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Trabajo Estival.


Lo que voy contarles sucedió, un verano durante mi carrera universitaria.
Era estudiante de informática. Una chica de 19 años, normal, de 1,75 de altura, peliroja, ojos verdes oscuros, atlética, ciertamente no extremadamente llamativa.
Había planeado un viaje al exterior para el receso de invierno, pero tuve que lidiar con la realidad económica, mis padres me ayudarían, pero no podían cubrir todos los gastos.
Decidí dedicar el receso de verano a trabajar y ganar algún dinero con vista a mis planes futuros.
Una amiga me aconsejó intentar una pasantía, para tareas administrativas y de gestión, en un complejo de cabañas, en la costa, propiedad de un conocido de su familia.
Mis padres apoyaron el proyecto, Claudio, mi novio de entonces, mucho menos... Estaría, fuera de la ciudad, todo el verano
Rendí todos los finales en diciembre y me fui.
El complejo era verdaderamente, estupendo, con restaurante, pileta de natación, próximo a la playa.
Entré a la recepción, no había nadie, así que decidí fantasear y esperar.
-¿Estás perdida?- Era un hombre bien parecido, de gran estatura, de entre 40 y 45 años. Me miró casi divertido.
-No, no, disculpe, estaba abierto y entré... es muy agradable aquí-
-¿Disculpe a quién?"- Dijo, dándose la vuelta, como si buscara otro interlocutor. ¿No estarás tratándome de usted a mí? Mirá qué no soy mucho mayor que vos-Quedé descolocada, casi me reí y dije:
-¡Ah, gracias! Es usted muy amable.-
-¡Entonces soy viejo!- respondió en tono de broma y tranquilizador.
-¿Cuántos años tenés? ¿24? 25?-
-Tengo 19 años-
-¿De Verdad? Me engañó un poco tu físico y tu ropa... a los 19 años aquí, en el verano, las jovencitas son, decididamente, más sexys-.
No había pensado en eso, en resaltar mi apariencia, para causar mejor impresión. En particular a mi, potencial, empleador, que resultó ser el hombre con quien estaba conversando. En efecto, al preguntarle por el dueño del complejo, me respondió:
-Soy yo, Marcos ¿Vos como te llamás?-
Se lo dije y le nombré la amiga que me había dirigido a él, para la pasantía.
-Vení, sentémonos. Tenés 19 años, así que podes tomar una cerveza, mientras hablamos- dijo casi riendo
Respondí sus preguntas, le aclaré que, la de ese verano, era mi primera experiencia laboral… que tenía conocimientos de informática…. que hablaba, además de castellano, inglés, italiano y portugués…
Al fin, oí lo que deseaba:
-Creo que podés hacer un buen trabajo aquí, ayudarme en la administración y funcionamiento del complejo.-
Agregó que necesitaba una persona de confianza, y creía que yo tenía todas las cualidades para hacerlo bien, que lo de los idiomas era bueno porque vendrían clientes extranjeros, que la oferta incluía alojamiento y comidas, que serían dos semanas de prueba, pagas ($ XXX), y que si como descontaba, tenía buen desempeño, sería para toda la temporada.
Pensé que, en el peor de los casos, ganaría en dos semanas, lo que había estimado posible ganar durante todo el verano.
Comencé el mismo día, Marcos hizo que me ocupara de muchas cosas, me esforcé por hacer siempre lo mejor, lo cual fue apreciado por todos, inclusive por los colegas, a pesar de ser la última llegada.
Las dos semanas de prueba pasaron raudamente. Ya en la segunda, tuve claro que mi jefe era un mujeriego, las mujeres hermosas a su alrededor no podían pasar desapercibidas. Conmigo era correcto y discreto.
Seguí todo el verano.
Una tarde ocurrió algo inesperado.
La noche anterior había salido, en compañía de otras dos chicas, huéspedes del complejo, ventiañeras y estudiantes, como yo.
Al quedar solo conmigo, terminada una reunión habitual, me preguntó por la noche anterior. Yo no tenía mucho que decir.No había pasado nada, excepcional, nos habíamos divertido, bebido y bailado.
-No me digás que no te desahogaste un poco, con todo el trabajo que haces aquí tenés que aprovechar cuando salís ¿Te… entretuviste? Quiero decir con alguien... ¿Con uno de los muchachos?-
Le respondí, la verdad, que había sido una velada tranquila simplemente entre chicas.
-¡No te creo ... sos bonita y ese local está muy bien frecuentado ... -
-Cierto pero no es mi objetivo-
-¡Entiendo! Ya tuviste experiencias con alguien ¿No es cierto?-
Pensé en lo que en mi escasa experiencia había intentado hacer y permitido que me hicieran... prácticamente nada en comparación a lo que experimentaría horas después
-Sí sí. Unas pocas- murmuré turbada.
-¡Que bueno! Fuera del horario de trabajo sos libre, y si querés traer a alguien a tu cuarto, hacelo sin problemas. No te lo dije antes pero lo daba por sentado-
Me avergoncé:
-¡Gracias!... pero sólo vine a trabajar aquí. En casa tengo novio, no busco otras historias-
-¡Ah! No tenés que buscar historias. Sólo aprovechar las oportunidades para pasarla bien. Y no te van a faltar, la miel atrae a las moscas. Disfrutá sin pensar demasiado…. ¿Quedó algo para hacer? –
Se fue como si nada, como si hubiésemos hablado, no de sexo, sino de una velada familiar de domingo
A la noche me acosté perturbada, deseosa de “compañía”. ¿Quedé dormida, después de pensar en Claudio, mi novio de entonces? No precisamente……

Una tarde pocos días después, Marcos, me llamó a su chalet privado, (como lo había hecho otras veces conmigo y con otros colegas, a solas o en grupito, para tratar temas puntuales). Ni bien entré cerró la puerta y:
-Disculpá- murmuró en voz baja, casi como si no quisiera despertar a alguien que estuviese durmiendo en el ambiente.
-No pude resistirme y, me parece, que vos también andás con prurito- agregó mientras, con precipitación y alevosía, me abrazó, me levantó la pollera y me acostó en un sillón esquinero, en el lado chaselongue (que permite a una persona acostarse estirada y no tiene apoyabrazo).
Hubiera querido levantarme, tal vez gritar, irme de allí, pero no pude. Estaba como paralizada. Sin embargo, podía moverme. Levanté una mano y la coloqué, casi sin querer, sobre la cabeza de Marcos, que, arrodillado, había separado mis piernas, pegado su boca al retazo de tela de mi bombacha que cubría la concha y besaba y mordisqueaba.
La cabeza me decía que hiciera A pero el cuerpo que hiciese Z: apoyé los pies en el piso, acostada sobre la espalda, le facilité que me bajase la pollera y la bombacha hasta descubrir mi pubis. Volví a apoyar las nalgas en el sillón y levanté las piernas, para que terminase de quitarme ambas prendas. Le quedó la concha servida. Me mantuvo con las piernas apuntando al cielorraso mientras se servía.
Su lengua, pausada al principio, aumentó el ritmo... y también aumentó el placer que me daba. Sentí sus labios y dedos pasar por los labios de la concha. Fue una sensación fantástica, mi leve reticencia se apagó, ganada por el goce.
Luego los vi, sus dedos, frente a mis ojos. Estaban mojados por mis fluidos vaginales... mi cuerpo estaba en éxtasis y sentí placer como nunca me había pasado antes. Nadie me había hecho probar algo así... lamer, chupar y tocarme con tanto brio y pasión. Cada contacto de su lengua fue un escalofrío que llegaba a mi cabeza.
Sentí sus labios moverse desde el pubis, lentamente, besando cada centímetro de piel, hasta el ombligo. Sin decir nada, me besó por primera vez en la boca, desabotonó mi blusa, metió manos debajo mi cuerpo y soltó el cierre del corpiño, quedé completamente desnuda, con un hombre cuarentón, que me estaba volviendo loca de placer.
Era consciente de que mi pecho, pequeño, firme, era para nada provocativo Incluso a mi novio no le apasionaba mucho... Pensé que se iba a decepcionar, en cambio sentí sus manos agarrar y apretar mis tetas, sus labios apretar y chupar mis pezones, sus dientes mordisquearlos. El placer volvió a ser desbordante y sentí estremecimientos y un goce que nunca había experimentado.
Mientras continuaba jugando con mis pezones, una mano regresó para hacerle cosquillas a la cachucha, Sentí los humores vaginales desbordar, el placer seguía aumentando y casi me asfixiaba. Su boca soltó mis senos y volvió entre mis piernas, reanudando el trabajo en la concha con la lengua.
De pronto se detuvo, se levantó y desnudó. A pocos centímetros de mi cara estaba su sexo, completamente excitado. Era grueso, largo, duro, casi intimidatorio, perfectamente proporcionado, pensé, a un hombre del porte y encanto, de Marcos.
Subió al sillón, arrodillado. Me agarró de las caderas me tiró un poco hacia él. Sentí algo apoyado en la concha ... era su glande, su miembro buscaba la forma de entrar dentro de mí.¡El mensaje de mi cerebro era claro! Tenía que decirle que parara, que no lo hiciera, que no fuera más lejos. Pero el mensaje quedó en mí cabeza, no pudo salir de mi boca.
Su miembro duro comenzaba a abrirse camino, provocándome una sensación de dolor leve y placer, intenso. Estaba inclinado sobre mí, mirando nuestros vientres que se estaban uniendo. Sentí que, instintivamente, estaba levantando mi pelvis hacia él. ¡Otra que decirle que pare! Mi cuerpo actuaba por cuenta propia…. Eso y un último empujón suyo, hicieron que Marcos, estuviese, todo lo que era posible, dentro de mí. ¿Tal vez hasta mi garganta?
Percibí que estaba saliendo. Iba a gritar que no lo hiciera, pero volvió a meterse con ímpetu.
Esos movimientos, de entra y sale, aumentaron en frecuencia e intensidad, el goce se adueñó de todo mi cuerpo, mi cabeza, que finalmente estaba en paz, me permitía disfrutar. Sus embestidas continuaron, cada vez más intensas y más y más deliciosas. No tenía idea del tiempo transcurrido, solo la certeza de que mis experiencias sexuales anteriores habían sido mucho más cortas y escasas de placeres. Disfruté de varios orgasmos,
Presa, aún, en un remolino de agradables sensaciones, del que sería el último de mis orgasmos de esa tarde, percibí que sus embates eran lentos, pero profundos, parecía estar cada vez más dentro de mí. Nos besamos, se detuvo por un momento, luego me dio una acometida aún más fuerte, intensa y profunda. Sentí un gran calor llenar mi vientre, una sensación viva e intensa que nunca antes me había sucedido. Salió de dentro de mí y soltó un último chorrito de semen, sobre mi vientre.
Estaba agotada, como creo que lo estaba él, que se acostó a mi lado. Estiré las piernas y los brazos, con los ojos cerrados, percibiendo su semen aún caliente adentro, lentamente la cabeza fue recuperando el control.
"¿qué me pasó.......? pensé ....
“que en la primera oportunidad me había entregado a un hombre adulto..., cuarentón ... ¡eso fue lo que pasó!”… “ que había olvidado que tenía un novio en casa y para colmo, había dejado cogerme sin protección… y que acabara dentro de mí ..."
“¡Y que me había encantado!”


Trabajo Estival.

4 comentarios - Trabajo Estival.

Pervberto
Urgencias veteranas inflamando tu cuerpo juvenil. Muy disfrutable.
leloir2010
Muy exitante y caliente a la vez. Van puntitos