Buenas gente de P!
En esta oportunidad les presento la segunda parte de la saga.
[/size]La cual fue dividida en 2 ya que se hizo muy extenso para 1 solo post.
Espero que lo disfruten y próximamente subiré la segunda parte de éste capítulo.
Se aceptan críticas y sugerencias, un saludo y sin más, al relato!
IMPORTANTE:
[/color][/size] Todos los personajes son ficticios y cuentan con la mayoría de edad.[/b]Espero que lo disfruten y próximamente subiré la segunda parte de éste capítulo.
Se aceptan críticas y sugerencias, un saludo y sin más, al relato!
IMPORTANTE:
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Crónicas de un detective privado [Capítulo 2 / Parte 1].
Nuevamente anduvimos cerca de media hora por la ciudad y una vez en destino me pagó el triple del costo tal como habíamos pactado. Pero antes de bajarse me dijo:
— Si el material que hay en ésta cámara es realmente útil, tal vez te contacte de nuevo.
— ¿Pero…. Cómo va a hacer para contactarme? — pregunté.
— De eso me encargo yo — y tras eso bajó del auto.
Tras la extraña experiencia vivida esa noche, realicé algún que otro viaje más y volví a mi hogar. A decir verdad el dinero que me había pagado aquél tan llamativo hombre era casi el equivalente a dos jornadas laborales completas, por lo que no me sentía obligado a quedarme manejando mi Peugeot 404, el cual había heredado de mi padre, además, no podía sacarme las imágenes de la cabeza.
Llegué a mi casa cerca de las 5:30 AM, saludé a mi madre que estaba en el comedor preparándose para desayunar, ya que ella trabajaba desde muy temprano en la mañana hasta la tarde, y yo trabajaba en el taxi en horario nocturno.
Aprovechamos para charlar un rato, ya que era muy atípica la hora de mi regreso y habitualmente no nos cruzábamos antes de que ella salga hacia su trabajo. Luego de acompañarla en su desayuno, me retiré a mi habitación.
Cerré la puerta y me tiré a la cama. Bastó con cerrar los ojos unos breves instantes para que mi imaginación vuele.
Me imaginaba siendo yo el afortunado que estaba junto a la rubia, me imaginaba su rostro mirándome mientras me acariciaba y hacía mimos, su culo con esa delicada tela que apenas la cubría en posición de perrito, como se debe sentir su vagina en contacto con la piel de mi pene.
Y cuando me di cuenta estaba teniendo una erección enorme.
Para aquellos días yo aún era virgen y lo más cercano a una mujer de piel hueso que había estado fue la escena que había vivído esa madrugada tan especial.
No pude contenerme, y tras asegurarme de que mi madre ya no estaba, saqué mi miembro y comencé a masturbarme.
No me llevó mucho tiempo acabar, realmente la misteriosa mujer era un ángel habitando la tierra y el tan solo hecho de recordarla teniendo sexo y gritando hizo que me corra con facilidad.
Tras tan fabulosa paja me quedé profundamente dormido.
Me despertó mi hermana cerca del medio día, horario habitual en el que yo llegaba de trabajar para hacerle de comer, y luego llevarla a la escuela.
— Darío… Dari… ¡despertate! — exclamó mi hermana con fuerza.
— ¿Que… qué pasó? — pregunté aún dormido.
— Nada pasó, son las 11:30AM y se va a hacer tarde.
— Uh, me quedé completamente dormido — mientras abría uno de mis ojos.
— Sí, lo noté, que raro tan temprano en casa — dijo mientras sonreía.
— Si, fue una buena noche y pude volver temprano — le respondí.
— ¡Que bueno! — exclamó — Así vas a poder descansar un poco más.
— Si, la verdad que sí, mal no me vendría — dije ya sentado en la cama.
Mi hermana era una nena de 14 años, iba a la escuela de 13 a 18hs por lo que yo era el encargado de llevarla y hacerle de comer y mi madre la pasaba a buscar luego del trabajo ya que la escuela estaba relativamente cerca.
Tras prepararle la comida se hizo la hora y como todos los días la llevé a la escuela.
Aproveché el tiempo que había descansado para lavar el auto y dejarlo prolijo para la noche, ya que aunque había cubierto dos y casi tres días completos con la paga del misterioso hombre durante la noche anterior, no podía desperdiciar el dinero que tanta falta hacía en casa, así que a la noche iba a salir como un día normal.
Pasaron varios días, incluso semanas desde aquél acontecimiento, mi vida continuó con total normalidad, dedicándole alguna que otra paja a mi tan recordada rubia, durmiendo de día y trabajando en el taxi durante la noche.
Una fría tarde de Agosto, cerca de las 15hs escucho el timbre sonar. Yo ya estaba acostado, ya que luego de llevar a mi hermana a la escuela, dedicaba entre 6 y 8 horas a dormir para poder enfrentar las 12 a 14 horas durante la noche y parte de la mañana que le dedicaba al taxi, así que no pensaba levantarme.
Me dí vuelta en la cama e intenté seguir durmiendo pero el timbre no paraba de sonar. Fastidiado ante tal interrupción me levanté de la cama con pocas ganas y me dirigí hacia la puerta a ver quién era la persona que insistía tanto.
Una vez en la puerta abro, más enojado que contento, y me llevo la sorpresa de no encontrar a nadie, cosa que hizo que me enfurezca aún más y putee a cuanta persona se me haya cruzado por la mente. Cuando estaba cerrando la puerta veo en el suelo un sobre de color blanco que evidentemente había sido tirado por debajo de la misma.
Lo tomo entre mis manos y al ver que no tenía nada escrito en su exterior me voy a la cocina a tomar un cuchillo para poder abrirlo.
Dentro del sobre había un papel evidentemente escrito en máquina de escribir y un cartón rectangular, y me dispuse a leer lo que decía.
Hola joven:
Disculpe que vine a molestarlo hasta su casa, pero recurro a usted porque necesitaría nuevamente su ayuda, la paga va a ser buena como la última vez y como habrá notado no será nada complicado.
En caso de aceptar, lo espero mañana jueves en la cafetería “El Triunfo” que se ubica en la calle Santa María 1378 a las 10am, muy cerca de donde me levantó la última vez.
Por si aún no sabe quién soy, le dejo un pequeño presente y souvenir por su buen trabajo.
Saluda atte. Charly.
Tras leer la carta no me quedaban dudas de quién era quien la escribió. El misterioso hombre mayor, a partir de ahora Charly, que me había pedido que tome las fotos a la hermosa rubia estaba recurriendo nuevamente a mí.
Tomé el cartón que había dejado aún dentro del sobre, al cual se había referido como souvenir y me llevé una sorpresa enorme.
Era una de las tantas fotos que había tomado esa noche de la rubia siendo penetrada por el joven arriba de la cama en posición de perrito.
Automáticamente recordé toda la escena y volví a revivir a tan hermosa mujer siendo penetrada, jugando mientras tenía al joven atado a la cama, cómo le practicaba sexo oral, su hermosa cola en primer plano estando arriba de la cama, sus gritos, sus gemidos, absolutamente todo.
Imaginarán la enorme erección que tuve en ese momento y la imperiosa necesidad de masturbarme con tan exquisito material.
Una vez saciadas mi ganas, volví a caer en la realidad de la propuesta que tenía en mis manos.
Yo nunca supe cuál era el objeto de esas fotos, quién era Charly o para qué quería tal cosa, realmente no sabía qué hacer.
Me tomé lo que restaba de la tarde y parte de la noche mientras conducía para meditarlo.
La parte económica que mencionaba era lo que más me motivaba, realmente podría serme nuevamente de mucha ayuda un extra en mi casa.
Manejé durante toda la noche y durante la mañana mientras escuchaba una radio que transmitía música disco que me encantaba.
De pronto escucho la inconfundible voz del locutor Quique, que daba los buenos días a toda la audiencia, lo que me indicaba que ya eran las 9am., y tenía que tomar una decisión al respecto de la carta que había recibido.
Realmente estaba muy nervioso e indeciso pero la necesidad, curiosidad, y demás cuestiones que se me pasaron por la cabeza a lo largo del día, hicieron que la balanza se incline por un – Sí – a pesar de los miedos y dudas.
Estaba algo lejos del lugar pactado, pero tenía el tiempo suficiente para llegar a destino. Me detuve a cargar combustible en una estación de servicio cercana y comencé el viaje hacia la cafetería.
La dirección me indicaba que era en pleno centro de la ciudad, lo que hoy significaría muchísimo tiempo y demora, en aquellos días si bien había tráfico no era tan extremo como ahora.
Llegué con unos 20 minutos a mi favor, por lo que tras ubicar la cafetería mencionada estacioné el auto cerca para poder verlo desde la misma.
Mi reloj Seiko marcaba las 9:50am cuando entré al bar. Era un bar pequeño, muy típico de su época, con dos amplios ventanales en el frente con mesitas individuales, para quienes deseen ver a la gente caminar mientras estaban en el establecimiento, una barra grande de madera a la izquierda de la puerta junto con una canilla donde se servía la cerveza y amplios estantes con cuanta bebida alcoholica uno se pueda imaginar.
Había alrededor de 15 mesas entre individuales y para 4 comensales, el olor a café invadía mis poros y mesas ocupadas había solo algunas.
No reconocí a quien buscaba en ninguna de las mesas, por lo cual tomé asiento en una mesa libre en el medio del salón y me dispuse a esperar.
Pasaron escasos minutos y siendo las 10am en punto, veo la puerta abrirse y por la misma pasar a Charly con un elegante traje negro, zapatos, un abrigo y sombrero. Traía el diario debajo de su brazo y tras saludar a uno de los mozos y posteriormente a quien estaba detrás de la caja hizo un paneo rápido y me hizo una seña para que me acerque a la mesa donde él se dirigía.
Nos ubicamos en una de las mesas individuales que estaban ubicadas al fondo, más cerca de los baños que de la puerta de ingreso.
— Viniste pibe, imaginaba que ibas a hacerlo — dijo mientras extendía su mano en señal de saludo.
— Sí contesté, tenía mis dudas pero acá estoy.
— No tengas miedo, no es nada raro lo que te voy a pedir, yo te necesito y vos me necesitás, los dos ganamos.
— ¿Sí… pero… qué es lo que voy a tener que hacer?
— Por ahora más de lo mismo, tal vez llevarme a algún lado, tomar alguna foto, nada especial.
— ¿Se puede saber a qué se dedica?
— En un principio sólo puedo adelantarte que me dedico a resolver problemas a las personas.
— ¿Y eso sería…?
— Lo que escuchaste, resolver problemas que la gente común no puede.
En medio de la charla el mozo trajo lo que habíamos pedido, Charly un café cortado y yo un café con leche con medialunas, momento en el cual noté que la televisión estaba prendida y fue de las primeras veces que vi la reciente – pantalla a color – .
— ¿Puedo preguntar cómo supo donde vivo y que iba a recibir yo la carta? — pregunté intrigado.
— Sencillo, cuando fuiste a tomar las fotos, en la guantera del auto estaban los papeles con tus datos Darío, por lo que supe donde vivías — contestó sin titubear.
— ¿Y que iba a recibir yo la carta?
— Te estudié, sabía que trabajas de noche todos los días, sé que tu mamá trabaja temprano por la mañana y llevás a una chica a la escuela cerca del medio día , tiempo después de que llegás de trabajar, y estás solo hasta cerca de las 18:30hs cuando vuelve la mujer con la niña.
— … — no supe que responder, me quedé completamente impactado ante lo que había escuchado. Todo lo que dijo era correcto y cierto.
— Tranquilo, no te asustes, es parte de mi trabajo, si continuás conmigo vas a entender todo más adelante.
— Bueno, está bien — conteste aún con dudas.
— ¿Tu papá? — preguntó.
— ¿Cómo? — devolví.
— Claro, siempre los vi salir de tu casa a vos y a las otras dos integrantes, pero nunca vi salir a un hombre.
— Ah… eso… sí, bueno, falleció hace cerca de un año — dije con tono triste.
— Sinceramente lo siento mucho. Eso explica el por qué de tu auto.
— Sí, era de él, lo heredé y lo puse a trabajar para poder salir adelante.
— ¿Te gustó el souvenir? — preguntó cambiándome de tema.
— Sí, estuvo excelente.
Tras la charla y desayuno pactamos que al otro día a las 3am tenía que pasar a buscarlo por la misma esquina de la primera vez.
Así empezó una serie de “trabajos” que en su mayoría eran similares, seguir a alguien, tomar fotos, o simplemente llevarlo a algún lado y esperar su regreso.
Nada especial, lamentablemente no tuve mucha participación y las pocas veces que tuve que ir a tomar fotografías no fueron interesantes como la primera vez, pero la paga era excelente, de ninguna manera sólo manejando el taxi podría hacer ese dinero.
Pasaron semanas, donde una vez por semana o cada dos semanas siempre se contactaba conmigo de una forma u otra para trabajar.
El verano ya estaba muy cerca y siendo viernes 15 de noviembre ya hacía calor.
Esa noche a las 12 tenía que buscar a Charly en su pequeña oficina, para lo cual me pidió que me vista – bien – que me iba a necesitar.
Pasé a buscarlo tal como me pidió, me había puesto un jean Rangler muy famoso en aquellos días, unas botas tipo tejanas y una camisa.
Charly vestía con sus típicos atuendos elegantes pero esta vez y como pocas veces, sin su típico sombrero.
Me indicó el lugar a donde teníamos que ir y me dijo donde estacionar el auto.
Una vez que descendió me pidió que cierre el auto y lo acompañe. Caminamos media cuadra hasta llegar a un pequeño pasillo entre medio de dos comercios, el cual daba a una escalera.
Estábamos retirados a unas 30 cuadras del centro de la ciudad.
Él subió las escaleras mientras yo lo seguía atrás y una vez arriba había una gran puerta. Golpeó con los nudillos con fuerza e insistencia, ante lo que la puerta se abrió y luces de colores iluminaron los últimos escalones de la escalera.
Charly saludó a un hombre que al lado mío era gigante que vestía un traje completamente negro y tras eso pasamos.
Una explosión de colores y música que yo nunca había visto ni sentido de esa manera en mi vida invadieron mis ojos y oídos.
Pero había un detalle que llamó mucho mi atención, el lugar estaba repleto de mujeres en paños menores deambulando de una punta a la otra.
Continuará…
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