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Hija angelical, madre diabólica (parte 2)

"Los viejos hábitos son los mas difíciles de cambiar" leo pintarrajeado en un asiento del colectivo que me lleva y trae durante todo Enero de la casa de Paloma.

El mes en el que Catalina estuvo de viaje por Europa; yo la pasé en otro tipo de viaje con su madre. Enero pasó lleno de sexo sucio, sudor y humo. Empezamos prolijos y convencionales en la cama, pero a los pocos encuentros nos quedó chica y aburrida. Comenzamos un citytour por todo el departamento. Apostamos por la cocina, arriba de la mesada y en el piso. De parados contra la puerta de entrada haciéndola sonar con un ritmo que delataba lujuria. Una parada obligada era sentado en el bidet y Paloma cabalgándome con violencia. Le gustaba pellizcarme los pezones a lo que yo respondía mordiendo los suyos. Insultaba mucho, lanzaba obscenidades al aire, haciendo partícipes obligados a los vecinos. Pero su morbo personal y mas sucio era hacerlo en la cama de sus hijas. Principalmente la de la mayor; Catalina. Cuando lo hacíamos ahí me obligaba a eyacular sobre su almohada y sábanas. Otras tantas se volvía creativa; me traía la ropa interior de ella y me secaba el semen con sus tangas.
- No voy a cambiar las sábanas hasta que lleguen las chicas.
- Perra perversa.
- Gracias.
En aquel entonces no conocía el significado de esas marcadas de territorio. Lo iba a entender en unos meses.
Empezado el año escolar sigo afianzando tanto mi amistad con Catalina, como los encuentros con Paloma. Catalina es una gran persona que un poco detallé en el relato anterior. Buena amiga, buena estudiante, buena hija. Rubiecita alegra de carita angelical, piel blanca y sonrisa fácil. Todo en un envase chiquito. Por sobre todo contrastan dos grandes pechos heredados de su madre pero que no utiliza a su favor. Los mantiene ocultos siempre que puede. Un compañero drogadicto la describe con notable simpleza: "Te partís sola, rubia" a lo que ella responde con silencio y un mas que evidente enrojecimiento de mejillas. Es discreta y correcta, con la mente limpia. Me gusta hacerla reír y ella se ríe conmigo.
En el curso otros compañeros nos sugieren formar pareja aludiendo a lo bien que nos llevamos. En un principio respondemos con un "ni ahí, somos amigos" aunque en mi cabeza indago en los posibles futuros alternativos que pueden llevarme a tener una tormentosa relación con la hija de mi amante veinticuatro años mayor. Luego de unas pocas semanas y de mucho bromear sobre el tema conversamos seriamente sobre el asunto. Ella me confiesa un amor cultivado desde el primer año que nos conocimos, pero que a miedo de perder nuestra amistad nunca lo esclareció.
- ¿A vos que te pasa conmigo? - Pregunta que, creo yo, está mal formulada. La correcta debe ser "¿A vos que te pasa con nosotras?"
Todo se reduce a una ecuación de lo mas simple. Verla a ella es verla a Paloma. Veinticinco años menos. Pero verla. Quedo con la mirada perdida recordando el verano pasado cuando su madre me masturbaba con fuerza para que yo acabe sobre la cama de mi amiga. Manchando la almohada y sabanas que usó por última vez antes de irse a Europa con su papá y hermana. Recuerdo también sus tangas y culotes llenos de mi semen mientras Paloma dominaba y decía "Mira como dejaste toda manchada la tanguita de mi nena, pendejo".
-...¿Y? - Espera una respuesta. Me mira con ojos desesperanzados.
- Me gustas. Sabes igual que yo lo bien que nos llevamos pero... No se si... No se. - "No se si es buena idea empezar una relación con vos mientras me curtí a tu vieja todo el verano... y me la sigo curtiendo... y no creo que vaya a dejar de hacerlo. Me gustas, posta. Pero no te quiero cagar la vida sabiendo que tu vieja pasó antes por tu novio. Y eso que no te cuento todas las cosas que me hizo hacer en la casa de ustedes. Y a tus cosas. A tus cosas íntimas. ¿Nunca te contó que me sé de memoria todos los colores de tus tangas? Creo que hasta podría decirte cual tenés puesta ahora mismo" - No se, Cata. No quiero que terminemos mal y se vaya todo a la mierda. Lo mismo que pensas vos.
- ¿Y porque tiene que terminar todo mal? Ya está, nos gustamos. Lo mas difícil ya lo dijimos, ¿no? Ahora es cosa de darle para adelante y apostar.
- Si, lo mas difícil ya lo dijimos - "Mentira....forro." - ¿Así que desde el primer año ya gustabas de mi? - Le digo y la abrazo.
- ¡Si! Te miraba en el recreo y no sabía ni de que curso eras ni como te llamabas. Pero me parecías re lindo. Y justo viniste a caer en tercero con nosotros - Me mira embobada y nos besamos. Nuestro primer beso. Ella es dulce y sincera. Cálida. Yo soy una lacra. Paloma es una diabólica titiritera.
A la noche me llega un sms con una foto adjunta. Es un primer plano de sus tetas juntándoselas con el brazo. "¡Felicidades tortolitos! Tu corazón dáselo a mi hija. Pero acordate que tu pija es solo mía". No contesto y me voy a dormir.
- ¿El finde venís a casa que mi hermanita se va a lo de su amiguita y miramos una peli? O no se, hacemos lo que pinte. - Me mira pícara. Ya tuvimos relaciones sexuales un par de veces en mi casa y en una que otra fiesta. Nada destacable, hacemos el amor con ternura pero torpemente. Tengo que adaptarme a su inocencia y bajar mi contagiada perversidad. Ese sexo salvaje al que me tiene tan acostumbrado su madre.
- ¿En tu casa? ¿No querés ir al cine mejor? - No quiero por ningún medio estar en su casa. Mucho menos bajo el mismo techo con ella y Paloma.
- ¡Dale, che! siempre que te digo de venir a casa me pateas la invitación ¿Que te pasa? - Me reprocha con razón. Es cierto, siempre tengo una contra propuesta que termina aplacando su arreglo.
- Bueno dale. En tu casa el finde - Le digo mientras sigo prestando atención a la clase.
- ¡Buenísimo! Después te paso la dire.
- Ya sé donde es - Hablo distraído.
- ... ¿Como que sabes? - Me dice en voz mas alta y sorprendida.
- Federico y Catalina a ver si hacen silencio y prestan atención - La profesora me da los escasos segundos que necesito para pensar y salirme de mi inercia.
- Me invitaste a cenar el año pasado, ¿No te acordás? - Le digo en un tono mas bajo.
- Ah. Si, cierto. - Se relaja.
- Cabecita de novia - "Y pelotudo vos".
Evito a Paloma casi toda la noche. Apenas llego la saludo y no le hablo mas que con monosílabos. Me muestro por demás atento a Catalina. Aún siendo su casa la atiendo y consiento en todo. Le sirvo lo que quiere tomar, le digo piropos, la beso y hasta le llevo un chocolatito que a ella le encanta. Paloma pasea por la casa y siempre que puede me echa una mirada con una mueca que conozco bastante bien. Está molesta. Pierde el control y éso no le gusta. Odia los límites. El que domina la situación soy yo y se lo hago saber.
- Me voy a dormir no doy mas - Anuncia y se acerca a despedirse.
- Chau ma, ahora le bajamos el volumen así no te molesta - Dice su angelical hija.
- No pasa nada mi amor... Disfruten que se lo merecen - Dice su diabólica madre.
- Chau - Le digo levantándome para despedirme.
-... Nos vemos - Me dice y me da un beso cerca de la boca, demasiado cerca para mi gusto en ese momento. Por fortuna Catalina heredó las tetas pero no la suspicacia de su madre.
Acurrucados en un sillón y con las luces apagadas vemos Actividad Paranormal 3. Catalina va apoyando su cuerpo sobre mi a medida que la película avanza. Eso de las películas de terror es clásico pero resultón. Tiene puesto un conjunto negro que usa para dormir y que siempre se lo elogio. Se compone de un top suelto y un shortcito diminuto. Paso mi brazo alrededor de su cintura y la dejo ligera sobre su vientre, cerca de su pubis. Ahí empiezo a mover los dedos distraídamente sin apartar la vista de la tele. Haciendo dibujos sobre su monte de Venus su respiración se vuelve anormal. Mi dedo índice abre el camino entre su shortcito diminuto y comienzo a acariciar su vulva por encima de la tanguita. Ella me clava suavemente los dedos en el muslo. Su respiración se agita mas. Con un movimiento bajo su short y veo que lleva puesta una de las tanguitas color verde agua que Paloma usaba para limpiar mi pene. Paloma siempre está en mi cabeza.
- Seguí, amor dale - Implora agitada. Me concentro en mi novia, me concentro en la chica que me gusta. Sigo masturbándola suavemente; dándole tiernos besos en el cuello, detrás de la oreja y el pelo.
- ¿Te la puedo chupar un poquito? - Me pide con un hilo de voz. Desabrocha mi cinturón y baja el pantalón junto con el boxer. Yo me recuesto en el muy conocido sillón y miro el techo. Le pone ganas al oral, besa y lame el tronco. Chupa hasta donde puede. A veces me raspa los dientes contra el glande provocándome un ligero dolor pero lo aguanto. No quiero cohibirla; luego habrá tiempo para guiarla. Es una mamada inexperta pero con amor.
- ¿Te gusta, vida? - Me dice y cuando bajo la vista para responderle la veo. Paloma está con la puerta de su habitación apenas abierta, apenas visible. A espaldas de su hija mientras intimo con ella. Un movimiento rápido y silencioso de sombras por detrás del picaporte me indica que está masturbándose. Pajeandose es la palabra correcta. Ella no se masturba; se pajea fuerte y rápido. Me mira y se chupa el pulgar en burla hacia su hija.
- ¿Estás bien, amor? ¿Lo hago mal? - Vuelvo la vista hacia Catalina. Tiene mi pene flácido entre sus manos.
- No, no, mi amor. - Le digo y le doy muchos besos cortitos. De soslayo miro hacia la habitación de Paloma. Está la puerta cerrada. ¿Siempre lo estuvo? - Pasa que es un poco tarde, estoy medio molido. ¿Te jode si vamos a la cama y probamos ahí? - Pone carita de puchero y nos vamos a su habitación.
Lejos de la mirada de su madre vuelvo a ser yo. De nuevo estoy erecto y preparado para amar a mi novia. Hacemos el amor y nos quedamos dormidos cuchareando. O ella duerme. Yo no podría en toda la noche. Me levanto a orinar. En el baño abren la puerta y apagan la luz. Siento un cuerpo caliente y maduro a mi lado. Un cuerpo que aún en la mas oscura penumbra reconozco. Paloma.
- Hola pendejo ¿Me extrañaste? Yo extraño tu pija.
- ¡¿Que haces, loca?! ¡está tu hija a dos metros de acá, salí, se va a armar un re quilombo!
- Conozco a mi hija, pendejo. Así flaquita y delicadita como la ves, duerme como elefante anestesiado. Un dato que si sabes usarlo te puede servir.
- ¡Me importa un carajo, salí te digo! - Le grito con la voz lo mas baja posible.
- Ah. Que ¿No querés que te la chupe? ¿No querés que te coma esa pija venosa que solo se calienta cuando tiene cerca mi conchita? ¿No querés que llene tu pija de flujo caliente? Dale pendejo; no nos engañemos que nos conocemos. Querés mi concha y yo quiero tu pija, no seamos vuelteros. - Me dice apoyando sus enormes tetas en mi torso desnudo.
- Dale Paloma, anda. Por favor, anda. Estoy con Cata ahora y lo nuestro ya fue.
- Y si ya fue ¿Porque estás al re palo? - De un manotazo me saca el boxer rasgando una parte de él y me clava las uñas en el pene que está como un mástil. Masturbándome me dice:
- No tengo problema que estés con Cata, ya te lo dije, incluso me gusta que la cuides. Pero ésta pija; tu pija... Sigue siendo mía - Y tan rápido como termina de ocupar su boca con las palabras, ocupa su boca con mi pene. De una sola succión se lo clava hasta la garganta apoyando su nariz en mi vello púbico. No puedo ver ni las siluetas garabateadas en la noche. Todo está en completa oscuridad. Sólo siento el sonido de mi pija chocando contra su garganta y la respiración agitada de mi suegra. De mi amante. La mujer con la que le meto los, ahora ya oficiales, cuernos a mi novia.
- Si vamos a hacerlo, que sea rápido y mas te vale no hablar - Le digo levantándola de sus rodillas y acomodándome entre sus piernas. Ella apoya una pierna sobre el inodoro y se abre para mi. La penetro de una y sin clemencia.
- ¡Ay! ¡Si, así pendejo! Se nota que me extrañabas - Dice con un tono de voz elevado. La penetro rápido.
- Hablá bajo, no le caguemos la vida a Cata - Ella se ríe y me agarra fuerte de las nalgas.
- ¡Ay!¡Ay! ¡Ay!
- ¡Hablá bajo, pedazo de puta! - Le digo ya ofuscado. Vuelve a reír, le divierte mi nerviosismo.
- Tranquilito que acá mando yo, pendejo - Noto que se chupa el dedo índice y me lo manda por el culo mientras noto su sonrisa agitada.
Ahogo el grito involuntario que me provoca. Mueve apenas el dedo hacia dentro y hacia afuera. Me calienta y me encabrona a la vez. La tiro contra los azulejos fríos y le empiezo a dar sin tregua. Me aferro a sus tetas con bronca y ella me coge con el dedo. Es una lucha de poder sexual. Quién domina a quién y, a la vez, haciendo el mayor silencio posible. Acabo con fuerza llenado su interior y le muerdo el cuello dejándole una notoria marca al día siguiente. Es el segundo polvo de la noche pero sigo con el envión y no paro de penetrarla. A esta altura no se si es la calentura o el enojo lo que me hace seguir pero avanzo con furia sin parar. Ella acaba fuerte y en venganza me muerde el hombro. Es sexo tóxico, iracundo. Sexo con bronca. De los mejores polvos que hay.
Para ese entonces nos olvidamos de que Cata duerme a una pared de por medio. Continuo cogiéndola con las piernas ya entumecidas hasta que estando a punto de acabar la someto hacia abajo y obligo a que se trague mi descarga. Una vez que se toma todo; recién ahí saca su dedo de mi culo.
- Que rica cogida, pendejo. Ya no puedo esperar a la próxima.
- No va a haber próxima. Vas a tener que cambiar los hábitos. Anda haciéndote la cabeza que estoy con tu hija. Mi pija también.
- Si, claro - Dice mientras vuelvo a la cama con mi novia; dejándola en la penumbra y con mi semen en su interior.
Me acuesto y tenía razón; Catalina duerme como elefante anestesiado. Medito en lo que le dije a Paloma: "Vas a tener que cambiar de hábitos". Dormito pensando, y un poco sonriendo, en que: "Los viejos hábitos son los mas difíciles de cambiar".

2 comentarios - Hija angelical, madre diabólica (parte 2)

niquin37 +1
Muy bueno loco. Me re gustaron los 2. Ponele titulos numerados, asi es mas facil seguirte
Fedepatan
Le tomo la sugerencia, colega. Gracias por pasar!
Pervberto +1
¡Por mi parte, pienso que los más difíciles de cambiar son los hábitos que no queremos cambiar!
Fedepatan +1
Gracias por pasar y por los puntos de siempre, estimado!