You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

La misteriosa bombacha de mí vecina

Habían pasado un par de días del episodio en que encontré a mi mujer usando aquella bombachita rosa que tenía un corazón dibujado al frente y que me dejó helado primero, confundido después y finalmente muy pensativo al respecto.
 Esa bombachita había sido el detonante por el cual empezó todo este asunto. Yo le había robado a mi vecina esa misma bombacha. Claro que ella me había descubierto y por suerte no se lo había tomado a mal. Al contrario, se me ofreció de cuerpo entero para que yo pudiera saciar mi curiosidad con ella cuando quisiera. 
 Esa situación que yo habría creído vergonzosa y denigrante (haberme metido en su casa, saltando el paredón que la divide de la mía y haber revuelto su canasto de ropa sucia para poder olerla) a ella le resulto excitante y estimulante. 
 Y si al día presente (mayo 2020) no había podido concretar el sueño de poder someterla a Zoe, mi vecina, a todos los interrogantes de mi deseo, era por culpa de la puta cuarentena. Que para ese entonces me tenía aun encerrado con toda la familia (mi mujer y dos hijos) y sin la posibilidad de poder ir a un telo o lo que fuera. 
 Pero había algo que no me terminaba de cerrar. Porque tras pensar que mi mujer había descubierto esa bombacha entre mis cosas y que en cualquier momento explotaría un gran quilombo entre nosotros, todo se diluyo en la nada. Quiero decir: jamás mi mujer dijo una sola palabra al respecto de esa bombachita. Lo que me dejó más confundido aún. 
 ¿Qué posibilidades había de que Andrea, mi mujer, me hubiera descubierto esa bombacha entre mis cosas y no me hubiera encarado? Creo que cero posibilidades.
 Ahora bien, lo que más me carcomía era si esa bombacha era o no la de mi vecina, porque yo estaba seguro de que ella se la había llevado ¿O me la volvió a mandar otra de esas noches en que se masturbaba frente a la ventana para que yo la viera? Esas noches en que acababa con la bombacha puesta y después me las tiraba a través de la pared que nos separa para que pudiera sentir el sabor de su sexo empapando la bombacha.
 No estaba seguro. También podría caber la gran casualidad de que justo mi mujer se hubiera comprado ese mismo modelo de ropa interior. ¿Pero en plena cuarentena? ¿O ya lo tenía y nunca lo había notado? No sé. Me ardía la cabeza.
 De lo que estaba seguro, y por suerte a un par de días del episodio recuperé la calma, era que no se había generado ningún problema entre nosotros.
 Por un lado, Andrea se mostraba cariñosa y afectuosa como siempre (o sea caliente y alzada: cada noche me agarraba la pija con intenciones de garchar)
 Por otro lado, mi vecina, que en un primer momento se desilusionó que el fin de semana pasado no hubiéramos podido concretar (íbamos a usar la excusa de las salidas programadas que mis hijos iban a hacer con mi mujer mientras yo me iba a mandar a su depto., pero a último momento mi mujer no se sintió bien y tuve que salir yo) ahora la pendeja se mostraba muy ilusionada con que éste finde que seguía pudiéramos finalmente concretar.
 Como siempre, me mandaba mensajes, audios, fotos y hasta videos que me mantenían con la pija erguida casi la mayor parte del día. Lamentablemente, para no tener problemas, los borraba en seguida, claro que con todo el dolor del alma. 
“Hijo de puta, me cagaste el fin de semana. ¡Me tuve que arreglar solita!”
“No sabes lo fuerte que estoy acabando últimamente con todo lo que te haces desear. ¡Dale, quiero que me cojas!”
“¿Me vas a enseñar muchas cosas cuando nos veamos? Mirá que yo ya tengo mi experiencia y por ahí te sorprendo…” 
“¿y si esta noche te portas mal y saltas la pared hasta mi casa y me agarras desprevenida mientras tu mujer duerme? Por las dudas yo dejo la puerta sin llave…”
“Solo para que sepas, esta noche duermo únicamente con una tanguita puesta y del frio que hace se me pusieron duros los pezones ¿No venís a abrigarme y calentarme un poquito?”
 La verdad era que todos esos mensajes me ponían a mil. Me sentía un pendejo capaz de cualquier cosa. Hasta me saqué fotos con la pija bien parada y se las mandé. Y los audios que llegué a enviarle… Estaba re jugado.
 Los días de la semana pasaban y se acercaba el finde y la excitación crecía. Este tenía que ser. El anterior no se pudo, pero ya pasó. Todo estaba ya arreglado con Andrea nuevamente. Jueves, viernes, sábado y finalmente llegó el domingo, el día que teníamos permitido salir con los chicos. Ese día, de la ansiedad, me desperté temprano.
 Las horas no se me pasaban más. ¡Que tortura!
 Al final, pasado el almuerzo (yo casi ni probé bocado para estar liviano) me levanto a ultimar detalles para que todo saliera perfecto. Y entonces mi mujer me agarra del brazo y me dice cerca del oído: - Amor, creo que me cayó pesada la comida. ¿No me hacés el favor de salir vos con los chicos hoy?
 No lo podía creer. Me estaba tomando el pelo. La miré fijo y no sé qué cara habré puesto porque enseguida me dijo: - Ya sé que la semana pasada saliste vos, pero haceme el favor hoy. Yo después, en la semana, te lo devuelvo como vos prefieras. – Y me guiña un ojo.
 ¡La concha de mi madre…! No podía decirle nada. ¿Qué excusa podía inventar? Si se suponía que no tenía nada para hacer salvo ver una peli o tirarme una siesta.
 Cómo me mordí la lengua en ese momento. – Sí, mi amor. – Y a fumarme los pibes una vez más.
 Salimos. Resignación. Nos encontramos en la plaza con los amiguitos y su insoportable mamá de nuevo.
 Pero ahí la cabeza se me puso a mil. Algo no me cerraba…
 Le pedí a la insoportable que me cuidara a los chicos un toque, que me olvidé algo, no sé qué le dije al final, que yo pasaba a buscarlos por su casa después si me demoraba. Ella me dijo que sí y yo salí lo más rápido que pude hacia casa.
 Era como si las fichas me fueran cayendo, no de a una, sino todas juntas de golpe. 
 Llego a la puerta y, lo más sigilosamente que puedo, meto despacito la llave y la giro. Me apoyo en la puerta y la corro milimétricamente. El corazón, sentía, que se me venía a la boca. Me costaba un poco respirar. Finalmente me introduzco entero en casa y enfilo directo hacia donde mi cabeza me impulsaba. Engancho la escalera y empiezo a subir. Despacio al principio, con ritmo después y finalmente, el último tramo, de manera desesperada. Ya estaba jadeando cuando alcancé el rellano. Pero mis jadeos pronto fueron tapados por otros gemidos…
 Lo que me temía…
 Me acerco despacio hacia la habitación, y desde la puerta entreabierta logro ver un espectáculo que, a la vez que me generaba cierto rencor o irritación, me calentó como nunca antes en la vida.
 Sobre la cama estaba tendida mi mujer, desnuda y con las piernas abiertas, totalmente entregada al placer. Encima de ella, dominándola completamente, abriéndole la concha tanto como se puede, con dos dedos metidos adentro de ella y la lengua moviéndose desesperada sobre el clítorix, estaba mi vecina…
 ¡Las hijas de puta estaban haciendo un 69! 
 La veía a mi mujer chupándole la concha y el culo a Zoe, con los ojos entrecerrados y gimiendo constantemente pronta a alcanzar un orgasmo.  
 Yo me oculté un poco, pero ellas ni se habían percatado de mi presencia. 
 En mi propia cama, mi fiel esposa me metía los cuernos con la pendeja de al lado que me venía calentando la pija hacia como un mes…

Continúa acá:
https://m.poringa.net/posts/relatos/3754818/Las-bombachas-de-mi-vecina-Finalmente-se-dio.html


El principio de ésta historia:
Parte 1
https://poringa.net/posts/relatos/3700478/Las-bombachas-de-mi-vecina.html
Parte 2
https://poringa.net/posts/relatos/3709881/El-olor-de-la-bombacha-de-mi-vecinita.html
parte 3
https://poringa.net/posts/relatos/3717894/El-sabor-de-la-bombacha-de-mi-vecina.html
parte 4
https://poringa.net/posts/relatos/3737694/La-bombacha-caliente-de-mi-vecinita.html

Otros relatos en:
 https://poringa.net/martinfcd/posts

1 comentarios - La misteriosa bombacha de mí vecina

leloir2010 +1
Me parece que el mas sorprendido sos vos. Me dejo bien caliente. Van puntos
martinfcd
Sorpresas que te dan la vida.