You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Al regresar mi esposa de fiesta VIII

Carla sale de nuevo de fiesta sin Jorge.

CARLA
        Pasó el tiempo, desde esa noche con Óscar. Y la verdad, es que me costaba quitármelo de la cabeza. Cada vez que lo hacía con mi marido, o cuando simplemente me ponía cachonda, Óscar, su físico, su polla, sus ojos… todo regresaba a mi mente. Y si simplemente me venía el pensamiento porque sí, pues me ponía cachonda. Era un círculo vicioso, pero no se lo ocultaba a mi marido. Como aquel día, un par de semanas después de la última aventura, estando en la terraza tomando algo tranquilamente:
        -¿Sabes?, no lo puedo evitar….
        Jorge, dando un sorbo a su cerveza: -¿El qué vida mía?..
        -Pues ponerme cachonda…
        -¿Te acordaste de Óscar?... –mirándome con media sonrisa….
        -Me conoces demasiado…
        -¿Vamos a la habitación?
        -Vamos….
        Y Jorge, siempre dispuesto, me follaba. En esa ocasión y en repetidas ocasiones más. Y me decía cosas al oído, para rememorar aquella noche. Y eso me encendía todavía más. Hasta que un día, una vez terminado el polvo, no pude evitar preguntarle:
        -¿No te preocupa, parece que sólo lo hacemos pensando en ese muchacho?
        Y Jorge, con la tranquilidad y seguridad que le caracteriza, me dijo:
        -No. La verdad que no. Es la novedad. Te echó un polvo tremendo, y seguramente deseas repetir. Una y mil veces más. Pero no sé porque no lo haces. Sabes que tienes mi permiso…
        -Cariño, pero a mí me da miedo obsesionarme, yo te quiero a ti…
        -Vida mía –besándome- y yo a ti más!!. Debes empezar a distinguir el sexo de los sentimientos. Si no, debemos olvidarnos por completo de todo lo sucedido. He leído bastante sobre el tema, sobre todo desde que el chico me lo comentó. Y sí, a mi me pone, me gusta imaginarte y verte en acción. Y no te privo de nada, mientras me lo consultes. Cuando algo no me guste te lo diré, no te preocupes. Y no quiero que hagas nada que no te apetezca, por descontado. Pero si te apetece, dímelo, no tengas miedo.
        Y me quedaba pensando, dándole vueltas a la cabeza. Con Luis no había sido igual, me gustó, fue la primera vez y estuvo bien. Pero con Óscar.. no sé… había sido un sexo tan increíble…
                                JORGE
        Aunque deseaba repetir, y ver a mi Carla gozar de nuevo como aquél día, no la forzaba. Dejaba que ella misma fuese pensando, haciendo… pero sabía que lo deseaba. Cada polvo con ella, y aquellos días fueron muchos, rememoraba aquel día. Y a ella le encantaba. Me pedía en más de una ocasión que me pusiese las lentillas de color claro. La follaba, una y otra vez, ella siempre quería más. Teníamos el sexo más fantástico que habíamos tenido en mucho tiempo. Sin embargo, aunque ella sabía que por mi parte no había problema, la veía asustada en dar algún paso. Y era verdad, yo siempre había manejado la situación, provocado las cosas, empujado a Carla. Pero deseaba que en esta ocasión fuese ella la que actuase, si le apetecía.
                        CARLA
        Al final, no me había armado de valor, y pese a las ganas de verlo de nuevo, no había llamado ni hablado con Óscar. El chico por su parte, no había dado señales de vida. Supongo que no le faltaba vida sexual, no necesitaba de mí. Aunque reconozco que me habría encantado tener noticias de él…
        Pero pasó un poco más el tiempo, y poco a poco volvimos a la normalidad.
        Un día, una amiga, Catalina, aprobó unas oposiciones, y quería celebrarlo. Nos fuimos el grupito (ella, Inés y María, la chica de la primera noche en que conocí a Luis, la divorciada, no sé si os acordáis). Salimos a cenar, nos reímos, bebimos…. Y justamente acabamos, por petición de María (aunque debo admitir que la apoyé en todo momento) yendo a la discoteca de siempre. Iba con amigas, tenía muy claro que no haría nada “raro”, y menos con lo chismosa que es Inés, una de ellas. Pero tenía curiosidad por ver si me reencontraría con alguno de mis “conocidos”…
        No había tenido contacto con Jorge desde que nos despedimos cuando salí. Sonó el claxon abajo, era Inés quién llevaba el coche, y pasaba a recogernos una por una. Jorge me besó, los niños aún revoloteaban por la casa, y me guiñó un ojo mientras me decía:
        -No te portes muy bien… pero cuéntamelo…
        Así que tuve la idea de “encender” un poco a mi marido. Y le escribí:
                        
                        JORGE
        No era muy tarde, y no había tenido tiempo de pensar en Carla. Me había ocupado de los críos, habíamos visto una peli, se habían acostado, y por fin me había relajado en el sofá, poniéndome un partido que iba por la mitad, de la liga inglesa, no recuerdo cual, pero estaba entretenido… cuando me vibró el móvil:
        Carla: ¿Hola amor? ¿Cómo va todo?
        -Bien, vida. Como siempre. Hemos visto una peli y ya duermen como angelitos. ¿Y tu?
        -Pues acabamos de cenar, vamos en el coche. Al final…
        -¿Si?
        -Vamos a la discoteca de siempre…
        -Ufff… ¡Pues tenme informado!
        -Jajajaja… como quieras. Pero voy con las amigas, no esperes nada raro…
        -Por si acaso, ahora le escribo a Óscar, avisándole…
        -¡Nooo!. Te lo prohíbo, ¿vale?
        -Jajajaja!! Vale, estate tranquila… pero me cuentas como va la noche, ¿vale? (emojis de besos).
        -Ok, no te preocupes. Besos…
        Bueno, pues así ya estaba hecho. Ni partido ni nada. No iba a estar tranquilo en un rato. ¿La razón? Pues que me había puesto cachondo. Carla lo sabía… sabía que me provocaría con ese tipo de juego. Ya me la imaginaba, en la pista, ¿quién sabía si se reencontraría con Óscar por fin…?
        Seguí viendo el partido, pero sin verlo. Necesitaba entretenerme. De repente tenía ganas de pajearme, pensando en mi Carla, pensando en qué podría estar haciendo… pero no, no quería, quería seguir cachondo, esperar algún mensaje suyo. Pero pasó una hora y pico, y sin saber nada de ella, me planteaba irme a la cama. Y tal vez seguir cachondo, esperándola, tal vez hacerme un “apaño”….
                                CARLA
        Llevábamos hora y media en el local. Me lo pasaba bien, me había tomado algunos mojitos, y reído mucho, sobre todo con María, que es con quién tengo más complicidad. Habíamos bailado en la pista, no nos habían faltado pretendientes para el baile, pero ninguno en particular que llamara la atención. Entonces lo vi. Entró por la puerta, con unos amigos, riendo… y tras un rato avanzando, clavó su vista en mí. Y me sonrió, con aquellos ojos que me ponían tanto. Me mojé, lo recuerdo perfectamente. María debió percibir algo extraño en mi cara (en ese momento Catalina y Inés estaban en el baño), y se giró a comprobar. Se quedó rígida, cuando vio aquel pedazo de hombre venir hacia nosotras….
        -Ey, Carla, cuánto tiempo, ¿Cómo estás? –me dio dos besos-
        -Eh.. ah… bien, bien. Esta es María, una amiga.
        -Hola María, -le dio dos besos- encantado…
        -Encantada… -María se ruborizó-
        -Pues nada chicas, a ver si bailamos algo luego…
        Y se fue con sus amigos…
        Por supuesto, María tardó dos segundos en preguntar…
        -Pero bueeeno… ¿y ese pedazo de hombre?
        Mi mente reaccionó rápido:
        -Un compañero de trabajo, lleva seis meses en la empresa. Hemos hecho buenas migas…
        -Ya… ya… -María riéndose- buenas migas… jajaja
        -Venga ya, tonta –le seguí el juego- sabes que quiero mucho a mi Jorge….
        -Que si, tonta, que si, que sois la pareja perfecta…. ¿pero no me dirás que el chaval no está para mojar pan…?
        Si tú supieras… pensé mientras sonreía para mis adentros, y le daba otro sorbo al mojito. Entonces llegaron Catalina e Inés, y cambiamos de tema. Parecía que Inés deseaba marchar ya… mientras lo discutían, cogí el móvil.
                                JORGE
        Justo al coger cama, el zumbido del móvil llamó mi atención. Por fin un mensaje de Carla.
        -Está aquí…
        Nada más. No decía nada más.
        -¿Y…? – escribí, pero sin obtener respuesta….
        Joooodeeeer. El corazón se me había acelerado. ¿Eran celos? No, era excitación. Mi mano buscó mi polla, que sólo con ese mensaje se había empezado a poner morcillona. Pero desistí. No quería. No deseaba pajearme, me gustaba aquella excitación, aquel no saber, aquel pensar lo que podía estar pasando. Quería que Carla regresara, y a la vez no. Quería que me contara, y a la vez, no.
                                CARLA
        -Bueno, pues trato hecho –decía María – una horita más y nos vemos en el coche.
        Al final, María y yo nos quedábamos un rato más ahí, y las otras dos se iban a un sitio cerca, más tranquilo, donde poder charlar y tomar la última. Se fueron y un muchacho sacó a María a bailar, dejándome sola. Seguí con mi mojito, y cuando me disponía a mirar el móvil, para ver si mi marido había visto mi mensaje, la voz de Óscar me llamó desde atrás.
        -¿Te han dejado sola, bonita…?
        -Pues ya ves.. –le sonreí, coqueta…-
        -No sabes las ganas que tenía de verte de nuevo….
        -Eso, se lo dirás a todas…
        -¿Y tú marido? ¿No vino hoy?
        -No, estoy con amigas. Así que no te sobrepases, no podemos hacer nada…
        -Mmmm… que mala pata. Pero ¿bailar sí podemos, no?
        ¿Cómo? ¿Cómo iba a resistirme a esos ojos tan hipnotizantes, a ese cuerpo tan perfecto, a un tío que era tan guapo y que, lo recordaba y me notaba mojada, me había dado un sexo tan y tan bueno…?
        -Esta bien…
        Bailamos. Un rato. Óscar en su línea, llevándome sensualmente, pero yo, debo reconocerlo, algo incómoda. Buscaba a María, temía que me viese, temía el “que dirán”….
        -¿No estás cómoda? –me susurró al oído-
        -La verdad, no. Temo me vea mi amiga, temo piense lo que no es…
        -Por eso no te preocupes, ahora lo arreglo…
        Acabamos la canción, y Óscar me acompaño a la barra, dónde estaba María. La cogió de la mano:
        -Su turno, señorita…
        María, sonriendo, aceptó. Me lanzó una mirada con los ojos muy abiertos, mientras Óscar la llevaba a la pista…
        Aproveché para escribirle a mi marido…
                                JORGE
        No dejaba de dar vueltas en la cama. Mi mente no paraba de imaginar, mi polla de reclamar el contacto de mi mano…. Sonó de nuevo el móvil.
        -Perdona, estoy aquí…
        -Joder, nena. Me tienes a mil…
        -Jajajaja, ¿ah, si?
        -Si… sólo de imaginar lo que puede estar pasando…
        -¿Y que te gustaría que pasara?
        -No se, tendrás que decírmelo tu… ¿estás con él?
        -No, hemos bailado un rato. Sabes… ha sido verlo y he mojado las bragas. Pero está aquí María. No es plan…
        -Joder, ahora si que me pones cachondo. ¿Y si María se va?
        -Bufff… entonces no respondo… jajaja
        -¿Te lo tirarías?
        -Las chicas nos esperan en cuarenta minutos en el coche….
        -No me has respondido…
        -Bufff… si, si me das permiso, claro…
        -Tienes mi permiso, pero quiero que luego me cuentes todo. He estado apunto de pajearme, pero me reservaré para tu historia….
        -Mmmm… madre mía que loco estás…
        -Dime que me lo contarás.
        -Te lo contaré (emoji de besos)
        Ya dejó de estar en línea. Ahora sí que era definitivo. No iba a dormir, mi polla iba a reventar, pero tampoco me iba a pajear. Bajé a la cocina, a servirme una copa.
                                CARLA
        Una mano en mi hombro me hizo guardar el móvil. Era María…
        -¿Qué? ¿Se mueve bien..? –le sonreí-
        -Uuuuyyyy madre mía…¡Y cómo está!... ¿Sabes si tiene pareja?
        Mi reacción me sorprendió, actué más por impulso que pensándolo bien:
        -Si, creo que si, está con una muchacha…
        -Lástima, si no le tiraría los trastos…
        -Jajajajaja, -le reí, aunque sin que me hiciera gracia…
        María acabó su cubata… a mí me quedaba aún un par de tragos del mío.
        -¿Nos vamos con las chicas? –me preguntó. Aún quedaba media hora para vernos en el coche. La verdad, tenía ganas en ese momento de decirle que no, que se fuera ella, que me dejara sola para acercarme a Óscar, y decirle que me apetecía follar con él, dónde fuese, que me volviese a dar mucho placer. Que mi marido lo sabía…
        -Vale –le respondí- . Vámonos....
        María cogió su bolso, y una mano, se apoyó en mi hombro cuando iba a ir tras ella…
        -¿Un último baile…?
        Me giré, y pude ver esos ojos clavados en mi una vez más. Me derretí. Me olvidé de María, de las chicas, de todo…
        La voz de María me sacó de mi ensoñación:
        -¿Te quedas?...
        Óscar habló por mi:
        -Permítenos unos bailes más…
        -Vale –María me guiñó el ojo… ¿qué iba a pensar?... me daba igual…- Nos vemos luego en el coche, cuidado. Voy con las chicas….
        Oscar me llevó a la pista. Me di cuenta de que no había pronunciado palabra, ni a María, ni a Óscar. Me había dejado llevar por la situación…. Pero mientras empezaba a bailar, y sus manos ya recorrían mi cuerpo al son de la música sin ningún pudor…. Me dejé llevar… cada roce, cada mirada, cada vez que esos ojos claros se clavaban en mi, me encendía más y más. Pero fueron sus palabras, un susurro en el oído en medio de una bachata, lo que me encendió:
        -Te follaría otra vez aquí mismo, Carla. Te tengo unas ganas que no puedo con ellas.
        Mire el reloj. Tenía unos veinte minutos, para llegar al coche con las chicas.
        -Fóllame –le dije sin ningún tabú…
        Óscar sonrió… que sonrisa más bonita tenía… sonrió, y me agarró de la mano, llevándome con él, lejos de la pista. Fue hacia la barra, y habló algo con el camarero. Pensé en Jorge, en cómo me había dicho que me daba permiso, que le contara esta locura, que follara con aquel semental y luego se lo dijese… ¿estaría mi marido pensando en mí…? Óscar le dijo algo al camarero, y este le tendió una llave. Me llevó a una puerta, al fondo de un pasillo, más allá de los servicios… Abrió con la llave que le habían dado. Entramos en un cuarto semi oscuro, con varias cajas esparcidas en el suelo con regalos, con camisetas, y con varias cosas de publicidad de bebidas alcoholicas. A ambos lados, unas estanterías con más chismes esparcidos. Un pequeño almacén. Óscar cerró la puerta tras de sí… y se abalanzó sobre mi.
        Empezamos a besarnos, nuestras lenguas se encontraron, mis brazos rodeando su cuello, mis piernas alrededor de su cintura. Él empezó a mordisquearme el cuello… sus manos me agarraron con fuerza del culo. Nos íbamos a comer, literalmente. Como pude, le quité la camiseta… que torso tenía, lo recordaba de la última vez, le pasé la lengua por todos los rincones que pude… bajando hacia sus pantalones, que se quitó, ayudándole yo. No tardó en tener la polla fuera, morcillona… ya en cuclillas, me la engullí, en ese momento no deseaba nada más, nada más que volver a sentir aquel pollón dentro de mí, que me follara como hacia unas semanas, volver a recibir el mismo placer que me dio. Mientras notaba como su polla se ponía dura en mi boca, mi mano no paraba de pajearle, arriba y abajo, y Óscar me hablaba:
        -Joder, nena, como la chupas… sigue así, joder….
        Me aupó, de repente, y tuve mi momento de lucidez, aunque iba totalmente fuera de mí, cuando le dije:
        -Ponte protección…
        El muchacho rebuscó en sus pantalones, y ya con un condón cubriendo esa enorme verga, me volteó, me apoyó contra la puerta, y desde atrás, noté como se colocaba entre mis piernas, sus manos arrancaron de cuajo el tanga bajo mi falda, y noté esa enorme polla abriéndose paso, partiéndome pese a lo muy lubricada que estaba. No tarde en notar como la alojaba toda en mi interior. Mis pensamientos, rememorando aquella noche con mi marido y con él, se vieron ahogados por mis jadeos, cuando Óscar empezó a bombearme, con furia, con mucho deseo. Notaba que ansiaba poseerme, y eso me ponía aún más cachonda…
        -Joder, Carla, como follas, que diosa eres…
        -Oh, si, si, no pares joder, fóllame, métemela toda…
        Era un polvo intenso, muy animal. Oscar cada vez me penetraba con más y más fuerza, parecía que me iba a partir en dos. Me sentía llena, muy llena, sus movimientos provocaban que en cada embestida, notara como me levantaba del suelo… era increíble…
        -Ohhhh, dios, que rico… asi, asi, follame joder….
        -Oh, Carla, dios, voy a correrme….
        -Oh, si, si, dame tu lechita, lléname….
        Noté su descarga, noté como su polla se contraía una y otra vez en mi interior. Eso me excitó sobremanera, y me llegó un orgasmo que no esperaba…
        -Ahhhhh.. mmmmm… siiiiiii…..
        Quietos, exhaustos, Óscar me besó el cuello desde atrás y se salió de mí.
        -Eres una mujer increíble… ¿sabe tu marido esto?
        Jorge. Me había olvidado de él mientras follaba con aquel semental. De repente sentí una punzada de culpa, pese a que él me había empujado a aquello.
        -Por supuesto. Jamás haría nada que él no supiera…
        -Sois una pareja muy afortunada…
        -Lo sé…
        Empezó a vestirse, y yo me tuve que conformar con meter lo que quedaba de mi tanga en el bolso. Miré el reloj. Pasaban cinco minutos de la hora pactada con las chicas.
        -Me tengo que ir –le dije-
                                JORGE
        Estaba siendo una noche extraña. Y larga. Se me hacía larga la espera, pero no me podía dormir, tenía que ver a Carla, que me contara. La excitación, iba y venía. Cada vez que me la imaginaba bailando con Óscar, quién sabe qué más, me excitaba. Me entretenía mirando páginas en internet, algunos videos de chicas follando con tipos de grandes vergas mientras el marido miraba. Me imaginaba a mi Carla, empotrada por Óscar…
        Miré el reloj. Había pasado una hora, tal vez las chicas habían vuelto sin mi mujer, tal vez se había quedado con Óscar. Sonó mi móvil, lo miré, ansioso:
        -¿Despierto?
        -¡Claro!
        -Ya voy de camino, con las chicas…
        -¿Entonces no ha pasado nada?
        -Ahora te cuento. Espérame despierto….
        La espera se hizo, una vez más, eterna. Pero entonces escuché la puerta de la entrada. Carla, sin hacer ruido, vino al salón, al ver que la tele estaba encendida. Me levanté del sofá, y fui hacia ella…
        Me besó, me besó con muchas ganas, como si tuviese unas ganas enormes de follar allí mismo. La correspondí, pues la excitación acumulada toda lo noche, ardía en mi entrepierna como el fuego de un volcán. Carla me cogió la mano, y la metió debajo de su falda. Me guió a su coño, que noté húmedo, abierto… con la otra mano, me entregó algo en mi mano libre. Nos apartamos y lo miré. Era su tanga, roto. No hizo falta que me dijese nada más, la tumbé encima del sofá, me acomodé entre sus piernas y se la metí, de golpe, con más ganas que en toda mi vida. Empecé a follarla…
        -Ah, si, si, cariño, eso es, métemela toda…
        -Ah, si, si, como ansiaba tu coñito esta noche….
        -Ah, si, no pares Jorge….
        -¿Te lo has follado?
        No paraba de bombear, la deseaba, mucho, en cada embestida un chispazo de placer me recorría la espalda…
        -Mmmmm… joder… que rico…. –gemía Carla…
        -Dime… ¿te lo tiraste…?
        Me cogió con fuerza del pelo, me atrajo hacia ella, me besó mientras no paraba de gemir en cada una de mis embestidas. Su boca se acercó a mi oreja:
        -Ohhh…. Si, cariño, siiii. Me ha follado, como un animal, el muy cabrón ha vuelto a darme mucho placer….
        Sus palabras fueron demasiado para mi. Me corrí, descargué toda la tensión acumulada a lo largo de aquellas interminables horas…
        -Ohhhhh, dios……
        -Mmmmm siii amor, damela toda….
        Me quede tumbado, exhausto, encima de ella. Nos miramos. La besé. Me salí de ella, la besé de nuevo.
        -Te quiero –le dije-
        -Y yo a ti.
        -Ahora, cuéntamelo.
CONTINUARA

0 comentarios - Al regresar mi esposa de fiesta VIII