La extraña relación entre mí mujer y su hermana (I)

Lo primero que me generó este morbo fue pensar que mi mujer fuera capaz de contarle con lujos de detalles nuestros momentos de intimidad a su hermana. Eso me ponía loco. 
 Solo pensar que mi cuñada estuviera al tanto del tamaño y la forma de mi pija me generaba un escalofrío extraño. Si hasta fotos podría haberle mostrado mi mujer. Fotos que, como todos, nos sacamos cuando garchamos. O videos…
 ¡Por Dios! Cómo me calienta pensar que mi cuñadita haya visto la manera en que me cabalga su hermana. O como se me entrega en cuatro en la cama. Claro que no tengo certezas al respecto. Solo fantasías y sospechas. 
 Es que la relación de mi mujer y mi cuñada es algo que trasciende a la típica relación familiar. Son más que hermanas. Son amigas muy unidas. Íntimas.
 Para que se den una idea, les cuento: cuando compramos la casa en la que vivimos, mi mujer se terminó de definir por ésta porque tiene un cuarto extra. Un cuarto con entrada independiente. Un cuarto que usamos para visitas, pero qué en la realidad, solo lo usa su hermana cuando se queda a dormir en casa. Hasta tiene la llave de esa puerta. Y a veces – aunque esto lo hablamos y no me opuse- mi cuñadita lo usa para traer algún amigo a pasar la noche. 
 Casi no pasa semana en que mi cuñada pase la noche al menos 3 veces en ese cuarto. ¡ojo! Casi siempre sola, cuando viene de visita. Traer invitados al cuarto pasa muy cada tanto. Aunque todavía me ronda la mente una noche en particular en que se la escuchaba gemir como loca… Ja, ja. Habría estado bastante borrachita. Porque, a pesar de su personalidad extrovertida, es una mina bastante ubicada. Pero esa noche… ¡Como habrá gozado! Bien por el flaco que la llevo a ese punto. No tuve la suerte de conocerlo al día siguiente y creo que nunca lo trajo de vuelta. De más está decir que esa noche dormí con la pija al palo de escucharla. 
 Creo que esa fue la primera vez que me la imagine cogiéndomela. Siendo físicamente tan parecida a mi esposa, me comencé a preguntar por su cuerpo desnudo. ¿Serían parecidas también en los detalles? ¿Sus pezones serian parecidos? ¿La forma, el sabor de su vagina? ¿Pondrían caras parecidas al chupar la pija? ¿Al acabar? ¿Se notaría esa diferencia de personalidad que las distingue, más que sus rasgos físicos, en la cama? ¿Se pondría tan loca con el sexo anal como mi mujer?
 En fin, el morbo de imaginarla en esas situaciones fue el que me despertó a mí la intriga de saber si ella también piensa alguna vez en mí de esa manera. Porque, seamos sinceros, todos en mayor o menor medida fantaseamos con personas cercanas y conocidas.
 Y la verdad es que yo debo ser el hombre más cercano en la vida de mi cuñada. Nos vemos casi a diario. Tenemos una relación estrecha y día a día, me da la sensación, crece el nivel de confianza entre nosotros. Sinceramente la siento como una hermana menor. La cuido, la aconsejo. 
 Igual fantaseo. Como ella lo debe hacer. Si soy el hombre que se coge a su hermana ¿Cómo no va, si quiera mínimamente, a fantasear conmigo? Aunque sea en sueños. 
 Más aún si su hermana le cuenta de mí. De nosotros. De nuestras relaciones. De nuestra intimidad. Siempre la hice gozar. Eso lo debe saber. Le tendría que generar una curiosidad. Una cosquilla.
 Por eso quiero saber. Pero ¿Cómo encaro el asunto? ¿Qué me aconsejan?
 A mi cuñada no puedo preguntarle de una. Hay confianza, pero sería muy jugado. Muy arriesgado.
 Se me ocurre que quizá en la intimidad pueda preguntarle a mi mujer, como jugando, como si el tema surgiera de la nada. Pero no quiero cagar las cosas. ¿Les parece muy desubicado? ¿Qué opinan? ¿Pregunto? ¿O me quedo con la intriga, con la fantasía?
 Denme una mano y les sigo contando cómo va la cosa.

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