todo lo contrario: morocho, 1,70. Noderrochaba facha pero siempre algo ganaba por el chamuyo.
Noviembre. Empezaba el calor y con los del curso nos juntábamosa festejar en un boliche muy de moda al que íbamos siempre. Fue todo el mundo,no faltó nadie. Como en esa época no teníamos auto, contratamos dos micros paraque nos lleven. Yo iba sentado con mi amigo Juan, con el que siempre salíamos dejoda. Fuimos cagándonos de risa con todos los del curso hasta llegar alboliche. Cande y algunas chicas más, iban en auto con sus novios que sí teníanauto porque laburaban y eran unos años más grandes que nosotros.
En el boliche, estuvimos tomando algunas cervezas, bailandoy la noche venía tranqui. No encarábamos a nadie, estábamos todos divirtiéndonos.Un rato después llega Cande con el novio. Viene a saludarnos sola, el novio nossaluda desde lejos y ella se vuelve a ir. Como dije, estábamos muy en la nuestraasí que no le di mayor importancia. En un momento de la noche, vemos a Cande aunos metros de donde estábamos, peleándose con el novio y viene donde estábamosnosotros. Se notaba que estaba nerviosa pero se quería divertir, así que sequedó bailando en la ronda de compañeros. El novio estuvo un rato sentado, conuna cerveza en la mano mirándola. Unos minutos después se le acerca por detrása Cande y le dice algo al oído. Ella lo ignora y él se va.
Yo ya me había tomado mi cerveza y con el calor que hacíaquería otra más. Miré al resto y vi que a todos les quedaba bastante, así queme fui solo a una de las barras. La barra estaba explotada de gente así que ibaa tardar un rato, pero esperé.
De golpe siento que me abrazan desde atrás, siento queapoyan la cabeza sobre mi espalda y comienzan a bailar. Traté de mirar sobre mihombro y solo pude ver un mechón de pelo rubio.
Me di vuelta y era Cande, que se mataba de la risa.
Cande: - Hace mucho estás esperando que te atiendan?
Yo: - Un toque, pero no tengo apuro. Me estoy divirtiendo.
Cande: - Si, seguro que estás mirando a todas las chicaslindas que hay por acá
Me reí. Ella nunca había hecho ningún comentario así. Sibien alguna que otra vez habremos tocado temas de sexo aprovechando una horalibre, jamás jodimos de esa manera.
Ella se puso por delante mío en puntitas de pie y trepó mediocuerpo sobre la barra. Ahí no pude evitar mirar su terrible orto y la piel desu cintura que quedaba descubierta. Al toque sentí como se me movía la vergadentro del bóxer. Creo que ese fue el primer momento en que la miré de otraforma.
El barman, ni lento ni perezoso le alcanzó dos birras, ledijo algo, ella sonrió y le respondió simplemente:- Gracias.
Volvió a tocar el piso con ambos pies, se dio la vuelta, medio una de las birras y me dijo vamos a bailar. Le di un buen trago a la birrapara bajar un poco el calor corporal y que la verga se tranquilice. Me agarróde la mano y me dijo: - vamos a la otra pista, que pasan música que me gustamás.
No caía. No terminaba de entender la situación. Qué meestaba pasando?
Llegamos a la pista y sonaba un tema de salsa. Yo no teníaidea de cómo se bailaba eso, me dejaba llevar por el ritmo. Bailamos tranqui,mientras tomabamos nuestras cervezas. Cambió la canción y sonó una del mismoestilo, pero más lenta. Nos acercamos un poco más, la agarré de la cintura  bailamos así. En un momento, deslicé mi manopor su espalda baja y sentí unas gotitas de transpiración en su piel. Hacíacalor. Sin darme cuenta, se me había puesto la verga super dura. Me separé unpoco para que no la sienta, sino toda la amistad se podía ir a la mierda. Fui adarle un trago a mi cerveza y para mi desgracia, no quedaba nada en el porrón.
Me miró con sus grandes ojos verdes.
Cande: - A mí también me queda poco, vamos a buscar más.
No dije ni si ni no. Ella ya me había agarrado de la mano yme llevaba por la pista. Pasamos por la barra y seguimos caminando. No entendíanada. Había poca gente en esa barra, podíamos pedir las birras ahí. Seguimoscaminando. Subimos unas escaleras que llevaban a la parte de arriba de lapista. Era un lugar mucho más chico, poca gente y no se veía ninguna barra. Seapoyó contra una columna y me estiró de la camisa, hasta que quedé pegado aella. Le apoyé toda la verga en la pancita. No supe que decir. Si tenía quedisculparme o que… Mil cosas pasaron por mi cabeza, menos lo que iba a pasar.
Me miró fijo y me comió la boca. Sentí como su lengua semovía dentro de mi boca, como una serpiente. Mucha saliva. La apreté fuertecontra mí, sintió toda la dureza de mi verga. La agarré de la cintura y fuillevando mis manos a su cola, se la agarré con fuerza, con mucho deseo. Llevémi boca a su oreja y se la besé, bajé por su cuello que tenía un poco detranspiración, lo que me calentó más. La mordí despacito y escuché un gemido.Suave, sutil. Sentí que me hervía la sangre. Nos miramos, miramos alrededor yfuimos a una zona donde casi no daban las luces de colores. Seguimos besándonos,desaforados. Agarró mi cinturón y lo desabrochó. Yo no podía creer lo queestaba pasando. Si me decían un par de horas antes lo que iba a suceder, no lohubiera creído. Bajó el cierre de mi jean y me la agarró con fuerza. No parábamosde besarnos, no decíamos una sola palabra. Muy lento pero con firmeza, fuesubiendo la mano por todo el tronco y bajándola, hasta que toda la cabecitaquedaba descubierta. Siguió con el movimiento y cada vez se me ponía más dura.Traté de desabrocharle el pantalón para acariciarle esa conchita y devolverlelas caricias pero me paró.
Cande: - No puedo, estoy en mis días.
Me quería morir. Tenía una calentura enorme y no queríaquedarme así.
Yo: - Bueno, no hay drama.
Pensé que todo terminaba ahí. Pero no. Siguió moviendo sumano, ahora con un poco más de velocidad. Cada tanto pasaba su dedo pulgarsobre la cabeza de mi verga que ya estaba babosa, pero sin parar de pajearme.Estuvimos un rato más así y cuando sintió que mi respiración estaba cambiando,apoyó mi verga en su pancita y empezó a mover la mano más rápido. No parábamosde besarnos, hasta que sintió el primer lechazo sobre su piel, la sostuvo así ysalió el segundo chorro con más fuerza que el primero. El tercer chorro saliócon bastante fuerza pero en menor cantidad.
Nos separamos un poco, nos volvimos a besar. Miramos y ellatenía todo el piercing del ombligo lleno de leche y su remerita blanca supermanchada. Iba a ser complicado salir del boliche y que no se note lo que habíapasado. Me abroché el pantalón, fuimos para la barra de abajo donde agarramosunas servilletas para que se limpie. Ahí se sacó lo más que pudo, pero lamancha se notaba muchísimo. Fuimos hasta el baño, para probar si con agua seiba un poco, pero no hubo caso. Seguía notándose y nadie iba a creer que se lehabía volcado un trago. Resignados, volvimos donde estaban los demás. Ellacaminaba atrás mío para que no se note la mancha que tenía. Llegamos yaprovechó a hablar con su amiga Romi, se dieron vuelta y cuchichearon deespaldas al grupo. Romi le dio su cartera que era bastante grande y ella se lacolgó. Por suerte llegó a cubrir bastante. Fuimos los 3 a la barra a pedir unporrón más cada uno, la noche casi se estaba terminando. Terminamos las birrasy nos fuimos al micro, ya para volver. Ella se iba a volver con todos nosotros.Del novio no hubo noticias. Nos sentamos juntos, ella apoyó su cabeza en mihombro y se durmió. Yo seguía sin caer en lo que había pasado. No pude evitarmirarle la boca y solo un pensamiento invadió mi cabeza en ese momento: “Conesa boca tan chiquita, es imposible que se coma toda mi verga”.
Pero eso es historia para otra ocasión.

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