Mi sueño de pequeña era viajar a un país lejano, tal vez ir a Disneyland o a algún lugar de locos como le decía mi difunta abuela Carmela a los lugares turísticos opulentos.
Con los años crecí y comencé a mirar a los hombres más grandes que yo con mucho deseo. A los 19 años ya debuté sexualmente con un hombre casado que prácticamente me obligó a hacerlo. Violando mi inocencia que se vio interrumpida por mí curiosidad de adolescente sexualmente reprimida por unos padres muy conservadores. La historia empieza con aquél hombre "bueno", que me citó en un bar, un frío día de Julio. Ambos nos habíamos conocido por chat y con el tiempo nos fuimos prometiendo amor eterno y también mucho sexo, lo primero nunca sucedería.
Cuando llegamos al lugar, este me empujó a la cama de una sucia habitación de hotel, donde para mi sorpresa, otro hombre también me esperaba desnudo en el baño. Eran dos grandes hombres, dos grandes desconocidos, con dos pijas. Los degenerados estaban con la mirada perdida en mi blanco cuerpecito.
El segundo hombre era un moreno bien dotado que no dejaba de tocarse y masturbarse mientras yo estaba paralizada por el miedo. El hombre que me hizo entrar al Telo con él, era de gran contextura física, del tipo italiano y fachero, (muy parecido al actor porno Rocco Sinfredi). Debo confesarles que moría por ese tipo y se me aflojaban las piernas y también la bombacha cada vez que lo veía, es por ello que me convenció para entrar al hotel en el cual debuté sexualmente.
Lo que no me esperaba era el otro flaco (el negro), que me tomó brutalmente con sus grandes brazos y comenzó a besarme con su traviesa lengua. Al principio tuve miedo pero luego me deje llevar por sus lascivas intenciones que parecían también saciar mi apetito sexual reprimido desde los 14 años, cuando me toqué por primera vez con mi noviecito de la escuela. Sin irme del tema, ambos me tomaron, sin ser delicados, todo lo contrario me metieron sus sucias vergas en mi pequeña boca hasta el fondo de mi garganta, hasta tal punto de ahogarme con la misma. Me llevé la peor parte (o debo decir la mejor) cuando el negro metió su pija y dándole yo una buena mamada y obligada en tales circunstancias, metió mucho semen dentro de mi garganta, haciéndome escupir parte de su liquido seminal. Al principio me dio mucho asco, pero luego lo disfruté hasta tal punto que ellos me quitaban sus vergas para que yo descansará pero yo insistía como si chuparles la pija fuera un vicio, cosa que si lo era.
Y eso no terminó allí, el flaco italiano (el cual no recuerdo su nombre), me agarró por detrás y primero me chupó todo el culo, mientras su amigo, que se situaba abajo mío, me comía la concha. No tardaron en ponerse uno adelante y otro atrás para penetrarme una y otra vez.
Yo me deje llevar porque al principio me sentí violada y traicionada por este hombre casado de unos 50 años, pero sentí que necesitaba descargar esa tensión sexual que reprimía y nada mejor que dos pijas bien duras en vez de una. La cuestión es que los dos me penetraban con tanta sincronización, que llegué a pensar que eran dos tremendos actores porno. Eso fue algo que no estuvo tan desatinado.
Siguieron cogiéndome un buen rato, haciendo conmigo lo que ellos querían , diciéndome tremendad obsenidades, saboreando mi clítoris, todas mis partes íntimas una y otra vez.
Finalmente me pusieron de rodillas para que yo pudiera saborear por ultimas vez esas dos grandes pijas que echaron sobre mi todo su semen, que se corrió por mi carita y mis anteojos. Dijeron que me limpie y que me vaya, que lo había hecho con dos expertos en la materia. En ese entonces no entendía nada, tenía miedo de que me hicieran algo peor, pero está experiencia me resultó una gran necesidad para satisfacerme sola cuando decidía masturbarme o cuando lo hacía con mi novio en su casa. A mis 19 años quería ser una puta muy sexy, deseada por todos. Un camino de sexo desenfrenado y mucho dinero se vislumbraba para mi.
Con los años crecí y comencé a mirar a los hombres más grandes que yo con mucho deseo. A los 19 años ya debuté sexualmente con un hombre casado que prácticamente me obligó a hacerlo. Violando mi inocencia que se vio interrumpida por mí curiosidad de adolescente sexualmente reprimida por unos padres muy conservadores. La historia empieza con aquél hombre "bueno", que me citó en un bar, un frío día de Julio. Ambos nos habíamos conocido por chat y con el tiempo nos fuimos prometiendo amor eterno y también mucho sexo, lo primero nunca sucedería.
Cuando llegamos al lugar, este me empujó a la cama de una sucia habitación de hotel, donde para mi sorpresa, otro hombre también me esperaba desnudo en el baño. Eran dos grandes hombres, dos grandes desconocidos, con dos pijas. Los degenerados estaban con la mirada perdida en mi blanco cuerpecito.
El segundo hombre era un moreno bien dotado que no dejaba de tocarse y masturbarse mientras yo estaba paralizada por el miedo. El hombre que me hizo entrar al Telo con él, era de gran contextura física, del tipo italiano y fachero, (muy parecido al actor porno Rocco Sinfredi). Debo confesarles que moría por ese tipo y se me aflojaban las piernas y también la bombacha cada vez que lo veía, es por ello que me convenció para entrar al hotel en el cual debuté sexualmente.
Lo que no me esperaba era el otro flaco (el negro), que me tomó brutalmente con sus grandes brazos y comenzó a besarme con su traviesa lengua. Al principio tuve miedo pero luego me deje llevar por sus lascivas intenciones que parecían también saciar mi apetito sexual reprimido desde los 14 años, cuando me toqué por primera vez con mi noviecito de la escuela. Sin irme del tema, ambos me tomaron, sin ser delicados, todo lo contrario me metieron sus sucias vergas en mi pequeña boca hasta el fondo de mi garganta, hasta tal punto de ahogarme con la misma. Me llevé la peor parte (o debo decir la mejor) cuando el negro metió su pija y dándole yo una buena mamada y obligada en tales circunstancias, metió mucho semen dentro de mi garganta, haciéndome escupir parte de su liquido seminal. Al principio me dio mucho asco, pero luego lo disfruté hasta tal punto que ellos me quitaban sus vergas para que yo descansará pero yo insistía como si chuparles la pija fuera un vicio, cosa que si lo era.
Y eso no terminó allí, el flaco italiano (el cual no recuerdo su nombre), me agarró por detrás y primero me chupó todo el culo, mientras su amigo, que se situaba abajo mío, me comía la concha. No tardaron en ponerse uno adelante y otro atrás para penetrarme una y otra vez.
Yo me deje llevar porque al principio me sentí violada y traicionada por este hombre casado de unos 50 años, pero sentí que necesitaba descargar esa tensión sexual que reprimía y nada mejor que dos pijas bien duras en vez de una. La cuestión es que los dos me penetraban con tanta sincronización, que llegué a pensar que eran dos tremendos actores porno. Eso fue algo que no estuvo tan desatinado.
Siguieron cogiéndome un buen rato, haciendo conmigo lo que ellos querían , diciéndome tremendad obsenidades, saboreando mi clítoris, todas mis partes íntimas una y otra vez.
Finalmente me pusieron de rodillas para que yo pudiera saborear por ultimas vez esas dos grandes pijas que echaron sobre mi todo su semen, que se corrió por mi carita y mis anteojos. Dijeron que me limpie y que me vaya, que lo había hecho con dos expertos en la materia. En ese entonces no entendía nada, tenía miedo de que me hicieran algo peor, pero está experiencia me resultó una gran necesidad para satisfacerme sola cuando decidía masturbarme o cuando lo hacía con mi novio en su casa. A mis 19 años quería ser una puta muy sexy, deseada por todos. Un camino de sexo desenfrenado y mucho dinero se vislumbraba para mi.
1 comentarios - Recuerdos sexuales de una nerd, que quería ser puta.
Muy buena historia, algo corta pero nondeja de estar buena
Graxias y saludos