No me quedo otra opción más que meterme dentro de la pileta.Quisiera o no mi cuerpo estaba reaccionando al ver a mi primita con ese bikinipuesto. No es que tuviera la pija totalmente erecta ni cerca de eso, pero sentícomo empezó a reaccionar, la sentía apretada entre la tela y mi pierna.
Mientras Vale se iba metiendo en la pileta desde las escalerasen la parte menos profunda, los comentarios por su traje de baño no se hicieronesperar. Desde críticas de mis tías para que se cubriera un poco, hasta gritosde su hermana diciéndoles que se callen y mencionando lo bien que le quedaba ylo “potra” que estaba.
Mis primos se limitaron a reírse del intercambio. Creo quesabían tan bien como yo que cualquier comentario que hiciéramos iba a sonarraro e íbamos a quedar como unos pajeros. Después de todo era nuestra primacasi 10 años menor.
Vale se acercó hasta la parte de la pileta donde estábamosnosotros y se apoyó contra el borde justo al lado mío. Enseguida se acomodó ypuso un codo sobre el borde y el otro sobre mi hombro. En cuanto hizo esto lamiré, supongo que con la mayor cara de idiota que podía lograr, al menos eso interpretopor su reacción:
- Qué? Pasó algo? – Me dijo con una sonrisade oreja a oreja. Que linda era cuando sonreía, que bien le quedaba el peloatado, cómo resaltaba ese cuello largo y tentador.
- No, nada. Me quedé colgado pensando en otracosa – dije mientras desviaba la mirada y trataba con todas mis fuerzas deno mirar debajo de línea de su cara. Y mientras hacía un esfuerzo por volver aprestar atención a la conversación de mis primos, ella se acercó a uncentímetro de mi oreja izquierda.
- Podes mirar tranquilo si querés. Yo ya te via vos, lo justo es justo – me dijo casi susurrando.
Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando la sentípronunciar esas palabras pegada a mi oído. Me di vuelta despacio para mirarlamientras volvía a apoyarse en el borde de la pileta, de nuevo con esa sonrisatan traviesa como encantadora. Solo quedaba afuera del agua todo lo que estabapor encima de la mitad de su corpiño. Y si bien no tenía un pecho voluptuoso yllamativo como su hermana, se marcaba lo suficiente en el corpiño del bikinicomo para desviar cualquier mirada. Firme, con una curvatura que se dejabaespiar por los costados y con una leve elevación en el centro, que dejaba adivinar sus pezones a través de latela de tal forma, que la tentación de acariciarlo era casi irresistible. Se mehace agua la boca de solo recordar ese momento. Estoy seguro que el rápidosegundo que me tomé para admirar esos detalles no pasó desapercibido por miprima, que seguía mirándome a los ojos sonriendo divertida.
La verdad no sabía cómo reaccionar a todo esto. Estabanervioso, ya no era parte de mi imaginación, esto ya no era un intercambiotípico entre primos.
A la vez mi cabeza me decía que no, que eran ideas mías, queno podía ser que mi primita, mi hermosa, dulce y veinteañera primita se meestuviera insinuando. Seguro solo estaba jugando, quería provocarme paraburlarse de mí y nada más. Estaba en esa edad, cuando saben que con ese cuerpoy una sonrisa pueden conseguir lo que quieran fácilmente.
Uno de mis primos tuvo la idea de poner una red que solíamostener guardada y hacer un partidito de vóley en la pileta. David dijo que notenía ganas así que salió de la pileta y se tiró al sol en una de lasreposeras, al resto nos gustó la idea de Pablo así que me ofrecí para ir abuscar la red. Estaba agradecido de poder alejarme de ahí por un momento yrefrescar un poco mi cabeza.
Cuando volví me encontré con que los equipos ya estabanarmados. Sofía y Pablo por un lado y Valeria y yo por el otro. No le di muchaimportancia, por que claramente no me puse a pensar las contras que podía teneresa situación.
Pusimos la Red y estuvimos jugando un buen rato, un partidoparejo y divertido, desde el verano pasado que no hacíamos algo así. Toda latensión anterior había desaparecido. Con Vale hacíamos un buen equipo y cuandodecidimos dar por finalizado el partido Sofí se subió a los hombros de Pablo yle dijo a Vale que haga lo mismo conmigo. Que iban a pasar la pelota de un ladoal otro y la que no lograra hacerlo perdía el partido. Era a todo o nada. Nohabía terminado de hablar que las manos de Valeria ya estaban sobre mis hombrosesperando que me agache un poco para dejarla subir.
No había mucho que pudiera hacer, no podía decir que no, notenía razones para decir que no. Pero tampoco sabía lo que ese contacto tandirecto me podría provocar. Todo el nerviosismo volvió de golpe.
Me agaché un poco y se subió a mis hombros. Todavía recuerdola sensación de sus piernas a los costados de mi cara. No sabía de dondeagarrarla, la agarré de los tobillos, después de la ante pierna y finalmente leagarré los muslos para sostenerla y que ella pudiera estar estable y usar susmanos. Su piel invitaba a acariciarla, podía sentirla lisa y suave, todointensificado al estar tan mojada, casi hacía que mis manos se resbalarancuando la sujetaba.
Hasta que Sofía se dispuso a sacar, Vale mantuvo sus manossobre mi cabeza jugando con mi pelo. Como cuando te lavan la cabeza en lapeluquería, sus dedos masajeaban mi cabeza “inocentemente”. Era una tortura queno debe haber durado más de 5 segundos, pero a mi se me hizo eterno.
La verdad, ya ni me acuerdo quién ganó, lo único querecuerdo de ese momento son las sensaciones. Sus piernas sobre mis hombros, lasuavidad de su piel y sentir todo su pecho contra mi espalda cuando finalmente bajóde encima mío.
Mi cabeza era un desastre. Pasamos el resto de la tardetirados al sol, tomando cerveza y charlando, charla de la cual mucho noparticipé. Estaba demasiado ocupado tratando de no pensar en todo lo que meestaba pasando.
Estábamos tirados en las reposeras, Valeria a mi derecha,Sofía a mi izquierda. Yo me puse boca abajo con la cabeza apuntando a la piletay los anteojos de sol puestos. Necesitaba algo que cubriera un poco mi cara yque nadie empezara a preguntarme en qué estaba pensando. Estaba totalmente perdidoen mi propia cabeza.
Todo esto parecía uno de esos relatos eróticos que habíaleído alguna vez en internet. Pero no, esto era la vida real y las cosas no sontan sencillas, fáciles y directas. Era mi prima, mi viejo era el hermano delsuyo, nuestras familias se veían seguido, no había forma de que algo como loque me imaginaba estuviera pasando.
Pero y si enserio mi prima quería algo conmigo? Cómo iba afuncionar? Nos escapábamos a escondidas del resto? Poníamos excusas cada vezque nos veíamos? Teníamos que ir a un hotel cada vez o podía venir a midepartamento sin que nadie se diera cuenta? Mis vecinos no la conocían, nosabían que era mi prima, por ese lado no me tenía que preocupar. Mientrasnuestras familias no se enteraran de que ella venía no íbamos a tener problema.Ella podía decir que pasaba la noche en lo de una amiga, o que se iba a bailary listo.
- Me pones crema en la espalda?
Eso me sacó de golpe de mi nube de pensamientos. Y medescolocó totalmente. Por un momento entré en pánico, pensando que quizás habíaestado moviendo los labios y diciendo las cosas en voz alta en vez de solopensarlas.
- Si, dale, dame – respondió Sofía.
No entendía nada. Miré a mi derecha y vi a Valeriasosteniendo el tubo de crema en la mano, apuntando con su brazo a su hermanaque se acababa de levantar y estaba a mi otro costado.
Volví a mirar a la pileta. Traté de simular que no habíapasado nada y pretender no darme cuenta cuando Valeria se desabrochó la partetrasera del bikini.
- Para que?! Si es solo un hilo! Sofía te puedeponer la crema sin necesidad hacer de eso! – pensé.
Mi cuerpo otra vez empezaba a reaccionar. Que bueno queestoy boca abajo, pensé.
Me propuse no levantarme de la reposera antes que Valeria,no iba a dar siquiera la chance a tentarme y mirarle la espalda, o el costadodel pecho que seguro se podía ver aunque sea mínimamente. Ese pecho que seguroentraba perfecto en mi mano.
No, tenía mi celular, podía ponerme a ver Instagram, descargar algún juego, loque se me ocurriera.
Por suerte no tuve que esperar mucho. Mis tíos avisaron queya se estaban yendo y tanto Sofía como Valeria habían venido con ellos. Ambasse levantaron, agarraron sus cosas y entraron a la casa.
David y Pablo me ayudaron a acomodar un poco las cosas en elpatio y también entraron para poder buscar lo que habían traído. Ellos habíanvenido con sus propios autos, pero aprovecharon que ya todos se iban para hacerlo mismo.
Yo me quedé un rato afuera admirando el atardecer. Eraprobablemente lo que más me gustaba de la casa de mis viejos. Que cuando bajabael sol se podía ver el atardecer completo en el horizonte sobre el lagoartificial que había en el barrio.
- Es un lindo paisaje – dijo Vale queapareció atrás mío. Ya cambiada, de nuevo con ese pantaloncito que le quedabatan bien y resaltaba sus piernas.
- Si, es lo mejor de venir a pasar la tarde acá.
- Tenes un montón de fotos de ese atardecer entu Instagram. Son todas re lindas.
Desde hacía unos años me había interesado por la fotografía.Me había comprado una cámara réflex digital intermedia, un par de lentes, untrípode y todo tipo de accesorios. La casa de mis viejos era ideal parapracticar. Por la noche tenías el cielo estrellado que en la Ciudad no podesver y al atardecer la mezcla de colores y la intensidad del sol hacían quefuera un lugar ideal para practicar.
- Siempre quise una foto con ese paisaje –dijo mi primita.
- No traje la cámara hoy. La iba a traer perome la olvidé.
- No importa. Me sacas una con el celu? –me lo dijo mirándome fijo y con los ojos bien abiertos. Sonriendome. Sabía queno podía decirle que no.
- Ok, damelo.
- No, el mío no saca lindas fotos, sácame conel tuyo que es mejor. Después me la pasas por Whatsapp.
- Ok, dale ponete.
Le saqué tres o cuatro fotos mientras hacía poses, decostado, de rodillas, sonriendo, sacando un poco los labios. Las fotos típicasque le gustaba sacarse. La verdad que salieron muy bien y ella quedaba preciosacon ese fondo anaranjado.
- Ahora sacate una conmigo!
No me dio tiempo a responder que ya me estaba agarrando delbrazo y tirándome a donde estaba ella.
- Dale, mirá la cámara! – Me sacó elcelular de la mano y tomó la primer foto con los dos mirando hacia la lente. Nuestrascabezas apoyadas una contra otra, ella agarrándome fuerte con su brazo atrás demi espalda y su mano sobre mi hombro - Otra!
No lo pensé, después de esa primer foto mi brazo que habíaquedado colgando atrás de ella la tomó de la cintura y la apretó contra el costadode mi cuerpo. Lo hice un poco fuerte, pero no pude evitarlo. Tenía la necesidadde sentirla cerca. Me pareció escuchar una pequeña risa o un suspiro cuandohice eso y mientras esperaba que se escuchara el sonido de la segunda foto siendotomada, sentí como la húmeda boca de mi prima se impactaba contra el costadoderecho de mi cara. Como su nariz también se apretaba contra mi cachete. Y ahíse escuchó el click de la cámara del celular.
- Gracias! No te olvides de pasármelas - medijo sonriendo y entregándome el celular mientras me daba otro beso en elcachete, esta vez más cerca de la boca. Yo no reaccionaba.
- Y acordate que tenés que traer el juego acasa para mi cumple. – continuó diciendo mientras se alejaba caminando deespaldas y tirándome otro beso a lo lejos. – Nos vemos!
En un par de semanas era su cumpleaños, así que no iba apasar tanto tiempo hasta que nos volviéramos a ver. Yo tenía un juego de mesaen mi departamento que a ella le gustaba mucho y siempre me pedía que lo lleve alas reuniones para jugar entre todos. Me reí para adentro cuando me lo puse apensar, porque el juego se llamaba “Tabú”, una estupidez pero me causó gracia yme sacó del trance en el que me había quedado.
----
Esa noche después de llegar a casa, darme una ducha, prepararmeun sándwich con las sobras del asado que me había llevado de la casa de misviejos, me senté en la cama, apoyado sobre el respaldo, prendí la tele y agarréla compu.
Ni siquiera recuerdo haberlo pensado. Como un autómata entréa Instagram y busqué el perfil de mi prima.
Me puse a mirar las fotos que tenía subidas. Las fotos en elboliche con sus amigas, las fotos tirada en su cama con sus libros de lafacultad y las fotos que tenía en sus vacaciones por Europa hace algunos meses.Fui y vine varias veces mirando esas fotos. Algunas jugando en el agua, en esastípicas playas con el agua cristalina de un dejo verde azulado. Otrasdirectamente en la arena o haciendo poses en bikini. De espaldas pero mirando ala cámara. Mostrando esa cola que hacía unas horas me había dado vuelta lacabeza. Siempre sonriendo.
No sé cuanto tiempo estuve viendo esas fotos, pero no podíadejar de verlas. Me sorprendía la curvatura perfecta de esa cola, no importa elángulo de la foto, el fondo, el bikini que tuviera puesto, siempre me parecíaperfecta. Lo sentía como una obsesión. Quizás era el hecho de que fuera unachica de 20 años, quizás fuera porque era realmente hermosa, quizás no queríaadmitir que era mayormente por que era mi prima o quizás era una mezcla detodas esas cosas, pero no podía dejar de mirarla.
Empecé a imaginarme qué hubiera pasado si cuando me encontróen el baño yo no me hubiera cubierto o si yo hubiera entrado al baño cuandoella se estaba cambiando. Hubiera pasado algo? Qué podría haber hecho? Quedarmemirándola para ver como reaccionaba? Esperar una sonrisa de su parte para tomarlocomo una invitación a entrar? Y una vez adentro? Me hubiera acercado despacio aella y quizás acariciarle suavemente la cara mientras ella me sonreía? Hubieraacercado mi cara a la suya y la hubiera besado despacio, apoyado mis labios suavementeen los suyos, mientras los dedos de mi otra mano empezaban a hacer contacto delicadamentecon la parte baja de su espalda desnuda? Sus labios serían suaves, dulces, deesos que dan gusto besar y apretar entre los míos. Seguro que la empezaría atraer hacia mi, apretarla contra mi cuerpo. Sentirla y hacer que me sienta. Seguroque…
- No, basta. – Cerré la ventana de Chrome. Cerréla tapa de la computadora y la dejé a un costado.
Agarré el control remoto, y me puse a buscar en Netflix algopara ver. No sabía que buscaba, no sabía que quería ver. Lo único que sabía concerteza, era que si no cerraba esa ventana me iba a terminar perdiendo en esospensamientos.
Nunca, con ninguna de mis exnovias, con ninguna chica quehaya estado, experimenté algo que me despertara sensaciones tan fuertes comolas que ese momento de imaginación pura me había provocado. No lo podíadescribir, era algo muy sensual imaginarnos así, era deseo puro.
Ya está, ya pasó. A concentrarme en otra cosa. Fue algo deun día y nada más. Mañana ya me iba a importar menos.
En el fondo creo que sabía que no era cierto,pero no estaba ni cerca de imaginarme como todo esto iba a terminar.
Mientras Vale se iba metiendo en la pileta desde las escalerasen la parte menos profunda, los comentarios por su traje de baño no se hicieronesperar. Desde críticas de mis tías para que se cubriera un poco, hasta gritosde su hermana diciéndoles que se callen y mencionando lo bien que le quedaba ylo “potra” que estaba.
Mis primos se limitaron a reírse del intercambio. Creo quesabían tan bien como yo que cualquier comentario que hiciéramos iba a sonarraro e íbamos a quedar como unos pajeros. Después de todo era nuestra primacasi 10 años menor.
Vale se acercó hasta la parte de la pileta donde estábamosnosotros y se apoyó contra el borde justo al lado mío. Enseguida se acomodó ypuso un codo sobre el borde y el otro sobre mi hombro. En cuanto hizo esto lamiré, supongo que con la mayor cara de idiota que podía lograr, al menos eso interpretopor su reacción:
- Qué? Pasó algo? – Me dijo con una sonrisade oreja a oreja. Que linda era cuando sonreía, que bien le quedaba el peloatado, cómo resaltaba ese cuello largo y tentador.
- No, nada. Me quedé colgado pensando en otracosa – dije mientras desviaba la mirada y trataba con todas mis fuerzas deno mirar debajo de línea de su cara. Y mientras hacía un esfuerzo por volver aprestar atención a la conversación de mis primos, ella se acercó a uncentímetro de mi oreja izquierda.
- Podes mirar tranquilo si querés. Yo ya te via vos, lo justo es justo – me dijo casi susurrando.
Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando la sentípronunciar esas palabras pegada a mi oído. Me di vuelta despacio para mirarlamientras volvía a apoyarse en el borde de la pileta, de nuevo con esa sonrisatan traviesa como encantadora. Solo quedaba afuera del agua todo lo que estabapor encima de la mitad de su corpiño. Y si bien no tenía un pecho voluptuoso yllamativo como su hermana, se marcaba lo suficiente en el corpiño del bikinicomo para desviar cualquier mirada. Firme, con una curvatura que se dejabaespiar por los costados y con una leve elevación en el centro, que dejaba adivinar sus pezones a través de latela de tal forma, que la tentación de acariciarlo era casi irresistible. Se mehace agua la boca de solo recordar ese momento. Estoy seguro que el rápidosegundo que me tomé para admirar esos detalles no pasó desapercibido por miprima, que seguía mirándome a los ojos sonriendo divertida.
La verdad no sabía cómo reaccionar a todo esto. Estabanervioso, ya no era parte de mi imaginación, esto ya no era un intercambiotípico entre primos.
A la vez mi cabeza me decía que no, que eran ideas mías, queno podía ser que mi primita, mi hermosa, dulce y veinteañera primita se meestuviera insinuando. Seguro solo estaba jugando, quería provocarme paraburlarse de mí y nada más. Estaba en esa edad, cuando saben que con ese cuerpoy una sonrisa pueden conseguir lo que quieran fácilmente.
Uno de mis primos tuvo la idea de poner una red que solíamostener guardada y hacer un partidito de vóley en la pileta. David dijo que notenía ganas así que salió de la pileta y se tiró al sol en una de lasreposeras, al resto nos gustó la idea de Pablo así que me ofrecí para ir abuscar la red. Estaba agradecido de poder alejarme de ahí por un momento yrefrescar un poco mi cabeza.
Cuando volví me encontré con que los equipos ya estabanarmados. Sofía y Pablo por un lado y Valeria y yo por el otro. No le di muchaimportancia, por que claramente no me puse a pensar las contras que podía teneresa situación.
Pusimos la Red y estuvimos jugando un buen rato, un partidoparejo y divertido, desde el verano pasado que no hacíamos algo así. Toda latensión anterior había desaparecido. Con Vale hacíamos un buen equipo y cuandodecidimos dar por finalizado el partido Sofí se subió a los hombros de Pablo yle dijo a Vale que haga lo mismo conmigo. Que iban a pasar la pelota de un ladoal otro y la que no lograra hacerlo perdía el partido. Era a todo o nada. Nohabía terminado de hablar que las manos de Valeria ya estaban sobre mis hombrosesperando que me agache un poco para dejarla subir.
No había mucho que pudiera hacer, no podía decir que no, notenía razones para decir que no. Pero tampoco sabía lo que ese contacto tandirecto me podría provocar. Todo el nerviosismo volvió de golpe.
Me agaché un poco y se subió a mis hombros. Todavía recuerdola sensación de sus piernas a los costados de mi cara. No sabía de dondeagarrarla, la agarré de los tobillos, después de la ante pierna y finalmente leagarré los muslos para sostenerla y que ella pudiera estar estable y usar susmanos. Su piel invitaba a acariciarla, podía sentirla lisa y suave, todointensificado al estar tan mojada, casi hacía que mis manos se resbalarancuando la sujetaba.
Hasta que Sofía se dispuso a sacar, Vale mantuvo sus manossobre mi cabeza jugando con mi pelo. Como cuando te lavan la cabeza en lapeluquería, sus dedos masajeaban mi cabeza “inocentemente”. Era una tortura queno debe haber durado más de 5 segundos, pero a mi se me hizo eterno.
La verdad, ya ni me acuerdo quién ganó, lo único querecuerdo de ese momento son las sensaciones. Sus piernas sobre mis hombros, lasuavidad de su piel y sentir todo su pecho contra mi espalda cuando finalmente bajóde encima mío.
Mi cabeza era un desastre. Pasamos el resto de la tardetirados al sol, tomando cerveza y charlando, charla de la cual mucho noparticipé. Estaba demasiado ocupado tratando de no pensar en todo lo que meestaba pasando.
Estábamos tirados en las reposeras, Valeria a mi derecha,Sofía a mi izquierda. Yo me puse boca abajo con la cabeza apuntando a la piletay los anteojos de sol puestos. Necesitaba algo que cubriera un poco mi cara yque nadie empezara a preguntarme en qué estaba pensando. Estaba totalmente perdidoen mi propia cabeza.
Todo esto parecía uno de esos relatos eróticos que habíaleído alguna vez en internet. Pero no, esto era la vida real y las cosas no sontan sencillas, fáciles y directas. Era mi prima, mi viejo era el hermano delsuyo, nuestras familias se veían seguido, no había forma de que algo como loque me imaginaba estuviera pasando.
Pero y si enserio mi prima quería algo conmigo? Cómo iba afuncionar? Nos escapábamos a escondidas del resto? Poníamos excusas cada vezque nos veíamos? Teníamos que ir a un hotel cada vez o podía venir a midepartamento sin que nadie se diera cuenta? Mis vecinos no la conocían, nosabían que era mi prima, por ese lado no me tenía que preocupar. Mientrasnuestras familias no se enteraran de que ella venía no íbamos a tener problema.Ella podía decir que pasaba la noche en lo de una amiga, o que se iba a bailary listo.
- Me pones crema en la espalda?
Eso me sacó de golpe de mi nube de pensamientos. Y medescolocó totalmente. Por un momento entré en pánico, pensando que quizás habíaestado moviendo los labios y diciendo las cosas en voz alta en vez de solopensarlas.
- Si, dale, dame – respondió Sofía.
No entendía nada. Miré a mi derecha y vi a Valeriasosteniendo el tubo de crema en la mano, apuntando con su brazo a su hermanaque se acababa de levantar y estaba a mi otro costado.
Volví a mirar a la pileta. Traté de simular que no habíapasado nada y pretender no darme cuenta cuando Valeria se desabrochó la partetrasera del bikini.
- Para que?! Si es solo un hilo! Sofía te puedeponer la crema sin necesidad hacer de eso! – pensé.
Mi cuerpo otra vez empezaba a reaccionar. Que bueno queestoy boca abajo, pensé.
Me propuse no levantarme de la reposera antes que Valeria,no iba a dar siquiera la chance a tentarme y mirarle la espalda, o el costadodel pecho que seguro se podía ver aunque sea mínimamente. Ese pecho que seguroentraba perfecto en mi mano.
No, tenía mi celular, podía ponerme a ver Instagram, descargar algún juego, loque se me ocurriera.
Por suerte no tuve que esperar mucho. Mis tíos avisaron queya se estaban yendo y tanto Sofía como Valeria habían venido con ellos. Ambasse levantaron, agarraron sus cosas y entraron a la casa.
David y Pablo me ayudaron a acomodar un poco las cosas en elpatio y también entraron para poder buscar lo que habían traído. Ellos habíanvenido con sus propios autos, pero aprovecharon que ya todos se iban para hacerlo mismo.
Yo me quedé un rato afuera admirando el atardecer. Eraprobablemente lo que más me gustaba de la casa de mis viejos. Que cuando bajabael sol se podía ver el atardecer completo en el horizonte sobre el lagoartificial que había en el barrio.
- Es un lindo paisaje – dijo Vale queapareció atrás mío. Ya cambiada, de nuevo con ese pantaloncito que le quedabatan bien y resaltaba sus piernas.
- Si, es lo mejor de venir a pasar la tarde acá.
- Tenes un montón de fotos de ese atardecer entu Instagram. Son todas re lindas.
Desde hacía unos años me había interesado por la fotografía.Me había comprado una cámara réflex digital intermedia, un par de lentes, untrípode y todo tipo de accesorios. La casa de mis viejos era ideal parapracticar. Por la noche tenías el cielo estrellado que en la Ciudad no podesver y al atardecer la mezcla de colores y la intensidad del sol hacían quefuera un lugar ideal para practicar.
- Siempre quise una foto con ese paisaje –dijo mi primita.
- No traje la cámara hoy. La iba a traer perome la olvidé.
- No importa. Me sacas una con el celu? –me lo dijo mirándome fijo y con los ojos bien abiertos. Sonriendome. Sabía queno podía decirle que no.
- Ok, damelo.
- No, el mío no saca lindas fotos, sácame conel tuyo que es mejor. Después me la pasas por Whatsapp.
- Ok, dale ponete.
Le saqué tres o cuatro fotos mientras hacía poses, decostado, de rodillas, sonriendo, sacando un poco los labios. Las fotos típicasque le gustaba sacarse. La verdad que salieron muy bien y ella quedaba preciosacon ese fondo anaranjado.
- Ahora sacate una conmigo!
No me dio tiempo a responder que ya me estaba agarrando delbrazo y tirándome a donde estaba ella.
- Dale, mirá la cámara! – Me sacó elcelular de la mano y tomó la primer foto con los dos mirando hacia la lente. Nuestrascabezas apoyadas una contra otra, ella agarrándome fuerte con su brazo atrás demi espalda y su mano sobre mi hombro - Otra!
No lo pensé, después de esa primer foto mi brazo que habíaquedado colgando atrás de ella la tomó de la cintura y la apretó contra el costadode mi cuerpo. Lo hice un poco fuerte, pero no pude evitarlo. Tenía la necesidadde sentirla cerca. Me pareció escuchar una pequeña risa o un suspiro cuandohice eso y mientras esperaba que se escuchara el sonido de la segunda foto siendotomada, sentí como la húmeda boca de mi prima se impactaba contra el costadoderecho de mi cara. Como su nariz también se apretaba contra mi cachete. Y ahíse escuchó el click de la cámara del celular.
- Gracias! No te olvides de pasármelas - medijo sonriendo y entregándome el celular mientras me daba otro beso en elcachete, esta vez más cerca de la boca. Yo no reaccionaba.
- Y acordate que tenés que traer el juego acasa para mi cumple. – continuó diciendo mientras se alejaba caminando deespaldas y tirándome otro beso a lo lejos. – Nos vemos!
En un par de semanas era su cumpleaños, así que no iba apasar tanto tiempo hasta que nos volviéramos a ver. Yo tenía un juego de mesaen mi departamento que a ella le gustaba mucho y siempre me pedía que lo lleve alas reuniones para jugar entre todos. Me reí para adentro cuando me lo puse apensar, porque el juego se llamaba “Tabú”, una estupidez pero me causó gracia yme sacó del trance en el que me había quedado.
----
Esa noche después de llegar a casa, darme una ducha, prepararmeun sándwich con las sobras del asado que me había llevado de la casa de misviejos, me senté en la cama, apoyado sobre el respaldo, prendí la tele y agarréla compu.
Ni siquiera recuerdo haberlo pensado. Como un autómata entréa Instagram y busqué el perfil de mi prima.
Me puse a mirar las fotos que tenía subidas. Las fotos en elboliche con sus amigas, las fotos tirada en su cama con sus libros de lafacultad y las fotos que tenía en sus vacaciones por Europa hace algunos meses.Fui y vine varias veces mirando esas fotos. Algunas jugando en el agua, en esastípicas playas con el agua cristalina de un dejo verde azulado. Otrasdirectamente en la arena o haciendo poses en bikini. De espaldas pero mirando ala cámara. Mostrando esa cola que hacía unas horas me había dado vuelta lacabeza. Siempre sonriendo.
No sé cuanto tiempo estuve viendo esas fotos, pero no podíadejar de verlas. Me sorprendía la curvatura perfecta de esa cola, no importa elángulo de la foto, el fondo, el bikini que tuviera puesto, siempre me parecíaperfecta. Lo sentía como una obsesión. Quizás era el hecho de que fuera unachica de 20 años, quizás fuera porque era realmente hermosa, quizás no queríaadmitir que era mayormente por que era mi prima o quizás era una mezcla detodas esas cosas, pero no podía dejar de mirarla.
Empecé a imaginarme qué hubiera pasado si cuando me encontróen el baño yo no me hubiera cubierto o si yo hubiera entrado al baño cuandoella se estaba cambiando. Hubiera pasado algo? Qué podría haber hecho? Quedarmemirándola para ver como reaccionaba? Esperar una sonrisa de su parte para tomarlocomo una invitación a entrar? Y una vez adentro? Me hubiera acercado despacio aella y quizás acariciarle suavemente la cara mientras ella me sonreía? Hubieraacercado mi cara a la suya y la hubiera besado despacio, apoyado mis labios suavementeen los suyos, mientras los dedos de mi otra mano empezaban a hacer contacto delicadamentecon la parte baja de su espalda desnuda? Sus labios serían suaves, dulces, deesos que dan gusto besar y apretar entre los míos. Seguro que la empezaría atraer hacia mi, apretarla contra mi cuerpo. Sentirla y hacer que me sienta. Seguroque…
- No, basta. – Cerré la ventana de Chrome. Cerréla tapa de la computadora y la dejé a un costado.
Agarré el control remoto, y me puse a buscar en Netflix algopara ver. No sabía que buscaba, no sabía que quería ver. Lo único que sabía concerteza, era que si no cerraba esa ventana me iba a terminar perdiendo en esospensamientos.
Nunca, con ninguna de mis exnovias, con ninguna chica quehaya estado, experimenté algo que me despertara sensaciones tan fuertes comolas que ese momento de imaginación pura me había provocado. No lo podíadescribir, era algo muy sensual imaginarnos así, era deseo puro.
Ya está, ya pasó. A concentrarme en otra cosa. Fue algo deun día y nada más. Mañana ya me iba a importar menos.
En el fondo creo que sabía que no era cierto,pero no estaba ni cerca de imaginarme como todo esto iba a terminar.
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