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Crónicas de un detective privado #1

 
Buenas gente de P!
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 En esta oportunidad les presento un nuevo relato y una nueva saga que iré desarrollando en varios post.

Espero que lo disfruten y próximamente subiré la segunda parte.

Se aceptan críticas y sugerencias, un saludo y sin más, al relato!


IMPORTANTE:
Todos los personajes son ficticios y cuentan con la mayoría de edad.




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Crónicas de un detective privado. [/align]

Tener una pequeña oficina en el centro de la ciudad, con mi apellido en un cartel colgado en el medio de la puerta, no fue lo que soñé.
Siempre le dije a todo el mundo que no fui yo quien eligió a la profesión, sino que fue la profesión quién me eligió a mí.
Ser detective privado nunca había estado en mis planes, pero cuando hay necesidades, y necesitas sobrevivir económicamente cualquier trabajo ayuda y ser detective fue uno de esos trabajos.
Corrían los “gloriosos” años 80, euge de la tecnología e innovación (al menos a mi visión), mi familia estaba compuesta por 4 integrantes, siendo mi padre el sostén de todos.
Verano del año 1981, yo tenía tan solo 18 años y estaba por empezar mis estudios universitarios cuando una llamada irrumpió el silencio de mi hogar.
Recuerdo con claridad que era un día martes, muy caluroso, yo tras haber terminado mis estudios secundarios, estaba estudiando para comenzar la carrera de abogacía y mi madre interrumpió mis estudios llorando desconsoladamente.

— ¡Hijo, tenemos que irnos! — dijo mi madre con voz entrecortada y la cara llena de lágrimas.
—¿Qué… qué es lo que pasa mamá? — respondí asustado e intrigado.
— Llamaron del hospital de Venforte, tu papá tuvo un accidente y está muy grave.
— ¿Cómo que tuvo un accidente?
— Sí, no se más, tenemos que irnos ya.


El hospital se encontraba a 30’ de mi casa, el recorrido hasta llegar a destino fue el más largo de mi vida.
Miles de ideas se agolpaban en mi cabeza, qué le había pasado, qué tan grave sería, cómo íbamos a seguir si era grave, y un sin fin de planteos más que se le pueden ocurrir a uno en esa situación.
Finalmente llegamos al hospital. Tras presentarnos en la recepción una enfermera nos guió por un largo e interminable pasillo del segundo piso del hospital.
Innumerable cantidad de habitaciones repletas de gente convaleciente estaban a todo mi alrededor, no era un lugar al que esté habituado y estaba seguro de que no me agradaba.
Casi llegando al final del pasillo la enfermera se detuvo y un médico de unos 60 años salió de una habitación.
Preguntó por qué paciente estábamos y tras decirle el apellido le pidió a mi madre que ingrese sola en dicha sala.
Tras varios minutos que fueron eternos el mismo médico me pidió que ingrese a la sala.
Allí pude ver el hecho que cambiaría mi vida. Mi padre estaba acostado, inconsciente, con el cuerpo totalmente vendado y la cabeza hinchada como una pelota, completamente irreconocible.
En breves palabras me explicaron que había tenido una caída desde una gran altura y que estaba vivo de milagro, pero que tenía lesiones cerebrales muy graves y las chances de sobrevivir o recuperarse eran mínimas.
Al cabo de 7 días mi padre falleció en el hospital y a partir de allí mi vida cambió para siempre.
Pasaron meses muy duros, mis estudios para la carrera que había elegido tuvieron que postergarse y tuve que salir a trabajar de cuanta cosa se me cruzara en el camino para poder sostener los gastos de la familia.
Trabajé en construcción, en seguridad de discos de la época, como barman, pintor, etc hasta terminar arriba de un taxi donde nuevamente mi vida cambiaría.
Una fría noche de invierno, yo ya tenía 19 años y recién empezaba mi turno nocturno, cuando un hombre mayor de unos 65 años me detuvo. Me preguntó si tenía algún problema en seguir un auto y que si lo hacía me pagaría doble. Yo no dudé, necesitaba mucho del dinero así que acepté sin mediar palabras. Seguimos por un largo rato a un coche negro. En el transcurso veía por el retrovisor qué es lo que hacía el misterioso hombre, el cual vestía un traje de aquellas épocas con un sombrero negro que apenas dejaba asomar sus blancas canas.
Cuando el auto se detuvo me pidió que me estacione a una distancia prudencial y sacó una cámara de fotos de su bolsillo que yo nunca había visto en mi vida.
La cámara en cuestión era una pequeña, que tranquilamente se podía transportar en un bolsillo de un pantalón o campera casi sin notarlo.
Lamentablemente el enfoque y zoom no era como el de hoy en día, donde desde la comodidad de un celular podemos tomar fotos de calidad y acercar o alejar una toma, así que me pidió que pase lo más lento posible una vez que la pareja baje del auto.
Y así lo hicimos, un hombre y una mujer bajaron tal como lo había dicho del auto, el joven muy cordialmente le abrió la puerta a una bellísima mujer que vestía un vestido blanco y tomándola de la cintura se dirigían hacia la puerta de una casa.
En ese mismo instante mi compañero temporal sacó una serie de fotos donde supuse se los vería a ambos yendo de espaldas hacia la puerta de dicha casa.
Tras eso me pidió que doble en la esquina y en donde pueda me detenga. Cumplí con sus órdenes.

— Joven, le ofrezco el triple de lo que salga este viaje al terminar, si se anima a hacer unas fotos.
— ¿Qué tipo de fotos? — pregunté con curiosidad.
— Aún no le puedo explicar muy a fondo, pero necesito que le tome fotos a esa pareja que seguimos.
— ¿Cuándo salgan?.
— No, ahora mismo.
— … — lo miré sorprendido.
— Verá, por mi edad no tengo la agilidad necesaria para poder hacer las tomas que deseo, pero necesito que se meta dentro de esa casa llegue a la habitación donde se encuentran y tome fotos de lo que vea que estén haciendo — dijo en un tono serio.
— ¿Pero… cómo haré para entrar? — pregunté aún con más dudas que antes.
— Es sencillo — dijo mientras se rascaba su barba — tiene que saltar la pequeña reja y rodear la casa. En el fondo encontrará una ventana que podrá abrir y le dará acceso a la cocina. Una vez adentro busque la escalera y la primer puerta que verá a su derecha es la habitación.
— Hmmm… — pronuncié duditativo.
— No hay tiempo para pensar, si no acepta dígame cuánto le debo y nuestro viaje termina acá.
— ¿La paga es el triple?
— El triple de lo que cueste el total del viaje.
— Bueno acepto — al final del viaje iba a ser mucho dinero que me era muy necesario.
— Vea, la cámara es muy sencilla, simplemente enfoca donde quiere tomar la foto, aprieta este botón para tomarla y puede deslizar este plástico para evitar la luz del flash. Yo lo esperaré aquí el tiempo que haga falta.


Tras darme la cámara bajé del auto. Sentía la adrenalina correr por mi cuerpo. Miré mi reloj, eran las 00:30hs. El barrio en donde estábamos era un desierto a esas horas. El frio era intenso pero bajo tal situación no lo sentía en lo más mínimo.
Caminé atentamente hasta la casa señalada, miré a tanto lugar pude para asegurarme de que no me esté viendo nadie y entré.
La “reja” era una pequeña estructura metálica de no más de 1mts de altura, muy común en su época que oficiaba más de dilimitador del terreno que de reja en si misma. Caminé hacia la parte trasera de la casa a través de un pasillo. Una vez en el lugar ví un jardín enorme muy bien decorado y junto a una puerta encontré la nombrada ventana.
Tal como me lo había anunciado, la misma se encontraba abierta, bastó con correrla para poder ingresar.
La casa por dentro era un completo lujo, el piso con grandes y brillantes cerámicas, la cocina blanca junto con sus muebles brillaban por doquier, avancé hacia la puerta que dividía y tras ver un poco el interior de la casa donde había una chimenea encendida, sillones, un gran televisor, llegué a la escalera. La misma era creo que de mármol, subí lo más despacio que pude rogando no ser descubierto. A medida que subía empezaba a escuchar voces pero no podía entender qué es lo que decían.
Escalón tras escalón las voces eran más fuertes y ya estando arriba podía escuchar un “gemido” proveniente de la habitación.
Dicha habitación estaba a unos pasos de la escalera y para mi buena fortuna la puerta estaba abierta.
Me acerqué con total sigilo pegado a la pared atento a no hacer ningún ruido. Mi idea era tomar una o dos fotos rápido y volver al auto para terminar con la tarea, pero lo que vi me dejó hipnotizado y no pude regresar tan rápido como imaginaba.
Me agaché para asomar mi cabeza pensando así ser menos visible, asomé un poco uno de mis ojos y me quedé petrificado.
Lo primero que vi fue el vestido blanco de la mujer tirado en el piso al borde de una cama matrimonial gigante.
Un poco más arriba y sobre el colchón estaba el culo de dicha mujer en primer plano.
Imaginarán que a esa edad y en esas épocas no era muy común ver tal cosa, salvo en alguna revista porno o con vedettes.
Era algo desconcertante y perfecto, tenía lo que se veía como un portaligas blanco y ropa interior de encaje del mismo color que le marcaban un verdadero culazo.
Su cuerpo se movía hacia arriba y abajo a un buen ritmo y sin parar, así que más decidido y con la cámara en mano me levante poco a poco para ver qué es lo que pasaba.
Una vez incorporado y de pie vi al joven que estaba acostado boca arriba atado de manos a la cabecera de la cama y con sus ojos vendados, completamente desnudo, al mismo tiempo que la hermosa dama tenía el pene erecto con una mano y con su boca se lo chupaba sin parar.
Recordé que tenía que tomar fotos, así que tras tapar el flash ya que me podía delatar apunté y tomé la primera de muchas fotos.
La mujer en cuestión era rubia, con un cuerpo atlético y hermoso, de unos 30 años de edad, tes blanca, pelo rubio rizado, el cual se movía al ritmo de la succionada que le estaba pegando al miembro del joven.
El muchacho parecía extasiado y no era para menos, yo con solo ver el culo en esa posición y como le chupaba el pene una y otra vez con pasión también estaba teniendo una erección enorme.
El show continuó igual por unos minutos hasta que la dama se detuvo y se puso de pie en el suelo.
Una vez parada pude apreciar que tenía una cintura hermosa y su cola estando en esa posición era aún más exquisita que en cuatro.
Comenzó a jugar con el hombre que aún se mantenía atado y vendado, le hacía caricias a lo largo de todo su cuerpo, lo rasguñaba, tocaba su miembro y lo acariciaba, era un deleite visual cada detalle.
Luego en un movimiento rápido se quitó toda su ropa interior quedando completamente desnuda, yo ya a esta altura había tomado muchas fotografías y juro que lloraba por dentro de no ser yo el afortunado que esté atado en esa cama disfrutando de tales placeres.
La mujer volvió al juego y esta vez acariciaba el cuerpo del muchacho con sus senos, lentamente recorría todo su cuerpo y se detenía sobre la boca de él obligándolo así a que le chupe los pezones mientras yacía acostado.
Tras esa escena vino el plato fuerte, la joven se acomodó cerca del pene que estaba completamente erecto e hinchado. Se acomodo lentamente y vi como bajó una mano hacia la zona de su vagina y tras unos segundos comenzó a moverse en total señal de que estaba siendo penetrada.
Se movía con facilidad y agilidad, iba de atrás hacia adelante o saltaba una y otra vez al mismo tiempo que gritaba, gritos que invadían toda la habitación y la casa misma.
Su culo con cada movimiento se movía, parecía salida de una película, de una fantasía, se notaba firme, duro, exquisito y el sonido al chocar cuerpo con cuerpo era una exquisita melodía que acompañaba tal escena.
Tras un rato en esa posición noto, como aún estando haciéndolo, tira su cuerpo hacia adelante y comienza a desatar al joven, acto por el cual me veo obligado a esconderme detrás de la pared.
La adrenalina en mi cuerpo volvió a estallar y sentía como el corazón me latía a mil. Ya tenía las fotos que necesitaba, podía irme del lugar sin arriesgarme, pero mi mente estaba completamente corrompida, jamás había visto algo así más que en alguna revista y quería seguir viendo.
Me serené lo más que pude para prestar atención y tratar de adivinar los movimientos que ocurrían dentro de la pieza. No escuché que nadie se acerque hacia la puerta o el pasillo y tras unos minutos que se me hicieron eternos volví a escuchar los gritos de la dama.
Tomé coraje nuevamente y esta vez ya sin darle importancia a la cámara me acerque a ver qué pasaba.
Ahora tenía una vista de del perfil de ambos. La mujer estaba en la posición “cuatro” siendo penetrada duramente por el joven, el cual la agarraba con firmeza de la cintura, y al contrario de antes, dominaba la situación.
La penetraba con vehemencia, cada vez que lo hacía se escuchaba el -clap- del choque de su zona púbica con el enorme culo de la rubia. Ella parecía disfrutarlo, o al menos gritaba para que eso parezca. Aparte de tener un culo hermoso tenía dos tetas gigantes que se movían de atrás hacia adelante sin parar.
Los minutos pasaban y el ritmo no disminuía, poco a poco la mujer se fue bajando cada vez más y lo que en un principio era la pose del perrito terminó con ella completamente acostada boca abajo y él penetrándola sin parar en esa posición.
Cada tanto el hombre le propiciaba una nalgada muy fuerte que resonaba en toda la habitación generando no sólo gritos de la mujer sino también que su pálida piel se torne completamente roja en esa zona.
Pasaron algunos minutos así y finalmente el muchacho sacó su erecto miembro de adentro de la vagina de la rubia, el cual brillaba por donde se lo viera, y tras sujetarlo con su mano acabó de manera bestial sobre el culo y espalda de la mujer.
Tomé una última foto y me fui por donde entré.
Una vez de nuevo en la calle miré mi reloj, eran cerca de las 3am, habían pasado más de dos horas desde que había entrado a esa casa.
No podía creer lo que había visto, sentía excitación, morbo y adrenalina.
Hacía aún más frio que antes o al menos ahora sí lo sentía. Caminé esos metros que me separaban hasta mi auto y entré.
El misterioso hombre aún estaba sentado en el asiento trasero con la radio prendida y despierto.

— ¿Y, que tal te fue? — preguntó.
— Bi...bien — respondí dudoso.
— ¿Viste algo interesante?
— S...sí.. creo que muy interesante.
— Bueno, ahora llevame a esta dirección y terminamos — mientras extendía su mano y me daba un papel.
— Ok — respondí.


Nuevamente anduvimos cerca de media hora por la ciudad y una vez en destino me pagó el triple del costo tal como habíamos pactado. Pero antes de bajarse me dijo:

— Si el material que hay en ésta cámara es realmente útil, tal vez te contacte de nuevo.
— ¿Pero…. Cómo va a hacer para contactarme? — pregunté.
— De eso me encargo yo — y tras eso bajó del auto.


Continuará...



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