You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Javier nos ayuda (Capítulos 9 y10)

Capítulo 9
 
Eran cerca de las tres de la madrugada cuando llegamos al ático y nos fuimos al salón, cuando lo lógico hubiese sido irnos cada uno para su habitación a dormir.
 
-¿Me puedo tomar una copa ahora? -me pidió Javier.
 
-Claro, ¿Tú quieres una? -le pregunté a mi novia.
 
-Ponme un ron-cola pero casi sin ron.
 
En un momento preparé las copas y nos sentamos los tres en la misma posición de siempre en el sofá. Estaba un poco preocupado porque sabía que los dos estaban muy calientes con los progresos que hicieron en la disco, y que si yo no lo paraba, aquello podría terminar en algo mucho más fuerte. Creía que la situación nos estaba desbordando sin apenas habernos llegado a conocer, vamos que todo iba muy acelerado.
 
-Javier nos tomamos esta copa y nos vamos a dormir, que es muy tarde y mañana tienes que viajar.
 
-Claro, lo que digáis vosotros -me respondió asumiendo que le estaba pidiendo cortar la cuestión sexual por esa noche.
 
-Entonces vuelves el martes y por la tarde nos vamos a encargar el escritorio, -le confirmó mi novia.
 
-Sí, creo que sobre las cinco de la tarde te podré recoger, ¿Te vendrá bien a esa hora?
 
-Sin problemas.
 
-Mirad vosotros cuáles serían las tiendas más convenientes para visitarlas.
 
-Y tú Diego sería estupendo si no te importa, de encargar los cambios en la red para lo que necesitamos los tres.
 
-No te preocupes, mañana mismo miro qué operador nos viene mejor y hacemos los cambios.
 
-¿Habéis comentado lo de la puerta? -me preguntó.
 
-No todavía no hemos tenido un hueco para hablarlo.
 
-¿Qué puerta? -nos preguntó Ana.
 
-Verás cariño, esta tarde hemos hablado sobre la intención de Javier de traer alguna chica a casa, pero explícaselo tú mismo -le dije a Javier.
 
-Posiblemente lo haga de vez en cuando y le decía a Diego que durante la noche tengamos necesidad de ducharnos, ya sabes, pero estando vosotros durmiendo en la habitación no podemos. Sin embargo si hubiera una puerta en la entrada de vuestro dormitorio, el problema estaría resuelto.
 
-Llevas razón, ¿Y cómo se podría instalar esa puerta? -preguntó Ana.
 
-En cualquier tienda de puertas estoy seguro que nos podrían dar la solución y que hasta se podría instalar sin necesidad de hacer obras. En cuanto a los gastos ya le dije a Diego que correrían por mi cuenta como es lógico.
 
-Bueno pues que Diego nos haga otro croquis de esa entrada con medidas, y nos lo llevamos por si se puede ir encargando -propuso Ana
Una vez todos esos puntos aclarados, solo nos quedaba terminar nuestras copas e irnos a dormir. Ana estaba muy cansada y se echó sobre mi regazo poniendo sus piernas en el de Javier.
 
-Uhmm... Que bien me siento ahora, ¿Y vosotros como estáis? -nos dijo mientras me atraía la cabeza para darme un pico en la boca.
 
-Yo estoy fenomenal, ni he probado el alcohol -respondió el.
 
-Yo también muy bien, tampoco hemos bebido mucho, han sido dos copas -respondí.
 
-Sí, dos -me confirmó mi novia mientras se alisaba la falda para que no quedara mucho hueco por donde pudiera mirar Javier-, ¿Me puedes quitar las botas?
 
-Claro -respondió él retirando las dos y dejando sus pies descalzos, luego sin decir nada comenzó a darle unos masajes en cada uno de los pies.
 
-Gracias cariño que falta me estaba haciendo ese masaje porque tengo los pies estresados por los tacones -le agradeció mi novia.
 
-¿Sigo por la pantorrilla? -le preguntó y me miró por si yo alegaba algún desacuerdo, pero no dije nada y alcé un poco los hombros como si me diera igual.
 
-Claro ahí también necesito un buen masaje.
 
Javier se aplicó dándole un masaje que parecía el de un profesional, lo estaba haciendo sobre una y otra pierna tal como Ana las tenía estiradas en su regazo, luego ella levantó un poco la pierna derecha y él siguió aplicando el masaje en ella sin hacer ningún comentario, pero sin decidirse por la otra. Estaba claro que sus muslos los volvía a tener a la vista.
 
-Dame también en la izquierda -le pidió ella poniendo la rodilla a la altura de la otra.
 
Él cambió de pantorrilla y ella no bajó la derecha, sino que la dejó caer entre el respaldo del sofá y su abdomen. Con estos movimientos su falda al ser de seda se deslizó dejando gran parte de sus muslos al aire, y aunque desde mi posición no podía verlo, él sí que estaría gozando de unas buenas vistas de aquel tanga blanco. La pierna derecha que estaba libre se fue al paquete de él que otra vez estaba bastante hinchado, al igual que mi polla que mi novia notaba en su nuca.
 
Su pie se movió un poco en aquel paquete y él se puso un poco acalorado. Levantó su cara para mirarnos a los dos, a mi para ver si seguía consintiendo aquellos tocamientos, y a ella para asegurarse que era consciente de lo que le estaba haciendo.
 
Yo no dije nada y él subió hasta tocar parte de su muslo, volviendo a retroceder y mirarnos nuevamente. Después siguió subiendo algo más.
 
-Oye que no te he dado permiso para que me toques ahí -le dijo con una sonrisa-, te dije que me verías algo más en la casa pero no que me tocaras.
 
-Y qué me vas a enseñar entonces -le respondió mientras retiraba sus manos del muslo, poniéndolas encima de sus pies para hacer algo de presión sobre su paquete.
 
-¿Sabes que se ha empalmado otra vez? -me dijo Ana.
 
-Me lo figuro -le respondí-, ¿Le enseñas el tanga y qué quieres que haga?
 
-Te dejo elegir entre tetas o tanga -le dijo a él.
 
-Los dos queremos verte ambas cositas, ¿No Diego?
 
-A mi no me metas que yo estaré siempre de parte de ella.
 
-Primero tetas -dijo él dándole otro apretón en los pies que ya estaban cada uno en los lados de su polla.
 
Antes de incorporarse consiguió darle unos cuantos meneos en la polla como si le estuviera pajeando con los pies, luego se sentó dejando aquel paquete otra vez a la vista con una buena tienda de campaña, y su glande redondo bien marcado en la punta. Después se subió la camisa girándose para que él le pudiera desabrochar el sujetador, no tardando en hacerlo. Mi novia se sacó los tirantes por los brazos y echó el sujetador a la mesa. Por último soltó la camisa y allí quedaron a mi vista aquellas tetazas en su camisa transparente.
 
Poco a poco se dio la vuelta para quedar mirando hacia él, mientras se cogía ambos pechos con las manos desde abajo, meciéndolos de un lado a otro para que él las apreciara mejor.
 
-Joder Ana que tetas más impresionantes tienes, qué placer poder verlas, aunque así no se aprecian apenas las areolas, pero vaya si son sensuales.
 
-Tampoco pasa nada si te enseño las areolas, -dijo subiéndose la camisa y mostrándole las tetas sin más trabas de por medio.
 
-Dios mío, parecen otras, ¿Puedo tocarlas un poco? Bueno si Diego nos da permiso. Solo un poco -volvió a repetir mientras me miraba suplicante.
 
-Un momento nada más -le ofrecí yo.
 
-Gracias a los dos.
 
Llevó sus manos a las tetazas de mi novia y las acarició con mucha delicadeza, sopesándolas desde abajo y cogiendo sus pezones con los dedos índice y pulgar, haciéndolos girar muy despacio, luego las apretó un poco más como calibrando su dureza. Por último acercó su boca para darle un beso en cada pezón y las soltó.
 
-Bufff... qué morbo, mirad como me he puesto -dijo cogiendo su polla desde la base del paquete para que se viera lo más grande posible.
 
-Has manchado el pantalón so guarro -le dijo mi novia señalando una mancha de tamaño medio en el pantalón a la altura de su glande.
 
-Imagina como estará por dentro, o si queréis os lo muestro para que no lo tengáis que imaginar.
 
-Ya salió otra vez el exhibicionista, -dijo ella riendo echándose otra vez sobre mi regazo.
 
-Anda tú también tienes un buen empalme -me dijo cogiéndome una mano para ponerla entre las suyas encima de las tetas, con la camisa por medio.
 
Él volvió a poner sus pies descaradamente a los lados de su pollón. Ana comenzó a subirlos y bajarlos a lo largo de todo su rabo que estaba dentro de aquel paquete. Luego se bajó la cremallera y sacó su polla fuera cubierta solo por el bóxer, y ella sin ninguna ayuda, le volvió a poner sus pies a los lados para seguir con aquella paja algo disimulada.
 
La mancha era más notoria hasta casi verse como brotaba por la punta de aquel bóxer su líquido preseminal.
 
Yo tenía la polla a mil y no sabía si debía parar aquello o dejar que avanzara algo más, lo que sí tenía claro es que no quería que esa noche se follara a mi novia. Lo consideraba muy precipitado y sabía que ella luego me lo iba a echar en cara de alguna manera.
 
-¿Queréis verla entonces? -nos volvió a preguntar.
 
Seguíamos sin responderle a esa pregunta.
 
-Sácatela si quieres -dijo ella-, pero ya no te toco más a no ser que te pongas una toalla por encima.
 
Se quedó dudando, pero sopesó que tenerla dentro del bóxer era una desventaja, así que se agachó para quitarse los zapatos y luego se desnudó de cintura para abajo dejando aquel pollón al aire totalmente erecto.
 
-¿Os gusta lo que veis? -nos preguntó a los dos.
 
-Tienes una polla muy potente -dijo ella-, imagino que dejarás satisfechas a las chicas que lo disfrutan.
 
-Tienes una buena polla -le dije yo.
 
-¿La queréis tocar? Sin pajas ni nada por el estilo, solo tocarla.
 
Se acercó a nosotros y mi novia se la agarró como hizo la otra vez, le dio unos cuantos meneos y acercándose le dio un pico en la punta del glande.
 
-Está muy caliente, tócala tú -me dijo mi novia y acerqué mi mano pasando las yemas de mis dedos a lo largo de aquel tronco-. Pero cógela con la mano verás que gruesa es -le hice caso y se la agarré unos segundos.
 
Él fue a sentarse otra vez a su sitio y Ana se sentó en el suyo para no tocarle más la polla con los pies.
 
-Me da un poco de corte aunque no lo creáis,  preferiría que tú también te desnudaras -se dirigió a mí.
 
-No tengo problemas con eso -le respondí, y en unos momentos estaba allí de pie con mi rabo súper tieso.
 
-¿Me lo queréis tocar también? -les dije mientras me acercaba a los dos.
 
Ella fue otra vez la primera en decidirse y me agarró la polla acercándose para repetir el beso en la punta del glande. Luego la dirigió a él que no dudó en agarrármela, darme unos meneos muy intensos para terminar besándome también el glande, luego me retiré y me senté otra vez en mi sitio.
 
-¿Te atreverías tú si nos diera permiso tu novio?
 
-No, ahora no, otro día no lo sé, si queréis os enseño el tanga -respondió.
 
Los dos asentimos y mi novia se levantó, se bajó la cremallera de la falda y la dejó caer al suelo, luego se agachó para dejarla en la mesa. Después se subió algo más los laterales de la cinturilla y nos dio un par de giros allí mismo, para que la pudiésemos ver en todo su esplendor.
 
Su culo aparecía totalmente desnudo pues la tira del tanga era muy fina y estaba incrustado entre los glúteos. Por delante solo tenía un triángulo muy pequeño de seda que en el centro se hundía un poco en su sexo y por fuera era desbordado por los labios mayores de aquel maravilloso coño. Por encima de él se veía una línea de vello púbico que sobresalía  de la mínima tela.
 
Luego se sentó otra vez entre los dos y se echó a reír viendo el líquido preseminal que mostraban nuestros rabos.
 
-Vais a manchar el sofá, so guarros.
 
-Estamos muy calientes Ana -le dijo él-, tendrías que hacer algo por nosotros.
 
-¿Yo? -haceros una paja y ya está-, además mi novio me puede follar dentro de un rato y no tiene porqué pajearse.
 
-Porqué no folláis delante de mí, tampoco te tocaría ni nada pero me daría mucho morbo miraros mientras lo hacéis.
 
Ana estaba muy caliente, eso estaba claro. Se sentó encima mía, agarró mi polla y echando el tanga lo mínimo a un lado se la metió hasta los huevos, luego empezó a matarme con un mete y saca a un ritmo medio para que no me corriera enseguida. Pronto comenzó a gemir y lo hizo más fuerte aún cuando yo le froté el clítoris por encima de aquella fina seda.
 
-Dame fuerte cabrón... hasta el fondo...
 
Sus ojos estaban entrecerrados, pero no paraba de mirar la polla de Javier que se acercó un poco más a nosotros, ella llevó su mano allí y comenzó a hacerle una paja a un ritmo bestial. Así estuvimos un buen rato, hasta que sus gemidos se hicieron más sonoros anunciando la llegada de un gran orgasmo.
 
-Ahhh... que gustooo... agggg... no aguanto mássss... me corrooo... me corro... ahhhh...
 
Su orgasmo provocó unas contracciones en mi polla que acabó con mi aguante. Me corrí  como nunca lo había hecho. Tenía los ojos cerrados y los abrí al notar la corrida de Javier en mis piernas, aunque fue Ana la que se llevó la mayor parte.
 
Tenía la camisa subida con una mano para protegerla del semen que él lanzaba en fuertes disparos, mientras con la otra seguía pajeando la polla para extraerle los últimos chorros. Cuando solo  salían unas gotas, le apretó el glande para estrujarlo y que no quedara nada allí dentro. Luego la soltó.
 
-Madre mía como me habéis puesto -dijo mientras Javier nos trajo una toalla para que nos limpiásemos y marcharse de nuevo dejándonos solos.
 
Sin bajarla de mí y con mi polla todavía dentro de ella le sequé el torso pues tenía semen hasta en las tetas, entonces pudo soltar la camisa.
 
-Espera -me dijo-, mira lo que ha echado aquí.
 
Se retrepó hacia mí mostrándome el charco de semen que tenía entre las piernas, después me cogió una mano para meterla allí e impregnarla de aquel líquido y chuparme los dedos.
 
-Dame más -me dijo y repetí aquella operación varias veces.
 
Después giró su cara y me dio un morreo de campeonato repartiéndonos el semen que tenía en la boca.
 
Terminamos de limpiarnos y nos levantamos para irnos al dormitorio mientras escuchábamos la ducha.
 
Al rato y una vez duchados nosotros, nos dormimos cada uno en su dormitorio pero con las puertas abiertas.
 
 
Capítulo 10
 
Debido a lo tarde que nos acostamos, el domingo nos despertamos sobre las once de la mañana, primero nosotros dos y luego Javier, al que le despertó Ana con una cacerolada que le hizo pegar un salto que casi se cae de la cama. Las risas de los dos todavía me dura. Menos mal que se lo tomó bien a pesar que en un primer momento llegó a jurar en arameo.
 
El único problema si se puede decir así, es que el cabrón duerme en pelotas y además en ese momento tenía la típica erección matutina, pero bueno, eso ya no es una preocupación para nosotros.
 
Desayunamos y él se preparó para el regreso a su ciudad. Le di un juego de llaves cuando se despedía de nosotros y se marchó.
 
Ana estuvo toda la tarde hablando con su amiga Cris, su hermana y hasta con mi propia hermana. Yo contraté los servicios con el nuevo operador de Internet.
 
El Lunes me sentí un poco extraño cuando Ana se fue a trabajar y yo me quedé solo. Después fui a la oficina de empleo para regularizar mi nueva situación de parado, y seguí presentando mi currículum en diferentes empresas del sector o similares.
 
También comprobé nuestra cuenta bancaria. Esa misma mañana nos habían ingresado la transferencia de Javier, así que podíamos respirar tranquilos. Por fin nos salían las cuentas.
 
Ana llegó del trabajo al mediodía para comer juntos. Luego nos echamos una siesta.  Más tarde nos fuimos al salón, donde estuvimos comentando la suerte que habíamos tenido al dar con Javier como inquilino.
 
-¿Te imaginas que en un mes podríamos haber tenido dos inquilinos en la casa todos los días del año? -me dijo Ana.
 
-Bufff, mejor que ni me lo cuentes.
 
-Aparte de todas las ventajas que nos aporta, es que es un buen tío en el trato con nosotros -siguió ella.
 
-Oye cielo, ¿No te parece que vamos demasiado lanzados en los temas sexuales?
 
-Creo que sí, pero ya has visto que es difícil pararle, nos lleva al huerto cada vez que se lo propone.
 
-Poco le queda por hacer que no sea lo que tú ya sabes, ¿No? -le pregunté.
 
-Pero mi vida eso no lo voy a permitir, sería actuar como una verdadera puta.
 
-Mujer no digas eso ni en broma, sabes que hay montones de parejas que mantienen relaciones abiertas, muchas de ellas son swingers y otras simplemente lo hacen con acuerdos, normas o condiciones de la propia pareja, pero ninguna de esas mujeres se considerarían putas.
 
-Pero yo no quiero que tú te acuestes con otra chica, es que no podría ni concebir esa idea.
 
-Ni yo tengo interés en hacerlo, por eso nosotros entraríamos en el segundo grupo, el de las normas para poder llegar a tener relaciones con otro chico.
 
-¿Y cuáles serían esas normas?
 
-Para mi la más importante es la de que jamás lo hagas a solas con nadie, todos los juegos sexuales que llevemos a cabo con otro chico tienen que ser en mi presencia, intervenga yo o no.
 
Ella asintió.
 
-Se me hace muy cuesta arriba hablar esas cosas, cuando yo no estoy dispuesta a tener relaciones con otros hombres.
 
-Mira Ana, ayer tuvimos relaciones sexuales con Javier, tenemos que asumirlo los dos, o más bien, los tres.
 
-Sí, pero faltó lo principal y ese es el paso que yo no quiero dar.
 
-Y yo ni lo voy a proponer, ni voy a permitir que él te fuerce a nada a lo que tú no estés de acuerdo, faltaría más, pero tampoco me voy a oponer ante una iniciativa tuya.
 
-Pero Diego, ¿No te importa que él me... me folle? ¿Te da igual?
 
-No cielo, claro que no me daría igual que lo hicieras con cualquiera, pero Javier es un buen chico, tiene buen trato con los dos, buena presencia y hace estas cosas como si fuese algo natural, no sé, pero si deseo que estemos con otro tío, éste para mí tiene todas las papeletas. Eso sí, en ningún momento contra tu voluntad.
 
-Sabes que si alguna vez consiguiera hacerlo ya no querrá parar nunca. No es que venga una vez al mes, es que vive con nosotros. ¿No te das cuenta? -me dijo ella con mucha razón por cierto.
 
-En este caso poner límites a esas relaciones sería otra de las normas, cielo, las condiciones las tenemos que poner nosotros y él tendría que acatarlas. Por supuesto nosotros mismos no incumplirlas por muchas ganas que podamos tener de hacerlo.
 
-Otra sería que usara siempre preservativos, -me dijo ella y mi polla pegó un respingo, por fin admitía que podría follar con él.
 
-Espera un momento, -le dije y fui a la mesa de nuestro escritorio y volví con un bloc y un bolígrafo-, vamos a apuntar todo lo que se nos ocurra y después lo pasamos a un folio.
 
Anoté las tres reglas que habíamos planteado y la miré a los ojos con una sonrisa.
 
-Me alegra que las condiciones las pongamos entre los dos -le dije.
 
-Que no intente nada con nosotros si viene con otra chica para acostarse con ella.
 
-¿Te parece que pongamos si viene con otra persona? Imagina que viene con otro amigo y te quiere compartir.
 
-Vale, estoy de acuerdo, pon con otra persona.
 
-No lo haremos si alguno de nosotros está borracho o demasiado achispado -me dictó para que yo escribiera.
 
-Si se produce alguna humillación o falta de respeto, fuera de contexto por parte de uno de nosotros se detendrá la relación y no habrá ninguna más hasta que no se aclare el motivo a satisfacción de los otros dos.
 
-Cuando uno de los tres desee que se pare una relación, ésta se parará sin tener que dar explicaciones -me volvió a dictar ella.
 
Nos quedamos los dos pensando un buen rato, luego nos miramos y nos sonreímos.
 
-Bueno cariño, creo que estas condiciones están muy bien para empezar, luego si se nos ocurren algunas más pues las añadimos -le dije.
 
-Añade una porque le veo venir -me dijo y me quedé expectante con el bolígrafo en la mano-, nada de acercamientos en público, ahí tú eres mi novio y él nuestro amigo y ya está.
 
-Vale, luego redacto las normas en el portátil y las imprimo para que las podamos memorizar todas. Luego rompemos el folio y solo quedará en el ordenador.
 
-Ah, nos queda acordar entre los dos la frecuencia con la que lo vamos a hacer.
 
-Una vez cada seis meses -me dijo con una gran sonrisa.
 
-Una vez al día -le respondí y soltamos una gran carcajada al mismo tiempo que me soltó una palmetada en el hombro.
 
-Serás bruto, o sea, que si no ponemos ese límite me follaría tres veces al día.
 
-Bueno ya has visto lo fogoso que es, siempre está empalmado en tu presencia.
 
-Pues yo no se cuál podría ser el límite.
 
-Te lo follas todos los días que se quede aquí.
 
-Estás fatal cornudito mío, ¿Ahora estás pensando con la polla verdad? -me dijo mirando el gran bulto en mi bragueta.
 
-Pues sí, que quieres que te diga, pero lo podemos plantear de otra manera.
 
-¿Cómo? -me preguntó.
 
-¿Qué tal te cae Javier?
 
-De momento muy bien, divertido y sensual diría yo.
 
-¿Te gustó su polla verdad? Es algo más grande y gruesa que la mía.
 
-Hombre, creo que cualquier chica quedaría satisfecha con semejante polla, ¿No?
 
-Sí, ¿Pero y tú?
 
-¿Yo qué? -me preguntó.
 
-Si te gustó como para que te folle.
 
-Mira que eres bestia, pues claro que me gustó.
 
-La pregunta es muy fácil, cuántas veces crees tú que te gustaría repetirlo en un mes por ejemplo, sabiendo lo que te gusta. Quiero que seamos sinceros en lo que estamos tratando, si te consideras algo agobiada, lo dejamos en blanco y ya veremos este punto más adelante. Sabes que es muy importante para los dos, teniendo en cuenta lo que dijiste antes de que va a vivir aquí con nosotros y no puede follar contigo cada vez que se le apetezca.
 
-¿Ponemos un día cada semana? ¿Cómo lo ves?
 
-Fenomenal, lo que tú digas va a misa y lo cumpliremos los tres a rajatabla, le explicaremos los motivos y ya está -le respondí con una sonrisa,  anotando el dato en la lista.
 
-No estoy agobiada pero sí un poco nerviosa amor mío. Dame un abrazo.
 
Dejé el bloc y el bolígrafo y me abracé con ella como si no hubiera un mañana. Era nuestro momento de cariño y ternura.
 
-Te quiero chatita, te quiero con locura, no te voy a fallar nunca en la vida, hasta que me muera, te lo juro amor mío, eres la novia más maravillosa del mundo entero.
 
Y no paré de decirle las cosas más bonitas que me salían del corazón, porque quiero a mi novia por encima de todas las cosas.
 
A cada frase mía más se apretaba a mi. Volví a sentir los sollozos en mi cuerpo y sus lágrimas en mi cuello mientras que con esas emociones era incapaz de decir una sola palabra.
 
-Tranquila amor mío... tranquila... venga... relájate cielo... -le decía con mis clásicas palmaditas en su espalda.
 
Por fin se relajó y dejó de sollozar.
 
-Perdona cielo, otra vez te he agobiado con tantas normas y chorradas mías -le dije.
 
-No... no es agobio... estaba un poco nerviosa y ya se me ha pasado. Gracias por entenderme amor mío, te amo porque eres el hombre más bueno que jamás podría soñar.
 
-Gracias cielo, sé que hay momentos que no me merezco tu amor, si tuviera un látigo me flagelaba ahora mismo hasta que no me quedara ni una gota de sangre.
 
-Anda tonto y qué hago yo entonces sin ti.
 
Nos miramos y nos echamos a reír. Entonces le di una gran cachetada en el culo.
 
-Mira que eres zorra, menuda cara de puta tienes.
 
-Y tú con esa cara de cornudo...
 
-A mucha honra -le contesté siguiendo con las risotadas.
 
-Apunta que el primer día me tiene que follar tres veces seguidas y a ti te tiene que desvirgar tu bonito culo dos veces en semana -me dijo y no parábamos de reír.
 
-Bueno el día que toque podrá follarte todas las veces que pueda, vamos hasta que lo dejes seco como una pasa.
 
-Me estás poniendo cachonda cabrón y me vas a tener que follar como tres cubanos puestos en cola.
 
-No se si tú estarás a mi altura. A ver qué sabes hacer -le dije con una gran sonrisa mientras me la llevaba a la cama cogida de la mano, donde echamos un buen polvo que nos dejó más que satisfechos.
 
Después de recuperarnos, nos quedamos tendidos los dos uno al lado del otro un buen rato.
 
-¿Estás dispuesta a hacerlo pronto? Ya te he dicho que lo tienes que hacer por iniciativa tuya.
 
-No lo sé, de verdad, veremos como se da el día a día cuando esté aquí y no le mencionaremos nada de las normas hasta que eso ocurra, si ocurre.

0 comentarios - Javier nos ayuda (Capítulos 9 y10)