Capítulo 20
-Tengo un montón de condones, espera un segundo -le respondió él yendo a su cuarto y regresando en unos segundos.
Se trajo cuatro o cinco y los puso encima de la mesita de noche.
-¿Pero cuántas veces vas a follar? -le dije mirando la cantidad de condones.
-Es para que no falten -me dijo sonriendo.
-Lo suyo es que lo pudieras hacer sin condón -le respondió ella.
-Pues por mí no habría problemas, siempre lo hago con condón pero hace dos meses follando con una chica se rompió la goma que tenía puesta. Para no estar preocupado me hice un análisis por si acaso, y salió todo perfecto.
-¿Has tenido alguna incidencia después de eso? -le pregunté.
-No nunca, solo fue esa vez.
-Joder, dices nunca refiriéndote a dos meses, como si hubieras follado un montón de veces -le dijo ella queriendo saber algo más sobre eso.
-Cerca de mi casa hay una discoteca, y es raro el día que no me lleve una chica a la cama, anoche mismo fue la última.
-¿Quéee? -respondió Ana-, serás guarro, ¿Anoche te follaste a una tía?
-Bueno, de eso no me habéis puesto condiciones -respondió él con una sonrisa un poco forzada.
-Ni te las vamos a poner, faltaría más -le tranquilicé yo.
-Necesitarías análisis nuestros para follar sin preservativo? -le pregunté.
-¿Folláis con otros alguna vez?
-Jamás dijimos los dos al mismo tiempo, -después siguió ella-, solo lo estamos haciendo contigo.
-Esperadme un momento.
Tardó como un minuto en volver.
-Aquí tenéis los resultados de mis análisis -y nos mostró los documentos que lo certificaban.
-Bueno, de todos modos nosotros también nos lo vamos a hacer la próxima semana -le dije yo.
-¿Entonces qué hacemos? Depende solo de tu decisión de esperar los análisis nuestros, o hacerlo ya -propuso Ana.
-Prefiero hacerlo ya a pelo, sin condón.
Con tanta charla, nuestras pollas estaban flácidas, pero la de Javier iba a tener remedio de inmediato.
-Cielo, pónsela dura que estoy muy ansiosa por sentir su corrida dentro de mí. No tardes.
La verdad es que aquella petición me alegró el cuerpo, tenía ganas de agarrar aquel pollón, sobre todo si era para que se follara a mi novia, así que la agarré con ganas pajeándolo muy fuerte desde el principio.
-Para ya cabrón, que como sigas no me la voy a poder follar.
Le coloqué la polla en la entrada de aquél agujero y Javier hizo el resto.
-Ahhhh... uhmmm... qué gustooo...
Comenzó a gemir mi novia al sentir la polla desnuda de Javier en sus adentros. En la posición del misionero estuvieron unos minutos. Estaba claro que ninguno de los dos pretendían correrse pronto, querían disfrutarlo más tiempo y más relajados.
Luego él se echó de costado, ella se giró un poco para levantar su pierna, facilitando la penetración de él desde atrás.
-Qué placer cielo, qué ganas tenía de hacerlo así -me dijo mientras se relamía los labios con la lengua-, dame un morreo mi vida.
Me acerqué y la besé lo más guarro que pude. Luego le cogí una teta, pero me encontré la mano del cabrón de Javier, que no me dio chance y la tuve que retirar.
Después los dejé solos, se concentraron en aquel polvo, él aceleró sus embestidas y le frotó el clítoris de una forma brutal, llegando en un par de minutos a correrse los dos al mismo tiempo.
Se quedaron mirando hacia arriba, intentando normalizar su respiración. Yo me eché al lado de ella y la llené de besos, como me gustaba hacer cada vez que follaba con él. Era mi forma de decirle que todo estaba bien, que yo quería que pasara aquello y que no tenía que preocuparse por mí.
Después me acerqué a ver como estaba su coño. Javier no me defraudó, había soltado allí un litro de lefa.
-¡Qué barbaridad! Qué cantidad de semen Ana, esto es exagerado.
Ellos se reían soltando adrenalina por lo que acababan de protagonizar.
-Tráeme la que puedas, que quiero tragar la primera que me ha echado dentro.
Cuando al rato la penetré, noté cómo el semen de él, seguía allí dentro en una buena cantidad, llegando a formarse como un poco de espuma blanca, tanto en la entrada de su coño como a lo largo de mi polla.
Después de comer volvimos a la casa y nos sentamos en el sofá a tomarnos unas copas. Nos vino muy bien para relajarnos por lo que nos esperaba después.
Ana, como tantas veces, terminó echada en mi regazo con los pies en el de Javier.
-Quítame las sandalias y dame un masaje de los que tú sabes.
Javier se las quitó comenzando de inmediato a masajearle los pies.
-Hoy quiero que me des un masaje completo -le pidió ella.
-¿Ahora? -le preguntó él.
-Claro, me vendría muy bien.
-Pues vámonos a la cama. Prepararla mientras cojo los aceites.
En unos momentos ya estábamos los tres en el dormitorio.
-Desnúdate y ponte boca abajo encima de la toalla -le pidió a mi novia, mientras él se desnudaba también.
-Bueno, quiero ver primero como se lo das a Diego. Luego me lo haces a mí -dijo ella.
Javier se encogió de hombros.
-Vale, échate en la toalla -me dijo.
Aquella encerrona de Ana no me vino de sorpresa. Ya me lo había dicho el día anterior, pero la verdad es que no me lo esperaba.
Me desnudé y me tendí en la toalla boca abajo. Javier ya no tenía excusas para volverse a vestir, así que en pelotas comenzó el masaje. Mi novia lo planeó todo a la perfección, de eso no me cabía ninguna duda. La miré y ella me dedicó una sonrisa picarona. La muy puta se había salido con la suya.
Sentí el primer chorro de aceite en la espalda y las manos de Javier trasteando allí. Siguió por los brazos como hizo la otra vez, luego pasó a mis piernas hasta llegar al culo, que también se llevó un buen repaso.
Por fin se subió a horcajadas sobre mis muslos, poniendo su polla encima de mi culo. En cuanto se inclinó un par de veces para acceder a los hombros, su verga se colocó entre mis glúteos, pasando al momento de morcillona a erecta.
-Oye que te has empalmado con mi culo, cabrón.
-Ya te dije que eres muy quisquilloso. Yo qué culpa tengo si estás muy bueno.
-Ana, este tío es de la acera de enfrente -le dije a mi novia con una carcajada.
-Pues ten cuidado que con tanto aceite a ver si se te cuela sin querer -me respondió, riendo ahora los tres.
Luego se acercó a nosotros y aprovechando el aceite, se untó el dedo medio y me lo metió por el culo.
-Pero qué haces putita. Saca eso de ahí.
Los dos se reían a carcajadas limpias por mis protestas.
-Algún día te lo prepararé mejor cornudo mío y a lo mejor no me paro.
-Serás guarra, que te la meta a ti so puta.
-Ni lo dudes, más adelante también me follará el culo.
Javier con una gran sonrisa dibujada en su cara siguió con el masaje en la espalda. Al momento me pidió que me diera la vuelta. Yo me giré mostrando un gran empalme, al igual que él que no dijo nada, aunque mi novia no se pudo callar.
-No veas como os habéis puesto de caliente los dos. A mí me estáis poniendo a mil con tanta polla tiesa cabrones.
-A ti te haré un final feliz zorrita -le dijo él.
-Menudo par de cabrones estáis hechos. Pero te tomo la palabra, quiero ese final.
Él siguió con el masaje por los brazos y las piernas, subiendo hasta las ingles, por lo que no tuvo más remedio que rozarme los huevos varias veces. Al final se volvió a poner nuevamente a horcajadas sobre mis muslos, masajeando ahora mi torso. Claro está que su polla no paró de rozarse con la mía todo el tiempo.
Cuando terminó se fue a levantar y mi novia no le dejó.
-Espera -le dijo, mientras acercó su mano y nos juntó los rabos para comenzar a pajearnos.
-Joder guarrilla, que nos vamos a correr como sigas así -le dije.
Un rato después nos soltó.
-Prefiero tener a Javier a tope ahora con mi masaje, pero quiero que te termine a ti también con un final feliz.
-Pero Ana, que eso es solo para ti -le dijo él algo serio.
Yo lo miré soltando unas risas.
-Venga, no seas tan tiquismiquis tú ahora cabrón y hazme una paja como Dios manda.
-Yo te ayudo -le dijo mi novia, que me volvió a meter el dedo en el culo.
Javier no lo pensó más, se echó algo de aceite en las manos comenzando a masajearme los huevos y la polla. Entre los dos me tenían a punto de correrme y cuando Javier comenzó a darme fuerte, ya no pude aguantar más.
-Seguir que me corroooo... ufff... yaaaaa...
Solté una lechada como nunca. Aquello iba batiendo récords sin parar. Qué placer y qué morbo.
Javier se retiró y mi novia se echó encima de mí, sin importarle que tenía todo el torso lleno de leche. Así me dio quinientos besos por mis mejillas, labios, cuello y hombros.
-¿Te ha gustado tu final feliz cielo? -me dijo al verme recuperado.
-Ha sido bestial cariño, no sabes como lo he disfrutado.
-¿Te ha molestado algo?
-No, que va. Lo que quiero es repetirlo más veces.
-¿Y su rabo? ¿Lo has sentido en el culo?
-Claro, pero no sigas por ahí, que nos vas a convertir en algo que no somos, cabrona.
-Bueno, ya veremos más adelante. Igual hasta os gusta a los dos.
Javier regresaba en esos momentos al dormitorio. Al ver como estaba Ana, cogió una toallita y se la dio.
-Límpiate, que ahora te toca a ti.
-¿Quieres que me duche primero?
-No, no hace falta porque yo te voy a poner igual cuando termine.
Los tres soltamos una carcajada. Ella se tendió boca abajo ocupando el lugar que le dejé.
El masaje fue idéntico al mío, solo que al subir por sus piernas, sus manos se metían sin ningún pudor en la raja del culo. Ahí le dio un buen repaso a su ano y aunque no lo pude apreciar, ella me confirmó después que le coló un dedo durante esos roces, terminando con un masaje en los glúteos.
Luego con el rabo tieso se puso a horcajadas sobre sus muslos y encajó sin miramientos su polla en la raja del culo. A continuación separó un poco los glúteos y le restregó el esfínter con el glande, hasta que casi le metió algo.
Ella no decía nada y él actuaba con total libertad viendo la actitud de sometimiento de mi novia. Después me miró a mí como pidiéndome permiso y yo se lo negué con la cabeza, pero con una sonrisa. Comprendió que ahora no tocaba y se dispuso a darle el masaje en la espalda.
Cada vez que él se inclinaba para llegar a su cuello, ella levantaba algo sus caderas para que el roce de su polla fuera más fuerte en su trasero. Pensé que de alguna manera estaba pidiendo que le follara el culo y que Javier la entendía de forma clara, pero un poco después se echó a un lado.
-Date la vuelta -le pidió.
El masaje frente a ella no tenía nada que ver con el mío. La cara de lujuria de mi novia era un poema. Su cuerpo parecía el de una diosa. Los jugos de su coño asomaban por entre los labios externos. Nos dedicamos una breve mirada y le sonreí para que se relajara. Su cara expresaba culpabilidad por sentirse tan entregada a aquel macho que le iba a dar uno de los mejores orgasmos de su vida. Un pequeño nudo se me cogió en el estómago, pero ahora lo que tocaba era darle mi apoyo y convencerla de que aquello no tenía importancia. Que era un momento de morbo y nada más.
Le cogí su mano derecha y le di un beso en el dorso. Después acerqué mis labios para darle un pico en los suyos. Le ofrecí una nueva sonrisa y le solté la mano tranquilizándola con un par de golpecitos con la mía. Luego me retrepé otra vez contra el cabecero de la cama y mirando a Javier, asentí con la cabeza.
El masaje por delante como él nos dijo, fue mucho más atrevido que por detrás. Cuando se lo dio en los brazos no dejaba de tocar los laterales de sus enormes tetas. Cuando le tocó a las piernas, el morbo subió una barbaridad y los masajes en las ingles llevaban aparejados un buen repaso a su coño. Ella no se cortaba, gimiendo cada vez que se producían esos toqueteos.
Pero la traca no se hizo esperar y Javier se puso a horcajadas sobre sus muslos. Ana y yo estábamos expectantes por ver si él se la metía de entrada o lo dejaba para el final. Lo que hizo fue poner su polla entre los labios de su coño. Le echó un chorreón de aceite en su pecho, vientre y en los genitales de los dos. Después empezó a masajear su vientre para luego subir a sus tetas, a las que les dio un tratamiento muy profesional. No era como cuando se la follaba, eso desde luego que no.
Y por fin se dispuso para llegar a su cuello. Previamente echó algo más atrás sus caderas, de forma que puso el glande a la entrada de su vagina. Cuando se inclinó hacia ella su glande no volvió a aparecer por encima de su coño como antes. Miré la cara de mi novia y no me quedaron dudas de donde se encontraba ese glande y el resto de su rabo. Cada vez que se inclinaba, Ana alzaba las cejas, daba un gemido y agarraba las sábanas en dos puños muy apretados.
Luego dio por finalizado los masajes echándose sobre ella para darle unos cortos picos en la boca, otros besos algo más pausados, besos por el cuello, chupetones a los lóbulos, terminando en un buen morreo que fue el desencadenante de unas penetraciones a un ritmo endiablado.
Mi novia gritaba más que gemía. Sus piernas se enroscaron en el culo de Javier, no pudiendo parar el gran orgasmo que le sobrevino al momento. Estaba claro que su calentura ya venía desde antes de finalizar el masaje.
No se separaron, si no que siguieron abrazados mientras ella se recuperaba. Momentos después pude observar como mi novia levantó algo sus caderas, para indicarle que ya podía continuar follándola. Javier no se hizo esperar y le volvió a dar otra vez a un fuerte ritmo. Después paró un poco y se salió.
-Ponte a cuatro patas cielo -le pidió.
Ella obedeció de inmediato. Cuando estuvo en la nueva posición me miró nuevamente con algo de preocupación. Entonces acerqué mis labios a su oído.
-Déjalo seco mi vida -le dije muy bajito-, haz que se corra diez veces.
El mensaje era para ella, pero estaba claro que Javier lo escuchó. Sin embargo, me siguió el juego y hizo como si no se hubiera enterado.
Mi chica me volvió a mirar fijamente con una expresión más relajada y una leve sonrisa en sus labios. Después le largué una cachetada a él.
-A ver ese final feliz cabrón, que mi novia se merece lo mejor. Me voy a la ducha, pero seguid vosotros.
Mi novia me miró algo asombrada y yo le mostré los diez dedos de mis manos, mientras abandonaba el dormitorio con una gran sonrisa.
Ya no volví a entrar y cuando terminé de ducharme me fui al salón envuelto en una toalla. Desde allí no dejaba de escuchar los gemidos de mi novia, sobre todo cada vez que tenía un orgasmo. Casi hora y media más tarde se ducharon quedando él en su dormitorio, viniéndose mi novia al salón conmigo.
Su cara volvía a mostrar algo de vergüenza. Sin decir una palabra se sentó en mis rodillas abrazándome muy fuerte.
-¿Lo has pasado bien cariño? -le pregunté.
-Demasiado bien, cielo, pero no me vuelvas a dejar sola mientras follamos. Has incumplido las normas.
-Pero es que la ocasión era propicia. No te preocupes que no lo volveré a hacer.
-¿Te has tocado mientras nos oía?
-No, lo he dejado para cuando tú puedas hacerlo nuevamente conmigo. Ahora me figuro que estarás agotada.
-Dame un par de horas y estaré dispuesta para disfrutar contigo como tú te mereces.
-Me tienes que decir las veces que os habéis corrido. Quiero que me lo cuentes todo al detalle, ya lo sabes, ¿No?
-He perdido un poco la cuenta pero creo que yo unas cinco veces y él cuatro. Bueno, yo seis, contando el primero que has visto tú.
-Joder qué buena polla tiene el cabrón éste.
-Más que buena, además que es un chico súper cariñoso. No ha parado de halagarme todo el tiempo con frases muy tiernas.
-¿Y tú? ¿Le has correspondido?
Me miró algo azorada y le volví a sonreír para que se relajase.
-Sí, yo también he estado muy cariñosa con él.
-Bueno ya me lo contarás. Ahora échate un rato que te tienes que reponer.
Me levanté y nos dirigimos a nuestro dormitorio. Los dos nos acostamos abrazándola en cuchara como a ella le gusta para dormir.
No dormimos mucho y yo no dejaba de pensar en los polvos que habían echado hacía un rato, así que tal como estábamos y con la polla totalmente erecta levanté su pierna y comencé a penetrarla. Pero aquello no funcionó, ya sea por la poca lubricación o porque ella no se había recuperado del todo, la cuestión es que tuvimos que parar porque tenía la vagina algo rozada y le dolía un poco. Yo le dije que no se preocupara, que ya lo haríamos cuando estuviera bien.
-No quiero que te quedes así, -me dijo haciendo que yo me girara quedando boca arriba.
-No pasa nada mi vida, descansa que dentro de un rato me vuelvo a relajar.
Pero no me hizo caso y sin parar de lamerme, besarme y mordisquearme por todo el torso, llegó hasta mi miembro que la esperaba ansioso. Allí me hizo una mamada de las que hacen época. La muy puta me tuvo varias veces al borde del orgasmo, hasta que por fin dejó que me liberara tragándose todo el esperma que le solté en la boca y el que luego absorbió de mi vientre.
A la noche nos arreglamos para cenar fuera y acercarnos a la discoteca, cosa que me pareció bien porque Ana necesitaba un descanso.
Cuando regresamos a casa, estuvimos un rato en el salón y luego nos fuimos a dormir cada uno a su habitación.
El domingo amaneció con algunas molestias en su vagina, hasta tuvo que tratarse con unas cremas, por lo que nos dedicamos a charlar, ver la tele y otras banalidades para pasar el tiempo.
Fuimos a comer al restaurante que tanto nos gustaba y volvimos a casa enseguida porque Javier tenía que trabajar en su ordenador.
Nosotros nos hicimos un café y nos fuimos a tomarlo en nuestra terraza ya que hacía un día estupendo.
-¿Me vas a contar lo que pasó cuando me fui del dormitorio?
Ella volvió a poner cara de preocupación. Esta vez yo quería saber lo que pasó, así que no le sonreí para darle ánimos.
-Me da un poco de vergüenza contártelo. Es que nos entregamos un poco más de la cuenta.
Yo seguía mirándola muy atento a lo que me contaba.
-Él no paraba de decirme frases muy cariñosas, que si yo era un amor, que estaba loco por estar conmigo, que era una diosa para él, en fin, sin profundizar más, pero dándome a entender que estaba un poco colado por mí.
-¿Y tú? Me dijiste que tú le correspondías.
Ella me volvió a mirar algo avergonzada.
-Sí, lo hacía, pero en otros términos. A lo que él me iba contando, yo le respondía que me encantaba lo que me decía. Mis halagos fueron más bien a sus condiciones físicas. Por ejemplo que me encantaba su polla, que era la mejor, que tenía un físico envidiable y que cualquier mujer estaría loca por follar con él. Que me gustaban mucho sus piernas y su culo, aparte del pollón que gastaba, claro.
-Bueno, pero eso no quiere decir que tú estás colada también por él, ¿No?
-¡Nooo! Eso ni lo pienses. Me encanta follar con él y si encima no para de halagarme, pues la follada es mucho más placentera.
-Y los besos que os dais... sobre todo tu entrega. ¿Qué me dices a eso?
-Me encanta besarlo, mucho más cuando lo tengo adentro. Pero también lo disfruto en todas las situaciones, ya me has visto muchas veces como lo hago.
-Me da un poco de miedo que os quedéis solos, tú no te puedas controlar y acabéis follando. Él me promete que eso no va a pasar, pero ya me ha dicho varias veces que no va a hacerlo y terminamos follando.
-Eso no va a pasar, ya te lo dije antes. No lo voy a permitir, no te preocupes por eso.
-Cuando os dejé solos en el dormitorio, aunque con las bromas te dije que lo dejaras seco, esperaba que después del segundo polvo, te vinieras conmigo.
-Eso es lo que hace que me avergüence, porque en esos momentos solo quería que me follara una y otra vez. Dos veces lo inició él y dos veces lo inicié yo. Al final lo dejamos porque creo que de verdad lo dejé seco, lo intenté la tercera vez y me pidió que le diera de tiempo para recuperarse.
-¿De verdad que te corriste seis veces?
-Sí, aunque no se si fueron más, porque en un par de ocasiones me corría y a continuación sentía como si mi orgasmo se prolongara. Así que no se si eran nuevos orgasmos o un gran orgasmo continuado.
-Me has pedido que no os deje más solos mientras folláis. ¿Sigues pensando lo mismo, o te gustaría repetir esa experiencia?
-A ver cielo, repetirlo, claro que me gustaría. Ese rato de los dos solos fue maravilloso. Sé que eso no afecta a nuestra relación, eso también lo tengo claro, pero tenemos que comportarnos cumpliendo las condiciones que acordamos. Creo que es lo más conveniente y prudente. Más por Javier que por mí.
-Sabes que un solo beso de Javier te pondría a mil y eso ni tú tienes claro de que lo puedas parar. Y sabes que él es así, primero cariñoso y luego fogoso.
-No lo dejaré. Te lo aseguro, no habrá ni el más mínimo roce mientras tú no estés delante.
-Está bien. ¿Sabes una cosa?
-¿El qué?
-Que me gustaría que durmiera más veces con nosotros cuando no tengamos que trabajar al día siguiente y que te follara a media noche, esté yo dormido o despierto. Esto te lo digo con la cabeza de abajo, claro, pero mira como se me ha puesto la cabrona de mi polla.
Ella miró mi tienda de campaña y los dos soltamos una carcajada.
-Estás loco de remate, pero eres un sol. Igual te hago realidad tu fantasía. Follar con Javier es un gran placer sea la hora que sea.
-¿Cómo estás de tu vagina? Tengo ganas de follarte.
-Pues vamos a la cama, pero lo haremos suave como a nosotros nos gusta.
Echamos nuestro polvo de siempre y quedamos los dos súper satisfechos.
Ya por la tarde Ana se encontró mejor y volvimos a follar con Javier, pero con menos intensidad y frecuencia. Incluso incrementó sus caprichos para hacernos correr entre nosotros dos, mientras ella nos calentaba como solía decir.
-Nos queda poco más de media hora para el descanso nocturno -dijo mi novia.
Estábamos los tres en el salón, ella sentada en el centro pero girada hacia mí y con la espalda apoyada en el pecho de Javier. Él le tenía pasado su brazo por la cintura acariciándole los muslos totalmente expuestos, pues solo llevaba un pequeño tanga negro, nosotros dos teníamos un bóxer y arriba camiseta de mangas cortas los tres.
-¿Descansamos ya? -pregunté yo.
-¿Como te encuentras de tu vagina? -se interesó Javier.
-Estoy bastante mejor que esta mañana.
-¿Echamos el último entonces?
Ella se puso de pie delante de mí y le hizo gestos para que él se pusiera a su lado. Ya me estaba figurando que no me iba a quedar quieto.
-Desnúdanos a los dos y prepara a Javier, que me la va a meter por detrás, aquí mismo -me dijo, obedeciendo yo que al momento los dejé en pelotas.
Luego me senté otra vez y agarré la polla de él que estaba casi flácida, pero le hice un buen trabajo y en un minuto ya estaba como un garrote. Por último la ensalivé bastante para que hiciera de lubricante, teniendo en cuenta las molestias de Ana en su vagina. La coloqué en la entrada y le di una nalgada para que procediera.
-Empieza despacio -le dije yo-, si hace falta la vuelves a ensalivar un poco más.
Javier me hizo caso y comenzó con unas penetraciones muy lentas. Ella estaba apoyada con una mano en el brazo del sofá, y la otra en mi hombro. Con movimientos de sus caderas, le iba señalando el ritmo que necesitaba su cuerpo en cada momento. Pasado unos minutos él se echó más saliva en su mano, sacó la polla un momento y la lubricó con ella para penetrarla otra vez. De inmediato fue incrementando el ritmo, hasta que se convirtió en unas embestidas tan brutales que en unos minutos acabó en una gran corrida por parte de los dos.
A mi novia le fallaron algo las piernas, y la tuve que dejar caer a lo largo del sofá, quedando boca abajo con pequeñas convulsiones, y las piernas temblando.
El cabrón había dejado otra gran corrida en el interior de ella, tanta, que se estaba haciendo una buena mancha en el sofá, menos mal que era de cuero.
Él se fue a ducharse y yo me quedé al lado de mi chica, acariciando su espalda, como correspondía a un buen cornudo agradecido. Después traje una toallita del dormitorio y limpié a Ana y al sofá.
Cuando oí que Javier salía de la ducha, preparé la bañera y nos metimos los dos casi veinte minutos, relajados por la música que a tal efecto, tenía preparada en mi móvil.
-¿Estás preocupado por el nuevo trabajo? -me preguntó.
-Un poco de nervios, pero nada más, conoceré los nuevos compañeros, cómo funciona todo allí, mi sitio en la oficina, en fin, espero que me vaya bien.
-Normal que estés nervioso, yo ni podría dormir esta noche, pero tú dominas muy bien los diseños gráficos y no vas a tener ningún problema, ya verás.
-¿Qué te ha parecido como ha ido todo este fin de semana? -me preguntó.
-Creo que ha ido como me imaginaba, algo preocupado por tus molestias por la follada del sábado.
-Y menos mal que el cabrón no estuvo el viernes -aseveró.
-Hablando del viernes, pusiste mala cara cuando nos dijo que folló con otra chica.
-No sé, pero no me extraña, porque me impactó, como si nos hubiera sido un poco infiel, ¿A ti no?
-Algo sí, fue un poco chocante, pero me alegro porque eso demuestra que contigo solo quiere sexo.
-Es que no va a haber otra cosa Diego. Si noto alguna cosa rara en ese sentido, se acaba todo al momento.
-¿Y tú? ¿Estás segura de que no te vas a encoñar con él?
-¿Pero qué dices? Ni en broma digas eso, ¿Es que lo has llegado a pensar?
-Varias veces, no te lo niego, en ocasiones muestras mucha entrega cuando estás con él, como si no pudieras controlarlo.
-Eso es verdad, no soy capaz de negarle un polvo, cuando todo está dentro de las normas, es como si mantuviera una puerta abierta para que pase alguien, pero cuando no se cumplan las normas, esa puerta estará cerrada, o más bien, ni existirá.
-Pues sigue así cariño, a ver si un día consigues dejarle seco.
Nos echamos unas risitas.
-Otra cosa, ¿te gustaría que te penetrara el culo ya?
-No se..., bueno sí, pero primero tendríamos que repetir nosotros un par de veces, luego creo que ya podré meterme ese pollón.
-Podríamos hacerte una doble penetración, ¿Qué te parece?
-Me encantaría, uhmm... me estoy poniendo cachonda cabronazo.
-Pues vámonos a la cama, que quiero que tu culo se vaya aclimatando para lo que te va a meter ese cabrón.
Ella se puso a cuatro patas, con el culo algo levantado para que yo lo pudiera preparar, utilicé el lubricante que teníamos y poco después se la metí muy despacio, teniendo que parar un par de veces a petición de ella, pero al final mi polla entró entera y comenzamos con las penetraciones de menos a más hasta coger un buen ritmo.
Luego nos cambiamos poniéndonos de costado, repitiendo la follada del otro día. No tardamos mucho en acabar y los dos nos corrimos como dos descosidos, llenándole sus entrañas con una buena cantidad de lefa.
-Cariño yo creo que tal como ha entrado y siendo la segunda vez en un par de días, si por la mañana no tienes molestias, ya estás preparada para hacerlo con Javier, ¿No?
-Veremos mañana, sabes que ahora mismo no te lo puedo decir.
-Tengo un montón de condones, espera un segundo -le respondió él yendo a su cuarto y regresando en unos segundos.
Se trajo cuatro o cinco y los puso encima de la mesita de noche.
-¿Pero cuántas veces vas a follar? -le dije mirando la cantidad de condones.
-Es para que no falten -me dijo sonriendo.
-Lo suyo es que lo pudieras hacer sin condón -le respondió ella.
-Pues por mí no habría problemas, siempre lo hago con condón pero hace dos meses follando con una chica se rompió la goma que tenía puesta. Para no estar preocupado me hice un análisis por si acaso, y salió todo perfecto.
-¿Has tenido alguna incidencia después de eso? -le pregunté.
-No nunca, solo fue esa vez.
-Joder, dices nunca refiriéndote a dos meses, como si hubieras follado un montón de veces -le dijo ella queriendo saber algo más sobre eso.
-Cerca de mi casa hay una discoteca, y es raro el día que no me lleve una chica a la cama, anoche mismo fue la última.
-¿Quéee? -respondió Ana-, serás guarro, ¿Anoche te follaste a una tía?
-Bueno, de eso no me habéis puesto condiciones -respondió él con una sonrisa un poco forzada.
-Ni te las vamos a poner, faltaría más -le tranquilicé yo.
-Necesitarías análisis nuestros para follar sin preservativo? -le pregunté.
-¿Folláis con otros alguna vez?
-Jamás dijimos los dos al mismo tiempo, -después siguió ella-, solo lo estamos haciendo contigo.
-Esperadme un momento.
Tardó como un minuto en volver.
-Aquí tenéis los resultados de mis análisis -y nos mostró los documentos que lo certificaban.
-Bueno, de todos modos nosotros también nos lo vamos a hacer la próxima semana -le dije yo.
-¿Entonces qué hacemos? Depende solo de tu decisión de esperar los análisis nuestros, o hacerlo ya -propuso Ana.
-Prefiero hacerlo ya a pelo, sin condón.
Con tanta charla, nuestras pollas estaban flácidas, pero la de Javier iba a tener remedio de inmediato.
-Cielo, pónsela dura que estoy muy ansiosa por sentir su corrida dentro de mí. No tardes.
La verdad es que aquella petición me alegró el cuerpo, tenía ganas de agarrar aquel pollón, sobre todo si era para que se follara a mi novia, así que la agarré con ganas pajeándolo muy fuerte desde el principio.
-Para ya cabrón, que como sigas no me la voy a poder follar.
Le coloqué la polla en la entrada de aquél agujero y Javier hizo el resto.
-Ahhhh... uhmmm... qué gustooo...
Comenzó a gemir mi novia al sentir la polla desnuda de Javier en sus adentros. En la posición del misionero estuvieron unos minutos. Estaba claro que ninguno de los dos pretendían correrse pronto, querían disfrutarlo más tiempo y más relajados.
Luego él se echó de costado, ella se giró un poco para levantar su pierna, facilitando la penetración de él desde atrás.
-Qué placer cielo, qué ganas tenía de hacerlo así -me dijo mientras se relamía los labios con la lengua-, dame un morreo mi vida.
Me acerqué y la besé lo más guarro que pude. Luego le cogí una teta, pero me encontré la mano del cabrón de Javier, que no me dio chance y la tuve que retirar.
Después los dejé solos, se concentraron en aquel polvo, él aceleró sus embestidas y le frotó el clítoris de una forma brutal, llegando en un par de minutos a correrse los dos al mismo tiempo.
Se quedaron mirando hacia arriba, intentando normalizar su respiración. Yo me eché al lado de ella y la llené de besos, como me gustaba hacer cada vez que follaba con él. Era mi forma de decirle que todo estaba bien, que yo quería que pasara aquello y que no tenía que preocuparse por mí.
Después me acerqué a ver como estaba su coño. Javier no me defraudó, había soltado allí un litro de lefa.
-¡Qué barbaridad! Qué cantidad de semen Ana, esto es exagerado.
Ellos se reían soltando adrenalina por lo que acababan de protagonizar.
-Tráeme la que puedas, que quiero tragar la primera que me ha echado dentro.
Cuando al rato la penetré, noté cómo el semen de él, seguía allí dentro en una buena cantidad, llegando a formarse como un poco de espuma blanca, tanto en la entrada de su coño como a lo largo de mi polla.
Después de comer volvimos a la casa y nos sentamos en el sofá a tomarnos unas copas. Nos vino muy bien para relajarnos por lo que nos esperaba después.
Ana, como tantas veces, terminó echada en mi regazo con los pies en el de Javier.
-Quítame las sandalias y dame un masaje de los que tú sabes.
Javier se las quitó comenzando de inmediato a masajearle los pies.
-Hoy quiero que me des un masaje completo -le pidió ella.
-¿Ahora? -le preguntó él.
-Claro, me vendría muy bien.
-Pues vámonos a la cama. Prepararla mientras cojo los aceites.
En unos momentos ya estábamos los tres en el dormitorio.
-Desnúdate y ponte boca abajo encima de la toalla -le pidió a mi novia, mientras él se desnudaba también.
-Bueno, quiero ver primero como se lo das a Diego. Luego me lo haces a mí -dijo ella.
Javier se encogió de hombros.
-Vale, échate en la toalla -me dijo.
Aquella encerrona de Ana no me vino de sorpresa. Ya me lo había dicho el día anterior, pero la verdad es que no me lo esperaba.
Me desnudé y me tendí en la toalla boca abajo. Javier ya no tenía excusas para volverse a vestir, así que en pelotas comenzó el masaje. Mi novia lo planeó todo a la perfección, de eso no me cabía ninguna duda. La miré y ella me dedicó una sonrisa picarona. La muy puta se había salido con la suya.
Sentí el primer chorro de aceite en la espalda y las manos de Javier trasteando allí. Siguió por los brazos como hizo la otra vez, luego pasó a mis piernas hasta llegar al culo, que también se llevó un buen repaso.
Por fin se subió a horcajadas sobre mis muslos, poniendo su polla encima de mi culo. En cuanto se inclinó un par de veces para acceder a los hombros, su verga se colocó entre mis glúteos, pasando al momento de morcillona a erecta.
-Oye que te has empalmado con mi culo, cabrón.
-Ya te dije que eres muy quisquilloso. Yo qué culpa tengo si estás muy bueno.
-Ana, este tío es de la acera de enfrente -le dije a mi novia con una carcajada.
-Pues ten cuidado que con tanto aceite a ver si se te cuela sin querer -me respondió, riendo ahora los tres.
Luego se acercó a nosotros y aprovechando el aceite, se untó el dedo medio y me lo metió por el culo.
-Pero qué haces putita. Saca eso de ahí.
Los dos se reían a carcajadas limpias por mis protestas.
-Algún día te lo prepararé mejor cornudo mío y a lo mejor no me paro.
-Serás guarra, que te la meta a ti so puta.
-Ni lo dudes, más adelante también me follará el culo.
Javier con una gran sonrisa dibujada en su cara siguió con el masaje en la espalda. Al momento me pidió que me diera la vuelta. Yo me giré mostrando un gran empalme, al igual que él que no dijo nada, aunque mi novia no se pudo callar.
-No veas como os habéis puesto de caliente los dos. A mí me estáis poniendo a mil con tanta polla tiesa cabrones.
-A ti te haré un final feliz zorrita -le dijo él.
-Menudo par de cabrones estáis hechos. Pero te tomo la palabra, quiero ese final.
Él siguió con el masaje por los brazos y las piernas, subiendo hasta las ingles, por lo que no tuvo más remedio que rozarme los huevos varias veces. Al final se volvió a poner nuevamente a horcajadas sobre mis muslos, masajeando ahora mi torso. Claro está que su polla no paró de rozarse con la mía todo el tiempo.
Cuando terminó se fue a levantar y mi novia no le dejó.
-Espera -le dijo, mientras acercó su mano y nos juntó los rabos para comenzar a pajearnos.
-Joder guarrilla, que nos vamos a correr como sigas así -le dije.
Un rato después nos soltó.
-Prefiero tener a Javier a tope ahora con mi masaje, pero quiero que te termine a ti también con un final feliz.
-Pero Ana, que eso es solo para ti -le dijo él algo serio.
Yo lo miré soltando unas risas.
-Venga, no seas tan tiquismiquis tú ahora cabrón y hazme una paja como Dios manda.
-Yo te ayudo -le dijo mi novia, que me volvió a meter el dedo en el culo.
Javier no lo pensó más, se echó algo de aceite en las manos comenzando a masajearme los huevos y la polla. Entre los dos me tenían a punto de correrme y cuando Javier comenzó a darme fuerte, ya no pude aguantar más.
-Seguir que me corroooo... ufff... yaaaaa...
Solté una lechada como nunca. Aquello iba batiendo récords sin parar. Qué placer y qué morbo.
Javier se retiró y mi novia se echó encima de mí, sin importarle que tenía todo el torso lleno de leche. Así me dio quinientos besos por mis mejillas, labios, cuello y hombros.
-¿Te ha gustado tu final feliz cielo? -me dijo al verme recuperado.
-Ha sido bestial cariño, no sabes como lo he disfrutado.
-¿Te ha molestado algo?
-No, que va. Lo que quiero es repetirlo más veces.
-¿Y su rabo? ¿Lo has sentido en el culo?
-Claro, pero no sigas por ahí, que nos vas a convertir en algo que no somos, cabrona.
-Bueno, ya veremos más adelante. Igual hasta os gusta a los dos.
Javier regresaba en esos momentos al dormitorio. Al ver como estaba Ana, cogió una toallita y se la dio.
-Límpiate, que ahora te toca a ti.
-¿Quieres que me duche primero?
-No, no hace falta porque yo te voy a poner igual cuando termine.
Los tres soltamos una carcajada. Ella se tendió boca abajo ocupando el lugar que le dejé.
El masaje fue idéntico al mío, solo que al subir por sus piernas, sus manos se metían sin ningún pudor en la raja del culo. Ahí le dio un buen repaso a su ano y aunque no lo pude apreciar, ella me confirmó después que le coló un dedo durante esos roces, terminando con un masaje en los glúteos.
Luego con el rabo tieso se puso a horcajadas sobre sus muslos y encajó sin miramientos su polla en la raja del culo. A continuación separó un poco los glúteos y le restregó el esfínter con el glande, hasta que casi le metió algo.
Ella no decía nada y él actuaba con total libertad viendo la actitud de sometimiento de mi novia. Después me miró a mí como pidiéndome permiso y yo se lo negué con la cabeza, pero con una sonrisa. Comprendió que ahora no tocaba y se dispuso a darle el masaje en la espalda.
Cada vez que él se inclinaba para llegar a su cuello, ella levantaba algo sus caderas para que el roce de su polla fuera más fuerte en su trasero. Pensé que de alguna manera estaba pidiendo que le follara el culo y que Javier la entendía de forma clara, pero un poco después se echó a un lado.
-Date la vuelta -le pidió.
El masaje frente a ella no tenía nada que ver con el mío. La cara de lujuria de mi novia era un poema. Su cuerpo parecía el de una diosa. Los jugos de su coño asomaban por entre los labios externos. Nos dedicamos una breve mirada y le sonreí para que se relajara. Su cara expresaba culpabilidad por sentirse tan entregada a aquel macho que le iba a dar uno de los mejores orgasmos de su vida. Un pequeño nudo se me cogió en el estómago, pero ahora lo que tocaba era darle mi apoyo y convencerla de que aquello no tenía importancia. Que era un momento de morbo y nada más.
Le cogí su mano derecha y le di un beso en el dorso. Después acerqué mis labios para darle un pico en los suyos. Le ofrecí una nueva sonrisa y le solté la mano tranquilizándola con un par de golpecitos con la mía. Luego me retrepé otra vez contra el cabecero de la cama y mirando a Javier, asentí con la cabeza.
El masaje por delante como él nos dijo, fue mucho más atrevido que por detrás. Cuando se lo dio en los brazos no dejaba de tocar los laterales de sus enormes tetas. Cuando le tocó a las piernas, el morbo subió una barbaridad y los masajes en las ingles llevaban aparejados un buen repaso a su coño. Ella no se cortaba, gimiendo cada vez que se producían esos toqueteos.
Pero la traca no se hizo esperar y Javier se puso a horcajadas sobre sus muslos. Ana y yo estábamos expectantes por ver si él se la metía de entrada o lo dejaba para el final. Lo que hizo fue poner su polla entre los labios de su coño. Le echó un chorreón de aceite en su pecho, vientre y en los genitales de los dos. Después empezó a masajear su vientre para luego subir a sus tetas, a las que les dio un tratamiento muy profesional. No era como cuando se la follaba, eso desde luego que no.
Y por fin se dispuso para llegar a su cuello. Previamente echó algo más atrás sus caderas, de forma que puso el glande a la entrada de su vagina. Cuando se inclinó hacia ella su glande no volvió a aparecer por encima de su coño como antes. Miré la cara de mi novia y no me quedaron dudas de donde se encontraba ese glande y el resto de su rabo. Cada vez que se inclinaba, Ana alzaba las cejas, daba un gemido y agarraba las sábanas en dos puños muy apretados.
Luego dio por finalizado los masajes echándose sobre ella para darle unos cortos picos en la boca, otros besos algo más pausados, besos por el cuello, chupetones a los lóbulos, terminando en un buen morreo que fue el desencadenante de unas penetraciones a un ritmo endiablado.
Mi novia gritaba más que gemía. Sus piernas se enroscaron en el culo de Javier, no pudiendo parar el gran orgasmo que le sobrevino al momento. Estaba claro que su calentura ya venía desde antes de finalizar el masaje.
No se separaron, si no que siguieron abrazados mientras ella se recuperaba. Momentos después pude observar como mi novia levantó algo sus caderas, para indicarle que ya podía continuar follándola. Javier no se hizo esperar y le volvió a dar otra vez a un fuerte ritmo. Después paró un poco y se salió.
-Ponte a cuatro patas cielo -le pidió.
Ella obedeció de inmediato. Cuando estuvo en la nueva posición me miró nuevamente con algo de preocupación. Entonces acerqué mis labios a su oído.
-Déjalo seco mi vida -le dije muy bajito-, haz que se corra diez veces.
El mensaje era para ella, pero estaba claro que Javier lo escuchó. Sin embargo, me siguió el juego y hizo como si no se hubiera enterado.
Mi chica me volvió a mirar fijamente con una expresión más relajada y una leve sonrisa en sus labios. Después le largué una cachetada a él.
-A ver ese final feliz cabrón, que mi novia se merece lo mejor. Me voy a la ducha, pero seguid vosotros.
Mi novia me miró algo asombrada y yo le mostré los diez dedos de mis manos, mientras abandonaba el dormitorio con una gran sonrisa.
Ya no volví a entrar y cuando terminé de ducharme me fui al salón envuelto en una toalla. Desde allí no dejaba de escuchar los gemidos de mi novia, sobre todo cada vez que tenía un orgasmo. Casi hora y media más tarde se ducharon quedando él en su dormitorio, viniéndose mi novia al salón conmigo.
Su cara volvía a mostrar algo de vergüenza. Sin decir una palabra se sentó en mis rodillas abrazándome muy fuerte.
-¿Lo has pasado bien cariño? -le pregunté.
-Demasiado bien, cielo, pero no me vuelvas a dejar sola mientras follamos. Has incumplido las normas.
-Pero es que la ocasión era propicia. No te preocupes que no lo volveré a hacer.
-¿Te has tocado mientras nos oía?
-No, lo he dejado para cuando tú puedas hacerlo nuevamente conmigo. Ahora me figuro que estarás agotada.
-Dame un par de horas y estaré dispuesta para disfrutar contigo como tú te mereces.
-Me tienes que decir las veces que os habéis corrido. Quiero que me lo cuentes todo al detalle, ya lo sabes, ¿No?
-He perdido un poco la cuenta pero creo que yo unas cinco veces y él cuatro. Bueno, yo seis, contando el primero que has visto tú.
-Joder qué buena polla tiene el cabrón éste.
-Más que buena, además que es un chico súper cariñoso. No ha parado de halagarme todo el tiempo con frases muy tiernas.
-¿Y tú? ¿Le has correspondido?
Me miró algo azorada y le volví a sonreír para que se relajase.
-Sí, yo también he estado muy cariñosa con él.
-Bueno ya me lo contarás. Ahora échate un rato que te tienes que reponer.
Me levanté y nos dirigimos a nuestro dormitorio. Los dos nos acostamos abrazándola en cuchara como a ella le gusta para dormir.
No dormimos mucho y yo no dejaba de pensar en los polvos que habían echado hacía un rato, así que tal como estábamos y con la polla totalmente erecta levanté su pierna y comencé a penetrarla. Pero aquello no funcionó, ya sea por la poca lubricación o porque ella no se había recuperado del todo, la cuestión es que tuvimos que parar porque tenía la vagina algo rozada y le dolía un poco. Yo le dije que no se preocupara, que ya lo haríamos cuando estuviera bien.
-No quiero que te quedes así, -me dijo haciendo que yo me girara quedando boca arriba.
-No pasa nada mi vida, descansa que dentro de un rato me vuelvo a relajar.
Pero no me hizo caso y sin parar de lamerme, besarme y mordisquearme por todo el torso, llegó hasta mi miembro que la esperaba ansioso. Allí me hizo una mamada de las que hacen época. La muy puta me tuvo varias veces al borde del orgasmo, hasta que por fin dejó que me liberara tragándose todo el esperma que le solté en la boca y el que luego absorbió de mi vientre.
A la noche nos arreglamos para cenar fuera y acercarnos a la discoteca, cosa que me pareció bien porque Ana necesitaba un descanso.
Cuando regresamos a casa, estuvimos un rato en el salón y luego nos fuimos a dormir cada uno a su habitación.
El domingo amaneció con algunas molestias en su vagina, hasta tuvo que tratarse con unas cremas, por lo que nos dedicamos a charlar, ver la tele y otras banalidades para pasar el tiempo.
Fuimos a comer al restaurante que tanto nos gustaba y volvimos a casa enseguida porque Javier tenía que trabajar en su ordenador.
Nosotros nos hicimos un café y nos fuimos a tomarlo en nuestra terraza ya que hacía un día estupendo.
-¿Me vas a contar lo que pasó cuando me fui del dormitorio?
Ella volvió a poner cara de preocupación. Esta vez yo quería saber lo que pasó, así que no le sonreí para darle ánimos.
-Me da un poco de vergüenza contártelo. Es que nos entregamos un poco más de la cuenta.
Yo seguía mirándola muy atento a lo que me contaba.
-Él no paraba de decirme frases muy cariñosas, que si yo era un amor, que estaba loco por estar conmigo, que era una diosa para él, en fin, sin profundizar más, pero dándome a entender que estaba un poco colado por mí.
-¿Y tú? Me dijiste que tú le correspondías.
Ella me volvió a mirar algo avergonzada.
-Sí, lo hacía, pero en otros términos. A lo que él me iba contando, yo le respondía que me encantaba lo que me decía. Mis halagos fueron más bien a sus condiciones físicas. Por ejemplo que me encantaba su polla, que era la mejor, que tenía un físico envidiable y que cualquier mujer estaría loca por follar con él. Que me gustaban mucho sus piernas y su culo, aparte del pollón que gastaba, claro.
-Bueno, pero eso no quiere decir que tú estás colada también por él, ¿No?
-¡Nooo! Eso ni lo pienses. Me encanta follar con él y si encima no para de halagarme, pues la follada es mucho más placentera.
-Y los besos que os dais... sobre todo tu entrega. ¿Qué me dices a eso?
-Me encanta besarlo, mucho más cuando lo tengo adentro. Pero también lo disfruto en todas las situaciones, ya me has visto muchas veces como lo hago.
-Me da un poco de miedo que os quedéis solos, tú no te puedas controlar y acabéis follando. Él me promete que eso no va a pasar, pero ya me ha dicho varias veces que no va a hacerlo y terminamos follando.
-Eso no va a pasar, ya te lo dije antes. No lo voy a permitir, no te preocupes por eso.
-Cuando os dejé solos en el dormitorio, aunque con las bromas te dije que lo dejaras seco, esperaba que después del segundo polvo, te vinieras conmigo.
-Eso es lo que hace que me avergüence, porque en esos momentos solo quería que me follara una y otra vez. Dos veces lo inició él y dos veces lo inicié yo. Al final lo dejamos porque creo que de verdad lo dejé seco, lo intenté la tercera vez y me pidió que le diera de tiempo para recuperarse.
-¿De verdad que te corriste seis veces?
-Sí, aunque no se si fueron más, porque en un par de ocasiones me corría y a continuación sentía como si mi orgasmo se prolongara. Así que no se si eran nuevos orgasmos o un gran orgasmo continuado.
-Me has pedido que no os deje más solos mientras folláis. ¿Sigues pensando lo mismo, o te gustaría repetir esa experiencia?
-A ver cielo, repetirlo, claro que me gustaría. Ese rato de los dos solos fue maravilloso. Sé que eso no afecta a nuestra relación, eso también lo tengo claro, pero tenemos que comportarnos cumpliendo las condiciones que acordamos. Creo que es lo más conveniente y prudente. Más por Javier que por mí.
-Sabes que un solo beso de Javier te pondría a mil y eso ni tú tienes claro de que lo puedas parar. Y sabes que él es así, primero cariñoso y luego fogoso.
-No lo dejaré. Te lo aseguro, no habrá ni el más mínimo roce mientras tú no estés delante.
-Está bien. ¿Sabes una cosa?
-¿El qué?
-Que me gustaría que durmiera más veces con nosotros cuando no tengamos que trabajar al día siguiente y que te follara a media noche, esté yo dormido o despierto. Esto te lo digo con la cabeza de abajo, claro, pero mira como se me ha puesto la cabrona de mi polla.
Ella miró mi tienda de campaña y los dos soltamos una carcajada.
-Estás loco de remate, pero eres un sol. Igual te hago realidad tu fantasía. Follar con Javier es un gran placer sea la hora que sea.
-¿Cómo estás de tu vagina? Tengo ganas de follarte.
-Pues vamos a la cama, pero lo haremos suave como a nosotros nos gusta.
Echamos nuestro polvo de siempre y quedamos los dos súper satisfechos.
Ya por la tarde Ana se encontró mejor y volvimos a follar con Javier, pero con menos intensidad y frecuencia. Incluso incrementó sus caprichos para hacernos correr entre nosotros dos, mientras ella nos calentaba como solía decir.
-Nos queda poco más de media hora para el descanso nocturno -dijo mi novia.
Estábamos los tres en el salón, ella sentada en el centro pero girada hacia mí y con la espalda apoyada en el pecho de Javier. Él le tenía pasado su brazo por la cintura acariciándole los muslos totalmente expuestos, pues solo llevaba un pequeño tanga negro, nosotros dos teníamos un bóxer y arriba camiseta de mangas cortas los tres.
-¿Descansamos ya? -pregunté yo.
-¿Como te encuentras de tu vagina? -se interesó Javier.
-Estoy bastante mejor que esta mañana.
-¿Echamos el último entonces?
Ella se puso de pie delante de mí y le hizo gestos para que él se pusiera a su lado. Ya me estaba figurando que no me iba a quedar quieto.
-Desnúdanos a los dos y prepara a Javier, que me la va a meter por detrás, aquí mismo -me dijo, obedeciendo yo que al momento los dejé en pelotas.
Luego me senté otra vez y agarré la polla de él que estaba casi flácida, pero le hice un buen trabajo y en un minuto ya estaba como un garrote. Por último la ensalivé bastante para que hiciera de lubricante, teniendo en cuenta las molestias de Ana en su vagina. La coloqué en la entrada y le di una nalgada para que procediera.
-Empieza despacio -le dije yo-, si hace falta la vuelves a ensalivar un poco más.
Javier me hizo caso y comenzó con unas penetraciones muy lentas. Ella estaba apoyada con una mano en el brazo del sofá, y la otra en mi hombro. Con movimientos de sus caderas, le iba señalando el ritmo que necesitaba su cuerpo en cada momento. Pasado unos minutos él se echó más saliva en su mano, sacó la polla un momento y la lubricó con ella para penetrarla otra vez. De inmediato fue incrementando el ritmo, hasta que se convirtió en unas embestidas tan brutales que en unos minutos acabó en una gran corrida por parte de los dos.
A mi novia le fallaron algo las piernas, y la tuve que dejar caer a lo largo del sofá, quedando boca abajo con pequeñas convulsiones, y las piernas temblando.
El cabrón había dejado otra gran corrida en el interior de ella, tanta, que se estaba haciendo una buena mancha en el sofá, menos mal que era de cuero.
Él se fue a ducharse y yo me quedé al lado de mi chica, acariciando su espalda, como correspondía a un buen cornudo agradecido. Después traje una toallita del dormitorio y limpié a Ana y al sofá.
Cuando oí que Javier salía de la ducha, preparé la bañera y nos metimos los dos casi veinte minutos, relajados por la música que a tal efecto, tenía preparada en mi móvil.
-¿Estás preocupado por el nuevo trabajo? -me preguntó.
-Un poco de nervios, pero nada más, conoceré los nuevos compañeros, cómo funciona todo allí, mi sitio en la oficina, en fin, espero que me vaya bien.
-Normal que estés nervioso, yo ni podría dormir esta noche, pero tú dominas muy bien los diseños gráficos y no vas a tener ningún problema, ya verás.
-¿Qué te ha parecido como ha ido todo este fin de semana? -me preguntó.
-Creo que ha ido como me imaginaba, algo preocupado por tus molestias por la follada del sábado.
-Y menos mal que el cabrón no estuvo el viernes -aseveró.
-Hablando del viernes, pusiste mala cara cuando nos dijo que folló con otra chica.
-No sé, pero no me extraña, porque me impactó, como si nos hubiera sido un poco infiel, ¿A ti no?
-Algo sí, fue un poco chocante, pero me alegro porque eso demuestra que contigo solo quiere sexo.
-Es que no va a haber otra cosa Diego. Si noto alguna cosa rara en ese sentido, se acaba todo al momento.
-¿Y tú? ¿Estás segura de que no te vas a encoñar con él?
-¿Pero qué dices? Ni en broma digas eso, ¿Es que lo has llegado a pensar?
-Varias veces, no te lo niego, en ocasiones muestras mucha entrega cuando estás con él, como si no pudieras controlarlo.
-Eso es verdad, no soy capaz de negarle un polvo, cuando todo está dentro de las normas, es como si mantuviera una puerta abierta para que pase alguien, pero cuando no se cumplan las normas, esa puerta estará cerrada, o más bien, ni existirá.
-Pues sigue así cariño, a ver si un día consigues dejarle seco.
Nos echamos unas risitas.
-Otra cosa, ¿te gustaría que te penetrara el culo ya?
-No se..., bueno sí, pero primero tendríamos que repetir nosotros un par de veces, luego creo que ya podré meterme ese pollón.
-Podríamos hacerte una doble penetración, ¿Qué te parece?
-Me encantaría, uhmm... me estoy poniendo cachonda cabronazo.
-Pues vámonos a la cama, que quiero que tu culo se vaya aclimatando para lo que te va a meter ese cabrón.
Ella se puso a cuatro patas, con el culo algo levantado para que yo lo pudiera preparar, utilicé el lubricante que teníamos y poco después se la metí muy despacio, teniendo que parar un par de veces a petición de ella, pero al final mi polla entró entera y comenzamos con las penetraciones de menos a más hasta coger un buen ritmo.
Luego nos cambiamos poniéndonos de costado, repitiendo la follada del otro día. No tardamos mucho en acabar y los dos nos corrimos como dos descosidos, llenándole sus entrañas con una buena cantidad de lefa.
-Cariño yo creo que tal como ha entrado y siendo la segunda vez en un par de días, si por la mañana no tienes molestias, ya estás preparada para hacerlo con Javier, ¿No?
-Veremos mañana, sabes que ahora mismo no te lo puedo decir.
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