No dejes de pasar por mi mejor post
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No te vas a arrepentir!
LA DUEÑA DE MI CORAZON
PARTE 1 DE 2
Para entender mi presente hay que conocer mi pasado.
No conocí a mis padres, según me contaron, cuando nací mi mamá tuvo algunos problemas con el post parto, un virus, al menos eso dijeron los médicos en ese entonces, empezó con picos de fiebre y en un par de semanas entró en coma, nunca salió del hospital, falleció semanas después.
Para mi padre todo se hizo cuesta arriba, había perdido al amor de su vida y vio en mi la causa de su desdicha, me dicen que no me quería, no podía soportar lo que había sucedido, empezó a beber para curar sus heridas y se metió en un camino sin retorno, y cuando yo estaba por cumplir dos años se metió su revolver por la boca y se pegó un tiro.
Yo no tengo conciencia ni recuerdos de todo esto, solo conozco sus rostros por fotos y es todo lo que se de ellos.
Cuando mi papá dejó este mundo me transformé en una incómoda carga para el resto de la familia, deambulé de casa en casa, de parientes que me pasaban de mano en mano, es que todos ya tenían familia formada, y por distintos motivos, no cuadraba en ningún sitio. Todos concluyeron que Amalia, la hermana mayor de papá, la solterona, era la mejor opción para mi futuro, ella reunía todas las condiciones, no tenía compromisos, no tenía niños, y tenía un muy buen pasar económico. Ahora bien, esa era la mejor solución para todos, menos para mi tía, ella era solterona por decisión propia, egocéntrica, de mal carácter, no le interesaba compartir su vida con nadie, un hombre a diario en su cama solo suponía problemas y ella solo estaba disponible para si misma. Y si los hombres no entraban en su vida, los niños menos, los niños implicaban responsabilidad, tiempo, dinero, problemas y sobre todo, la posibilidad de encariñarse con alguien, cosa que ella no estaba dispuesta a discutir.
Como fuera, le encajaron el paquete a la tía Amalia, y eso es todo lo que fui para ella, una carga en su vida.
Siempre sentí que en su mundo yo tenía la misma importancia que Miska, su amada gata, nunca me mostró afecto, fría como el hielo y necesité buscar afuera lo que en casa no tenía. Así me la pasaba en la calle, haciendo amigos de la vida y conforme pasaban los días las discordias con mi tía iban en aumento, ella trataba de enjaularme como a una fiera, y yo, empecé a tomar coraje para enfrentarla, y nuestros cruces se hicieron ácidos, hirientes y solo iba casa a dormir, los gritos eran moneda corriente y ella amenazaba una y otra vez con dejarme en la calle, sus reproches eran moneda corriente, que era una desagradecida, una mala niña y me refregaba en la cara que de no ser por ella hubiera terminado en un orfanato. Sin dudas eso era verdad, pero cual era mi culpa? yo no había elegido venir al mundo,
No necesité que me empujara a la calle, vivir con ella era vivir en el infierno y nada podía ser peor, tenía doce años cuando dejé para siempre esa vieja arpía, me juré jamás volver a verla, ni a ella ni a nadie de la que decía ser mi familia.
Mi hogar fue la calle, y un año después tendría mi primera experiencia íntima, con otra chica con la que nos llevábamos bien, ella era dos años mayor y solo fue un beso de curiosidad, quería saber que se sentía y fue solo eso, un beso en los labios, simple, puro, un beso que había logrado mover en mi muchas cosas de un prematuro despertar sexual.
Y seguí mi camino, soñaba con ser la cantante se una banda de rock, pero a pesar de mi juventud, sabía que mi futuro terminaría en la prostitución o en la drogadicción, veía en las chicas mayores con las que me frecuentaba un espejo de lo que sería en poco tiempo así que me las arreglé para retomar mis estudios en una escuela nocturna donde no preguntaban mucho, tenía quince y debía ser muy cautelosa y pasar desapercibida para no terminar en un correccional de menores.
También conseguí un empleo a medio tiempo, eran unas monedas en un bar por lavar los trastos sucios de la noche anterior, pero me alcanzaba para mantener mi dignidad y poder sobrevivir.
María era la dueña de ese bar, una abuela muy noble de blancos cabellos, al verme tan laboriosa se apiadó de mí y me arrendó en forma clandestina un humilde cuarto para que pudiera dormir y alejarme de las calles, lentamente mi vida empezaba a acomodarse, nunca daba explicaciones a nadie, ni de dónde venía, ni a donde iba, no tenía por qué hacerlo, era dueña de mi propio destino.
La anciana tenía una nieta de mi edad, una colorada de ojos celestes con la que congeniamos rápidamente, y fue en verdad la primera persona con la que hice el amor, donde fue más que un simple beso.
Ella venía a mi cuarto a escondidas, porque en su entorno nadie hubiese tolerado una relación entre chicas, y nuestros encuentros eran rápidos y muy explosivos.
Todo estaba bien en mi vida, hasta que a los diecisiete apareció Cristian, el primer hombre en mi vida, un nuevo cliente del bar que venía a diario a almorzar en medio de su trabajo.
A esa altura yo ya solía atender las mesas y todo empezó cuando me arrancó una sonrisa, y de sonrisas pasamos a caminatas, de caminatas a besos y sin darme cuentas estaba teniendo sexo con un chico, y todo fue muy rico.
Por un tiempo mantuve una doble relación, Con Natalia, la colorada de ojos celestes por un lado y con Cristian, el chico del bar por otro, descubrí que lo mismo me daba, una mujer o un hombre, una vagina o un pene. Solo un detalle, Cristian sabía de mis amoríos con Natalia y más de una vez fantaseábamos con un trío, pero debía mantener a mi chico alejado de todo esto, Natalia no sabía nada sobre Cristian, y ella era muy celosa y posesiva, sabía que estaba enamorada de mí, no le iban los chicos, y no le iba nadie que estuviera cerca mío.
Con los dieciocho años llegaría un alivio, mi mayoría de edad, había pasado todas las tormentas de la vida y no había sucumbido, era decente, tenía un empleo y estaba avanzada en mis estudios. Fue en esos días cuando mi chico vino con una propuesta laboral bajo el brazo y me propuso mudarnos juntos, pasaríamos de vivir al pie de los cerros a orillas del mar, a mil kilómetros de distancia, de una punta del país a la otra. Sabía que no amaba a Cristian, es cierto, solo estaba bien y disfrutaba su compañía, solo eso, pero tenía en mis manos una oportunidad que no podía dejar pasar, un cambio, un crecimiento personal, dinero, algo que no se daba muy a menudo.
Armé mi maleta, con mis pocas prendas y mi bagaje de ilusiones, y solo desaparecí, fui cobarde, no tuve la cara para agradecerle a la vieja María todo lo que había hecho por mí, y menos para mirar a los ojos a Natalia y romperle el corazón, solo me esfumé como una sombra en la noche, como alguna vez había dejado atrás a mi tía Amalia, solo cerrar una puerta para abrir otra.
Y fue cuando conocí el mar, la playas, pisar la arena con los pies descalzos, el calor del sol en mi piel, el aroma del agua salada, algo que hasta ese momento solo había visto en películas y también vi crecer a Cristian en su incipiente negocio inmobiliario.
Dos años después terminaba mi relación con mi pareja, el quería más de mí, quería profundizar el compromiso, él pensaba en un hogar, en tener hijos, tener raíces, y yo por el contrario solo quería ser libre, no lo vi necesario y empezaron los roces.
Yo disfrutaba mucho ir a la playa a tomar sol, y ya tenía un cuerpo muy bien formado, ya saben, y llamaba la atención con mi larga cabellera morena y en especial con el generoso tamaño de mis pechos, fue cuando apareció Tobías en mi vida, un cuarenton musculoso lleno de anillos, apareció de la nada y se sentó a mi lado, me comentó que representaba modelos y que siempre andaba a la búsqueda de nuevos talentos, y que mi perfil pulposo, mi altura, y mi rostro singular daban para imaginar, yo solo lo dejé hablar sin saber dónde terminaría todo, pero la vida me había enseñado a tomar oportunidades, cada oportunidad que se presentara en el camino.
No di respuesta ese día, pero si dejé una puerta abierta a ese hombre al darle mi nombre y permitir que agendara mi celular. Me llamó un par de veces y empezamos a contactarnos por correo electrónico, en esos días no existía el WhatsApp, a todo esto, mientras frecuentaba a Tobías por escrito, poco a poco iba cerrando mi historia junto a Cristian, el futuro pisaba mi pasado y mi vida cambió de repente.
Empezó a pedirme algunas fotografías subidas de tono, como para 'ver la mercadería' y empezar a darle forma a sus nuevos proyectos. Confieso que en ese momento me dió mucho pudor, yo no era una chica de hacer esas cosas, pero conforme tomé mi cámara digital y empecé a tomarme fotos, con el formato en el que hoy en día se llaman selfies, comencé a sentirme a gusto, me vi bonita, sexi, y se me fue haciendo natural. Claro, era lo suficientemente precavida como para no mezclar en un cuadro mi rostro y mi cuerpo desnudo. Aun guardo alguna de esas tomas, como la que les regalo en este texto.
Así fue como el cuarentón se transformó en mi representante, aprendí a modelar y empecé a conocer muchas chicas bonitas.
Casi sin darme cuenta, como una tonta, en los siguientes siete años pasaría por todo lo que había evitado con anterioridad, me transformé en lo que nunca quise ser, lo disfruté cierto, pero no era lo que quería, toda mi adolescencia había luchado por no ser una prostituta, y ahora una mujer con cierta madurez mental, corría tras una promesa de dinero y se transformaba en una putita del montón.
Tobías era un tipo muy hábil para los negocios, empezó a promocionarme, eventos por la noche, lugares donde necesitaran un cuerpo bonito, fiestas nocturnas, concursos de 'bikini open' en playa, y todo lo que significara dinero. Ahora bien, hablando de dinero, él se quedaba con casi todo y yo recibía una pequeña parte, lo suficiente para arrendar un lindo piso y no mucho más, tenerme la rienda corta era la mejor manera que mantener a su yegua bajo control.
Y en esa fiestas empezaron los desvíos, alcohol, descontrol, siempre terminaba en sexo, orgías, hombres, mujeres, uno, dos, tres, cualquiera con cualquiera, bizarro, lo que imaginen, era normal, besarme con extraños y extrañas, intimar con personas que seguramente no volvería a ver al día siguiente, o personas que jamás sabría siquiera como se llamaban, y no se confundan, no lo hacía por plata, lo hacía por placer, me había reprimido muchos años, y ahora se habían abierto las puertas del infierno, y amaba el infiero.
En esos años deambulé en una fragilidad amorosa, en relaciones sumamente inestables, volátiles y explosivas, a veces convivía con algún chico, a veces con alguna chica, lo mismo me daba, toda relación terminaba más rápido de lo que empezaba, a veces deambulaba entre dos o tres relaciones al mismo tiempo, infidelidades, celos, problemas...
Repasando mi vida concluí que al igual que mi tía la solterona no quería enamorarme, no quería compromisos, nada a largo plazo, pero mis motivos eran diferentes, nunca me habían querido, siempre me sentí el desprecio del mundo, y tenía terror a un abandono, vivía sumergida en una coraza para evitar que me lastimaran, porque no hubiera podido tolerarlo.
Pero ella aparecería en mi vida...
Estaba llegando a los treinta y para Tobías no tenía mucho futuro, estaba ya vieja para sus negocios y siempre aparecían nuevas chicas, Alma era una de ellas, apenas tenía veintitrés, nos conocimos una noche, en una fiesta, algunos hombres nos animaron a que tuviéramos un juego lésbico, algo que enloquece a los chicos y siendo dos extrañas nos comimos las bocas, los pechos y nos fundimos ronroneando como gatas, todo esto antes de terminar en un enredo loco entre hombres, mujeres y alcohol.
Cuando me desperté, estaba mirando al techo, y la cabeza de la joven descansaba sobre mi vientre, profundamente dormida, su baba había chorreado desde su boca, mojando mi piel.
Tenía el cabello lacio, un cutis delicado y a pesar de su maquillaje, de sus ojos pintados, de su rímel corrido, de sus labios aun impregnados en pintura labial, pude ver el tierno rostro de una niña pura e inocente.
Solo acaricié sus cabellos hacia atrás para contemplar sus facciones de lleno antes de zamarrearla para despertarla.
Fue la primera vez que hablamos, cuando le dije mi nombre, cuando me dijo el suyo, cuando cambiamos sonrisas. Me dijo que le gustaba la playa, tomar sol, así que concluimos que seguramente ya nos volveríamos a ver.
Sucedió tres días después, estaba jugando vóley playa y me quedé embobada observando sus curvas que arrancaba suspiros a los casuales caballeros que pasaban por el lugar y fue el comienzo de todo.
Nos hicimos compinches, la pasábamos muy bien juntas y propuso probar vivir bajo el mismo techo, como amigas, claro, cada una con su vida, pero compartir un departamento traería beneficios económicos para ambas, así que me mudé nuevamente, corrió su cama hacia una de las paredes y me dejó el otro extremo del cuarto para mí, casualmente el mejor lugar, donde estaba un amplio ventanal con vista al mar.
Y nuestra convivencia fue de lo mejor, compartíamos todo, o casi todo, y nuestros encuentros sexuales en fiestas nada tenían que ver con nuestra incipiente relación.
Después de un tiempo decidimos juntar nuestras camas, una contra la otra, y más adelante terminaríamos comprando una sola doble plaza, para dormir juntas, y en esa cama era solo dormir.
Alma y yo íbamos juntas a todas partes, ella me llamaba 'corazón', decía que éramos 'corazón y alma', y la puta que veía vestida cada noche, contrastaba con la niña de amplio pijama rosa que observaba cada mañana cepillándose los dientes, en sus pantuflas con oreja de conejo.
Y pasó lo que debía pasar, fuimos a la cama a ver una película, y empezamos con cosquillas y una cosa llevó a otra y terminamos haciendo el amor, puro, dulce, hermoso.
Esa noche, después de hacerlo, ella se quedó dormida a mi lado, pero yo me quedé despierta, sin poder conciliar el sueño, recordando la forma en que le había dicho que la amaba, muchas veces lo había dicho con liviandad a mis parejas solo para complacerlas, pero ahora sentía que esas palabras habían salido de mi corazón, y eso me aterrorizaba, en verdad me estaba enamorando y eso no podía permitirlo, no podía dejar que las cosas se salieran de control.
Los días siguieron su curso, y Alma caló profundo en mí, me enamoré perdidamente de ella, y con treinta y dos años me había desentendido de mis días de modelaje, de Tobías y de toda esa mierda, ahora tenía un emprendimiento personal de huerta orgánica y solo quería vivir para ella. Ahí empezaron los problemas, puesto que ella estaba muy a gusto con lo que hacía y no pensaba cambiar así como así, vi en ella un espejo de lo que yo había sido, tomar cada oportunidad que se presentara y aunque me decía a diario que me amaba, sabía en lo profundo de mi corazón que sus palabras eran tan vacías como alguna vez yo se las decía a Natalia, la colorada de ojos celestes en ese cuarto a media luz.
Y solo que mas podía hacer? no podía obligarla, no podía dejarla, y no hubiera aceptado que ella lo hiciera, solo debía cargar con mi cruz y hacer todo lo posible para asirla a mi lado.
De todas maneras, al fin había encontrado lo que siempre había buscado, pero ese mes de Setiembre, empezaría el principio del fin…
CONTINUARA
Si te gustó la historia puedes escribirme con título 'LA DUEÑA DE MI CORAZON' a dulces.placeres@live.com
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LA DUEÑA DE MI CORAZON
PARTE 1 DE 2
Para entender mi presente hay que conocer mi pasado.
No conocí a mis padres, según me contaron, cuando nací mi mamá tuvo algunos problemas con el post parto, un virus, al menos eso dijeron los médicos en ese entonces, empezó con picos de fiebre y en un par de semanas entró en coma, nunca salió del hospital, falleció semanas después.
Para mi padre todo se hizo cuesta arriba, había perdido al amor de su vida y vio en mi la causa de su desdicha, me dicen que no me quería, no podía soportar lo que había sucedido, empezó a beber para curar sus heridas y se metió en un camino sin retorno, y cuando yo estaba por cumplir dos años se metió su revolver por la boca y se pegó un tiro.
Yo no tengo conciencia ni recuerdos de todo esto, solo conozco sus rostros por fotos y es todo lo que se de ellos.
Cuando mi papá dejó este mundo me transformé en una incómoda carga para el resto de la familia, deambulé de casa en casa, de parientes que me pasaban de mano en mano, es que todos ya tenían familia formada, y por distintos motivos, no cuadraba en ningún sitio. Todos concluyeron que Amalia, la hermana mayor de papá, la solterona, era la mejor opción para mi futuro, ella reunía todas las condiciones, no tenía compromisos, no tenía niños, y tenía un muy buen pasar económico. Ahora bien, esa era la mejor solución para todos, menos para mi tía, ella era solterona por decisión propia, egocéntrica, de mal carácter, no le interesaba compartir su vida con nadie, un hombre a diario en su cama solo suponía problemas y ella solo estaba disponible para si misma. Y si los hombres no entraban en su vida, los niños menos, los niños implicaban responsabilidad, tiempo, dinero, problemas y sobre todo, la posibilidad de encariñarse con alguien, cosa que ella no estaba dispuesta a discutir.
Como fuera, le encajaron el paquete a la tía Amalia, y eso es todo lo que fui para ella, una carga en su vida.
Siempre sentí que en su mundo yo tenía la misma importancia que Miska, su amada gata, nunca me mostró afecto, fría como el hielo y necesité buscar afuera lo que en casa no tenía. Así me la pasaba en la calle, haciendo amigos de la vida y conforme pasaban los días las discordias con mi tía iban en aumento, ella trataba de enjaularme como a una fiera, y yo, empecé a tomar coraje para enfrentarla, y nuestros cruces se hicieron ácidos, hirientes y solo iba casa a dormir, los gritos eran moneda corriente y ella amenazaba una y otra vez con dejarme en la calle, sus reproches eran moneda corriente, que era una desagradecida, una mala niña y me refregaba en la cara que de no ser por ella hubiera terminado en un orfanato. Sin dudas eso era verdad, pero cual era mi culpa? yo no había elegido venir al mundo,
No necesité que me empujara a la calle, vivir con ella era vivir en el infierno y nada podía ser peor, tenía doce años cuando dejé para siempre esa vieja arpía, me juré jamás volver a verla, ni a ella ni a nadie de la que decía ser mi familia.
Mi hogar fue la calle, y un año después tendría mi primera experiencia íntima, con otra chica con la que nos llevábamos bien, ella era dos años mayor y solo fue un beso de curiosidad, quería saber que se sentía y fue solo eso, un beso en los labios, simple, puro, un beso que había logrado mover en mi muchas cosas de un prematuro despertar sexual.
Y seguí mi camino, soñaba con ser la cantante se una banda de rock, pero a pesar de mi juventud, sabía que mi futuro terminaría en la prostitución o en la drogadicción, veía en las chicas mayores con las que me frecuentaba un espejo de lo que sería en poco tiempo así que me las arreglé para retomar mis estudios en una escuela nocturna donde no preguntaban mucho, tenía quince y debía ser muy cautelosa y pasar desapercibida para no terminar en un correccional de menores.
También conseguí un empleo a medio tiempo, eran unas monedas en un bar por lavar los trastos sucios de la noche anterior, pero me alcanzaba para mantener mi dignidad y poder sobrevivir.
María era la dueña de ese bar, una abuela muy noble de blancos cabellos, al verme tan laboriosa se apiadó de mí y me arrendó en forma clandestina un humilde cuarto para que pudiera dormir y alejarme de las calles, lentamente mi vida empezaba a acomodarse, nunca daba explicaciones a nadie, ni de dónde venía, ni a donde iba, no tenía por qué hacerlo, era dueña de mi propio destino.
La anciana tenía una nieta de mi edad, una colorada de ojos celestes con la que congeniamos rápidamente, y fue en verdad la primera persona con la que hice el amor, donde fue más que un simple beso.
Ella venía a mi cuarto a escondidas, porque en su entorno nadie hubiese tolerado una relación entre chicas, y nuestros encuentros eran rápidos y muy explosivos.
Todo estaba bien en mi vida, hasta que a los diecisiete apareció Cristian, el primer hombre en mi vida, un nuevo cliente del bar que venía a diario a almorzar en medio de su trabajo.
A esa altura yo ya solía atender las mesas y todo empezó cuando me arrancó una sonrisa, y de sonrisas pasamos a caminatas, de caminatas a besos y sin darme cuentas estaba teniendo sexo con un chico, y todo fue muy rico.
Por un tiempo mantuve una doble relación, Con Natalia, la colorada de ojos celestes por un lado y con Cristian, el chico del bar por otro, descubrí que lo mismo me daba, una mujer o un hombre, una vagina o un pene. Solo un detalle, Cristian sabía de mis amoríos con Natalia y más de una vez fantaseábamos con un trío, pero debía mantener a mi chico alejado de todo esto, Natalia no sabía nada sobre Cristian, y ella era muy celosa y posesiva, sabía que estaba enamorada de mí, no le iban los chicos, y no le iba nadie que estuviera cerca mío.
Con los dieciocho años llegaría un alivio, mi mayoría de edad, había pasado todas las tormentas de la vida y no había sucumbido, era decente, tenía un empleo y estaba avanzada en mis estudios. Fue en esos días cuando mi chico vino con una propuesta laboral bajo el brazo y me propuso mudarnos juntos, pasaríamos de vivir al pie de los cerros a orillas del mar, a mil kilómetros de distancia, de una punta del país a la otra. Sabía que no amaba a Cristian, es cierto, solo estaba bien y disfrutaba su compañía, solo eso, pero tenía en mis manos una oportunidad que no podía dejar pasar, un cambio, un crecimiento personal, dinero, algo que no se daba muy a menudo.
Armé mi maleta, con mis pocas prendas y mi bagaje de ilusiones, y solo desaparecí, fui cobarde, no tuve la cara para agradecerle a la vieja María todo lo que había hecho por mí, y menos para mirar a los ojos a Natalia y romperle el corazón, solo me esfumé como una sombra en la noche, como alguna vez había dejado atrás a mi tía Amalia, solo cerrar una puerta para abrir otra.
Y fue cuando conocí el mar, la playas, pisar la arena con los pies descalzos, el calor del sol en mi piel, el aroma del agua salada, algo que hasta ese momento solo había visto en películas y también vi crecer a Cristian en su incipiente negocio inmobiliario.
Dos años después terminaba mi relación con mi pareja, el quería más de mí, quería profundizar el compromiso, él pensaba en un hogar, en tener hijos, tener raíces, y yo por el contrario solo quería ser libre, no lo vi necesario y empezaron los roces.
Yo disfrutaba mucho ir a la playa a tomar sol, y ya tenía un cuerpo muy bien formado, ya saben, y llamaba la atención con mi larga cabellera morena y en especial con el generoso tamaño de mis pechos, fue cuando apareció Tobías en mi vida, un cuarenton musculoso lleno de anillos, apareció de la nada y se sentó a mi lado, me comentó que representaba modelos y que siempre andaba a la búsqueda de nuevos talentos, y que mi perfil pulposo, mi altura, y mi rostro singular daban para imaginar, yo solo lo dejé hablar sin saber dónde terminaría todo, pero la vida me había enseñado a tomar oportunidades, cada oportunidad que se presentara en el camino.
No di respuesta ese día, pero si dejé una puerta abierta a ese hombre al darle mi nombre y permitir que agendara mi celular. Me llamó un par de veces y empezamos a contactarnos por correo electrónico, en esos días no existía el WhatsApp, a todo esto, mientras frecuentaba a Tobías por escrito, poco a poco iba cerrando mi historia junto a Cristian, el futuro pisaba mi pasado y mi vida cambió de repente.
Empezó a pedirme algunas fotografías subidas de tono, como para 'ver la mercadería' y empezar a darle forma a sus nuevos proyectos. Confieso que en ese momento me dió mucho pudor, yo no era una chica de hacer esas cosas, pero conforme tomé mi cámara digital y empecé a tomarme fotos, con el formato en el que hoy en día se llaman selfies, comencé a sentirme a gusto, me vi bonita, sexi, y se me fue haciendo natural. Claro, era lo suficientemente precavida como para no mezclar en un cuadro mi rostro y mi cuerpo desnudo. Aun guardo alguna de esas tomas, como la que les regalo en este texto.
Así fue como el cuarentón se transformó en mi representante, aprendí a modelar y empecé a conocer muchas chicas bonitas.
Casi sin darme cuenta, como una tonta, en los siguientes siete años pasaría por todo lo que había evitado con anterioridad, me transformé en lo que nunca quise ser, lo disfruté cierto, pero no era lo que quería, toda mi adolescencia había luchado por no ser una prostituta, y ahora una mujer con cierta madurez mental, corría tras una promesa de dinero y se transformaba en una putita del montón.
Tobías era un tipo muy hábil para los negocios, empezó a promocionarme, eventos por la noche, lugares donde necesitaran un cuerpo bonito, fiestas nocturnas, concursos de 'bikini open' en playa, y todo lo que significara dinero. Ahora bien, hablando de dinero, él se quedaba con casi todo y yo recibía una pequeña parte, lo suficiente para arrendar un lindo piso y no mucho más, tenerme la rienda corta era la mejor manera que mantener a su yegua bajo control.
Y en esa fiestas empezaron los desvíos, alcohol, descontrol, siempre terminaba en sexo, orgías, hombres, mujeres, uno, dos, tres, cualquiera con cualquiera, bizarro, lo que imaginen, era normal, besarme con extraños y extrañas, intimar con personas que seguramente no volvería a ver al día siguiente, o personas que jamás sabría siquiera como se llamaban, y no se confundan, no lo hacía por plata, lo hacía por placer, me había reprimido muchos años, y ahora se habían abierto las puertas del infierno, y amaba el infiero.
En esos años deambulé en una fragilidad amorosa, en relaciones sumamente inestables, volátiles y explosivas, a veces convivía con algún chico, a veces con alguna chica, lo mismo me daba, toda relación terminaba más rápido de lo que empezaba, a veces deambulaba entre dos o tres relaciones al mismo tiempo, infidelidades, celos, problemas...
Repasando mi vida concluí que al igual que mi tía la solterona no quería enamorarme, no quería compromisos, nada a largo plazo, pero mis motivos eran diferentes, nunca me habían querido, siempre me sentí el desprecio del mundo, y tenía terror a un abandono, vivía sumergida en una coraza para evitar que me lastimaran, porque no hubiera podido tolerarlo.
Pero ella aparecería en mi vida...
Estaba llegando a los treinta y para Tobías no tenía mucho futuro, estaba ya vieja para sus negocios y siempre aparecían nuevas chicas, Alma era una de ellas, apenas tenía veintitrés, nos conocimos una noche, en una fiesta, algunos hombres nos animaron a que tuviéramos un juego lésbico, algo que enloquece a los chicos y siendo dos extrañas nos comimos las bocas, los pechos y nos fundimos ronroneando como gatas, todo esto antes de terminar en un enredo loco entre hombres, mujeres y alcohol.
Cuando me desperté, estaba mirando al techo, y la cabeza de la joven descansaba sobre mi vientre, profundamente dormida, su baba había chorreado desde su boca, mojando mi piel.
Tenía el cabello lacio, un cutis delicado y a pesar de su maquillaje, de sus ojos pintados, de su rímel corrido, de sus labios aun impregnados en pintura labial, pude ver el tierno rostro de una niña pura e inocente.
Solo acaricié sus cabellos hacia atrás para contemplar sus facciones de lleno antes de zamarrearla para despertarla.
Fue la primera vez que hablamos, cuando le dije mi nombre, cuando me dijo el suyo, cuando cambiamos sonrisas. Me dijo que le gustaba la playa, tomar sol, así que concluimos que seguramente ya nos volveríamos a ver.
Sucedió tres días después, estaba jugando vóley playa y me quedé embobada observando sus curvas que arrancaba suspiros a los casuales caballeros que pasaban por el lugar y fue el comienzo de todo.
Nos hicimos compinches, la pasábamos muy bien juntas y propuso probar vivir bajo el mismo techo, como amigas, claro, cada una con su vida, pero compartir un departamento traería beneficios económicos para ambas, así que me mudé nuevamente, corrió su cama hacia una de las paredes y me dejó el otro extremo del cuarto para mí, casualmente el mejor lugar, donde estaba un amplio ventanal con vista al mar.
Y nuestra convivencia fue de lo mejor, compartíamos todo, o casi todo, y nuestros encuentros sexuales en fiestas nada tenían que ver con nuestra incipiente relación.
Después de un tiempo decidimos juntar nuestras camas, una contra la otra, y más adelante terminaríamos comprando una sola doble plaza, para dormir juntas, y en esa cama era solo dormir.
Alma y yo íbamos juntas a todas partes, ella me llamaba 'corazón', decía que éramos 'corazón y alma', y la puta que veía vestida cada noche, contrastaba con la niña de amplio pijama rosa que observaba cada mañana cepillándose los dientes, en sus pantuflas con oreja de conejo.
Y pasó lo que debía pasar, fuimos a la cama a ver una película, y empezamos con cosquillas y una cosa llevó a otra y terminamos haciendo el amor, puro, dulce, hermoso.
Esa noche, después de hacerlo, ella se quedó dormida a mi lado, pero yo me quedé despierta, sin poder conciliar el sueño, recordando la forma en que le había dicho que la amaba, muchas veces lo había dicho con liviandad a mis parejas solo para complacerlas, pero ahora sentía que esas palabras habían salido de mi corazón, y eso me aterrorizaba, en verdad me estaba enamorando y eso no podía permitirlo, no podía dejar que las cosas se salieran de control.
Los días siguieron su curso, y Alma caló profundo en mí, me enamoré perdidamente de ella, y con treinta y dos años me había desentendido de mis días de modelaje, de Tobías y de toda esa mierda, ahora tenía un emprendimiento personal de huerta orgánica y solo quería vivir para ella. Ahí empezaron los problemas, puesto que ella estaba muy a gusto con lo que hacía y no pensaba cambiar así como así, vi en ella un espejo de lo que yo había sido, tomar cada oportunidad que se presentara y aunque me decía a diario que me amaba, sabía en lo profundo de mi corazón que sus palabras eran tan vacías como alguna vez yo se las decía a Natalia, la colorada de ojos celestes en ese cuarto a media luz.
Y solo que mas podía hacer? no podía obligarla, no podía dejarla, y no hubiera aceptado que ella lo hiciera, solo debía cargar con mi cruz y hacer todo lo posible para asirla a mi lado.
De todas maneras, al fin había encontrado lo que siempre había buscado, pero ese mes de Setiembre, empezaría el principio del fin…
CONTINUARA
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1 comentarios - La dueña de mi corazón - parte 1
En mi caso, mi vieja me golpeaba mucho de pibe y mas tarde me di cuenta como eso me afectó.. en mi vida sexual lo que mas me calienta es el sadomasoquismo y la humillación
Aúnque tuve relaciones "normales", lamentablemente tengo esa inclinación
Volviendo a tu historia, sos muy fuerte y valiente, cuidate.. y espero que seas correspondida algun día 👍