Me encanta ir a las reuniones de trabajo a Mendoza. Me gusta el clima, la gente, el vino mendocino. Y me gusta parar en el Hyatt de Mendoza. Se come bien y de sobre mesa, me tiro alguna fichita en la ruleta.
Pero esta vez el viaje tendría una particularidad. Había conocido a alguien en P! y ella había aceptado mi invitación a almorzar en el restaurant del Hotel. Le había prometido que iba a tener sexo con ella de un modo que nunca jamás había tenido, pero que dependía del almuerzo. Si la cosa no fluía, entonces después del postre, amigos como siempre y listo.
Eso le daba a ella muchas ventajas y seguridades. Yo apostaba a que una linda charla y hacerla reír durante el almuerzo sería suficientes para que la diferencia de edad no fuera obstáculo, y termináramos donde quería que terminarámos.
Sorpresa enorme fue cuando Sofía apareció vestida muy sexy, subida sobre tacos muy altos, y un escote que provocaba que todos en el lugar se dieran vuelta para verla. Pero no fue eso lo que me sorprendió, sino que viniera con otra chica, más joven que ella, no tenía más de dieciocho años, seguro, que estaba vestida igual de sexy.
-Hola, Agus… te presento a Vanesa, mi hermana.
-¡Qué gusto!- dije, mitad en broma, mitad en serio. No tendríamos sexo, pero iba a comer con dos pendejas que se partían al medio. Me iba a divertir un rato, al menos, y después iba a pasar el rato con los dados o con la ruleta.
-¿Les pido gaseosa?
-Preferiría vino tinto, dijo Sofia
Les seguí el juego, la charla fluyó, la comida estuvo rica, pedimos helado de postre, y pedí una botella de champán. Nos sirvieron tres copas, y empezaron a reírse entre ellas, hasta que Vanesa dijo
-¡Me muero de sueño! ¿Por qué no agarran la botella de champán, y se la terminan en el dormitorio, mientras me duermo un ratito?
Seguimos charlando tonteras durante todo el trayecto desde el restaurant hasta la habitación, que estaba en el piso 14, y desde la cual se veía toda ciudad. Bellísima vista, que Vanesa ni miró. Se tiró en la cama chica, y yo la tapé con un acolchado, y se hizo un bollito.
Cuando noté que Vanesa estaba dormida, me acerqué mucho a la boca de Sofía, mientras mis manos la rozaban debajo de la falda.
Fue sólo ese movimiento el que yo realicé, y provoqué que ella se arrodillara ante mí, y desabrochó el cinturón y bajó el cierre de mi pantalón, liberando mi pija que había empezado a desperezarse.
Quería jugar fuerte, ok. La agarré del pelo y le puse la cara muy cerca de mi pija, pero no se la dejé chupar. No todavía. Ella intentaba lamerla, pero yo se lo impido. Me encanta hacerla desear. Es mi mejor arma.
Ella me agarraba de las nalgas, y yo del pelo, hasta que me di vuelta y la vi a Vanesa mirándonos, y haciendo movimientos debajo del acolchado: sin lugar a dudas, se estaba masturbando.
La miro a los ojos, y le hice señas para que se acerque, y recién cuando ella obedeció, entonces liberé a su hermana, y le hice tragar mi pija de un solo bocado.
A la hermanita, le comí la boca y le mandé dedos por debajo de su pollera, para seguir pajeándola, y dejé de besarla para que viera a su hermanita comiéndome la pija.
Mis dedos y lo que estaba mirando, provocó que la pendeja soltara un gemido, y que dejara caer su cuerpo en mi mano, lo que aproveché para hundirle dos dedos en la concha.
Me sonreí por dentro, cuando sentí que la pendeja estaba por acabar en mi mano, y que cada gemido de ella, provocaba en Sofía una chupada de pija más profunda, mientras miraba de reojo como le colaba los dedos a la hermanita, y se moría de ganas de que la pajee a ella también.
Así que decidí acabar, en todo el sentido de la palabra, con este asunto, y las agarré a las dos de la mano, y las hice acostar en el borde de la cama, y empecé a masturbarlas a las dos juntas, que olvidaron que eran hermanitas, y empezaron a acariciarse y a besarse entre ellas, en medio de gemidos y contorsiones.
Tuvieron su orgasmo, ese primer y hermoso orgasmo que les dio mis dedos, rítmicamente, y Sofía me miró con cara de perra y me preguntó si quería que terminara con lo que había empezado
-Le puedo pedir a mi hermanita que me ayude-, dijo, y sin que yo pudiera decir nada, las dos estaban chupándome la pija, besándose los labios cada vez que llegaban a la punta, y recorrían el tronco con sus labios, y jugaban con sus lenguas en la punta. Se besaban sin ningún tipo de vergüenza, con mi pija entre sus bocas.
Más dura, más venosa, mi pija estaba anunciando lo bien que la estaba pasando.
-Estás por acabar, papi?
-Vos no tenés una idea, nena, de todo lo que tenés que hacer para que yo te acabe. Ni dos putitas como ustedes me pueden sacar la leche así de fácil.
Así que empecé a darle a la concha de Vanesa, que parecía la más urgida, y con los primeros empujones, ya se puso tensa y me abrazó muy fuerte, y empezó a convulsionar y a contorsionarse, y a acabar muy rico, hasta que, otra vez, se hizo un bollito, y se ponía como para mirar lo que estaba por ocurrir.
Y lo que iba a ocurrir era inevitable: quería que viera como la putita de la hermana se dejaba romper el ojete a pijazos. Y le apoyé la cabeza de mi pija en el ojo del culo, y lo dejé resbalar dentro suyo. Gemía de placer, quizás un poco de dolor, pero más placer que dolor, y movía el culo pidiendo más y más y era evidente que estaba por tener su primer orgasmo de culo, mientras la nena, la hermanita se estaba matando a pajas.
Vanesa acaba, y aprieta aprieta su mano que queda atrapada entre sus piernas, y Sofía también acaba, a los gritos, gozando como loca, y dejándose caer en la cama.
Yo me quedé parado, con mi pija en la mano, y me pajeo, para volcarle la leche en las tetas de Sofía, cuando Vanesa se pone cerquita, con la boca abierta, para intentar de que algo le cayera en la boca.
Gruesas gotas de semen caliente cayeron en la piel de Sofía y en los labios de Vanesa, y seguidamente, las dos se refregaron los cuerpos, para esparcirse la leche en la piel.
Nos pusimos los tres muy cerquita, y nos besamos los tres. Nos reímos. Y pedimos un champán para festejar, sabiendo que, en realidad, todo recién empezaba.
¡Y después se preguntan por qué me gusta tener que viajar a Mendoza por trabajo!
A @EmaArg1310
Pero esta vez el viaje tendría una particularidad. Había conocido a alguien en P! y ella había aceptado mi invitación a almorzar en el restaurant del Hotel. Le había prometido que iba a tener sexo con ella de un modo que nunca jamás había tenido, pero que dependía del almuerzo. Si la cosa no fluía, entonces después del postre, amigos como siempre y listo.
Eso le daba a ella muchas ventajas y seguridades. Yo apostaba a que una linda charla y hacerla reír durante el almuerzo sería suficientes para que la diferencia de edad no fuera obstáculo, y termináramos donde quería que terminarámos.
Sorpresa enorme fue cuando Sofía apareció vestida muy sexy, subida sobre tacos muy altos, y un escote que provocaba que todos en el lugar se dieran vuelta para verla. Pero no fue eso lo que me sorprendió, sino que viniera con otra chica, más joven que ella, no tenía más de dieciocho años, seguro, que estaba vestida igual de sexy.
-Hola, Agus… te presento a Vanesa, mi hermana.
-¡Qué gusto!- dije, mitad en broma, mitad en serio. No tendríamos sexo, pero iba a comer con dos pendejas que se partían al medio. Me iba a divertir un rato, al menos, y después iba a pasar el rato con los dados o con la ruleta.
-¿Les pido gaseosa?
-Preferiría vino tinto, dijo Sofia
Les seguí el juego, la charla fluyó, la comida estuvo rica, pedimos helado de postre, y pedí una botella de champán. Nos sirvieron tres copas, y empezaron a reírse entre ellas, hasta que Vanesa dijo
-¡Me muero de sueño! ¿Por qué no agarran la botella de champán, y se la terminan en el dormitorio, mientras me duermo un ratito?
Seguimos charlando tonteras durante todo el trayecto desde el restaurant hasta la habitación, que estaba en el piso 14, y desde la cual se veía toda ciudad. Bellísima vista, que Vanesa ni miró. Se tiró en la cama chica, y yo la tapé con un acolchado, y se hizo un bollito.
Cuando noté que Vanesa estaba dormida, me acerqué mucho a la boca de Sofía, mientras mis manos la rozaban debajo de la falda.
Fue sólo ese movimiento el que yo realicé, y provoqué que ella se arrodillara ante mí, y desabrochó el cinturón y bajó el cierre de mi pantalón, liberando mi pija que había empezado a desperezarse.
Quería jugar fuerte, ok. La agarré del pelo y le puse la cara muy cerca de mi pija, pero no se la dejé chupar. No todavía. Ella intentaba lamerla, pero yo se lo impido. Me encanta hacerla desear. Es mi mejor arma.
Ella me agarraba de las nalgas, y yo del pelo, hasta que me di vuelta y la vi a Vanesa mirándonos, y haciendo movimientos debajo del acolchado: sin lugar a dudas, se estaba masturbando.
La miro a los ojos, y le hice señas para que se acerque, y recién cuando ella obedeció, entonces liberé a su hermana, y le hice tragar mi pija de un solo bocado.
A la hermanita, le comí la boca y le mandé dedos por debajo de su pollera, para seguir pajeándola, y dejé de besarla para que viera a su hermanita comiéndome la pija.
Mis dedos y lo que estaba mirando, provocó que la pendeja soltara un gemido, y que dejara caer su cuerpo en mi mano, lo que aproveché para hundirle dos dedos en la concha.
Me sonreí por dentro, cuando sentí que la pendeja estaba por acabar en mi mano, y que cada gemido de ella, provocaba en Sofía una chupada de pija más profunda, mientras miraba de reojo como le colaba los dedos a la hermanita, y se moría de ganas de que la pajee a ella también.
Así que decidí acabar, en todo el sentido de la palabra, con este asunto, y las agarré a las dos de la mano, y las hice acostar en el borde de la cama, y empecé a masturbarlas a las dos juntas, que olvidaron que eran hermanitas, y empezaron a acariciarse y a besarse entre ellas, en medio de gemidos y contorsiones.
Tuvieron su orgasmo, ese primer y hermoso orgasmo que les dio mis dedos, rítmicamente, y Sofía me miró con cara de perra y me preguntó si quería que terminara con lo que había empezado
-Le puedo pedir a mi hermanita que me ayude-, dijo, y sin que yo pudiera decir nada, las dos estaban chupándome la pija, besándose los labios cada vez que llegaban a la punta, y recorrían el tronco con sus labios, y jugaban con sus lenguas en la punta. Se besaban sin ningún tipo de vergüenza, con mi pija entre sus bocas.
Más dura, más venosa, mi pija estaba anunciando lo bien que la estaba pasando.
-Estás por acabar, papi?
-Vos no tenés una idea, nena, de todo lo que tenés que hacer para que yo te acabe. Ni dos putitas como ustedes me pueden sacar la leche así de fácil.
Así que empecé a darle a la concha de Vanesa, que parecía la más urgida, y con los primeros empujones, ya se puso tensa y me abrazó muy fuerte, y empezó a convulsionar y a contorsionarse, y a acabar muy rico, hasta que, otra vez, se hizo un bollito, y se ponía como para mirar lo que estaba por ocurrir.
Y lo que iba a ocurrir era inevitable: quería que viera como la putita de la hermana se dejaba romper el ojete a pijazos. Y le apoyé la cabeza de mi pija en el ojo del culo, y lo dejé resbalar dentro suyo. Gemía de placer, quizás un poco de dolor, pero más placer que dolor, y movía el culo pidiendo más y más y era evidente que estaba por tener su primer orgasmo de culo, mientras la nena, la hermanita se estaba matando a pajas.
Vanesa acaba, y aprieta aprieta su mano que queda atrapada entre sus piernas, y Sofía también acaba, a los gritos, gozando como loca, y dejándose caer en la cama.
Yo me quedé parado, con mi pija en la mano, y me pajeo, para volcarle la leche en las tetas de Sofía, cuando Vanesa se pone cerquita, con la boca abierta, para intentar de que algo le cayera en la boca.
Gruesas gotas de semen caliente cayeron en la piel de Sofía y en los labios de Vanesa, y seguidamente, las dos se refregaron los cuerpos, para esparcirse la leche en la piel.
Nos pusimos los tres muy cerquita, y nos besamos los tres. Nos reímos. Y pedimos un champán para festejar, sabiendo que, en realidad, todo recién empezaba.
¡Y después se preguntan por qué me gusta tener que viajar a Mendoza por trabajo!
A @EmaArg1310
3 comentarios - Viaje de trabajo a Mendoza
me gustaria conocer su jauría