Este es un relato de Ximena, una amiga con la que tenemos varios años de amistad. Es de escribir en papel pero me confió este relato en particular para pasarlo a digital y postearlo en mi perfil ya que es uno de mis preferidos. Se los dejo y cualquier comentario que sea dedicado a ella que se los haré llegar.
Dormir de día, a contrarreloj de todo el mundo es agotador. Lo es mas trabajar de noche. Lo es mas trabajar de pie. voy a la cama nada mas llegar a casa. Sin preámbulos. Suelo llegar y dar vueltas, picotear algo de la heladera, ver el Instagram o el Facebook. Me gustaría tener la opción de llamar a una amiga y salir al parque, caminar, tomar mate. Luego recuerdo que todos duermen cuando yo no. Eso me entristece un poco. Pero en ésta madrugada me veo en la obligación de ir a la cama temprano; aún antes de la salida del sol. Como si algo externo me avisara que voy a necesitar estar fuerte para lo que viene. Hay nubes oscuras que amenazan una tormenta. Pero no llega. Por lo menos no antes de que caiga en un sueño profundo. No me gusta perderme las tormentas; pero tampoco me gusta perder el sueño.
Me levanto con buen humor y descansada. Hace mucho no duermo tan bien, tantas horas. Me desperezo. Siento todos los huesos tronar aliviados. Los músculos de mi espalda se marcan bajo mi piel sin provocarme dolor. Algo inusual en mi que me reconforta descubrir. Usualmente me levanto pesada y tosca. Mareada, sin deseo. Hoy me siento que puedo hacer todo. Estoy en tregua conmigo. No siempre soy consciente de todas las partes de mi cuerpo. Es como hacer las pases con alguien muy querido luego de estar peleados un tiempo.
Una chica mira del otro lado del espejo. Me gusta su pelo, sus ojos y su sonrisa. Me gusta su cuerpo, sus senos y su ombligo. La prejuzgo y la declaro simpática. Todavía no sé por que no somos amigas.
En la ducha dejo el agua un poco menos caliente de lo normal. Hoy no necesito castigarme con fuego. Cual flagelo auto impugnado dejo sobre mi cuerpo el agua casi hervir hasta que la piel se vuelve roja y mis pechos arden. Hoy no. Me premio con agua tibia y sana. Aún en el mediodía de un día hábil yo me siento a medianoche lejos; volando en algún paraíso personal de lluvia tibia.
"T jode si paso por t casa a drme una ducha rpida? Tengo que vr un clinte y stoy hecho n asco." Tu mensaje llega seis minutos antes de que yo salga de mi nirvana. Con un lazo simple atas mis pies y llevas tu mundo retorcido a mi. "Si, venite" escribo abajo de dos "Stas en tu ksa?" un "hola?" y una llamada perdida.
Apenas abro mi casa él se precipita hacia adentro con cara de galán. Bastante creído. Se abalanza y me regala un salivoso beso. Rodea sus brazos sobre mi cintura y me oprime. Me envuelve en su corpulencia toda.
- Te pusiste justo el perfume que me gusta a mi, gauchita golosa. - Dice eso de todos mis perfumes.
- Lo uso porque también me gusta a mi.
- ¡Jajaja! Si, dale. Che, me re salvaste, gracias. Voy al baño. - No espera una invitación formal. Se apodera de todo a su paso.
- Ponete cómodo. - Hablo al aire.
Deja ropa tirada por toda la habitación. Un par de calzados deportivos quedan revoleados por el suelo.
- ¿Estás muy apurado?
- No mucho, la reunión con el cliente es a las 15hs y es en la oficina de mi viejo acá nomas ¿Tenés pensado algo para matar el rato, gauchita? - Un problema que tienen los hombres con los que compartís un vínculo sexual es que piensan que siempre le estás tirando onda para coger.
- Preguntaba. Es que me parece raro que no te hayas podido duchar en el club.
- De poder, podía. Pero ninguno de los dos queríamos éso, ¿no? - Dice abriendo la cortina del baño y mostrándose desnudo y mojado. Con el miembro colgándole pesado y flácido.
- Terminá de bañarte, metele. - Quiero que se vaya.
- ¡Epa que estamos con ganas, eh! - Vuelve a cerrar la cortina mientras se ríe.
Sale del baño desnudo, con la toalla colgando del hombro. Es una masa alta, grande de músculos y fibra voluminosa ocupando lugar en el espacio. Me molesta que salga así pero él me conoce. Sabe lo que me excita. Sabe lo que me puede. Él me puede. Además no tengo ganas de confrontar.
Se arrodilla delante de mi y su cara queda delante de mis senos. Los besa primero. Luego abre grande la boca y succiona fuerte. Me hace doler pero el dolor me hace vivir. Todo lo espiritual que sentí momentos atrás, la conexión conmigo misma, todo lo etéreo se esfuma. Ahora estoy avasallada por un torrente de carne febril que me conquista; domina. Doblega todo mi sentido común.
Mi peso en toda su amalgama muscular es lo mismo que el viento, Hace de mí lo que le place. Hoy parece antojado de sexo oral. Contra la pared y sentada sobre sus hombros me lame los labios.
- ¡Abrite, dale! - Ordena. Yo obedezco y le ofrezco el interior de mí. - Te voy a coger como te mereces, gauchita.
Continúa su labor oral en mi cama pero no por mucho tiempo mas. Su propia excitación lo domina. Claro, él no puede ser menos. Tiene que recibir lo mismo. Se pone cerca de mi cara con el miembro meneándolo hacia los costados y con la otra mano me sujeta fuerte el pelo.
- Mira lo que tengo para vos, gauchita putona ¿Te gusta? - No espera respuesta. Lo enfunda en mi garganta mientras unas lágrimas se me escapan. Todo un infierno de castigos lujuriosos que él impone son los que me corrompen. Devoro con avidez su carne. Mi paladar electrocuta mis sentidos enviando sabores a piel sudada y jabón.
- ¡Ay si! Así, putita ¡Así, así! Que bien que la chupas, seguro chupas pijas todos los días. - Me llena la boca con su pene y los oídos con su palabrería. La saca solo para que pueda absorber bocanadas de aire previo a una segunda estocada.
- Vení acá, ponete en cuatro que te voy a romper toda. - Apenas me termino de acomodar siento que escupe sonoramente y se embadurna a sí mismo. Puertea. Puertea. Y la clava fuerte sacándome un involuntario grito de placer. Dejo caer mi torso sobre el colchón. Estoy a su merced. Él me agarra del pelo y hunde mi cara en las sábanas. Grita fuerte. Tal vez mas que yo. Es mas como un bramido de animal, un sonido gutural digno de una formación de batalla. Es un toro salvaje. Un tiburón cebado con sangre. Jamás hizo el amor, no sabe lo que es. No entiende que es mirar a la pareja en una penetración. Él solo entiende de coger, garchar, machucar, bombear, reventar, partir, empomar.... y acá me detengo con los sinónimos, por las dudas.
Se sale de mí y busca tomarme por detrás. Apunta su fierro en mi orificio. Una vez se lo dí y ahora cree que tiene acceso total a él. Como un territorio conquistado lo reclama suyo. Hace y deshace a su antojo. No estoy con fuerzas para detenerlo. Relajo los músculos, resoplo, cierro los ojos. Me empala.
Siento un pinchazo en el intestino, deben ser los tejidos abriéndose para dar paso a ése pedazo de masa extraña, intrusa que se adentra violento.
Fugadas quedan nuestras almas, fundidos en uno él y yo. No soy mas que trozo de carne con agujeros y él no es mas que una masa de músculos con miembro. Nos reducimos a lo mas primitivo. Batallamos por nuestro propio deleite, yo busco mi placer en usarlo. Él ya venía con esa intención. Lo minimizo a la nada misma, no tiene mas valor que la función que cumple. Me lo quito de encima y lo maniobro sobre su espalda. Ahora me toca a mí. Soy yo quien lo degrada. Me clavo en esa pija que es mía, yo la pagué con mi tiempo y mi paz. Es mi prostituto pago.
Lo monto con furia, muevo las caderas hacia de izquierda a derecha. Me regodeo en su expresión de placer y dolor. Se nota que no es lo que esperaba pero es demasiado orgulloso para confesar una dolencia. Arqueo la espalda hacia atrás y llevo su agonía hasta el borde de la tolerancia. No cabe en mí cuanto mas de él. Vuelvo la mirada hacia él y lo veo con el ceño fruncido y los dientes apretados.
- ¡No vayas a acabar, forro! - Lo amenazo mientras le doy un cachetazo. Se queda duro con los ojos como platos. - Vamos juntos.
- ¡Estoy cerca! - Me avisa entre jadeos, y acaba con una palpitando descarga. Siento su pija vibrar adentro mío. Se afloja sobre la cama pensando que se terminó. Primero me saca de mi descanso y ahora me priva de mi orgasmo. No se puede quedar así. Ensarto mis uñas en su pecho y lo despierto de su somnolencia. Lubrico con saliva mi dedo mayor y se lo ensarto de golpe en el culo, como él hizo conmigo.
- Te voy a romper todo - Susurro citando sus propias palabras. Su pija se erecta un poco con el contacto de mi dedo en su próstata. No da crédito a lo que está pasando. Sin duda toda la extrañeza de la situación lo tiene asustado. Me divierto con él como si fuese un objeto de único valor sexual.
- Vas a aprender cuando una mina te diga que aguantes ¿Me entendiste, boludito? - Entre los nervios de él y mi placer de dominatrix siento palpitar mi orgasmo. Lo tengo cerca, lo percibo en la punta de mis dedos, en los muslos, en mis caderas. Lo siento hasta en la nuca misma, un fuego que expulso desde el centro mismo de mi sexo. Le hundo el dedo hasta el fondo en el momento preciso de mi clímax.
Momentos después ya estoy de pie y vistiéndome.
- Vestite y andate que quiero dormir - Ni siquiera lo miro, dejó de tener valor para mí.
- Si... si, igual tengo una reunión - Me aclara todavía extrañado por lo que pasó - Si querés mas tarde salimos a tomar algo, no se si querés - "Definitivamente se enamoró con eso del dedo en el culo pienso" y me festejo mi propia broma.
- No, la verdad que no. Pero si tengo ganas de cogerte te llamo. Ahora anda - Lo acompaño hasta la puerta y cierro sin despedirme.
Vuelvo a buscar mi equilibrio con otro largo baño, esta vez abro solo el agua caliente. De nuevo busco mi punición. dejo que mi piel se queme al rojo vivo. Busco el ardor en mis pechos, los latigazos de salpicadura en mi espalda. La temperatura nunca llega a estar lo suficientemente caliente. No me basta. Termino conociéndome un poco mas al saber que los paraísos de agua tibia son agradables; pero los infiernos de agua hirviendo son mi adicción.
Dormir de día, a contrarreloj de todo el mundo es agotador. Lo es mas trabajar de noche. Lo es mas trabajar de pie. voy a la cama nada mas llegar a casa. Sin preámbulos. Suelo llegar y dar vueltas, picotear algo de la heladera, ver el Instagram o el Facebook. Me gustaría tener la opción de llamar a una amiga y salir al parque, caminar, tomar mate. Luego recuerdo que todos duermen cuando yo no. Eso me entristece un poco. Pero en ésta madrugada me veo en la obligación de ir a la cama temprano; aún antes de la salida del sol. Como si algo externo me avisara que voy a necesitar estar fuerte para lo que viene. Hay nubes oscuras que amenazan una tormenta. Pero no llega. Por lo menos no antes de que caiga en un sueño profundo. No me gusta perderme las tormentas; pero tampoco me gusta perder el sueño.
Me levanto con buen humor y descansada. Hace mucho no duermo tan bien, tantas horas. Me desperezo. Siento todos los huesos tronar aliviados. Los músculos de mi espalda se marcan bajo mi piel sin provocarme dolor. Algo inusual en mi que me reconforta descubrir. Usualmente me levanto pesada y tosca. Mareada, sin deseo. Hoy me siento que puedo hacer todo. Estoy en tregua conmigo. No siempre soy consciente de todas las partes de mi cuerpo. Es como hacer las pases con alguien muy querido luego de estar peleados un tiempo.
Una chica mira del otro lado del espejo. Me gusta su pelo, sus ojos y su sonrisa. Me gusta su cuerpo, sus senos y su ombligo. La prejuzgo y la declaro simpática. Todavía no sé por que no somos amigas.
En la ducha dejo el agua un poco menos caliente de lo normal. Hoy no necesito castigarme con fuego. Cual flagelo auto impugnado dejo sobre mi cuerpo el agua casi hervir hasta que la piel se vuelve roja y mis pechos arden. Hoy no. Me premio con agua tibia y sana. Aún en el mediodía de un día hábil yo me siento a medianoche lejos; volando en algún paraíso personal de lluvia tibia.
"T jode si paso por t casa a drme una ducha rpida? Tengo que vr un clinte y stoy hecho n asco." Tu mensaje llega seis minutos antes de que yo salga de mi nirvana. Con un lazo simple atas mis pies y llevas tu mundo retorcido a mi. "Si, venite" escribo abajo de dos "Stas en tu ksa?" un "hola?" y una llamada perdida.
Apenas abro mi casa él se precipita hacia adentro con cara de galán. Bastante creído. Se abalanza y me regala un salivoso beso. Rodea sus brazos sobre mi cintura y me oprime. Me envuelve en su corpulencia toda.
- Te pusiste justo el perfume que me gusta a mi, gauchita golosa. - Dice eso de todos mis perfumes.
- Lo uso porque también me gusta a mi.
- ¡Jajaja! Si, dale. Che, me re salvaste, gracias. Voy al baño. - No espera una invitación formal. Se apodera de todo a su paso.
- Ponete cómodo. - Hablo al aire.
Deja ropa tirada por toda la habitación. Un par de calzados deportivos quedan revoleados por el suelo.
- ¿Estás muy apurado?
- No mucho, la reunión con el cliente es a las 15hs y es en la oficina de mi viejo acá nomas ¿Tenés pensado algo para matar el rato, gauchita? - Un problema que tienen los hombres con los que compartís un vínculo sexual es que piensan que siempre le estás tirando onda para coger.
- Preguntaba. Es que me parece raro que no te hayas podido duchar en el club.
- De poder, podía. Pero ninguno de los dos queríamos éso, ¿no? - Dice abriendo la cortina del baño y mostrándose desnudo y mojado. Con el miembro colgándole pesado y flácido.
- Terminá de bañarte, metele. - Quiero que se vaya.
- ¡Epa que estamos con ganas, eh! - Vuelve a cerrar la cortina mientras se ríe.
Sale del baño desnudo, con la toalla colgando del hombro. Es una masa alta, grande de músculos y fibra voluminosa ocupando lugar en el espacio. Me molesta que salga así pero él me conoce. Sabe lo que me excita. Sabe lo que me puede. Él me puede. Además no tengo ganas de confrontar.
Se arrodilla delante de mi y su cara queda delante de mis senos. Los besa primero. Luego abre grande la boca y succiona fuerte. Me hace doler pero el dolor me hace vivir. Todo lo espiritual que sentí momentos atrás, la conexión conmigo misma, todo lo etéreo se esfuma. Ahora estoy avasallada por un torrente de carne febril que me conquista; domina. Doblega todo mi sentido común.
Mi peso en toda su amalgama muscular es lo mismo que el viento, Hace de mí lo que le place. Hoy parece antojado de sexo oral. Contra la pared y sentada sobre sus hombros me lame los labios.
- ¡Abrite, dale! - Ordena. Yo obedezco y le ofrezco el interior de mí. - Te voy a coger como te mereces, gauchita.
Continúa su labor oral en mi cama pero no por mucho tiempo mas. Su propia excitación lo domina. Claro, él no puede ser menos. Tiene que recibir lo mismo. Se pone cerca de mi cara con el miembro meneándolo hacia los costados y con la otra mano me sujeta fuerte el pelo.
- Mira lo que tengo para vos, gauchita putona ¿Te gusta? - No espera respuesta. Lo enfunda en mi garganta mientras unas lágrimas se me escapan. Todo un infierno de castigos lujuriosos que él impone son los que me corrompen. Devoro con avidez su carne. Mi paladar electrocuta mis sentidos enviando sabores a piel sudada y jabón.
- ¡Ay si! Así, putita ¡Así, así! Que bien que la chupas, seguro chupas pijas todos los días. - Me llena la boca con su pene y los oídos con su palabrería. La saca solo para que pueda absorber bocanadas de aire previo a una segunda estocada.
- Vení acá, ponete en cuatro que te voy a romper toda. - Apenas me termino de acomodar siento que escupe sonoramente y se embadurna a sí mismo. Puertea. Puertea. Y la clava fuerte sacándome un involuntario grito de placer. Dejo caer mi torso sobre el colchón. Estoy a su merced. Él me agarra del pelo y hunde mi cara en las sábanas. Grita fuerte. Tal vez mas que yo. Es mas como un bramido de animal, un sonido gutural digno de una formación de batalla. Es un toro salvaje. Un tiburón cebado con sangre. Jamás hizo el amor, no sabe lo que es. No entiende que es mirar a la pareja en una penetración. Él solo entiende de coger, garchar, machucar, bombear, reventar, partir, empomar.... y acá me detengo con los sinónimos, por las dudas.
Se sale de mí y busca tomarme por detrás. Apunta su fierro en mi orificio. Una vez se lo dí y ahora cree que tiene acceso total a él. Como un territorio conquistado lo reclama suyo. Hace y deshace a su antojo. No estoy con fuerzas para detenerlo. Relajo los músculos, resoplo, cierro los ojos. Me empala.
Siento un pinchazo en el intestino, deben ser los tejidos abriéndose para dar paso a ése pedazo de masa extraña, intrusa que se adentra violento.
Fugadas quedan nuestras almas, fundidos en uno él y yo. No soy mas que trozo de carne con agujeros y él no es mas que una masa de músculos con miembro. Nos reducimos a lo mas primitivo. Batallamos por nuestro propio deleite, yo busco mi placer en usarlo. Él ya venía con esa intención. Lo minimizo a la nada misma, no tiene mas valor que la función que cumple. Me lo quito de encima y lo maniobro sobre su espalda. Ahora me toca a mí. Soy yo quien lo degrada. Me clavo en esa pija que es mía, yo la pagué con mi tiempo y mi paz. Es mi prostituto pago.
Lo monto con furia, muevo las caderas hacia de izquierda a derecha. Me regodeo en su expresión de placer y dolor. Se nota que no es lo que esperaba pero es demasiado orgulloso para confesar una dolencia. Arqueo la espalda hacia atrás y llevo su agonía hasta el borde de la tolerancia. No cabe en mí cuanto mas de él. Vuelvo la mirada hacia él y lo veo con el ceño fruncido y los dientes apretados.
- ¡No vayas a acabar, forro! - Lo amenazo mientras le doy un cachetazo. Se queda duro con los ojos como platos. - Vamos juntos.
- ¡Estoy cerca! - Me avisa entre jadeos, y acaba con una palpitando descarga. Siento su pija vibrar adentro mío. Se afloja sobre la cama pensando que se terminó. Primero me saca de mi descanso y ahora me priva de mi orgasmo. No se puede quedar así. Ensarto mis uñas en su pecho y lo despierto de su somnolencia. Lubrico con saliva mi dedo mayor y se lo ensarto de golpe en el culo, como él hizo conmigo.
- Te voy a romper todo - Susurro citando sus propias palabras. Su pija se erecta un poco con el contacto de mi dedo en su próstata. No da crédito a lo que está pasando. Sin duda toda la extrañeza de la situación lo tiene asustado. Me divierto con él como si fuese un objeto de único valor sexual.
- Vas a aprender cuando una mina te diga que aguantes ¿Me entendiste, boludito? - Entre los nervios de él y mi placer de dominatrix siento palpitar mi orgasmo. Lo tengo cerca, lo percibo en la punta de mis dedos, en los muslos, en mis caderas. Lo siento hasta en la nuca misma, un fuego que expulso desde el centro mismo de mi sexo. Le hundo el dedo hasta el fondo en el momento preciso de mi clímax.
Momentos después ya estoy de pie y vistiéndome.
- Vestite y andate que quiero dormir - Ni siquiera lo miro, dejó de tener valor para mí.
- Si... si, igual tengo una reunión - Me aclara todavía extrañado por lo que pasó - Si querés mas tarde salimos a tomar algo, no se si querés - "Definitivamente se enamoró con eso del dedo en el culo pienso" y me festejo mi propia broma.
- No, la verdad que no. Pero si tengo ganas de cogerte te llamo. Ahora anda - Lo acompaño hasta la puerta y cierro sin despedirme.
Vuelvo a buscar mi equilibrio con otro largo baño, esta vez abro solo el agua caliente. De nuevo busco mi punición. dejo que mi piel se queme al rojo vivo. Busco el ardor en mis pechos, los latigazos de salpicadura en mi espalda. La temperatura nunca llega a estar lo suficientemente caliente. No me basta. Termino conociéndome un poco mas al saber que los paraísos de agua tibia son agradables; pero los infiernos de agua hirviendo son mi adicción.
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