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¿Es o me parece?

Vacaciones de invierno con amigos… pero en Brasil. Calor y playa durante los días, caipirinhas y diversión por las noches pero nada es perfecto. Los amigos son los amigos y ¡celebro eso! pero llega una hora que se necesita un algo, ¿amante tal vez? Quizás.


Transcurrían las noches y la rutina diaria y nocturna se repetía pero sin concretar nada. Hace días que intentaba, sobre todo por las noches, a través de un app social de esas que muestran gente cercana, pero nada se concretaba.


Una de las últimas noches, los chicos entraron a un bolichito que ya habíamos frecuentado la noche anterior pero desistí de volver a acompañarlos. La verdad que no tenía demasiadas ganas aunque los acompañé hasta la puerta y me quedé por la costanera observando el mar, la luna, las estrellas, los chicos guapos que bajaban a mear a la playa y, sobre todo, esperar que cambie mi suerte.


Intenté por la app, charlé con varias personas. Turistas argentinos, turistas brasileños y algunos lugareños. Uno, quién me dijo que trabajaba en un hotel, luego de charlar un rato y pasar algunas fotos me invitó a ingresar a través de una cocina para que podamos pasar un buen rato. ¿Quieren saber cómo era? Normal: flaco, alto, linda sonrisa, ojos café, pelo tipo afro corto y moreno, bastante. No le di demasiada bola y cuando me apuró un poco, dejé de contestarle.


Pasó como una hora, comí algo, me reencontré con los chicos. Ellos conocieron otra gente, otro plan así que, como no pretendía sumarme, decido volverme al hotel. Mientras voy de regreso y, algo tarde, me acordé del moreno pero estaba desconectado hace más de una hora para entonces.


Llego a mi hotel, golpeo un buen rato porque no había nadie en la recepción hasta que aparece un chico: flaco, alto, linda sonrisa, ojos café, pelo tipo afro corto y moreno, bastante. Entro, saludo y paso camino hacia la habitación. Mientras iba pensé ¿es o me parece? Me detengo en el medio del pasillo, abro la app y lo veo en línea. Le pregunté, nombrándole el nombre del hotel, si era ahí donde trabaja y me dice que sí. 


Retrocedo, vuelvo al lobby, él estaba sentado en un uno de los sillones. Me mira fijamente, le pregunto si los baños del ingreso estaban habilitados y se los señalo, me dice que sí. Voy al baño, me lavo la cara, hago tiempo pensando que tal vez había entendido la indirecta pero no pasaba nada. Me asomo lentamente y me sigue mirando fijamente. ¿Es o me parece? 


Vuelvo a abrir la app, le blanqueo que soy yo, no me contesta. Me vuelvo a asomar, sigue mirándome. Le hago una seña con la mano como diciendo “¿qué onda?”, a lo que responde sutil y lentamente señalando una de las cámaras de seguridad. Le repito mi seña anterior y me contesta que espere. Todo con señas, claro.


Resumiendo la interesantísima conversación por señas, en un momento me indica que tome la otra escalera que accedía al área de las habitaciones y que espere en un descanso. Al día de hoy aún no puedo explicarme como entendí todo eso porque el lenguaje era muy pero muy sutil, la recepción estaba bastante oscura y básicamente apenas le veía los ojos moverse; ya sé que suena a chiste malo pero realmente fue así.


Esperé en ese descanso varios minutos hasta que hizo su movimiento y empezó a acercarse. Yo no había notado que en ese lugar había una puerta casi invisible y ahí fue donde nos metimos, ¡un pequeño depósito!


Las palabras sobraban para esa hora de la madrugada aunque debo decir que no hubo comunicación verbal, sólo señas de no hacer ruido, y mucho lenguaje corporal. Tremendo cuerpazo el moreno, excelente herramienta y besaba especularmente bien, ¡muy pero muy pasional!


No sé cuánto tiempo estuvimos ahí. Sólo sé que en un momento terminó su turno porque escuchó llegar su reemplazo y se sobresaltó, así que entendí que también mi tiempo había terminado.


Llego a la habitación, entro a ducharme y al salir veo un mensaje que decía “Obrigado beleza, quanto tempo você vai ficar aqui?” Fue entonces cuando entendí, que mi suerte había cambiado.

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