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100 lugares donde tener sexo. Capítulo 7

100 lugares donde tener sexo. Capítulo 7

100 lugares donde tener sexo es una serie de relatos que tiene como fin ampliar las opciones del lector, ayudándolo a encontrar un nuevo universo de oportunidades en donde disfrutar del sexo. Es necesario para ello aclarar que cuando hablamos de sexo no nos referimos solamente a la penetración, sino que también incluimos sexo oral, sexo verbal, toqueteo y todo lo que pueda calentarnos y excitarnos. Espero que lo disfruten y que los ayude a ampliar sus márgenes de placer.

CAPITULO 1

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Capítulo 7:
   Estábamos jugando un juego que cada vez se ponía peor y que parecía que iba a salirse de control dentro de cualquier momento. Era obvio que muchísima gente se había dado cuenta de nuestras idas y vueltas y de cómo nos provocábamos a pesar de que estaba prohibido. Mis amigas me decían constantemente que tuviera cuidado con lo que hacía, pues las cosas podían salirse de control y todo podía echarse a perder. Sin embargo, ninguno de los dos estaba dispuesto a terminar este juego que tanto nos gustaba y que estaba a punto de atravesar cualquier límite posible.
   Mi nombre es Macarena, tengo 18 años y estoy en el último año de secundaria. Matías, quien tiene mi misma edad, fue mi mejor amigo durante varios años y nunca pensé en él de otra manera a pesar de que muchas veces me dijeron que él estaba enganchado conmigo. Sin embargo, a medida que fueron pasando los años y fuimos madurando, Mati pasó de ser un nene chiquito y con cara de bebé a un pibe alto y hermoso con una sonrisa perfecta y un cuerpo espectacular. Fue entonces cuando me di cuenta que era yo la que siempre había estado enganchada con él.
   El problema fue que cuando me di cuenta, era demasiado tarde. Matías se había puesto de novio hacía unos meses con Carolina, otra de las chicas del curso que pertenecía al otro grupo. A pesar de eso, decidí que debía contarle a mi mejor amigo lo que me pasaba por la cabeza y la última noche que estuvimos en Bariloche, me puse muy en pedo y lo terminé alejando del grupo para contarle que me sucedía. Una catarata de verdades salieron de mi boca y le terminé confesando que desde hacía meses que estaba re enganchada con él y que ya no podía verlo solo como mi amigo. Matías escuchó atentamente todas y cada una de mis palabras, como si esperara el momento justo para hablar, momento que yo no le daba pues no podía dejar de decirle cosas.
   Tras varios minutos de confesarle lo que me sucedía, Matías colocó dos de sus dedos encima de mis labios para callarme y me miró fijo a los ojos con esa mirada que me derretía. El silencio reinó entre nosotros por unos segundos y solo se rompía por la música del lugar que sonaba a todo volumen. “Vamos al hotel” me dijo y me tomó de la mano para llevarme a la salida del lugar sin avisarles a nuestros amigos que nos íbamos. Yo no entendía muy bien que pasaba, sin embargo no podía dejar de pensar en que todo iba a salir bien.
   Llegamos a su habitación y nos tiramos en la cama uno al lado del otro y empezamos a reírnos como tontos. Habíamos estado acostados así en una cama en miles de oportunidades, hablando de cosas y charlando de la vida. Pero en esa oportunidad yo sentí un impulso muy grande por besarlo, así que poco a poco fui acercando mis labios a los suyos y cuando estuvieron a punto de tocarse, Matías corrió la cabeza. “No” dijo en un susurro y miró hacia otro lado. Entonces supe que en su cabeza se liberaba una batalla entre serle fiel a Carolina y estar conmigo. Lamentablemente terminé perdiendo esa batalla, pero por alguna razón salí de esa habitación convencida que Matías se arrepentía de no haberme besado.
   Los siguientes meses fueron un delirio total. Estábamos en el último año de secundaria y todo era descontrol, fiestas y salidas a boliches. A Carolina le había llegado el rumor de que esa última noche él y yo nos habíamos ido juntos, pero como no tenía pruebas y Matías se lo negaba, no podía hacer otra cosa que morderse la lengua. En un principio pensé que esa situación iba a ser que mi mejor amigo y yo nos termináramos distanciando. Pero en vez de eso, comenzamos con un juego que al principio parecía inofensivo y que poco a poco se fue volviendo una adicción.
   Solíamos hablar todos los días después del colegio, por lo que intercambiar mensajes era una costumbre entre nosotros. “Estabas re linda hoy. Te queda genial ese corte de pelo” me escribió él un lunes y una sonrisa se dibujó en mi rostro. “Y a vos ese pantalón te hace un culo perfecto” le respondí yo bromeando y así comenzamos un intercambio de mensajes que escondían algo más. Pero con el correr de los días los mensajes se fueron poniendo más calientes y comenzaron a rozar la seducción.
“Los labios así te quedan increíbles. Me daban ganas de besarte” me escribió Matías un domingo después de que el sábado a la noche saliéramos y yo me pintara los labios.

   “Me hubieses besado” le respondí yo jugándomela por completo. Su mensaje tardó en llegar y de hecho pude ver como escribió y borró lo que quería poner en más de una oportunidad. Sin embargo, cuando me respondió, volvió a sacarme una sonrisa: “Ganas no me faltaban”. Fue en ese momento cuando terminé de confirmar mis sospechas, Matías tenía las mismas ganas de estar conmigo que yo tenía de estar con él.   El problema era Carolina. Nunca me había caído bien y de hecho, cuando me enteré que empezó a salir con Matías la odié con toda mi alma. Sin embargo no era una mala chica y no era mi intención que mi mejor amigo la engañara. No me gustan los chicos que están con otras mujeres estando de novios y es por eso que poco a poco fui sacando el tema en una conversación con Matías. Pero cada vez que le preguntaba por su novia, Matías evitaba la conversación y me decía que todo iba bien entre ellos dos.
   Faltando una semana para que terminaran las clases, con todo el cuerso decidimos salir a bailar a un boliche, como para no cortar con los fines de semana de festejos. Carolina estaba allí y durante la previa no le quitó las manos de encima a Matías, quien se notaba que estaba súper incómodo. Cuando llegó el boliche, los grupos se dividieron y yo me terminé separando de ellos dos que se fueron a otro lado. Sin embargo, cuando estaba volviendo del baño, Matías apareció de sorpresa y me agarró de la mano para llevarme contra un rincón oscuro en una punta del lugar. Dejándome llevar por el momento, le permití que me guiara el camino hasta que terminé contra la pared del boliche y encerrada por su musculoso cuerpo.
   Sin dudarlo y sin decirme nada, Matías intentó besarme pero yo llegué a correr la cabeza de lugar al último segundo. “No” le dije al oído haciendo alusión a la noche que él me había corrido la boca de lugar. Matías entendió que se debía al lugar y propuso que nos fuéramos del boliche para poder estar los dos solos y así concretar de una vez lo que queríamos. Pero le expliqué que en realidad no me sentía cómoda estando con él mientras que estuviera de novio. Me dijo que quería dejar a Carolina para estar conmigo, ya que siempre me había visto a mí como el amor de su vida y luego intentó besarme una vez más. Yo volví a correrle la boca de lugar y le dije que tenía que cortar con ella para estar conmigo.
   Seguimos hablando por varios minutos, en los que él me confesó que desde un principio se sentía atraído por mí y que en realidad se puso de novio con Carolina porque creyó que yo nunca le iba a dar bola. Tras nuevos intentos fallidos, logró besarme luego de que yo decidiera no correrle la boca y dejara que nuestros labios se tocaran por primera vez. Sentí el calor de su piel sobre la mía y noté como Matías me abrazaba fuertemente en un abrazo que no quería que se terminara. Cuando se alejó, nos miramos a los ojos y me volvió a preguntar si quería irme de allí para que estuviéramos los dos solos.
   - No.- Le respondí yo agarrándolo del cuello de la camisa y corriéndome un poco más hacia mi izquierda para entrar en una zona completamente oscura a la que no le daba nada de luz.- Pero prométeme que antes de que termine la noche, le decís a Carolina que lo de ustedes ya no va más.
   - Te lo prometo.- Me dijo él acomodándose de nuevo en frente de mi cuerpo.
   Entonces coloqué mi mano en su nuca y traje sus labios hacia los míos, dándole un beso bien apasionado. Metí mi lengua adentro de su boca y empecé a jugar con ella mientras nos besábamos con ganas. Matías pegó su cuerpo contra el mío y sentí como sus musculosos brazos me envolvían y sus manos bajaban hasta mi cola para sujetarla firmemente. Yo le devolví el abrazo y recorrí toda su espalda con mis dedos mientras que nuestras bocas seguían pegadas en un beso que se hacía cada vez más caliente.
   Las canciones iban pasando y la gente deambulaba alrededor nuestro, sin embargo yo sentía que éramos los únicos ahí adentro y por ende me animé a levantarle un poco la remera. Él se dejó llevar y permitió que una de mis manos pasara de su espalda hasta su panza y recorriera sus abdominales con la yema de los dedos. No sé por qué lo hice, pero me sentí tentada por su hermoso cuerpo y no pude controlar mis impulsos. Matías se alejó un poco de mí para permitirme disfrutar de su cuerpo, mientras me miraba con una sonrisa de oreja a oreja. Yo llevé mi otra mano hasta la parte de delante de su cuerpo y la apoyé al lado de la otra para después subirla por debajo de su remera hasta su pecho.
   - Si vos lo hacés, yo también quiero.- Me dijo al oído en el momento en que llegaba con mis dedos a uno de sus pezones.
   Entonces le lancé una mirada desafiante que seguramente no notó por la oscuridad que nos envolvía y le dije que podía hacerlo. Automáticamente Matías llevó una de sus manos hacia mi pecho y la apoyó sobre el top que tenía puesto, encima de una de mis tetas. Comenzó a masajearle lentamente mientras volvíamos a besarnos y luego pasó a la otra teta para tocarla por encima de mi ropa. Yo miré alrededor rápidamente, pero nadie parecía notar que cerca de ellos había dos chicos que se calentaban cada vez más y más.
   Fue en ese momento, cuando de golpe tuve otro impulso que me llevó a meter mis dedos adentro de su pantalón. Matías no dejó de besarme y de tocarme el cuerpo mientras que yo seguía hurgando entre su ropa y eso me calentaba muchísimo. Entonces llegué a su bóxer y noté que algo iba creciendo adentro de este. “Tocame” me pidió él llevando su boca a mi oído y mordisqueándome el lóbulo de la oreja después. Sin dudarlo, comencé a acariciarlo por encima del bóxer y me di cuenta que su pija iba endureciéndose más y más. Sus labios bajaron hasta mi cuello y su lengua mojada comenzó a rozar mi piel, haciendo que mi entrepierna se humedeciera con cada beso que me daba.
   - Me la ponés durísima, Maca.- Me dijo Matías al oído y yo metí más mi mano adentro de su pantalón para poder tocarlo con mayor comodidad.
   Una de sus manos bajó por mi espalda hasta llegar a mi cintura y la metió adentro de mi pantalón, tocando mi cola con su piel. Mientras yo seguía acariciándole la pija por encima del bóxer, Matías me apretaba la cola con fuerza con una de sus manos y se hacía lugar para meter la otra. Poco a poco fue abriendo mis cachetes y corriendo la tanguita hacia un costado, me empezó a meter un dedito entre estos que por más que no llegaba a ningún lado, hizo que me mojara toda. Todo se estaba poniendo cada vez más caliente. Me moría de ganas de sentir esa pija enorme y bien dura adentro de mi cuerpo.
   Entonces metí mi mano adentro de su bóxer y se la empecé a tocar con mis dedos. Me costaba mucho a raíz la ropa, pero lo pajeaba con ganas y se notaba que a él le encantaba. Matías seguía lamiéndome el cuello y tocándome la cola con ganas, intentando llegar a mi culito con sus dedos. “¡Ufff sí, Maca! ¡Me encanta!” me decía al oído mientras que yo seguía pajeándolo a mayor velocidad. Estaba súper caliente y no podía controlar mi cuerpo y mis ganas de estar con él. Sentía que en cualquier momento podía llegar a desnudarlo para cogerlo ahí mismo, sin importar que el lugar estuviera lleno de gente.
   - Vámonos. Quiero cogerte toda la noche.- Me dijo y yo accedí.
   Sin embargo aún quedaba algo pendiente y tenía pensado hacérselo cumplir. Mientras nos acomodábamos la ropa, le dije que fuera a cortar con Carolina mientras que yo lo esperaba en la puerta. Nos separamos y fui caminando hacia la salida pensando en todas las cosas sucias que le iba a hacer cuando estuviéramos solos. No me importaba que una chica estuviera sufriendo porque la estaban dejando en ese momento, pues yo solo pensaba en los besos calientes y en las manos curiosas de Matías. Miré hacia la pared en la que habíamos estado hacía un momento y un cosquilleo me recorrió al ver que mi mejor amigo, aparecía en el mismo lugar que habíamos estado hacía un momento.


Lugar n° 7: Boliche

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