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Regalos de cumpleaños – Parte 2 (Historia corta)

Regalos de cumpleaños – Parte 2 (Historia corta)

                                                          PARTE 1

   Llegamos al restaurante a eso de las veintiuna horas y ahí descubrió que mi siguiente sorpresa se trataba de una mesa exclusiva para los dos, que se encontraba en una habitación separada, completamente alejada del resto de las mesas y que nos daba privacidad total. Obviamente mi novio me lanzó una mirada morbosa ni bien la chica que nos llevó hasta ahí se fue. Nos sentamos el uno en frente del otro y entonces decidí confesarle que tenía pensado darle algunos regalitos más ahí adentro, pero que iba a tener que esperar un ratito más pues a su cumpleaños todavía le quedaban tres horas y tenía muchas ganas de aprovecharlas.
   Me llamo Julia, tengo 23 años y decidí hacer que el cumpleaños número 27 de mi novio esté lleno de sorpresas muy excitantes. Comenzamos el día cenando en un bar algo alborotado de gente, teniendo en cuenta que era sábado a la noche. Sin embargo eso no me impidió ir hasta el baño unos minutos antes de que dieran las cero horas y dejar mi tanguita colgada de la perilla de la puerta del baño de hombres. Cuando volví a la mesa y le dije que iba a encontrar su primera sorpresa allí, él salió disparado a toda velocidad y volvió segundos más tarde con una sonrisa de oreja a orea. Esa primera sorpresa llevó a una noche de sexo bastante caliente en la que no pudimos dejar de darnos placer.
   Sin embargo el día recién había empezado y a lo largo de las veinticuatro horas que duraba su cumpleaños, yo le iba a regalar muchísimas otras cosas y lo iba a sorprender con algunos impulsos sexuales que lo iban a calentar al máximo. Primero me desperté antes que él y me puse un body blanco muy sexy que utilicé para hacerle unos mismo y un masaje apenas abrió los ojos. Luego de eso fuimos a desayunar a uno de sus bares preferidos y ahí le di de obsequio una camisa que iba a usar esa misma noche. Más tarde, volvimos a nuestro departamento para preparar una bañera llena de agua y espuma en la cual nos metimos los dos desnuditos y él tuvo el placer de sentir mi mano por su pija bien dura. Todo eso antes del almuerzo. Luego de comer algo rico y de que yo le regalara unas zapatillas que le quedaban excelentes, decidimos ir al parque y sentarnos a la sombra de un árbol para relajarnos. Sin embargo no pudimos aguantarnos la calentura y nos empezamos a toquetear ahí mismo a pesar de que estábamos rodeados de gente. Ese toqueteo siguió en un bar al que fuimos para tomar unos licuados y donde él aprovechó para darme placer con sus manos sin importarle que había otras personas alrededor nuestro. Entonces volvimos a nuestro departamento y en el ascensor le regalé un pete express que duró unos pocos segundos pero que lo dejó completamente duro. Fue en ese momento cuando decidí que no podía aguantarme mucho más y me metí en la ducha con él y lo pajeé hasta sacarle toda la leche, la cual terminó en el piso de la bañera. Después de bañarnos, nos vestimos y nos fuimos al restaurante en donde íbamos a pasar las siguientes horas y donde él iba a recibir sus siguientes sorpresas.
   Tenía la suerte de haber conseguido que el restaurante me reservara un ala chiquita del fondo para mi sola. Habían colocado unas cortinas para que nadie pudiera molestarnos y habían puesto un biombo en caso de que algún curioso se fijara que pasaba detrás de ellas. Estábamos completamente aislados del resto de la gente y la moza solo iba a venir si la llamábamos con un sensor que nos habían dejado al costado de la mesa. En resumen, teníamos privacidad absoluta y sabíamos que nadie nos iba a molestar para poder hacer lo que queríamos.
   Pedimos unos tragos y algo para picar mientras empezamos a hablar y Javier rememoraba todo lo que había sucedido en las horas de su cumpleaños. Lucía la camisa y las zapatillas que yo le había regalado, las cuales le quedaban hermosas y lo hacían ver mucho más sexy de lo que ya era. Por mi parte tenía puesto un vestido que me llegaba hasta las rodillas que me marcaba mucho la cola y que podía quitármelo enseguida. Pero la verdadera sorpresa se encontraba debajo del vestido, ya que me había puesto el mismo body blanco que había usado para hacerle los masajes hacía unas pocas horas. Era sin dudas el as bajo la manga que tenía preparado.
   La moza volvió a aparecer cuando la llamamos para tomarnos el pedido y aproximadamente veinte minutos después, llegó con nuestra comida. Ya eran casi las diez de la noche, lo que indicaba que debía darle a mi novio su siguiente regalo, teniendo en cuenta que le había obsequiado algo cada una hora. Ni bien terminamos de comer me levanté de la mesa y fui hasta el rincón de la habitación en donde había una pequeña bolsa que él no había logrado apreciar. La tomé y se la llevé a mi novio, quien la recibió con mucha emoción sabiendo que se iba a tratar de un muy buen regalo.
   Adentro había un pijama nuevo que le había comprado para reemplazar el que ya tenía y una carta que contenía una llave magnética. “Es la llave de un hotel que reservé para esta noche” le expliqué y después le aclaré que seguramente el pijama no iba a usarlo en esa oportunidad. Él me dio un beso en señal de agradecimiento y me regaló una sonrisa de felicidad que hizo que yo me muriera de amor. Me senté en frente suyo y él apoyó la llave magnética sobre la mesa para preguntarme en que momento podíamos usarla. “Todavía falta” le dije yo devolviéndole una sonrisa morbosa y cruzando los dedos de mis manos.
   Luego de eso pedimos le postre y unas copas de champagne para brindar por el aniversario de mi novio. Ya eran casi las once de la noche cuando llamé nuevamente a la moza y le dije al oído que íbamos a necesitar que nadie nos molestara por un rato. Me importaba muy poco lo que ella pudiera llegar a pensar, yo tenía preparada una sorpresa para mi novio y quería dársela en ese mismo lugar, pues sabía que a él le iba a encantar. La chica se fue lanzando una risita por lo bajo y se aseguró de cerrar las cortinas y de acomodar el biombo para que no pudiera verse nada.
   Entonces yo me levanté y me fui hasta atrás del biombo diciéndole a mi novio que se venía el último gran regalito de la noche. Aproveché la intimidad para sacarme el vestido y se lo arrojé por encima del biombo para darle a entender que estaba en ropa interior. Pero lo que él no se esperaba era que yo saliera de allí usando el mismo body blanco que él me había visto usar hacía unas pocas horas. “¡Feliz cumpleaños, mi amor!” le dije sonriendo y acercándome a él que se corrió hacia atrás para darme lugar a que me parara en frente suyo.
   El lugar era muy romántico y la música sensual de fondo iba completamente acorde a la situación en la que nos encontrábamos. Yo caminé lenta y sensualmente hasta pararme frente a mi novio y me abrí de piernas para acomodarme encima suyo. “¿Te gusta cómo me queda la ropita?” le pregunté y él enseguida me dijo que sí. Muy despacio me fui sentando sobre sus piernas y apoyando mi cuerpo encima del suyo. Javier enseguida levó sus manos a mi cintura y me sujetó con firmeza pero dejando que fuera yo la que guiaba la situación. Me incliné hacia adelante y apoyé mis labios con delicadeza sobre los suyos para besarlo de una forma bien caliente.
   Enseguida comenzamos a calentarnos con ganas, mientras nos besábamos apasionadamente y sus manos recorrían mi espalda por encima del body que tenía puesto. Yo lo envolví con mis brazos por encima de los hombros y le seguí comiendo la boca de manera cada vez más fogosa. No tardé en notar que debajo de su pantalón su verga se estaba poniendo cada vez más dura a pesar de que hacía unas pocas horas lo había hecho acabar en la ducha. Sin lugar a dudas el body estaba haciendo su efecto y era muy positivo.
   De golpe me paré nuevamente delante de él, pero enseguida me arrodillé entre sus piernas. Era obvio lo que se venía y Javier al instante se acomodó sobre el borde de la silla para que yo pudiera hacer lo que estaba a punto de hacer. Le bajé el cierre del pantalón y metí mi mano adentro de su bóxer para empezar a tocarlo a flor de piel. Me fascinaba tener su pija bien dura en mi mano y poder mirarlo a los ojos para ver una sonrisa de felicidad pura en su rostro. Saqué su verga lentamente y comencé a pajearlo para terminar de ponerla bien erecta y así poder disfrutarla en mi boca sin problemas.
   La pasé la lengua desde la base hasta la punta por la parte de abajo para dejársela bien mojadita. Él enseguida emitió un suspiro que indicaba placer y se recostó aún más en la silla, casi quedando en el aire. Yo volví a repetir el movimiento pero en esa oportunidad me quedé jugando con mi lengua sobre la punta de su pija, la cual ya estaba totalmente dura. Nuevamente bajé con mi lengua cubriendo toda su verga y cuando llegué a la base levanté la vista para observar la cara de felicidad de mi novio. Sabía que le encantaba el morbo de estar escondidos atrás de una cortina en medio de un restaurante al que cualquiera podía ir.
   Me metí su pija en la boca y comencé a chupársela de manera bien sensual, lento, pero con muchas ganas. Disfrutaba de cada segundo que pasaba con ella adentro de mi boca y la recorría por completo. A diferencia de la situación que habíamos vivido hacía unas horas en el ascensor, en esa oportunidad no había nada ni nadie que nos apurara. Era por eso que yo se la lamía con todas mis ganas, disfrutando de su cabecita con mi lengua y pasándole los labios por todos lados. La expresión de placer del agasajado lo decía todo, era sin lugar a dudas un regalo excelente.
   Dejé caer un hilito de saliva de mi boca el cual fue cayendo lentamente sobre su verga y mi mano que la sujetaba firmemente. Entonces comencé a pajearlo despacio al mismo tiempo que mi boca bajó hasta sus huevos para chuparlos un rato. A Javier le encantaba que jueguen con sus bolas y que se las chupen con ganas por lo que eso hice. Aprovechando la intimidad y que podíamos hacer lo que queríamos, me dediqué a lamerle los huevos, primero uno y después el otro, para acto seguido comérmelas a las dos con la boca. A pesar de que la música no me permitía oírlo, era evidente que en ese momento estaba gimiendo de placer, algo que me motivaba a seguir haciéndolo. Podía sentir la verga de mi novio a punto de explotar.
   - ¿Te parece que nos vayamos al hotel?- Le dije levantándome de golpe y hablándole al oído.
   Eran casi las doce de la noche y su cumpleaños estaba a punto de terminar, sin embargo aún quedaba una última sorpresa y él sabía lo que era. Me puse el vestido a las apuradas, le pagué a la moza ni bien vino y nos marchamos directamente al hotel. En el viaje en auto no dejé de tocarlo y de acariciarlo todo el tiempo, manteniendo vivo el fuego que había encendido con el body y el pete en el restaurante. Llegamos y subimos directo a la habitación que me habían preparado con pétalos de rosa en el suelo y una botella de champagne en el borde de la cama.
   Sin embargo la calentura que manejábamos era tal, que Javier corrió la botella y me tiró a la cama para comerme la boca de un beso muy húmedo. Sin darme tiempo a reaccionar, me sacó el vestido y comenzó a bajar por mi cuerpo, besándome en los lugares que el body dejaba espacio. “¡Como me calentó que hayas aparecido así en el restaurante!” me dijo haciendo alusión a la sorpresa que le había dado hacía una hora. Su boca llegó hasta mi cintura y se abrió lugar entre mis piernas para besarme los muslos y pasarme la lengua. El body, por más que había sido un gran protagonista de la noche, comenzaba a molestarme.
   Javier lo corrió hacia un costadito y pasó su lengua por mi conchita de la misma forma que yo había pasado la mía por su verga en el restaurante. Volvió a utilizar su lengua pero en esa oportunidad sobre mi clítoris y eso me hizo temblar de placer. Poco a poco esta fue haciendo presión sobre mi cuerpo y moviéndose cada vez más rápido, poniéndome a gemir en cuestión de segundos. Me encantaba como me la chupaba. Yo cerré los ojos y me dediqué a disfrutar de su boquita que me hacía ver las estrellas. De golpe…
   Una campana de una iglesia sonó a lo lejos indicando que eran las 00 y que el cumpleaños de mi novio estaba terminando. Rápidamente me senté y lo tomé por la cara para traerlo frente a mí y hacerle saber que aún había una sorpresa más la cual no le había dicho. Él me besó de manera bien apasionada y lo corrí de golpe para aclararle que en realidad había un último obsequio que iba a darle en ese momento. “¿Cuál?” me preguntó él, acelerado por seguir jugando. Yo me saqué algo apurada el body y una vez que estuve desnuda me acomodé en cuatro dejando mu culo frente a sus ojos.
   - Mi colita.- Le dije girando la cabeza y sonriendo.
   Él no se pudo aguantar las ganas y automáticamente sumergió su cabeza entre mis cachetes y comenzó a lamerme la concha y el culito a la vez. Estaba tan excitado que lo hacía de manera acelerada, pasando su lengua como loco por mi cuerpo y dejando caer su saliva que me mojaba toda. Me encanta, me fascinaba. Disfrutaba cada segundo de eso y lo hacía emitiendo fuertes gemidos de placer que se podían oír por toda la habitación. Estos motivaban a que Javier me siguiera lamiendo con más y más ganas. Sin lugar a dudas le encantaba su último regalo y no veía la hora de poder probarlo.
   Se arrodilló detrás de mí y me metió su verga bien a fondo de mi conchita, haciéndome gritar como loca. Me sujetó con firmeza de la cintura y empezó a moverse a toda velocidad, provocando que mi cuerpo se encendiera por completo. Sentía su pija entrando y saliendo de mi cuerpo casi por completo, abriéndome con cada penetración y dándome muchísimo placer. No podía parar de gemir. Gritaba como loca mientras mis manos se aferraban con fuerza a la sábana. Me encantaba, me fascina. Javier me cogía como loco, descargando toda la calentura acumulada del día.
   De golpe aminoró la marcha pero siguió moviéndose hacia atrás y hacia adelante haciendo que su pija entrara y saliera de mi cuerpo. Entonces un dedito apareció por mi espalda y fue bajando lentamente hasta que se metió entre los cachetes de mi cola y se apoyó en mi culito. Javier dejó caer un hilito de baba con el que humedeció su dedo y este comenzó a hacer presión sobre mi cuerpo. Era como si el placer se duplicara y de golpe me sintiera mucho más caliente que antes. Me encantaba como este iba entrando en mi cuerpo y me iba abriendo lentamente para sacarme gemidos de placer al mismo tiempo que su pija entraba en mi conchita. Estaba rendida a sus pies y sabía que eso le encantaba.
   Poco a poco empezó a cogerme el culito con su dedo y yo no me aguanté las ganas de gemir. “¡Ay sí! ¡Me encanta!” le decía poniéndome más y más loca y empezando a dar pequeños saltitos sobre la cama. Esto motivó muchísimo a Javier que con la mano que tenía libre me agarró del pelo y me volvió a coger a toda velocidad. Pero en esa oportunidad yo tenía su pija adentro de mi conchita empapada y su dedo en mi culito. Era doble el placer y era tan grande que no me pude aguantar. Mi cabeza se elevaba a medida que él la tiraba hacia atrás. No paraba de gemir. No paraba de gozar.
   - ¡¡Síii, mi amooor!!- Grité como loca cuando sentí que el orgasmo invadía mi cuerpo.
   Me había calentado tanto sentir su mano en el bar y sentir su boca en mi cuerpo, que cuando me penetró supe que esa noche iba a acabar enseguida. Largué todo el flujo de mi cuerpo sobre mi novio, quien poco a poco fue aminorando la marcha para quedarse quieto aún con su dedo adentro de mi colita. Lentamente lo empezó a mover y sentí como este me daba pequeños golpes de placer que me ponían aún más loca y me hacían disfrutar mucho más del orgasmo que me acababa de regalar.
   Luego de eso me pidió que lo montara un ratito y obviamente yo obedecí. Él se acostó en la cama y yo me senté encima suyo, dándole la espalda para que pudiera seguir jugando con mi culito. Comencé a moverme lentamente mientras que él me pegaba unos cuantos chirlos y luego se humedecía el dedo con saliva para poder meterlo en mi cuerpo. Me excitó tanto sentirlo entrar en mi culo de nuevo que no pude evitar comenzar a saltar como loca, clavándome su verga y gimiendo muchísimo. Era como si toda la calentura que había ido acumulando desde que me había despertado, estaba siendo liberada en ese momento.
   Pero Javier quería probar su regalo y yo quería dejarlo. Volví a ponerme en cuatro y él se colocó nuevamente detrás de mí. Apoyó su pija en la punta de mi colita y poco a poco fue haciendo presión. Está comenzó a entrar en mi cuerpo y me fue abriendo despacito, entrando lentamente. Abrí bien grande la boca y dejé escapar un gemido ahogado que apenas se sintió pero que me sirvió para relajarme y descontracturarme mientras mi novio me penetraba. Una vez la tuve toda adentro, comenzó a moverse.
   Al principio lo hizo lento, despacio, suave. Eran movimientos tranquilos que servían para que nos adaptemos a la situación. Con una de sus manos me sujetaba firme de la cintura y con la otra me acariciaba la espalda para que yo me relajara y disfrutara del momento. Poco a poco los gemidos fueron apareciendo a medida que él fue acrecentando la velocidad. Me encantaba como se movía, ya que no solo lo hacía hacia adelante y hacia atrás, sino que también giraba en todas direcciones. Era muy placentero sentir su verga abriéndome poco a poco el culito y dándome muchísimo placer.
   - ¡Sí, mi amor! ¡Cogeme la colita! ¡Dale!- Le dije entre gemidos.
   Mis palabras volvieron loco a Javier que fue acelerando la velocidad cada vez más y más hasta que me empezó a dar bien duro. Se puso como loco y fue moviendo su cuerpo con violencia, penetrándome bien a fondo y haciéndome sentir como su pija entraba toda en mi culito. Yo volví a agarrarme con fuerza de las sábanas a medida que gritaba y gemía cada vez más fuerte. De golpe todo era excitación y lujuria en medio de una noche sumamente placentera que no podíamos dejar de disfrutar.
   Javier estiró una de sus manos pasándola por mi espalda y esta llegó a mi pelo. Nuevamente lo sujetó con fuerza y me empezó a tirar de él con ganas, provocando que mi cabeza se levantara y mi mirada se clavara en la pared que había en frente. “¡Ay sí! ¡Cogeme, mi amor! ¡Cogeme bien duro!” le seguía gritando yo que no podía parar de gozar con cada golpe de su cuerpo sobre el mío. Su pija abría mi colita cada vez más fuerte y eso me volvía loca, me calentaba muchísimo, me excitaba como nunca. Su cintura chocaba contra mi cuerpo y a cada golpe un grito salía de mi boca.
   Entonces sus manos volvieron a posarse en mi cintura agarrándome con firmeza. Mi novio aceleró sus movimientos y me empezó a coger tan fuerte que me puso a gritar en medio de la habitación como una trolita. Volví a sentir como mi cuerpo ardía de calor, como mis manos se clavaban en el colchón y como todo mi cuerpo temblaba de golpe. Un nuevo orgasmo llegó a mí y se manifestó con una acabada impresionante que salió de mi cuerpo y que terminó en las piernas de Javier, quien no paraba de moverse a toda velocidad. “¡Sí, mi amor! ¡Cogeme! ¡Cogeme!” le gritaba yo como loca mientras que él seguía y seguía clavando su pija en mi culito y dándome placer.
   De golpe la sacó y empecé a sentir como el semen caía por todo mi cuerpo. Un primer chorro salió disparado de su pija y terminó yendo a mi espalda, para después ir acompañado de un segundo que se estrelló contra mi cintura. Poco a poco su pija fue dejando salir toda la lechita acumulada durante las últimas horas y fue cayendo sobre mi cuerpo y mi cola, pintándome la piel de blanco. Yo me caí rendida sobre la cama mientras respiraba súper agitada y disfrutaba de como mi novio me había hecho acabar de una manera deliciosa. Sentía el calor de su cuerpo a centímetros del mío y la calidez de su semen que seguía cayendo por mi cuerpo hasta llegar a tocar las sábanas.
   Después de eso nos fuimos a dar una duchita para refrescarnos y en medio del agua intercambiamos unos besos y unas caricias muy románticas. Volvimos a la cama y nos acostamos desnudos, nos abrazamos y nos seguimos besando, sintiendo el latir del corazón del otro. Veía la sonrisa en el rostro de mi novio y eso me indicó que era muy feliz al lado mío, y yo lo era al lado suyo. Poco a poco nos fuimos quedando dormidos y cayendo en un sueño profundo sin saber que en unas horas nos íbamos a levantar e íbamos a seguir con los festejos de cumpleaños como si nada hubiese sucedido hasta ese entonces.



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4 comentarios - Regalos de cumpleaños – Parte 2 (Historia corta)

juuli88 +1
esa adrenalina de portarse mal en publico 💯
HistoriasDe +1
Le mejor de todas!
Tartanico +1
Uff me quedo con la sensacion de como habras quedado despues..ese seria mi postre chuparte toda dilatada y amada
HistoriasDe +1
Gracias por pasar!