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Nuevos amantes. Capítulo 10

Nuevos amantes. Capítulo 10

Esta es la historia de Diego y Mariana, dos chicos que comienzan una relación que poco a poco se va enredando entre amor y engaños y en la cual el sexo juega un papel principal que va a definirlo todo. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 10: Final feliz (Mariana)
   Después de habérmelo cruzado esa noche en la casa de Soledad, no pude sacarme a Diego de la cabeza. No fue solo el sexo, sino que fue nuestra relación, el deseo, el cariño y todo lo que yo sentía por él. Esa noche terminé llorando de manera desgarradora en los brazos de Sabrina, mientras que Yamila y Soledad acomodaban un poco las cosas. “¡Lo amo! ¡Lo amo con toda mi alma!” le gritaba a mi amiga en referencia a Diego, el chico que me había tratado con una putita a pedido mío en el baño. El problema era que Lucas, mi novio, llegaba de viaje a los dos días y yo no sabía con qué cara lo iba a mirar, pues durante esos días no pude dejar de pensar en el otro chico.
   Mi novio llegó y lo primero que hicimos fue encerrarnos en una habitación a tener sexo bien zarpado. Obviamente él se dejó dominar como lo había hecho las últimas veces que estuvimos juntos y hasta me pidió que le pegara y lo tratara mal. Era evidente que el juego de la dominación le había encantado y que lo tratara como a un objeto sexual invaluable lo calentaba muchísimo. Pero cada vez que estaba con él yo pensaba en Diego, en nuestro encuentro en ese baño y en como él me tomó del pelo para obligarme a que me tragara su pija. Esa imagen pasaba por mi cabeza cada vez que mi novio dejaba que hiciera con su cuerpo lo que a mí se me daba la gana.
   Podría haber quedado ahí, podría haber sido todo algo sexual que con el tiempo una va olvidando hasta darse cuenta de que era simplemente placer. Pero no, Diego no era solo eso. Porque cuando estaba sola y mi mente empezaba a divagar, me encontraba recordando conversaciones con él, abrazos y caricias. La imagen de su rostro sonriendo preguntándome si era feliz con Lucas aparecía una y otra vez en mis noches y mi respuesta era cada vez más inverosímil. No fue hasta que una mañana me levanté de golpe y lo primero que hice fue darme cuenta que no era feliz con Lucas.
   Ese día fui temprano a la casa de Soledad y cuando Sabrina y Yamila llegaron empezamos a hablar sobre mi situación. “Dejalo a Lucas. Ya te lo dije mil veces” me contestó directo Sabrina cuando yo le dije lo que me estaba pasando en la cabeza. Yami y Sole fueron en la misma dirección y coincidieron con ella, acotando que además de que yo estaba enamorada de Diego, Lucas me había lastimado muchísimo en el pasado. Y era verdad, pero ahora Lucas no solo me era fiel, sino que disfrutaba plenamente de su compañía y del sexo con él. Las chicas se fueron y yo me quedé a dormir en lo de mi amiga para no estar sola pero a las cuatro de la mañana, hurgando en las redes sociales, vi una foto de él con Ramiro en medio de un boliche.
   Estaba hermoso con esa camisa semi abierta y ese peinado que le quedaba divino. Sus ojos brillaban por el flash de la cámara y su sonrisa sobresaltaba sobre todo en la foto. Quería escribirle en ese momento para pedirle que me pasara a buscar por lo de mi amiga y me llevara con él. Me moría de ganas de decirle lo hermoso que era y lo mucho que deseaba estar con él. Sin embargo me contuve, pues supe que lo que iba a hacer me iba a arrepentir al día siguiente. El problema fue que solo duré cuatro días, ya que terminé escribiéndole el siguiente mensaje: “Necesito verte. Quiero que me hagas tuya y hacerte mío. Nunca nadie me hizo acabar como vos Diego. Sos la única persona con la que soy verdaderamente feliz”.
   A pesar de que lo vio en el momento, no respondió enseguida, sino que se tomó su tiempo seguramente para pensar que decirme. El problema fue que la respuesta no era la que yo esperaba, ya que me terminó diciendo que él me extrañaba pero que se estaba viendo con otra chica y que en ese momento no podía. Sin embargo no me iba a quedar con un “no” como respuesta y le insistí tanto que terminó aceptando en juntarnos a ver. Le propuse de venir a casa, pero él prefirió un lugar público, por lo que terminamos juntándonos el 10 de Febrero en un parque que quedaba a unas cuadras.
   El calor era agobiante y el sol pegaba de una manera insoportable, pero mi felicidad fue inmensa cuando lo vi llegar al horario que habíamos acordado. Me saludó con un beso en la mejilla y yo le di un abrazo que traté de extender todo lo que pude. Hablamos unos segundos, le pregunté cómo estaba e intenté entablar alguna conversación, pero era evidente que Diego no se sentía cómodo. Me contó que estaba saliendo con una chica llamada Aldana y que se veían hacía unos pocos días. Eso me dolió bastante, sin embargo traté de disimularlo lo mejor que pude.
   Lo besé. Por unos segundos él aceptó el beso y dejó que mis labios hicieran contacto con los suyos. Sin embargo Diego se terminó alejando con la excusa de que él no había ido ahí para eso. El resto de la charla no fue para nada amena, ya que los dos nos sentíamos incómodos y no sabíamos muy bien que decir. Le terminé confesando que tenía pensado dejar a mi novio y que en gran medida era porque no podía dejar de pensar en él. “No sé qué decirte” me respondió y es por eso que atiné a besarlo de nuevo, pero en esa oportunidad él se alejó y se terminó levantando del banco en el que estábamos sentados para irse con un simple: “Chau”.
   De golpe me sentí una idiota, una estúpida total por haber hecho eso. Esos días estuve encerrada en mi casa, pensando en él y en cómo había desaprovechado la oportunidad. Por mi cabeza pasaban miles de escenas que nunca habían ocurrido y que seguramente hubiesen sido mejor si sucedían de verdad. Pero ya todo había pasado y Diego estuvo una semana sin hablarme, sin decirme nada e ignorando los mensajes que yo le mandaba para pedirle disculpas y decirle que necesitaba verlo. Para colmo se acercaba el 14 de Febrero y Lucas insistía con organizar algo súper romántico y tierno conmigo, cosa que yo quería evitar.

   El día anterior al día de los enamorados me encontraba sola en mi casa después de haber cenado mirando una película. Habíamos acordado con Lucas que él iba a ir a dormir a casa después de ir al cumpleaños de uno de sus amigos, por lo que era probable que llegara cerca de la una de la mañana. No eran ni las diez de la noche y yo estaba sentada en el sillón, con una remera larga y un short de entrecasa, mirando una serie. De golpe mi celular sonó y al ver que era Diego el que me estaba llamando, me abalancé sobre él y lo atendí con el corazón latiéndome a toda velocidad.
   - ¡Hola!- Lo saludé tratando de disimular mi entusiasmo.
   - Hola ¿Estás en tu casa?- Me preguntó él sin más.
   - ¡Sí!- Le respondí enseguida de manera acelerada.
   - ¿Puedo subir? Estoy abajo.- Me contestó él.
   De golpe el corazón se me frenó por unos segundos y me quedé muda. Sin pensarlo y sin dudarlo, salí del departamento y bajé lo más acelerada que pude para abrirle la puerta al chico que me esperaba abajo. Cuando lo vi bien vestido, con una bermuda, unas zapatillas y una remera, me di cuenta que yo lo estaba recibiendo totalmente zaparrastrosa. Sin embargo no me importó, lo saludé con un abrazo y un beso en la mejilla. Subimos en el ascensor casi en silencio y entró en casa sin saber lo que podía llegar a pasar.
   Le ofrecí algo de tomar pero él me dijo que no, que no quería nada y se sentó en una de las sillas. Yo me senté al lado de él y enseguida empezó a hablar. Me dijo que él me quería muchísimo y que disfrutaba del sexo conmigo, que había encontrado en mí una persona que le había movido el piso y que por momentos solo quería estar conmigo. Pero que así como eso había pasado, nunca llegó a entender porque yo lo elegí a Lucas sobre él y que eso lo terminó de convencer de que yo no lo quería. Por una milésima de segundo se me rompió el corazón, pero enseguida me di cuenta que si Diego estaba ahí era por algo, era porque todavía no había dado por terminada nuestra relación.
   La conversación se extendió por casi una hora en la que él habló casi todo el tiempo y yo lo escuchaba al borde de las lágrimas. En algunas cosas tenía razón, en otras no tanto, sin embargo sentí que se estaba abriendo a mí de una manera en la que nunca nadie lo había hecho. “Te digo la verdad, me puse de novia con Lucas porque pensé que era la única manera de superarte… Y me equivoqué” le dije cuando tuve la oportunidad de hablar y al parecer eso fue suficiente para que él entendiera lo que de verdad pasaba por mi cabeza. Sin dudarlo, sin pensarlo ni un segundo, Diego me besó.
   En un principio sus labios se sentían fríos, hasta distantes. Sin embargo cuando apoyó su mano sobre mi mejilla, noté como el calor brotaba en su cuerpo y se traspasaba al mío en casi un instante. Fue un beso largo, simple, pero muy sentido, que transmitía muchísimas emociones y algo más que deseo. Volver a sentir sus labios de esa manera me encantó y a la vez me encendió por completó. Sentí un impulso inmenso por tirarme encima suyo y hacerlo mío nuevamente, sin embargo tenía dudas sobre lo que podía llegar a pasar si lo hace. Pero por una vez en mi vida decidí arriesgarme y salté encima de él, quedando sentada sobre sus piernas con mis brazos sobre sus hombros y nuestros labios pegados.
   Enseguida el ambiente se puso mucho más fogoso y nos dejamos llevar por el deseo. Él puso sus manos en mi espalda y empezó a acariciarme mientras que yo seguía besándolo, metiendo mi lengua en su boca. Sus manos bajaron hasta mi cintura e hicieron contacto por la piel, volviendo a subir por mi espalda pero en esa oportunidad por dentro de la remera. Yo pegué mi cuerpo al suyo y rocé mis tetas sobre su pecho, mientras que mi boca se iba corriendo por su cara hasta llegar a su cuello.
   La ropa empezaba a molestar y nos fuimos deshaciendo de ella. Él primero me sacó la remera y enseguida fue a mis tetas para besarlas y lamerlas con ganas. Entonces yo le quité a él la remera y pasé mi mano por su pecho para después volver a comerle la boca. Nos paramos y nos quitamos lo que nos quedaba, quedando él en bóxer y yo en ropa interior. Entonces puso su mano sobre mi nuca y me agarró con fuerza de los pelos mientras que me mordía los labios con fuerza. Noté como se iba haciendo más grande y yo cada vez más chica a medida que su mano tiraba de mis pelos hacia abajo. Enseguida supe lo que se venía.
   - Agachate trolita.- Me dijo.- Chupame la pija como vos solo sabes hacerlo.
   Su mano me acompañó hasta que estuve de rodillas en el piso y permaneció en mi nuca todo el tiempo. Mientras que le besaba la cintura y recorría sus abdominales con mis labios, le bajé el bóxer para volver a tener frente a mi rostro esa pija hermosa que tenía. La tomé con firmeza y comencé a pajearlo, pero diego ya estaba totalmente duro. Le pasé la lengua desde la base hasta la punta y noté como esta latía de golpe. “Dale puta. ¡Chupamela!” volvió a ordenarme Diego y noté como todo mi cuerpo temblaba al ver que él me trataba de esa manera.
   Comencé a chupársela ni bien terminó de decir esa frase y noté que mis labios hicieron efecto enseguida. Me la metí de lleno en la boca y la fui lamiendo hasta que me atraganté con ella por culpa de la presión que él ejercía con su mano sobre mi nuca. Hice fuerza hacia atrás y logré escaparme a pesar de que él no me soltó, pero me dio tiempo a escupir la saliva que tenía en la boca para volver a comérmela entera. Así una y otra vez, hasta que noté como mis labios estaban completamente mojados y de mi boca colgaban hilos de baba al igual que desde su pija.
   - ¡Como te gusta mi pija! ¡Que putita que te ponés!- Me dijo Diego viendo como volví a agarrársela con la mano y mientras lo pajeaba me ocupaba de chupársela.
   Me encantaba ese momento, era lo que había deseado durante todo ese tiempo. Tenerlo a él, el hombre de mi vida, obligándome a ser su putita y a chupársela como él quería. Me calentaba muchísimo estar ahí arrodillada, pasando mi lengua sobre la verga de Diego en medio del comedor de la casa. Disfrutaba cada segundo de ese momento y la saboreaba por completo. Veía como se agrandaba cada vez que mi lengua pasaba por su cabeza y sentía como se ponía más dura siempre que la tocaba con mis labios. Él era todo mío y yo era toda suya.
   Entonces tiró con fuerza de los pelos de mi nuca y me obligó a levantarme de golpe. Me besó y noté toda la humedad de mis labios haciendo contacto con los suyos, mientras que con mi mano buscaba su verga para no soltarla en ningún momento. “¡Vamos a la pieza!” me dijo y me arrastró con brusquedad pero sin dejar de besarme en ningún momento. Entramos a la habitación y me empujó contra la cama, a la cual caí de golpe quedando acostada boca arriba. Él enseguida se subió y fue directo a mi entrepierna, sacándome la bombacha con violencia y zambulléndose en mi cuerpo para volverme loca de placer.
   Fue mucho más atrevido que cualquier vez, pues en esa oportunidad noté como su lengua se movía a toda velocidad sobre mi clítoris, haciéndome temblar. No pude controlar un gemido de placer al sentir como sus labios hacían contacto con los de mi concha y como sus manos abrían con violencia mis piernas desde mis muslos. Era un contexto totalmente distinto del cual veníamos. De golpe la tranquilidad y el silencio que había reinado en la conversación se convirtieron en movimientos abruptos, gemidos de placer y nuestros cuerpos rozando todo el tiempo.
   Sentí como uno de sus dedos entraba en mi cuerpo y le devolví un gemido inmenso que indicaba lo mucho que me había gustado eso. “¡Que rica conchtia que tenes! ¡Me encanta!” me dijo él y volvió a pasar su lengua sobre mi cuerpo. Entonces noté que estaba en una posición muy comprometida y cerré de golpe las piernas a la altura de su cuello, haciéndolo mi prisionero. Diego intentó abrirlas pero no pudo, ya que una de sus manos había quedado mal ubicada entre mis piernas y con un dedo en mi concha. Era mío, era mi prisionero de golpe.
   - ¡Dale! ¡Chupamela toda a vos ahora!- Le dije poniendo voz firme.
   Entonces no lo quedó otra que obedecer, pues estaba en desventaja en esa situación. Noté su lengua que se movía como loca sobre mi conchita mientras que sus labios hacían contacto permanente con los míos. Su dedo se movía alrededor mío mientras que con su otra mano envolvía una de mis piernas intentado abrirlas. Pero no podía, era mi prisionero una vez más y eso me calentó tanto que cada contacto de su lengua sobre mi cuerpo era mucho más placentera que el anterior. Me agarré las tetas con fuerza y empecé a jugar con mis pezones mientras que él seguía chupándomela y calentándome más y más.
   De golpe lo liberé y él se levantó respirando de manera agitada. Quedó unos segundos arrodillado entre mis piernas tratando de recuperar el aliento, mientras que me miraba con una expresión que hizo que me mojara toda. No era odio y tampoco era bronca aunque intentaban serlo, pero en realidad era deseo y lujuria, eran ganas de cogerme y darme placer a lo loco. Se tiró encima de mí y nos volvimos a besar, sintiendo el sabor de mi cuerpo en sus labios y rozando nuestras lenguas.
   Diego empezó a cogerme de golpe y lo hizo a toda velocidad. En esa oportunidad no había momentos lentos o tranquilos de adaptación, era todo calentura y deseo. Su pija entró en mi conchita empapada y resbaló hasta quedar bien adentro y lograr sacarme un grito que se escuchó por toda la habitación. Entonces comenzó a mover su cintura hacia adelante y hacia atrás haciendo que esta entrar y saliera de mi cuerpo a toda velocidad. Mis gemidos se hicieron cada vez más y más fuertes, provocándome alaridos en los que le pedía que no parara de cogerme y que me diera cada vez más duro.
   Lo abracé sobre la espalda y él colocó sus manos al lado de mi cabeza y nuestros labios hicieron contacto de nuevo. Lo envolví con mis piernas como diciéndole “no quiero que te vayas”, pero dejé el espacio suficiente para que Diego pudiera seguir moviéndose como loca. Me encantaba la manera en la que me cogía como loco, como una bestia. Me mordió los labios y los estiró hacia atrás para después soltarlos y dejar que mi cabeza cayera nuevamente sobre la almohada. Entonces sentí el gusto de la sangre en mi boca y lo besé para que él pudiera sentirlo también.
   - Date vuelta putita.- Me dijo Diego luego de cogerme con ganas durante varios minutos.
   Enseguida me puse boca abajo y levanté mi cuerpo para quedar en cuatro. Sentí una vez más como su verga me penetraba de golpe y entraba toda en mi cuerpo, logrando sacarme una vez más un gemido de placer. Pero en esa oportunidad fue mucho más fuerte que el anterior, pues noté como todo mi cuerpo comenzaba a vibrar al mismo momento que sus manos me agarraban con fuerza a la altura de la cintura. Diego me empezó a coger y no pude aguantarme las ganas. Mis manos sujetaron con fuerza las sabanas que se salieron de su lugar y levanté mi cabeza para poder gritar el orgasmo que estaba a punto de tener.
   - ¡Si! ¡Cogeme! ¡Haceme tuya!- Le dije entre alaridos y gritos de gozo.
   - ¡Vas a ser mía para siempre!- Me dijo él moviéndose cada vez más y más rápido, provocando que su cuerpo chocara contra mi cola a toda velocidad.
   - ¡Sí! ¡Soy tuya!- Le volví a decir y noté como el calor invadía todo mi cuerpo.
   De golpe empecé a temblar de una manera en la que nunca antes lo había hecho. Sentí como un calor agobiante me invadía toda la espalda y como mis manos se debilitaron haciendo que mi cuerpo cayera sobre el colchón. Entonces acabé de una manera increíble, como nunca antes lo había hecho en mi vida. De mi conchita empezaron a salir mis flujos que empaparon por completo la pija y el cuerpo de Diego, quien no paró a pesar de eso y me siguió dando bien duro. Mis gritos se hicieron aún más fuertes a tal punto que terminé mordiendo la almohada para poder descargar todo el placer que sentí en ese momento. ¡Fue hermoso!
   Pero él todavía no había acabado y me siguió cogiendo de esa manera volviéndome aún más loca y haciéndome gozar como nunca. Sus movimientos eran totalmente violentos y su cuerpo chocaba contra el mío provocando que su verga entrara a fondo de mi conchita empapada. Me encantaba, me prendía muchísimo. Sus manos seguían firmes en mi cintura y me sujetaban con fuerza mientras que las mías volvían a agarrarse con firmeza de las sábanas. “¡Que rico como me hiciste acabar!” le dije y noté una sonrisa de oreja a oreja en mi cara.
   Después de eso, él se acostó en la cama y me pidió que me lo cogiera como yo sola sabía hacerlo. A pesar de como se había dado la situación y de que él había dominado casi todo el tiempo, aproveché la oportunidad para hacerlo mío nuevamente una vez que lo tuve a mi merced. Mis manos fueron enseguida a su cuello mucho más rápido de lo que él pudo reaccionar y comencé a ahorcarlo mientras me movía como loca hacia adelante y hacia atrás con su pija clavada en mi concha toda mojada. Él me miró fijo a los ojos y noté que estaba a punto de acabar y sentí como todo mi cuerpo se prendía fuego de nuevo.
   - ¡Acabá, mi amor!- Le dije.- ¡Dame toda la lechita!
   Me empecé a mover de manera mucho más acelerada y sentí como mi cuerpo volvía a temblar. No podía creer lo que estaba sucediendo, pero cuando noté como toda mi conchita se mojada de golpe, supe que ese segundo orgasmo era igual de hermoso que el primero. Apreté con más fuerza el cuello de Diego y él posó sus manos sobre las mías intentando liberarse, pero no podía. Yo seguía acabando y me seguía moviendo a toda velocidad. Era impresionante el placer que me estaba provocando toda aquella situación y no quería parar de disfrutarla. Entonces noté como cerraba los ojos y entreabría la boca buscando alguna bocanada de aire pero no encontraba nada.
   Lo solté en el momento indicado y Diego respiró justo a tiempo para lanzar todo su semen adentro de mi conchita. Noté como su verga explotaba mientras latía adentro de mi cuerpo. Me miró fijo a los ojos y noté la felicidad en su rostro así como seguramente él notó la mía. Frené de golpe y apoyé con suavidad mis manos en su pecho y observé la belleza de aquel hombre con el que acababa de coger de una manera increíble y que había logrado darme dos orgasmos impresionantes. Me agaché con suavidad y lo besé.
   - Te amo.- Me dijo él y yo le devolví una sonrisa.
   - Yo también te amo.- Le dije y volví a besarlo.
   Nos acostamos uno al lado del otro y apoyé mi cabeza sobre su pecho. Mientras que él me hacía caricias en el pelo, sentí como su corazón iba latiendo cada vez más y más lento a medida que nos íbamos calmando. No hiso falta decir nada, pues los dos sabíamos que lo que acababa de pasar era mucho más que simplemente sexo. Ye había tiempo de hablar con Lucas para terminar ese noviazgo así como él ya tendría tiempo de hablar con Aldana para cortar esa relación. Ahora éramos los dos solos, él y yo, acostados en esa cama disfrutando de lo que acababa de pasar y pensando en un futuro juntos y lleno de sexo salvaje.

                                                                                          FIN!



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4 comentarios - Nuevos amantes. Capítulo 10

Explorador_FE +1
Excelente aporte. Me encanta esta serie de relatos.
Te dejo 10 puntos y te invito a ver mis últimas contribuciones a la Comunidad de Poringa. Te recomiendo especialmente mi último post, dedicado a Cami de Merlo.
https://poringa.net/Explorador_FE/posts
HistoriasDe
Miuchas gracias! Me alegro que te gusten!!
daros82 +1
Al fin me puse al día!! Lindo final, bien romántico después de tanta lujuria jejeje buena mezcla 😏🔥🔥
HistoriasDe +1
Que bueno!Me alegro que te haya gustado!
stormdax +1
hermosos relatos, muy lindo muy picantes, recomiendo comienzen por el primero. no le doy mas puntos por que no tengo.
HistoriasDe
Muchas gracias por recomendar!
garcheskikpo +1
Que linda saga/serie, con todos los condimentos, cuando una persona se engancha con otra hasta enamorarse, no hay nada que hacer, te pueden poner la mina más linda o el tipo más lindo pero no se olvida ESA o ESE que te hiso ver las estrellas.
Mariana y Diego se entendieron bien desde el primer momento y merecian acabar juntos, literal jaja.
HistoriasDe
Gracias! Me alegra que te haya gustado tanto la saga. Tenes muchas más para divertirte!