inspirado algo que paso hace muchos años...
Cuando llegué a su casa, me encontré con un ambiente espacioso, una cama confortable, suaves sillones, un spa capaz de albergar a dos personas, y con un hombre bien parecido, un verdadero macho alfa. Su casa, un poco apartada de su ciudad, nos daba total libertad para gemir, gritar, e incluso, para poder cojer al aire libre. Yo estaba nerviosa, había llevado todos mis juguetes, los cuales consistían en un dildo, una máscara de cuero, un corset para la boca, un ball gag y un plug, entre varios otros juguetes. Mi papi me ofreció un baño, en el cual podía vestirme con un ajustado vestidito, unas panties y unas medias rayadas de color blanco y roda, así como también poder producirme con el maquillaje que había llevado. Tras delinear mis pestañas, aplicarme unapequeña máscara en mis mejillas y pintar mis labios con un provocador labial rosa, mi papi me esperó con una lujuriosa sonrisa, y con ojos resplandecientes de deseo. Me llevó a su habitación donde se encontraba la cama, en la cual me senté,y vi con deseo cómo mi papi me mostraba la erección en sus pantalones. Una verga enorme, la cual yo deseaba saborear desde hacía varios días. Intercambiamos varias palabras, mi papi me incitó a chuparle la enorme verga que comenzó a sobresalir de sus calzoncillos. Como perrita fogosa que soy, no pude contener mi deseo de chuparla, no veía la hora de poder saborear la lechita de papi, acabando en mi boca. Pero él, antes de introducirla, me ofreció una porción de chocolate, como premio anticipado de lo que, como su perrita, estaba a punto de hacer. Tras comer el chocolatito, y chupar los enormes dedos de mi papi, inserté su hermosa verga en mi boca, saboreandola y estando agradecida de que pudiera ser usada de esa manera. Mi cerebro quedó en blanco mientras saboreaba su enorme pija, y sólo pensaba en complacer a papi, pero él era más inteligente. Él no olvidó que debía enseñarme a ser una buena nena, así que constantemente me recordaba que debía pedir saborear esa verga hermosa. Mi boca y mi colita estaban ardiendo de placer, pues sabía que durante las próximas 6 horas, sería su putita, y me podría usar como él más quisiera. Papi se acostó en la cama, y pedí seguir chupando su verga. Intenté con todos mi deseos poder chuparla hasta el fondo de mi garganta, pero mi falta de experiencia sólo provocó arcadas, y una pequeña mirada de decepción de su parte, tras cada vez que intentaba fallidamente insertar su verga en mi garganta. Como buen papi que él es, intentaba ayudarme con sus manos, empujando mi cabeza y por lo tanto mi boca, hacia la base de su pija erecta. Me encantaba el sabor, me encantaba que él quisiera enseñarme a ser la putita que yo, como Sissy, quería ser, pero no podía mantener su verga en mi garganta por más de un segundo, sin sentir el inminente deseo de alejar momentáneamente la cabeza de su pija. Papi fue comprensivo, e interrumpidamente me daba chocolatitos para poder inspirarme, y que le chupara su ardiente verga de la manera en que él esperaba, pero fue inútil. Si bien su pija llegaba cada vez más hacia el fondo de mi garganta, las arcadas no cesaron. Entonces mi papi, más inteligente que yo, propuso pasar a la siguiente parte. Penetrar mi colita, la cual había sido entrenada sólo por juguetitos de plástico. Estuve muy agradecida de poder recibir la verga de papi en mi colita, por lo cual arqueé mi espalda, dejando mi cola al aire, quedando de en pompa. La humillación y la verguenza se vieron opacados por el deseo y la satisfacción de recibir su verga, que se introdujo fácilmente en mi ano, con ayuda de lubricante. Mi papi me embistió, y me embistió, apoyando sus manos en mi espalda, lo cual me recordaba que yo era su perrita, y que si quería recibir mi premio de tomar su lechita, debía inspirarlo. Gemí y gemí, grité y grité, esperando recibir su lechita, pero fue inutil. La estamina de papi se prolongó durante 2 horas de sexo intercalado, que debía llenar con el uso de mi boca y de mi colita, interrumpidamente. Èl continuaba dándome chocolatitos, y luego, vertiendo crema en su verga, para que la chupara como perrita obediente que yo soy. Me cojió la boca en todas las posiciones posibles, yo encima de él, él encima mío, penetrándola con fuertes embestidas que yo podía soportar cada vez mejor y durante más tiempo en mi garganta. Me cojió la cola en varias posiciones, en pompa, de costado, y sobre una mesa de mader.a. Papi me estaba enseñando a soportar su hermosa y fogosa pija, y durante esas dos horas, apenas se detuvo unos momentos para que él fumara un cigarrillo, o tomara un vaso de whisky, mientras yo chupaba su verga. Luego llegó el momento de tomar mi meriendo, la cual deseé durante largas horas. Arrodillada, le supliqué que acabara en mi boquita. El se masturbó frente a mis ojos, y finalmente obtuve mi recompensa: sabrosa leche de papi. Tras tener mi premio en mi boca, le mostré la leche a mi papi, y luego me la tragué. Acto seguido, seguí chupando su verga durante un minuto, para no desperdiciar ninguna gota de su elixir magico.
La segunda vez ocurrió luego de una larga charla, estando abrazados. Luego de que terminara de tomar su whisky, papi comenzó a comerme la boca, el cuello, a abrazarme con pasión y a rasguñarme. Le devolvií el beso, le devolví los abrazos, le devolví los rasguños, y le devolví la pasión. Me frotaba contra su pierna, como si estuviera en celo, y lentamente papi bajó mi cabeza para que volviera a chupar su verga. Esta vez, papi quiso usar algunos de mis juguetes. Me insertó el plug anal, pero debido a mi falta de experiencia con machos alfa, no pude soportarlo durante mucho tiempo, y debió cambiar hacia un juguete de menor tamaño, el cual me otorgó el placer y motivación necesaria para chuparle la verga a papi con todas mis ganas. Las arcadas se habían ido, podía chuparle toda la verga hasta el fondo de mi garganta, generrando eróticoas sonidos y, viéndolo a los ojos, sabiendo que estaba generando en él el placer que esperaba recibir de mí. En esas horas, aprendí a chupar la verga como una buena nena, y obedecer a mi papi en todo lo que él quisiera. Jugué con sus huevos, besándolos, chupándolos y apretándolos para que él pudiera experimentar mayor placer. Me había hecho adicta a él, a su pija, a sus huevos, a su miraa lujuriosa... estaba desesperada por poder tragar una segunda descarga de su leche, y finalmente... mi papi se levantó, mientras yo aún estaba acostada, contemplando su masculinidad, y nuevamente, me masturbó frente a mi cara, dandome cachetazos con su fogosa verga, recordándome cuanto anhelaba saborear nuevamente su verga. Me preguntó si quería la leche en mi boca o en mi cara, y sin dudar, le dije que en mi boca. Me hice adicta a su leche. Acabó en mi boca, y no desperdicié ninguna gota. Me tragué toda la leche, no sin antes mostrarle mi boca repleta de su semen, y luego volví a chupar su pija, para aprovechar todo el contenido que había descargado. Mi papi me dio mi merecido, me trató como una dama fuera de la cama, y como una perrita dentro de ella. Mi papi me ayudó a aprender a ser una mejor nena, y de más está decir que quedamos en encontrarnos nuevamente la semana que viene. Esa noche de sábado me costó dormir, pues cada vez que cerraba los ojos podía ver y sentir su verga, cojiendo mi boquita, una y otra vez.
Cuando llegué a su casa, me encontré con un ambiente espacioso, una cama confortable, suaves sillones, un spa capaz de albergar a dos personas, y con un hombre bien parecido, un verdadero macho alfa. Su casa, un poco apartada de su ciudad, nos daba total libertad para gemir, gritar, e incluso, para poder cojer al aire libre. Yo estaba nerviosa, había llevado todos mis juguetes, los cuales consistían en un dildo, una máscara de cuero, un corset para la boca, un ball gag y un plug, entre varios otros juguetes. Mi papi me ofreció un baño, en el cual podía vestirme con un ajustado vestidito, unas panties y unas medias rayadas de color blanco y roda, así como también poder producirme con el maquillaje que había llevado. Tras delinear mis pestañas, aplicarme unapequeña máscara en mis mejillas y pintar mis labios con un provocador labial rosa, mi papi me esperó con una lujuriosa sonrisa, y con ojos resplandecientes de deseo. Me llevó a su habitación donde se encontraba la cama, en la cual me senté,y vi con deseo cómo mi papi me mostraba la erección en sus pantalones. Una verga enorme, la cual yo deseaba saborear desde hacía varios días. Intercambiamos varias palabras, mi papi me incitó a chuparle la enorme verga que comenzó a sobresalir de sus calzoncillos. Como perrita fogosa que soy, no pude contener mi deseo de chuparla, no veía la hora de poder saborear la lechita de papi, acabando en mi boca. Pero él, antes de introducirla, me ofreció una porción de chocolate, como premio anticipado de lo que, como su perrita, estaba a punto de hacer. Tras comer el chocolatito, y chupar los enormes dedos de mi papi, inserté su hermosa verga en mi boca, saboreandola y estando agradecida de que pudiera ser usada de esa manera. Mi cerebro quedó en blanco mientras saboreaba su enorme pija, y sólo pensaba en complacer a papi, pero él era más inteligente. Él no olvidó que debía enseñarme a ser una buena nena, así que constantemente me recordaba que debía pedir saborear esa verga hermosa. Mi boca y mi colita estaban ardiendo de placer, pues sabía que durante las próximas 6 horas, sería su putita, y me podría usar como él más quisiera. Papi se acostó en la cama, y pedí seguir chupando su verga. Intenté con todos mi deseos poder chuparla hasta el fondo de mi garganta, pero mi falta de experiencia sólo provocó arcadas, y una pequeña mirada de decepción de su parte, tras cada vez que intentaba fallidamente insertar su verga en mi garganta. Como buen papi que él es, intentaba ayudarme con sus manos, empujando mi cabeza y por lo tanto mi boca, hacia la base de su pija erecta. Me encantaba el sabor, me encantaba que él quisiera enseñarme a ser la putita que yo, como Sissy, quería ser, pero no podía mantener su verga en mi garganta por más de un segundo, sin sentir el inminente deseo de alejar momentáneamente la cabeza de su pija. Papi fue comprensivo, e interrumpidamente me daba chocolatitos para poder inspirarme, y que le chupara su ardiente verga de la manera en que él esperaba, pero fue inútil. Si bien su pija llegaba cada vez más hacia el fondo de mi garganta, las arcadas no cesaron. Entonces mi papi, más inteligente que yo, propuso pasar a la siguiente parte. Penetrar mi colita, la cual había sido entrenada sólo por juguetitos de plástico. Estuve muy agradecida de poder recibir la verga de papi en mi colita, por lo cual arqueé mi espalda, dejando mi cola al aire, quedando de en pompa. La humillación y la verguenza se vieron opacados por el deseo y la satisfacción de recibir su verga, que se introdujo fácilmente en mi ano, con ayuda de lubricante. Mi papi me embistió, y me embistió, apoyando sus manos en mi espalda, lo cual me recordaba que yo era su perrita, y que si quería recibir mi premio de tomar su lechita, debía inspirarlo. Gemí y gemí, grité y grité, esperando recibir su lechita, pero fue inutil. La estamina de papi se prolongó durante 2 horas de sexo intercalado, que debía llenar con el uso de mi boca y de mi colita, interrumpidamente. Èl continuaba dándome chocolatitos, y luego, vertiendo crema en su verga, para que la chupara como perrita obediente que yo soy. Me cojió la boca en todas las posiciones posibles, yo encima de él, él encima mío, penetrándola con fuertes embestidas que yo podía soportar cada vez mejor y durante más tiempo en mi garganta. Me cojió la cola en varias posiciones, en pompa, de costado, y sobre una mesa de mader.a. Papi me estaba enseñando a soportar su hermosa y fogosa pija, y durante esas dos horas, apenas se detuvo unos momentos para que él fumara un cigarrillo, o tomara un vaso de whisky, mientras yo chupaba su verga. Luego llegó el momento de tomar mi meriendo, la cual deseé durante largas horas. Arrodillada, le supliqué que acabara en mi boquita. El se masturbó frente a mis ojos, y finalmente obtuve mi recompensa: sabrosa leche de papi. Tras tener mi premio en mi boca, le mostré la leche a mi papi, y luego me la tragué. Acto seguido, seguí chupando su verga durante un minuto, para no desperdiciar ninguna gota de su elixir magico.
La segunda vez ocurrió luego de una larga charla, estando abrazados. Luego de que terminara de tomar su whisky, papi comenzó a comerme la boca, el cuello, a abrazarme con pasión y a rasguñarme. Le devolvií el beso, le devolví los abrazos, le devolví los rasguños, y le devolví la pasión. Me frotaba contra su pierna, como si estuviera en celo, y lentamente papi bajó mi cabeza para que volviera a chupar su verga. Esta vez, papi quiso usar algunos de mis juguetes. Me insertó el plug anal, pero debido a mi falta de experiencia con machos alfa, no pude soportarlo durante mucho tiempo, y debió cambiar hacia un juguete de menor tamaño, el cual me otorgó el placer y motivación necesaria para chuparle la verga a papi con todas mis ganas. Las arcadas se habían ido, podía chuparle toda la verga hasta el fondo de mi garganta, generrando eróticoas sonidos y, viéndolo a los ojos, sabiendo que estaba generando en él el placer que esperaba recibir de mí. En esas horas, aprendí a chupar la verga como una buena nena, y obedecer a mi papi en todo lo que él quisiera. Jugué con sus huevos, besándolos, chupándolos y apretándolos para que él pudiera experimentar mayor placer. Me había hecho adicta a él, a su pija, a sus huevos, a su miraa lujuriosa... estaba desesperada por poder tragar una segunda descarga de su leche, y finalmente... mi papi se levantó, mientras yo aún estaba acostada, contemplando su masculinidad, y nuevamente, me masturbó frente a mi cara, dandome cachetazos con su fogosa verga, recordándome cuanto anhelaba saborear nuevamente su verga. Me preguntó si quería la leche en mi boca o en mi cara, y sin dudar, le dije que en mi boca. Me hice adicta a su leche. Acabó en mi boca, y no desperdicié ninguna gota. Me tragué toda la leche, no sin antes mostrarle mi boca repleta de su semen, y luego volví a chupar su pija, para aprovechar todo el contenido que había descargado. Mi papi me dio mi merecido, me trató como una dama fuera de la cama, y como una perrita dentro de ella. Mi papi me ayudó a aprender a ser una mejor nena, y de más está decir que quedamos en encontrarnos nuevamente la semana que viene. Esa noche de sábado me costó dormir, pues cada vez que cerraba los ojos podía ver y sentir su verga, cojiendo mi boquita, una y otra vez.
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