Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
ANTERIOR
Capítulo 19: Encuentros
Su voz era imponente y cada vez que penetraba mis oídos hacía que la piel se me erizara. Su cuerpo era sorprendente y parado frente a mis ojos se veía mucho más grande y musculoso de lo que siempre me había parecido. Cuando se sacó la remera y pude ver sus músculos, sentí como mi mano se elevaba y acariciaba sus abdominales para subir hasta su pecho. Él simplemente sonreía y me miraba con una sonrisa en el rostro que me derretía por completo. No podía creer lo que estaba sucediendo y que después de tanto tiempo nos habíamos encontrado cara a cara.
Me subí al colectivo ese viernes a la tarde sin tener idea lo que podía llegar a suceder, pero sabiendo que el fin de semana iba a ser increíble e iba a cambiar mi vida para siempre. Las chicas me ofrecieron de irme a dormir al departamento que ellas compartían, después de todo Lorena los fines de semana dormía con el chico de 30 que estaba saliendo en ese entonces. Sin embargo decidí decirle a Julia y Magalí que me alquilaba algo para mí sola con la idea de no molestarlas. Ellas insistieron, pero yo alquilé igual un departamento a unas pocas cuadras de donde ellas vivían.
Lo primero que hice fue contarle a Gabriel, mi amante virtual, haciéndole saber con diez días de anticipación que iba a ir a Buenos Aires y que quería encontrarme con él. No le di muchos detalles, pero ese jueves a la noche tuvimos un chat muy caliente en el que nos dijimos de todo, nos mandamos muchísimas fotos y sobre todo hicimos planes para cuando nos viéramos. Era evidente que los dos teníamos ganas de encontrarnos y de estar juntos. Él se volvía loco de solo pensar en estar conmigo y en hacerme morir de placer y yo tenía la necesidad de explorar su cuerpo y sentirlo adentro mío después de todo eso.
El problema es que también tenía miedo y dudas, después de todo yo estaba de novia con Gastón, a quien amaba con todo mi corazón y con quien estaba convencida que iba a pasar el resto de mi vida. Esas semanas fueron muy distintas pues faltaba muy poco para que él volviera de su beca en Inglaterra y me había prometido que ni bien llegaba al país, me iba a ir a visitar a Rosario para tener nuestra primera vez. Deseaba con todo mi corazón poder hacerlo con él y que mi primer encuentro sexual fuera con mi novio, pero a su vez me moría de ganas de darle la oportunidad de ser mi primer hombre a mi maestro y a quien me había enseñado muchísimo de sexo.
Cuando llegué a la capital estaba decidida de lo que iba a hacer y fue por eso que le avisé a Gabriel que ya estaba en Buenos Aires, antes de avisarle a mi novio o a mis amigas. Sin embargo ese viernes se lo dediqué completamente a las chicas, ya que luego de instalarme en el departamento fui a la casa de ellas y nos pusimos al día con un montón de chismes y novedades que nos tuvieron hablando durante varias horas. Me emocioné muchísimo al ver que de golpe volvíamos a estar las cuatro reunidas y que parecía como si nada hubiera cambiado.
Esa noche después de cenar fuimos a un bar a tomar unos tragos y más tarde terminamos en un boliche encontrándonos con el chico de Lorena y varios de sus amigos. Sin lugar a dudas fue una noche distinta a las de siempre y a pesar de que en más de un momento sentí el impulso de salir del lugar para ir a buscar a Gabriel, decidí aprovechar la noche para quedarme con mis amigas y disfrutar de nuestro reencuentro. Cuando llegué al departamento a eso de las seis de la mañana, le mandé un mensaje a mi maestro para decirle que esa noche me había sido imposible escaparme pero que al día siguiente le iba a escribir. “No hay problema. Descansá y mañana nos vemos” me respondió él y me dormí con el celular en la mano.
Ese sábado me levanté y descubrí que tenía varios mensajes de Gastón, quien me preguntaba cómo la estaba pasando con las chicas. Empezamos a hablar y mientras avanzaba el día nos íbamos contando varias cosas. Sin embargo, cuando a las siete de la tarde le dije que volvía a estar sola en el departamento, mi novio se puso algo juguetón y me mandó una foto de su cuerpo semi desnudo en la cual se veía que algo apretaba adentro de su bóxer. Decidí responderle con una fotito mía en ropa interior frente al espejo de la habitación y de golpe nos encontramos jugando un ratito.
Pero la morbosidad fue más fuerte que yo y le mandé la misma foto a Gabriel, quien enseguida me respondió diciéndome que no veía la hora de arrancarme el corpiño y chuparme las tetas. Me encontré jugando con los dos a la vez y eso me calentó muchísimo. Gastón era más tranquilo, pues dejaba que yo lo volviera loco a él y le dijera que era lo que quería que sucediera. Gabriel, por su parte, estaba muy atrevido y me decía todo lo que le pasaba por la cabeza, desde poses que quería hacer esa noche conmigo hasta cómo me iba a comer la conchita. Sentí como el calor invadía mi cuerpo y tuve ganas de quedarme ahí tocándome con mis dos amantes para después pedirle a mi maestro que me fuera a visitar.
A pesar de todo, me junté a comer con las chicas y nuevamente salimos a un boliche con la idea de pasarla bien esa noche. Pero yo tenía un plan y en este me iba a desprender de mis amigas a eso de las cuatro de la mañana. Para poder llevarlo a cabo tuve que tomar varios tragos que por suerte conseguí que uno de los amigos del chico de Lore me los pagara. Al parecer él pensó que podía llegar a pasar algo conmigo, así que decidió no dejarme pagar un solo trago y cuando me di cuenta ya había tomado varios.
Cuando se hicieron las tres y media de la mañana yo estaba bastante alegre y me fui al baño con la excusa de que me sentía algo mal. Ahí aproveché para mandarle un mensaje a Gabriel diciéndole que en unos minutos me estaba volviendo y luego salí y les comenté a mis amigas que me volvía pues acababa de vomitar. “Te acompañamos” me dijo Julia pero yo le insistí para que se quedara y logré tomarme un taxi yo sola. En el viaje recibí un mensaje de mi maestro diciéndome que ya me estaba esperando abajo y cuando llegué me quedé helada al verlo en la puerta.
Era mucho más alto de lo que me imaginaba y su cuerpo se notaba bien marcado debajo de la remera ajustada que estaba usando. Sus ojos marrón oscuro se marcaban sobre su rostro cálido y su pelo negro y cortito hacía que su barba perfectamente recortada resalte mucho más. “Hola Ailín” me saludó ni bien me vio llegar y luego me dio un abrazo y un beso en la mejilla que me hicieron temblar por completo. Entramos al palier del edificio y noté como mi corazón se aceleraba a toda velocidad y como mi cuerpo se helaba de golpe.
Subimos al ascensor y él me preguntó cómo la estaba pasando con mis amigas y yo le contesté con pocas palabras lo que habíamos hecho. Él en vez de esperar algo más de mí, me contó de su día y de cómo había esperado mi mensaje tomando algo en un bar con unos amigos. “Tenía muchas ganas de verte” me dijo y noté como esas palabras hicieron que los palos de mi nuca se me pusieran de punta. Llegamos al piso en donde estaba el departamento que había alquilado y nos bajamos para entrar y cerrar la puerta, haciendo que de una vez por todas estuviéramos solos.
Yo fui directo a la cocina y busqué un vaso con agua mientras que él inspeccionaba un poquito el lugar. “Está muy lindo el depto” me dijo y vino a la cocina a buscarme. En su rostro había una sonrisa que me encantaba pero a la vez me ponía muy nerviosa, haciendo que mi corazón latiera a toda velocidad. Era como si el chico que tenía en frente fuera un desconocido total, por más que lo había visto desnudo durante muchísimas noches. ¿Por qué no podía estar frente a la computadora?
Fuimos al comedor y nos sentamos en las sillas, conversando nuevamente. Él hablaba mucho más que yo y por alguna razón eso me tranquilizaba. Sabía cómo usar las palabras y su tono de voz era sumamente reconfortante. Cada vez que había la boca y decía algo, yo sentía como su voz firme y gruesa penetraba en mi cabeza y me rememoraba a esas conversaciones que habíamos tenido. De golpe apoyó su mano en mi rodilla y por más que tuve el reflejo de correrla, él volvió a buscarla y la posó con suavidad. Fue subiendo por mi muslo mientras seguía hablando y noté como todo mi cuerpo temblaba.
Impulsivamente me levanté y quedé parada en frente suyo. Gabriel se sorprendió ante mi respuesta y se paró también, imponiéndose en altura y presencia. Me sujetó a la altura de los hombros con suavidad y acercó su rostro al mío hasta que nuestros labios hicieron contacto. Se sentían tan cálidos y húmedos que no pude dejar de besarlos en ningún momento y no fue hasta que él se alejó que el beso se cortó. Entonces se levantó la remera y se la sacó para quedar en cuero y su cuerpo me hipnotizó por completo.
- Tocame.- Me dijo en voz suave pero firme.
Entonces sentí como mi mano se elevó de golpe y se apoyó sobre sus abdominales perfectamente marcadas y como mis dedos empezaron a subir por su cuerpo hasta llegar a sus pectorales. Mi otra mano acompañó los movimientos y de golpe me encontré acariciando a quien durante casi un año y medio había sido mi amante virtual. Noté como de golpe en el comedor aumentaba la temperatura y sentí el calor de su cuerpo trasladarse hasta mi mano que no podía dejar de tocar su piel. Gabriel era tan perfecto que me tenía anonadada con su belleza y con su hermosura.
Apoyó una de sus manos en mi cintura y suavemente comenzó a levantarme la remera. Yo dejé que lo hiciera sin oponer resistencia y terminé quedando en corpiño frente a sus ojos. Nos miramos por un segundo y Él se acercó de nuevo hacía mí y apoyando su otra mano en mi cuello, me besó con suavidad, pero con una intensidad mucho mayor que la primera vez. Noté como sus labios tocaban los míos y como estos me provocaban un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo.
- ¿Vamos a la pieza?- Me preguntó y yo asentí con la cabeza.
Con firmeza, Gabriel me sujetó de la mano y me llevó hasta la habitación en donde me recostó sobre la cama para después colocarse encima de mí. Su cuerpo era tan imponente que yo no podía reaccionar. Su boca volvió a hacer contacto con la mía y sentí como su lengua aparecía para penetrar en mi boca en busca de la mía. Yo lo abracé con fuerza y noté los músculos de su espalda y como esta ardía del calor. Abrí mis piernas y Gabriel se colocó entre medio de ellas y noté su pantalón haciendo contacto con el mío.
Poco a poco empezó a bajar su boca por mi cuerpo y sus manos la acompañaron. Cuando llegó a mis tetas, me desabrochó el corpiño y me lo sacó para dedicar a lamer mis pezones como me había dicho que iba a hacerlo. Su lengua pasaba con suavidad por uno de ellos y después se trasladaba al otro mientras que sus dedos me acariciaban con suavidad. Era sumamente delicado y eso me encantaba, pues yo seguía muy nerviosa a pesar de que disfrutaba sus besos y sus caricias.
Siguió bajando por mi cuerpo con sus labios y cuando llegó a mi cintura elevó la mirada y sus ojos se clavaron en los míos, calentándome mucho más. Noté entonces como mi cuerpo se mojaba y como de golpe todo dejaba de importarme, de la misma manera que me sucedía cada vez que veía que él se conectaba. Me sacó el pantalón y al ver la tanguita que tenía puesta ese día me dijo que me quedaba hermosa. “Verla en vivo es mucho mejor que verla a través de la compu” acotó después y de mi salió una risita tonta que se perdió con el viento que entraba desde la ventana abierta.
Lamió mi cuerpo por encima de la tela y noté como mi ser temblaba desde los dedos de los pies hasta la punta de los pelos. Nuevamente su lengua pasó por encima de la tanguita y después un dedo la corrió hacia un costado para comenzar a lamerme por completo. Se sentía increíble y de golpe noté como todo el placer que me había provocado a mí durante meses, ahora me lo provocaba él. Su lengua se movía con delicadeza, pero a su vez era veloz y firme sobre mi cuerpo, haciéndome temblar y provocando que mis piernas se cerraran. Podía ver su lengua en mi cabeza a pesar de que tenía los ojos cerrados, pues la había visto a través de la computadora cientos de veces. Se sentía sumamente placentero y cada vez que esta pasaba por mis labios, yo me mojaba más y más.
Volvió a levantarse y cuando me besó noté la humedad de mi cuerpo en su boca. Se paró al lado de la cama y rápidamente se sacó el pantalón y el bóxer quedando desnudo al igual que yo. Su pija estaba durísima y se veía inmensa en vivo y en directo. No era la primera vez que tenía una frente a mis ojos, pues ya había practicado con Gastón, pero no pude contenerme las ganas y me abalancé sobre ella para agarrarla con firmeza y comenzar a pajearlo con ganas.
Me arrodillé frente a su cuerpo y se la empecé a chupar a toda velocidad, satisfaciendo mis ganas de tenerla en la boca y cumpliendo mi sueño de poder probarla. Él comenzó a lanzar suaves gemidos de placer que indicaban que le encantaba como movía mi boca por su cuerpo. ¡Era inmensa! ¡Bien grande y gruesa! Traté de metérmela entera en la boca pero me era imposible, por lo que comencé a lamérsela como si fuera un helado y a pasarle mi lengua por todos lados. De golpe sentí que volvíamos a estar en una de nuestras fantasías, pero en vez de chupar un consolador, en esa oportunidad tenía la pija de mi maestro en mi boca.
- Acostate.- Me dijo él señalando la cama.
Enseguida me subí y me puse boca arriba mientras que Gabriel buscó un preservativo para luego colocarse encima de mi cuerpo. En un principio solo pude sentir sus besos en mis labios nuevamente, siendo estos completamente húmedos y fogosos. Pero luego noté como abría mis piernas con sus manos y apoyaba su pija en las puertas de mi cuerpo para ir introduciendo toda su pija. Unos segundos de silencio reinaron en la noche mientras que yo notaba como mi conchita se abría ante semejante poronga y luego vi su sonrisa dibujada en su rostro.
Lentamente empezó a cogerme y cuando lo hizo, noté instantáneamente el placer de tenerlo adentro mío. Se sentía increíble y podía gozar cada uno de sus movimientos que eran bien suaves delicados. Su cuerpo pegado al mío me transmitía calor y me hacía transpirar, pero me encantaba el roce de nuestra piel cada vez que su cintura subía y bajaba. Era un momento excelente que se iba haciendo cada vez mejor a medida que pasaban los segundos y que nuestros cuerpos se conectaban.
Poco a poco fue subiendo la velocidad y entonces logré dejar la vergüenza y el miedo de lado para empezar a disfrutar del momento. Abrí mi boca y mientras que él pasaba sus labios por mi cuello me dediqué a lanzar pequeños gemidos de placer que iban directo a su oído. Eso pareció encantarle, ya que en cuestión de segundos aumentó aún más la velocidad de sus movimientos y me empezó a coger con ganas. Era increíble lo mucho que me gustaba sentir su pija entrando y saliendo de mi cuerpo mientras que yo lo abrazaba con mis brazos y mis piernas. ¡Me fascinaba!
- ¿Te gusta?- Me preguntó entonces en un susurro pero que pude oír claramente- ¿Te gusta cómo te estoy cogiendo?
- ¡Si maestro!- Le respondí yo.- ¡Me encanta!
Esa confesión hizo que Gabriel elevara su cuerpo y se colocara sobre mí para mirarme fijo a los ojos en el momento exacto en el que empezó a moverse con mayor violencia. Su cintura se aceleró por completo y su verga empezó a entrar y salir de mi cuerpo con mayor fuerza. No pude controlar mi cuerpo y mientras que mis uñas se clavaban en su espalda, mis labios se abrieron para empezar a gritar de placer. Me encantaba, me volvía loca, me prendía por completo la forma en la que me estaba cogiendo. De golpe todas las emociones vividas durante nuestros encuentros virtuales se hicieron realidad y se intensificaron para darme un placer que nunca antes había sentido.
Me dio vuelta y me puso en cuatro para cogerme de la forma en la que me había dicho que me iba a coger. Ni bien su pija entró en mi cuerpo, noté como me mojaba por completo y como un fuego inmenso recorría todo mi interior. “Te voy a coger bien duro. Como a vos te gusta” me dijo y colocó sus manos sobre mi cintura para sujetarme con firmeza. Entonces se empezó a mover hacia atrás y hacia adelante a toda velocidad haciendo que su enorme verga entrara y saliera por completo de mi cuerpo. Me encantaba la manera en la que lo hacía y se sentía mil veces mejor que el consolador que yo había usado todas esas noches.
No podía parar de disfrutar. Cada golpe de su cuerpo contra el mío se sentía increíble y cada sensación aumentaba con cada segundo que pasaba. Notaba una humedad constante en mi conchita y su pija resbalaba adentro mío. Comencé a gritar como loca y me agarré con fuerza de las sábanas cuando supe que estaba por llegar el momento de gloria. “¡Sí! ¡Seguí! ¡No pares!” le grité a Gabriel quien se aferró con más fuerza a mi cuerpo y me empezó a dar más y más duro. Noté mis piernas temblar y mi cabeza que parecía a punto de explotar.
- ¡Acabá putita! ¡Acabá mucho!- Me gritó él clavando su verga bien a fondo de mi cuerpo.
De golpe mi corazón empezó a latir a toda velocidad y noté como mi conchita se mojaba toda. Pegué un grito de placer absoluto y sentí como un calor recorría todo mi cuerpo mientras acababa gracias a mi amante. Gabriel también frenó de golpe y sus gemidos fueron más suaves que los míos pero me dio a entender que también había acabado. Nos quedamos unos segundos inmóviles, disfrutando de lo que acababa de suceder y de los orgasmos que nos habíamos dado mutuamente. Entonces abrí los ojos y sonreí mirando el respaldar de la cama.
Él fue al baño a sacarse el preservativo y a limpiarse para luego darme tiempo a mí de hacer lo mismo. Cuando entré al baño me miré en el espejo y comprobé que la sonrisa que tenía en el rostro reflejaba una felicidad pura y todo era porque ya no era más virgen. Acababa de tener mi primera vez con el hombre que durante meses me había dejado excitada en muchísimas oportunidades. Acababa de chupar esa pija que siempre había visto a través de la computadora y que siempre había querido tener frente a mis ojos. Acababa de sentir el placer de tener a un hombre adentro de tu cuerpo y que este te haga llegar al orgasmo de una manera increíble. Pero lo mejor de todo es que cuando salí del baño descubrí que Gabriel seguía desnudo en la cama y que me llamaba con los brazos.
- Vení Ailín. Todavía tengo muchas ganas de vos.- Me dijo con voz firme e hizo que mi cuerpo se mojara de nuevo.
SIGUIENTE
OTRAS HISTORIAS:
NIÑA BONITA (FANTASÍA)
UN GANADOR. CAPÍTULO 1
100 LUGARES DONDE TENER SEXO. CAPÍTULO 1
5 comentarios - Placer 2.0. Capítulo 19
Gracias por comentar!
Gracias por pasar!
Gracias por comentar!