Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
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Capítulo 15: Coleccionista de fotos
“Me encanta como me la chupás. Me vuelve loco sentir tus labios húmedos sobre mi cuerpo” me escribió Gastón cuando yo le relataba como llenaba mi boca con su pija. El sexting se había convertido en nuestro juego favorito y gracias a ello volvíamos a hablar todos los días. Luego de nuestra primera conversación caliente, repetimos la experiencia al día siguiente y en esa oportunidad lo hicimos mucho más duradero y placentero que la otra vez. “Acabaste mi amor?” me preguntó Gastón mientras yo respiraba agitadamente y disfrutaba del orgasmo que acababa de darme mi novio con sus palabras. A él le encantaba el juego y yo disfrutaba de volver a relacionarme con mi novio a nivel sexual y sabía que eso podía llevar a que nos volviéramos a tocar en un futuro no muy lejano.
Pero tampoco podía dejar de lado a Gabriel, quien ahora permanecía disponible en mi chat de WhatsApp y con quien intercambiaba fotos desnuda o en ropa interior como moneda corriente. No hablábamos todos los días y podíamos pasar varios días sin saber del otro. Pero cuando yo no me aguantaba las ganas, le escribía para hablar un rato con él. Sin embargo los dos sabíamos que nuestras conversaciones tenían un solo objetivo y era darnos placer, por lo que cada charla que teníamos terminaba en palabras calientes, escenas sumamente excitantes y orgasmos placenteros que nos dejaban con una sonrisa en la cara.
Luego de cada charla que tenía, subía las imágenes que Gabriel me enviaba a la nube y las borraba de mi celular, así como también lo que nos habíamos escrito. De golpe me encontré que tenía una gran cantidad de fotos y videos de parte suya y el solo hecho de saber eso, me calentaba. Empecé a hacer lo mismo con las imágenes de Gastón, pues las tardes o noches de sexting se hacían cada vez más recurrentes. El solo hecho de comenzar una especie de colección de fotos de mi novio y mi amante virtual hacían que me estimulara. Era como si todo el tiempo encontraba un motivo para hablar con alguno de ellos con el fin de calentarlos y conseguir más y más fotos.
“Te gusta mi pija?” me preguntó entonces Gastón mandándome una nueva foto, la segunda de esa noche, en la que se veía su verga en primer plano. Yo le había descrito una escena en la que los dos volvíamos a estar solos en su habitación mientras yo le chupaba la pija como loca. “Me encanta! Me vuelve loca! Me calienta mucho” le respondí y mi novio tomó la posta para comenzar a describir cómo se colocaba encima de mí para empezar a cogerme. “Voy a darte bien rápido para que puedas sentir como entra toda mi verga en tu concha empapada” describió. Su forma de hablar se hacía cada vez más vulgar con cada conversación que teníamos y eso me encantaba, pues mi prometido se encargaba de mezclar una prosa más bien poética con palabras que sonaban más agresivas y dominantes.
“Quiero que me cojas en cuatro” le escribí y él obviamente me respondió que sí para empezar a relatar la forma en la que lo haría. Pero antes de que siguiera lo sorprendí con una foto mía sacada desde frente en esa posición y en la que se veía mi cola de fondo reflejada en el espejo de la puerta. “Que hermoso poder verte así!” me dijo él y yo le prometí que la próxima vez que nos encontráramos iba a verme de esa manera. “Voy a colocarme atrás de vos, a apreciar tu forma y a deleitarme con tu hermosa cola. Te voy a ir penetrando lentamente hasta que sientas todo mi cuerpo adentro del tuyo y luego de eso voy a volver a moverme bien rápido” continuó describiendo Gastón y yo sentía como todo mi cuerpo se encendía con la sola idea de pensar de hacer eso con él.
Se aproximaban las vacaciones de invierno y yo por mi cabeza pasaban miles de cosas que quería hacer esos días con mi novio. Me moría de ganas por volver a hacerle una paja y sobre todo por probar su pija. Estaba convencida de que él sentía lo mismo y que no veía la hora de colocarse entre mis piernas para darme placer con su lengüita como lo había descrito en más de una ocasión. Por alguna razón no pensaba en el hecho de que eso podría llevar a una penetración, era como si solo me concentraba en todo el juego previo al sexo propiamente dicho. Y eso en parte era lo que más me calentaba, lo que más me motivaba a seguir estimulándolo con esas conversaciones.
Ni bien llegué a mi pueblo ese sábado a la mañana supe que iban a ser quince días muy intensos, pues el clima frío me decía que estaba ideal para quedarse en la cama calentita. Gastón me fui a recibir a la parada como siempre lo hacía y me recibió con un beso bien apasionado. Como las vacaciones de invierno de la provincia de Santa fe y Buenos Aires no coinciden, mis amigas que vivían en la capital no iban a estar esos quince días conmigo. Sin embargo nos vivíamos mensajeando con Julia, Magalí y Lorena y habíamos acordado que último fin de semana de mis vacaciones y el primero de ellas, nos íbamos a encontrar en Rosario para salir las 4 juntas como en las viejas épocas. Por el momento, esos días iban a ser mío y de Gastón.
Llegué a mi casa y mis padres me recibieron con la comida y mientras almorzábamos les iba contando como iba mi vida en la gran ciudad. Pero lo que más estaba esperando era poder encontrarme esa tarde con Gastón. Él me siguió contando como iban las cosas en la empresa familiar y me manifestó que al parecer iban a trasladar parte del negocio a Rosario, lo que indicaba que Gastón iba a viajar más seguido a la ciudad. “Muy probablemente tenga que ir y quedarme algunas noches ahí, ya que para hacer trámites tengo que levantarme a primera hora” me dijo y mi felicidad fue inmensa.
La primera semana fue algo complicada para Gastón a nivel laboral. Su padre estaba enfermo y él tuvo que hacerse cargo de algunas situaciones complicadas que le ocupaban casi todo el día y hacían que terminara cansado y con pocas energías. Obviamente una buena sesión de besos y mimos antes de que termine el día lo ayudaban, pero no tuvimos la oportunidad de hacer algo más. Las palabras sobraban y las miradas lo decían todo, era evidente que los dos nos moríamos por comernos la boca y sobre todo, jugar con nuestros cuerpos.
El segundo sábado de vacaciones las cosas cambiaron. Gastón y yo nos tomamos todo el día, alejándonos un poco del pueblo y yendo a hacer un picnic en medio del campo aprovechando el sol que hacía que el frío no fuera tan chocante, rodeados de naturaleza y sobre todo de silencio. Nos acostamos en una lona, rodeados de árboles que tapaban un poco el viento y comenzamos a picar algo de lo que habíamos llevado mientras conversábamos sobre nuestros proyectos. Le conté que Magalí, Lorena y Julia me iban a ir a visitar a Rosario el fin de semana siguiente y que me ponía muy contenta volver a tener una relación cercana con ellas a pesar de la distancia.
Luego de casi una hora y media de conversar, nos quedamos en silencio por unos segundos y él se acercó a mí pegándose a mi cuerpo. Yo me recosté apoyando mi cabeza suavemente sobre su pecho y escuché como su corazón latía rápidamente. Era evidente que los dos estábamos nerviosos y no sabíamos muy bien cómo manejar la situación, pero las intenciones estaban y es por eso que traté de no pensar en ello. Fui bajando mi mano por el pecho de mi novio por encima del buzo que tenía puesto hasta llegar a tocar su pantalón. Sin decirle nada le desabroché el cinturón y el jean para bajarle el cierre delicadamente. Él observada la situación en silencio y respirando bien profundo, sin embargo mi oído posado sobre su pecho podría escuchar su corazón latiendo a toda velocidad. Metí mi mano y noté que debajo de su bóxer había un bulto que se agrandaba cada vez más.
Comencé a tocarlo por encima de la ropa interior, sintiendo como su pija se iba poniendo dura a medida que mis dedos hacían presión sobre ella. Volvía a sentirla, volvía a notar como iba creciendo a cada instante y eso hacía que mi corazón también se acelerara de la emoción. Poco a poco fue corriendo de lado el bóxer y metiendo mi mano por debajo de este, rozando la piel de mi prometido hasta llegar a sujetar su verga ya bien dura con mis dedos. Con la otra mano le bajé un poco el pantalón y el bóxer mientras me incorporaba suavemente y su pija quedó al aire libre entre mis manos.
- Amor… ¿No querés que vayamos a tu casa?- Me preguntó él mirando alrededor y con la voz temblando.
- Tranquilo mi amor.- Le dije yo con un tono bien calmo a pesar de que mi corazón latía a toda velocidad.- No va a venir nadie.
Nos habíamos metido en un camino de tierra que llevaba al campo de unos conocidos que sabíamos que ese día no iban a pasar por allí y estábamos rodeados de árboles y de su auto que tapaba cualquier cosa que ocurriera ahí mismo. A pesar de que no se sentía seguro, Gastón decidió dejar que yo siguiera, en gran parte porque tenía su verga bien dura en mi mano. Lentamente le fui haciendo una paja con el objetivo de que se relajara y pudiera dedicarse a disfrutar de lo que estábamos haciendo en ese momento. Yo también estaba muy nerviosa, era el hecho de estar al aire libre y poder ser descubiertos, pero a la vez me excitaba y me generaba un morbo muy grande.
Mis manos se empezaron a mover cada vez más rápido, las dos sobre la verga de mi novio, haciendo una paja en ese lugar. Él tiró su cabeza hacia atrás y cerró los ojos y pude escuchar como su respiración se hacía cada vez más profunda, haciéndome saber que ahora si disfrutaba del momento. Los dos seguíamos en silencio, sin decir una sola palabra. Me encantaba esa situación, me calentaba mucho estar ahí tocándolo, rodeados de pasto y árboles y con el miedo de poder ser descubiertos. Su verga bien dura, crecía cada vez más entre mis manos y parecía que estaba a punto de explotar.
Sin pensarlo mucho, agaché mi cabeza y abrí mi boca para comenzar a chupársela. No sabía si lo que estaba haciendo lo hacía bien o mal, pero movía mis labios sobre su verga, recorriéndola hasta donde podía. Subía y bajaba por su cuerpo mientras que con mi mano continuaba haciéndole una paja. Gastón lanzó un soplido y de golpe me levanté para preguntarle si lo había lastimado y la respuesta de mi novio terminó de ponerme como loca. “No… ¡Seguí!” me dijo él entre suspiros y sin abrir los ojos. Entonces volví a agacharme sobre si cuerpo y metí su pija en mi boca nuevamente, para volver a chupársela.
Movía mi cabeza hacia arriba y hacia abajo, pasando mis labios por su cuerpo y tocándosela de vez en cuando con la lengua. Al parecer lo que hacía le encantaba a mi novio ya que sus suspiros se hicieron más intensos y estiró una de sus manos hasta apoyarla en mi espalda. Mientras tanto, con mi mano le seguía haciendo la paja. Me la saqué de la boca y le lamí la cabeza como si fuera un chupetín para después volver a chupársela toda hasta donde podía.
Gastón permanecía en silencio, sin decir una sola palabra pero largando constantemente profundos suspiros que indicaban que eso le encantaba y permanecía con la cabeza inclinada hacia atrás y los ojos cerrados. Mi boca subía y bajaba por toda su verga que estaba totalmente al palo y mi mano la seguía sujetando con fuerza. Me levanté de nuevo para respirar y limpiarme la baba de la boca pero continué pajeándolo a mayor velocidad. Entonces él lanzó una especie de quejido que enseguida me di cuenta que significaba que le gustaba lo que estaba haciendo.
- Voy a acabar, mi amor.- Me dijo de pronto.
Sin pensarlo y sin dudarlo, me incliné y mientras lo seguí masturbando me volví a meter su pija en la boca. Fue la primera reacción que se me vino a la mente, ya que era lo que siempre hacía cuando recreaba escenas en mi mente con Gabriel. Pero en esa oportunidad todo fue real, no había nada de ficción, nada de fotos para agregar a mi colección, sino sensaciones reales. El semen que comenzó a salir de su cuerpo y empezó a llenar mi boca a chorros era totalmente real y se sentía espeso y cálido sobre mi lengua. Poco a poco lo fui tragando sin saber muy bien que hacer hasta que Gastón terminó de eyacular y su pija quedó totalmente limpia.
Me levanté y lo miré sonriendo. Él abrió los ojos y al notar su cara de complacido supe que lo que había hecho le había encantado y lo había dejado totalmente satisfecho. “Fue increíble, mi amor” me dijo y lanzó una risita nerviosa mirando nuevamente hacia los costados esperando que nadie nos estuviera observando. Se levantó el pantalón y se acomodó poniéndose de pie. Yo hice lo mismo y a pesar de que hacía segundos había tenido su semen en mi boca, no tuvo problema en darme un beso bien apasionado y agradecerme por lo que acababa de hacer.
- Vamos a tu casa.- Me dijo después.- Muero por probar tu cuerpo.- Agregó y yo sonreí.
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