Te conozco hace aproximadamente 5 años cuando llegaste a mi casa como el nuevo compañero de trabajo de mi hermana. Al poco tiempo se hicieron grandes amigos así que empezaste a visitarnos cada vez más seguido. Simpático, inteligente, pendejo. Nos debemos llevar unos diez años o tal vez un poco más. Recuerdo que ese primer día no me gustaste o en realidad ni ahí eras el target de chico que normalmente me interesa.
El tiempo pasó, compartimos cumpleaños, fines de año, y muchas cenas. Dejé de vivir con mi hermana pero así mismo cada tanto nos seguimos cruzando en reuniones de amigos y familia.
Nunca pasó nada pero cada vez que nos vemos se repite una energía única en la que percibo una conexión más allá de las palabras y de la situación que estamos compartiendo. De hecho apenas llegás estás en otra, venís con tus cosas, problemas y hasta superficialidades, que así interpreto desde mi punto de vista. Seguramente es por la diferencia de edad donde se nota que estamos en diferentes etapas de la vida.
El tema es que siempre es igual: no me pasa nada apenas te veo y al poco tiempo algo mágico sucede. Siento que nos conectamos pero no con palabras. Lo veo en tus miradas, en tus gestos y, como respuesta, en mi lenguaje corporal. Empiezo a desearte y cuanto más tiempo pase, más lo hago. Sigo esperando que hagas un movimiento, que vayas un poco más allá y que podamos concretar algo. Muero por besarte aunque siento tu sabor, como si ya lo hubiéramos hecho en algún momento. Imagino seguir recorriendo tu cuerpo con mi boca, con mis labios, con mi respiración. Percibo que sería muy pasional, que te volverías y me volverías loco, que tendríamos encuentros suaves y románticos y otros totalmente salvajes y morbosos. ¿Por qué? Lo veo en tus ojos y siento como si ya lo hubiéramos vivido alguna vez.
Las reuniones sociales se extienden, tomamos alcohol, bajo la guardia y sé que vos también. No puedo cruzar ese límite aunque, cada vez que conectamos, piense que ese va a ser el día en que todo “vuelva a suceder”. Siempre hay gente en el medio, pocas veces estamos solos, no sé qué pasa… en un momento te vas o me voy y ahí queda todo, pero el deseo no se apaga por varias y largas horas. No puedo dejar de pensar, de imaginar, y revivir nuestros encuentros imaginarios.
Al otro día todo se calma, hay algo que se desconecta. Eventualmente chateamos por temas sin importancia pero ya no siento lo mismo. ¿Será por qué no te veo a los ojos? Hay algo en esa mirada que me enciende. Ese contacto visual conecta con una parte mía en donde siento que fuimos amantes y que conozco como nadie tu cuerpo y tu deseo y que todas las palabras realmente sobran. ¿Por qué? Porque lo vi en tu mirada.
El tiempo pasó, compartimos cumpleaños, fines de año, y muchas cenas. Dejé de vivir con mi hermana pero así mismo cada tanto nos seguimos cruzando en reuniones de amigos y familia.
Nunca pasó nada pero cada vez que nos vemos se repite una energía única en la que percibo una conexión más allá de las palabras y de la situación que estamos compartiendo. De hecho apenas llegás estás en otra, venís con tus cosas, problemas y hasta superficialidades, que así interpreto desde mi punto de vista. Seguramente es por la diferencia de edad donde se nota que estamos en diferentes etapas de la vida.
El tema es que siempre es igual: no me pasa nada apenas te veo y al poco tiempo algo mágico sucede. Siento que nos conectamos pero no con palabras. Lo veo en tus miradas, en tus gestos y, como respuesta, en mi lenguaje corporal. Empiezo a desearte y cuanto más tiempo pase, más lo hago. Sigo esperando que hagas un movimiento, que vayas un poco más allá y que podamos concretar algo. Muero por besarte aunque siento tu sabor, como si ya lo hubiéramos hecho en algún momento. Imagino seguir recorriendo tu cuerpo con mi boca, con mis labios, con mi respiración. Percibo que sería muy pasional, que te volverías y me volverías loco, que tendríamos encuentros suaves y románticos y otros totalmente salvajes y morbosos. ¿Por qué? Lo veo en tus ojos y siento como si ya lo hubiéramos vivido alguna vez.
Las reuniones sociales se extienden, tomamos alcohol, bajo la guardia y sé que vos también. No puedo cruzar ese límite aunque, cada vez que conectamos, piense que ese va a ser el día en que todo “vuelva a suceder”. Siempre hay gente en el medio, pocas veces estamos solos, no sé qué pasa… en un momento te vas o me voy y ahí queda todo, pero el deseo no se apaga por varias y largas horas. No puedo dejar de pensar, de imaginar, y revivir nuestros encuentros imaginarios.
Al otro día todo se calma, hay algo que se desconecta. Eventualmente chateamos por temas sin importancia pero ya no siento lo mismo. ¿Será por qué no te veo a los ojos? Hay algo en esa mirada que me enciende. Ese contacto visual conecta con una parte mía en donde siento que fuimos amantes y que conozco como nadie tu cuerpo y tu deseo y que todas las palabras realmente sobran. ¿Por qué? Porque lo vi en tu mirada.
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