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100 lugares donde tener sexo. Capítulo 5

100 lugares donde tener sexo. Capítulo 5

100 lugares donde tener sexo es una serie de relatos que tiene como fin ampliar las opciones del lector, ayudándolo a encontrar un nuevo universo de oportunidades en donde disfrutar del sexo. Es necesario para ello aclarar que cuando hablamos de sexo no nos referimos solamente a la penetración, sino que también incluimos sexo oral, sexo verbal, toqueteo y todo lo que pueda calentarnos y excitarnos. Espero que lo disfruten y que los ayude a ampliar sus márgenes de placer.

CAPITULO 1

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Capítulo 5:
   Agustín y yo estamos de novios hace más de diez años y eso afecta a la relación, a pesar de que todos crean que somos una pareja sumamente sólida. Nos conocimos en el primer año de la facultad cuando teníamos 18 años y desde entonces estuvimos siempre juntos. Comenzamos a salir, nos pusimos de novios, tuvimos nuestra etapa de peleas y celos, decidimos mudarnos juntos y terminamos adoptando un perrito al cual tratamos como nuestro hijo. Obviamente, fuimos avanzando en la relación a medida que avanzaban los años. Sin embargo toda relación tiene un período de estancamiento y el nuestro había llegado hacía un tiempo.
   Me llamo Valentina, tengo 29 años y estoy de novia con Agustín desde que tenía 18. La primera vez que lo vi, caí rendida a sus pies. Era un pibe hermoso, alto, divino, con una carita preciosa y una actitud de ganador que me cautivó enseguida. Nunca pensé que podía llegar a pasar lo que sucedió unos meses más tarde, cuando él me encaró en un boliche y me comió la boca de un beso. Desde esa noche, empezamos a estar juntos y comenzamos a caminar el uno al lado del otro. Poco a poco la relación se fue volviendo más seria y luego de tres meses de estar juntos, nos pusimos de novios. A partir de ahí, todo avanzó tan rápido que no me di cuenta de todo lo que habíamos crecido.
   A pesar de que éramos el uno para el otro, teníamos dos estilos de vida totalmente distintos y eso comenzaba a notarse. Yo trabajaba por la mañana y gran parte de la tarde en un estudio contable, mientras que él solía pasar las noches cocinando en el restaurante del cual era chef. Pocas veces coincidíamos en los horarios y cuando lo hacíamos, estábamos muy cansados como para organizar alguna actividad o salida, haciendo que nuestros planes de pareja terminaran siendo quedarnos en casa y ver una película. El sexo también se había vuelto monótono y aburrido. A veces porque teníamos poco tiempo, otras simplemente no había ganas. Cada vez que nos proponíamos revivir la pasión, terminábamos haciendo lo clásico, lo más básicos y generalmente sin pasión.
   No nos habíamos dado cuenta, pero habíamos caído en una meseta de la cual no podíamos salir y parecía que se extendía eternamente. Llegó una etapa en la que estábamos tan distantes, que el sexo era lo último que queríamos hacer cuando estábamos juntos. Yo volvía de trabajar y me ponía a jugar con nuestro perrito mientras que Agustín se preparaba para ir a trabajar, si es que ya no se había ido. Los días que él tenía libre, por lo general durante la semana, solíamos cocinar algo y ver una película para después irnos a dormir apenas dándonos un beso. Teníamos estímulos y sabíamos que algunas cosas nos seguían calentando, pero todo eso se veía tan lejano que ya no nos llamaba la atención.
   La propuesta de revivir la pasión vino de parte suya, lo que me sorprendió ya que Agustín no solía hablar mucho las cosas. Reconoció que estaba muy distante y algo desanimado por su trabajo, ya que en muchas oportunidades volvía tan tarde que no llegaba a dormir lo suficiente. “Estoy buscando otro restaurante, algo más tranqui y si se puede al medio día” me confesó después de una larga conversación en la que me contaba algunas cosas que no solía decirme hacía tiempo. Sin embargo, lo más importante de esa charla, fue que los dos nos propusimos volver a encender el fuego de nuestra relación y mantenerlo vivo por mucho tiempo.
   Obviamente tuvimos sexo después de esa extensa conversación y fue uno de los más satisfactorios que tuvimos durante mucho tiempo. Eso nos demostró que la pasión seguía viva entre él y yo y que los dos sabíamos como complacernos. Luego de ello, nos acostamos en la cama y decidimos organizar una salida romántica para celebrar el inicio de una nueva etapa en nuestra relación. La propuesta era sencilla, una cena romántica en algún bar de la ciudad seguido de una buena noche de sexo y pasión.
   Agustín se pidió el sábado a la noche el siguiente fin de semana con la idea de llevar a cabo nuestra cita romántica. Preparada para la ocasión, me vestí con un vestidito suelto que me llegaba hasta los muslos y resaltaba mis tetas. Debajo de este, me puse un corpiño muy sexy y una tanguita blanca que sabía que volvía loco a mi novio. Él también se arregló de manera elegante, poniéndose un pantalón que le marcaba la hermosa cola que tenía y una camisita clara que me encantaba como le resaltaba los brazos. Luego de darnos unos besos y de que él insinuara un rapidito antes de salir, terminamos saliendo del departamento para ir a cenar.
   El tiempo pasó volando mientras compartíamos la comida y disfrutábamos de un buen vino. Durante toda la cena, Agustín y yo no dejamos de lanzarnos miradas cómplices y de hacer insinuaciones sobre todo lo que íbamos a hacer ni bien volviéramos al departamento. En torno a la celebración, decidimos agregar una botella de champagne al menú ya existente, lo que provocó que nos pusiéramos un poco borrachos. Esto llevó a que nuestras insinuaciones se hicieran más evidentes y los comentarios subidos de tono aparecieran de golpe. “Tengo muchas ganas de comerme toda tu pija” le dije luego de levantar la copa de champagne y darle un sorbo. La mirada de mi novio bajó directo a mi escote y luego subió para hacerme saber que estaba muy tentado de acabarme en las tetas.
   La vuelta al departamento fue aún más caliente. En el viaje en auto aproveché para tocarle las piernas y la cintura mientras él manejaba y en cada semáforo que nos detenía, me tiraba sobre él y lo besaba apasionadamente. Luego de estacionar en la cochera, nos bajamos del auto y subimos al ascensor para darnos un beso bien fogoso. Sus manos se metieron por debajo de mi vestido y fueron directo a mi cola, mientras que yo le desabrochaba aceleradamente los botones de la camisa. Parecía que no podíamos aguantar hasta llegar a la cama. Nos bajamos del ascensor y entre risas y toqueteo, nos paramos frente a la puerta del departamento y nos miramos fogosamente.
   - ¿Vas a abrir o qué?- Me preguntó él riendo e intentando meter nuevamente su mano por debajo del vestido.
   - Si la llave la tenés vos, bobis.- Le dije apoyamos mis manos en su pecho y llegando a tocar su piel.
   - Valentina… Yo no salí con la llave.- Me dijo él mirándome muy serio.- La última en salir fuiste vos. La llave estaba puesta.- Agregó después.
   Al darme cuenta que Agustín no estaba mintiendo, empecé a reír. La puerta de nuestro departamento es de las que solo se puede abrir del lado de afuera si se utiliza la llave, la cual estaba puesta del lado de adentro. Sin poder controlarme, seguía riéndome como loca. Agustín, al verme en esa situación, comenzó a reírse conmigo. Él terminó sentándose en la escalera mirando hacia la puerta y viendo como yo me revolcaba en el piso sin poder controlarme. Estaba mucho más borracha de lo que creía y la idea de que nuestra noche romántica estaba arruinada, me hacía reír para no ponerme a llorar.
   Fue entonces cuando me di cuenta que la noche aún no había terminado y que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para no arruinar el momento. Me levanté y caminé lentamente hacia donde estaba Agustín y me paré en frente de él con las piernas levemente abiertas. Su mirada subió lentamente hasta mi rostro y al corroborar mi sonrisa morbosa, entendió que yo aún seguía caliente y con ganas de pasarla bien. “Ahora llamo a un cerrajero así entramos y seguimos con lo nuestro” me dijo, pero ni bien agarró el celular se lo saqué de la mano. Agustín volvió a mirarme, esta vez sin entender, pero no llegó a decirme nada porque me senté encima suyo antes de que pudiera hablar.
   Colocando una pierna a cada lado de su cuerpo y apoyando mis rodillas en el mismo escalón en el que él estaba sentado, me senté sobre sus piernas y lo besé apasionadamente. Él, algo sorprendido por mi impulso, tardó en comprender lo que sucedía pero ni bien cayó en la cuenta de lo que estaba pasando, posó sus manos en mi espalda y me presionó fuertemente contra su pecho. Los besos se fueron volviendo cada vez más húmedos y fogosos a medida que nos seguíamos tocando por encima de la ropa. Yo estaba muy caliente como para esperar a que viniera algún cerrajero y estaba lo suficientemente borracha como para saber que quería seguir adelante.
   Continué desabrochándole la camisa a Agustín, mientras que él levantó mi vestido para llegar a mi cola y apretarla con fuerza. Antes de que nos diéramos cuenta, mis labios bajaban por su cuello y llegaban a su hombro. Sus manos siguieron subiendo y comenzaron a levantarme el vestido poco a poco, hasta que terminó sacándomelo y tirándolo al piso del palier. Su boca bajó hasta mi pecho y tras desprenderme del corpiño, empezó a lamerme las lolas con muchísimas ganas, pasando su lengua repetidamente por encima de mis pezones. No me importaba que estuviésemos súper expuestos, pues nunca me había sentido así de excitada.
   Me levanté de encima de su cuerpo y me arrodillé frente al primer escalón, mientras que mi novio se paraba en el mismo. Mis manos fueron automáticamente al cierre de su pantalón, el cual se lo bajé a toda velocidad junto con su bóxer. Su pija, bien hermosa y gruesa, ya estaba bastante dura y ni bien la tomé con mi mano, sentí como latía entre mis dedos. Alcé la vista para ver a mi novio a los ojos y encontré en él una mirada de lujuria que me encantó. Acerqué mi boca a su cintura y lamiéndome los labios, cumplí con la promesa que le había hecho en medio del bar.
   Comencé a chupársela con ganas, lamiéndole la cabeza con la lengua y jugando con mis labios sobre ella. Mi boca no tardó en tragarse por completo esa enorme y dura pija que tanto me gustaba. Mientras lo hacía, seguía recorriendo su cuerpo con mis manos, acariciando sus abdominales y su pecho con una y su cola y sus piernas con la otra. Agustín cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por el momento y disfrutando al máximo de ese regalo que le estaba haciendo. Mi boca se humedeció por completo y se llenó de saliva que empezó a caer lentamente de mi boca en un hilito que llegó hasta el piso.
   Unos minutos más tarde me levanté y lo besé descontroladamente. Sin dudarlo, me saqué la tanguita, subí al segundo escalón y dándole la espalda, apoyé las manos sobre el cuarto escalón, poniéndome en cuatro sobre las escaleras del edificio. Agustín giró rápidamente y humedeciéndose la mano con su lengua, la llevó hasta mi entrepierna para encontrarse con que no hacía falta, pues yo ya estaba completamente mojada. Giré la cabeza hacia atrás y lo miré sonriendo mientras que él se agachaba levemente para colocar su pija bien dura en la puerta de mi conchita. Poco a poco fue haciendo fuerza y sintiendo como esta entraba en mí hasta tenerla toda adentro.
   - ¡Mmm sí!- Gemí en voz baja haciéndole saber a mi novio lo mucho que me gustaba eso.
   Agustín me sujetó con firmeza de la cintura y me empezó a coger a toda velocidad, moviendo su cuerpo hacia atrás y hacia adelante. Su pija entraba y salía de mi concha con fuerza, provocándome un placer hermoso que recorría todo mi cuerpo. Trataba de no gemir, pues sabía que podía escucharse a través de la escalera, pero no podía controlarme y el alcohol hablaba por mí. La posición, hacia que su pija subiera por todo mi cuerpo y la penetración se sentía tan profunda que me encantaba. Una de sus manos fue subiendo lentamente por mi espalda hasta llegar a mi pelo, el cual sujetó con firmeza y tiró de este hacia atrás, provocando que mi cabeza se levantara. Me encantaba el sexo duro y fuerte y en esa oportunidad, el morbo de poder ser descubiertos, le daba un toque especial.
   Me levanté unos minutos más tarde y le ordené a Agustín que se sentara en el tercer escalón. Él obedeció rápidamente y dándole la espalda, subí hasta el segundo escalón y me senté sobre su cuerpo, sintiendo como su pija volvía a clavarse adentro mío. Tiré mi cuerpo hacia atrás y él me envolvió con sus brazos, posando sus manos encima de mis tetas y sujetándolas con firmeza. Empecé a moverme como loca, saltando encima de sus piernas y sintiendo como su verga entraba y salía de mi conchita, la cual estaba toda mojada. “Me encanta, mi amor” me dijo al oído y su boca bajó enseguida hasta mi cuello. Sus besos no hicieron otra cosa que ponerme más caliente y me motivaron a saltar mucho más rápido encima de su cuerpo.
   Ese hermoso combo de placer, me llevó al orgasmo en cuestión de segundos. Sentir la lengua húmeda de Agustín rozando por mi cuello al mismo tiempo que su pija entraba y salía de mi conchita, logró hacerme acabar de una manera increíble. Ahogué un grito de placer puro que dejé escapar en un suspiro bien largo y profundo. Entonces me levanté y dejé que él hiciera lo que me había dicho en el bar. Arrodillándome en frente suyo, comencé a pajearlo a toda velocidad con una mano, mientras que con otra apretaba mis tetas y las levantaba. Enseguida, su pija empezó a latir y el semen comenzó a salir a chorros, cayendo sobre mi pecho y manchando mis tetas de blanco.
   Nos quedamos unos segundos inmóviles y luego comenzamos a reírnos, cayendo en lo que acabábamos de hacer. Me levanté y como pude me limpié la leche que tenía en el pecho mientras Agustín se cambiaba. Al mismo tiempo que él llamaba por teléfono al cerrajero, yo me ponía el vestido y me acomodaba la tanguita que enseguida se mojó con los flujos de mi cuerpo. El problema fue que ni bien terminó la conversación, se quedó mirándome desde el otro lado del palier y su camisa vagamente abrochada y su pelo despeinado, me tentaron enseguida. Me acerqué a él caminando lentamente y me paré en frente suyo apoyando mis manos nuevamente en su pecho. “Me dijo que en media hora está por acá” me comentó Agustín lamentándose. Pero yo sonreí.
   - Ese quiere decir que hay tiempo para una segunda vuelta.- Le dije yo y le lancé una sonrisa morbosa.


Lugar n° 5: Escalera

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OTRAS HISTORIAS:
CUERPOS PERFECTOS (FANTASÍA)
MIS VECINAS. CAPÍTULO 1
LA CASADA (HISTORIA CORTA)

2 comentarios - 100 lugares donde tener sexo. Capítulo 5

Pervberto
Puertas que se cierran, puertas que se abren. Me diste una buena idea.
mdqpablo
muy buen relato , una experiencia genial. nos encantó .bs