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La mujer del empleado II

Los días siguientes el celular me explotaba. Como ella estaba la mayoría del día sola con los hijos, me escribía a dos manos. 
Me contaba que en el chat de sus amigas del pueblo hablaban sobre telos, porro y jueguetes sexuales. Y que ella desconocía todo eso, que nunca había ido a uno, nunca habia fumado y mucho menos usado algun juguete. Vida sexual súper convencional y aburrida. Se sentía un accesorio de su pareja. Mi cabeza de arriba estallaba pensando en todo lo que se podía llegar a hacer, y la de abajo en todo lo que iba a laburar. Ese cuerpo estaba deseoso de aventura, sólo yo lo sabía y era mi pija la que ella quería. Sentí la responsabilidad de complacerla.
Los chats se hacían cada vez más candentes, yo dejé de ir a la quinta por unas semanas y ella, si bien cogía con su pareja, me pedía a gritos. Le mandaba fotos de mi verga para que se tocara, pero no le cabía. No encontraba el tiempo y se estaba quemando viva. Ese encuentro la había dejado loca. 
Ya era invierno, por lo que el empleado no salía de joda, solo laburaba y estaba en su casa, por lo que había que inventar algo para concretar. Urgente. Yo ya me secaba a pajas pensando en ese culito. Quería ese cuerpo ya. Me había obsesionado. Los dos.
Uno de los hijos tomaba clases de guitarra en la cuidad, por lo que le pedí que se animara ella a llevarlo y así concretar. 
Una vez coordinados hora y lugar, se subió al auto y bien de puta se me abalanzó sobre la pija, la besaba desaforadamente sobre el pantalón. Parecía adicta. Se la saqué y le di el gusto. Yo me había depilado y puesto un forro sabor frutilla para tentarla. Al mismo tiempo me ocupé de masajearle el esfinter con gel. Necesitaba ese culo. Así fuimos hasta el mejor telo de la ciudad. Manejé como pude. Ella quería leche a dos manos, aunque hice fuerzas para no acabar. Una vez adentro, y después de hacer un recorrido guiado, le exigí usar ese poco tiempo para el sexo anal, estaba enfocado solo en eso. Ella estaba de acuerdo, había roto prejuicios sobre eso y descubierto una alternativa de placer. Me pidió sutileza. Sabía que me iba a costar la misma pero era necesaria para lograr un disfrute de ambos. No quería que se asustara y dejara de entregármelo. No era el de Guirao Diaz, pero para mí lo era. Pedía carne. Yo obsesionado.
La desvesti toda, boca arriba en la cama y empecé con un suave oral para lograr buena lubricación y usarla en el esfinter, mientras lo urgaba con la punta del dedo, en el que tenía gel. Cuando ya me pareció suficiente, metí tres dedos en la conchita para hacerla terminar rápido. Hermoso orgasmo que la dejo en posición fetal, sufriendo de placer. Retorciéndose. Intentaba contenerme y ser sutil, pero le quería rajar el ojete de un solo mazaso. Apreté los dientes. Salibé un poco la zona y empezé suavemente con el pulgar. Mi pija ya goteaba. Literal. Ella ya lo empezaba a disfrutar. Ya no le era una molestia. Se me acabó la paciencia. La baje al suelo. La puse en cuatro, cabeza al suelo, espalda arqueada hacia adentro y culo bien hacia arriba. Engelado y salibado. Me paré a su altura, descendí y empecé a penetrar. No se quejó al principio, pero avancé un milímetro más y gritó. Por lo que permanecí ahí jugueteando un poco. Al gel y la saliva se le sumó un poco de lechita. Sintió algo calentito. Aparte ese gel nos hacia arder de placer. Mi glande era una brasa. Me pidió más penetración. Le dije que metía toda la cabeza y empezaba con el mete saca. Presioné mas y la metí. Metí saque metí saque. Dolor pasó a placer. Gemia sin parar. Rayaba los cerámicos con las uñas. Me pedía más pija, pero se me ensancha de la cabeza en adelante, no lo creí factible. Probé un bombeo salvaje, pero no se pudo. Preferí seguir con la punta y acabar de una vez, ya tenía los huevos duros. Qué grito pegué. Largué gran cantidad. La pose y sus gemidos al sentir el esperma me hacían seguir largando. Sentí que se lo llené. Las piernas se me aflojaron. Me vacié hasta el dolor, y seguí todo lo que más pude. La putié de lo bien que me hizo. Le dije que el dueño de ese culo era yo y nadie mas. Me tiré al lado de ella. Quiso montarme pero la tenía flácida, realmente me había saciado. Ella no podía esperar y el tiempo nos mataba, por lo que la tiré hacía adelante y la senté sobre mi boca. Qué papo tan calentito. Mande lengua adentro y la chupé con desesperación, al tiempo que le pedía que me sostuviera la cabeza hacia arriba tipo almohada con una mano. Nuevamente colé dedos, esta vez cuatro. Urgé esas paredes hirviendo. Me zarpe en violencia. Orgasmo humedisimo. Squirt potente. Ella lo desconocía. Me preguntó que había pasado, pensó que se había orinado. Y yo bebiendolo todo. Tragué lo que más pude, no dejé escapar una gota. Me puso al palo mal, pero sonó la alarma que habíamos puesto para volver. Que lastima no tener toda una tarde para nosotros.
Pagamos y nos fuimos rápidamente. Sin hablar una palabra. No hacía falta. Solo me pidió disculpas por no poder meter toda la pija. Igualmente esa acabada que tuve fue única. Sentir algo tan cerradito en toda la punta al mismo tiempo fue sensacional.
Se bajó del auto y me tiró algo antes de irse. Tanguita con la que había secado el squirt del piso del telo. Mi trofeo.

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