Mientras sigo bombacha con mi yegua Sandrita que sigue recibiendo mi semen a lo grande, me entero de que María Teresa y sus amigachas también se entretienen. Esta cuarentena de la concha no las aburre, al contrario, las estimula más. Tere, aburrida de tanto confinamiento y viendo que algunos hacen fiestas, llamó a su hermana loca María Beatriz y le propuso hacer algo con su vecina María Clara. A violar, no sólo la cuarentena.
Ambas locas y gordotas hermanas llamaron a Clara y le dijeron de ir a visitarla el sábado a la noche, que estaban aburridas de tanto encierro. Clara no sólo estuvo de acuerdo sino que llamó a su vez a sus amigas Ana Mercedes, tía de la loca Solange, y María Susana. Y ya que estaba, Ana Mercedes le avisó a Lorena, igual que Solange chongueras de y con Annabella. Todas de acá de Carapachay, bien de cercanía, nada de fase 1. Excitadas con el sí de Clara, Bea y Tere se pusieron elegantes y se juntaron en lo de Tere para ir. María Teresa de campera de cuero con piel, pollera y botas y Bea con tapado de alpaca negro y botas, las dos muy maquilladas y perfumadas, con sus carteras de cuero, se besaron la boca roja de lo calientes y ahí fueron para lo de Clara con fiambre y sandwiches de miga. Llegaron a lo de Clara, muy elegante de blazer y pollera fina, tacos de charol, finamente maquillada y con perfume y crema en las manos, quien abrazoteó a las gordas y fue besuqueada en la boca, chhocha de la cuestión sin importar el coronavirus. Las dos dejaron el fiambre y charlaron con la anfitriona, y de pronto vinieron las otras tres de la noche: María Susana de campera de cuero muy maquillada, cartera y con exquisito perfume, y atrás Ana Mercedes de tapado largo marrón y botas con Lorena de blazer de gamuza del brazo, todas muy pintadas, perfumes fuertes, súper pegoteaditas y calientongas.
Y tras abrazos, besoteadas y todo lo que no hay que hacer pero ellas chochas, las seis le dieron a buena cena con queso, fiambre, aceitunas, sandwiches de miga y saladitos, más abundante cerveza para ir tomando energías para lo que iban a hacer. Incluso, Bea y Tere locas de atar trajeron droga en sus carteras aparte de juguetes y más elementos sexuales. Y las mujeres disfrutaron cena, charla y reunión como en la época antes de la pandemia. María Teresa con un sandwich en la mano le charlaba y mimaba a Clara, que comía fiambre y era acariciada en la pierna por Bea, que a su vez le hacía cositas a Lorena, que también era mimadita por Susana y Ana, y éstas pegadas a los besos y convidadas de sandwichitos. Luego torta que trajeron Su y Ana, más cerveza, y de a poco las damas se fueron calentando y besando medias idas de alcohol. Y más cuando Bea y Tere abrieron sus carteras, sacaron un tazón con droga, una cuchara y le dieron a sus amigotas aparte de tragar ellas. Clara tomó con gusto, Lorena chocha y encima aprovechó para manosear a Ana entre sus piernas, y ésta a Susana. Bea le metió pico a Mercedes, Teresa a Lorena, María Susana a Clara. María Teresa manoseó a Susana, Beatriz en sus tetas por Clara, Lorena se atrevió a tocarle la cola a Ana Mercedes.
Y explotó todo. Tiempo sin sexo, mujeres elegantes, sandwichitos, mimos, besos, alcohol y droga. Y calentura. Ovio que todo iba a volar por el aire. Sin darse ni cuenta, borrachas, drogadas, las seis mujeres se dieron como si se levantara la cuarentena. Las estrellas de la lucha fueron claro las más gordas. María Teresa y María Beatriz agarraron a Clara, la arrastraron, la aplastaron contra una pared y tras bajarle todo abrieron sus carteras, sacaron elementos con cremita y se la dieron por adelante y atrás, vagina y cola, haciéndose un sandwich con la dueña que gemía genial. Por su lado, Susana y Mercedes se hicieron un picnic con Lorena (que las había manoseado) con mayonesa y todo, cepillándola tras desnudarla en una pieza. Lore disfrutó chocha de la potencia y peso de las gordas. Y cuando se estaba levantando, caminó media ida y fue a los brazos de María Teresa, que la violó por cola y vagina haciéndola gritar de placer y flujo. Clara fue sometida y garchoneada por Mercedes y Susana, sacadas con su elegancia y estimuladas de sustancias, que la hicieron acabar bien y chuparle todo. Bea manoseó toda a su hermana, ésta le respondió y en bolas se trenzaron excitadas, en el medio se cruzó Mercedes y las hermanas le dieron furiosas y la hicieron largar bien.
Besos, mimos, gritería, gemidos, ropa y bombachas por el suelo, las mujeres disfrutaban coger y ser cogidas. Clara volaba de alegría cuando la sentía a Teresa moverse salvaje arriba suyo con sus más de 100 kilos. Bea con sus 130 la hizo puré a Lorena y a Mercedes. Más cerveza, más drogas de las locas de Tere y Bea, un quilombo que no terminaba nunca y que concluyó al amanecer, cuando Clara y Bea les dijeron a las demás que estaban nocaut y querían dormir. La anfitriona las invitó a quedarse y descansar, y luego de horas de sueñazo, las seis merendaron juntitas los de miga que quedaban y té rico que hizo Clara, esa vez sin hacer nada raro. Ya habían hechoh mucho, violado la cuarentena, a ellas, todo. Nada de protocolo, más bien Teresa y Beatriz armaron con las otras un protoculo. Y bien a fondo de sus orificios.
Ambas locas y gordotas hermanas llamaron a Clara y le dijeron de ir a visitarla el sábado a la noche, que estaban aburridas de tanto encierro. Clara no sólo estuvo de acuerdo sino que llamó a su vez a sus amigas Ana Mercedes, tía de la loca Solange, y María Susana. Y ya que estaba, Ana Mercedes le avisó a Lorena, igual que Solange chongueras de y con Annabella. Todas de acá de Carapachay, bien de cercanía, nada de fase 1. Excitadas con el sí de Clara, Bea y Tere se pusieron elegantes y se juntaron en lo de Tere para ir. María Teresa de campera de cuero con piel, pollera y botas y Bea con tapado de alpaca negro y botas, las dos muy maquilladas y perfumadas, con sus carteras de cuero, se besaron la boca roja de lo calientes y ahí fueron para lo de Clara con fiambre y sandwiches de miga. Llegaron a lo de Clara, muy elegante de blazer y pollera fina, tacos de charol, finamente maquillada y con perfume y crema en las manos, quien abrazoteó a las gordas y fue besuqueada en la boca, chhocha de la cuestión sin importar el coronavirus. Las dos dejaron el fiambre y charlaron con la anfitriona, y de pronto vinieron las otras tres de la noche: María Susana de campera de cuero muy maquillada, cartera y con exquisito perfume, y atrás Ana Mercedes de tapado largo marrón y botas con Lorena de blazer de gamuza del brazo, todas muy pintadas, perfumes fuertes, súper pegoteaditas y calientongas.
Y tras abrazos, besoteadas y todo lo que no hay que hacer pero ellas chochas, las seis le dieron a buena cena con queso, fiambre, aceitunas, sandwiches de miga y saladitos, más abundante cerveza para ir tomando energías para lo que iban a hacer. Incluso, Bea y Tere locas de atar trajeron droga en sus carteras aparte de juguetes y más elementos sexuales. Y las mujeres disfrutaron cena, charla y reunión como en la época antes de la pandemia. María Teresa con un sandwich en la mano le charlaba y mimaba a Clara, que comía fiambre y era acariciada en la pierna por Bea, que a su vez le hacía cositas a Lorena, que también era mimadita por Susana y Ana, y éstas pegadas a los besos y convidadas de sandwichitos. Luego torta que trajeron Su y Ana, más cerveza, y de a poco las damas se fueron calentando y besando medias idas de alcohol. Y más cuando Bea y Tere abrieron sus carteras, sacaron un tazón con droga, una cuchara y le dieron a sus amigotas aparte de tragar ellas. Clara tomó con gusto, Lorena chocha y encima aprovechó para manosear a Ana entre sus piernas, y ésta a Susana. Bea le metió pico a Mercedes, Teresa a Lorena, María Susana a Clara. María Teresa manoseó a Susana, Beatriz en sus tetas por Clara, Lorena se atrevió a tocarle la cola a Ana Mercedes.
Y explotó todo. Tiempo sin sexo, mujeres elegantes, sandwichitos, mimos, besos, alcohol y droga. Y calentura. Ovio que todo iba a volar por el aire. Sin darse ni cuenta, borrachas, drogadas, las seis mujeres se dieron como si se levantara la cuarentena. Las estrellas de la lucha fueron claro las más gordas. María Teresa y María Beatriz agarraron a Clara, la arrastraron, la aplastaron contra una pared y tras bajarle todo abrieron sus carteras, sacaron elementos con cremita y se la dieron por adelante y atrás, vagina y cola, haciéndose un sandwich con la dueña que gemía genial. Por su lado, Susana y Mercedes se hicieron un picnic con Lorena (que las había manoseado) con mayonesa y todo, cepillándola tras desnudarla en una pieza. Lore disfrutó chocha de la potencia y peso de las gordas. Y cuando se estaba levantando, caminó media ida y fue a los brazos de María Teresa, que la violó por cola y vagina haciéndola gritar de placer y flujo. Clara fue sometida y garchoneada por Mercedes y Susana, sacadas con su elegancia y estimuladas de sustancias, que la hicieron acabar bien y chuparle todo. Bea manoseó toda a su hermana, ésta le respondió y en bolas se trenzaron excitadas, en el medio se cruzó Mercedes y las hermanas le dieron furiosas y la hicieron largar bien.
Besos, mimos, gritería, gemidos, ropa y bombachas por el suelo, las mujeres disfrutaban coger y ser cogidas. Clara volaba de alegría cuando la sentía a Teresa moverse salvaje arriba suyo con sus más de 100 kilos. Bea con sus 130 la hizo puré a Lorena y a Mercedes. Más cerveza, más drogas de las locas de Tere y Bea, un quilombo que no terminaba nunca y que concluyó al amanecer, cuando Clara y Bea les dijeron a las demás que estaban nocaut y querían dormir. La anfitriona las invitó a quedarse y descansar, y luego de horas de sueñazo, las seis merendaron juntitas los de miga que quedaban y té rico que hizo Clara, esa vez sin hacer nada raro. Ya habían hechoh mucho, violado la cuarentena, a ellas, todo. Nada de protocolo, más bien Teresa y Beatriz armaron con las otras un protoculo. Y bien a fondo de sus orificios.
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