Luego de lo ocurrido terminé sintiendo un sinfín de emociones que no estaba preparada para sentir, además caminar y sentir el esperma chorreando de otra persona que no es tu pareja y que eso me excite no formaba parte de lo que tenía en mente a la hora de proyectarme en pareja, pero claramente estaba sucediendo.
Llegué a mi casa, el único sonido perceptible era mi respiración agitada, y los tacos de mis zapatos sonando contra el suelo. Traté de ver en donde estaba mi marido, pero no lo veía a simple vista, sin embargo, sentía unos sollozos del piso de arriba de nuestra casa, y ahí estaba.
Metido en la cama, sollozando, pero para mí sorpresa, con una enorme erección, tratando de amenizar, le pregunté por su día, giro a verme y en sus ojos habían más emociones de las que podía contar, me miró fijamente y me preguntó si seguía con la misma ropa interior y si me había duchado, a lo que respondí que no, venía directamente del trabajo.
Fue decir eso y se arrojó al piso, y con toda la desesperación del mundo bajo mi pollera y mi ropa interior solo para hundir su nariz en ella, luego lentamente fue besando mis piernas, según él "siguiendo el rastro del cornudo" y fue lamiendo desde ahí a mi entrepierna, como si su tarea sagrada fuera limpiar los rastros de la infidelidad y alimentarse con ella, yo lo miraba con éxtasis.
Ante nosotros se abrió una puerta que no íbamos a querer cerrar, su devoción a que le fuera infiel, y mi descaro haciendo todo a mi antojo, disfrutando como yo quisiera.
11 comentarios - Cornudo es poco