Tenías tantas ganas de hacerlo, que no tuve más que darte el gusto.
Son muchos años juntos ¿cómo no iba a cumplir tu fantasía?
Solo necesité usar tres fotos sexys tuyas, y seleccionar a tres jóvenes que se prestaran al juego.
Ambienté todo para que nada estuviera librado al azar.
En el living grande del departamento viejo y señorial, una cama king size, la luz tenue, la música suave, y tres hombres esperándote, que se abalanzaron contra tu cuerpo sacándote la ropa.
Seis manos recorriendote toda. Sin respeto. Sin miramientos. Dedos que te perforan, te exploran. En el culo, en la boca, en la concha. Temblás de placer y de ganas, y de miedo. Pero yo estoy ahí, dirigiendo el juego.
Y jugando a la vez, mi propio juego, con mi celular. Estoy charlando con mi amiga. Contándole paso a paso lo que está ocurriendo. Mostrándole, a través de una video-llamada, lo puta que podes ponerte cuando tres tipos están manoseando tu cuerpo.
Ella, mi amiga, está mirando la escena con los dos pies al borde de la mesa, con las piernas muy abierta, pajeándose sin disimulos.
Pajéandose pensando en los tres hombres que te están manoseando a vos. Pero también pajeándose pensando en vos. Ella quiere en este momento, ser vos, pero también quiere tenerte.
Acerco el teléfono para que se miren a los ojos. Escucha tus gemidos. Estás con tres pijas a tu disposición, montada sobre una, y pajeando a otras dos. Pero tus ojos están fijos sobre ella, y gemís. Le dedicas tu orgasmo, y ella te dedica el suyo.
-Decile a tu amiga que quiero conocerla- decís con voz entrecortada, una voz cargada de lujuria, mientras, por una señal mía, uno de los chicos trata de ensartarte el orto.
Te entregas como nunca al placer. Estas doblemente penetrada. Y abrís la boca para que te pongan la pija que falta en la boca.
Convulsionás. Todo tu cuerpo se estremece. En mi teléfono, mi amiga también acaba. Suma sus gemidos a los tuyos.
Los jóvenes no pueden más y vuelcan su leche sobre tu cuerpo. En tus nalgas, en tu espalda, en tus tetas.
Y yo estoy ahi, en mi paraíso. Mirándolo todo. Absorbiendo cada imagen, cada sonido, cada aroma.
Y tu cara satisfecha que me dice
-Deciles que se vayan, que quiero comerte la pija despacito. Toda esa leche tuya la quiero en mi boca.
Son muchos años juntos ¿cómo no iba a cumplir tu fantasía?
Solo necesité usar tres fotos sexys tuyas, y seleccionar a tres jóvenes que se prestaran al juego.
Ambienté todo para que nada estuviera librado al azar.
En el living grande del departamento viejo y señorial, una cama king size, la luz tenue, la música suave, y tres hombres esperándote, que se abalanzaron contra tu cuerpo sacándote la ropa.
Seis manos recorriendote toda. Sin respeto. Sin miramientos. Dedos que te perforan, te exploran. En el culo, en la boca, en la concha. Temblás de placer y de ganas, y de miedo. Pero yo estoy ahí, dirigiendo el juego.
Y jugando a la vez, mi propio juego, con mi celular. Estoy charlando con mi amiga. Contándole paso a paso lo que está ocurriendo. Mostrándole, a través de una video-llamada, lo puta que podes ponerte cuando tres tipos están manoseando tu cuerpo.
Ella, mi amiga, está mirando la escena con los dos pies al borde de la mesa, con las piernas muy abierta, pajeándose sin disimulos.
Pajéandose pensando en los tres hombres que te están manoseando a vos. Pero también pajeándose pensando en vos. Ella quiere en este momento, ser vos, pero también quiere tenerte.
Acerco el teléfono para que se miren a los ojos. Escucha tus gemidos. Estás con tres pijas a tu disposición, montada sobre una, y pajeando a otras dos. Pero tus ojos están fijos sobre ella, y gemís. Le dedicas tu orgasmo, y ella te dedica el suyo.
-Decile a tu amiga que quiero conocerla- decís con voz entrecortada, una voz cargada de lujuria, mientras, por una señal mía, uno de los chicos trata de ensartarte el orto.
Te entregas como nunca al placer. Estas doblemente penetrada. Y abrís la boca para que te pongan la pija que falta en la boca.
Convulsionás. Todo tu cuerpo se estremece. En mi teléfono, mi amiga también acaba. Suma sus gemidos a los tuyos.
Los jóvenes no pueden más y vuelcan su leche sobre tu cuerpo. En tus nalgas, en tu espalda, en tus tetas.
Y yo estoy ahi, en mi paraíso. Mirándolo todo. Absorbiendo cada imagen, cada sonido, cada aroma.
Y tu cara satisfecha que me dice
-Deciles que se vayan, que quiero comerte la pija despacito. Toda esa leche tuya la quiero en mi boca.
4 comentarios - Historias mínimas - Regalo orgiástico para ella - Gang Ban
a que puedo imaginarme en que rol se imaginó?