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Primeras veces, volviendo de inglés.

Asi como hubo una primera vez, que fue por la colita, estuvieron los primeros petes, de grande eh disfrutado buenas chupadas, pocas me han hecho acabar pero como las primeras hay pocas. La primera vez se dió con una amiga de inglés, volvíamos juntos caminando, ella vivía cerca de casa y a cada vuelta las charlas se soltaron más y comenzó el coqueteo, ella era más chica y sentía su atracción al igual que su timidez, yo era el que tenía que poner las iniciativas. Un día hicimos el recorrido y poco antes de llegar nos detuvimos a hablar, se queda callada, le agarro la mano y nos besamos, cortito pero era un buen primer paso, eso no iba a quedar ahí. Lo sabíamos.
La vuelta siguiente fue diferente, ella más contenta, me dijo que agarremos otro camino, a la mitad me señala un lugar, era un baldío, el cual nos metimos y quedamos en público a la vista de nadie. Era exitante lo cerca que estaba la gente y no nos podían ver, escuchar tal vez. Comenzamos a besarnos y ella me pone mi mano en su cola, se sentía muy caliente, solía usar pollera, lo que me voló la cabeza tocar su colita, rápido se me puso muy dura y ella lo notó, dejo de besarme unos segundos mientras que con los ojos cerrados me restregó toda su conchita por mi pija, lo que la puso aún más dura, yo no pensaba avanzar más de eso, era bastante novato con 15 años. Ella con 14, fue esta vez la que tomo el mando, me había dicho que era virgen antes pero estaba muy caliente y no se resistió a tocarme la pija, la apretaba y acariciaba sobre el pantalón, yo casi ipnotizado seguía tocándole la cola y disfrutando sus masajes, casi viendo hasta donde llegaría, unos minutos intensos y se separó de mi, miró fijamente mi bulto, como si estuviese atrapada por la curiosidad de descubrirla, me bajo el pantalón y salió mi pija muy dura, ella quedó fascinada mirándola, la tomo con las dos manos y comenzó a pajearme suavemente, se acercó para besarme mientras con su mano seguía descubriendola y su otra mano en mi espalda, cada vez adquiría más calidad de como tocarla, más velocidad y ritmo. Cada tanto frenaba para apretarla o acariciarla. No conforme con eso comenzó a bajar con los besos. Quedó arrodillada con la cara muy cerquita de mi pene, mirándolo, se le caía la baba, comenzó a tocarlo, un poco los huevos, yo sentía que quería devorarlo pero no sé animaba, amagaba a abrir la boca pero no avanzaba. Sacaba la lengua como una cachorrita pero se quedaba ahí. Entonces se me dió por moverme un poquito adelante y atrás mientras me masturbaba, como acompañando su movimiento pero cada vez un poquito más cerca de su boca. No era mi intención apurarla pero moría por sentir su lengua, sus labios. Ella lo permitía y le gustaba, sonreía y se acomodaba. En una de las embestidas mi glande golpea suavemente su labio, ella vuelve a sonreír y yo vuelvo a hacerlo. Esta vez ella acercando un poco la cabeza volvieron a chocar sus labios y mi pija, como si fuesen besos, lo repetimos una y otra vez hasta que sacó su lengua y me lamió la punta de la verga. Agarrándola, comenzó a lamer una y otra vez, cada vez más abajo hasta que comenzó a pasar la lengua por tooodo el tronco, al fin se la mete en la boca, se sentía muy muy caliente, y cada vez se la mía más adentro, como si se estuviese poniendo a prueba, intento tanto que con un poco más de la mitad casi se ahoga, era novata pero aprendía rápido y parecía como si lo llevará en el alma, me la chupo tan bien y tanto tiempo. Cuando volví a la realidad comencé a tocarle las tetas, jugar con sus pezones y eso le encantó, paso rápidamente la pija por las tetas y siguió chupándola, tiempo después le digo que estoy por acabar, lo único que provocó fue que apurara el ritmo de su mano y su lengua. Increíble la putita quería toda leche... Y se lo merecía demasiado, así que me relaje y la dejé hacerme lo que quiera, pronto sentí que me venía y chorros de leche comenzaron a salir de mi pija, uno, dos, tres, la miro y estaba con la lengua afuera como queriendo los atajar, creo que el primero solo fue en el blanco, todo el resto entre su cara, su pelo, sus tetas, era mucha leche y muy pegagoza. Lejos de molestarse parecía muy feliz, como si hubiese cumplido un sueño. Le sedi mi remera, me puse el buzo, sirvió bastante. Nos dimos un beso y partimos a nuestras casas.

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