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Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte XI)

Hola a toda la comunidad! Agradecido como siempre de todos los puntos y comentarios.

Esta vez tomó un poco más de tiempo, pero acá está la siguiente entrega de esta historia.

Espero que la puedan disfrutar.

A los que recién se prenden y se interesan por el relato, la recomendación de que entren al perfil y busquen los capítulos anteriores.

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Capítulo 11

Me dejé caer de espaldas y me cubrí la cara con mis manos, incapaz de creer el nivel de suerte que tenía. Tenía a tres mujeres tremendamente hermosas dispuestas a tener sexo conmigo, dos de las cuales eran las mejores amigas de mi hermana, ¡y la tercera era mi propia hermana!
-No te vayas a quedar dormido, Pedrito, que esto recién empieza. –Me advirtió la voz de Betty, antes de llevarse mi verga a la boca.
Sentí que alguien se colocaba cerca de mí, y la voz de mi hermana se pudo escuchar cerca de mi oído.
-En cualquier otra situación de la vida, yo te hubiera cortado las pelotas si te encontraba dejándote chupar la pija por mis amigas. –Jessi y Betty se alternaban para tragarse mi glande mientras mi hermana seguía con su monólogo. –Pero esta no es una situación común y corriente. No te das idea de todas las veces que comentamos entre nosotras todas las cosas que le haríamos al tipo que nos atendía en el local. Te hubieras matado a pajas todos los días sólo con escucharnos. –A continuación procedió a lamerme el cuello, subiendo hasta llegar nuevamente a mi oído, tomándose un segundo para morder mi lóbulo antes de continuar. –Y cuando nos cogiste… Pendejo, debería ser ilegal que nos hubieras provocado tantos orgasmos. Ahí sí que no había forma de parar nuestra búsqueda. Te íbamos a encontrar y nos ibas a garchar hasta el hartazgo. Si tengo que ser honesta con vos, después de que te vimos la verga cuando te encontramos en el baño cogiéndote a la yegua de la novia de Charly, una parte de mí cruzaba los dedos para que fueras vos el dueño de la verga que chupábamos entre las tres.
Mientras escuchaba todo eso, sus amigas seguían haciendo de las suyas con mi verga, aunque parecía que se tomaban su tiempo para disfrutar, sin buscar hacerme acabar por el momento. Mi hermana proseguía con su relato, su voz seductora resonando en mis oídos, haciendo que me pusiera cada vez más caliente.
-Cuando me contaste que al final sí eras vos, me quise matar, pero eso me duró un ratito nada más. No sabés el morbo que me provocó saber que era mi hermano el que tenía esa verga que tan loca me volvía, y que me había dejado llorando de placer cuando me cogió. ¡Y qué buena cogida me pegaste en tu habitación! Después de eso, en un principio no pensaba compartirte con nadie, pero se lo tenía que contar a mis mejores amigas. Ellas se merecían saber que la mejor verga del mundo la teníamos al alcance de nuestras manos. Mirá lo calientes que están, Pedrito. Abrí los ojos y miralas.
Me incliné nuevamente hacia adelante para mirar hacia donde se encontraban ellas, que se despegaron de mi pija para darme una nueva visión que parecía salida de algún sueño adolescente: se estaban besando. Y no unos picos juguetones, tímidos, como si no se terminaran de animar a hacerlo, sino besos con lengua a full. Parecían amantes más que amigas, decididas a hacer que sus lenguas lucharan a muerte entre ellas.
-¿Te calienta mucho verlas así? –Preguntó Clara, nuevamente susurrándome al oído como el pequeño demonio en mi hombro, sólo que no había ningún angelito en el otro lado para contrarrestarla. –Pensamos que te iba a gustar ese espectáculo, por eso es la primera vez que hacemos algo así, sólo para vos. –Levantó la voz para que sus amigas la escucharan. –Chicas, parece que le gusta lo que ve.
-¿Sí? –Preguntó Jessi, despegándose de su amiga. –Si te soy honesta, estos besos con sabor a la pija de tu hermano a mí también me están gustando.
-A ver…
Jessi se acercó y mi hermana le metió la lengua como si quisiera saborear hasta el último resto que quedara de mi sabor en su boca, todo eso a centímetros de mis ojos. Mi cerebro parecía que iba a apagarse en cualquier momento, como si fuera demasiada excitación para que mi cabeza pudiera tolerarla.
De repente me había dado cuenta de que Clara ya se encontraba en ropa interior. Era obvio que se había ido desnudando mientras hablaba en mi oído, pero mi cerebro sólo había prestado atención a su voz y al espectáculo que tenía delante de mí.
Llevaba un conjunto verde, de un color muy parecido al de sus ojos, que le quedaba impecable. Todavía no había podido apreciar cómo se veía por detrás, pero sin dudas que sería toda una visión ese ojete envuelto en tela de encaje.
-Tenés razón, tiene sabor a la verga de Pedrito todavía. –Confirmó Clara, luego de separarse de su amiga. –Menos mal que no tenés ese sabor siempre, o te chuparía la boca todo el día. –Comentó, provocando las risas en las tres.
-Me parece que lo vamos a dejar pelotudo a tu hermano, Clarita.
-Entonces va a estar igual que siempre. –Dijo mi hermana con malicia, respondiéndole a Betty.
-Hija de puta que sos. –Fue todo lo que le dije antes de que tomar su cara entre mis manos y atraerla hacia mí para besarla con desesperación.
Ella se dejó atrapar y se colocó encima de mí hasta que terminamos acostados en la cama, metiéndonos mano por cada lugar que pudiéramos alcanzar, girando por sobre el colchón de un lado a otro.
Betty y Jessi se colocaron una a cada lado de nosotros y se interpusieron entre nuestras bocas para sumarse al festival de lenguas. Me fueron comiendo la boca por turnos, dándome todos los besos que se les habían quedado acumulados desde la primera vez que las atendí. Me lograron excitar tanto de esa manera que cualquier roce en mi verga posiblemente me hubiera hecho acabar al instante.
-Eso fue muy intenso. –Comentó Betty, una vez que las tres terminaron de mandarme al espacio exterior con sus bocas.
-La verdad que sí. –Dijo Jessi, luego de relamerse un segundo.
Las tres se quedaron mirándome durante unos segundos. No tenía idea de qué cara tendría en ese momento, pero era obvio que me habían dejado más boludo que de costumbre, porque empezaron a reírse.
-Ahora sí, chicas… ¿empezamos? –Preguntó Clara a sus amigas, las cuales asintieron mientras mantenían sus endiabladas sonrisas. –Vos quedate quietito, Pedro. Nada de moverte.
Aunque realmente hubiera tenido intenciones de moverme, mi cerebro era incapaz de coordinar un solo movimiento de mis extremidades. Todo lo que había sucedido desde dejé entrar a Jessi en el edificio seguía dando vueltas por mi cabeza, dejándome sin capacidad de reacción más allá de la excitación que me provocaban.
Ahora sí, era casi como los viejos tiempos, con las tres amigas desafiándose para bien quién ganaba esa competencia amistosa entre ellas. Pero con la diferencia que ahora podía ver el detrás de escenas, sin un puto panel que ocultara el espectáculo.
Tuve una ligera sorpresa al ver a mi hermana con el celular en la mano, pero de inmediato eso tuvo explicación.
-Cinco minutos, Jessi. –Anunció mi hermana. Evidentemente había abierto una aplicación de cronómetro en su equipo. –Ahora.
Obedeciendo a la señal de largada, Jessi fue la primera en engullir mi verga, y por la forma en que estaba chupándomela, parecía decidida a hacer que sus amigas sólo pudieran competir por el segundo puesto. Ayudándose con sus manos para ganar impulso, llegó con facilidad hasta la mitad de mi miembro al mismo tiempo que mi hermana indicaba que el primer minuto ya había transcurrido.
Así empezó a avanzar cada vez más, retirando cada tanto mi miembro para tomar aire y luego volver al ataque. De esa forma terminó llegando a meterse tres cuartos de verga antes de volver a liberar su boca y nuevamente inhalar como si fuera un buzo que se estaba por zambullir en aguas profundas.
-Tres minutos, Jessi. Te quedan dos.
La joven pareció estimularse con el aviso y dedicó los siguientes sesenta segundos a hacer desaparecer mi verga, haciendo igual que mi hermana unas semanas antes, tocando mi cuerpo con su nariz.
Sin poder resistir la tentación, coloqué mis manos en su cabeza y moví mi cintura durante unos segundos, literalmente cogiéndome su boca. Jessi no dio signos de incomodidad, por lo que continué así hasta que mi hermana anunció el final de su turno unos segundos más tarde.
-¡Tiempo!
-¿Otra vez te la tragaste toda? –Preguntó Betty, incrédula ante lo que acababa de presenciar. -¿Cómo carajo te metes todo eso en la garganta?
Esas preguntas despertaron mi curiosidad. Todo ese tiempo había supuesto que había sido mi hermana la que consiguió meterse toda mi verga en la boca, pero parecía que en realidad yo estaba equivocado.
-¿Otra vez? ¿Vos fuiste la que se la tragó entera la última vez?
-La única que pudo con tu anaconda hasta ahora. –Confirmó Jessi, orgullosa de su estatus, pero todavía secándose algunas lágrimas luego del esfuerzo realizado segundos antes.
-Pensé que habías sido vos. –Dije, mirando extrañado a mi hermanita.
-Lo de tu pieza fue la única vez que lo conseguí, aunque me tuviste que dar una mano. –Respondió mi hermana, algo apesadumbrada. Sin embargo, en sus ojos apareció un nuevo fuego ante el desafío que tenía por delante. –¡Pero ahora sí lo voy a conseguir sin ayuda!
Dicho eso, le dio su teléfono a Betty para que ésta controlara el tiempo, luego se arrodilló delante de mi verga y aguardó ansiosa por la señal que marcara el inicio de su turno.
-¡Dale hermanita, confío en vos!
Mi hermana no respondió, sino que simplemente sonrío ante mi pequeño gesto de aliento.
-¿Lista, Clarita? –Preguntó su amiga, celular en mano.
Clara levantó su pulgar sin mirarla, la vista clavada en el objetivo que estaba por meterse en su boca. Parecía concentrada como si se tratara de la competencia más importante de su vida. Betty simplemente apretó la pantalla del teléfono con su pulgar, dándole a entender que ya había iniciado su turno.
Mi hermanita empezó igual de furiosa que su amiga, alcanzando rápidamente la mitad de mi verga en poco más de un minuto. Pero, a diferencia de Jessi, le estaba costando mucho más poder avanzar más allá de ese punto.
-Último minuto. –Anunció Betty, mientras mi hermana recuperaba el aire luego de haber llegado a engullir tres cuartas partes de mi miembro.
-¡Dale que vos podés, Clarita! –La alentó Jessi, ansiosa por ver que mi hermana igualara su hazaña.
Clara cerró los ojos por un segundo, se relajó del todo, respiró hondo y, una vez que normalizó su respiración, se decidió a hacer su último intento. Era una carrera contra el tiempo, con mi poronga desapareciendo cada vez más adentro de la garganta de mi hermana.
-Diez… Nueve… Ocho…
Y cuando parecía que finalmente no iba a poder cumplir con el desafío que se había propuesto a sí misma, pude sentir el roce de su nariz contra mi cuerpo, al mismo tiempo que Betty marcaba el final de su turno.
Sus dos amigas prorrumpieron en pequeños gritos de alegría por la hazaña que acababa de realizar. Incluso llegaron a darle unas leves palmadas en el hombro una vez que retiré mi verga de su boca.
Clara estaba luchando por controlar los jadeos, con las lágrimas recorriendo sus mejillas, evidenciando el gran esfuerzo que había tenido que hacer para alcanzar el estatus de Jessi como tragadora de vergas.
-¡Felicitaciones, hermanita! –Exclamé, abrazándola por un instante.
-Ahora me toca a mí. –Dijo Betty, arrodillándose delante de mi verga, casi como si estuviera por rezarle. –Ni en pedo que voy a ser la única que no se la mete toda en la garganta.
Su mirada era igual de decidida que la de mi hermana, estaba deseosa de demostrar que no se iba a quedar atrás con respecto a Jessi y Clara.
-¿Lista, Betty? –Preguntó Clara, volviendo a sostener el teléfono en su mano.
-Sí.
-¡Ahora!
La última de las competidoras empezó más lenta que Jessi y Clara, y parecía que le estaba costando trabajo incluso alcanzar la mitad de mi verga. Sus amigas no dejaban de alentarla de cerca, como si estuvieran a punto de ponerle las manos en la cabeza para ayudarla a tragarse mi poronga.
El tiempo corría y Betty no parecía lo suficientemente relajada como para igualar la marca. De hecho en dos ocasiones tuvo que frenar debido a las arcadas.
Sus ojos estaban llenos de desesperación cuando mi hermana le anunció que habían transcurrido ya tres minutos.
-No puedo, boluda... No puedo. –Se lamentó entre jadeos.
-Dale, Betty, que te quedan dos minutos todavía. ¡Vos podés! –Dijo Jessi, tratando de motivarla.
-No. No puedo. –Sentenció su amiga. Me llamó la atención que estuviera sonriendo. –Pero hay algo que sí puedo hacer.
En una vuelta de tuerca que nadie se esperaba, Betty sacó un as de la manga. O mejor dicho, sacó las tetas de su corpiño, que fue a parar al suelo, dejó caer un hilo de saliva entre sus pechos y envolvió mi verga.
A pesar de todos los turnos que había tenido trabajando para Erica, era la primera vez que me hacían eso. El panel que me separaba de las clientas siempre había sido un obstáculo bastante molesto como para poder hacer algo así con comodidad. Pero así y todo, jamás me había imaginado que pudiera sentirse tan bien.
Lo más ridículo de todo era saber que la primera vez que tocaba las tetas de Betty era con mi verga. Si no hubiera estado tan excitado, posiblemente me hubiera echado a reír después de pensar en eso. Pero mi verga se sentía muy bien al estar tan rodeada de carne, en el mejor abrazo del mundo.
-¡Tiempo! –Exclamó mi hermana, ligeramente molesta. -¡Hija de puta! ¡Hiciste trampa!
-Vos tuviste práctica mano a mano con esta verga. –Se defendió Betty, sosteniendo mi verga en su mano. –Así que no tenés derecho a quejarte.
Antes que mi hermana pudiera replicar, la rodeé por la cintura y la senté encima de mis muslos.
-Nada de peleas entre ustedes, chicas. –Dije para calmarla. –La única pelea que tienen por delante es contra esto. –Agregué, tomando su mano y colocándola sobre mi entrepierna para que sintiera mi erección.
-¡Mirá vos el calmante que consiguió Pedro para Clarita! –Exclamó Jessi entre risas. –¡Ahora ya sabemos cómo hacer para tranquilizarla la próxima vez que quiera discutir!
-Me lo voy a tomar muy seguido entonces.
-Nosotras también estamos muy alteradas en este momento. –Comentó Betty, sumándose a la broma. -¿Podemos compartir entre todas?
-Obvio chicas, hay calmante para las tres.
Me puse de pie y las miré, pero en realidad no sabía cómo continuar. Era más que obvio lo que iba a suceder a continuación, pero ¿con quién lo iba a hacer primero? ¿Iba a haber otra pequeña pelea por saber quién tenía derecho a recibir mi verga primero? Por suerte para mí, parecía que la competencia ya había resuelto ese dilema.
Betty y Clara se pusieron de pie y llevaron a Jessi de la mano a la cama, colocándola boca arriba, y quedando ellas de rodillas una a cada lado de la ganadora. Era como una guardia especial dispuesta para recibir con honores a mi poronga.
Jessi se terminó de desnudar de inmediato, y se quedó mirándome con atención, sus piernas abiertas invitándome a entrar en ella.
-Dale, hermanito. –Me apuró Clara. –Mirá cómo está toda entregada. No nos hagas esperar más, que nos tenés que atender a las tres.
En un momento que quedaría para la historia, no sólo obedecí a mi hermana de inmediato, sino que encima lo hacía de buena gana.
Jessi aguardaba en silencio, sus ojos clavados en mi verga, que ya se acercaba lentamente a la guarida de sus placeres. Ni siquiera hacía falta lubricarla, los jugos que brillaban entre sus labios daban a entender que estaba más que lista para dejarme entrar sin problemas.
Coloqué mi glande justo en su entrada y se lo restregué un par de veces para estimularla aún más.
-Por favor, Pedrito, metela de una vez.
Obedeciendo el desesperado pedido, introduje mi glande, arrancándole un largo suspiro de su boca. El calor que habitaba en su interior era casi tan fuerte como el de mi hermana. No me costó ingresar tanto como en el caso de Clara, pero considerando que Jessi era notablemente más grande que mi hermana, no era de extrañar.
Me tomé las cosas con calma, progresando centímetro a centímetro para darle tiempo para que se acostumbrara, pero al parece Jessi tenía otros planes, porque se incorporó para tomarme del cuello, me comió la boca, puso una de sus manos en mi cintura y se separó de mis labios para pedirme en un susurro casi inaudible:
-Metela de una puta vez.
Envalentonado por el reclamo, puse una mano en su pecho para que volviera a acostarse, la tomé por la cintura para tomar impulso y simplemente me abrí paso con fuerza hasta llenarla por completo. Definitivamente era el mismo calor que sentí en mi hermanita, Jessi tenía una caldera hirviendo ahí adentro, pero más que frenarme, eso me excitó aún más.
-Dioooooooooossssssssssss… ¡Estoy llena de vergaaaaaa! –Exclamó ella, casi tan feliz como el día en que vio las entradas de los Backstreet Boys. –Cogeme, Pedrito... ¡cogeme toda!
Todo lo que escuchaba de su boca actuaba como el mejor estimulante del mundo. No esperé ni un segundo que ya había iniciado mi movimiento, saliendo un poco para volver a entrar con fuerza, provocándole toda clase de gemidos a Jessi.
De a poco fui aumentando el ritmo, haciendo caso omiso a los temblores que tomaron posesión de su cuerpo en un par de ocasiones. Finalmente llegué a una penetración bastante intensa, tomando su cintura como si mi vida dependiera de no soltarme de su cuerpo.
-Sí, Pedrito… así… no pares, por favor… no pares…
Era todo lo que podía llegar a entender en medio de sus jadeos y gemidos, cada vez más fuertes. Pero eso me fue suficiente para seguir con mi tarea, tensando mis músculos para ingresar lo más posible en su interior.
-¡Vamos, hermanito! –Dijo Clara, alentándome también. –¡Dale con todo!
El ruido de nuestros cuerpos chocando era la banda de sonido perfecta, mientras Betty y Jessi seguían todavía una de cada lado, llenándola de caricias, recorriendo su cuerpo con sus manos, tocando su cuello, su cintura, jugando con sus pezones y paseando por su cintura, haciéndola experimentar mil sensaciones.
La habitación se llenó con los gemidos que emitió Jessi cuando finalmente acabó. Toda la tensión que había en su cuerpo la abandonó, dejándola como una marioneta a la que le cortan los hilos de repente. Sus fuerzas se esfumaron y yo, orgulloso por haber cumplido con mi labor, retiré mi verga de su interior, permitiendo que sus jugos se derramaran sobre la cama.
Coloqué mi mano sobre su entrepierna e introduje un dedo, que luego llevé a mi boca, para poder saborear aquel néctar. Jessi me miró, sacada de placer, y agarró mi mano para que compartiera su propio sabor con ella.
Llevé mi dedo hasta que lo cubrió con sus labios, y lo chupó como había hecho minutos antes con mi verga, hasta eliminar hasta el último rastro de sus propios jugos. Luego se incorporó y una vez más plantó sus labios sobre los míos, invitándome a introducir mi lengua para saborear su interior.
-Aaaaaaah… -Exclamó con un suspiro, dejándose caer de espaldas en la cama, con una sonrisa decorando su rostro. –La. Mejor. Pija.
-Se los dije. –Comentó mi hermanita, observándome con orgullo.
-Bueno, chicas… A ver si me hacen lugarcito que ahora me toca a mí. –Anunció Betty, mientras se colgaba de mi cuello y me tiraba sobre la cama para quedar ella entre el colchón y yo, y comerme la boca un rato para entrar en calor.
Clara interpuso su mano para separarnos y entretener mi boca con la suya y la de Jessi una vez más, lo que provocó las protestas de Betty.
-¡No, chicas! ¡Ahora no lo distraigan que me tiene que atender!
-Bueno, ahí te lo dejamos entonces. –Dijo Jessi entre risas cómplices con mi hermana. –Pero agarrate, que en un ratito nos ocupamos de vos.- Dicho eso, las dos amigas se apartaron para dejarme mano a mano.
Al igual que con Jessi, empecé despacio, pasando lentamente mi glande por su entrada. Pero a diferencia de su amiga, Betty sí pensaba dejarme avanzar con mayor tranquilidad.
-Despacio, Pedrito. –Fue su pedido, quizás justamente teniendo en cuenta lo que había pasado con Jessi.
-No te preocupes, vos decime si voy rápido.
Ella asintió en silencio, lo que interpreté como su señal para dar inicio con la penetración. Fue así que introduje mi glande, lo cual alcanzó para sacarle un sonoro suspiro. Sin detenerme, pero atento a cualquier señal de alto, presioné para avanzar por aquel territorio que exploraba por primera vez.
Era increíble lo apretada que estaba, casi tanto como mi hermana. Pero eso sí, parecía que las tres amigas compartían hasta la misma temperatura corporal, porque también ella amenazaba con derretir mi verga mientras me abría paso.
-Dios… Esto es tremendo…
-¿Querés que frene?
-¿Qué? ¡Ni en pedo!
La cara que puso Betty prácticamente me decía a los gritos que me iba a matar si llegaba a dar marcha atrás. Así que con una sonrisa en mi rostro continué con la tarea, haciendo que su respiración se volviera cada vez más agitada.
-Pará, Pedro… ¡Pará! –Betty reforzó el pedido poniendo sus manos en mi pecho.
-¿Estás bien?
-Sí, dame un segundo… Esperá que me acostumbre a…
Mi hermana y Jessi no le dieron tiempo a terminar la oración, porque finalmente cumplieron con su promesa y comenzaron a atacar sus tetas sin piedad. Sus manos se dedicaron a masajear sus dos melones, mientras sus bocas y sus lenguas jugaban con sus grandes pezones, duros como piedras.
-Hijas de puta que son… Las voy a matar… -Alcanzaba a decir Betty entre jadeos, sus ojos cerrados por el placer que estaba experimentando al ser atacada en varios frentes.
-Seguí, hermanito, nosotros nos encargamos. –Me ordenó Clara, apretando uno de los pezones de su amiga.
Había que reconocer que la táctica había resultado. Betty parecía que se hubiera olvidado de mí por unos segundos y yo aproveché para empujar unos centímetros más. Unos segundos más tarde por fin había hecho contacto entre mi cintura y la suya.
-¿Ya entró… toda? –Preguntó Betty, con la respiración entrecortada. –Por favor… No puedo estar tan llena de pija… Dame un segundo, Pedrito… HIJA DE PUTAAAAAAAA
Como bien la llamó su amiga, la muy hija de puta de Jessi puso su mano sobre la entrepierna de su amiga y frotó con ganas su clítoris, mientras mi hermana hacía lo posible por evitar que Betty se despegara de la cama.
-Vos empezá a moverte, Pedrito. Entre Clara y yo nos ocupamos de Betty. –Me dijo Jessi, hablando con tranquilidad, como si tener a Betty en esa posición fuera algo de todos los días.
Aprovechando la oportunidad al tenerla tan cerca, tomé a Jessi por la nuca y le comí la boca por unos segundos antes de que empezar a moverme dentro de su amiga.
Retiré mi verga unos centímetros antes de volver a ingresar con lentitud. Por mucho que las chicas estuvieran sometiendo a Betty, no me daba la impresión de que fuera a tomarse con gusto si le mandaba mi verga con fuerza, al menos no por el momento.
Las protestas de Betty fueron siendo reemplazadas por gemidos cada vez más altos. Era la señal que estaba esperando para empezar a elevar la intensidad.
Me sujeté con firmeza de su cintura, para no dejarla escapar, y comencé a moverme con más soltura, aprovechando que Betty ya se encontraba más relajada.
-Ay sí, dale Pedrito, dale así…
Empecé a separarme cada vez más del cuerpo de Betty entre cada penetración, dejándole que sintiera cómo mi verga recorría su interior en cada momento. Finalmente en uno de esos movimientos me retiré hasta que sólo mi glande se mantuvo dentro de ella. Clara me miró, sonriente, como si hubiera leído mis intenciones. Me quedé unos segundos así, hasta que Betty levantó la cabeza para mirarme.
Cuando hice contacto visual con Betty, simplemente me dejé caer dentro de ella de golpe, como si hubiera intentado atravesarla de lado a lado.
Tenía que estarle agradecido a mi hermanita de que hubiera entendido lo que estaba a punto de hacer, y por eso le puso una mano en la boca a su amiga antes de que yo me impulsara hacia adelante, o el grito que largó se habría escuchado en todo el edificio.
A pesar de eso, Betty no parecía enojada por eso, ya que los temblores que recorrían su cuerpo más que evidenciaban que le había gustado mucho.
-Agarrate Betty, ahora sí vamos. –Fue mi anuncio para que se preparara.
Ahí fue cuando realmente empecé a darle sin piedad, castigando aquella conchita tan caliente a vergazos, una y otra vez, hasta que Betty empezó a perder el dominio de su cuerpo, y sólo alcanzaba a luchar por recuperar el aire que se escapaba con cada gemido.
Una última exclamación de parte de ella me anunció que había alcanzado el éxtasis. Retiré mi verga con la satisfacción de haberle provocado un tremendo orgasmo, cosa que quedó muy clara cuando una buena cantidad de líquido brotó también de entre sus piernas. Betty se quedó en posición fetal, tratando de controlar sus temblores.
-Betty, ¿estás bien? –Preguntó mi hermana, que se había acercado junto con Jessi para ver cómo se encontraba.
-Sí… -Respondió en voz baja, acompañado de un pequeño sollozo. –Por favor, boluda… -Se incorporó hasta quedar sentada en la cama, mirando alrededor como si estuviera tratando de ubicar dónde se encontraba. –Tenías razón… No sabés ni dónde estás parada después de acabar así de fuerte.
Una sonrisa de oreja a oreja decoraba su rostro al decir eso. Luego se paró para acercarse a mí y me rodeó el cuello con sus brazos para darme un largo e intenso beso. Yo dediqué esos segundos para disfrutar de ese beso, y también de poder sentir sus pechos desnudos apretándose contra mi torso.
-Hermanito… No te olvides que falto yo todavía.
Mi hermana se encontraba acostada en mi cama, sus piernas abiertas y una sonrisa, que podría haberle robado tranquilamente al Diablo, pintada en su cara. Sus ojazos verdes brillaban por la excitación, al igual que su rajita, de la que brotaba un pequeño hilo de sus jugos.
-Dale Pedrito, ¡no nos dejes sin ver el espectáculo principal!
Jessi se había acercado a mi lado y, junto con Betty, me tomaron de las manos para guiarme hacia mi hermana, que aguardaba expectante por mi verga.
Yo avanzaba casi hipnotizado por la visión que tenía delante de mis ojos. Era como si Clara tuviera un imán entre sus piernas que atraía a mi verga de una forma que era imposible de resistir para cualquier ser humano.
Sus dos amigas se colocaron cada una a un lado de ella, ocupando lugares de primera fila para lo que tanto ansiaban ver. Tan sólo con ver cómo brillaban sus ojos resultaba obvio que estaban muy ansiosas de verme coger con mi hermana. Era el tabú por excelencia, un incesto en vivo y en directo sólo para disfrute de ellas.
Me coloqué sobre Clara y empecé a besarla. Ella entreabrió sus labios para que su lengua asomara apenas, deseosa de saborearme. Me pegué aún más a ella para que el beso fuera más intenso y Clara abrió sus labios para permitir que nuestras lenguas lucharan por un rato.
Sin despegarme de su boca bajé una de mis manos para guiar a mi verga hacia su interior, pero Jessi se adelantó e hizo los honores.
-¿De verdad vas a cogerte a tu hermana delante de nosotras? ¡Qué par de hermanos tan pervertidos que son! –Dijo, con su boca pegada a mi oreja. –Rompela toda, Pedrito. Dale.
Empecé a empujar y mi glande entró sin encontrar resistencia, salvo por el gemido que le provoqué a mi hermanita. Su interior me dio la bienvenida con una tremenda oleada de calor que envolvía mi miembro a medida que avanzaba.
Miré a mi hermana, que apretaba sus dientes para no emitir ninguna queja mientras dejaba que mi verga se metiera en ella, y me incliné para acercarme a su boca y besarla una vez más. Sus brazos rodearon mi cabeza para mantenerme cerca, pero inclinó su cabeza hacia atrás para ofrecerme su cuello.
Ni lerdo ni perezoso, bajé para jugar por su cuello, besándolo, lamiéndolo y también dándole alguna que otra mordida suave, no fuera cosa de que le dejara alguna marca que luego tuviera que explicar a los demás.
Aprovechando todo eso fui ingresando cada vez más, hasta sentir que mi cuerpo quedaba pegado al suyo.
-¡Mirá cómo entró toda! –Se escuchó la voz de Jessi a un lado. Volteé para verla y recién ahí me di cuenta que ella estaba enfocándonos con el celular de mi hermana.
-¿Estás filmando? –Pregunté, estupefacto.
-¡Pero más bien, Pedrito! –Respondió Jessi, como si fuera ridículo pensar que no iba a hacerlo. –Esto va a quedar para la historia de los cuatro. Después te pasamos el video si querés. –Añadió, guiñándome un ojo. –Ahora no te distraigas y seguí, que Clarita quiere tu pija.
¿Cómo hacían esas chicas para siempre encontrarle una vuelta de tuerca más al morbo que podían hacerme sentir? ¿No les alcanzaba con tener sexo las tres al mismo tiempo conmigo? ¿Que una de ellas fuera mi propia hermana no era suficiente? No. Querían tener el momento en que dos hermanos tenían sexo grabado en video para que luego todos pudiéramos volver a verlo.
Si era así, entonces pensaba darles algo que les dejara sus conchas encharcadas cada vez que lo vieran.
-¿Lista, hermanita? –Pregunté, retirando mi verga hasta que sólo el glande quedó dentro de ella. –Mirá que voy con todo.
Clara abrió mucho sus ojos cuando entendió lo que estaba por hacer, pero en lugar de acobardarse, pareció tomar el pedido como un desafío, como si quisiera demostrarles a sus amigas lo que era ser capaz de bancarse mi verga sin quejas. Finalmente asintió sonriendo, ya preparada para empezar.
Coloqué mis manos sobre su cintura, apreté con firmeza y se la mandé de una a mi hermanita, que se puso las manos en la boca para silenciar parte del grito que de otro modo habrían escuchado hasta en la casa de mis viejos.
-Uffffff… -Se le escuchó decir a Betty, que miraba casi sin pestañear. -¡Qué bestia que sos Pedro! ¿Estás bien, Clarita?
-Está bien, vos dale sin asco Pedro. –Intervino Jessi, sin dejar de filmarnos.
Clara no hizo ningún comentario, aunque con su mirada me dijo todo lo que necesitaba saber. Una vez más me retiré hasta dejar sólo mi glande dentro de ella, para otra vez entrar como si fuera un ariete tratando de romper la puerta de un castillo.
Así hice varias veces más, y los gritos de Clara fueron disminuyendo de volumen, aunque en ningún momento me pidió que dejara de hacerlo.
Sus amigas miraban en silencio, sin poder terminar de creer el castigo que estaba soportando el interior de mi hermana.
Sin prestarles atención simplemente fui subiendo la velocidad de mis penetraciones hasta que mi cintura parecía moverse por cuenta propia. Mi cerebro estaba prácticamente en blanco, el único pensamiento que se me pasaba por la cabeza era el de llevar mi cintura hacia adelante y atrás, mi vista clavada en el rostro de mi hermana, que se contorsionaba de placer.
-Ay sí… Sí… Cogeme así hermanito… No pares… No pa… No pares… No… ¡HACEME MIERDA HIJO DE PUTA!
A la mierda con lo de silenciar los gritos. Clara gritaba como si estuviera poseída por un demonio sexópata adicto a mi verga.
Como si eso hubiera sido la gota que rebalsó el vaso, eliminé el último de mis frenos y le di con toda la fuerza que me quedaba. Mis músculos empezaban a quejarse, mis piernas, mis brazos, los hombros, espalda, hasta el culo me pedía que me tomara un segundo de descanso. Pero en mi cabeza sólo estaba el deseo de provocarle el orgasmo más fuerte que pudiera a mi hermana.
Finalmente, cuando ni siquiera mi obsesión podía llevarme más allá, mi hermana dejó escapar un largo grito, arqueando su espalda y llevando su cabeza tan atrás que parecía que estaba a punto de romperse el cuello.
Me salí de ella y fue como si se hubiera roto una represa. El chorro que brotó de mi hermana fue tan fuerte que me empapó el torso; incluso algunas gotas llegaron hasta mi cuello y mi cara.
Su cuerpo se arqueó otra vez, dejando escapar un segundo chorro igual de fuerte, acompañado de otro grito. Una tercera y una cuarta vez se arqueó, cosa que en un principio nos parecía imposible. Por suerte los chorros que salieron fueron mucho menos abundantes, o ya habría pensado que estaba presenciando un acto de magia, o algo parecido a un chiste de payasos donde salen nueve o diez de un auto minúsculo.
-Vengan chicas. –Les dije a Jessi y Betty mientras me masturbaba a toda velocidad.
Ambas chicas se acercaron a mi hermana, que todavía estaba tratando de recuperarse de algo así, y Jessi me dio el teléfono de Clara para que lo sostuviera con una mano para filmar el clímax en primera persona.
-Ahí va todo… -Alcancé a decir antes de largar un potente chorro de semen en dirección a los rostros de mi hermana y sus amigas.
Betty giró la cabeza de su Clara para que también pudiera recibir parte del premio que las tres habían luchado por extraer de mi verga. Un segundo chorro brotó de mi verga, y luego un tercero, mucho menos impresionante.
A pesar de mi intento de repartir de forma pareja, mi hermana se benefició de haber quedado en el medio, por lo que la mayor parte fue a cubrir su rostro.
Sus amigas, decididas a no dejar que Clara se quedara con la mayor parte, recorrieron el rostro de mi hermana con sus bocas, recogiendo todo lo posible antes que mi hermana pudiera negárselas.
Mi cuerpo por fin dijo basta, toda la tensión que existía en mí despareció por arte de magia y prácticamente me desplomé en el piso, ya sin energías para mantenerme de pie.
Clara estaba todavía recuperándose de los orgasmos que le había provocado, por lo que fueron sus amigas las que me ayudaron a levantarme y tirarme en mi cama. Luego ellas también se sumaron, de algún modo ingeniándoselas para que los cuatro pudiéramos descansar después de semejante faena.

Luego de unos instantes, o al menos eso me había parecido, escuché ruidos de agua corriendo en la ducha de mi baño. Me levanté de la cama y me di cuenta de que estaba solo en mi habitación. Preguntándome qué había pasado, me puse un bóxer, salí de mi pieza y golpeé la puerta del baño.
Entreabrí la puerta para ver mejor. La cortina de la ducha estaba corrida, así que no podía ver quién se bañaba.
-¿Quién anda ahí? –Pregunté, desconcertado.
-Estamos las tres, bañándonos. –Respondió mi hermana, asomando por un costado. –Ni se te ocurra tratar de entrar, no hay espacio para vos acá. –Agregó sonriendo con picardía, como si me hubiera leído la mente. -¿Te parece si pedimos algo de comer? Ya casi es hora de cenar y tenemos hambre. Imagino que vos también. En unos minutos salimos así te bañás vos también. –Cerró la cortina y siguió con lo suyo, ignorándome por completo.
-Ufa… -Protesté, decepcionado por la negativa de mi hermana a dejarme ingresar en mi propia ducha. –Dale, ahora llamo y pido un par de pizzas.
-¡Gracias, Pedrito! –Alcancé a escuchar de parte de Jessi antes de ir al living en busca de mi teléfono para llamar al lugar donde solía pedir cuando no tenía ganas de cocinar y derrapaba un poco respecto de los cuidados que tenía con las comidas.

Media hora más tarde yo ya estaba sentado en un sillón, con una remera encima, estirando las piernas mientras miraba televisión. Me encontraba esperando que llegaran las pizzas, cuando se escuchó el timbre del departamento.
Eso sí que era raro, casi nunca me hablaba con los vecinos, y en general no era costumbre que vinieran a hablar conmigo salvo por cosas muy puntuales, pero de todos modos me levanté para ver qué pasaba.
-¿Sí? –Pregunté, sin abrir la puerta.
-¿Pedro? Soy Carlos, quería hablar de algo con vos.
Carlos era el vecino de al lado de mi departamento. Era un tipo apenas mayor que yo, en pareja con una chica muy simpática llamada Violeta. Eran la clásica pareja joven que se mudaban juntos por primera vez y empezaban a conocer lo que era la convivencia bajo un mismo techo todos los días. Se habían mudado hacía unos meses, pero teníamos una relación dentro de todo normal.
Sin darle demasiada importancia a mi aspecto, decidí abrir la puerta, sosteniéndome del marco con un brazo y del picaporte con el otro. Si él tenía algún problema con verme en bóxer y remera, que lo dijera y listo.
-Hola Carlos. ¿Pasó algo?
-Hola Pedro. Disculpá las molestias, pero Viole me comentó hace un rato que había escuchado gritos de mujer, como si la hubieran lastimado, y quería saber si había pasado algo grave. ¿Estás bien?
Estaba muy tentando de decirle cuál había sido exactamente la causa de los gritos, pero me parecía demasiado echarle en cara que había estado con tres hermosas chicas a la vez. Eso sí, no tenía la más puta idea de qué otra cosa podía haber sido que no sonara a violencia contra mi hermana o sus amigas.
-¿Qué pasa amor? –Jessi se había aparecido apenas vestida con ropa interior y una camisa mía que le quedaba grande. Tenía el pelo mojado y estaba secándolo con una toalla. Se veía increíblemente sexy con esa apariencia.
Mi cerebro entró en cortocircuito por un segundo, al igual que el de mi vecino, que se había quedado boquiabierto al tener delante a semejante mujer así vestida.
-No, no pasa nada. –Finalmente alcancé a responder. –Te presento a Carlos, mi vecino, que quería saber qué habían sido todos los ruidos que hicimos.
-Hola, Carlos. Es un gusto. –Saludó Jessi, abrazándome por la cintura, como si fuera una novia muy mimosa.
-¿Qué pasa, chicos? –Betty se sumó, también en tanga y usando una remera vieja mía, que apenas le llegaba a cubrir parte del culo, y le marcaba a la perfección las tetas. Sus pezones bien parados se podían apreciar por debajo de la tela.
-Este es Carlos, el vecino de Pedro. –Explicó Jessi a su amiga. –Quería saber por qué estuvimos gritando tanto en la cama. –Agregó, remarcando la última palabra, como para que el vecino captara la idea de lo que habíamos estado haciendo.
-Uy… ¿los vecinos nos escucharon? –Clara apareció por debajo de mi brazo, cerca del marco de la puerta. La hija de puta directamente estaba con su camisa apenas cerrada por un par de botones, dejando su tanga y su corpiño completamente a la vista. Esa visión, sumada a la de sus amigas, seguro lo había dejado pelotudo a mi vecino.
Pobre Carlos, no se merecía lo que le estaban haciendo las chicas, pero había que reconocer que la cara de boludo que le dejaron al mostrarse así delante de él era para un cuadro. Conteniendo la risa, intenté seguir la charla con normalidad, como si tener tres hermosas jóvenes semidesnudas en mi departamento fuera cosa de todos los días.
-Sí, bueno… Espero que Violeta no se haya preocupado demasiado por los gritos. –Dije a modo de disculpas. –Pasa que en el momento uno a veces se deja llevar y no se da cuenta del ruido que hace. La próxima vamos a tratar de que no se escuche tanto, así no empieza a quejarse alguna de las viejas del edificio.
-Estem… Sí… Sí… -Carlos todavía no había salido de su asombro, y las chicas no dejaban de mostrarse en el marco de la puerta, distrayéndolo aún más. Parpadeó varias veces antes de volver a dirigirme la mirada. –Bueno, traten de hacer menos ruido la próxima, o alguien del edificio seguro que se va a quejar.
-Quedate tranquilo Carlos, vamos a tener cuidado. Buenas noches, y perdón por las molestias. –Me despedí, cerrando la puerta delante de su cara.

Las chicas esperaron unos segundos a alejarse de la puerta antes de estallar en carcajadas.
-¡Son tremendas ustedes tres! Pobre tipo… ¡La cara que puso!
-Y bueno, te escuchamos que había venido alguien por los ruidos que hicimos y pensamos que era la mejor forma de explicar lo que había pasado sin que tengas que mentir. –Explicó Jessi sonriendo con malicia. –Total, nadie sabe que Clara es tu hermana, así que no tienen por qué sospechar nada.
-Sí, pero bueno… Tampoco para hacerle eso… ¡Ahora se va a matar a pajas pensando en ustedes tres cuando no esté la novia!
Una vez más estallaron las carcajadas cuando en esa ocasión sonó el timbre de la puerta del edificio. Inmediatamente me acerqué para comprobar que fuera el repartidor, me escapé a mi habitación a ponerme un pantalón y a calzarme rápido, agarré la plata y bajé a buscar las pizzas.

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La cena transcurrió con normalidad, como si no hubiera sucedido nada extraño y simplemente las tres amigas hubieran venido de visita para conocer mi departamento.
Charlamos sobre temas superficiales, nada relacionado a la historia que nos había llevado hasta lo que sucedió minutos antes.
Una vez terminada la cena, Jessi volvía a pasearse por delante de mi biblioteca, escaneando los volúmenes y de vez en cuando retirando alguno para ver su portada. Todavía no se había cambiado de ropa (ninguna de las chicas lo había hecho) y podía apreciar su culo que asomaba por debajo de mi camisa cuando levantaba los brazos para agarrar algún libro de los estantes más altos.
-¿Y estos cuáles son? –Preguntó, con Juego de Tronos en sus manos. -¿Son los de Game of Thrones?
Una pequeña punzada de dolor recorrió mi cuerpo cuando mencionó esa serie. Habían hecho una buena adaptación mientras se mantuvieron fieles a los libros, pero cada vez que se separaban del material original estaba haciendo cagadas, la temporada que se había estrenado ese año era prueba suficiente.
-Sí, pero los libros son mejores, no tengas dudas.
-¡Los libros siempre son mejores, obvio!
-Si querés, te presto el primero, así lo lees… Eso sí, por favor cuidalo.
Yo no era de prestar libros, era de las cosas que nunca volvían, o bien volvían en muy mal estado, pero Jessi era un tema aparte. Si podía confiar en alguien con respecto a eso, era en Clara y sus amigas. Al menos en ese caso ya sabía dónde ubicarlas si se colgaban con la devolución.
-¿Sí? –Su cara se iluminó de felicidad. -¡Gracias Pedrito! ¡Te juro que lo voy a cuidar con mi vida!
-Eso espero.
-Chicos, todo muy lindo… -Interrumpió Clara. –Pero a ver si nos ayudan a limpiar esto. –Pidió, señalando los restos de la cena y las cosas sucias.
-Sí, tenés razón. –Dije, volviendo a la realidad. –Por cierto… ¿Los viejos no se van a preguntar por qué no fuiste a cenar a casa? ¿Qué les dijiste que ibas a hacer?
-Les dije que veníamos con Betty y Jessi a llenarnos de tu pija, obvio. –Respondió, con el sarcasmo que casi se podía paladear. –Supuestamente estamos en el cine, viendo una película. Creo que les dije que era una de Marvel, pero da lo mismo. Tampoco es que me van a preguntar de qué trataba la peli.
-Ah, bueno, mejor así.
-Les dije que volvía cerca de medianoche. –Revisó su celular para ver la hora. -Así que tenemos tiempo de sobra para el segundo round.
-¿El qué? –Había escuchado sus palabras, pero no terminaba de creerlo.
-Pedrito… -Intervino Betty, llevando los platos a la cocina. –Si pensás que con ese polvo, que no voy a negar que fue muy bueno, nos vamos a ir satisfechas de tu departamento, estás muy equivocado.
-Así que espero que hayas recuperado las energías. –Completó mi hermana, llevando vasos y cubiertos.
-¡Me van a dejar seco ustedes tres!
-Yo te dije que te íbamos a dar vuelta como una media, y lo vamos a cumplir… Eso sí, vamos a tener que hacer menos ruido, o los vecinos van a quejarse en serio.
Mi hermana dejó la frase en el aire, y yo ya me estaba preparando para que las tres se lanzaran encima de mí para devorarme entero. Pero, a pesar de lo que supuse, la acción no empezó en ese momento, sino que tardamos unos minutos más en terminar de limpiar todo y despejar la mesa.
Estábamos tomando una gaseosa, ocupando los sillones y el sofá, cuando finalmente las chicas dieron el primer paso.
Jessi se puso de pie, la camisa arremangada y sus largas piernas al descubierto, se acercó a mí para colocarse encima de mis piernas, su entrepierna sobre la mía, y luego comenzó a cubrirme la cara de besos. Sus suaves labios se posaban por todos lados, como si fuera una persona ciega que quería conocer al detalle cada una de mis facciones, pero usaba su boca en lugar de sus manos.
Sus manos estaban ocupadas rodeando mi cabeza y revolviendo mi pelo, pero una tercera mano apareció para acariciar mi verga por encima del bóxer. Betty se había sumado a la previa.
-¿Estás listo para la revancha, Pedrito? –Preguntó ella, quitándose la remera y dejando al descubierto sus maravillosos pechos.
Me habría gustado responder a su pregunta, pero mi boca estaba ocupada en probar los labios de su amiga. Mis manos no se cansaban de subir y bajar por su espalda, aunque de vez en cuando volvía a darle una sonora nalgada, cosa que a Jessi claramente le gustaba que hiciera.
Levanté unos centímetros mi cuerpo con Jessi todavía encima de mí y Betty aprovechó el momento para mover sus manos con habilidad para retirar mi bóxer y permitir que mi verga saliera a tomar aire una vez más.
Volví a sentarme en el sofá y Jessi entonces inclinó su cuerpo hacia adelante, permitiendo que su amiga rodeara mi glande con su boca para empezar a chuparme la pija.
De repente un tercer par de manos empezó a tocar mi cuerpo, empezando por mi cuello y luego bajando por mi pecho, ubicándose entre mi cuerpo y el de Jessi.
-No te olvides de mí, hermanito. –Clara había pegado su boca a mi oído, para susurrar en voz baja. –Ya me diste otro orgasmo para la historia. Y encima ese quedó grabado en video.
-¿Qué hacés ahí, Clara? –Preguntó Betty, despegando su boca de mi verga.
-¿Cómo que qué hago acá?
-Sí, vos al sillón. –Dijo Betty, arrodillada en el piso, con su mano todavía sujetando mi verga, pero una mirada de completa seriedad en sus ojos.
–Ya te lo cogiste a Pedro a nuestras espaldas, ahora nos toca a nosotras. –Agregó Jessi. –Nosotras dos contra él. Vos te quedás en el sillón y mirás si querés, pero ahora vamos a quedar a mano. –Culminó con una sonrisa.
-¿Me están cargando? –Clara las miraba sin poder creer que sus amigas la quisieran dejar a un lado en un momento así.
-No. Es lo justo. –Respondió Betty. –Después te sumás, pero ahora somos Jessi y yo nada más. Dale, no te hagas rogar tanto, que también te gustó ver cómo nos cogía.
-Hijas de puta que son… -Dijo, aceptando la derrota momentánea. –Pero vos, Pedrito, más te vale que dejes algo para mí, o te mato.
-Estoy en sus manos, hermanita. Deciles a ellas que dejen algo.
-¡Lo que faltaba! ¡Encima vos les das la razón a ellas!
-Voy a darles algo más que la razón. –Repliqué, riendo ante su expresión de enojo.
-Dale, Clara. Sentada en el sillón. –Insistió Betty, que todavía me estaba masturbando para elevar mi excitación. –Mientras antes nos hagas caso, más rápido te va a atender tu hermano.
Clara finalmente plantó el culo en el sillón y cruzó las piernas y brazos, visiblemente frustrada ante la actitud de sus amigas. Pero ellas tenían razón, con Clara nos habíamos mandado por nuestra cuenta y eso ella se los tenía que compensar a sus amigas.
-Ahora sí, Pedrito… ¿En qué estábamos? –Preguntó Betty, fingiendo desconcierto. -¡Ah, ya sé!
Acto seguido volvió a introducir mi verga en su boca, continuando con la mamada que había sido interrumpida por mi hermana. Mientras tanto Jessi volvió a besarme, introduciendo su lengua en mi boca como si quisiera conocer el sabor de mi garganta.
-Pedrito… Espero que ahora sí me cojas como corresponde. –Dijo Jessi una vez que se separó de mi boca. –Quiero que me hagas mierda la concha a pijazos igual que se lo hiciste a Clarita. ¿Entendiste? Ahora sí, vamos a darle un buen espectáculo a tu hermana.

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Se viene el segundo round!!!

El capítulo me llevó más tiempo del que pensaba, pero bueno, espero sepan entender que uno tiene una vida más allá de los relatos, especialmente cuando uno tiene que laburar a pesar de la cuarentena.

Nos vemos en el próximo capítulo.

28 comentarios - Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte XI)

PAJAESVIDA
que pajas me clavo!!! van 10! 😋🍆💦💦
demonbitsloco23
Muy bueno todo,espero que sigas a si y no la cagues metiendo a otro we eso seria lo peor, mis 10 puntos van
barnum77
Impaciente me dejas esperando ver el segundo round!!!🤒🤒🤒
SteveRogers45 +2
POR FAVORRR NO METAS OTRO TIPO EN LA HISTORIA ESO SERA UNA CAGADA TOTAL A LA HISTORIA SEGUÍ COMO HASTA AHORA
Gran_OSO
Excelente maestro!! Gracias por compartir.
celsus89
Tremendo relato!! No tardes tanto para la próxima parte que me mata la ansiedad!! Jajajajaja van +10
ojosrosjos
👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏
salvfe
Excelente relato, excelente saga, y reitero con lo antes dicho, q hdp siempre la dejas picando 😂😂😂
pilstuka
ya etá es hora de que terminem falta que se coja al padre a la vieja ,, y armen una orgia,,,,,
hadesoeste
Todavía falta el encuentro con Mickey y Donald, pero seguro los de Disney me lo dan de baja por el tema del copyright.
pilstuka
ajajajajajajajajajajajajajaja

ya wey,,cambia de historia,,,,,,,como representante hazme caso....no tire por la borda tu reputación....no la chingues pinche pendejo!"
lapachamanca
Para amigo tan negativo vas a ser dejalo que termine la historia como el quiera si quiere hacer veinte capitulos que los haga si nos gusta a todos los que los leemos y si no te gusta con la negatividad a otro lado por favor
pilstuka
@lapachamanca......que sensible...fué una broma ..che!!! a poco creiste!! no mames culero!
DGE1976
El tiempo q creas necesario es el q debes tomarte...los q no se bancan el mambo de esperar...allá ellos...saludos...genial el relato como siempre y van mis 10 q tenés alquilado ya jajaja
lockkki
Maestro la historia del pijudo va para largo. Tomate wl tiempo que necesites. Cada relato es mas atrayente que el anterior.
ruso201784
exelente !!! segui tranqui los capitulos que quieras que la historia aparte de estar muy bien narrada .. es muy atrapante con cada capitulo que acontece!!
jorvac164
Uno mejor que otro.Sos un genio.Van 10 y saludos !!!!!!
Vale74p
muy buen relato . me dio mucho morbo y calentura
ClonAngeluzMage +1
Excelente. Ahora solo falta que la mamá de Pedro vaya al local junto a la madre de Betty y Jessi. 😄
lumer
Es - pec - ta - cu - lar!!!
Realmente la historia es genial! Tremendamente bien narrada, organizada, descriptiva,... todo. Valieron la pena la espera, y cada coma, espacio y acento leído.
Gracias por haberte tomado el tiempo de contarla como se debe, con la extensión y los detalles que la historia merecía, en lugar de sólo cumplir con algo así nomás.
APLAUSOS DE PIE.
rom123lopz
Prefiero esperar unos días y leer algo así, tremendamente bien redactado y morboso, gracias che
Krh19
Barbaro no te diates tanto con el siguiente relato jejejejejeje
Dario404 +1
No le hagas caso al Pilstuka ese, vos seguí que también se tiene que volver a coger a la jefa jajajs, sos un genio, y tu historia de las mejores que leí en mucho