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Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte XII)

Hola a la comunidad! Por fin llegamos a la docena de capítulos!!!

Agradecido a los que se toman su tiempo de dejar puntos y comentarios. Y también los que se aguantan la espera. Sé que la ansiedad siempre está por ahí, pero yo subo los capítulos cuando están listos, ni antes ni después.

La recomendación de siempre para los que recién se prenden con la historia: entren a mi perfil y lean los capítulos anteriores.

Ahora sí, los dejo con el capítulo de hoy:

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Capítulo 12

Cerré los ojos para dejarme arrastrar por las sensaciones que experimentaba en ese momento. Podía sentir la lengua de Jessi recorriendo cada rincón de mi boca, su aliento mezclándose con el mío, como si cada uno respirara el aire que el otro exhalaba.
Una de mis manos se mantenía recorriendo su cabeza, un explorador en medio de la selva sedosa de su pelo, mientras la otra se dedicaba a despojarla de mi camisa para dejar su torso al desnudo y conocer cada rincón de su espalda, siguiendo la línea que me llevaba hasta esa cola tan firme que tenía.
La boca de Betty se mantenía ocupada con mi verga, su lengua cada tanto lamiendo mis pelotas, envolviendo uno de ellos con sus labios para dejarlo cubierto de su saliva y luego repetir el gesto con el otro. Sus manos seguían las órdenes muy claras de su dueña: la derecha se dedicaba a sujetar mi tronco con firmeza, subiendo y bajando entre mi base y mi glande de forma rítmica; y la izquierda acariciaba cada parte de mi cuerpo que estaba su alcance, rozándome de vez en cuando con sus uñas.
Cada tanto abría los ojos y descubría a mi hermana todavía sentada en el sillón, removiéndose nerviosa, luchando contra sus deseos de sumarse al trío que se desarrollaba enfrente de ella.
Que mi hermana fuera testigo de eso sólo servía para alimentar mi morbo. Había que admitir que era divertido verla tratando de aguantarse sentada en ese sillón, sabiendo que me tenía tan cerca pero que por el momento no podía ponerme ni un dedo encima.
Jessi por fin se despegó de mi boca y se arrodilló al lado de su amiga. Betty retiró mi verga de su boca y a continuación recibió la lengua de Jessi para que ella pudiera sentir mi sabor.
Mi hermanita ya me había demostrado lo pervertida que era, pero sus amigas definitivamente no se quedaban atrás.
Después de entretenerse con ese beso durante un buen rato, Betty se puso de pie para dejar que Jessi tomara su lugar para jugar con mi verga. Ella, mientras tanto, se acercó primero a mi hermana y se inclinó para susurrarle algo al oído.
No llegué a alcanzar lo que decían, pero Clara asintió con una sonrisa y unos segundos después ella y Betty se besaban de la misma forma en que esta última se había besado con Jessi unos segundos atrás.
Tanto mis ojos como mi verga no podían estar más felices con todo lo que habían experimentado ese día, pero algún dios estaba de mi lado ese día, porque parecía que todavía faltaba lo mejor.
Betty terminó de compartir con mi hermanita lo que quedaba de mi sabor en su boca y luego volvió hacia donde yo estaba recibiendo un buen masaje en la verga por parte de la lengua de Jessi.
Subiendo al sofá por mi derecha pasó su pierna por encima de mi cuerpo y terminó apoyada de frente a mí, sus gloriosas tetas colocadas justo a la altura de mi rostro.
-¿Qué pasa, Pedrito? ¿Nunca viste un par de tetas? –Preguntó en tono burlón.
-¿Cómo las tuyas? Nunca. –Respondí con mi vista completamente hipnotizada por esas dos maravillas de la naturaleza.
Parecía increíble que unas tetas así fueran naturales, pero en ese sentido Betty se había sacado la lotería genética. Eran grandes, pero no tanto como para resultar exageradas; eran firmes, pero sin parecer demasiado duras, las almohadas perfectas para echarse una buena siesta. Sus aureolas mantenían la proporción con el tamaño de sus pechos, con pezones que en ese momento estaban bien paraditos, evidencia de lo muy excitada que se encontraba su dueña.
Mis manos se movían por cuenta propia, independiente de las órdenes que le daba mi cerebro, y se plantaron con firmeza en sus tetas.
-Sí, ya me di cuenta. –Comentó ella con una sonrisa pintada en los labios. –Todos las miran, y vos nunca fuiste la excepción, Pedrito.
-Hasta yo se las miro siempre, no lo puedo evitar. –Dijo Jessi, dejando de chuparme la pija por un segundo. –¡Son tremendas!
-Lo sé. –Declaró orgullosa. –¡Si me habrán ayudado a zafar con alguno de esos profesores pajeros que se quedan embobados mirándolas los días de parciales orales!
-No sé cómo hacen para no tirarse de cabeza entre estas dos. –Intervine, apretando suavemente sus tetas.
-¿Y vos qué estás esperando para hacerlo?
Esa había sido una muy buena pregunta. ¿Qué se suponía que estaba esperando? No se me vino ninguna respuesta a la cabeza, por lo que simplemente acerqué mi cabeza y la presioné contra sus pechos.
Era como si estuviera buceando en un mar de carne. Betty usó sus manos para presionar aún más y pude sentir su calor incluso en mis orejas. Aproveché el contacto con su piel para lamer su piel un rato, cosa que le provocó un par de suspiros de placer.
Despegué mi cara después de un buen rato y ataqué sus pezones sin piedad, tanto con mis manos como con mi boca y mi lengua, lamiéndolos, chupándolos y también mordiéndolos un poco. Los gemidos que le provocaba al hacer esas cosas era todo lo que necesitaba escuchar para saber que le gustaba.
Pero ella no se iba a conformar sólo con eso. Su mano bajó hasta ubicarse por debajo de ella y buscó mi verga hasta que la sujetó con firmeza. Jessi captó la idea y retiró su boca, con la intención de usar su mano para ayudar a su amiga a guiar a mi verga hasta la entrada de su concha.
Betty movió su cuerpo hasta lograr la posición que quería y mi glande finalmente empezó a sentir cómo acariciaba los labios de Betty mientras yo besaba su boca.
Jessi seguía jugando con mi verga, haciendo que mi glande rozara constantemente a su amiga, pero sin permitir en ningún momento que entrara en ella.
-¡Dale boluda, dejá que me la meta! –Se quejó Betty.
-¿Eso querés? –Preguntó, juguetona. -¿Segura?
-¡No seas hija de puta, por favor!
La cara de Jessi asomó por un costado para encontrarse con la mía y dedicarme una sonrisa picarona. Se notaba que ella estaba disfrutando mucho de boludearla un poco a su amiga. Pero me apiadé y le hice un pequeño gesto para que dejara de hacerse rogar. Jessi me guiñó un ojo y finalmente dejó que mi verga se colocara en la entrada de Betty.
-Ahí la tenés toda para vos. –Dijo Jessi, poniéndose de pie.
Betty no le respondió, sino que simplemente le dedicó un besito y luego giró la cabeza para mirar a mi hermana, que se había mantenido en silencio todo este tiempo. Se la veía tensa, las manos sujetando con fuerza los apoyabrazos del sillón, como si estuviera luchando entre las ganas de lanzarse sobre nosotros para participar de la acción, y las ganas de vernos teniendo sexo entre nosotros.
-¿Estás viendo, Clarita?
-Conchuda. –Fue la respuesta inmediata de ella. Pero la cara de enojo sólo le duró un segundo, porque luego largó una carcajada. –Dale, hija de puta. A ver si apuran el asunto que yo también quiero.
-Vos tenés que quedarte sentadita ahí. –Le recordó Jessi, de pie detrás de Betty, apoyando su pecho contra la espalda de su amiga y paseando sus manos por sus tetas. –Ya te veo con ganas de sumarte, pero no. Hasta que nosotras no te digamos, vos te quedás ahí. –Agregó, soltando una de las tetas de Betty para señalar a mi hermana con un dedo, como si fuera una cachorra que estaba a punto de portarse mal.
Clara parecía estar a punto de decir algo, pero cerró la boca, subió las piernas al sillón y las rodeó con sus brazos, enojada porque sus amigas le hubieran recordado la penitencia que ellas mismas le habían impuesto.
Betty se cagó de risa y una vez más me empezó a comer la boca para volver a ponernos en tema. Jessi volvió arrodillarse para sujetar mi verga y su amiga empezó a bajar su cuerpo, acercándose a la punta. Mi glande ingresó y volví a sentir ese calor tan fuerte que había sentido cuando la penetré por primera vez en mi habitación.
Mis manos se corrieron hacia su espalda y bajaron hasta su cintura para ayudarla a empujar hacia abajo con firmeza. Comparado con lo que había sucedido antes, esta segunda vez fue más sencilla. Betty se sentía mucho más confiada y en esa ocasión no había rastro de dudas a la hora de permitirme ingresar cada vez más dentro de ella.
Estaba a punto de lanzar un ataque con mis manos hacia las tetas de Betty cuando Jessi se anticipó, volviendo a ponerse de pie, aplastando su pecho contra la espalda de su amiga y empezando a jugar con sus pechos una vez más.
-¿Cómo andan, chicos? ¿Todo bien por acá? –Preguntó, como si nos hubiéramos encontrado en la calle una tarde cualquiera.
-Llena de pija… ufffff… -Respondió entre resoplidos Betty, que seguía luchando por permitir que toda mi verga entrara en ella.
-A ver, ahí te ayudo.
-¿Qué? ¿Qué vas a hacer? –Preguntó, sin entender.
En lugar de responderle, Jessi colocó sus manos en los hombros Betty y ejerció presión para bajar aún más su cuerpo.
Betty intentó decir algo, pero las sensaciones que la invadieron sólo permitieron que unos gemidos escaparan de su boca, entrecortados como si le costara respirar por la impresión de haberse metido mi verga entera tan pronto.
-La puta que te re mil parió, pendeja… -Dijo, finalmente logrando coordinar una oración de corrido.
-De nada, hermosa. –Respondió Jessi con una sonrisa burlona, tomando la cabeza de su amiga para inclinarla hacia atrás y poder plantarle un fugaz beso en labios. –Ahora ya pueden empezar en serio.
Una vez dicho eso, se despidió dándole una sonora nalgada, que Betty tomó como la señal de largada para empezar a cabalgarme.
Ahora era ella quien llevaba las riendas en el asunto, sus manos sobre mis hombros para usarme de apoyo y mis manos sobre su cintura nada más que para acompañar sus movimientos.
¡Y qué movimientos! En un principio había arrancado suave, pero no tardó mucho en empezar a moverse con mayor intensidad. Se notaba que tenía práctica con su cintura, porque subía y bajaba con gran coordinación; yo ni tenía que moverme.
-A ver, Pedrito… Haceme un poco de lugar. –Dijo la voz de Jessi desde un costado mientras su amiga continuaba cabalgándome.
Concentrado como estaba en las tetas de Betty que se bamboleaban delante de mí, sólo terminé de entender lo que Jessi me había dicho cuando la vi acercarse a su amiga para chupar uno de sus pechos.
Los gemidos de Betty aumentaron su volumen, pero ella no dejó de cabalgarme como una experta. Jessi giró un poco su cabeza para mirarme, su boca todavía pegada al pezón de su amiga, y de inmediato supe qué hacer a continuación.
Me despegué del respaldo del sofá y me acerqué al objetivo que Jessi había dejado libre para iniciar un ataque doble a las tetas de Betty. La posición en la que estábamos en ese momento no era la más cómoda para ella, y no le permitía moverse con tanta libertad, pero la nueva oleada de calor que sentía en mi verga y los ligeros temblores que recorrían su cuerpo me indicaban que no la estaba pasando nada mal.
Finalmente Jessi y yo dejamos de jugar con sus tetas y volví a reclinarme sobre el respaldo para lograr mayor comodidad. Sujeté con más fuerza a Betty de su cintura y le indiqué que se despegara un par de centímetros.
Ella captó al toque lo que pensaba hacer, su cara sonriendo al anticipar la que se le venía. Planté con firmeza los pies en el suelo, Betty puso sus manos en el respaldo del sofá, respiró profundamente, y yo empecé a bombear con todo.
Era una suerte que Jessi estuviera cerca, porque nos vino bien una tercera persona que pudiera silenciar los gritos de Betty. A pesar de lo improvisada de la posición, Jessi no pudo evitar hacer una nueva maldad y mientras usaba una mano para callar a su amiga, su otra mano se divertía con sus pechos.
El aumento del volumen de los gemidos de ella fue suficiente para entender que le estaba gustando mucho lo que le hacíamos. Mi verga se sentía cada vez más caliente dentro de esa caldera que tenía Betty entre las piernas y todo su cuerpo sufrió unos ligeros temblores en tres ocasiones, muy seguidas una de la otra.
Sus brazos empezaron a perder su fuerza y yo decidí que ya había maltratado bastante su concha, por lo que saqué mi verga, que abandonó completamente empapada aquel rincón de Betty.
Jessi por fin la soltó y dio un paso hacia atrás, Betty giró para salir de encima de mí y se puso a un costado para quedar tendida en el sofá, su respiración agitada y su cuerpo sin fuerzas para moverse.
-Parece que quedó satisfecha. –Le dije a Jessi con una sonrisa de satisfacción dibujada en mi rostro.
-Yo no. –Replicó ella. Jessi tenía una expresión digna de un documental de Animal Planet, una leona a punto de lanzarse sobre su presa.
Puso su mano en mi pecho y me obligó a apoyarme de nuevo en el respaldo del sofá. A continuación se puso de espaldas a mí, pasó una de sus piernas del otro lado, dejándome una hermosa visión de su firme culo apuntando hacia mi rostro.
-Estás viendo, ¿no, Clarita? –Preguntó y, aunque no podía ver su cara, el tono de voz era claro indicio de que Jessi le dedicaba una mueca burlona. –Aguantá un poco más, preciosa. Ya vamos a dejar que te sumes.
-Apurate entonces, que no aguanto más. –Respondió mi hermana, su voz jadeante.
Tan concentrado había estado con sus amigas que no le había prestado demasiada atención a ella, pero moví mi cabeza para espiar por un costado de Jessi, a ver cuál era la causa de esos jadeos.
No sólo le habíamos dado un espectáculo a ella, sino que Clara nos estaba brindando uno a nosotros. Se había dejado caer por el sillón hasta que sólo su cabeza permanecía en contacto con el respaldo. Sus piernas estaban bien abiertas y tenía ambas manos jugando con su propia entrepierna. Con una mano mantenía abiertos sus labios vaginales, mientras con la otra mano introducía dos dedos una y otra vez, a un ritmo no muy intenso, pero sí que los metía bien adentro cada vez que podía.
No hay palabras para describir lo que sentí al darme cuenta de que mi hermanita se estaba haciendo una paja con todas las letras mientras me observaba cogiéndome a sus mejores amigas de toda la vida.
Yo sabía que había un nivel de morbo muy alto en su cabeza, por algo habíamos terminado teniendo sexo en casa de mis viejos. Pero era como que no terminaba de caer en lo sexual que era ella a pesar de eso, y, sin embargo, ahí estaba, metiéndose dos dedos en su concha mientras yo estaba a punto de clavarle mi poronga a su mejor amiga.
Jessi dejó caer su culo mientras sujetaba mi verga con firmeza, para que la cabeza se posara justo en la entrada de su cuevita. Una nueva sensación de calor llegó a mi cerebro desde mi glande cuando entró en ella.
Mis manos se quedaron en su cintura y empezaron a hacer fuerza para meterme cada vez más dentro de su cuerpo. Mis ojos, mientras tanto, seguían clavados en los de mi hermana, que a su vez tenía su vista clavada en mí. “Dale, hasta el fondo. Quiero ver cómo se la metés.” No hacía falta que esas palabras salieran de boca de mi hermanita, en aquellos ojos verdes llenos de perversión y de deseo se podía leer el mensaje a la perfección.
Unos segundos después la cola de Jessi se posaba sobre mis muslos, dejándola bien llena de verga tal y como ella quería. En esa posición llevó su cuerpo hacia atrás, apoyando su espalda sobre mi pecho.
-Cómo me… encanta… tu pija… Pedrito –Intentó decir, su voz entrecortada por los gemidos.
Dejé que mis manos se alejaran de su cintura y una de ellas pasó a tocar sus pechos mientras la otra bajaba hacia su pubis, buscando con ansiedad aquel lugarcito que tanto placer le provocaba. Un gemido me anunció que lo había encontrado, y empecé a presionarlo con suavidad, mientras Jessi iniciaba un lento movimiento con su cintura.
Estuvimos así un buen rato, los dos ofreciéndole una imagen tremendamente excitante a mi hermana, que veía cómo el cuerpo de su amiga había hecho desaparecer mi verga hasta los huevos.
-¿Te gusta lo que ves, hermanita?
-Ufff… Me gusta… ¡Me gusta mucho! –Respondió, metiéndose esos dos dedos cada vez con mayor velocidad. –¡Cogétela toda a esa conchuda!
-Ay sí... Por favor... Hacele caso… uffffffffffff... a tu hermana, Pedrito… Cogeme toda.
La calentura era demasiado elevada como para no hacerles caso. Pero iba a darle un buen show a mi hermanita, ya que tanto le calentaba vernos.
Abandoné los juegos con Jessi y retiré mi verga. Luego le hice un gesto para que se pusiera de pie, cosa que yo también hice.
-Tus manos acá, Jessi. –Le indiqué, señalando los apoya brazos del sillón donde mi hermana se encontraba. –Y el culo bien paradito. –Dije, acompañando la orden con una sonora nalgada.
Jessi me hizo caso sin chistar, o más bien dejando escapar un gemido al sentir mi mano estrellándose contra su culo.
Las dos amigas quedaron con sus caras apenas separadas por unos centímetros, lo que le daba a mi hermana un primerísimo plano de la cara de placer que puso su amiga cuando me coloqué detrás de ella, puse mi mano derecha en su cintura, la izquierda en su hombro, y finalmente dejé que mi verga la penetrara con calma hasta volver a llenarla por completo.
-¡Dios! –Fue todo lo que alcanzó a decir antes de que yo empezara el movimiento.
-No grites, Jessi. –Le ordenó Clara, sin dejar de tocarse. –O van a venir los vecinos a molestar de nuevo.
-Es que… ¡Ay!... Puta madre... Me está… llenando de… verga.
Mi hermana cortó por lo sano y directamente le empezó a comer la boca mientras yo seguía dándole cada vez con más fuerza.
-Se suponía que no se iba a meter hasta que nosotros le dijéramos. –Se quejó Betty, ubicándose atrás mío y paseando sus manos por mi pecho.
-Había que callarla de algún modo. –Respondió mi hermana, interrumpiendo por un instante los besos antes de volver a introducir su lengua en la boca de Jessi.
-Bueno, está bien. Ahora dale con todo entonces, Pedro. ¡Partila al medio!
Como quien no quiere la cosa, puse quinta a fondo, coloqué mis dos manos sobre su cintura y empecé a darle con todas mis fuerzas. Le daba con tantas ganas que el cuerpo de Jessi estaba prácticamente en el aire.
Mi hermana tuvo que abandonar la boca de su amiga y tuvo que conformarse con tapársela con sus manos porque no había forma de que se quedara quieta.
Unos segundos después pudimos escuchar un largo y fuerte gemido, ahogado por mi hermana, y mi verga finalmente salió de la concha de Jessi, para dar lugar al escape de todos sus jugos vaginales.
Clara se movió del sillón para que Jessi pudiera dejarse caer ahí, ya que sus piernas apenas podían mantenerla en pie. Le pidió a mi hermana que se acercara, tomó su rostro entre sus manos y le plantó un rápido pico en la boca.
-¡Bendita seas, Clarita! ¡La mejor amiga del mundo! –Exclamó, volviendo a dejarse caer en el sillón con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Ahora sí van a dejar que me sume? –Preguntó, como si le pidiera permiso a sus padres para hacer algo que le habían prohibido como castigo por portarse mal.
-Está bien. Hay que reconocer que aguantaste bastante el castigo. Pensé no ibas a durar ni cinco minutos antes de lanzarte encima de nosotras para estar con tu hermano.
-La idea se me pasó por la cabeza un par de veces, pero no estuvo tan mal verlas recibiendo la verga de Pedrito. –Reconoció sonriendo. -¿Vamos a la pieza?
-Sí, mejor vamos ahí que estamos más cómodos. –Se sumó Betty, ya encarando para mi habitación.

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Una vez allí los cuatro, mi hermana abrió mi armario, buscando no sabía qué.
-¿Qué carajo estás haciendo?
-Buscando un acolchado. ¿Dónde lo pusiste? –Preguntó, la cabeza metida adentro del mueble, rebuscando como un perro que no encuentra el hueso que había enterrado tiempo atrás.
-¿Y para qué querés un acolchado?
-Vos dame el acolchado y después vas a entender.
-Dejá, ahí te lo alcanzo. Vos no llegás ni en pedo.
Le puse una mano en el hombro para que saliera de ahí y me estiré para alcanzar el estante más alto. Con un poco de esfuerzo logré sacar el maldito acolchado, sin entender qué pretendía hacer mi hermana con eso.
-Acá tenés, vos no llegabas ni con escalera ahí arriba. –Añadí, en tono burlón.
-Pelotudo. –Fue la sencilla réplica de mi querida hermana.
-Bueno, ¿y entonces? –Insistí. -¿Para qué querés el acolchado?
-¿Todo hay que explicarle a este chico? Te lo digo con manzanitas, si querés.
-Uy dios… Dejen de dar vueltas con eso. –Intervino Jessi. –Vos dame el acolchado. A ver Betty, dame una mano.
Entre las dos chicas se encargaron de colocar el acolchado sobre la puerta de mi habitación y luego la cerraron. Como se volvía a abrir, Betty fue a buscar una silla al comedor para ubicarla delante de la puerta y mantenerla tan cerrada como era posible.
-¿Y las ventanas? –Preguntó Jessi, una vez que terminaron su labor.
-A ver… No, no hace falta. Con estas cortinas alcanza bien. –Anunció mi hermana, analizando con ojo experto la tela.
-¡Ah, ya entendí! –Dije, finalmente cayendo en la cuenta. –Es buena esa.
-¿Nunca hiciste algo así? –Preguntó mi hermana.
-Yo no. ¿Vos sí? Porque en la casa de los viejos no lo hicimos eso.
-Ellos toman pastillas para dormir. No hacía falta hacerlo.
-¿Y con quién se supone que sí tuviste que hacerlo? –Inquirí en tono ligeramente acusador.
El interruptor de hermano celoso se había encendido, pero Clara no parecía interesada en lo más mínimo de darme motivos para seguir la charla.
-Problema mío. Lo que importa ahora es que los vecinos no van a joder con los ruidos que hagamos. –Se cruzó de brazos. -Así que elegí si querés romperme los ovarios con lo que yo hice o no hice alguna vez, o si querés pasarla bien en esta habitación ahora mismo.
Durante un momento me planteé si insistir en el tema. A pesar de haber dicho todo con una sonrisa, era evidente que no tenía la menor intensión de andar contándome cómo, cuándo y con quién había necesitado usar ese truco para ahogar los ruidos al tener sexo.
No era tan estúpido de pensar que mi hermana no había tenido sexo jamás en su vida. Si bien nunca había estado en una relación que se pudiera llamar “seria”, había tenido algún que otro chongo, al menos que yo estuviera al tanto, pero bien podría haber tenido otros de los que yo jamás supe. Así y todo, no era algo en lo que me gustara pensar, por eso mantenía esas ideas encerradas en algún rincón aislado de mi cerebro.
-¿Y, nene? –La voz de mi hermana me sacó de mis pensamientos. –No tenemos toda la noche para que medites.
Como toda respuesta, me acerqué a mi hermana, planté mis manos en su hermoso culo, la levanté en el aire, ella rodeó mis cuerpos con sus piernas y empecé a comerle la boca con desenfreno. Quizás otro día le podría hacer planteos sobre sus relaciones y ponerme en modo hermano guardabosques, pero no pensaba cortar la acción de esa noche por una pelotudez como esa.
Caminando hacia atrás terminé tocando el borde de mi cama y, habiendo tenido la suerte de calcular bien dónde estaba, me dejé caer en el colchón todavía con mi hermana encima. Una de mis manos había abandonado su manzana divina para recorrer su cabellera y no dejarla abandonar ese beso por nada del mundo.
Mi verga ya había vuelto a ponerse a punto caramelo cuando noté un par de manos que me la estaban tocando para estimularla aún más.
-¡Qué cosa esta chica Clarita! –Exclamó Betty en tono burlón. -¡Che! ¡Que te dijimos podías sumarte, no robarte a Pedro para vos sola!
-Ya que tantas ganas tenés, entonces hacelo de una vez por todas. –Dijo Jessi, tomando a mi hermana por la cintura y acercando su cuerpo a mi verga.
Betty siguió la idea de su amiga y sujetó mi verga de manera que apuntara hacia la empapada conchita de Clara.
Otra vez pude sentir ese calor abrasador que me envolvía cada vez que ingresaba en mi hermanita. Podría tener sexo con ella un millón de veces más y no me cansaría de esa sensación nunca en mi vida.
En medio de resoplidos y jadeos, Clara se tomó un par de minutos en volver a acostumbrarse al tamaño de mi miembro. Sus dedos eran tan pequeños que dos no habían sido suficientes para prepararse.
Una vez que se terminó de relajar, mi hermana empezó a cabalgarme, de a poco aumentando la intensidad de sus movimientos. Lo apretada que todavía se sentía no ayudaba para nada a bajar mi calentura, pero las amigas de Clara se encargaron de distraerme un poco.
-A ver chicos, yo estoy cansada y me quiero sentar. –Dijo Jessi, acercándose a nosotros, específicamente a mi cabeza. –Creo que acá voy a estar cómoda. –Pasó una pierna por encima de mi cabeza, quedando de espaldas a mi hermana, y sin dar más vueltas se sentó en mi boca. –Aaaaaah… ahora sí estoy mejor. ¡Qué asiento tan cómodo!
Tardé unos segundos en reponerme de la sorpresa, mi cerebro parecía haberse desconectado a causa de la impresión de encontrarme con la entrepierna de Jessi pegada a mi cara. Mi lengua, por otra parte, no había tenido esos problemas, sino que de inmediato abandonó mi boca para salir a explorar la cuevita de Jessi.
-Mmmmmmmm… No se sentirá tan bien como estar llena de tu verga, Pedrito, pero no la chupás nada mal. –Comentó entre gemidos.
Eso había golpeado ligeramente mi ego. Si bien yo no podía negar que los genes me habían bendecido con una buena poronga, me había picado el orgullo que diera a entender que sólo por eso valía la pena estar conmigo.
Era hora de demostrarle que a la hora del sexo yo podía ofrecer más que una poronga. Mis manos, que hasta ese momento habían estado rozando los muslos de mi hermana, se colocaron sobre Jessi y presionaron para presionar aún más mi cara contra su entrepierna.
Empecé a mover mi lengua y a usar mi boca por todos lados, buscando provocarle toda clase de sensaciones. Los gemidos de Jessi empezaron a escucharse cada vez más altos, pero gracias a la idea de mi hermana ya no me preocupaba tanto que los vecinos pudieran oírnos.
A pesar de que su cuerpo fue dominado por unos ligeros temblores en dos ocasiones, yo no abandoné mi tarea, incluso ingeniándomelas para acercar una de mis manos y rozarle el clítoris un par de veces, lo que casi hace que salte de la cama, aunque no la dejé ir en ningún momento.
-Qué buena… pija… mmmmmmm… así pendejo… Llename toda…
Las palabras de Clara también alcanzaron mis oídos y me di cuenta que casi me había olvidado de moverme un poco también para acompañar sus movimientos.
Para poder despejar mi mente de hacer dos cosas a la vez, apuré un poco el asunto con Jessi y volví a torturar su entrepierna con mi mano, hasta que finalmente dejó escapar un largo aullido de su boca y una buena cantidad de líquido de su cuevita.
Como alguien que sobrevive semanas en el desierto cuando le ofrecen un vaso de agua fresca y limpia, yo bebí todo lo que pude recolectar del néctar de Jessi hasta saborear su última gota. Jessi se movió a un costado y se quedó tirada en el colchón para normalizar su respiración.
-¡No tragues! –Dijo Betty, casi gritando.
Yo la miré para tratar de entender a qué venía esa orden, pero de inmediato ella se acercó a mí por el otro lado y me besó hasta introducir su lengua en mi boca, buscando robarme cuanto podía de los jugos de su amiga. Para darle el gusto yo hice fuerza para pasarle todo lo posible hasta que ella se despegó de mí.
-¡Aaaah! –Exclamó en un suspiro de placer, luego de tragar con deleite. –Eso sí que fue rico. ¿Querés probar a Jessi? –Preguntó, mirando a mi hermana, que observaba a su amiga con los ojos abiertos como platos, sin terminar de creer que su amiga acabara de hacer eso.
-Sí. –Fue todo lo que alcanzó a responder mientras continuaba con su cabalgata.
Betty se acercó a Clara y ésta la besó igual que como Betty me había besado a mí, buscando hasta el último rastro de los sabores de Jessi en aquella boca.
Yo ya no podía más de la calentura, necesitaba descargar algo de energía. Casi furioso, levanté a mi hermana para que poder salir de su interior, me puse en el pie de la cama, la tomé de la cintura, pero esta vez ubicado detrás suyo, y se la volví a mandar adentro de una, para poder reiniciar las penetraciones.
Clara, por su parte, dejó escapar un aullido mientras se encontraba en cuatro patas recibiendo mi verga. Eso no me inspiró más que más ganas de darle con fuerza, y me dejé llevar, imprimiendo cada vez más intensidad en mis movimientos.
-¡La estás partiendo al medio! –Dijo Jessi, ligeramente preocupada por el volumen de los gemidos de mi hermana. Poco más y era como cogerse a una banshee.
-¡No pares!... ¡Seguí! –Intervino mi hermanita, juntando fuerzas de no sé dónde para decir esas pocas palabras.
-Nos van a escuchar los vecinos en serio.
-Entonces tapale la boca con algo y listo. –Le ordené, mis palabras saliendo amontonadas por el esfuerzo de tratar de decir algo en medio de las penetraciones.
Yo se lo había dicho con la idea de que utilizara alguna prenda de ropa, un pañuelo o lo que tuviera a mano, para improvisar una mordaza. Lo que no me esperaba era que se dirigiera a la cama, se sentara delante de mi hermana, abriera sus piernas y prácticamente la silenciara obligándola a chuparle la concha.
-No grites tanto y chupá, Clarita. –Ordenó Jessi, colocando una mano en la nuca de su amiga para mantenerla pegada y evitar que emitiera tantos ruidos.
Me había sorprendido tanto lo que estaba pasando que perdí cualquier clase de concentración y la velocidad que le venía imprimiendo a cada estocada contra el cuerpo de mi hermana cayó por un precipicio.
De todos modos no había venido mal, porque de esa forma podía estirar ese momento durante un largo tiempo. Tener a mi hermana en cuatro recibiendo mi verga, con una de sus mejores amigas gozando de su lengua… Si eso era un sueño, no quería que me despertaran por nada del mundo.
-Esto se ve divertido. –Comentó Betty, que se había puesto de pie y se encontraba a mi lado. -¿Me puedo sumar?
-Si es por mí, dale nomás. –Respondí, haciendo un gesto con mi mano para que avanzara.
Betty simplemente gateó por la cama hasta acercarse a Jessi, que se encontraba muy ocupada con sus ojos cerrados, gimiendo gracias a las destrezas orales de mi hermana, y le susurró algo en el oído que no alcancé a escuchar.
Fuera lo que fuera que le hubiera dicho, Jessi abrió sus ojos de golpe y miró con gesto de sorpresa a Betty. Acto seguido sonrió, le plantó un suave beso en los labios a su amiga y asintió con la cabeza, sonriendo.
Si me hubieran dicho en mi adolescencia que algún día de mi vida iba a tener a mi hermana en cuatro recibiendo arremetidas de mi verga, mientras le chupaba la concha a una de sus mejores amigas, y ésta a su vez hacía un magnífico sesenta y nueve con su otra mejor amiga… Ni en mis mejores sueños podría haberme encontrado con esa imagen, y sin embargo ahí estaba.
Estaba siendo testigo de un concierto de gemidos, pero yo era el director de orquesta y mi verga la gruesa batuta que dirigía a mi hermana. Entre ella y Betty se estaban encargando de que Jessi emitiera toda clase de sonidos de placer, y esta última le devolvía el favor a Betty devorándose su concha con ganas.
Si tan sólo pudiera hacer que ese momento fuera eterno. Si había un buen momento para morir de golpe y sin previo aviso, ese sin dudas estaba en la lista de posibles opciones.
-Por favor… ¡Lo bien que la chupan, hijas de puta! –Exclamó Jessi en medio de sus gemidos. Sus manos estaban por cualquier lado, buscando algún lugar de donde agarrarse, tratando de soportar todas las oleadas de placer que avanzaban por su cabeza sin encontrar ninguna resistencia.
Clara, por su parte, no estaba en condiciones de responder, incluso si no hubiera tenido la cara cubierta por la entrepierna de su amiga. Ya había empezado a consumir lo último que me quedaba de energías, y las estaba dedicando pura y exclusivamente a darle con todo a mi hermana.
Cada choque entre nuestros cuerpos resonaba por toda la habitación, mis resoplidos tratando de buscar aire llenando los pocos espacios de silencio que dejaba el concierto de gemidos y jadeos de las tres amigas.
Ya había perdido la cuenta de todos los orgasmos que habían experimentado entre ellas, pero yo ya estaba por llegar al segundo de mi cuenta. Mi respiración agitada se fue viendo reemplazada cada vez más por gruñidos casi animales, era tal el esfuerzo que estaba haciendo por meterme tan adentro de mi hermanita como me era posible.
-No aguanto más, hermanito… Por favor… Acabá de una vez… -Pidió mi hermana casi con desesperación.
-Aguantá… ya casi… -Fue todo lo que alcancé a responder.
Recién entonces fue cuando me di cuenta de que mis muslos estaban prácticamente empapados por los jugos de mi hermana, que ya debería haber acabado en un par de ocasiones como mínimo. Unos segundos más tarde finalmente alcancé mi clímax, dejando salir todo lo que tenía almacenado en los huevos dentro de mi hermanita.
Me salí de ahí adentro y un nuevo chorro de líquido brotó de ella, acompañado por un largo gemido que se estiró hasta terminar casi en un llanto.
Mi mente se quedó en blanco por una fracción de segundo que pareció durar una eternidad. Alcancé a sostenerme justo a tiempo colocando mis manos en el colchón, ya que mis piernas parecían haberse dado por vencidas después de todo lo que habían trabajado ese día.
De a poco me fui dejando caer hasta alcanzar el suelo hasta quedar sentado con mi espalda apoyada en los pies de la cama.
-¿Y nuestro premio? –Preguntó Betty, asomando la cabeza por el borde de la cama. Un segundo después parecía haber comprendido la situación. -¿Le acabaste adentro?
Casi sin fuerzas hasta para moverme, levanté mi cabeza hasta encontrar los ojos de Betty y asentí en silencio.
-¡Ah, no! –Dijo, casi en un grito de guerra. -¡Eso se comparte! –Su cabeza volvió a desaparecer de mi vista, pero su voz todavía podía escucharse. –Jessi… ¡Jessi!... Vení para acá, que Pedro le acabó adentro.
A continuación pude escuchar los sonidos de las amigas de mi hermana moviéndose por la cama.
-¿Qué hacen? ¡No, por favor! No… No que no doy MAAAAAAAA…
El grito de mi hermana casi me atraviesa los tímpanos de lado a lado. En medio de la nueva tanda de gemidos de mi hermana y los pataleos que sonaban contra el colchón, alcancé a escuchar unos leves ruidos de chupones.
Se veía que todavía me quedaba una reserva de energía, porque en cuanto entendí lo que pasaba, me puse de pie de inmediato.
Una nueva imagen para los libros de historia estaba teniendo lugar sobre mi cama, con Jessi y Betty castigando sin piedad la concha de Clara para extraer hasta la última gota de mi semen que hubiera podido quedar ahí adentro.
Betty se dio cuenta de que me encontraba cerca de ellas, porque se volteó, tragó lo que tenía en su boca y se lanzó sobre mi verga para limpiarla con su lengua. Jessi terminó de rescatar todo lo posible y también se dispuso a ayudar a Betty en su tarea. Finalmente Clara juntó las pocas energías que le quedaban y también se acercó para ser las tres las que extraían los últimos restos de mi lechita.
Al fin las tres terminaron de espaldas en el colchón, relamiéndose con gusto, como tres nenas que acaban de saborear su golosina preferida.
Yo aproveché ese subidón de adrenalina que había experimentado y me fui derecho a la ducha para dejarlas que recuperen sus energías.

Ya abajo del agua de la ducha, intenté que el agua caliente aflojara todos mis músculos. Pero parecía que todavía no había pasado lo último.
-¿Puedo entrar? –Preguntó la voz de Jessi desde el otro lado de la puerta.
-Dale.
La amiga de mi hermana se metió en la ducha conmigo, tal y como suponía que sucedería apenas escuché su voz.
-¿Y las demás?
-Se quedaron dormidas. –Se mordía el labio, como si estuviera dudando de lo que hacía.
-¿Y qué hacés acá vos?
-¿No se nota? –Preguntó, sus ojos negros mirándome fijo.
-Clara te mata si se entera. –Repliqué.
Y era en serio. Ella y Betty la habían molestado con el hecho de que ella se hubiera acostado conmigo sus espaldas, y ahora Jessi entraba en la ducha buscando estar conmigo a solas.
-Mejor que nos apuremos, así no se entera, entonces. –Concluyó, rodeando mi cuello con sus brazos y plantando sus labios en los míos para besarme con pasión.
Una vez más me encontraba jugando con fuego, pero esa chica me podía. Antes de siquiera poder reflexionar medio segundo si era buena idea lo que estábamos haciendo, mi verga ya se había vuelto a levantar y mis manos recorrían su cuerpo como si fuera la primera vez que lo tocaba.
Jessi notó mi erección y de inmediato se puso de espaldas para ofrecerse a que la cogiera en esa posición.
Aceptando la invitación, la tomé de la cintura con una mano mientras la otra guiaba a mi verga hacia su entrada. De inmediato apoyé mi glande e hice fuerza para entrar. Estaba menos apretada que antes, lo que me permitió ahorrar tiempo para volver a llenar su interior con mi verga.
Jessi hacía lo posible por no emitir sonido mientras yo iniciaba el vaivén. No podía perder ni un segundo, porque las chicas se podían levantar en cualquier momento, así que, apenas noté que ella se relajaba, aumenté la velocidad.
-Agarrate fuerte, Jessi.

---

Unos minutos después estaba saliendo de la ducha, apresurándome para secarme antes de que mi hermana o Betty se despertaran y nos encontraran a los dos solos en el baño.
-¿Estás bien, Jessi? –Pregunté, asomando mi cabeza por un costado de la cortina de la ducha.
Ella se encontraba todavía en el piso de la ducha, sin fuerzas en sus piernas para volver a ponerse de pie todavía. Me miró con una sonrisa dibujada en su rostro, aunque se la veía muy cansada, y asintió sonriendo. Un hilillo de semen salía de su recién maltratada rajita y se perdía por el suelo de la ducha hasta llegar al desagüe.
Entré de nuevo en la habitación y las chicas todavía estaban dormidas. Las desperté y les avisé que yo ya me había bañado y que ahora Jessi ocupaba el baño.
-No tarden en bañarse que se va a hacer tarde. -Les pedí, mirando especialmente a mi hermana. –¿Los viejos no te jodieron todavía con las llamadas?
-Dejé el celu en la mesa, pero no creo. Les dije que capaz veníamos a cenar a tu departamento, así las chicas lo conocían también. –Dijo, sonriendo.
-Bueno, que lo conocieron, lo conocieron. –Repliqué, imitando su sonrisa. –Pero igual no pierdan tiempo, así en un rato las llevo de vuelta.
Dicho eso, salí de la habitación para ir a la cocina en busca de algo para tomar y reponer algo de energías.

Una hora más tarde ya estábamos en el auto de camino a dejar a las chicas. Por suerte ellas me dieron una mano para acomodar todo en el departamento y limpiar todo lo posible. Algunas cosas, especialmente las sábanas, iba a tener que lavarlas aparte, pero al menos mi habitación ya había dejado de oler a sexo cuando salimos.
El viaje transcurrió sin demoras ni interrupciones. Tanto yo como las chicas nos sentíamos satisfechos con lo que habíamos hecho y ni siquiera mi hermana parecía interesada en hacer algo más, aunque bien podría haber aprovechado que estaba en el asiento del acompañante.
Betty había sido la primera pasajera que debía bajar. Clara también se bajó para darle un fuerte abrazo antes de despedirla, pero su amiga primero se acercó a mi puerta para saludarme a mí también.
-Gracias Pedrito. De esta noche no me olvidó nunca más. –Dijo, abrazándome.
Sin darme tiempo a responder, fue en dirección a mi hermana para rodearla con sus brazos y también agradecerle. Una vez hecho eso, se metió por la puerta y nos dedicó una última sonrisa antes de desaparecer.
-¿Me dejás a mí primero en casa? –Preguntó mi hermana antes de que arrancara el auto. –No doy más del cansancio.
Sorprendido ante su pedido, asentí y puse primera. Me llamaba la atención que hubiera decidido pedirme algo así luego de lo que acababa de pasar. Justamente pensaba que iba a estar más precavida que nunca de no dejarme a solas con ninguna de sus amigas. Pero, o bien estaba realmente muy cansada y ni siquiera tenía fuerzas para ponerse a pensar en eso, o ya había dejado de importarle esa idea después de que hubiera tenido sexo con las tres un par de horas antes.
Una tercera opción se me apareció en mi cabeza: quizás su idea era dejarme a solas con Jessi. Todavía divagando sobre qué era en realidad lo que estaba pasando, estacioné en la vereda de la casa de mis viejos. Al ver mi auto en la calle, mi vieja asomó por la puerta y se acercó al auto para saludarnos a todos, que habíamos bajado a la vereda.
-¡Hola chicos! ¿Lo pasaron lindo? ¿Cenaron en tu departamento al final, Pedrito?
-Sí, comimos empanadas. –Respondí, sonriendo. –Estaban bastante ricas, bien jugosas.
-Bueno, me alegro. ¿Vos bien, Jessi?
-Sí, estoy un poco cansada nada más. Fue un día muy intenso hoy. –El largo bostezo que salió de su boca sirvió para reforzar su afirmación.
-Yo también estoy liquidada. –Agregó Clara. –Así que ya voy entrando. Gracias por la comida, hermanito. –Me dio un fuerte abrazo y luego me soltó para hablar con Jessi. –Nos vemos Jessi, después tenemos que coordinar lo de tu cumple que ya falta poco.
-Seguro, después lo hablamos. –Respondió ella, abrazando a su amiga.
Mi hermana se metió en la casa y nos dejó a los dos con mi vieja.
-Bueno ma, la llevó a Jessi a su casa y después ya voy al departamento, ¿sí?
-Dale, Pedrito. No tardes mucho que ya es tarde.
-Sí, quedate tranquila. La dejo a Jessi y al toque estoy en mi departamento.
-Bueno. –Se acercó para plantarnos un beso de despedida en la mejilla a mí y a Jessi. –Que descansen bien, chicos.
-¡Gracias! –Respondió Jessi, pura simpatía. –Igualmente para usted. Y saludos a su marido, que se recupere pronto.
-¡Ay, sos un amor Jessi! En eso anda el gordo, lo tenemos bien cortito para que no se mande ninguna con las comidas, así que se está recuperando bien.
-Así me gusta, ¡que lo tengas cagando! –Comenté entre risas. –¡Que se cuide o lo vas a tener a lechuga el resto del año! Bueno ma, nos vamos o sí que vamos a terminar tarde.
-Está bien, no los retengo más. Buenas noches, chicos. –Dijo, despidiéndose de nosotros y metiéndose de nuevo en la casa.
Nos subimos de nuevo al auto con Jessi, esta vez ella ocupando el asiento del acompañante, y arrancamos para dejarla en su casa.
-¿Te puedo hacer una pregunta, Pedro? –Preguntó Jessi, un rato después de iniciado el camino a su casa.
-Sí, dale.
-Perdoná si te jode la pregunta, pero ¿nunca pensaste en laburar de otra cosa?
-La verdad que no. O sea, capaz que alguna vez lo pensé, pero no conozco otro laburo donde paguen tan bien.
-Me imagino que no… Pero tampoco es que vas a laburar el resto de tu vida en eso, ¿no? No te imagino llegando a los sesenta y todavía sacando la verga por un agujero para que alguna mina te la chupe.
-Sí, yo que sé… En algún momento voy a tener que pensar en hacer otra cosa, eso seguro, pero por ahora creo que voy bien. Igual, sólo con el título del secundario tampoco es que me vayan a llover ofertas de laburo con buenos sueldos.
-Es cierto, tendrías que ponerte las pilas para avanzar con tu carrera entonces.
-Todavía tengo tiempo para eso. –Algo no me cerraba en todo eso. ¿De dónde había salido esa súbita preocupación? -Por cierto… ¿a qué vino esa pregunta? ¿Vos no querés que labure más ahí o qué onda?
-A mí me da lo mismo. –Respondió Jessi rápidamente, quizás demasiado rápido como para que me sonara convincente. –Pero si te soy honesta, Clara está un poco preocupada. Y ella me pidió que hablara del tema con vos.
¡Así que ahí estaba la verdad del asunto! Ya me parecía raro que Jessi soltara una pregunta así de la nada.
-Ah… Ya entiendo por qué te mandó a vos a hacer de mensajera.
-Y sí, si te lo dice ella seguro la sacabas cagando.
-Obviamente. –Dije, resoplando de fastidio. ¡Ya tenía que ponerse Clara en modo “hermana mayor” y tratar de darme consejos de vida!
-Mirá, yo no soy quién para decirte lo que tenés que hacer con tu vida. –Empezó ella, tratando de usar un tono más conciliador. –Pero algo de razón tiene tu hermana. No vas a vivir toda vida de ese laburo. ¿Qué vas a hacer a los treinta y pico cuando tengas que entregar un currículum y hablar de tu experiencia previa? “Gloryhole. Quince años pasando mi verga por un agujero para que alguna desconocida me la chupe.” Ya me imagino a todas las empresas desesperadas por contratarte. –Añadió, con una buena cucharada de sarcasmo condimentando la última frase.
-Ya sé eso, no hace falta el sarcasmo. Pero tampoco es cuestión de que vos o mi hermana empiecen a meterse en mi vida así de la nada.
-Tu hermana te quiere cuidar…
-No tengo cinco años. Sé cuidarme solo.
-Bue… Está bien. Tenés razón en que no tenemos por qué andar diciéndote lo que tenés que hacer. Pero pensalo, ¿sí? Clara sólo intenta que pienses a futuro. Vivir de dejar que te chupen la pija no es el mejor camino a futuro. Necesitás un trabajo de verdad, aunque ganes menos, y vos sabés que es cierto.
-Sí, lo sé. Pero decile que no hace falta que te use de mensajera para eso.
-Te conozco desde prácticamente desde que naciste. Ella no es la única que se preocupa por vos, ¿sabías?
-Ahí llegamos. –Anuncié, dando por terminada la charla.
-Gracias, Pedrito. –Dijo, bajándose del auto. -¡Y gracias por prestarme el libro! –Añadió, abrazándolo como a un recién nacido.
-Por favor te pido, cuidalo. Y cuando termines de leerlo, que no quede dando vueltas por tu casa, ¿sí? Me lo traés cuanto antes, por favor. –Supliqué, juntando mis manos como si le estuviera rezando.
-Sí, quedate tranqui. –Entró en su casa y cerró la puerta.
No había pasado ni un segundo, que ni tiempo me dio de arrancar cuando Jessi volvió a salir a la calle haciéndome gestos para que no emprendiera mi camino de vuelta todavía.
-¿Pasó algo? ¿De qué te olvidaste? –Pregunté, una vez que Jessi abrió la puerta del auto para volver a entrar.
En lugar de perder tiempo con palabras, ella dejó que sus acciones hablaran por sí sola. Se puso como pudo dentro del auto para acercarse a mí, atrapó mi rostro entre sus manos y me comió la boca de una manera salvaje, casi que me la estaba comiendo de forma literal.
Fue un pico de adrenalina que no duró casi nada, porque unos segundos después Jessi cortó toda la intensidad y me plantó un último pico en los labios, casi poniéndole una firma a ese beso tan intenso.
Volvó a sentarse en el asiento del acompañante y se acomodó un poco el pelo que le había dejado medio revuelto en la desesperación por sostener su cabeza para no dejarla escapar. Acto seguido se bajó de nuevo del auto y asomó la cabeza por la ventanilla.
-Ahora sí, Pedrito, buenas noches.
Dio media vuelta sin esperar mi respuesta y se metió de nuevo dentro de la casa. En ningún momento se volteó para mirarme, pero yo me quedé ahí sentado delante del volante, observando esa puerta que se acababa de cerrar, como si mi cabeza estuviera albergando alguna esperanza de volverla a ver asomando por una ventana.
Cuando resultó obvio que no volvería a verla esa noche, puse primera y emprendí el camino de regreso a mi departamento.

Habían sucedido demasiadas cosas en una sola noche, el cansancio ya me pasaba factura, y en mi cabeza sólo estaba la idea de aterrizar en mi cama para dormir unas cuantas horas.
Mientras conducía iba repasando la charla que había mantenido con Jessi unos minutos antes. No había querido reconocerlo demasiado delante de ella, pero algo de razón tenía. Si bien en ese momento estaba en una buena situación económica, tarde o temprano iba a necesitar cambiar de laburo, y era mejor prepararme para hacerlo demasiado temprano que demasiado tarde.
Tristemente eso implicaba, como bien había dicho Jessi, que sí o sí debía ponerme las pilas con la facultad. En sí eso no representaba un problema serio, pero me costaba horrores juntar ganas y dedicarle tiempo al estudio.
Me sentía tan cómodo en mi trabajo que no encontraba ninguna clase de motivación para dedicar horas de mi vida a cursar y sumergirme en montañas y montañas de apuntes. ¿Qué sentido tenía si no me iba a servir para conseguir un laburo mejor pagado que el que tenía en ese momento?
A pesar de eso, no podía engañarme a mí mismo, eso era peligroso para mi propio futuro. Ese no era un laburo en el que me pudiera quedar por años. Ni siquiera era algo seguro que el local fuera a durar demasiado, al fin y al cabo no era como si Érica hubiera dedicado toda su vida a ese local. Así como tenía éxito en esa época, si pasaba de moda tranquilamente se vería obligada a cerrarlo, y dudaba que sus empleados les preocupásemos en lo más mínimo al momento de decidir si cerrar o no.
Atrapado en ese laberinto de pensamientos, apenas si alcancé a percatarme de que me estaba acercando a mi destino. Frené justo para evitar pasarme de largo y doblar en la calle del edificio.
Una vez que abrí la puerta del departamento, me encontré con que todavía podían sentirse los aromas de todo lo que había pasado horas antes. Casi que podía ver de nuevo a las chicas chupándome la verga en el sofá, con Clara observando todo desde una posición de privilegio.
Dejé mis cosas en la mesa, y me fui directo a mi pieza. Una vez allí, me desvestí y me acosté en la cama. Una nueva oleada de olores invadió mi nariz. Olía a mi hermana y a sus amigas, a sus perfumes, a su sudor y a sus jugos. En medio de ese delicioso aroma, mi cabeza por fin dijo basta.
Como bien había dicho mi hermana, el cumpleaños de Jessi se acercaba, pero ya habría tiempo para pensar en eso.

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Si llegaron hasta acá, un nuevo agradecimiento. Y desde ya muchas gracias a los que se toman ese tiempo extra para dejar sus puntos y comentarios.

Nos estamos leyendo la próxima.

Una pequeña aclaración que no pensé que era necesaria, pero aprovecho para hacerla acá: como pasa en el 99,999999% de los relatos en internet, los hechos que cuento acá son ficticios.
Si quieren le meto un par de fotos y miento diciendo que son hechos reales y que los personajes son realmente mi hermana y sus amigas, que yo me llamo Pedro, etc, como hacen algunos en esta página y en otras páginas de relatos también, pero siempre me pareció que un buen relato no necesita ser real para ser excitante.

Lamento si alguno se lleva una decepción, pero en ningún momento dije que esta historia estuviera basada en hechos reales.

36 comentarios - Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte XII)

fracoss
la mejor de todas las historias!!!
lockkki
Si queres ponele fotos. Por mi ests bien asi. Con que describas al detslle las cosas es mas que suficiente. Esperamos la continuacion
hadesoeste +4
No se trata de ponerle fotos, sino del que inunda de fotos el post, le mete tres párrafos y dice que eso es un relato 🤷🏻‍♂️
lockkki
Hay muchos de esos hasta cuests leerlos de la cantidad de fotos que ponen y el relqto es pobre.
Jungkook77
Es maravillosa está historia no le falta nada cuando pensaba que clara era mi favorita del relato llega jessi y se lleva toda mi atención +10
salvfe
Sos un groso, relatas muy bien. Y vuelvo a decirlo tb, sos un hdp, siempre la dejás picando 😂😂😂
jorvac164
Genio,esimposible superarse como vos lo hacés.El morbo va en ascenso con cada capítulo,y el relato es insuperable.Te dejo mis humildes 10 y un saludo desde Puerto Madryn,Patagonia Argentina!!!!!!!!
PAJAESVIDA
no puede estar mas caliente tu relato, en mi cabeza, todo es real y envidio a tu personaje. Las pajas me las cla vo gustosamente igual! van 10 por no poder dar mas!!!😋🍆💦💦
lumer
Excelente viejo. Vale cada coma.
Y si resultaba ser una historia verídica, le ponía fin a mi triste vida por carecer de hermana...
Aplaudo el esmero.
En cuanto a las fotos.... Si así va de diez, para que inventar la pólvora no?
capitan_can +1
Quiero felicitarte por tan excitante saga. Y personalmente pienso que los relatos no deberían llevar fotos. Todo lo debe aportar tu imaginación.
barnum77
En un 99,99999% me parece magistral!!!!
ClonAngeluzMage
Un eyaculador precoz dura más que muchos relatos que hay por aca (algunas de esas historias son muy buenas). No es necesario meter una tonelada de fotos en el post, solo basta hacer una buena descripcion de los personajes y listo.
Ahora a esperar el 13° capítulo.

salen los +10 y reco.
ferij
Excelente!!!
lapachamanca
La verdad un relato legendario tirando a un 100% mitico segui asi por favor
ruso201784
tremendoooooo no me canso de desirlo ... cada capitulo te va atrapando y hace querer mas y mas ... con respecto a las fotos no son para nada necesarias la manera de describir todo que tenes hace que la imaginacion vuele es como si lo estuviera viendo en vivo y en directo!! van +10 ya q solo ese puntage se puede dar , sino le pondria un millon de puntos
Romuloarcelo
Que fantástica historia!!!!! Me comí todos los capítulos de una esta tarde!!!! y menos mal que la descubrí "tarde" porque sino me mata la ansiedad hasta que sale un nuevo capítulo (si la seguís fantástico, pero sinó puedo darme por satisfecho) jaja abrazo
veteranodel60
Las palabras están de más, ya te comentaron todos los elogios disponibles , pero dos un genio y te mereces mucho más que 10 puntos , felicitaciones y un abrazo grande, si querés escribir el próximo bienvenido sea ,+ 10
Monstruo0501 +1
Brother no hay palabras para describir lo buenos que estan estos relatos. Realmente muy exitantes cumplen con su cometido. Superas las expectativas, tenes mi10+
maxpain13 +1
Sin palabras loco no hace falta aclarar con los relatos nos llevas a primera persona, pero por favor no tardes tanto en subir los otro
coquillo
Excelente como siempre. No le pongas fotos, pierde el encanto de una historia bien contada.
coquillo
Excelente como siempre. No le pongas fotos, pierde el encanto de una historia bien contada.
Fabry316
simplemente excelente!
van 10
kramalo
Muy bueno...!! me gusto la aclaración final que hiciste.... ah!, me parecía raro que hubienran más tipos con la pija como la mia...jaaa! es un chiste..! sigue..?
pacovader +1
Para mi están perfectos así. Un buen relato no necesita de más, sólo no te tardes tanto.... 😀 gracias por compartir
Silver_leon
Increíble relato, para volverlo a leer de corrido. Muy bueno felicitaciones
rom123lopz
Muy bueno loco, no hace falta que sea real para que caliente un relato. Seguí así
xxx_carl_666
porfavor no pongas fotos siento que solo arruinan el relato, ya que uno se da la imagen de los personajes con su imaginación, las fotos solo encasillarian a los personajes y arruinarian el relato.
xxx_carl_666
porfavor no pongas fotos siento que solo arruinan el relato, ya que uno se da la imagen de los personajes con su imaginación, las fotos solo encasillarian a los personajes y arruinarian el relato.
sebatatu1984
Fantástico sigo leyendo y ma entusiasta estoy con la historia
cemen_tongue
si es ficticio entonces, sos buen guionista!
ramses1410
Muy buena series de relatos, totalmente atrapante. Sigo cada capítulo. Un saludo genio!