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Clases de natacion ....

Antes de empezar este verano, pensé: Voy a enseñar natación la idea me daba vueltas hace años, he sido un buen nadador antaño, irí­a a domicilio, el enseñar me permitirí­a conocer gente, piletas, casas quintas.. La verdad es que no tení­a ningún pensamiento morboso detrás. Repartí­ unos volantes en negocios de amigos, lo puse dos o tres dí­as en mi historia de instagram, en facebook, en mi estado de wsapp, y me dediqué a espera. La sorpresa fue que a los tres dí­as un compañero de trabajo me dijo que se habí­an mostrado interesadas su esposa y su hija. Bueno, no me copó mucho, pero mientras conseguí­a más clientela, podí­a atender a su familia. El, Jorge, tiene una casaquinta en Funes, y ese mismo sábado fui. Estaban los tres, mi amigo leyendo, la mujer con una malla enteriza azul, estaba más buena que cuando la veí­a en el trabajo, cuando iba a visitar a Jorge. Ella se llama Mariel, y su hija, que dijo que ese dí­a tení­a otras cosas que hacer, es Sofí­a. Pendeja, unos 17 años, muy buena, pero en sus historias. Se pasó toda la tarde en su dormitorio, seguramente chateando con sus amigos. El caso es que Mariel nunca habí­a nadado, no tení­a idea ni de cómo flotar, y la primera hora fue bastante embolante. Le di nociones básicas de las patadas de crowl y de pecho, hice que pataleara un buen rato. A eso de las cinco, mi amigo se trajo una picada, quesitos, salames, una cervecita ahí­ Mariel se puso más chispeante, pero tampoco el exceso.. Después que mecanizó más o menos las dos patadas, le dije que empezarí­amos a coordinar brazada con patada, en estilo pecho. Le dije que se pusiera panza abajo, y yo la sostení­a, arriba entre los pechos (que eran hermosos, noté) y el cuello, y abajo bien en la zona del ombligo, sosteniéndola y haciendo que permanezca lo más paralela al agua que pudiese. Fueron largos minutos, ella sonreí­a mucho, parecí­a que se estaba divirtiendo, por ahí­ se me escurrí­a y sin querer le tocaba una goma, o me arrimaba peligrosamente a la zona genital. Podrí­amos decir que fue una buena primera clase, y quedamos que el sábado siguiente mejorarí­amos pecho y empezarí­amos con crowl. El sábado siguiente, la nena seguí­a empacada en que no tení­a tiempo, y Mariel se habí­a puesto una bikini, cola less, y amplio escote que permití­a admirar sus gomas. La rutina fue casi igual, nado, la picadita, Mariel que ahora se tomó dos vasos, y Jorge que estaba leyendo un libro. De golpe a él lo llamaron de Rosario, dijo que en un par de horas vení­a y se fue picando. Yo seguí­a con el estilo pecho, y ahí­ comenzó un descontrol. Después de media hora, viendo que ella nunca se quejaba, directamente para que se apoye en mi mano derecha se la puse en la mismí­sima concha, y la otra sostení­a sus gomas, alternativamente, mientras que se me estaba parando la pija, de tanto franeleo. Mariel parecí­a disfrutar mucho después de un rato, quizás cambiar de posición, porque era un poco descarado lo que estaba pasando, y comencé a enseñarle crowl. Vieron como son las brazadas mientras yo la sostení­a, le decí­a que haga una braza y otra, y cada dos respire, y todo vení­a bien hasta que en una de sus brazadas me tocó la pija: â??Eh, Juan, qué te pasa? Estás motivadoâ??, me dijo mientras se reí­a a carcajadas. Sigamos con este estilo que me encanta, me pidió, y ya fueron varias las tocadas de verga digamos que tocaba y se quedaba ex profeso agarrando mi paquete, que ya estaba a punto caramelo. En una de esas vino un auto, unos amigos de Sofí­a vinieron a buscarla, diciendo que se iban a Fisherton, y la nena subió, nos mandó unos besitos desde la ventana del auto y desaparecieron todos. Marial lo llamó a su marido, le preguntó cuánto le faltaba porque querí­a que traiga algunas cosas del centro, ya que esa noche esperaban a otro matrimonio. Cuando se aseguró que tardarí­a un par de horas, me invitó a pasar a la pieza de huéspedes, ya en la escalera nos í­bamos sacando la ropa, y cuando llegamos a la cama ya estábamos los dos desnudos, así­ fue que nos chupamos literalmente todo el cuerpo. No hubo lugar de su geografí­a que yo no recorriera con mi boca, y lo mismo hizo ella con la suya. Me arrodille y me di un banquete con mi boca en sus labios mojados e hinchados y mordisquee su clí­toris hasta que no aguantó más y tuvo su primer orgasmo de la tarde. Mientras ella convulsionaba de su orgasmo brutal, me puse encima de su pecho y le di a probar lo que ya tení­a bastante duro y erguido y no se hizo esperar, tanto que se lo trago de un solo movimiento hasta que su nariz toco mi zona púbica depilada. Me hizo una gran garganta profunda tanto que cuando acabo de hacerla la tení­a llena de babas y de saliva de lo que habí­a estado entrando en su boca. Me tumbe y le dije que me cabalgará a su antojo, que luego la follarí­a fuertemente yo, por eso Mariel se subió, se tragó literalmente toda mi pija y empezó a cabalgar fuerte y enérgicamente, tanto que sus tetas bailaban con cada movimiento suyo y así­ encadenó varios orgasmos suyos, pero sabí­a que yo seguí­a duro, erecto y empalmado dentro de ella. Le pellizque sus pezones, fuertemente y a Mariel le poní­a muy excitada eso, como también que con dos dedos mí­os se los fuera metiendo y sacando de su culo, por lo que en uno de los movimientos mí­os de incorporarme le metí­ tres dedos, total, si le entraba uno fácilmente y dos la poní­an muy perra, pues tres le encantarí­a, además querí­a abrirle bien su ano para así­ luego cogerla por ahí­, pero serí­a lo último. Cuando note que ya estaba cansada de tanto cabalgarme fue cuando la tiré sobre el colchón y poniéndola tumbada boca abajo, abrí­ sus piernas y entre dentro de ella, así­ con esa postura podrí­a destrozar su concha mientras entraba y salí­a, bueno, mientras me dejaba caer encima de su culo y salí­a lentamente. Sí­, me gusta hacer eso, salir lentamente y luego dejarme caer de golpe contra la mujer, así­ sienten mejor y su orgasmo vuelve a brotar de su interior. Estuve cayendo fuerte en su culo un buen rato, hasta que tení­a ganas de llenarla de mi lí­quido, pero me salí­ de ella, me fui a donde tení­a su cabeza, le agarre de su melena con una mano, metí­ mi pene dentro de su boca y con la otra mano agarre de su nuca y le cogí­ la boca hasta llenarle la boca de mi semen caliente, que trago y bastante por ser mi primera corrida. Así­ seguimos largo rato, pero ya previendo que se aproximaba la hora del retorno de Jorge o la posible vuelta de Sofí­a, empecé a salir de ella mientras mi pija se desinflaba, y yo notaba como iba saliendo mí­ liquido blanco que Mariel recogió con sus dedos y se los llevó a su boca, le gustaba tragarse lo que le salí­a de ella. Después de esa intensa tarde de natación y placer, me fui a mi casa, literalmente exhausto. El sábado siguiente retorné, la nena quiso tomar clases, la manoseé un poco, parece que le gustó, pero la fiesta se terminó la semana pasada porque se fueron a Europa. Sofí­a me dijo â??el año que viene quiero que me enseñes todos esos estilos que tan feliz la ponen a mamáâ??, mientras me guiñaba un ojo. Creo que el verano próximo va a ser tremendo.




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