Buenas gente de P!
Esta es la continuación de Alquiler en tiempos de Coronavirus #1 y Alquiler en tiempos de Coronavirus #2 relatos de mi autoría.
Espero que lo disfruten y próximamente subiré la cuarta parte y posíblemente última entrega de la saga.
Se aceptan críticas y sugerencias, un saludo y sin más, al relato!
IMPORTANTE: Todos los personajes son ficticios y cuentan con la mayoría de edad.
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Alquiler en tiempos de Coronavirus [Parte 3]
Esta es la continuación de Alquiler en tiempos de Coronavirus #1 y Alquiler en tiempos de Coronavirus #2 relatos de mi autoría.
Espero que lo disfruten y próximamente subiré la cuarta parte y posíblemente última entrega de la saga.
Se aceptan críticas y sugerencias, un saludo y sin más, al relato!
IMPORTANTE: Todos los personajes son ficticios y cuentan con la mayoría de edad.
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Alquiler en tiempos de Coronavirus [Parte 3]
— Buen día — Me despertó la voz de Tatiana.
— Buen día — Dije más dormido que despierto. Tatiana estaba con una bandeja en sus manos con dos tazas de café con leche y un platito con facturas.
— ¿Pudiste descansar? — preguntó mientras se sentaba a mi lado en la cama.
— S...Sí — Respondí desconcertado. Ella vestía una remera rosa y un shorcito negro.
— Bueno. Me alegra escuchar eso. Tomá servite — Y me alcanzó una taza de café.
Estaba completamente perdido, no sabía si había sido todo un sueño o si había sido verdad.
¿Y si había sido un sueño? ¿Habrá notado algo?
De pronto se me llenó la cabeza de dudas y misterio…
En mi cabeza no paraban de retumbar dudas y preguntas. ¿Realmente habíamos tenido sexo la noche anterior, o fue todo un hermoso y glorioso sueño?
Miré hacia abajo, mi cuerpo estaba aún tapado con las sábanas y frazada, volví mi mirada hacia ella, aún sostenía la taza de café en su mano. Sonreía, se la veía feliz y radiante.
Al menos no había rastros de enojo o molestia alguna, si había sido solo un lindo sueño definitivamente no lo ha notado.
La habitación estaba iluminada por la luz del sol que entraba a través de la ventana de la cocina. Al parecer la tormenta ya había quedado en el pasado y en cambio era una hermosa mañana.
Tomé la taza de café y le dí un buen sorbo. Ella se sentó al lado mío con su taza y apoyó las facturas en la cama.
— ¿Querés desayunar acá o vamos a la mesa? — Me preguntó.
— Nono, acá esta bien. ¿Qué hora es? — pregunté.
— Son las 10 de la mañana.
— Fua… parece que dormí un poco — dije riendo.
— Sí, yo me desperté a las 8 y media cuando volvió la luz y aproveché para ir a comprar para desayunar.
— Volvió la luz, salió el sol, nadie creería de la tormenta de anoche — dije sonriente.
— Sí, yo creo que fue todo apropósito para que no te vayas — continuó ella.
— La verdad que sí, igual no me arrepiento, es más diría que es una pena que no esté lloviendo así tendría que quedarme de nuevo — dije en tono jocoso.
— Por mi quedate, a mi no me molestás, sino todo lo contrario — dijo mirándome fijo a los ojos y atravesando mi ser.
— Bueno, entonces tengo una excusa para venir a visitarte de vez en cuando — retruqué.
— Cuando quieras sos bienvenido. Pero primero te quiero pedir disculpas — dijo agachando su mirada.
— ¿Disculpas por qué? — pregunté.
— Y si… por lo de anoche — continuó con pena.
— ¿A qué te referís? — me hice el desentendido.
— Ya sabes… me da vergüenza, yo no soy así.
Tras ese cruce de palabras, finalmente pude confirmar todas mis dudas.
Lo que había parecido un sueño totalmente irreal e imposible, en realidad, sí había pasado. Aún incrédulo me limité a escuchar su versión de los hechos, aunque poco me importaba, realmente Tatiana era hermosa y por dentro yo estaba feliz.
Me contó que su última vez con un hombre había sido con su ex hacía varios meses atrás, que yo le caí muy bien y se sentía segura, que no la traté como un cualquiera, pero que el hecho que desencadenó todo fue sentir mi pene erecto chocando una y otra vez con su cola.
Acción a la que habíamos llegado, ya que ella de madrugada tomó mi brazo para que la abrace, pero no pensó que yo iba a tener semejante erección.
Me contó que tras sentirme así se contuvo por un rato pero que luego se fue bajando lentamente la calza para sentirme más a gusto y que eso generó que su excitación suba aún más acto por el cual ya no se aguantó y tocó mi pija, por arriba de la tela del short, que en esos momentos estaba dura como una piedra.
Y luego pasó lo que todos sabemos.
Realmente estaba un poco desconcertado, seguía sin caer en la realidad plena de haber tenido una noche de sexo con tan deslumbrante mujer.
Tras desayunar, nos quedamos hablando un rato más sentados en la cama, y luego me dijo que ella iba a hacer unas compras, que si deseaba me podía dar una ducha, que teniendo suministro eléctrico ya disponía de agua caliente.
Me quedé solo en su casa procesando toda la información que había entrado en mi cerebro. En mi interior era todo alegría, lo que pudo haber sido una noche más de cuarentena terminó en sexo desenfrenado con Tatiana.
Me tomé unos minutos más reflexionando, ya a estas alturas no tenía apuro alguno y decidí hacer caso a la sugerencia y darme una ducha caliente.
Si bien la mañana estaba soleada, el día se sentía fresco, al parecer la tormenta había dejado como resultado un notorio descenso de la temperatura.
Fui a ver mi ropa que aún estaba en las sillas del comedor y noté que se encontraban húmedas, así que sin más para vestirme me dirigí hacia el baño con la misma ropa prestada que tenía hasta la noche anterior..
Ya desnudo y con el agua caliente saliendo entré a ducharme. El baño al igual que toda la casa era pequeño, pero lo suficiente como para bañarse cómodamente.
Me estaba duchando muy tranquilo mientras recordaba todo lo vivido la noche anterior y nuevamente mi pija estaba durísima. Estaba concentrado, completamente en mi mundo, cuando escucho el sonido de la puerta del baño.
Corro un poquito la delgada cortina que oficiaba de divisor entre la ducha y el resto del baño y casi me muero de un infarto.
Tatiana estaba cerrando la puerta del baño, completamente desnuda.
Era un monumento a la mujer realmente. Su pelo negro totalmente suelto llegaba hasta su espalda, su cola sin ninguna tela de por medio seguía estando firme, y ahora con luz, podía ver que era mucho más grande de lo que creía, tenía una cintura hermosa y unas pequeñas pero firmes tetas que me volvían loco. Era petisa, pero hermosa, proporcionada a la perfección.
Tras unos breves segundos la cortina se abrió por completo y entró a la ducha conmigo.
— Hola… ya volví — dijo riendo.
— Sí… veo… — estaba completamente bloqueado.
— No te quiero molestar, pero… ¿Me puedo duchar con vos? — dijo mordiéndose su labio inferior.
No respondí, no pude contenerme. La tomé de su cintura y con suavidad la atraje hacia mí, nos fundimos en un beso apasionado mientras el agua caliente de la ducha cubría nuestros cuerpos.
Al mismo tiempo que nos besábamos baje mis manos hacia su cola para acariciarla y apretarla, acto por el cual si mi miembro estaba erecto, puedo jurar que ahora explotaba.
Ella sintió mi erección chocar contra su cuerpo y también bajó una de sus manos para empezar con un juego de caricias lento y exquisito. El vapor nos iba invadiendo poco a poco generando una escena perfecta.
Estuvimos así por un rato, besando y tocándonos apasionadamente, disfrutando de cada mimo, cada caricia, cada beso, hasta que ella se separá de mi y comienza a bajar lentamente.
Rápidamente cerré las canillas de la ducha y ella, ahora arrodillada, tomó mi pija entre sus manos y tras hacerle una breve inspección visual que terminó de explotarme los sesos empezó con una sesión de sexo oral exquisita.
Jugaba con su lengua por toda la cabeza de mi pija mientras con una mano me masturbaba, le daba pequeños besitos a todo el tronco de mi chota, me acariciaba los huevos, era un conjunto de sensaciones tremendas que hasta en ciertos puntos me causaban escalofríos.
Poco a poco fue agarrando confianza y aumentando el ritmo metiéndose media pija en la boca y sacándola una y otra vez, se la llevaba hacia un costado de la cara generando un bulto en su cachete al mismo tiempo que me miraba con sus ojos fijamente, y de a poquito iba avanzando para meterse cada vez más adentro de la garganta mi pija.
Verla así, mojada por el agua de la ducha, mirándome mientras me succionaba sin parar el pene me empezó a desquiciar y recordar la escena de dominación que me había hecho la noche anterior me terminó de sacar de eje y transformar.
Bajé mis dos manos hacia su cabeza, acto que generó una mirada muy particular en sus ojos. Poco a poco comencé a dominar yo el ritmo de su mamada, era yo quien dominaba cuanto entraba, cuánto salía y en qué momentos.
De a poco, esta vez el que agarró confianza fui yo, y lo que había empezado suave y con cariño empezó a ser sin darme cuenta a lo bestia.
Empecé a llevarla con fuerza hasta el final de mi pija, obligándola a quedarse ahí en el fondo hasta que sentía que tenía una arcada y la liberaba.
Repetí esto con total locura muchas veces y cuándo quería emitir palabra, tras dejarla respirar, volvía a meterle de golpe toda mi pija tapando así sus palabras que sonaban indescifrables y más loco me volvía.
Luego de un rato en esta situación le dí un poco de libertad soltándole su cabeza, acto seguido después de regalarme una mirada perversa y una sonrisa diabólica, experimenté una sensación nueva que casi me hizo acabar toda la leche que tenía.
Tras escupirme la pija con abundante saliva puso una mano en la mitad del tronco y mientras la sostenía volvió al ataque, tenía abrazada con su boca ¼ de mi pija llena de saliva a la que con movimientos difíciles de explicar con su lengua me hacía sentir un placer enorme, al mismo tiempo que movía frenéticamente su mano con movimientos semicirculares hacia atrás y adelante que me rompió el cerebro.
Estuvo así no se por cuánto tiempo hasta que la frené en seco yo, me miró y sonrió como sabiendo bien lo que pasaba. Hice que se ponga de pie y la puse en mi posición, contra la griferia de la ducha, dándome la espalda.
Esta vez fui yo quien se llenó la mano y la pija de saliva, me tomé un segundo para ver a Tatiana totalmente regalada con su cola dura y parada apuntándome y fui al ataque.
Abrí un poquito su culo para poder ver un agujerito cerrado y rosado y debajo de eso una concha también rosada, bien carnosa y sobresaliente, sin un pelo, esperando a ser penetrada.
Acerqué mi pija lentamente, se la pasé por todo su ser sintiendo cómo daba un leve saltito en clara muestra de satisfacción. Aferré una mano en su cintura y lentamente se la fui metiendo hasta llegar al fondo, acto por el cual liberó un gemido que irrumpió con el silencio que había.
Comenzó así un vaivén suave, su concha abrazaba a la perfección mi chota, sentía gran placer con cada movimiento. Ella gemía por lo bajo.
Tras un rato de disfrute y suavidad, y una vez ambos más cómodos, empecé a aumentar el ritmo.
Sus gemidos se convirtieron en leves gritos, el sonido de nuestros cuerpos chocando entre sí era totalmente excitante.
Una de mis manos que inicialmente estaba en su cintura estaba apoyada arriba de una de sus tetas que llamativamente para mí tras recibir unos suaves mimos y caricias de mis dedos generó que su pezón se ponga duro como una piedra, lo cual se me hacía muy morboso y rico.
Ella tomaba mi mano que aún estaba en su cintura con fuerza y de vez en cuando apoyaba su mano contra mi pelvis en clara señal de que frene un poco y yo acompañaba sus peticiones.
De un momento a otro ella se había puesto bien en la esquina y apoyando una de sus piernas en un soporte que había para colocar el jabón estábamos garchando en una pose que generaba una penetración un poco más profunda.
Mientras ella tenía su pierna colgando yo la ayudaba con una de mis manos y la arremetía con fuerza, generando en momentos leves despegues de su pie del suelo.
Sus gritos no paraban, era un constante que se repetía e invadía todo el espacio del baño.
Esa posición le gustaba tanto como a mí porque entre gritos se escuchaba el murmullo de palabras tales como — Sí, cojeme así, soy tuya, sos un animal, más, dame más, que rico — lo cual me volvía loco y generaba que le dé con más velocidad y fuerza estando yo completamente extasiado e ido de mi propio ser.
Tras garchar un rato así prácticamente sin parar ella me detiene:
— ¿Vamos a la cama? Quiero que me cojas en cuatro por favor — suplicó.
No dudé un instante, así mojados como estábamos salímos de la ducha y posteriormente del baño directamente a la cama.
Ella fue delante mío y ni bien subió a la cama se puso en la pose que me había dicho y en una actitud totalmente endemoniada libera una de sus manos y tomando uno de los cachetes de su culo generando una visión impresionante de su concha toda abierta me invita a que vaya a cojerla.
Nuevamente no podía creer la buena fortuna de tener a Tatiana de esa manera solo para mi.
Continuará….
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3 comentarios - Alquiler en tiempos de Coronavirus #3
Si excelente permites vivir el instante y practicamente ser el que esta penetrando a esa hermosura de mujer